narradores, personajes y mitos en la narrativa del espacio pampino

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U N I V E R S I D A D
F A C U L T A D
C I E N C I A S
D E
D E
M A G A L L A N E S
H U M A N I DA D E S ,
S O C I A L E S
E S C U E L A
D E
Y
D E
L A
S A L U D
E D U C A C I Ó N
“NARRADORES, PERSONAJES Y MITOS EN LA
NARRATIVA DEL ESPACIO PAMPINO - FUEGUINO DE
FRANCISCO COLOANE”
TESIS PARA OPTAR AL TÍTULO DE
PROFESOR DE CASTELLANO Y COMUNICACIÓN
Autores:
Luis Eduardo Chiple Saraos
Ricardo Andrés Mancilla Garay
Iván Patricio Marcelo Sáez Lemarí
Profesora Guía: Dra. Mábel Adriana Arratia Fuentes
Punta Arenas, Diciembre de 2007
2
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a todos a quienes nos ayudaron incondicionalmente a la
realización de esta tesis.
Especialmente a nuestras familias, quienes fueron nuestro primer pilar en este
nuevo paso, entregándonos una herencia perdurable: la educación.
A nuestra profesora guía Sra. Mábel por su apoyo, dedicación y compromiso
hacia nosotros durante nuestro camino por esta casa de estudio.
Por último a nuestra Universidad de Magallanes, por forjarnos correctamente
durante el proceso de formación docente.
A todos ustedes, mil abrazos…
3
ÍNDICE
PÁGINA
1. RESUMEN
6
2. INTRODUCCIÓN
7
2.1 Autobiografía Coloanesca
9
2.2 Algunas de sus obras
17
2.3 Reseña de sus obras más importantes
18
3. MARCO TEÓRICO
22
4. METODOLOGÍA
29
5. CORPUS
31
NARRADOR EN EL RELATO
31
5.1 Narrador Omnisciente
31
5.2 Narrador y Autor
40
5.3 Narrador de Conocimiento Relativo
43
5.4 Narrador Testigo
44
5.5 Narrador Protagonista
47
5.6 Understatement
48
6. MITO EN EL RELATO
52
6.1 El Mito
52
4
6.2 Mito de la tierra maldita
53
6.3 Mito de la conciencia de la naturaleza
57
6.4 Mito de la urbe destructora
60
6.5 Mito del fuego
62
6.6 Mito de la tierra incógnita
64
6.7 Mito de la desintegración
66
7. PERSONAJES EN EL RELATO
69
7.1 La inmensidad del espacio en los personajes
69
7.2 La locura por influencia del espacio inmensidad
70
7.3 La ambición de los personajes en la pampa
73
8. LEITMOTIV DE LA DESOLACIÓN EN LOS
PERSONAJES DE LA PAMPA
77
8.1 Soledad territorio
77
8.2 Soledad y unión con el animal
79
8.3 Soledad de atracción
80
9. CONCLUSIONES
81
10. GLOSARIO
85
11. BIBLIOGRAFÍA
88
12. ANEXOS
91
5
1. RESUMEN
La presente investigación recauda una interesante información sobre la
creación narrativa de Francisco Coloane, principalmente centrada en los
cuentos de dos de sus grandes obras: “Cabo de Hornos” y “Tierra del Fuego”
por medio de la investigación bibliográfica que sustentará el marco teórico y el
corpus del análisis.
Los cuentos de ambas publicaciones están centrados en el espacio de la
pampa fueguina, tomando como objetos de estudio los narradores, personajes y
mitos. Si bien, los puntos de vista son varios, el narrador predominante es el
omnisciente, quien rescata la memoria colectiva de los personajes en la pampa
desde el saber histórico a la interioridad de sentimientos y emociones de estos.
Así también, la utilización del “Understatement permitirá que el narrador haga
activa la participación del lector.
Los personajes están determinados por el espacio de la isla, la que
influye incorporando en ellos el antivalor de la ambición, pero también los
“desintegra” para luego “integrarlos” en la valoración por la naturaleza.
Por último, el mito, esa fuerza proveniente del núcleo mismo de la
naturaleza, constituye al hombre que es parte de la tierra, parte del cosmos, y
que se compone como uno más de sus elementos, fortaleciéndolos y
extrayéndolos de la negatividad de la ciudad, pues ésta vuelve débiles e inútiles
a los hombres. Es por ello que Coloane rescata a la naturaleza frente a la
imagen de lo urbano.
6
2. INTRODUCCIÓN
Considerar hoy la obra narrativa de Francisco Coloane es conocer,
acercarse, penetrar un mundo donde las ciudades han llevado al hombre a la
alienación de la naturaleza, de la comunicación y hasta de su propia esencia
humana. Ante esta realidad, la cuentística coloanesca provoca en el lector un
reencuentro con los valores constitutivos del espíritu, a través de personajes
que han decidido aventurarse a integrar los espacios de los confines del mundo.
El autor intencionalmente sitúa a sus personajes y al lector en lo más recóndito
del sur austral, con el propósito de que aquellos entes ficticios: ovejeros,
buscadores de oro, dictadores, terratenientes… le permita, que en medio de la
soledad total donde la vista no tiene límite, perdiéndose en el óvalo del
horizonte, vuelvan su mirada hacia la propia sustancia humana, a sus propias
fibras, haciéndolos incapaz de volver a la vida citadina que tenían. Coloane ha
introducido en la Literatura Universal la geografía austral: Golfo de Penas,
Tierra del Fuego y Cabo de Hornos.
El objeto de estudio se centra en aquellos cuentos escritos por Coloane,
donde los personajes y acontecimientos se sitúan y transcurren en el espacio
patagónico pampino – fueguino, entendido como aquel austral punto de la
Patagonia denominada isla de Tierra del fuego, en la que la característica
central de su paisaje se identifica por la pampa, tierra y escasa vegetación;
cuentos que encontramos en las obras: Cabo de Hornos y Tierra del Fuego.
Dichos personajes, recurrentes estereotípicos de la pampa, ejercen el oficio
fundacional de la tierra magallánica: el ovejero.
