MESA TEMATICA 3: Desarrollo Rural, Cuestión Agraria y Territorio

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MESA TEMATICA 3: Desarrollo Rural, Cuestión Agraria y Territorio
Paola Mascheroni
Departamento de Sociología - Facultad de Ciencias Sociales- Universidad de la
República. Uruguay.
E-mail: [email protected]
UNA NUEVA MIRADA SOBRE LOS TERRITORIOS RURALES: TRABAJO NO
AGRÍCOLA Y PLURIACTIVIDAD EN EL URUGUAY RURAL
RESUMEN:
En esta paper intentamos explorar la magnitud y las formas concretas que asume el
trabajo no agrícola en Uruguay y su combinación con las actividades agrícolas
desde una perspectiva territorial. De esta forma buscamos generar evidencia
empírica para la discusión sobre las formas de ruralidad contemporánea y tener una
aproximación sociológica de dichos fenómenos que nos permita calibrar su
importancia en la sociedad rural. Nos proponemos indagar en qué grado están
presentes en los distintos territorios el trabajo no agrícola y la pluriactividad y cómo
pueden articularse en un nuevo eje para construir propuestas de desarrollo social en
los territorios rurales.
PALABRAS CLAVE: trabajo no agrícola, pluriactividad, territorios rurales.
UMA NOVA MIRADA SOBRE OS TERRITÓRIOS RURAIS: EMPREGO NÃO
AGRÍCOLA E PLURIACTIVIDADE NO URUGUAI RURAL
RESUMO:
Neste paper tentamos explorar a magnitude e as novas formas do emprego não
agrícola em Uruguai e sua articulação com as actividades agrícolas desde uma
perspectiva territorial. Desta forma procuramos gerar evidência empírica para a
discussão sobre as formas da ruralidade contemporânea e ter uma aproximação
sociológica destes fenómenos que permita calibrar sua importância na sociedade
rural uruguaia. Propomos-nos indagar em que grau estão presentes nos diferentes
territórios o emprego não agrícola e a pluriactividade e como podem se articular num
novo eixo para construir propostas de desenvolvimento social nos territórios rurais.
PALAVRAS CHAVE: emprego não agrícola, pluractividade, territórios rurais.
UNA NUEVA MIRADA SOBRE LOS TERRITORIOS RURALES: TRABAJO NO
AGRÍCOLA Y PLURIACTIVIDAD EN EL URUGUAY RURAL
Paola Mascheroni1
Introducción
El mundo rural contemporáneo vive profundas modificaciones que están alterando
sus formas de producir, su estructura ocupacional y la relación entre lo urbano y lo
rural. Estos cambios expresan con claridad las múltiples funciones que cumplen los
espacios rurales en las sociedades actuales. Entre ellas se destacan además de las
tradicionales de producción de alimentos y materias primas, las referidas al cuidado
del medio ambiente y del paisaje y las vinculadas al esparcimiento y la recreación.
En este contexto, la sociología rural viene prestando creciente atención a dos
fenómenos que dan cuenta de las transformaciones de la estructura social y
productiva del medio rural: el incremento del peso de los empleos no agrícolas y de
la pluriactividad en los hogares rurales. De esta forma, se busca trascender la
mirada ‘agrarista’ sobre el medio rural resaltando la necesidad de complejizar el
propio concepto de ruralidad.
Como señala Entrena (1998), la ruralidad es una construcción social que depende
del contexto social y temporal en el cual surge. En este sentido, Murmis (2000)
afirma que en la actualidad, las imágenes sobre los mundos agrarios y rurales deben
ser construidas teniendo en cuenta la diversidad y heterogeneidad, la multiplicidad
de agentes y formas organizacionales. Una de las dimensiones de la diversidad es la
multiplicidad de ocupaciones y situaciones, donde sólo algunas de ellas aparecen
ligadas a las actividades agropecuarias.
En este sentido, es importante tener una nueva mirada sobre la ruralidad actual que
permita dar cuenta de su diversidad y heterogeneidad, y principalmente de aquellas

Realizado en co-autoría con Alberto Riella. Este artículo reúne las reflexiones realizadas en trabajos
anteriores: Riella y Romero (2003); Riella (2005) y Riella y Mascheroni (2006).
1
Maestranda en Sociología, Universidad de la República, Uruguay. Profesora Asistente e
Investigadora del Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la
República, Uruguay.
1
facetas de la realidad social rural que quedan ocultas por el enfoque tradicional de la
sociología de la agricultura. Esta perspectiva sobre los espacios rurales y sus
problemas contemporáneos debe posibilitar descubrir elementos tímidamente
emergentes en los territorios rurales y redescubrir fenómenos de magnitud
importante que habían quedado opacados por la visión extremadamente agraria de
las últimas décadas.
Un aporte en esta dirección es considerar las áreas rurales como territorios
socialmente construidos. Esta mirada territorial posibilita el análisis de las dinámicas
sociales y productivas que se desarrollan en un determinado espacio sin tomar como
eje exclusivo de análisis lo agrario. Esto implica diferenciar lo rural de lo agrario,
teniendo así una visión más amplia de los fenómenos existentes en la sociedad rural
que brinda más herramientas para pensar los desafíos del desarrollo rural.
