LA MENTIRA Y EL ENGAÑO CONDUCTAS QUE AFECTAN LAS RELACIONES INTERPERSONALES Por: Yolanda Ruan de De la Carrera Santafé de Bogotá, D.C., Marzo de 1999 Ensayo presentado durante la Especialización en Ética y Pedagogía de Valores, realizada en la Pontificia Universidad Javeriana entre 1998-1999. LA MENTIRA Y EL ENGAÑO CONDUCTAS QUE AFECTAN LAS RELACIONES INTERPERSONALES Por: Yolanda Ruan de De la Carrera Santafé de Bogotá, D.C., Marzo de 1999 Se puede decir, sin temor a equivocaciones, que la mentira y el engaño son conductas que han sido establecidas por el ser humano desde el principio de la creación del hombre. Según la tradición católica, el primer engaño ocurre en el Paraíso Terrenal, cuando Eva aconsejada por Satanás tienta a Adán con la manzana prohibida haciéndole creer que si comen del fruto prohibido serán como Dios. Este primer engaño ocasionó la expulsión del Paraíso Terrenal de los primeros seres con las consecuencias de castigo para ellos y su descendencia y a partir de este momento el hombre que nace tiene inserta en su alma la marca del pecado original el cual se borra, según la Santa Madre Iglesia, con la aplicación del sacramento del bautismo. Diferentes filósofos, linguistas, pensadores, teólogos, psicólogos, educadores, psiquiatras, juristas, etc., han estado interesados en el problema de dilucidar las causas de la mentira y el porqué las personas recurren a este tipo de conducta. En este orden de ideas me ha parecido pertinente consignar a continuación el punto de vista de algunos de estos pensadores con el fin de conocer sus opiniones sobre temas tan controvertidos como el engaño y la mentira. Según Gottfried Buchner la “mentira es la negación voluntaria y consciente de la verdad, por tanto, el pecado consiste en hablar y actuar de forma distinta a como se piensa y siente de verdad; es una disarmonía entre nuestras palabras y los pensamientos de nuestro corazón”1. Para Sócrates (470-399 a.C.) la “auténtica mentira es la ignorancia, por lo que llega a afirmar que una falsedad dicha inconscientemente es mucho peor que una falsedad consciente”. En este sentido, y contradiciendo un poco a Sócrates, Platón (427-347 a.C.) considera muy inferior al que miente que al que se equivoca2. Aristóteles (384-322 a.C.) “considera que la mentira en sí es mala, por lo que nunca se la puede aprobar, a no ser que se considere una obligación. Por muy grandes que sean sus ventajas, la mentira siempre será recriminable: pues con el tiempo necesariamente los falsos bienes dan lugar a un auténtico mal”3. Aristóteles en su “Moral a Nicómaco” habla del fanfarrón, del disimulador y del veraz, diciendo del primero que parece ser el que se atribuye cosas ilustres que no tiene o mayores de lo que son en realidad, que el disimulador niega las cualidades que posee o las atenúa, catalogando la mentira en ambos casos como ruin y reprochable. Al referirse al veraz dice que es digno de alabanza, pues el amigo de la verdad, el que es veraz en cosas sin importancia, con mayor razón dirá la verdad en cosas importantes, porque entonces evitará como una deshonra la mentira. El fanfarrón, por lo 1 Sommer, Volker. “Elogio de la mentira”., p. 15. Ibid., p.16. 3 Ibid., p.17. 2 1 tanto, parece oponerse al veraz más que el otro extremo, porque la fanfarronería es peor que la disimulación4. San Agustín (354-430 d.C.) por su parte dice que miente quien pretende engañar, condenando cualquier tipo de mentira. San Agustín hace una clara diferenciación entre los significados de los términos mentira, engaño y equivocación diciendo que el que miente tiene intención de decir falsedades; el que anuncia algo que es falso, creyendo que es verdad, es alguien equivocado o precipitado, pero no se le puede llamar mentiroso y que la culpa del mentiroso consiste en la intención de engañar al manifestar su pensamiento5. San Agustín es tan radical en su posición ante la mentira que dice: “aunque la humanidad entera pudiera salvarse con una sola mentira, no sería lícito decir una falsedad”6. Martín Lutero por su parte observa una posición ambivalente ante la mentira por una parte la condena al decir: “Sospecho que no existe pecado más dañino en este mundo que las mentiras y las infidelidades, las cuales dividen la sociedad de los hombres” y por el otro la defiende cuando afirma: “La mentira útil se llama mentira, pero no lo es; más bien es una virtud, un acto inteligente que se utiliza para evitar la ira del diablo, y en beneficio del honor, la vida y el provecho del prójimo”7. Sommer en su libro el “Elogio de la Mentira” comenta al respecto de lo anterior que en su mayoría fueron jesuitas los que, con el ingenio intelectual que se les atribuye, desarrollaron la teoría actualmente imperante de que la mentira es recriminable en sí, aunque “a menudo existen razones de peso e incluso profundas motivaciones morales que obligan a ocultar la verdad y no simplemente a callarla”8. Por su parte Nicolás Maquiavelo (1469-1527) con su famosa frase del “fin justifica los medios” es un acérrimo defensor de la política de la violencia la cual ejerce a través de uno de sus medios más eficaces, la mentira. Parte de la premisa de que en política son lícitos todos los medios. Reconoce que “la mentira es una mentira y el asesinato un asesinato”, pero los justifica cuando dice “que la realidad política no conoce el bien ni el mal, sino únicamente medios eficaces y medios ineficaces”9. Termina diciendo que: “Todo el mundo sabe cuán loable es en un príncipe mantener la palabra dada y comportarse con integridad y no con astucia. Sin embargo, la experiencia muestra en nuestro tiempo que quienes han hecho grandes cosas han sido los príncipes que han tenido pocos miramientos con sus propias promesas y han sabido burlar con astucia el ingenio de los hombres”10. René Descartes (1596-1650) dedica su cuarta meditación al problema de lo verdadero y de lo falso y en su estudio de la evidencia de la existencia de Dios “reconoce que es imposible que engañe 4 Aristóteles. “Moral a Nicómaco”., p.162-164. Sommer, Volker., Op.Cit., p. 23. 6 Ibid., p.31. 7 Ibid., p.25. 8 Ibid., p.24. 9 Ibid., p.28. 10 Ibid., p.29. 5 2 Dios nunca, puesto que en el engaño y en el fraude hay una especie de imperfección; y aunque parezca que poder burlar es señal de sutileza o potencia, sin embargo, querer burlar es, sin duda alguna, un signo de debilidad o malicia, por lo cual no puede estar en Dios. Reconozco, además, por propia experiencia, que hay en mí cierta facultad de juzgar o discernir lo verdadero de lo falso, que sin duda he recibido de Dios, como todo cuanto hay en mí y yo poseo; y puesto que es imposible que Dios quiera engañarme, es también cierto que no me ha dado tal facultad para que me conduzca al error, si uso bien de ella. Y de esto no cabría duda alguna, si no fuera porque, al parecer, puede derivarse de aquí la consecuencia de que nunca puedo equivocarme, pues si todo lo que hay en mí viene de Dios y si Dios no me ha dado ninguna facultad de errar, parece que nunca deberé engañarme. Y es cierto, en efecto, que cuando me considero sólo como oriundo de Dios y me vuelvo todo hacia Él, no descubro en mí ninguna causa de error o de falsedad; pero tan pronto como vengo a mirarme a mí mismo, declárame la experiencia que cometo, sin embargo, infinidad de errores y, al buscar la causa de ellos, advierto que no sólo se presenta a mi pensamiento una idea real y positiva de Dios, o sea de un ser sumamente perfecto, sino también, por decirlo así, cierta idea negativa de la nada, es decir, de lo que se halla infinitamente lejos de toda suerte de perfección; y me veo como en un término medio entre Dios y la nada, esto es, colocado de tal suerte entre el Ser Supremo y el no ser que, ciertamente, en cuanto que soy un producto del Ser Supremo, nada hay en mí que pueda inducirme