Mis libros podrán gustar más o menos, pero nadie hace nada

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ALBERT
ENTREVISTA
SÁNCHEZ
PIÑOL
tEXTO núria navarro
Mis libros
podrán gustar
más o menos,
pero nadie
hace nada
parecido”
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FOTOS marina vilanova
A
lbert Sánchez Piñol
(Barcelona, 1965)
es un antropólogo
que escribe. Y ese es
un dato de capital
importancia, porque
su conocimiento de
lo humano convierte
su literatura en una experiencia singular,
desconcertante, que tiene eco en lectores de
Nueva York, Tel Aviv o Tokio. Su novela La
piel fría, traducida a una treintena de idiomas,
le ha situado en el mismo podio que J. M.
Coetzee y Kenzaburo Oé, dos Nobeles como
la copa de un pino. Después vino la torrencial
Pandora en el Congo, y ahora el autor catalán
más internacional de la escena ha instalado en
las librerías Trece tristes trances (Alfaguara),
traducción al castellano del libro de cuentos en
el que demuestra ser igual de asombroso.
En el principio fue la antropología.
Así es. La técnica literaria es algo que se puede
aprender. Pero si tienes una gran técnica
y ninguna idea, serás uno de esos autores
fantasiosos que no dicen nada. Y no me haga
dar nombres... La antropología siempre habla
del otro. ¿Qué hay más interesante que los
otros, que en el fondo nos hablan de nosotros
mismos? Eso me da una serie de ideas para
desarrollar argumentos.
Fue al Congo a estudiar a los pigmeos.
Fui a hacer la tesis doctoral. La selva se estaba retirando y un pigmeo sin selva no es un
pigmeo. Debían tomar una decisión. Así que
podía contemplar casi en directo la endogénesis. Pero me pilló la guerra civil y el proyecto
quedó abortado. Estuve meses.
Aquellos meses africanos fueron útiles.
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ENTREVISTA / sánchez piñol
Si el sistema consumista dependiera
de mí lo pasaría fatal. No tengo coche.
No tengo hijos. No tengo hipoteca.
Necesito muy poca cosa para vivir ”
Mucho. Toda sociedad se construye sobre
determinados imaginarios. Y al convivir con
otra sociedad ves la fragilidad de los propios
imaginarios. Eso te da una gran capacidad
crítica, que yo canalizo ahora como literato.
Por otra parte, creo que el escritor es un poco
chamán, ¿no? Es alguien que sale del propio
cuerpo, ve la realidad, vuelve y la explica.
Cuando está fuera, tiene que estar completamente desvinculado de la sociedad en la que
vive, si no no explicará nada interesante.
¿Cómo ve la realidad de aquí?
Dudo de que haya sociedades menos libres
que ésta a lo largo de la historia. Imagine que
me coge un patatús ahora y me muero. Con
lo que me encuentren en la cartera pueden
reproducir minuto a minuto todo lo que he
hecho los últimos 15 días. Hay cámaras por
todas partes. Lo quieren saber absolutamente
todo de ti. Nos delegan la responsabilidad
y ejercen control. Todo el mundo sabe, por
ejemplo, que la culpa de que el planeta se
vaya a la mierda es de la General Motors y no
de una pobre señora que tira una lata en la
bolsa de la materia orgánica. Pero se lo hacen
creer... ¡Estoy en contra de las perversidades
del sistema! Debería ver la libertad que tienen
los pigmeos para todo.
¿Tanta?
Lo que necesitan para vivir son unos calzoncillos y poco más.
¿Y usted qué necesita?
¿Yo? Si este sistema consumista dependiera
de mí, lo pasaría fatal. No tengo coche. No
tengo hijos. No tengo hipoteca. Necesito muy
poca cosa para vivir.
Ahora entiendo por qué le tienen por bizarro y subversivo. Un fuera del sistema.
¡Mire si estoy fuera que he llegado a ser número uno en ventas! Éste es un sistema que lo
fagocita todo. El sistema necesita crear discrepancias para renovarse, si no se pudre. Todos
los subversivos acaban como el Che Guevara,
con su cara estampada en una camiseta. Es
algo terrorífico, ¿no?
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Bueno, usted está en las librerías de Croacia, Inglaterra, Israel...
En todo hay una parte de azar muy grande.
Sin embargo no puedo negar que detrás de mi
escritura hay un trabajo invisible. Yo escribo
muy seriamente desde la adolescencia. Era
poco disciplinado, pero muy constante.
Siempre le daba vueltas a cómo plantear
una secuencia, a cómo mejorar una frase, a
cómo entretener. Escribí para enciclopedias,
presenté cuentos a pequeños concursos, hice
biografías por encargo como negro literario.
¿Qué tipo de biografías le encargaban?
La mayoría eran empresarios que querían
dejar a sus nietos una pequeña edición sobre
su vida. ¿Qué estructura narrativa podía ofrecer a un señor que hacía 40 años que ganaba
dinero y, encima, de forma legal? Y eso en el
mejor de los casos, porque me había encontrado con los que ni siquiera se habían dado
cuenta de que eran unos miserables.
Cuente, cuente.