La pertinencia de este enfoque territorial sobre los enfoques más tradicionales
acerca de la cuestión agraria, deriva de su capacidad para mostrar la existencia de
una red de relaciones sociales en un determinado territorio rural que no está
estructurada únicamente por las relaciones sociales establecidas en torno a la
producción agrícola y tenencia de la tierra.
En este trabajo intentamos explorar la magnitud y las formas concretas que asume
el trabajo no agrícola en nuestro país y su combinación con las actividades
agrícolas. De esta forma buscamos generar evidencia empírica para la discusión
sobre las formas de ruralidad contemporánea y tener una aproximación sociológica
de dichos fenómenos que nos permita calibrar su importancia en la sociedad rural.
Nos proponemos indagar en qué grado están presentes en los distintos territorios el
trabajo no agrícola y la pluriactividad y cómo pueden articularse en un nuevo eje
para construir propuestas de desarrollo social en los territorios rurales.
I. El empleo no-agrícola en los territorios rurales
Como se ha señalado en diversos estudios, el agro uruguayo ha sufrido en las
últimas tres décadas una profunda transformación productiva a raíz de la
introducción de nuevos rubros de producción y de una creciente integración
2
agroindustrial, lo cual derivó en una acelerada incorporación de cambios
tecnológicos. Sin embargo, este fenómeno presenta la característica particular de
haberse desarrollado principalmente fuera del sector tradicional de producción de
carne y lana (Riella, Romero y Tubío, 1999).
Estas dinámicas diferenciadas dentro del sector han producido impactos en la
territorialización del empleo muy heterogéneos dando lugar a una nueva
regionalización de las áreas rurales. Las características de esos procesos agrarios y
la expansión de las comunicaciones, servicios y transporte al medio rural, han
llevado a la conformación de mercados de empleo regionales donde hay indicios que
muestran una rearticulación de las interrelaciones entre la sociedad rural y la
sociedad urbana que hacen pertinente, en estos casos, el uso conceptual de una
ruralidad distinta de la tradicional y amerita un análisis territorial para comprender
mejor sus procesos sociales y diseñar estrategias para su desarrollo.
Sin embargo, la sociología rural no ha prestado mayor atención a estos procesos y
sus efectos territoriales. Son muy escasos los estudios que se han preocupado por
esta temática, y los que se han realizado han tenido un énfasis sectorial, por lo que
no alcanzan a dar cuenta en forma exhaustiva de sus efectos territoriales. Uno de
los efectos más notorios de estas transformaciones ha sido el incremento de las
actividades no agrarias y los servicios en los espacios rurales de estas regiones del
país.
Un primer indicador para poder aproximarnos a la estructura de ocupación rural es el
peso que tienen las ocupaciones no agrarias. Para este análisis utilizamos los datos
de la última Encuesta de Hogares Rurales realizada entre fines del año 1999 y
principios del 2000 por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca2. De acuerdo
a la información relevada, se constata que el 40% de la Población Económicamente
Activa (PEA) rural no es agraria, encontrándose un 10,9% de personas ocupadas en
el sector secundario y un 28,3% en el terciario.
2
MGAP, OPYPA. 2000 “Encuesta sobre el Empleo, los Ingresos y las Condiciones de Vida de los
Hogares Rurales” (Montevideo). Dicha encuesta tiene una definición de población rural amplia
abarcando a los hogares de las localidades con menos de 5.000 habitantes, es decir el 25% de la
población total que no está integrada a la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de
Estadística y sobre la cual se conocía muy poco ya que sólo se contaba con los censos nacionales,
realizados cada 10 años, para su estudio.
3
Los datos nos indican una mayoría razonable de las personas ocupadas en la
agricultura pero también marcan con nitidez la importancia de la ocupación noagraria en el conjunto del país rural. Un 39,2% de las ocupaciones para la población
rural se generan en sectores distintos al sector que tradicionalmente se pensaba
como única fuente de creación de empleo en estos territorios. Este primer hallazgo
nos indica la relevancia de repensar las ruralidades actuales para entender buena
parte de la dinámica y de los desafíos de estos territorios.
Cuadro 1
Distribución de la PEA según sector de actividad de la población rural
Sector de actividad3
Porcentaje
Primario
60,8
Secundario
10,9
Terciario
28,3
Total
100
Fuente: Encuesta de Hogares Rurales,
MGAP, 2000
Para estudiar la evolución de este fenómeno en Uruguay en las últimas décadas es
muy poca la información con la que se cuenta. La única fuente confiable y posible
con la cual se puede establecer una comparación es de principios de la década de
los 60 (CINAM-CLAEH, 1963). A partir de este estudio se puede estimar que las
actividades no-agrarias representaban a esa fecha un 25% de la ocupación de las
regiones rurales. Las cuatro décadas transcurridas desde ese registro nos indican un
lento crecimiento de este fenómeno que, como dijimos, puede estar vinculado
principalmente a la acción de las políticas públicas de desarrollo urbano en las
localidades menores y a las nuevas dinámicas agroindustriales.
