Las drogas en el México post

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––––––––– Notas de investigación ––––––––––
EL COMERCIO DE DROGAS ILEGALES EN MÉXICO
Las drogas en el México post-Arellano Félix
Carlos Resa Nestares
¿Cómo será la sucesión de los Arellano Félix?
Los Arellano Félix nunca fueron un cártel (en el sentido económico) sino una empresa (criminal). No
fue un cártel simplemente porque no tuvieron la capacidad para restringir el acceso de otras organizaciones, grupos o empresas al negocio de las drogas. En cuanto a la sucesión en la empresa Arellano Félix S.A., lo más que puede decirse es que no habrá sucesión. De hecho, apenas existía empresa de tráfico de drogas gobernada por los Arellano como tal desde aproximadamente 1998. El
gran valor de la persecución estatal de los Arellano fue el cortar el flujo de ingresos hacia su empresa. En los últimos años, los Arellano habían sido apartados del gran dinero (la cocaína) y estaban
dedicados al contrabando de marihuana, una actividad menor que deja escasos ingresos. Eso sí, la
destrucción de la empresa de los Arellano fue más parecida a la 'Brigada Blanca' que acabó con los
guerrilleros mexicanos en los años setenta o con el 'Bloque de Búsqueda' que acabó con Pablo Escobar en Colombia que con una persecución dentro del marco de la legalidad. Una parte de sus
miembros fueron asesinados (por ejemplo, muchos de sus abogados que aparecieron 'encobijados':
los 'encobijados' son por lo general ejecuciones extrajudiciales practicadas por miembros de las
fuerzas de seguridad posteriores a sesiones de tortura para conseguir información, frente a las 'balaceras' con AK-47 que pertenecen al repertorio de los asesinatos de las empresas 'privadas' dedicadas al comercio de las drogas), otros pactaron su entrega con las autoridades a cambio de información y los menos se retiraron del negocio. Como digo, no habrá sucesión en la empresa Arellano
Félix porque en realidad no hay prácticamente nada, ni estructura ni organización ni territorio, ni
lugartenientes ni familia organizada, sobre el cual algunos individuos puedan tratar de afirmar su
poder. En la última etapa, los Arellano Félix tenían poco más que su propio prestigio hacia fuera del
mercado de las drogas, digamos que sólo tenían su imagen de marca en el mismo sentido que lo
tiene la Coca-cola. Los Arellano eran garantía de crueldad del mismo modo en que Telmex puede
ser garantía de buen servicio, caso de que lo sea: es la propia idea de una marca registrada. Lo
curioso de la situación es que la marca registrada Arellano, que había sido registrada de facto por
años de repetición desde los medios de comunicación masiva, ha estado siendo utilizada fraudulentamente por las autoridades de manera continuada. Y los Arellano no han tenido en los últimos
años la capacidad para defender sus derechos como únicos propietarios legítimos de su marca registrada. Han sido demasiado débiles. Esta utilización fraudulenta ha sido ejercida fundamentalmente por las autoridades públicas: para aparentar eficiencia en sus detenciones (vende más presentar a alguien como aliado de los Arellano que como un simple comerciante normal de drogas sin
protección, incluso aunque las pruebas sean igualmente fabricadas), para aparentar dificultad en las
investigaciones (siempre es más rentable y justificable la ausencia de resultados porque el enemigo
es fuerte que por la propia incompetencia). ¿Otros ejemplos? El interés por unir a las FARC y a Vladimiro Montesinos con los Arellano. Podría asumirse que algún comerciante de drogas ilegales tenga interés en heredar lo único que queda de los Arellano: su marca registrada asociada a una crueldad notoria, lo cual es especialmente valioso en un ámbito de la ilegalidad para minimizar los costes
de transacción (los costes asociados al cumplimiento de los contratos) no puede recurrir al estado y
debe realizarse a través de actores privados, cuyo prestigio es normalmente un aval de cumpliEl comercio de drogas ilegales en México - Nota de investigación 03/2002 /1
miento. Pero existen dos problemas para que esto se produzca. Primero, la marca Arellano es difícil
que se mantenga más allá de los propios individuos que la componen, del mismo modo que es difícil
heredar una marca fuertemente personalista, del mismo modo que podría ser la marca Luis Miguel
(el cantante), que sólo corresponde a él. Segundo, la marca Arellano Félix es demasiado conocida a
agentes con capacidad para distorsionar el mercado de la protección, los Estados Unidos, con lo
cual los costes de heredar el prestigio de crueldad de los Arellano serían superiores a los de sus
beneficios. Como sucedió con el supuesto cártel del Guadalajara, con el cártel del Golfo o con el
cártel de Ciudad Juárez, no sobrevivirán a quienes los crearon como empresas. Otra cosa es que
sobreviva su imagen en tanto en cuanto sirva a otros intereses, ya sea de las agencias de seguridad
(aparentar eficiencia), de otros comerciantes ilegales de drogas (desviar la mirada sobre el carácter
de su protección oficial) o periodísticos (no tiene el mismo impacto un artículo sobre los Arellano,
conocido para el gran público que sin ellos).
