Leer mas... - el tambo

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El reencuentro...
Recuerdo que fue un miércoles de verano que compartía el
desayuno familiar con mis hermanas y mi madre, ese día había otra
vez, café y pan francés, y como siempre el pan duro, como una
piedra, lo cual indicaba que por la tarde, si teníamos suerte
podríamos comer... La escasez de alimentos en Lima era muy
común en esos días del Gobierno Militar del General Juan Velasco
Alvarado.
Y como estaba de vacaciones, salí de casa muy temprano en
procura de mis amigos para pelotear un poco, pero para variar esa
mañana lo hice a escondidas y por el techo de la casa ya que no
tenía permiso de mi padre, porque en la escuela había tenido un
curso de cargo y debía prepararme para el examen de rezagados
que sería en Marzo... recuerdo que pasé por la casa del “buitre”
pero su mamá me dijo que había salido temprano con “Cuquito” y el
gran “Pablito”, por lo que al intuir donde estarían, es que me dirigí
presuroso a darles el alcance, hasta que llegué a la “Huaca” Mateo
Salado, donde seguro los encontraría jugando a la pelota, caminé
un par de cuadras sin suerte y pasé por el quiosco del barrio, pero
estaba cerrado, ocurría lo mismo con otro que estaba un poco más
distante y también noté que algunas tiendas estaban cerradas al
igual que las panaderías. Era Febrero, aproximadamente las nueve
de la mañana. Extrañado decidí seguir caminando, hasta que me
encontré con mis amigos que estaban a punto de dirigirse al
centro de Lima.
¡Oye Paco, Paco, Paco! – me gritaron – Vamos al centro de Lima!, dicen que la gente está llevándose todo lo que puede de las
tiendas Scala Gigante, Oeschle y Monterrey !
- como? si Huevón !, me increpo el “buitre”
- vamos a coger lo que podamos y nos regresamos al toque, dicen
que no hay “tombos” y las tiendas están sin vigilancia, hace un rato
han pasado por acá el “loco” Fernando y “Banana” cargándose un
Telefunken (equipo estereofónico) y una licuadora Sumbean,
- vamos no seas huevón...!, en ese instante paso por mi cabeza
tener en mi propio dormitorio un equipo de sonido y solo para mi,
que locuuura!!.
No lo pensé más y corrí tras ellos que al poco tiempo ya me
llevaban como media cuadra de ventaja.
Tenía doce años de edad, y no tenía más que dos monedas en uno
de los bolsillos de un durísimo blue jean con huecos en las rodillas
(en aquellos tiempos jugaba de arquero y con el contacto de la
pista no tenía pantalón que me durara mas de 3 puestas), me
recuerdo con un cabello lacio, totalmente desordenado y muy pero
muy flaco, una pinta de niño bueno, sin embargo, a la hora de las
broncas nunca arrugaba y estaba presente en casi todas, muchas
veces llegaba a casa con los ojos como de mapache y la nariz
ensangrentada de los porrazos que de vez en cuando también me
hacia acreedor, eran tiempos muy buenos creo, no como los de
ahora, fríos y hasta diría yo que oscuros...
Pasamos por el Distrito de Breña, dirigiéndonos hacia la tienda
“Scala Gigante” de la Av. Alfonso Ugarte, mis amigos para esto,
me habían sacado mas ventaja y para cortar camino me metí por
unas calles en zig-zag, no había cubierto ni siquiera dos o tres
cuadras cuando me percaté de que era el único que avanzaba en
sentido contrario a mucha gente que no caminaba...corría!. Sin
embargo, lo que me llamó mucho más la atención fue la cara de un
señor que con desesperación y con un manojo de ternos de casimir
ingles bajo su brazo, corría con desesperación, mientras que otros
dos se los trataban de arrebatar, cuando eso sucedía vi como una
mujer y su pequeña, que lloraban inconteniblemente, corrían y
empujaban su carreta de vendedora de emoliente con una fuerza
tal que, parecía que huían de un campo de batalla.
La mañana se tornó más soleada que de costumbre y el olor del
ambiente me era familiar, olía como a Navidad o Año Nuevo y es
que ese olor parecía a pólvora de cuetecillos o de fuegos
artificiales, el mismo que hizo que me sienta más eufórico, con
más ganas de saber que más encontraría en mi andar.