Para contextualizar la importancia de este fenómeno ponderar la real magnitud del
mismo en nuestro país, es necesaria la comparación con otros países de los cuales
se dispone de este tipo de información. En Brasil, estudios empíricos realizados en
el Estado de Rio Grande do Sul, muestran que aproximadamente el 70% de la PEA
rural desarrolla tareas en el sector primario, el 11,5% en el sector secundario y el
3
Sector de actividad: Primario: Agropecuario; Secundario: Industria, Suministro Agua, Luz y Gas y
Construcción; Terciario: Servicios en General.
4
18,5% en el sector terciario (Schneider, 2001). Por lo tanto, Uruguay presenta un
porcentaje algo mayor de actividades no agrarias que la región sur de Brasil, pero su
peso no parece presentar una dispersión importante en torno a esa región vecina4.
Si comparamos con los países desarrollados vemos en cambio que el porcentaje de
ocupados en actividades no agrarias es muy superior. En los países europeos entre
un 80 y 90% de las personas que viven en regiones rurales no tiene actividades
agrícolas5. Los porcentajes menores los encontramos en los países del sur de
Europa como España y Portugal, con un 75% y 77%, respectivamente, aumentando
su peso en Italia a un 84%, y en Francia donde alcanza un 89% (Schneider, 2001).
Se constata que la relación entre ocupaciones agrarias y no agrarias en el
continente latinoamericano y europeo es casi la inversa. Mientras en la región
tenemos un claro predominio de las actividades agrícolas, la generación del empleo
en este sector en Europa alcanza a representar, en los países de mayor peso, tan
sólo una cuarta parte de los empleos de los territorios rurales.
Cuando se observa la evolución de las ocupaciones no agrarias para las regiones
esencialmente rurales de los países desarrollados, en los últimos 20 años se verifica
un leve aumento de las mismas. Por ejemplo, (tomando como base 100= 1980) en
Estados Unidos el sector primario reduce su peso en la ocupación en 12 puntos; en
Francia en 29, y en España un 10 (Schneider, 2001). Por tanto, en estos países
donde ya hay altos niveles de empleo no-agrícola, la tendencia paulatina al
descenso de los empleos agrícolas en las regiones rurales no parece revertirse.
Pasando al análisis regional del fenómeno en Uruguay, el Cuadro 2 nos permite
observar el comportamiento de las cuatro grandes regiones rurales del país6,
advirtiendo diferencias territoriales significativas. La región Norte es la que posee
4
Para el conjunto del Brasil rural, las actividades no agrícolas representan un 23% del total de la PEA,
mostrando diferencias importantes con respecto a nuestro país. La heterogeneidad del país norteño
no permite ninguna afirmación sobre las características que llevan a esa diferencia ya que este
porcentaje también varía significativamente para las cinco grades regiones de Brasil (Graziano da
Silva, 1999).
5
Estas comparaciones adolecen del problema de que no se cuenta con una definición estricta de
regiones rurales compartida por todo los países.
6
Regiones definidas por cercanía geográfica, Norte: Departamentos de Artigas, Rivera, Cerro Largo y
Salto; Centro Norte: Departamentos de Paysandú, Río Negro, Tacuarembó, Durazno y Treinta y Tres;
Centro Sur: Departamentos de Soriano, Flores, Florida, Lavalleja y Rocha y por último, Sur:
Departamentos de Colonia, San José, Canelones y Maldonado.
5
mayor proporción de PEA en el sector primario, seguida de la región Centro Norte,
Centro Sur y Sur respectivamente. En tanto que para el sector secundario, la región
Sur presenta mayor peso relativo seguida de la región Centro Sur, Centro Norte y
Norte respectivamente y por último, el sector terciario presenta una situación
semejante al secundario con relación a los pesos proporcionales de las regiones.
Cuadro 2
Regiones del país según sector de actividad (en porcentajes)
Región
Rama de actividad
Sur
Centro
Centro
sur
norte
Norte
Total
Primario
49,9
63,4
68,2
75
60,8
Secundario
16,3
7,4
7,8
6,4
10,9
Terciario
33,8
29,2
24,1
18,6
28,3
Total
100
100
100
100
100
Fuente: Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000
Según análisis realizados por Riella, Romero y Tubío (1999), los procesos de
transformación agraria y modernización social que se han dado en el país en los
últimos treinta años han provocado impactos distintos en estas cuatro regiones que
pueden explicar este comportamiento diferenciado de su mercado de empleo y en
especial sobre las actividades no-agrarias. La región Sur muestra una estructura
agraria con una presencia mayoritaria de pequeños establecimientos con base de
producción familiar dedicados a rubros intensivos (horti-frutícola y lechería). Esta
región también ha sido impactada por la metropolización de la ciudad de Montevideo
siendo desde este punto de vista la región rural con mayor cercanía e intercambios
con el principal conglomerado urbano del país. En el otro extremo tenemos la región
Norte donde predomina el gran establecimiento con una explotación ganadera
extensiva y con una red urbana de ciudades intermedias muy poco desarrolladas. En
tanto la región centro sur es la base de la producción agrícola y lechera con tierras
muy fértiles, posee una red de urbana más densa. La región centro norte tiene
algunos cultivos extensivos con predominio de explotaciones ganaderas de gran
porte y una red urbana de ciudades intermedias pero menos densa que la región
anterior.
