Li be ra lis mo y de mo cra cia en Argen ti na. El es tu dio de un caso

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NOTAS Y DEBATES
Utopía y Praxis Latinoamericana / Año 11. Nº 33 (Abril-Junio, 2006) Pp. 103 - 108
Revista Internacional de Filosofía Iberoamericana y Teoría Social / ISSN 1315-5216
CESA – FCES – Universidad del Zulia. Maracaibo-VenezuelaVisibilizando al enemigo: EE.UU vs América Latina
Liberalismo y democracia en Argentina.
El estudio de un caso: Ernesto Nelson: ¿Un educador
del Estado en contra del Estado?
Liberalism and democracy in Argentina. A case study:
Ernesto Nelson: A State Educator who Confronted the State
Alejandro HERRERO
CONICET-Universidad Nacional de Lanús, Argentina.
RESUMEN
ABSTRACT
En el presente trabajo estudiamos un aspecto de la trayectoria de Ernesto Nelson
(1873-1959), acotado, además, a los años de su
pertenencia a la Universidad Nacional de La
Plata, examinando su proyecto universitario
que se diferencia tanto de la política que se implementa en esa casa de estudios por su fundador y presidente Joaquín V. González (gobierna tres períodos consecutivos: 1908-1918),
como de la nueva política que nace con la Reforma Universitaria (1918). Nelson afirma,
desde un enfoque liberal, que el Estado es la
causa principal de la decadencia del sistema
universitario argentino, adoptando, de este
modo, una posición que lo separa de unos (liberales conservadores) y de otros (los reformistas del 18).
Palabras clave: Ernesto Nelson, liberalismo,
democracia, Estado.
This paper studies one aspect of the career of Ernesto Nelson (1873-1959) covering
moreover the years in which he belonged to the
National University in La Plata, and evaluates
his university career which is quite different
both in relation to the policies implemented in
the same by its founder and president Joaquin
V. Gonzalez (who governed during three consecutive periods: 1908-1918), and from the
new policies that were part of the university reform (1918). Nelson affirms, from a liberal
point of view, that the state is the principal cause of the decadence in the Argentine university
system, and adopted in this manner a position
which separated him from both the Liberal
Conservatives and from the 1918 Reformists.
Key words: Ernesto Nelson, liberalism,
democracy, State.
Recibido: 12-11-2005 · Aceptado: 22-01-2006
Alejandro HERRERO
Liberalismo y democracia en Argentina
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INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo estudiamos un aspecto de la trayectoria de Ernesto Nelson
(1873-1959), acotado, además, a los años de su pertenencia a la Universidad Nacional de
La Plata, examinando su proyecto universitario que se diferencia tanto de la política que se
implementa en esa casa de estudios por su fundador y presidente Joaquín V. González (gobierna tres períodos consecutivos: 1908-1918), como de la nueva política que nace con la
Reforma Universitaria (1918). Nelson afirma, desde un enfoque liberal, que el Estado es la
causa principal de la decadencia del sistema universitario argentino, adoptando, de este
modo, una posición que lo separa de unos (liberales conservadores) y de otros (los
reformistas del 18).
Deseamos poner al descubierto una paradoja entre sus dichos y sus prácticas políticas. Su trayectoria, como educador, siempre se inserta en instituciones estatales: Profesor
en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en la UNLP; Inspector General
de enseñanza secundaria, normal y especial e Inspector Jefe de Sección del Ministerio de
Justicia e Instrucción Pública de la Nación (1936-1939). Itinerario que lo define, al mismo
tiempo, con dos rostros: educador del Estado y acérrimo crítico del mismo, defensor de los
principios liberales y democráticos y formando parte de la política educativa antidemocrática y escasamente liberal, ya sea en gobiernos universitarios (bajo la presidencia de
González) o en la burocracia del Estado Nacional durante los años tristemente conocidos
como la Década Infame.