La curiosidad me invadió tremendamente y no detuve mi caminar;
seguí y seguí avanzando en sentido contrario al de la fuga de todo
ese gentío. A medida que me acercaba al centro más angustia y
terror descubría en los rostros de la gente, más velocidad en los
pasos. Nadie hablaba y menos se atrevía a mirar a otros, solo
corrían como si fueran una manada de búfalos huyendo de los
apaches y de repente comencé a escuchar explosiones, eran como
truenos en una noche de tormenta amazónica y se veían
destellantes colores. La emoción me embargaba y corría con
desenfreno... El desorden continuaba y cada vez mas el caos se
extendía a medida que seguía avanzando, cuando de pronto sentí la
fuerza de una mano adulta. Un desconocido sujetaba uno de mis
brazos. El sol me impedía ver bien su rostro, medio oculto con un
pañuelo que el hombre, alto y moreno, refregaba sobre sus ojos.
Me sorprendí, aquel hombre también lloraba.
-¡"Anda a tu casa, carajo"!, me dijo
El grito retumba hasta hoy en mi recuerdo...
Me dio mucho miedo, pero quería, anhelaba seguir avanzando, no
deseaba retroceder. Quise soltarme, traté, peleé por mi brazo.
Esta vez el hombre me habló más despacio
- "Regresa a tu casa. Están metiendo bala mocoso!".
Me soltó y se alejó. Pero no hice caso la advertencia de ese
hombre y por el contrario, aceleré el paso y de pronto me vi
corriendo como mucha otra gente, estuve cerca de la tienda
“Scala Gigante”, cuando en medio de esa turba y en medio del caos
de la muchedumbre, me encontré con mi amigo el “buitre” que
regresaba corriendo con unas bolsas de carne del supermercado
“Tía” y me decía que “cuquito” venía mas atrás con una buena
merca y él “buitre” fiel a su estilo caballeroso me decía:
-Anda rápido que ya se acaba Huevón!.
Y don huevón, no hizo mejor cosa que seguir corriendo hacia el
tumulto...cuando de pronto escuché una gran explosión, la mas
fuerte que nunca volveré a escuchar en mi vida, algo sin
comparación a lo natural y en seguida todo se tornó gris, por unos
cuantos segundos quede ciego, luego sentí que me golpeaban como
pelotas de tenis en todo el cuerpo y no pude ver nada por el humo
que cegó mi visión, por un instante pude ver que lo que me caía, no
eran pelotas, sino, eran partes de cuerpo humano, trozos de
brazos, manos mutiladas, pedazos de piel con cabello, lo que hizo
que por fin deje de correr, paralizado y en medio de un silencio
aterrador, miraba como la gente corría con sangre que emanaba
de sus oídos y ojos, muchos heridos y otros regados en el piso, no
supe que hacer en ese instante quede petrificado, no atinaba a
nada…hasta que sentí una paz y un silencio sepulcral, un gran vacío,
y fue cuando me disponía a correr para retornar con dirección a
mi casa, que quedé perplejo y aterrorizado al ver lo que quedaba
del cuerpo de mi amigo “Cuquito”, lo llegué a reconocer por la gran
bemba que lo caracterizaba, estaba más negrito de lo normal, su
cabello achicharrado, la panza expuesta de los intestinos y en su
mano que ya no formaba parte del resto de su cuerpo sostenía aun
unas bolsas con las cosas que instantes previos había saqueado y
que no duro mucho tiempo en su mano, porque una señora que
también huía, como si fuera una piraña, se lo arrebato cargando la
bolsa con todo y su mano, que segundos después cayó al
pavimento...
En ese instante al observar tal cuadro de terror decidí huir como
alma que se lleva el diablo y corrí desesperadamente de regreso a
casa, sentí angustia y desesperación, anhelaba llegar a mi casa y
abrazar a mis padres, en mi pensamiento se cruzaba la idea que
también podría morir como “Cuquito” o podría terminar con los
otros cuerpos de la gente que quedaron aquella mañana regados en
las calles como si fuera el patio trasero de un matarife
clandestino.
Al huir pude pasar cerca de radio patrulla, que era uno de los
cuarteles policiales más grandes del país, me percaté del humo que
había en el ambiente. Minutos después corrió el rumor y que poco
tiempo después se confirmó:
-"Toque de queda desde las siete de la noche".
Yo no sabía hasta ese instante lo que significaba eso, solo veía que
de grandes camiones militares bajaban en las calles principales a
cientos de soldados y éstos armados hasta los dientes rastrillaban
sus armas asustando y golpeando en muchos casos a todo aquel que
se juntara con otro siquiera a conversar...