7
El presente estudio se postula desde una perspectiva analítica – literaria
que estudia tres elementos de la obra narrativa. En una primera etapa los tipos
de narradores y el recurso literario denominado por Petreman y retomado por
Ferrada como understatement, para continuar con los personajes estudiados
desde las actitudes que les provoca la inmensidad del espacio pampino –
fueguino, finalizando con la identificación y análisis de los mitos estudiados
desde la teoría de Carlos Fuentes y Antonio Paoli.
Esta tesis, escrita desde Magallanes, pretende transformarse en un
aporte significativo ante la escasez de estudios literarios sobre la obra de
Francisco Coloane y considerarse una motivación y punto de referencia para
otros investigadores que en el futuro ahonden en el rescate de la literatura de
este autor.
Finalmente, esta investigación busca rendir un reconocimiento a un
escritor isleño que fundó con su sensibilidad para la Literatura Universal los
paisajes de la geografía austral y humana de este pedazo de mundo al fin del
mundo.
8
2.1 AUTOBIOGRAFÍA COLOANESCA1
Francisco Coloane escribe: El Chiloé del niño
“Nací en la costa oriental de la isla grande de Chiloé, que protege con su
base granítica de la cordillera de la Costa a las islas menores, desde el canal de
Chacao hasta las bocas del Guafo. La vida de esta región está regulada por el
flujo y reflujo oceánico que viene desde los cuernos de la luna y de lo que habrá
más allá de los astros, y por las lluvias esparcidas con toda la rosa de los
vientos.
Llueve allá de mil formas, con cerrazones bramando huracanadas,
copiosos llantos celestiales que traspasan el corazón de los vivos
en
comunicación con sus muertos, que reposan bajo los cementerios de
conchales.
Mi infancia lejana se desarrolló entre dos islas del archipiélago de Chiloé,
en la costa oriental de la isla grande y frente a la de Caucahué, que en huilliche
quiere decir "lugar de gaviotas grandes".
Entre las dos islas pasa el canal de Caucahué, formando un ángulo
obtuso, en cuyo vértice está el puerto de Quemchi, que tenía poco más de
quinientos habitantes cuando yo nací.
1
http://www.letras.s5.com/coloane1711.htm
9
Al oriente del varadero, en "la tierra de la punta", en una casa construida
sobre pilotes de madera alquitranados, mi madre, Humiliana Cárdenas Vera,
campesina de Huite, hija de Feliciano Cárdenas y de Carmen Vera, me dio a luz
a las cinco y media de la mañana, el 19 de julio de 1910. En esos días, mi
padre, Juan Agustín Coloane Muñoz, andaba navegando de capitán de barco
de cabotaje.
En la casa había una especie de puente de tablones para ir del comedor
a la cocina. En la alta marea, el oleaje llegaba hasta debajo del dormitorio y así
no demoré mucho en pasar del rumor de sus aguas al de las aguas del mar.
Hasta hoy me acompañan el flujo y reflujo de esas mareas y sangres. La voz de
mi madre y el rumor del mar arrullaron mi infancia. Los sigo amando y
temiendo. De madrugada ella me gritaba siempre: "¡Panchito, arriba, está listo
el bote!". Y yo me levantaba a regañadientes para tomar desayuno y
embarcarme en un bote de color plomo, de cuatro bogas, hecho de tablas de
ciprés y cuadernas de cachiguas, que nos llevaba al alto del estero de Tubildad.
Allí teníamos siembras de trigo, papas, linaza y legumbres, y nuestros animales:
algunos cientos de ovejas y unos cientos de vacunos.
En nuestro bote demorábamos cerca de una hora de Quemchi a
Tubildad, según la corriente y el viento. Había que doblar el promontorio de
Pinkén, extraña formación sedimentaria que penetra al mar como un angosto
paredón selvático, con una abertura en el centro por donde se puede pasar en
pleamar para acortar la navegación.
En lo alto del promontorio siempre había un martín pescador al acecho,
que se desprendía de las tornasoladas bromelias como una saeta para
zambullirse y emerger luego con un pejerrey o un robalo en el pico. A veces una
foca nos seguía como un perro cuando los remeros le silbaban. Los cahueles,
10
como llaman allá a los delfines, bufaban saltando a nuestro derredor. Una vez vi
uno blanco jugando con uno negro. Saltaban al aire, se daban vueltas y caían
como tirabuzones. Esto ocurría en primavera.
Cerca de la playa de Tubildad había un gran banco de choros grandes,
de los llamados "zapato" por su tamaño. Deteníamos a veces el bote y con una
fisga, una vara de luma astillada en cuatro partes en su extremo, separadas las
hendiduras con clavijas, ensartábamos los choros que queríamos. Los buzos
acabaron después con este banco de gigantescos moluscos.
En lo alto de Tubildad teníamos una casa de madera de piso y medio,
con dos miradores, uno de los cuales daba a un lago bordeado de bisques en
sus extremos y con pampas suaves en sus costados. En la otra orilla se
divisaban casas con arboledas de manzanos, humos y gentes con sus siembras
y cosechas. Aquello para mí era un país lejano. El mío estaba en esta orilla,
donde teníamos nuestros sembrados, que a veces los coipos venían a
destrozar. Los perseguíamos con perros, les colocábamos trampas y hasta
entrábamos a la laguna en un bongo para cazarlos, lo mismo que a buscar
huevos de patos silvestres.
Al frente de nuestra casa, después del camino de entrada, mi madre
cultivaba una huerta-jardín, donde había de todo, especialmente frutillas que
vendía en el pueblo, grosellas y frambuesas. Mi padre había traído blancas
costillas de ballena y vértebras que servían de asientos y mesas. Yo jugaba
entre esas grandes osamentas sobre el césped y las flores, y me sentía como
un Jonás, navegando por el vientre de un cetáceo. De allí tal vez provenga mi
romanticismo por la caza de ballenas. Si hubiera sido poeta habría escrito una
gran poema de un niño navegando por las profundidades de los mares y
pasando de una ballena a otra como los astronautas en el espacio. Es curioso:
11
dicen que la vida y el hombre vienen del mar, pero aunque aquel ya ha
caminado por la luna, todavía no ha podido hacerlo por las grandes
profundidades marinas.