6
Según las características expuestas de cada una de las regiones, observamos que
la distribución territorial de las ocupaciones no agrícolas parece presentar una
asociación importante con el grado de intensividad, distribución de la tierra y
densidad de los centros urbanos cercanos.
Estos resultados nos muestran la pertinencia de la utilización del enfoque territorial
para analizar procesos de cambios en las ruralidades. Todo parece indicar que la
región Sur está efectivamente sufriendo una transformación de su ruralidad que
puede ser comprendida de mejor forma utilizando el nuevo enfoque sobre los
problemas rurales. En cambio, la región Norte parece mostrar que su dinámica
territorial sigue siendo signada por las ocupaciones agrarias, por lo que se
desprende que para analizar y explicar sus problemas actuales será más pertinente
usar los conceptos de la sociología de la agricultura para observar los procesos
sociales agrarios que son los que siguen estructurando este territorio.
II. La Pluriactividad
El segundo fenómeno que da cuenta de las transformaciones de la estructura social
y productiva de los espacios rurales es la pluriactividad. Por este término se entiende
en general, la combinación en un individuo o en una familia de actividades agrícolas
y no agrícolas. Existe una amplia discusión sobre los contenidos de este concepto y
la forma de mensurarlo, de lo cual hablaremos más adelante, pero lo que nos
interesa resaltar ahora es el carácter de nexo entre lo urbano y lo rural que encierra
este fenómeno, y por tanto, su enraizamiento en una conceptualización diferente de
la ruralidad.
Se hace énfasis en la visión territorial y se observa cómo lo agrario es un elemento
más de la conformación de los territorios donde constantemente se combinan y
articulan, en diferentes proporciones y modalidades, actividades urbanas y agrarias.
La pluriactividad es, en este sentido, el espacio de articulación más elocuente de
dichas actividades, un verdadero eslabón entre lo rural y lo agrario que encadena los
mundos rural y urbano. Tanto los individuos, como las familias pluriactivas, son los
portadores de una nueva forma de ruralidad en tanto sus propias vidas están
estructuradas por esta forma de ruralidad ampliada.
7
Si bien existe la convicción entre los investigadores de que este tema es hoy de
suma relevancia para pensar un desarrollo territorial sustentable en las áreas
rurales, no hay el mismo acuerdo a la hora de juzgar lo novedoso de este fenómeno.
Mientras algunos investigadores consideran que la pluriactividad siempre fue un
elemento importante en las zonas rurales, otros afirman que estamos frente a un
cambio cualitativo y cuantitativo del fenómeno a causa de los cambios producidos
por un conjunto de factores económicos, tecnológicos y culturales que han
transformado las estructuras productivas de esas regiones y las formas de trabajo.
En términos generales la pluriactividad se vincula a diferentes fenómenos, entre
ellos, al proceso de diversificación productiva y de ampliación de la división social
del trabajo (Schneider y Navarro, 1999); a las estrategias de re-acomodamiento a
circunstancias de cambio –a nivel individual o familiar- (Neiman et al, 2001); al
aumento de los umbrales mínimos de rentabilidad en el agro; al cambio en la
organización laboral de las explotaciones a partir de la adopción de nuevos paquetes
tecnológicos; a aspectos intrafamiliares como el acceso a niveles de educación
superiores (Gras, 2003); la multiocupación de los asalariados y su movilidad. Esto
destaca también la necesidad de hacer referencia a la región y a la economía local –
ciudad o su entorno rural- que forma el ambiente productivo o contexto en el cual
están insertos los hogares rurales (Kageyama, 1998); y los aspectos vinculados a
las características de los mercados locales, como la cercanía a las ciudades y las
oportunidades de trabajo que las mismas ofrecen. Todos estos factores se expresan
territorialmente en distintas modalidades y grados de pluriactividad.
En cuanto a la relación entre pluriactividad y trabajo agrícola, se puede afirmar que
la primera se puede manifestar en aquellos territorios donde existe trabajo no
agrícola, aunque éste no determina las formas y el volumen del fenómeno. Es una
causa necesaria pero no suficiente del grado de pluriactividad de la región. Por otra
parte, las modalidades de pluriactividad de un territorio o región dependen de la
combinación de factores de localizaciones espaciales -que permiten la capacidad de
movilidad para la combinación específica de empleos rurales y urbanos- y de una
multiplicidad de dimensiones sociales como el tipo de estructura de clases, la
temporalidad de las actividades, las culturas locales, la composición familiar, el rol
8
de los sexos en la división del trabajo, etc. Por su parte, los sistemas productivos
locales y su propia estacionalidad, son también factores que estructuran el mercado
de empleo regional permitiendo el desarrollo de la pluriactividad como estrategia de
empleo de los individuos y de los hogares rurales.
Para realizar el estudio de la pluriactividad clasificamos a los hogares rurales en tres
tipos en función de la combinación de la rama de actividad de sus miembros
activos7, generando así tres tipos de hogares: 1. Hogares agrícolas: cuando la
totalidad de sus miembros activos se dedican a actividades agropecuarias; 2.
Hogares pluriactivos: cuando parte de sus miembros activos se dedican a
actividades agropecuarias y el resto a actividades industriales y/o de servicios; 3.