EL PROYECTO UNIVERSITARIO DE NELSON
Ernesto Nelson escribe dos libros donde expone su proyecto universitario, siguiendo
el modelo norteamericano y subrayando que es profesor de la UNLP: Hacia la Universidad
Futura, Valencia, 1910; y Nuestros males universitarios. La universidad en la cultura, la
sociedad y la moral, Buenos Aires, 1919. Su diagnóstico, repetido hasta el cansancio, es
siempre el mismo: “el derecho del Estado para ejercer el monopolio de la cultura universitaria es precisamente la causa de todos nuestras desdichas (...)”.1
Este diagnóstico se opone a la tradición liberal Argentina del siglo XIX y primeras
décadas del siglo XX. Los unitarios crearon, a comienzos de 1820, la universidad de Buenos Aires inspirados en el modelo napoleónico (estatal y centralista)2 y hacia fines del siglo
XIX, consolidado el Estado Nación, la dirigencia liberal implanta, de manera más definitiva, un sistema educativo estatal celosamente controlado desde su burocracia.3 La Universidad de La Plata, nacionalizada bajo el impulso de J. V. González, se diferencia de las universidades de Buenos Aires y Córdoba por su contenido federal y moderno (incentivando
carreras vinculadas al mundo del trabajo bonaerense) pero sin escapar de esta fuerte tradi-
1
2
3
NELSON, E. (1919): Nuestros males universitarios. La universidad en la cultura, la sociedad y la moral,
Buenos Aires, p.34.
NEWLAND, C. (1992): Buenos Aires no es pampa. La educación elemental porteña, 1820-1860, Buenos
Aires, Grupo Editor Latinoamericano, pp. 59-101.
Juan Carlos TEDESCO, J.C. (1970): Educación y Sociedad en Argentina (1880-1900), Buenos Aires, Ed.
Pannedile, Cap. IV y VI.
Utopía y Praxis Latinoamericana. Año 11, No. 32 (2006), pp. 103 - 108
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cional estatal del liberalismo argentino.4 En un estudio reciente se afirma, amparado en suficientes evidencias, que un número importante de profesores y egresados de la UNLP se
incorpora a la burocracia del Estado de la Provincia de Buenos Aires.5 Nelson escribe, ejerciendo cargos docentes y directivos en esta casa de estudios,6 un plan, exactamente, opuesto. Ya lo hemos indicado: el Estado argentino crea y controla las universidades, decide la
apertura de carreras y sus planes de estudios y, además, juzga la validez del título, es decir,
la capacidad de sus egresados. Por el contrario, Nelson plantea que es la sociedad la que
debe crear, sostener (aunque habla de un subsidio del Estado7) y dar la dirección de sus carreras y, además, es el mercado el que tiene que juzgar en la práctica concreta la buena o
mala formación de los egresados.8 Estado mínimo, competencia de los individuos en el
mercado y elección del consumidor son tres nociones liberales que sostienen sus
argumentos.
Joaquín V. González9 subraya la pasividad de la sociedad argentina y ofrece como
respuesta la intervención del Estado; que al administrar la educación intenta crear al futuro
ciudadano para la república verdadera. Nelson supone que esta respuesta es equivocada
porque se crearon carreras profesionales que reproducen la pasividad de los individuos:
“una universidad profesional” es “rígida en sus principios, selectiva en sus favores, severa
en su fiscalización”.10
En cambio, si se sigue el modelo de la universidad cultural norteamericana11 se tendría una respuesta más eficaz con los principios liberales: “un departamento cultural puede
ser liberal, incluyente y tolerante”.12
Una universidad cultural crea, nos dice Nelson, una nueva realidad donde el alumno
se forma como sujeto liberal, ya que debe elegir y construir su propio camino.
HERRERO, A. (2004): Joaquín V. González y la Universidad Nacional de La Plata, Cuadernos de Trabajo
del Centro de Investigaciones Históricas, nº. 7, Serie de Investigaciones, Universidad Nacional de Lanús.
5
FABIÁN GRACIANO, O. (1999): Universidad y Economía Agroexportadora: el perfil profesional de los
ingenieros agrónomos, 1910-1930. En: Agro, Universidad y enseñanza, La Plata. Para un panorama de la
historia de la UNLP, sobre todo desde el punto de vista del estudiantado véase: Hugo B. Biagini (1999): La
Universidad de La Plata y el movimiento estudiantil. Desde sus orígenes hasta 1930, La Plata, Editorial de la
Universidad Nacional de La Plata.
6
Nelson participa, como uno de los Directores-Tutores, en el internado de la UNLP abierto en 1910. Sobre
esta experiencia, véase el libro escrito por E. Nelson (1912): Un experimento trascendental en la educación
Argentina, Buenos Aires, Coni Hermanos.
7
NELSON, E. (1919): Nuestros males..., Edic. cit., p. 102.
8
Es muy interesante el estudio sobre la trayectoria de Nelson en el terreno educativo escrito por Inés Dussel:
Ernesto Nelson y el liberalismo democratizante. En: I. Dussel (1997): Curriculum, humanismo y democracia en la enseñanza media (1863-1920), Buenos Aires, FLACSO, pp. 123-147.