Un vecino de Tubildad, puerto muy próximo a Quemchi, autóctono del
lugar, me ha contado que la palabra viene de quenche, que quiere decir "gente
de cabeza grande". El abogado Carlos Olguín, oriundo de Quemchi, en su
trabajo sobre Instituciones políticas y administrativas de Chiloé en el siglo XVIII,
nos cuenta que ella significaría "lugar de hombres sabios". Ojalá fuera así. Sin
embargo, no hay que olvidar que todo ser humano, pueblo, etnia, raza o nación,
se ha creído el ombligo del mundo, lo que ha llevado a los peores desastres de
la humanidad. Quemchi no podría ser una excepción.
Salir a suplicar gente
Mi padre era un autodidacta del mar, como yo de la literatura. Sólo que
yo nunca pude usar la pluma como él su arpón. Me cuentan que primero
anduvo en las "lobadas", como se dice allá en las cacerías de focas. Luego fue
patrón de chalupas balleneras que pescaban para la factoría de Corral. Era la
época en que se cazaba con el arpón de mano. Más tarde cazó el cetáceo con
cañón arponero en la Yelcho, nave de la que fue capitán. Fue este mismo
barco, adquirido por la Armada y al mando del piloto Pardo, el que salvó a
Shakleton en la Antártida. De mis abuelos paternos, sólo escuché hablar de la
"abuela Muñoz" y de un tal "Pancho Yegua", que vivió sus últimos años en una
casa solitaria.
12
Con el tiempo permanecíamos más en Tubildad que en Quemchi, yo
montando ya a mi propio caballo, un mampato negro llamado Huaso. Con él me
iba de Tubildad a Huite, a aprender las primeras letras a la escuela rural. Me
acompañaba de a pie Virginia, hija de un inquilino, un poco mayor que yo.
En nuestros bolsones de loneta, Virginia y yo llevábamos la pizarra, el
"lápiz de leche" (un lápiz de mina blanca que hacía las veces de tiza), con una
pita amarrada al marco de madera, y el silabario Matte, cuya primera lección
empezaba por OJO, ilustrada con un gran ojo de párpados abiertos sobre la
palabra. Este ojo de pestañas negras me ha perseguido toda la vida: hermoso
cuando lo veo en una niña, sombrío en una mujer, trizado en una vieja.
Mi abuelo Feliciano murió aplastado por un árbol que hacheaba en un
bosque alto de su propiedad. Lo encontraron con el tronco sobre el pecho.
Cada vez que visito el cementerio de Huite llego hasta su tumba, que siempre
conserva un avellano como tratando de arrancarlo de sus raíces. Tantos derribó
su hacha de leñador que "el que a hierro mata", a veces con el árbol de la vida
muere. Por su edad debe haber calculado mal los últimos tres hachazos que se
dan en el tronco al otro lado del corte y que determinan la dirección en que el
hachero quiere que caiga el árbol.
¡Qué noches estas en que un niño por primera vez olfatea los rastros de
lo que llaman muerte! Había escuchado músicas celestes y las imágenes
religiosas con que mi madre y mi hermana decoraban sus habitaciones. En
noches de tempestad junto a su brasero de cancagua, se acordaba de su
marido y de su hijo que navegaban, rezaba por ellos; pero no dejaba de tomar
su mate con sopaipillas. En el día de los muertos, plena primavera, la gente iba
al cementerio portando coronas de siemprevivas, lianas que se arrastran como
13
un llanto luminoso bajo el bosque, adornándolas con los dorados "zapatitos de
la virgen" o la restallante y diabólica granada del sonrosado ciruelillo.
"Hay que salir a suplicar gente", decía mi madre cuando llegaba el
tiempo de cosecha o de siembra. Se pagaban por estas labores ochenta
centavos diarios, más tres comidas en la cocina de techo de paja que se
levanta solitaria en el fondo del patio. Los trabajadores, pequeños propietarios,
no tienen mucha necesidad de trabajar para otros y de allí lo de "suplicar". En
verano llegaban de vacaciones mis hermanos Alberto y Claudina, ambos
mayores que yo. Habían dejado el seminario y las monjas. Veo a Alberto
guiando una yunta de bueyes para arar. Es un mancorna no bien amansada y
se le viene encima. El boyero huye a las perdidas, dejando al hombre del arado
batiéndose solo con los novillos encabritados. La gente se ríe burlonamente de
mi hermano, y comenta que con sus altos estudios ya ha perdido la costumbre
de arar con sus propios bueyes. Claudina asistía cual toda señorita, con sus
tejidos y bordados, y se sentaba en un extremo del trigal para "vigilar a la
gente". Las echonas resonaban mientras tejía y yo correteaba en medio de los
trabajadores. No me permitía entrar en su pieza decorada de santos e
imágenes. Una vez me dijo que Dios estaba en todas partes y que si yo hacía
algo malo desde el arrayán del patio me estaría observando para castigarme.
Le contesté si me creía tonto; sin embargo, creo que debo haber usado una
palabra más irreverente porque me dio un tapaboca y me echó escalera abajo.
Oía decir a menudo que la gente se iba para Argentina a buscar trabajo.
Una mañana desperté solitario en la pieza en la que dormía, junto a la de mis
padres, en Tubildad. Llamé a mi madre y nadie me respondió. Sólo el silencio.
La casa estaba sola, vacía y habían cerrado la puerta con llave. Las ventanas
son fijas. Me encuentro encerrado. Miro a través de los vidrios y grito. Nadie.
Salgo al camino real y me voy caminando hacia el sol. En la lejanía aparece de
14
pronto mi padre con algunos hombres de trabajo. Me pregunta para dónde voy.