¿Cómo se organizará la industria de las drogas ilegales en México tras la desaparición de los
Arellano?
Como en cualquier mercado ilegal, la protección es fundamental a la hora de explicar la organización. Y la protección, en México como en ningún otro sitio, está estrechamente vinculada a la organización del sistema político. Como he comentado, la desaparición de los Arellano tendrá una influencia muy escasa sobre el conjunto de la industria. La industria ya había descontado la extinción
de la empresa de los Arellano porque apenas participan operativamente en la distribución de drogas
ilegales. Sin embargo, el final de los Arellano visualiza dos efectos que pueden parecer contradictorios: (i) la preeminencia de las autoridades públicas mexicanas sobre empresas privadas dedicadas
al comercio de drogas (al fin y al cabo con su detención demostraron que ganaron) y (ii) la debilidad
de las autoridades públicas para organizar el comercio de drogas en México (les costó mucho tiempo y recursos su final: mucho más que con Miguel Ángel Félix Gallardo o Juan García Ábrego: después de salir de la protección, estos últimos apenas duraron una decena de meses frente a los Arellano, que duraron más de un lustro). El cártel de la protección de las drogas (y éste sí que fue un
cártel en el sentido económico-mafioso de que tenía la posibilidad de restringir el acceso a la industria de las drogas) que salió de la Dirección Federal de Seguridad y que gobernó, desde la Policía
Judicial Federal y desde las fuerzas armadas, el lucrativo comercio de la cocaína hasta mediados de
los noventa se ha ido desangrando paulatinamente: una parte de sus componentes han perdido sus
lucrativos trabajos, ya fuese por detenciones, por despidos o por fallecimientos. Ante esta perspectiva, existen dos opciones: o las empresas privadas dedicadas al comercio de drogas organizan su
propia protección privada frente a terceros (ya sean las autoridades públicas o posibles competidores: sin protección, sin la capacidad para hacer cumplir los contratos, es imposible la supervivencia
en el medio plazo de una organización ilegal) o las autoridades públicas recrean un nuevo modo de
protección. En cuanto a la primera posibilidad, no hay evidencias de que esto esté ocurriendo. No
existen ejércitos privados al servicio de los traficantes. Hasta ahora, los únicos que fueron capaces
de organizar un sistema de protección privado eficaz fueron los Arellano con sus famosos narcojunior, que eran el brazo ejecutor y es precisamente esta característica lo que les permitió sobrevivir
durante mucho tiempo fuera de la protección oficial. El resto de las organizaciones criminales dedicadas al comercio de drogas digamos que han alquilado la protección de autoridades públicas, lo
cual les sitúa en un plano de inferioridad con respecto a sus protectores: quienes los protegieron en
su momento a cambio de un precio pueden optar por dejar de protegerlos según cambien las circunstancias (se haga más costoso el protegerlos que el detenerlos para sus propios intereses) y
tendrán éxito porque su capacidad militar es muy superior. Por lo tanto, habrá que suponer un escenario en el que el acceso a la industria siga siendo restringido por las autoridades públicas. Ante
este panorama, para ver cómo se organizará la industria de las drogas, sólo queda observar el modo en que se recrea el mercado de la protección a la industria, que es un elemento esencial para su
actuación. En la actualidad hay un actor organizativo que no tiene capacidad para otorgar protección
El comercio de drogas ilegales en México - Nota de investigación 03/2002 /2
a los comerciantes de drogas: los agentes de la Procuraduría General de la República. Sin apenas
personal después de los masivos despidos y reorganizaciones organizativas que se han producido
de manera constante desde que Antonio Lozano era procurador general en 1995 (la protección es
una actividad muy intensiva en mano de obra: necesitan acumular mucha información y mostrar una
capacidad operativa fuerte), con agentes sin prestigio para negociar con los comerciantes ilegales
(muchos de ellos nuevos), la Procuraduría General de la República no tiene capacidad para constituirse en un protector eficaz. Lo que actualmente parece existir en la Procuraduría General de la
República es un conjunto de miembros disociados entre sí, una parte de los cuales tienen historiales