Hogares no agrícolas: cuando la totalidad de sus miembros activos se dedican a
actividades industriales y/o de servicios.
II.1 La incidencia de la Pluriactividad en el Territorio
Los resultados obtenidos con la metodología seguida indican que el 18.6% de
los hogares residentes en el territorio rural uruguayo son pluriactivos, o sea, que sus
miembros combinan actividades agrícolas y no agrícolas.
Cuadro 3 - Tipo de hogar según combinación de actividades de sus miembros (en porcentaje)
Tipo de hogar
Hogares con Hogares con dos
Total hogares
un sólo activo
activos o más
Agrícola
62
39,6
48,4
Pluriactivo
---
30,7
18,6
No agrícola
38
29,8
33
100 (668)
100 (1034)
100 (1702)
Total
Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares
Rurales, MGAP, 2000
El cuadro 3 permite apreciar además que una tercera parte de los hogares
tiene a todos sus miembros vinculados a actividades no agrícolas. Se manifiesta la
7
Se tuvo en cuenta sólo la ocupación principal y la rama de actividad de dicha ocupación se clasificó
en tres categorías: 1. agropecuario, 2. industria, 3. servicio.
9
importancia que adquieren estas actividades en la dinámica territorial en el medio
rural ya que menos de la mitad de los hogares tiene a todos sus miembros
dedicados a actividades agropecuarias. Estos resultados coinciden en destacar la
importancia del empleo no agrícola en el medio rural reseñada anteriormente.
Como muestra el cuadro superior, el porcentaje de hogares pluriactivos
aumenta considerablemente –pasa de 18,6 a 30,7%- si tenemos en cuenta sólo
aquellos hogares que cumplen con la condición de tener más de una persona activa,
puesto que es en ellos donde efectivamente puede darse la conjunción de diferentes
actividades entre sus integrantes. Esto podría estar indicando en principio que a más
miembros ocupados en los hogares rurales habría mayor tendencia a combinar
actividades agrícolas con no agrícolas entre sus integrantes.
A partir de los resultados expuestos podemos observar claramente cómo lo
rural no es sinónimo de lo agrícola, cómo las fronteras entre lo rural y urbano se van
disolviendo y volviendo cada vez más difusas: un número importante de hogares
rurales mantiene vínculos con lo urbano mediante la ocupación parcial o total de sus
miembros en actividades no agrícolas. Esto estaría confirmando la necesidad de
complejizar nuestra mirada cuando nos acercamos a la realidad del campo. La
interpretación sociológica de esa realidad y los modelos de desarrollo rural deben
tener en cuenta que hay una gran diversidad de agentes sociales, muchos de ellos
no vinculados a las actividades agropecuarias.
II.2 La Pluriactividad por Región
Como se ha señalado anteriormente, una de las hipótesis manejadas es que
las especificidades territoriales pueden favorecer o limitar las situaciones de
pluriactividad. Por tanto, una de las interrogantes que intentamos dilucidar es si se
verifican diferencias en el porcentaje de los hogares pluriactivos según las grandes
regiones del país8.
8
Regiones definidas por cercanía geográfica, Norte: Departamentos de Artigas, Rivera, Cerro Largo y
Salto; Centro Norte: Departamentos de Paysandú, Río Negro, Tacuarembó, Durazno y Treinta y Tres;
Centro Sur: Departamentos de Soriano, Flores, Florida, Lavalleja y Rocha y por último, Sur:
Departamentos de Colonia, San José, Canelones y Maldonado. Para nuestro análisis agrupamos las
regiones Norte y Centro Norte.
10
Cuadro 4 - Tipo de hogar por región (en porcentaje)
Región
Tipo de
hogar
Sur
Centro
Centro Norte
Sur
y Norte
Total
Agrícola
30,5
41,9
48,2
39,6
Pluriactivo
28,8
30,6
32,7
30,7
No agrícola
40,7
27,5
19,1
29,8
Total
100
100
100
100
Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares
Rurales, MGAP, 2000. Nota: Hogares con más de un activo
El cuadro 4 permite observar que no hay grandes diferencias en el porcentaje
de hogares pluriactivos en cada una de las regiones estudiadas, mostrando cifras
que rondan el 30% de los hogares.
Por otra parte, analizamos la incidencia del trabajo no agrícola y la
pluriactividad por región para estudiar la relación entre ambos fenómenos,
información que se presentan en el cuadro a continuación.
Cuadro 5 – Ocupación no agrícola y pluriactividad por región
Indicador
Sur
Centro Sur Centro Norte y Norte
% de PEA no agrícola
50,1
36,6
30
% de hogares pluriactivos
28,8
30,6
32,7
% de hogares no agrícolas
40,7
27,5
19,1
Fuente: Riella y Romero, 2003 y elaboración propia en base a Encuesta de
Hogares Rurales, MGAP, 2000
Gráfico 1- Ocupación no agrícola y pluriactividad por región
60
50
%de PEA no
agrícola
40
30
%de hogares
pluriact ivos
20
%de hogares no
agrícolas
10
0
Sur
Centro Sur
Cent ro Nort e
y Nort e
11
La comparación del fenómeno de la pluriactividad y la PEA no agrícola en
cada región, muestra que la primera no cambia significativamente en relación con la
segunda. Por el contrario, no parece haber ningún tipo de efecto ya que la
pluriactividad de los hogares se mantiene casi constante y las ocupaciones no
agrícolas presentan una importante variación entre regiones.