Le contesté que "para la Argentina". Me toma en sus brazos y viene conmigo de
vuelta a casa. No puedo precisar la edad que tenía cuando por primera vez me
fui a Argentina a buscar trabajo y tuve que volver en brazos. Como tampoco
cuando le daba de comer al caballo Maule, un negro cariblanco de gran alzada
comprado en Osorno, junto a mi pequeño Huaso. Ponía el manojo de avena en
la trompa del grande y cuando éste iba a dar la mascada, se lo pasaba al chico.
De repente siento los dientes del Maule que rasgan mi cara. Corro a gritos,
espantado por el dolor y la sangre. Las cicatrices de los dientes del caballo
quedaron mucho tiempo marcadas en mi mejilla izquierda. A veces me sobo la
cara como si aún las conservara; tal vez por eso me habré dejado barba. Mis
padres se asustaron tanto como yo. Sin embargo, mi Rosa Millalonco más; pero
después me dijo que el caballo podía haberme comido, y luego botarme como
bosta en el pasto o entre los troncos, igualito que los excrementos del trauco,
un hongo amarillo que después de la lluvia sale en los palos podridos.
Dios malo, Dios bueno
Del mar sacábamos calamares y pulpos grandes. Las pinucas las
preparaba a la manera china, tostadas en las brasas. La famosa piedra puntuda
es una verdadera baliza puesta por la naturaleza a la orilla norte del canal de
Caucahué. Cilíndrica, terminando en cono, señala las grandes mareas cuando
queda en seco. En sus alrededores, cubiertos de laminillas, huiros y sargazos,
entre piedras de todo tamaño y trechos arenosos, tendíamos las lienzas con
anzuelos y carnadas de holoturias. Había ostras, caracoles, pancoras y, en
ciertas épocas, cangrejos grandes y amarillos que se pescan de noche con
faroles y chonchones. Vienen hacia la luz y se cogen con la mano.
15
Una diabetes aguda desembarcó a mi padre a los 54 años de edad. Él
murió el 11 de agosto. En tierra enflaqueció y envejeció rápidamente. Lo veo
junto a un gran brasero y me pide que le traiga el diario. Me equivoco en la
fecha o le traigo una revista de las que acostumbraba a leer, recostado en el
sofá del costurero de mi madre. Se enoja y por primera vez me castiga en la
cara con su ancha y ya enflaquecida mano. Sólo otra vez me había pegado con
cierta dureza. Lo recuerdo todavía. Fue cuando metí el dedo entre las valvas de
una cholga puesta con otras en una vasija para el curanto. Gritos, llantos y la
cholga colgando. Tomó una cuchara y dando con el revés en la concha la
partió, liberándome de la tortura, mas, con la misma cuchara, me dio en la boca
para que no siguiera llorando.
Aprendí su lección y esa noche no lloré. Mi madre me despertó ese
fatídico 11 de agosto de 1917, gritándome: "Levántese, el papá está
muriéndose". Corrí a la pieza contigua y él alcanzó a tomarme de la mano. Con
voz apagada me dijo: "Volvamos al mar". Su rostro ceniciento se inclinó hacia la
pared y sus dedos se soltaron de los míos como si fueran la cabilla de un timón,
dejándola a la deriva. Llovía torrencialmente; mi madre no llamó a nadie y se
puso a llorar a solas con su muerto.
La lluvia tiene olores y colores como los frutos de los avellanos de la
tierra en que nací, y lo que más recuerdo de esas lluvias de mi lejana infancia
es su transparencia empozada en los charcos sobre el pasto después que ha
pasado en temporal. Es como si se hubiera cuajado la mirada de Dios sobre la
hierba. Un Dios bueno, el que me enseñara a amar mi madre desde la cuna, no
así el Dios malo con que me amenazaba mi hermana Claudina, espiándome
desde las hojas de los árboles para castigarme por lo que hacía o no hacía.
16
Hay veces en que despierto al borde de un abismo donde termina el mar
de mi infancia; pero siempre encuentro a alguien a mi lado. O una música lejana
que viene de mis islas, traída por el tamborileo de la lluvia sobre los techos del
viento. Bajo esas aguas del tiempo y en el fondo de mí mismo, no veo otra cosa
que un hombre, una mujer y un niño, jugando con un bote a orillas de nuestro
mar interior de chilote, al cual le han puesto un mástil y un timón, esperando un
soplo en la vela, para hacerse a la mar entre las islas”2.
A partir de este testimonio de Coloane es posible comprender la fuente y
el ingenio que lo llevó a plasmar con maestría la vida de los hombres
enfrentados a la naturaleza de los confines de América. Los pasajes de su
biografía guardan estrecha relación con características propias de sus
personajes y con los acontecimientos que él mismo presenció a lo largo de sus
años, tanto en el “Golfo de Penas”, “Cabo de Hornos” y en “Tierra del Fuego”.
Espacios de su mundo narrativo ligados estrechamente a su juventud y que
marcan una constante en toda su literatura.
Una infancia que transcurrió entre el mar y el bosque, ajena a las
grandes
concentraciones
urbanas;
caracterizada
por
una
naturaleza
imprevisible, por hombres y mujeres simples que saben pasar sus días viviendo
de lo que la tierra y el mar les provee, sin otra ambición que vivir.
2.2 Algunas de sus obras3
1935: Su primer cuento "Perros, Caballos, Hombres".
1941: "Cabo de Hornos" (Cuentos). "El Último Grumete de la Baquedano"
2
3
En El Mercurio, 9 de noviembre de 2001
http://www.latercera.cl/medio/articulo/0,0,38035857_172985945_222535968,00.html
17
(Novela).
1945: "La Tierra del Fuego se Apaga" (Drama), "Los Conquistadores de la
Antártida" (Novela).
1971: "El Chilote Otey y otros relatos".
1956: "Tierra del Fuego" (Cuentos).
1957: "Golfo de Penas" (Cuentos).
1962: "El Camino de la Ballena".
1968: "El Témpano de Kanasaka" (Cuentos).
1975: "Tierra Ajena. Antología de cuentos".
1980: "El Guanaco Blanco".