a error…”11. En esta meditación de Descartes se aprecia claramente la convicción de que el Dios verdadero no podría crear al hombre con imperfecciones que lo llevasen a la mentira o al engaño y la falsedad, situación que expresa claramente cuando dice: “pues si todo lo que hay en mí viene de Dios y si Dios no me ha dado ninguna facultad de errar, parece que nunca deberé engañarme”12. Voltaire (1694-1778) quien se sitúa en una posición equivalente a la de Maquiavelo, declara que “la mentira es una virtud elevada si es para el bien. Hay que mentir como el diablo, sin miramientos, no sólo de vez en cuando, sino con valor y siempre”13. Inmanuel Kant (1724-1804) concibe la mentira como “contraria a la naturaleza”. Kant insiste en la obligación que tiene el hombre de decir la verdad. Afirma que la mentira es “un fin contrario al objetivo natural de su capacidad para transmitir el pensamiento”, por lo que implica “renuncia e incluso destrucción de la dignidad humana”14. Tomás de Aquino (1224-1274) dice en relación con la mentira lo siguiente: “Dado que el hombre es un ser social, se deduce que un hombre le debe al otro aquello sin lo cual no podría mantenerse la sociedad humana. Pues las personas no podrían convivir si no tuvieran fe en los otros, dado que se revelan mutuamente la verdad”15. Teofrasto Paracelso (1493-1541) médico del Renacimiento que en su lucha contra la física aristotélica y la medicina clásica sentaría las bases de la medicina experimental moderna, dice acerca de la verdad y la mentira: “Porque sólo la verdad puede adelantarse a cualquier mentira y mover al hombre a educarse e instruirse en la piedad y no en la maldad. Hay que escribir y 11 Descartes, René. “El Discurso del Método: Meditaciones Metafísicas”., p.149. Ibid., p.149. 13 Sommer, Volker., Op.Cit., p.29. 14 Ibid., p.56-57. 15 Ibid., p.57. 12 3 establecer la verdad: pero si se duda y no se sabe la razón, hay que abstenerse de escribir. No solo en la medicina hay que actuar así, sino también en las crónicas, en la Historia, en todos los libros, incluso en la Sagrada Escritura… Porque así llegan las mentiras hasta las gentes, que prefieren las tinieblas a la luz… Si uno no escribe la verdad, escribe mentiras; pero la letra embustera mata. Por eso, aquel que quiera escribir que se esfuerce siempre en atenerse a la verdad, para no matar a nadie. Porque matar está prohibido con pena de pérdida de la propia vida”16. Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) para quien el niño es bueno por naturaleza y sólo se corrompe bajo la influencia del hombre, afirma que “las mentiras de los niños siempre son obra de sus maestros, por lo que quien pretende enseñarles a decir la verdad les instruye en la realidad en la mentira”17. Arthur Schopenhauer (1788-1869) opina que: “Sólo existe un ser mentiroso en el mundo: y éste es el hombre. Todo otro ser es sincero y franco, pues se muestra abiertamente tal como es y se manifiesta tal como se siente… el hombre como ser culturalmente degenerado, es la vergüenza de la naturaleza”18. Por su parte Rudolf von Ihering (1818-1892) analiza la obligación de decir la verdad desde dos puntos de vista: el del derecho y el de la moral. El respetar o el violar dicha norma en el campo del derecho lo califica de “honradez” o “fraude”, mientras que en el campo de la moral estos dos términos se corresponden con los de “veracidad” y “mentira”. Para Ihering la honradez es un derivado del honor, que está emparentada con la integridad, que indica si el discurso de una persona integra la verdad. La honradez sólo está relacionada con la verdad porque “el derecho la exige si el honor está en juego”. La veracidad, en cambio, “implica la entrega absoluta e incondicional del individuo a la verdad, tal como la moral lo exigió en el pasado”19. Loa anterior demuestra claramente un interés de los diferentes intelectuales de la antigüedad, la edad media, el