En el cuadro 5 es posible observar también las variaciones que registran los
porcentajes de hogares no agrícolas por región. Ello induce a suponer que la
variación regional de ese tipo de hogares si es sensible al peso de las ocupaciones
no agrícolas, ya que como se aprecia, a medida que aumenta el porcentaje de PEA
no agrícola aumenta el porcentaje de hogares no agrícolas, y viceversa. La región
Sur, que presenta la mayor proporción de PEA no agrícola, es la región con una
menor proporción de hogares agrícolas, en ambos casos con valores inferiores al
promedio del país. En el otro extremo, la región Centro Norte y Norte, que posee la
menor proporción de trabajadores no agrícolas, es a su vez la región con mayor
proporción de hogares agrícolas y la menor proporción de hogares no agrícolas.
Retomado el análisis de los hogares pluriactivos, es importante destacar que
la pluriactividad se manifiesta en los territorios donde existe trabajo no agrícola, pero
también, y en similar magnitud, en aquellos en los que hay mayor porcentaje de
trabajo agrícola. Por tanto, es posible afirmar que el volumen de trabajo agrícola de
un territorio no determina las formas y el volumen del fenómeno de la pluriactividad.
Esta relación entre el empleo no agrario y la pluriactividad de los hogares en cada
territorio iría en la línea de las hipótesis que indican que la pluriactividad se debe
más a estrategias de los hogares que a la existencia de oportunidades locales o
regionales. En este sentido, el supuesto de las especificidades regionales parece no
estarse confirmando ya que la presencia de hogares pluriactivos es similar en las
regiones consideradas.
Podemos afirmar, a manera de hipótesis, que según las regiones y el peso de
las actividades agrícolas o no agrícolas, es el papel de la pluriactividad en tanto
bisagra o nexo entre lo rural y lo urbano. En las regiones con mayor porcentaje de
hogares agrícolas podemos considerar que la pluriactividad es una forma de realizar
12
un pasaje gradual hacia las actividades no agrícolas, donde algunos de los
miembros del hogar comienzan a dedicarse a ocupaciones vinculadas a la industria
y a los servicios. Por otro lado, en la región Sur, que posee más hogares no
agrícolas, los hogares pluriactivos pueden ser la forma de mantener el vínculo con lo
agrario. Para poder resolver esta doble función de la pluriactividad como nexo entre
las actividades agrícolas y urbanas según el contexto territorial, sería necesario
ahondar en estas consideraciones realizando un estudio cualitativo que permita
generar conocimiento sobre la posible diversidad de los hogares pluriactivos y las
diferentes estrategias desarrolladas por los mismos.
II.2 Pluriactividad y Densidad de Población
Otro elemento territorial a tener en cuenta son los diferentes escenarios
territoriales en función de la densidad de población. En este sentido, la información
disponible nos permite construir tres escenarios de ruralidad. Uno de ruralidad
dispersa propiamente dicho, otro de localidades rurales pequeñas (menos de 900
habitantes) y un tercero de agrupamientos urbanos en territorios rurales (900 a 5000
habitantes).
Cuadro 6 - Tipo de hogar por área (en porcentaje)
Tipo de área*
Tipo de hogar Poblados de 900 a Poblados menores
Rural
Total
5000 habitantes
a 900 habitantes
disperso
Agrícola
8,6
10,8
57,8
39,6
Pluriactivo
32,7
34,2
29,1
30,7
No agrícola
58,6
55,0
13,0
29,8
Total
100
100
100
100
*Definida en función de la concentración de población.
Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000
Nota: Hogares con más de un activo
Los diferentes tipos de hogares están asociados de grado diferente con las
distintos tipos de área. En cuanto a los hogares pluriactivos, se encuentran en mayor
porcentaje en los poblados de menos de 900 habitantes. No obstante, los mismos se
mantienen relativamente estables en los distintos tamaños de población; no se
13
observan diferencias significativas que puedan ser explicadas por la densidad
poblacional de la localidad. Esto estaría indicando que la residencia más urbana no
es un factor determinante para la emergencia de situaciones de pluriactividad ya que
esta se da casi en las mismas proporciones entre habitantes de pequeñas
localidades urbanas y de áreas rurales (su peso se reduce menos de un 3% entre
las localidades mayores y el área rural dispersa).
Por otro lado, como era de esperar, si se produce una variación importante en
el porcentaje de hogares agrícolas y no agrícolas según la localidad. En la medida
en que nos acercamos a las áreas rurales dispersas aumenta el número de hogares
agrícolas y disminuyen los no agrícolas, y viceversa, el porcentaje de hogares con
individuos que se dedican exclusivamente a actividades industriales o de servicios
se incrementa a medida que aumenta la concentración de población.
En síntesis, la pluriactividad se presenta como un fenómeno relativamente
homogéneo en los diferentes escenarios territoriales analizados, tanto por región y
por tamaño de localidad, siendo apreciable su presencia en los diferentes contextos.