1981: "Rastros del Guanaco Blanco".
1983: "Crónicas de India".
1985: "Antártica: Una Visión Geográfica del Continente Helado".
1991: "El Corazón del Témpano" (Novela).
1995: "Velero Anclado"(Crónicas).
2000: Edita sus memorias denominadas "Los Pasos del Hombre"
2002: “Naufragios (Libro póstumo)
2.3 Reseña de sus libros más importantes4
Tierra del Fuego. Relatos.
Este impresionante conjunto de relatos dio a conocer a Coloane al
público europeo tras su traducción al francés en 1994. El cuento que presta su
nombre a la colección fue llevado al cine por Miguel Littin, en 1998. En registro
4
http://www.latercera.cl/medio/articulo/0,0,38035857_172985945_222535968,00.html
18
épico, desnuda la codicia y ambición de los hombres, a través de la figura de
Julius Popper, aventurero rumano que tras descubrir una veta de oro, forma su
propio ejército y se autoproclama "Rey del Páramo", como se conocía a toda la
región patagónica. El cuento compendia detalladamente las peculiaridades
geográficas de la Patagonia, gracias a los antecedentes recopilados por
Coloane durante su pemanencia como trabajador en la zona, en la década de
los '30.
Cabo de Hornos. Relatos (1941)
Titulado originalmente "Pelo de lobo", el relato que da nombre a la
colección significó el debut de Coloane en narrativa. En la historia de dos
ingleses cazadores de lobos y un fugitivo de Ushuaia ya se aprecian el estilo y
los temas que se transformarán en la marca registrada del escritor: la ambición
de quienes están dispuestos a llegar al fin del mundo en busca de oro y pieles,
la consiguiente mezcla de razas y nacionalidades de los aventureros y, por
sobre todo, las fuerzas de la naturaleza. "Nada debe extrañar al hombre de
esas tierras; que un barquichuelo se haga a la mar con cuatro marineros y
regrese con tres; que un cúter haya desaparecido con toda su tripulación",
escribe.
El Último Grumete de la Baquedano. Novela.
Escrita en 1941, fue llevada al cine por Jorge López en 1983.
Combinando un conocimiento de la cotidianeidad de los marinos y la vida de
19
Alejandro Silva, un polizón, la novela recrea la atmósfera que envuelve a sus
personajes en la última travesía del buque escuela La Baquedano, durante su
viaje de instrucción desde Talcahuano hasta el Cabo de Hornos. Por su
simpleza estilística y carácter aventurero, esta obra de ha sido integrada entre
las lecturas escolares de Chile.
Velero Anclado. Crónicas.
Coloane hizo sus primeros trabajos como periodista en Punta Arenas,
durante su adolescencia. Pero fue al llegar a Santiago que comenzó a
desarrollar de verdad su faceta como cronista, que ejerció hasta comienzos de
los años 80. Las 24 crónicas recogidas en el volumen Velero Anclado no están
ordenadas cronológicamente. La primera parte recoge los trabajos de Coloane
centrados en la zona austral de Chile; la segunda, sus escritos referidos a viajes
y la tercera está dedicada a amigos como Neruda y Edwards Bello.
Cuentos Completos. Antología.
La recopilación de Alfaguara data de 1999 y permite apreciar en
perspectiva la obra de Coloane, que se caracteriza por combinar momentos
álgidos, llenos de dramatismo, y pasajes mansos, descriptivos y líricos, de
contemplación de un mundo primigenio. El conjunto puede leerse como una
recopilación donde cada pieza tiene su sentido y valor particular, y también
como una novela, por su continuidad geográfica.
20
Los Pasos del Hombre. Memorias.
A lo largo de las 275 páginas del libro que completó en 2000, el escritor
pasa revista a su vida. La narración se inicia con la infancia de Coloane en
Chiloé, como hijo de un marino y una campesina, y da cuenta de su temprano
acercamiento a los mares del sur de Chile, de la mano de su padre, además de
su paso por Puerto Montt y su estada en Magallanes. Los episodios de acción
se combinan con una faceta reflexiva. Los paisajes se suceden. Del mismo
modo, el lector se asoma a los múltiples oficios y condiciones de Coloane:
navegante, ovejero, capataz, periodista, exiliado, amigo de Neruda, viajero,
defensor de los aborígenes australes y, por supuesto, escritor.
Naufragios. Recopilación histórica
Editorial Andrés Bello lanzó, un mes después de su muerte, esta
"antología de los más bellos naufragios", como la llama el editor francés del
libro, que ya fue editado en el país galo por Phébus. Coloane deja de lado sus
propios recuerdos y revisa los grandes hundimientos ocurridos en los mares
australes, desde el naufragio de la "Santiago", una de las embarcaciones de
Hernando de Magallanes, hasta el de un catamarán en las costas de Chiloé,
hace sólo dos años. Coloane recuerda los desastres que lo impresionaron, por
la variedad de efectos que produce ese tipo de vivencia en el alma; porque no
hay situación que palpe la evanescencia de la muerte como aquel acto de ser
tragado por el mar.
21
3. MARCO TEÓRICO
•
HIPÓTESIS: Es efectivo que la interpretación de un cuento puede alterar
la interpretación en la mirada del lector, si es que lo sometemos a un
enfoque de narrador, de personajes y de conceptos míticos.
Diversos aspectos nos permiten un acercamiento al texto de Coloane.
Teóricamente relacionamos algunos elementos de análisis, propios de la
narrativa. En primer lugar el caso del narrador del cuento5, debe “Saber” y
“Contar”. Dice Tacca que el mundo de la novela es, básicamente un mundo insólito. Mundo lleno de voces, sin que una sola sea real, sin que la sola voz real
de la novela revele procedencia. Nada ha ocultado la esencia de lo narrativo
como ver en el relato algo natural, que va de sí, mero comentario, reproducción,
imitación del mundo. (Las voces de la novela: 23)
6
El narrador no es el autor ni un personaje cualquiera, es una figura
inasible y huidiza en la cual su entidad está pronta a confundirse o a perderse
entre las otras instancias de la novela. El narrador no tiene una personalidad, a
menos que fuere un personaje del enunciado, sino una misión, tal vez nada
más que una función, la que sería “contar”.