Vino uno que, durante la Guerra Civil, lo
perseguían los anarquistas. Huyó a Francia,
montó un tallercito textil y se hizo rico haciendo uniformes para las SS. Yo le pregunté: “¿De
veras quiere que sus nietos sepan que el dinero
con el que pagan la universidad lo financió
Heinrich Himmler? ¡Ni siquiera había reparado en ello! Eso deja ver mucho de la fragilidad
moral del ser humano, ¿no? La gente se hace
muy pocas preguntas que vayan más allá de
sus propios intereses.
Publicó su primer libro tarde. ¿Dudaba?
Publicar antes habría sido incorrecto. Hoy
en día cualquiera que escribe un libro lo
publica.
El mercado lo consiente. Incluso lo anima.
El turbocapitalismo exige la novedad constante y las novedades duran tres semanas.
Lo malo es que hay libros buenos que no han
podido llegar al lector porque estaban enterrados bajo montañas de libros pésimos. Mis
libros pueden gustar más o menos, pero nadie
hace nada parecido a lo que hago yo.
Eso es verdad.
Si mira la lista de los libros más vendidos,
verá que hay novelas de la Guerra Civil, de la
posguerra, de crisis matrimoniales…
Usted habla de la condición humana. Los
13 cuentos de Trece tristes trances son una
buena galería.
El primero de ellos está protagonizado por
selenitas que caen del cielo. Pero, si en vez de
poner selenitas, pone usted senegaleses, es
casi un reportaje periodístico. Al incorporar el
elemento fantástico, la ficción va mucho más
lejos que la realidad. A mí se me ha asociado,
falsamente, con la literatura de ciencia ficción
y no hay ciencia por ninguna parte...
Usted distingue entre verdad y realidad.
Eso también tiene que ver con la antropología.
Claude Lévi-Strauss, que para mí es un referente, decía: “La realidad aparente siempre es
falsa y la verdad verdadera siempre se esconde”. A eso se dedica el antropólogo, a enseñar
las ideas de fondo que mueven una realidad y
que siempre se justifican con otras ideas. Y eso
lleva a la literatura...
Un ejemplo resultaría iluminador.
La verdad que intenta explicar La piel fría,
por ejemplo, es que nuestro peor enemigo es
muy similar a nosotros. Está protagonizada
por gente que vive debajo del agua... Leyendo
la novela dices: “¡Es verdad, quizás esa gente
tan rara no son monstruos, quizá se nos parecen!” Eso es literatura para mí. Me da una
gran satisfacción si logro que la última frase
demuestre al lector que la historia que estaba
leyendo es diferente a como la pensaba. Pero
le diré que la literatura no sirve de nada...
¡No diga eso, hombre!
¿Quiere una prueba? Hace medio año la mesa
del Parlament de Catalunya viajó a Israel y se
entrevistó con Shimon Peres. Le regalaron
libros de autores catalanes traducidos. De
Quim Monzó, de Carme Riera, el mío... Al
ver La piel fría dijo: “He leído esta novela.
Es cojonuda”. ¡Pero la guerra continúa! Eso
significa que la literatura no sirve para mucho,
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una mirada distinta.
Sánchez Piñol, un hombre
austero capaz de crear
una prosa asombrosa.
¿verdad? ¿Por qué se inventó la literatura?
¡Pues porque la gente estaba aburrida!
Tan visceral usted y su prosa tan precisa.
La literatura no es un mitin. Pero mi vida
es aburridísima, créame. Le recuerdo que
lo que hace el chamán es hablar de otros.
Además, la mayoría de mis personajes son
monstruos y psicópatas, ja, ja. Esa idea de que
los personajes son el álter ego del escritor es
una confusión que viene de Francia, del siglo
XIX. Toda la literatura aburrida viene de ahí.
Y Catalunya y España son muy afrancesadas.
Hablando de Catalunya y España... Escribe
en catalán, ahora viene la Feria del Libro...
No tengo las ideas folclóricas que tiene determinada derecha sobre España. A ver, supongamos que, de 40 millones de españoles, 20
fueran de una catalanofobia extrema. ¡Quedan 20 millones! Hay gente que ha querido
justificar el fracaso comercial de sus libros en
España con ese argumento. Y lo cierto es que
los libros unas veces gustan y otras, no.
Siga dinamitando prejuicios.
Yo me llamo Sánchez, ¿eh? ¡En Catalunya
todo el mundo se llama Sánchez Piñol! Yo
siempre comparo a Catalunya con un pasillo
mediterráneo que ha ido sufriendo avalanchas humanas a lo largo de la historia. Y ha
sabido gestionarlas mejor que ese otro pasillo
mediterráneo que es Palestina... Pero hay un
imaginario que viene del mayo del 68 que
nos dice que aquí solo había cuatro familias
burguesas que oprimían a una masa de
extremeños y andaluces. ¡Y eso no es así! Mi
yayo se llamaba Sánchez Montón y no sabía
hablar en castellano. Yo lo que le recrimino a
España es que constantemente nos ponga la
lupa encima. Cualquier cosa que hacemos es
cuestionada. ¿No se pueden preocupar por el
pequeñito? Es probable que el nacionalismo
vasco, el que cree en el tamaño del cráneo y el
RH, nos haya perjudicado. Pero en Catalunya
hay un nacionalismo del siglo XXI, y gestiona
cosas que será interesante ver cómo acaban.
Si no, siempre puede ir con los pigmeos.
La libertad es muy incómoda. Ya no podría
vivir sin la tostadora. dom
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