Al aproximarme al barrio, eran casi las 6 de la tarde, estaba
oscureciendo y en el camino por suerte ya me había unido al
regreso con el “buitre” y “Pablito”, quienes lloraban la muerte de
“Cuquito”, yo no hablaba estaba aterrorizado, solo les seguía el
paso muy de cerca y los tres llorábamos, estábamos temerosos de
lo que nos pasaría al llegar a casa, fue en ese instante en que olí
una fragancia de flores, creo rosas o claveles muy penetrante que
me dio algo de paz, seguimos caminando y nadie habló, solo hubo
camino y llanto...de pronto ya en nuestra cuadra, pude ver la
desesperación del rostro de mi madre que lloraba en forma
incontenible y suplicaba a Dios por mi, observe que mis hermanas
la trataban de contener y cuando nos vieron llegar vi que
incrementaron su desesperación, yo corrí a abrazarla y ella me
ignoró, supongo fue la forma de castigarme por mi estúpida
aventura, al rato mi madre dijo:
- Ahora que ya terminó esta pesadilla, vamos hijas entremos a
casa…
Y entramos con mis hermanas que lloraban inconteniblemente
luego que el “buitre” les narrara al detalle lo sucedido aquella loca
mañana. Luego entre a mi cuarto de prisa antes que mi padre me
de con la correa, ya que había salido, una vez más a la calle, sin
permiso
y encima regresé muy tarde; aquella noche del
interminable miércoles 5 de febrero de 1975, nos acostamos más
temprano que de costumbre, claro está que nadie pudo dormir por
el temor a las balas que se disparaban en la calle. Al poco rato en
casa no hubo más llantos y fue que oí a mi padre encender la
televisión, yo ni quería salir de mi cuarto por miedo a que me
puedan dar a correazos, solo pude escuchar que en el noticiero “El
Panamericano” decían:
“... el gobierno del General Juan Velasco intentaba así detener una
sorprendente huelga policial, que originó las más diversas
modalidades de violencia contra la propiedad privada y pública, que
en medio de esa situación de desconcierto, comenzaron a
movilizarse por las calles de Lima cientos de personas, provocando
disturbios, saqueos y pillaje, así como incendios de redacciones
periodísticas confiscadas por los militares, pronto se multiplicaron
a otros barrios y distritos y sin habérselo propuesto de antemano,
la gente pasó a dominar la escena y solo fueron aplacados después
del medio día cuando se ordenó a la segunda división blindada del
Rímac que salieran a las calles a reinstaurar el orden que se
produjo por la falta de autoridades policiales...volvemos con mas
luego de los comerciales...”.
Fue en ese momento que supe lo que había sucedido y lo que había
originado el descontrol en las calles y también lo que motivo los
saqueos al que yo participe con gran entusiasmo.
La mañana del 6 de Febrero me preparaba a salir muy temprano de
casa, o tendría que decir que planeaba mi escape muy temprano de
la custodia de mis padres, siempre pensando que me estaba
librando de una buena golpiza, en mi fuga puede ver a mi madre
muy deprimida que lloraba desconsoladamente en la cocina y no
sabía cual era la razón de su llanto, pensé :
-seguro mi padre algo le habrá hecho... me acerque a ella y le
pregunté:
-Mamita porque estas así, es por mi culpa?
Ella, ni me miró, miró al vacio, continuó en llanto y solo pude
escuchar que muy dolida me decía:
-Paco porque, porque te fuiste!
En ese instante, sabía que aun estaba molesta, por lo que me
podría haber sucedido la noche anterior y antes que cambie de
opinión o que escuche mi padre el llanto de mi madre y me vayan a
dar una soberana paliza, salí rápido y de puntillas de la casa a
encontrarme con mis amigos para ir a ver que pasó en Radio
Patrulla.
Es que cuando jóvenes, los varones somos muy arriesgados y la
adrenalina es incontenible, por ello y sin medir las consecuencias
de lo hecho el día anterior, mis amigos hablaron de ir temprano al
centro otra vez, el objetivo era mirar a los muertos. Así que
temprano nos juntamos y fuimos con dirección a la Victoria, al
llegar a Radio Patrulla, había soldados que custodiaban las calles y
detenían a los adultos para que no entren, recuerdo que no
dejaron pasar al “Buitre”, ni a “Pablito” y mientras los corrieron no
se percataron que yo si me colaba. Llegué muy cerca de la puerta
principal, a unos 3 metros, y observé las huellas de cómo había
sido derribado el inmenso portón - la gente decía que lo habían
hecho para que ingresaran los tanques, unos inmensos armatostes
rusos, que habían aplastado y matado a cientos de Policías que
reclamaban por un mejor salario. La protesta, el levantamiento,
conocido posteriormente como el “Limazo” dejó más de 300
muertos, unos 1,000 heridos de bala y daños materiales enormes.