Por tanto, la pluriactividad parecería explicarse más por características o estrategias
de los hogares que por la existencia de oportunidades regionales o locales.
II.4. Características de los hogares pluriactivos
Para aproximarnos a la posible heterogeneidad social entre los hogares
pluriactivos analizaremos en este apartado la clase social, status socio-profesional y
la condición de actividad del jefe del hogar como indicadores de la condición social
del hogar. Presentaremos los resultados según tipo de hogar para observar si
existen perfiles o características diferentes entre los hogares pluriactivos y el resto
de los hogares rurales.
14
Cuadro 7 - Tipo de hogar según categoría de la ocupación del jefe de hogar (en porcentaje)
Tipo de hogar
Categoría de la ocupación del jefe
de hogar
Agrícola
Pluriactivo
No agrícola
Total
Patrón
14,1
10,5
6,2
10,7
Trabajador por cuenta propia
37,4
30,5
26,6
32,1
Asalariado (privado / público)
46
57,7
66,6
55,6
remunerado
2,5
1,3
0,7
1,6
Total
100
100
100
100
Miembro de cooperativa / familiar no
Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000
Nota: Hogares con más de un activo y jefes activos
En su mayoría, los jefes de los hogares pluriactivos son asalariados: un
53,4% de los son empleados privados y un 4,3% empleados públicos. En segundo
lugar se encuentran los trabajadores por cuenta propia (30,5%), seguidos por los
patrones (10.5%).
Se desprende también del cuadro superior que los hogares pluriactivos tienen
un perfil similar en esta variable al resto de los hogares rurales. Por tanto, se
confirma que la pluriactividad se permea por igual en todas las clases sociales
indicando que el análisis de este fenómeno no debería limitarse a determinados
sujetos o grupos sociales ya que es un fenómeno extendido por igual en el conjunto
de la sociedad rural.
En este sentido, la pluriactividad parece no estar asociada únicamente a una
estrategia de sobrevivencia de los hogares más pobres en la medida en que la
misma es desarrollada por todas las fracciones sociales, lo que lleva a pensar que
formaría parte de las formas de ruralidad contemporánea.
Un reforzamiento de esta hipótesis se obtiene a partir de la lectura del
siguiente cuadro donde se presentan los tipos de hogar por status ocupacional del
jefe de hogar.
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Cuadro 8 - Tipo de hogar por status del jefe de hogar (en porcentaje)
Tipo de hogar
Status del jefe
Agrícola
Pluriactivo
No agrícola
Total
14
10,3
5,3
10,3
0
0,7
2,8
1
Técnicos y profesionales de nivel medio
0,3
1
4,9
1,9
Empleadores de oficina
0,3
0,7
6,3
2,2
0
2,1
21,4
7
Trabajadores calificados agro
27,6
19,9
0
17,1
Pequeños empresarios-cuenta propista
39,3
33,3
25,3
33,3
Operarios de instalaciones y máquinas
3,1
10,7
12,6
8,2
Trabajadores no calificados
15,5
21,3
21,1
18,9
0
0
0,4
0,1
100
100
100
100
Directivos, gerentes, administradores y
propietarios
Profesionales, científicos, artistas e
intelectuales
Trabajadores de servicios y vendedores
Fuerzas armadas
Total
Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000
Nota: Hogares con más de un activo y jefes activos.
Como se puede apreciar en el status ocupacional de los jefes de hogar
pluriactivos predominan los pequeños empresarios (33,3%), seguidos por los
trabajadores calificados del agro (19,9%) y en tercer lugar los trabajadores no
calificados (21,3%). También encontramos un guarismo importante en la categoría
de Directivos, gerentes, administradores y propietarios con un 10,3%. Estos datos
constatan la idea mencionada más arriba de que la pluriactividad es llevada adelante
por los diferentes estratos socio-ocupacionales del medio rural y no por algunos
grupos en particular. Podemos concluir esta descripción concordando con lo
afirmado por Cucullu y Murmis (2003:262), sobre que la pluriactividad no define una
categoría social de sujeto pluriactivo como una base para la definición de grupos
sociológicamente significativos, sino que sólo se trata de explorar en qué forma ella
está presente en las diversas clases, fracciones y conglomerados sectoriales para
entender qué modificaciones produce en ellos, y cómo pueden afectar su
racionalidad y las respuestas a las políticas públicas destinadas a ellos.
Para continuar con esta descripción nos interesa explorar la contribución que
los distintos miembros del hogar hacen a la condición de pluriactividad de los
16
mismos. El cuadro a continuación muestra la rama de actividad de los integrantes
del hogar según la relación de parentesco, para los hogares pluriactivos.
Cuadro 9 - Rama de actividad de los individuos según relación de parentesco, en hogares
pluriactivos (en porcentaje)
Relación de parentesco
Rama de
Total
actividad
Jefe
Cónyuge
Hijo/a
Otro
Agropecuario
79,9
24
47,8
47,6
52
Industria
6,3
15,5
16,7
16,7
12,6
Servicio
13,8
60,5
35,5
35,7
35,3
Total
100
100
100
100
100
Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000
Nota: Individuos en hogares con más de un activo
La condición de pluriactividad es posible principalmente por la actividad fuera
del sector agrícola de los miembros del hogar que no ejercen la jefatura del mismo.