Renacimiento y la actualidad por adherirse a la verdad como fundamento principal para el respeto entre los individuos. Aunque algunos pensadores como Voltaire, Maquiavelo y en algunas ocasiones Lutero, justifiquen el hecho de mentir, a través de los tiempos se ha visto que es una conducta reprobable que acarrea dificultades entre las relaciones interpersonales causando desconfianza, y que sobre esta base de desconfianza es imposible construir cualquier tipo de relación, bien sea de carácter filial, laboral, de pareja, etc. Paul Ekman profesor de Psicología de la Universidad de California en San Francisco, en su libro titulado: “Como detectar mentiras”, presenta una guía interesante que ayuda a detectar pistas para identificar a las personas que mienten. Él dice que existen dos formas fundamentales de mentir: ocultar y falsear. “El mentiroso que oculta, retiene cierta información sin decir en realidad nada que falte a la verdad. El que falsea da un paso adicional: no sólo retiene información verdadera, sino que presenta información falsa como si fuera cierta”20. 16 Jacobi, Jolande. “Paracelso: textos esenciales”., p. 192. Sommer, Volker., Op. Cit., p.57. 18 Ibid., p.58. 19 Ibid., p.30. 20 Ekman, Paul. “Cómo Detectar Mentiras: una guía para utilizar en el trabajo, la política y la pareja”., p. 27. 17 4 Sigue diciendo Ekman que además del ocultamiento y el falseamiento existen otras maneras de mentir como por ejemplo la mentira que despista sobre el origen de la emoción, pero reconoce verazmente que la emoción existe; otra técnica parecida consiste en decir la verdad de una manera retorcida, de tal modo que la víctima no la crea, o sea, decir la verdad… falsamente; otra forma es la de decir la verdad, pero solo de una manera parcial; otra es la forma evasiva por inferencia incorrecta. La virtud de esta estratagema como la de la verdad a medias o la de decir la verdad falsamente consiste en que el mentiroso no se ve forzado a faltar en modo alguno a la verdad. Sin embargo, Ekman considera que estas son mentiras de todas maneras, porque hay un propósito deliberado de despistar al destinatario sin darle ninguna notificación previa21. De las interesantes investigaciones que desarrolla Ekman a través de su práctica profesional concluye que se pueden detectar mentiras a través del rostro que puede mostrar muchos y muy diferentes indicios del engaño, como por ejemplo, micro-expresiones, expresiones abortadas, auto-delación de los músculos faciales fidedignos, parpadeo, dilatación de las pupilas, lagrimeo, rubor, empalidecimiento, asimetría, errores en la secuencia temporal o la sincronización, y sonrisas falsas. Estos indicios delatan una información oculta; otros proporcionan pistas que indican que algo se está ocultando, aunque no nos dicen qué y otros marcan que una expresión es falsa22. En los juicios que se siguen a personas que han quebrantado la ley el primer compromiso que adquieren los testigos es el de decir la verdad. Es así como antes de rendir declaración se le toma juramento sobre la Biblia en el cual el compromiso que se adquiere es decir la verdad y nada más que la verdad. Desde el punto de vista lingüístico y citando a Julio Escamilla Morales, se ve que el “concepto de estrategia discursiva, se basa en que el sujeto comunicante concibe, organiza y pone en ejecución sus intenciones con el fin de producir ciertos efectos de convicción o seducción en el sujeto interpretante”23. Una de estas estrategias discursivas en la MENTIRA que definida con relación a la verdad Escamilla dice que “la mentira consiste en dar voluntariamente a un interlocutor una visión de la realidad diferente de la que uno mismo tiene por verdadera, con el propósito de ejercer en él una influencia que modifique sus opiniones o su comportamiento”24. Entrando ya en el ámbito de la educación moral y citando a Piaget quien analiza la mentira en el contexto cotidiano de la