de actos anteriores de abuso y corrupción, pero sin la capacidad para organizar un protección eficaz
para un ámbito muy exigente en términos de recursos humanos como es la protección a la industria
de las drogas. Sin esa capacidad para organizarse como protectores del comercio de drogas, lo que
parece estar ocurriendo es que los miembros de la recreado Agencia Federal de Investigaciones
optan por actuar de manera descoordinada como empresas de servicios ilegales (secuestradores,
asesinos a sueldo o espías privados) que pueden maximizar en el corto plazo lo que les queda de
instrumento financiero a sus 'charolas', pero que exige la capacidad de coordinación a largo plazo
entre empresas de protección que se presupone a quien tratase de recomponen un cártel de protección del mercado de las drogas desde dentro de la Procuraduría. Con la Procuraduría General de la
República fuera del mercado de la protección, sólo quedan dos agentes con capacidad para otorgar
protección al mercado de las drogas: el ejército o las policías judiciales estatales. En cuanto a estas
últimas, aunque tienen capacidad (por recursos humanos y por proclividad histórica a la corrupción)
de proporcionar protección, el carácter de su protección es territorialmente limitado (apenas hay
cooperación entre las procuradurías estatales) y, además, está sometido a altos grados de volatilidad (fundamentalmente los cambios de gobernadores y las presiones mediáticas de los grupos de
derechos humanos). Las empresas de drogas protegidas por las procuradurías estatales, aunque
tienen grandes posibilidades de éxito, tienen escasa capacidad de crecimiento en términos de recursos y de supervivencia en el tiempo. En consecuencia, sólo el ejército puede ofrecer una protección eficaz y territorialmente amplia a empresas privadas de comercio de drogas. El pasado del
ejército mexicano es amplio en garantizar impunidad (por decirlo en palabras suaves y del New York
Times: “sus batallas contra sus enemigos reales o imaginados han estado marcadas constantemente por los abusos, incluyendo violaciones, tortura y asesinatos”), tiene los recursos humanos y
de capital suficientes y, pese al cambio de gobierno, el ejército se ha demostrado escasamente penetrable al poder civil. Aunque hay evidencias de que miembros del ejército protegen a contrabandistas de drogas (véase, por ejemplo, San Diego Union-Tribune, 16 de junio de 2002, “Are Mexican
soldiers protecting drug routes into U.S.?”), a que el ejército hay sido caracterizado por algunos investigadores como un “cartel” () y algunas detenciones en el pasado reciente, estos hechos de protección parecen obedecer más a experiencias individuales (relativamente frecuentes) que a actividades organizadas para recrear un cártel de la protección que se encargue de ordenar el acceso y
la participación en la industria de las drogas en todo México. Por lo tanto, lo que tendríamos es un
grupo de protectores dentro de las agencias estatales y federales actuando de forma descoordinada
(esto los diferencia de experiencias anteriores) que garantizan una protección territorialmente limitada y volátil. Este contexto de mercado fragmentado de la protección se ha transpuesto casi miméticamente en un mercado de distribución de drogas más abierto, más competitivo y con empresas
más flexibles que sean capaces de saltar de un ámbito de protección a otro. El mercado de la protección está, a su vez, muy ligado a la evolución del sistema político mexicano. Siguiendo la tipología clásica descrita por Charap y Harm, un régimen autoritario muy centralizado territorial y funcionalmente como el que existió en México hasta los años noventa dio lugar a una esquema de protección de los mercados ilegales (las drogas ilegales, entre ellos) muy centralizado en el que se maximizaban los beneficios del centro. En contraste, un régimen como el actual en México bajo la presidencia de Vicente Fox, que ha tendido a medio camino entre una democracia débil y un reino de
taifas, ha generado patrones de protección territorialmente restringidos y más competitivos en tanto
El comercio de drogas ilegales en México - Nota de investigación 03/2002 /3
en que se buscan maximizar los beneficios de diversos actores para mantener y mejorar las posiciones de privilegio dentro del sistema político.
¿Son las empresas mexicanas dedicadas al comercio de drogas ilegales las más sofisticadas
del mundo?