Los cónyuges (primordialmente mujeres) son quienes tienen mayoritariamente una
ocupación no agrícola ya que el 76% de ellos trabajan en la industria o en el sector
de servicios (15,5% y 60,5% respectivamente). También los hijos/as o los otros
miembros de los hogares pluriactivos tienen una alta inserción en las actividades no
agrícolas, alcanzando más de la mitad de las ocupaciones de estos individuos. Esto
refleja las transformaciones –a nivel individual o familiar- al interior de los hogares y
las explotaciones agropecuarias.
Algunas Consideraciones Finales
En este artículo intentamos aportar elementos para la discusión sobre la
importancia de las actividades no agrícolas y de la pluriactividad en el marco de la
ruralidad contemporánea uruguaya, contribuyendo a una mirada territorial que
trascendiera las perspectivas agrarias sobre la cuestión.
En relación a la ocupación no agrícola se constató la importancia de la misma
en la sociedad rural de nuestro país, ya que casi un 40% de las personas
económicamente activas trabajan en ocupaciones no vinculadas al sector primario.
Este alto porcentaje –comparativamente superior al de la región sur de Brasil pero
muy inferior al de los países desarrollados- da cuenta de la multifuncionalidad de los
17
territorios rurales e indica la magnitud de este fenómeno a la hora de aproximarnos a
la realidad del campo uruguayo. Permite constatar la complejización y diversificación
de la estructura ocupacional de la población económicamente activa del medio rural
ya que una parte importante de la misma dejó de trabajar en el sector que
históricamente se les atribuía y ha pasado a ocuparse en el sector secundario y
terciario. Si bien la producción agropecuaria sigue siendo muy importante en la
generación de empleo, los cambios acaecidos en la estructura ocupacional muestran
que la agricultura ocupa una proporción decreciente de la población rural.
Sobre la condición de pluriactividad de los hogares rurales, de nuestro estudio
se desprende que la pluriactividad en el medio rural uruguayo se manifiesta de
manera estable en los diferentes contextos territoriales analizados (regiones y
tamaño de población). Asimismo, la incidencia de la pluriactividad en el territorio no
está condicionada por la presencia de actividades agrícolas en las regiones por lo
cual no se puede afirmar que la expansión de la misma pueda ser atribuible a las
dinámicas de los mercados agrícolas regionales. En términos estrictos, la
pluriactividad se manifiesta en aquellos territorios donde existe trabajo no agrícola,
aunque éste no determina las formas y el volumen del fenómeno. Se puede pensar
que es una causa necesaria pero no suficiente del grado de pluriactividad de la
región. Las modalidades de pluriactividad de un territorio o región parecen depender
de la combinación de factores de localizaciones espaciales -que permiten la
capacidad de movilidad para la combinación específica de empleos rurales y
urbanos- y de una multiplicidad de dimensiones sociales como el tipo de estructura
de clases, las culturas locales, la composición familiar, el rol de los sexos en la
división del trabajo, entre otros.
Por otra parte, se observó que la pluriactividad se encuentra presente en las
distintas clases y estratos sociales del mundo rural, en sectores de patrones y
productores agropecuarios pero también en sectores de asalariados y cuenta propia.
En la medida en que la pluriactividad se encuentra difuminada en los diferentes
estratos sociales, al igual que como muestran diversos estudios empíricos sobre el
tema en la región, la pluriactividad se ha vuelto un rasgo estructural de las
economías rurales. Se ha constituido en una de las principales fuentes de diversidad
del mundo rural, expresando las transformaciones de lo agrario y los diversos tipos
18
de representaciones de lo rural y hace suponer una heterogeneidad cultural hasta
hoy poco explorada en los estudios rurales uruguayos.
Desde la perspectiva de la construcción social del territorio, los fenómenos
estudiados conforman el conjunto del entramado de sus limitantes y oportunidades
para alcanzar un desarrollo territorial socialmente deseable. Los intrincados
procesos sociales de construcción del territorio se dan en un mundo rural cada vez
más globalizado. Pero se debe tener presente que ellos siempre estarán enraizados
con distintos niveles y grados a la vieja cuestión agraria en los países periféricos. En
tanto se pueda ponderar ajustadamente esta combinación en cada territorio, los
nuevos enfoques constituirán una herramienta idónea para abrir novedosos caminos
a los agentes constructores de los territorios rurales del futuro.
Finalmente, queremos resaltar la idea de que la presencia creciente del
trabajo no agrícola y la pluriactividad nos obliga a tener en cuenta la
multifuncionalidad de los territorios rurales a la hora de pensar políticas de desarrollo
que atiendan la realidad del campo uruguayo. Esto significa también un desafío para
los actores sociales y actores políticos que deben incorporar a sus propuestas y
acciones de desarrollo de las áreas rurales una mirada desde la diversidad y
multifuncionalidad. Como sostiene Linck (2001) en la búsqueda de integración y
recomposición de las áreas rurales que tienen por delante los actores, la dimensión
territorial es central para dar sentido a las políticas públicas y poder conformar
unidades espaciales coherentes de ordenación del espacio y de administración de
servicios públicos que permitan una plena integración social de los territorios rurales
menos favorecidos por lo procesos de globalización.
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