Al poco rato de salir de Radio Patrulla, vi como llegaba el “Buitre”
y “Pablito” a los cuales se les había unido “Luiggi”, el “muelón” Kike,
el “mono“ Mario y dos amigos más, así me integré a mi banda
nuevamente para seguir con nuestras aventuras de ese nuevo día,
- y ahora que hacemos muchachos!- les pregunté –
Y casi de inmediato Pablo respondió para todos- muchachos mejor
regresemos que esto me trae recuerdos muy tristes de los caídos
-, si ! dije - mejor regresemos -, aun podía oler la pólvora y el olor
a la sangre de los policías que habían perdido sus vidas, fue cuando
nuevamente pude percibir en el ambiente ese olor a flores, rosas,
claveles o de alguna flor que no podía aun distinguir....
Al regresar al barrio no se nos ocurrió mejor idea que jugarnos un
partido de fútbol, así que juntamos a los demás muchachos e
hicimos los dos equipos de rigor; como siempre, se escogen
primero a los mejores jugadores y para el final van dejando a los
mas malos, no se porque razón ese día me dejaron para el final, a
mi que era el súper arquero !, en fin.... no me importaba si me
escogían al final, ese día solo quería distraerme y no llegar en
todo el día a casa, porque sabia que si esa noche, mis padres no me
dieron una paliza, de seguro al regreso no me salvaba, recuerdo
que ese juego de balón fue el peor de mi vida porque cada vez que
quería agarrar la pelota, otro de mis compañeros se me adelantaba
y salía con el esférico, yo corría haciendo la pared a mis
compañeros, pero nada, no había pase devuelta, muy amarra bolas
son mis compañeros - me dije-, hasta que harto de tanta injusticia
en los pases, me molesté y me fui a sentar, encima y para colmo de
males ni se inmutaron cuando salí de la cancha y por el contrario el
“Buitre” cuando deje el campo dijo a los demás – bueno muchachos
ahora que somos los que somos juguemos bien Carajo !-,Juguemos
por Paco !, no soporté que me ignoraran así y me fui contra él para
darle un trompazo, recuerdo que cuando me acerque a él y le
propine un puntapiés sentí un estremecimiento que me hizo doler
toda la pierna, me sentí débil y el “buitre” ni se inmutó, y yo ni
corto ni perezoso ya no le seguí al pleito y caballero nomás, me fui
a sentar, antes que reaccione mi amigo que era mas alto y mas
gordo que yo, así transcurrió una tarde de fútbol con buenas
jugadas y muchas patadas, luego alguien dijo :
-
Tenemos que ir al entierro, a las 6.00 en punto van a venir los
buses a recogernos a todos!! - Tienes razón huevón !, hay que
apurarnos, ya son casi las 6.00, nos van a dejar !.
Así que al trote y sin mas demora fuimos de la cancha al barrio y
efectivamente, ya se encontraban 3 buses, contratados para ir al
entierro de “cuquito”, cuando subí a uno de ellos pude observar
que la gente estaba muy triste y nadie hablaba; pregunte a
“Pablito” por la hora y ni me quiso contestar ; me dije para mi
mismo: -este cojudo también ya se molestó conmigo; que onda con
mis amigos , a la mierda que se joda ahora no le voy a hablar yo....
Me agarré fuerte de un estribo y el bus emprendió su periplo
hacia el campo santo, al rato alguien comentó pobre muchacho y
otro dijo pobre mujer!! ella quería mucho a su hijo por eso tomo
esa decisión !!, yo que no entendí muy bien lo que comentaban dije
: -si, mi amigo “cuquito” era muy querido y muy bueno, lástima que
se murió...
En ese instante y dentro del bus, el gato de la Sra. Celinda, al cual
llevaba a donde ella siempre iba comenzó a maullar, esta vez muy
fuerte y me miraba fijamente con esos sus ojos verdes, como si
quisiera arañarme, me dio tanto miedo que tuve que cambiar de
lugar...y otra vez volví a percibir el olor a flores, a claveles y
rosas....