Ahora bien, utilizando la distinción de Jakobson, retomada por Todorov
existe en el mundo de la narración dos planos: el primero denominado
“ENUNCIADO” que se remite a historia en sí, aquello de lo que se está
contando;
y también el plano de la “ENUNCIACIÓN”, aquel que adopta el
5
El cuento es una narración breve, oral o escrita, en la que se relata una historia tanto real
como ficticia. Además de su brevedad, el cuento tiene otras características estructurales que lo
diferencian de la novela: debe llamar la atención en las primeras líneas, tiene un final
inesperado, sus personajes no tienen un mayor desarrollo psicológico y su construcción gira en
torno a una acción.
6
Tacca, Óscar Ernesto. Las voces de la novela. Madrid: Gredos, 1985.
22
narrador para “contar”, es decir, cómo lo cuenta. Lo sabido (historia) puede ser
explorado desde el comienzo o desde el final, por medio de la inclusión del
tiempo en la narración.
Es así que Tacca nuevamente afirma esto diciendo que en efecto, la
mitad del milagro consiste en saberlo, la otra mitad en decirlo. En este saber y
en este decir se resuelve la instancia del narrador. (Las voces de la novela:
25)7 Algo muy verdadero es lo que afirma el autor ya citado, el cual afirma que
al narrador no se le permite la falsedad, ni la duda, ni la interrogación (Las
voces de la novela: 25)8
El narrador debe saber para contar, pero ese contar no sólo radica en el
conocimiento del que cuenta, sino en la forma en que la cuenta, y eso se
solucionado tomando una perspectiva o visión, o un punto de vista con respecto
a la historia de manera protagonista, omnisciente o testigo. El Punto de mira o
ángulo de enfoque que corresponde a la perspectiva del narrador para ordenar
el mundo se divide, parafraseando a Óscar Tacca, de dos formas: la primera es
donde el narrador se encuentra fuera de los acontecimientos narrados. En
aquel, alude a otros y no a sí mismo, cuenta en tercera persona y no está
representado por un personaje dentro de la historia; es denominado como
omnisciente. El segundo es aquel contador que participa de los acontecimientos
narrados. Este agente se divide en tres papeles.
1) papel protagónico
2) papel secundario
3) papel de testigo presencial de los hechos, donde se identificará
con un personaje, por lo que su relato debe estar en primera persona,
7
8
Op. Cit.
Op. Cit.
23
tanto del singular (yo) como del plural (nosotros (as)) dependiendo del
contexto referencial.
La visión de estos últimos es monoscópica, ya que el conocimiento es
parcial, restringido a la subjetividad del personaje. Pero para hacer más
fidedigna la historia, el narrador necesita introducir otras voces, las voces de los
personajes y, a este tipo de visión, Tacca le denomina periscópica, es decir,
varias perspectivas frente a un asunto.
Hablando de los mundos dentro de la narrativa, se puede decir que
existen dos: uno real y el otro ficticio, los que separan al narrador del autor. En
el mundo real está situado el autor y el lector, es lo tangible. Y dentro del mundo
ficticio estas identidades se desdoblan para metamorfosearse en narrador y
destinatario, narrador que cumple y desempeña la misión encargada por el
autor, y destinatario quien recibe insustancialmente lo emitido por la voz.
El narrador, además de funcionar como relator, mantiene una cierta
relación con los personajes de la historia respecto al conocimiento que posee
frente a estos. De esta manera se tiene al narrador omnisciente o suprasciente
que es aquel que goza de una supremacía ante el personaje, y en
consecuencia sabe más que el o los personaje (s). También está el equisciente,
que dentro de la escala de conocimiento sabe lo mismo que el o los personaje
(s). Y por último se encuentra el narrador desficiente o infrasciente que posee
menor información que su o sus personaje (s).
Ahora bien, dentro de la historia se conjugan diferentes estilos que
dinamizan la lectura y participación entre el narrador y personajes. De esta
manera se evidencia tres tipos de estilos narrativos. Estilo directo es aquel que
pertenece a la voz del narrador. Estilo indirecto, que pertenece a la voz de los
24
personajes. Y por último el estilo indirecto libre el que mezcla la voz del
narrador con la de los personajes.
Por último, dentro de las técnicas narrativas contemporáneas, se insertan
mecanismos que permiten la exploración y conocimiento del personaje. Una de
aquellas es conocida como “monólogo interior” la que se entiende que es todo
soliloquio o disquisición que alguien formula en soledad producto de una
inmersión en la intimidad de su conciencia. Se caracteriza por:
1) tratarse de un descenso en la conciencia realizada sin intención de
análisis u ordenamiento racional (espontáneo, irracional y caótico).
2) Aniquila al narrador el monólogo interior.
Las funciones del monólogo interior se sustentas en tres: la primera
explora la conciencia del personaje; la segunda captar su devenir; y finalizando,
la tercera intenta reflejar la realidad en la conciencia. Pero, para llegar al
monólogo interior dentro de una obra narrativa, el narrador debe estar en
tercera persona y aproximarse cada vez más al personaje, hasta sustituir su
narración por el mero registro del fluir de la conciencia de éste. Por el contrario,
en un relato en primera persona, el narrador personaje abandona todo intento
de exposición clara y reproduce simplemente la incoherencia y caos de su yo
interior. Es así que el monólogo introduce una relación de equisciencia entre
narrador y personaje, ya que desaparece la voz narratoria del contador por la
voz del personaje, el cual tiene el mismo conocimiento que aquel.
Para Ferrada, Coloane “Sabe decírnoslo todo sin decirlo.” En su obra
“Los cuentos de Francisco Coloane: Espacios de realidad y deseo” Ferrada
explica esta idea a través del concepto del Understatement. Para el investigador
“Francisco Coloane tiene un modo especial de informar al lector : causa que
25
éste busque dentro de sí. Coloane lo conduce a cierto lugar, sin decirle todo.