vida del niño, Piaget manifiesta que el niño frecuentemente oye que no se debe mentir porque si lo hace nadie va a creer en él. En este orden de ideas el niño comienza a familiarizarse con la idea de que mentir es malo. Sin embargo, no tiene mucha claridad sobre los efectos que lleva la mentira, cuando lo compara con actos como el de pegar a alguien donde la respuesta se hace evidente, lo que no sucede con el acto de mentir donde las consecuencias no llevan necesariamente a consecuencias materiales visibles e inmediatas. Sigue diciendo Piaget que “desde el punto de vista adulto y en términos muy generales, la maldad de la mentira reside en que viola el principio de confianza entre las personas. Pero, a la vez, la inmensa mayoría de los 21 Ekman, Paul. Op. Cit., pp. 38-39. Ibid., p.166 23 Escamilla Morales, Julio. “De la mentira y otras estrategias discursivas”. En: Glotta, 4(1): p. 9. 24 Ibid., p. 9. 22 5 adultos está de acuerdo en que la mentira deja de ser inmoral o indeseable cuando evita un sufrimiento a alguien que no quiere padecerlo: son las llamadas mentiras piadosas”25. Piaget comenta que existen un sinfín de casos en los que la mentira está guiada por una intención maligna y que puede terminar provocando un daño irreparable a otra persona. Mentir para obtener un beneficio en perjuicio del otro, para evitar ponerse en peligro haciendo peligrar la vida de otro, para vengarse de otros, son ejemplos extremos en los que el acto de mentir es repudiado por todo el mundo26. Piaget también analiza las llamadas exageraciones o pequeñas distorsiones de la realidad, estudió los diferentes matices de la mentira en relación con tres aspectos: la definición de la mentira, la evaluación de la mentira según su contenido y la evaluación según sus consecuencias materiales27. En la vida real las personas generalmente tratan de encubrir su verdadera personalidad y esto, a mi entender, forma parte del engaño que en el nivel social se ve todos los días. En este orden de ideas el homosexual oculta su condición por temor al rechazo de la sociedad, el marido que transita por las aguas cenagosas de la infidelidad oculta esta situación y para hacerlo se vale de la mentira, del engaño y de toda suerte de subterfugios que impidan a toda consta que pueda ser delatado; el comerciante engaña al consumidor al tratar de venderle un producto de menor calidad calificándolo de excelente; el industrial engaña también a los consumidores cuando el producto que saca al mercado no tiene la cantidad que se estipula en el envase; los hombres en general exageran acerca del número de amantes que pueden conseguir; las mujeres engañan sobre la realidad de sus atributos personales; las novias engañan a sus pretendientes cuando pretenden ser más jóvenes de lo que realmente son; las mujeres embaucan a los hombres prometiéndoles que se casarán con ellos, pero en cuanto aparece un pretendiente mejor se olvidan de las promesas dadas; los pretendientes a su vez engañan a las novias haciéndoles creer que son más ricos de lo que realmente son; las adolescentes engañan a sus padres haciéndoles creer que van a estudiar donde las amigas, cuando lo que realmente hacen es dedicarse a la prostitución; el empleado engaña al patrón cuando no cumple con su horario de trabajo ni con sus obligaciones; el político engaña a sus electores haciéndoles falsas promesas; los obreros de la construcción engañan a los arquitectos e ingenieros cuando no cumplen con las normas de construcción que les han sido impartidas por los profesionales, ocasionando graves daños en las construcciones que pueden ocasionar accidentes con pérdidas de vidas humanas. Además de los comportamientos señalados anteriormente, existe la persona que se conoce con el nombre de mitómana cuya definición en el diccionario es: “tendencia a inventar hechos fantásticos o falsos”. En estos casos la persona tiene una tendencia compulsiva a decir mentiras, que en su inicio es consciente de sus mentiras, pero cuando se vuelve crónico pierde el sentido de la realidad y se cree sus propias mentiras y actúa en consecuencia. Existe también lo que se llaman fabulaciones, éstas son fallas de la memoria que la persona rellena automáticamente con inventos, de manera inconsciente e involuntaria. Estos comportamientos son objeto de estudio por parte de profesionales de salud especializados en Psiquiatría. 