Ésta puede ser una de las mayores exageraciones (falacias) que se han generado en la denominada guerra contra las drogas. Una vez acabados con los denominados cárteles colombianos de Medellín y Cali (que en términos económicos serían más confederaciones empresariales que cárteles),
las agencias de seguridad estadounidenses requerían otra amenaza clara y visible bajo la cual justificar sus crecientes demandas de recursos. Ahí aparecieron los denominados cárteles del Golfo, de
Tijuana y de Juárez, que pese a la evolución lógica del mercado de las drogas siguen estando en
los medios de comunicación y en las ruedas de prensa como si fuesen grupos monolíticos. Al confrontar la mitología sobre los grupos dedicados al comercio de drogas ilegales en México con la realidad pueden verse varios vectores que demuestran la carencia de iniciativa empresarial de estas
organizaciones: (1) En dos décadas han sido incapaces de garantizar un elemento fundamental del
negocio: el acceso continuado y barato a la materia prima más lucrativa, la cocaína. Esta integración
vertical podrían haberla buscado por coordinación directa con los productores en Bolivia o Perú, lo
cual no ha ocurrido, o por la producción propia (las tierras de México parecen apropiadas para el
cultivo de arbustos de coca del mismo modo que lo fue Indonesia antes del surgimiento de la prohibición), lo que tampoco ha ocurrido. Esta falta de iniciativa deja a los contrabandistas mexicanos de
cocaína a merced de las decisiones empresariales de los grupos colombianos, que del mismo modo
que aprovecharon México durante un tiempo pueden decidir ignorarlo si no se maximizan las ganancias de estos últimos. (2) Los productores mexicanos de drogas ilegales han mostrado una tremenda ineficacia para mejorar sus procesos productivos. La marihuana y la heroína mexicana son
las de más baja calidad existentes en cualquier mercado de consumo. Frente a los avances realizados por otros productores en la calidad (por ejemplo, los cultivadores de marihuana canadienses o
estadounidenses o los productores de heroína colombianos), lo cual correspondería a una etapa
más madura del consumo de drogas ilegales, los productores mexicanos han permanecido estancados en cuanto a su calidad. (3) Las inversiones en bienes de equipo que permitiesen aumentar la
permanencia en el mercado a largo plazo han sido mínimas. El gran avance de Amado Carrillo
Fuentes, utilizar grandes aviones para transportar droga, no se produjo por el ingenio empresarial de
éste sino por las propias circunstancias del mercado y la aplicación de la idea básica de la economías de escala. Si la llegada segura de cualquier cantidad de cocaína está garantizada, aumentar la
cantidad de cada envío reduce los costes de transporte. (4) Los comerciantes mexicanos de drogas
han sido incapaces de aprovechar las oportunidades de negocio que han aparecido con los años en
varias vertientes: (a) no tienen presencia en el lucrativo y creciente mercado europeo de la cocaína;
(b) su participación en el creciente tráfico de éxtasis hacia los Estados Unidos es mínimo, ya sea
como productor o como país de tránsito; y (c) apenas se producen en México metanfetaminas con
que surtir al burbujeante mercado estadounidense. Y (5) Por el lado de las ventas, los empresarios
mexicanos de cocaína no han formado redes de distribución en los Estados Unidos de la calidad de
las colombianas en los años ochenta. Los empresarios mexicanos venden la mercancía en la frontera y allí abandonan su participación en el negocio, cediendo de ese modo la parte más lucrativa del
negocio de las drogas ilegales: su distribución al por menor. En consecuencia, los empresarios mexicanos de las drogas ilegales han aprovechado la única ventaja competitiva con la que cuenta: la
ventaja situacional de estar cercanos al mercado de consumo más grande del mundo. Pero, más
allá de esto, nada. Frente a la iniciativa privada de la industria colombiana de las drogas, que ha
sido capaz de recrearse en múltiples ocasiones para adaptarse a las nuevas demandas y a las
cambiantes circunstancias del negocio, los empresarios mexicanos se han mostrado remisos a la
innovación, conocedores de que su participación en el negocio no está determinada por su ingenio
empresarial sino por su capacidad para negociar la obtención y mantenimiento de una licencia con
El comercio de drogas ilegales en México - Nota de investigación 03/2002 /4
las autoridades públicas y, a partir de ello, explotar la ventaja situacional de manera monopolística.
Los empresarios mexicanos de la droga, por su parte, han mimetizado las características del tejido
empresarial local, que no se encuentra entre los más competitivos del mundo. Por una parte, se
concentra en la venta de productos sin transformar o con bajo nivel añadido, con redes de distribución muy limitadas y dependientes de terceros. Por otra, los empresarios mexicanos de las drogas
ilegales han recreado el oportunismo de los empresarios legales, cuya única virtud (en la mayor
parte de los casos) ha sido aprovechar los nichos de mercado que otorgaba graciosamente (normalmente a cambio de un pago corruptor) el sector público.
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El comercio de drogas ilegales en México - Nota de investigación 03/2002 /5
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