Nos tantaliza con los indicios de una idea hasta cierto punto y entonces nos
deja para buscar lo demás. No es fortuito esto: nos conduce, pero nos deja
todavía dentro del mundo de Coloane, donde siempre se queda lo que
buscamos. Él crea en nuestro cerebro la atmósfera apropiada para que
sepamos todo, aunque no nos lo dice. Es un genio del understatement” Sabe
decírnoslo todo sin decirlo. No dice lo suficiente, pero en el análisis final sí lo
es”. (Los cuentos de Francisco Coloane: Espacios de realidad y deseo: 47)9.
El mito pertenece a una época indeterminada en que el vivir y el sentir
estaba conectado con la trascendencia del espíritu, por sobre los motivos de la
carne.
Para los antiguos, el mito era una realidad sagrada. Lo sagrado es
siempre venerable. Es venerable porque está directamente asociado a lo divino.
Lo divino es aquello que está en otra dimensión, en una que no es horizontal ni
material, sino más bien, vertical y sutil. Si es vertical nos indica que tiene una
ascensión por una escala inmaterial. Por eso no podemos tener una lectura del
mito como si fuese sólo una mera historia literaria y descriptiva de situaciones.
Para la identificación y posterior análisis del mito en los relatos de
Coloane se utilizará respaldo teórico de los autores Carlos Fuentes y Antonio
Paoli, quienes atraen la concepción del mito al siglo XX, teniendo un discurso
analógico y complementario sobre el concepto de mito. Fuentes señala que:
Lo que ha muerto no es la novela, sino precisamente la forma
burguesa de la novela y su término de referencia, el realismo, que
9
Ferrada, Jorge Ricardo. “Los cuentos de Francisco Coloane: Espacios de realidad y deseo”.
Edit. Universidad de Santiago de Chile. Impresos LOM, 2004.
26
supone un estilo descriptivo y sicológico de observar a individuos en
relaciones personales y sociales.
10
Paoli también siente un descontento de la sociedad moderna, y en esto
coincide con Fuentes al decir:
El sujeto, traicionado por su sociedad, construye formas, como la
novela, que revelen su valor como tal sujeto, como fuente de valor.
(El mito en la novela: 141) 11
También para Fuentes, el mito representa una convención que busca ser
totalizante de la realidad, y es esta totalización la que se denomina mito. En el
mito, dice Fuentes se identifica la mitad oculta, pero no por ello menos
12
verdadera, de la vida, como el significado y unidad del tiempo disperso.
(Carlos Fuentes / Oscar Tacca) El mito para Fuentes, ejerce una fuerza
misteriosa e inexplicable sobre los acontecimientos, fuerza que para el
profesor Antonio Paoli es expresión de una realidad superior
13
. (El Mito En La
Novela: 149)
No se puede entender a los personajes sin entender cómo el espacio
determina en ellos ciertos valores, actitudes, comportamientos; al acercarse a la
obra de Coloane es posible comprobar la efectividad de este enunciado. El
estudio de personajes que abarcará esta tesis tiene estrecho vínculo con la
inmensidad espacial que habitan los personajes. Gastón Bachelard, filósofo
francés del siglo XIX, dedica en su libro La Poética Del Espacio14, un capítulo
10
Fuentes, Carlos. La nueva novela hispanoamericana . México, 1969.
Paoli, Antonio. El mito en la novela . Tramas 13. UAM-México: 1998.
12
Fuentes, Carlos. La nueva novela hispanoamericana. México: 1969.
13
Paoli, Antonio. El mito en la novela . Tramas 13. UAM-México: 1998.
14
Bachelard, Gastón. La poética del espacio . Fondo de Cultura Económica Chile S.A., 1993.
11
27
entero al análisis, reflexión y ejemplificación del espacio de inmensidad sobre el
sentir de los entes ficticios. Para Bachelard:
No hace falta pasar mucho tiempo en el bosque para experimentar
la impresión siempre un poco angustiada de que nos hundimos en un
mundo sin límite. Pronto si no se sabe a dónde se va, no se sabe
tampoco donde se está.15
En la cita anterior el filósofo Bachelard alude al sentimiento de angustia
que producen los espacios sin límites en los personajes, debido a que la
vastedad deja un sentimiento de soledad y tristeza en ellos, inducida por el
vacío que reina en gran extensión de los parajes desolados.
La forma de comportarse del los personajes será similar al lugar en que
se encuentren. Para Bachelard reflejar la inmensidad es destino poético en el
hombre, debido a que aquella inmensidad sólo existe porque hay alguien que la
contempla, otorgándole significado.
destino poético del hombre es ser el espejo de inmensidad, o
más exactamente todavía: la inmensidad viene a tomar conciencia de
ella misma en el hombre.
15
16
16
(234)
Bachelard, Gastón. La poética del espacio . Fondo de Cultura Económica Chile S.A., 1993.
Op. Cit.
28
4. METODOLOGÍA
Para la recopilación, estudio y análisis de la obra narrativa de Francisco
Coloane se tuvo que fragmentar en cuatro etapas que a continuación se
detallarán. Se debe recordar que este estudio se realiza mediante el recaudo,
exploración y examinación de materiales bibliográficos:
a) En primera instancia, una vez elegido el autor, se seleccionó y delimitó
los temas a tratar. Estos son: narradores, personajes y mitos.
b) En segunda instancia, una vez elegido los temas, se comenzó a recopilar
información
necesaria
bibliográfico
consistente
y relevante
para
el
que otorgue
análisis
de
la
un
fundamento
obra
narrativa
coloanesca17. Dentro de los fundamentos bibliográficos se encuentran:
Teoría literaria para cada capítulo componente del estudio y desarrollo
del marco teórico, entre los que se encuentran:
-
Tacca, Óscar Ernesto. “Las voces de la novela : Con este autor se
trabajará el elemento del narrador.
-
Ferrada, Jorge Ricardo. “Los cuentos de Francisco Coloane: Espacios de
realidad y deseo”. Con este autor se trabajará el concepto del
understatement.