Al llegar, al campo santo, bajamos todos muy ordenadamente y me
pegué al lado de mis amigotes, cuando de pronto se nos acercaron
unos perros que ladraban inconteniblemente como si hubieran
visto al diablo, enseñándonos sus mandíbulas con los colmillos
húmedos y con mirada de pavor, en seguida nos quedamos
congelados del miedo, que digo miedo, de terror, que digo terror,
de pánico, fue horrible !, apenas unos segundos, pero parecían
horas y tuvo que venir el guardián a llevárselos porque estaban
incontrolables, tan pronto pasó ese susto, nos acercamos al grupo
de gente que oraba y mas de la mitad lloraba al rededor de la
fosa, creo que hasta contrataron plañideras porque el llanto era
tal que hasta yo me estaba contagiando porque comencé a sentir
un frío austral y tenía la presión muy baja, porque al respirar veía
como salía humo de mi boca, como si estuviera fumando, fue
entonces cuando observe a mi padre y a mis hermanas todos
vestidos de negro al lado de la mama de “cuquito” y lloraban muy
sentidos, realmente por la reacción de mi familia a mi me pareció
algo exagerado, lo querían pero no era para lloran tanto, pero no
hice mucho caso a ese detalle, luego quise a acercarme un poco
mas para estar en primera fila pero no se movía la gente, así que
me colé entre el gentío a empujones de todas las formas y para mi
mala suerte llegué al lado de la Sra. Celinda y su gata seguía
mirándome feo, ya en la primera fila observé tres cajones dos
blancos y uno plata, no preste mucha atención y en el primero
habían colocado la foto de mi amigo “cuquito” era una foto que nos
tomamos un año antes para carnavales, recuerdo que el hizo del
Rey momo, se veía bien, especialmente la bemba la disimulaba con
su enorme sonrisa, me dio pena saber que ya no nos acompañaría
mas en nuestras próximas aventuras, luego concentré mi mirada al
segundo cajón y sorpresa!! estaba puesta encima mi fotografía,
queeee? me dije:¿qué pasó ?
Fue cuando me comencé a sentir mal, sentí muchos escalofríos,
temor, observé una luz intensa y muy blanca que me cegaba y
nuevamente el olor a flores, me sentía desmayar fue en ese mismo
instante que afortunadamente pude ver a mi madre y corrí a
lanzarme a sus brazos porque sentía mucho miedo y mi madre
llorando me abrazo y me dijo que no me preocupara que por fin le
da gusto verme de nuevo, le pregunté :
- Mami porque está mi foto en uno de los cajones?
y ella con su dulce vos me dijo:
-Mira Paquito hijito, tú has muerto en la explosión junto con tu
amigo “cuquito”, fue cuando pude iniciar a atar cabos y como si
fuera una película, muy velozmente comencé a recordar uno a uno
los episodios de los días pasados y descubrí, la razón por la que no
me escuchaba la gente, por eso mi madre no me hizo caso cuando
regresé del saqueo, por eso mis amigos no me devolvían el pase en
el juego del fútbol, por eso me pude colar en radio patrullas, por
eso olía muy seguido a flores de velorio, por eso es que el gato de
la Sra. Celinda se erizaba al verme y los perros me ladraban y mis
amigos no me respondían y cuando le di un punta pies al “buitre” él
ni lo sintió, porque yo estaba MUERTO !!, SI MUERTO !!!
M.U.E.R.T.O.; fue entonces que volví a sentir escalofríos y
temblores
incontrolables,
Nooo,
mamita
nooo
!
no
estoy
muertoooo!!!,dime que nooo, que es mentiiiira, - mi madre me
abrazó fuerte y me dijo:
- Tranquilo Paquito yo estaré siempre a tu lado....
Fue en ese instante que reaccione por unos segundos a mi
calamitoso estado de Shock, y le dije:
-Pero mamita como es que tu si me puedes ver, como?,
-Mira hijito, al saber lo que te había sucedido no pude resistir con
ese terrible dolor y abandoné a tu padre y a tus hermanas,
-como que los abandonaste? no entiendo mamita?
- Paco, acabé con mi vida también!!
Nooooo, Noooo! grite
Luego, ella se dio vuelta y me dejó ver en su cráneo un inmenso
forado que se hizo al jalar el gatillo de la pistola que mi padre
tenía guardada en su ropero y me cogió fuerte de la mano y me
dijo:
-Paco luego de este nuestro reencuentro, hijo mío, nunca nos
separaremos otra vez,
-no mamita no, no nunca mas....
Me cogió de la mano fuertemente y me sentí muy bien, protegido y
con una paz espiritual alucinante, fue cuando apareció una luz
blanca muy blanca que comenzó a atenuar todo nuestro entorno,
toda imagen se comenzó a diluir, todo lo hecho por el hombre
comenzó a desvanecerse y cada vez la luz era mas y mas intensa y
el olor a flores y rosas era aún mas envolvente, hasta que ya no olí,
ni oí, ni vi nada mas…
Solo y nuevamente la voz de mi madre diciendo:
- Paco despierta que tienes que estudiar para tu curso de cargo!!
FIN
Marco A. Pimentel García
Lima, Febrero 2011
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