9
Véase HERRERO, A. (2004): Joaquín V. González y la Universidad Nacional de La Plata. Edic. cit.
10 NELSON, E. (1919): Nuestros males..., Edic. cit., p. 61.
11 Nelson expone una descripción apologética de la universidad cultural norteamericana en su libro: Hacia la
universidad futura. Sobre la recepción de la cultura norteamericana en Argentina véase: Hugo Biagini
(1989): Recepción argentina del pensamiento norteamericano, en: H. Biagini, Filosofía americana e identidad. El conflictivo caso argentino, Buenos Aires, Eudeba, pp. 229-254.
12 NELSON, E. (1919): Nuestros males..., Edic. cit.
4
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Alejandro HERRERO
Liberalismo y democracia en Argentina
Entre veinte cursos de historia, escribe Nelson, veinte de literatura, veinte cursos
de ciencias (...) el estudiante elige la combinación que conviene a sus gustos (...)
Este principio tan natural y lógico de elección y de la opción, es imposible de instituir en facultades profesionales (...) porque la enseñanza profesional es específica, no es posible omitir la enseñanza de asignatura alguna sin que se resienta la
preparación técnica del alumno.13
El Estado, a los ojos de Nelson, no rompe la tendencia de una sociedad pasiva, la universidad no lo prepara para crear riqueza en la industria o el comercio, sino para ser abogado o médico, y de allí sale una profesión o un político, no un sujeto liberal que construye
sociedad.
Se violenta un principio básico del liberalismo: no egresan, de esas casas de estudios,
individuos preparados para construir la riqueza y el bienestar de la sociedad sino que, por el
contrario, la universidad estatal invariablemente forma profesionales para su aparato
burocrático.
La cátedra universitaria oficial, afirma Nelson, estará siempre encaminada a impartir una enseñanza utilitaria, específica, profesional, el Estado enseñará de buen
grado el arte militar a los oficiales de su ejército, pedagogía a sus maestros, agricultura a sus agrónomos, genio civil a sus ingenieros, en suma, enseñará lo que sea
necesario para desempeñar una profesión.14
Y si existen sujetos liberales en la sociedad argentina es la universidad estatal la que
aleja al hijo del industrial de esa tendencia:
¡Cuantas veces vemos al hijo de un industrial, anota Nelson, que pudiera ser un
eficaz sucesor de su padre en la dirección de los negocios de éste, torcer la natural
corriente de su vida para ir a calentar una banca de la facultad de Derecho, acaso
abrigando un sentimiento de menosprecio por las honradas actividades a las que
debe todo cuanto él es!. 15
Nelson encuentra el centro de todos los males en la intervención del Estado: porque
no forma sujetos liberales y, además, porque no permite que la propia sociedad pueda ejercer su libertad en el mercado juzgando la formación de los egresados universitarios. Nuevamente, afirma Nelson, el “Estado asume una responsabilidad que debe pertenecer al individuo (...) Al salir de fiador por la capacidad ajena, instituye un sistema ruinoso para la
vida democrática (...) El Estado garantiza la competencia técnica del tenedor de un diploma
universitario, y al hacerlo se substituye imprudentemente a lo que debe quedar librado a la
gran regla de la concurrencia social”.16 Nelson invoca la experiencia norteamericana:
13
14
15
16
Ibid., p. 63.
Ibid., p. 74.
Ibid, p.67; y NELSON, E. (1989): Hacia la universidad futura. Edic. cit., pp.54-96.
Ibid., pp. 37-38.
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En las universidades autónomas la vida de las mismas se ve librada al juego saludable de las fuerzas que determinan el éxito o el fracaso de los seres en la naturaleza y de las instituciones en la sociedad (...) el diploma no tiene un valor intrínseco.