25 Delval, Juan y Enesco, Ileana. “Hacer reforma moral, desarrollo y educación”., p. 94. Ibid., p. 95. 27 Ibid., p. 96. 26 6 La pregunta que surge es: ¿Cómo hacer para que la mentira y el engaño no sea una conducta establecida en el manejo de las relaciones interpersonales?. Indudablemente, se debe poner atención a la educación y a los valores morales que desde la infancia se inculquen a los hijos, es en esta tierna edad donde se puede moldear el carácter de los pequeños, inculcando en ellos los valores de la importancia de decir siempre la verdad. Al respecto Platón dice que no hay nada menos adecuado que la despreocupación con que se cuentan historias a los niños sobre cualquier cosa, inculcando en ellos ideas que son muchas veces contrarias a la realidad y a las convicciones que deberán seguir cuando sean adultos. Por esta razón Platón sostiene que los que cuenten cuentos y leyendas a los niños deben ser vigilados, pues dejan en el alma del niño una huella más duradera que las manos de quienes cuidan de su cuerpo28 . Como se ha podido apreciar, a través del recorrido de este pequeño ensayo, la mentira y el engaño son conductas practicadas por el hombre desde la gestación del universo, conductas que atentan contra la moral, que afectan la vida pública privada de los individuos, que destruyen la confianza entre las personas y que no existe razón alguna que justifique el hecho de mentir o engañar. En relación con ello, la única mentira que tiene justificación es aquella denominada en el argot popular como la “mentira blanca” cuya finalidad es evitar un dolor a la persona a quien se dice. Se concluye que la mentira y el engaño son actos reprobables y que para construir valores que ayuden a vivir con respeto por los demás es necesario fundamentar la conducta sobre una base de honestidad que conduce a una vida de integridad donde el interior y exterior son como la imagen de un espejo, donde se terminan las contradicciones entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. La honestidad se manifiesta en las decisiones y en los sentimientos. Una persona honesta es como un diamante cuyo brillo no puede permanecer escondido. Un ambiente de honestidad facilita unas relaciones llenas de confianza y respeto, y ayuda a eliminar cualquier rastro de hipocresía. Esto contribuye a la creación de un sentimiento de cercanía entre las personas. 28 Jaeger, Werner. Paideia: los ideales de la cultura griega., p. 604. 7 BIBLIOGRAFÍA Aristóteles. “Moral a Nicómaco”. Madrid: Espasa-Calpe, S.A., 1984. Delval, Juan y Enesco, Ileana. “Hacer reforma moral, desarrollo y educación”. Madrid: Grupo Anaya S.A., 1994. Descartes, René. “Discurso del Método: meditaciones metafísicas”. Madrid: Espasa-Calpe, 1981. Escamilla Morales, Julio. “De la mentira y otras estrategias discursivas”. En: Glotta, 4(1), 1989. Ekman, Paul. “Cómo detectar mentiras: una guía para utilizar en el trabajo, la política y la pareja”. Barcelona: Ediciones Paidós, 1992. Jacobi, Jolande. “Paracelso: textos esenciales”. Madrid: Ediciones Siruela, S.A., 1995. Jaeger, Werner. “Paideia: los ideales de la cultura griega”. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1992. Sommer, Volker. “Elogio de la mentira: engaño y autoengaño en hombres y otros animales”. Barcelona: Círculo de Lectores, 1995. Universidad Espiritual Mundial Brahma Kumaris y UNICEF. “Valores para vivir: una iniciativa educativa”. Barcelona: Talleres Gráficos Canigó, 1998. 8