El poseedor del título profesional habrá de acreditar su pericia, exactamente en el
mundo industrial o comercial. En los países donde impera el diploma oficial, la
idoneidad tiene forzosamente que presumirse ya que es el Estado mismo, con todo
su prestigio, quien la abona. En un país de universidades libres, al contrario, esa
idoneidad habrá de demostrarse en los hechos.17
Es un hecho conocido que los liberales conservadores (1880-1916) y posteriormente
los radicales (1916-1930) sostienen (aunque con ciertas diferencias) una economía de mercado. En ese contexto, Nelson señala que esta misma posición debe sustentarse en el
terreno cultural:
¿quién vigila en una sociedad moderna para que los bancos privados sirvan honradamente al público, para que en sus directorios no se entronicen sistemas que
atenten contra las conveniencias del pueblo? (...) excusado es decir que nadie interviene en tales asuntos. Esas empresas juzgan por sus resultados, y es el público,
el pueblo, quien, allegando su cooperación o retirando sus favores, determina el
éxito de lo que concurre a sus conveniencias y el fracaso de lo que defrauda sus intereses.18
Nelson invoca, una y otra vez, dos principios liberales: Estado mínimo y sujetos
construyendo libremente la sociedad y la cultura. “Aceptamos en buena hora que el pueblo
no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes. Pero no deleguemos en los
gobiernos las direcciones supremas de la cultura, asunto que, casi como la religión o la moral, es de recorte del individuo”.19
Nelson lee negativamente la irrupción y consolidación de la Reforma Universitaria
de 1918. Anota, poco tiempo después, que “La autonomía, pues, pero una autonomía efectiva, que quita a la universidad su carácter oficial y la convierta en corporaciones privadas
con derecho a una subvención correspondiente a la importancia de cada una (...) como ya
he dicho, en mi opinión la ley realmente progresista que el país ya reclama, es la que corte la
vinculación entre la universidad y el gobierno nacional, garantice el derecho de crear nuevas universidades y asegure a todas un subsidio cuyo monto estaría relacionado con la importancia de aquellas”.20 En diciembre de 1920 se produce el giro reformista en la UNLP y
Ernesto Nelson (junto a la mayoría de profesores surgidos durante la presidencia de González) es expulsado, siendo cuestionada su gestión como Director-Tutor en el Internado (Universidad La Plata Internado-ULPI). Alejandro Korn, figura clave del reformismo, legitima
el cierre del Internado argumentando que es “uno de los más grandes fracasos de la Universidad, desde el punto de vista económico y pedagógico (...) representa una tradición de fa-
17
18
19
20
Ibid., p. 71.
Ibid., p. 90.
Ibid., p. 101.
Ibid., pp. 102-104.
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Alejandro HERRERO
Liberalismo y democracia en Argentina
voritismo y nepotismo, y en su aspecto pedagógico puede afirmarse que las publicaciones
de los alumnos no representan trabajos de alguna seriedad”.21 Esta opinión, explica Fernando Barba, venía a cuestionar los informes favorables sobre el ULPI elaborados por
Ernesto Nelson.22
Podemos decir, a modo de conclusión, que Nelson nunca encuentra actores que apoyen su proyecto y, por el contrario, convive muy mal con el clima antipositvista y antiliberalconservador de la Reforma Universitaria. Su discurso sobre las universidades libres se inserta en un contexto desfavorable que además se extiende a una tradición liberal estatal que recorre todo el siglo XIX. Si bien su proyecto debía quebrar una tendencia, además, no debemos dejar escapar su escasa capacidad política para reunir fuerzas que sostengan sus ideas.
Su estrategia discursiva no se propone dialogar con actores que, en su mayoría, defienden la
universidad estatal, por el contrario, su lenguaje, como un larguísimo monólogo no escucha,
ni por un momento los argumentos de los otros. No es extraño que no lo escucharan. Difícilmente la elite liberal (entre 1880 y 1916), y menos los radicales ( entre 1916 y 1930), podían
optar por universidades libres, no sólo porque tenían otro proyecto educativo sino también
porque disfrutaban, unos y otros, de los beneficios de la universidad del Estado: ocupar cargos docentes y directivos, tener la planificación y el control de los contenidos y dirección de
las carreras, decidir la creación de determinadas orientaciones políticas universitarias y fiscalizar la validez de los títulos, además, de poder ejercer una importante influencia en la opinión
pública hablando desde un espacio, por excelencia, del saber.
Expulsado de la UNLP, Nelson retornaría, en la década del 30, a ocupar cargos en la
educación argentina, lógicamente en el Estado, contradiciendo una y otra vez sus ideas liberales y su defensa de la democracia colaborando en gobiernos claramente antiliberales y
antidemocráticos.
21 Ex-alumnos de la escuela graduada anexa de la UNLP; tres estudios pedagógicos en la Universidad Nueva
(con estudio interpretativo de Gustavo Cirigliano), La Plata, 1965. Citado: Fernando Barba, (comp.) (1998):
La Universidad Nacional de La Plata en su centenario, 1897-1997, La Plata, Universidad Nacional de La
Plata, pp. 33-34.
22 Ibid., p. 34.
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