-
Fuentes, Carlos. La nueva novela hispanoamericana . Se trabajará con
este autor la definición de mito.
17
Denominación que deriva del apellido Coloane y acuñada por los autores para caracterizar un
discurso constituidos por elementos estéticos propios.
29
-
Paoli, Antonio. El mito en la novela . Al igual que Fuentes, con este
autor se trabajará el elemento de mito.
-
Bachelard, Gastón. La poética del espacio . Con este autor se trabajará
en torno al “Espacio de inmensidad”.
-
Prólogo de Yerko Moretic. “El Chilote Otey y otros relatos”. Se utilizará a
este autor para entregar un conocimiento general a la obra narrativa de
Francisco Coloane.
-
Petreman, David. “La obra narrativa de Francisco Coloane”. Al igual que
en el prólogo de Moretic, se utilizará este material para complementar esl
estudio frente a la obra coloanesca.
Para la revisión bibliográfica y selección del corpus de la tesis se encuentra:
-
Coloane, Francisco. “Cuentos Completos Coloane”.
Como complementos en el recaudo de información se utilizaron otras
fuentes como:
-
Aristos. Diccionario Lengua Española .
-
Web grafía correspondiente que se detallará en la respectiva bibliografía
30
CORPUS DEL ESTUDIO
5. NARRADOR EN EL RELATO
El estudio que se presenta en esta tesis considera relevante abrirlo
desde la mirada del narrador, puesto que es la fuente de entrada al mundo de la
narración.
Es así que introduce al mundo semántico y pragmático que subyace bajo
su mirada.
Se comenzará con algunas apreciaciones sobre los diversos tipos de
narradores enmarcados en la narrativa de Francisco Coloane.
5.1 NARRADOR OMNISCIENTE
El narrador omnisciente todo lo sabe, también conocido para Tacca como
narrador suprasciente al poseer un conocimiento que está por sobre el de los
personajes. El “saber” del narrador tiene como función básica dar a conocer o
contar una historia cuyo motivo esencial en el cuento “La voz del viento” es el
de la locura. Para esto, el narrador describirá por ejemplo, el espacio
psicológico del personaje protagonistas llamado Denis, antiguo carneador. El
narrador omnisciente en su relato transporta al destinatario a un viaje por la
interioridad de Denis, donde el “saber” del narrador es capaz de mostrar la
intimidad del devenir mental de su protagonista. Denis, en este caso, está
fascinado con la idea de matar a cuanta oveja pueda enterrarle el cuchillo, que
31
lo libere de la presión y prisión que lo domina en aquella inmensidad de la
pampa fueguina. Esa unión con el cuchillo, dice el narrador, lo relaciona a la
herramienta de trabajo, haciendo que, en este caso el cuchillo, traspase el
umbral de poseer la función única de utensilio, y se convierta en el compañero
de Denis. Estas señales, entregada en la suprasciencia del narrador, sugieren
en primera, pero no decisiva instancia, el futuro sobre el cual se desarrollará la
acción del cuento. El narrador, entonces, ha mostrado el nudo atado en la
mente de Denis por la nostalgia de su antiguo oficio.
El cuchillo era para Denis como una prolongación de sí mismo, un
sentido más a través del cual recibía secretas vibraciones y placeres.
(La voz del viento: 34)18
La soledad marcada en ese espacio está aportando también que dicha
pareja se sienta alienada del mundo de la comunicación. En este caso, el
narrador está planteando que tres ejes están marcando a Denis: la soledad
expresada en la incomunicación con Lucrecia; la añoranza de una antigua
rutina de cuidar los ovinos y carnearlos, y por último, la locura que se está
apoderando de él al conjugarse los dos primeros elementos.
Si bien, se puede pensar que el narrador nos entrega una visión de
placer físico de este personaje, también se evidencia la parte interna donde la
sed de matanza se sacia con la sangre derramada por la víctima.
Terminada la labor de cada animal, salpicado el rostro de gotas
de sangre se rechupaba los labios gustando el sabor de la sangre fresca
mezclada a su sudor (La voz del viento: 37)19
18
Coloane, Francisco. “Cuentos Completos Coloane”. Edit. Alfaguara. Impreso en España.
1999.
19
Op. Cit.
32
Siguiendo la misma línea que está planteando el narrador, es posible
hallar en la secuencia psicológica contada, lo que en un momento se plantea
como el devenir de Denis, pues en este momento el narrador comienza a
mostrar las sensaciones que va teniendo el personaje antes de ejecutar su
actuar. Pero el narrador nos señala que aquel devenir trata de evitarlo
realizando otras acciones. Esto demuestra que el personaje depende del
narrador y
Otro día, en una crisis, aferrado a todas sus fuerzas al borde del
precipicio, se salvó lanzándose a correr como un loco a través del campo
nevado. (La voz del viento: 39)20
Un leitmotiv21 de los asesinos contados por el narrador, es la sensación
de estar sobre la presa y sentir placer en ella. Se evidencia en la figura del
abismo y la sensación de vértigo. El narrador de la obra coloanesca desarrollará
un arquetipo simbólico con respecto a los estados internos de los personajes
homicidas, siendo sus símbolos la cercanía al abismo y vértigo a los que se
está próximo a caer. En el desarrollo de esta investigación el narrador
representará otros personajes enfrentados a la misma situación bajo la similar
simbología.
Era una especie de vértigo, cual la atracción de un abismo.
Cuando la miraba o pasaba cerca de ella, era como si se acercara a ese
abismo; un pequeño impulso más y, ¡ya!, la hubiera asesinado; pero se
20
Op. Cit.
Un leitmotiv (o leitmotif) es una herramienta artística que unida a un contenido determinado,
persiste a lo largo de la obra de arte como un motivo recurrente presente en ella.
http://es.wikipedia.org/wiki/Leitmotiv
21
33
detenía al borde del precipicio, temblando convulsivamente (La voz del
viento: 38-39)22
Por fin, una noche se precipitó en el abismo: mientras dormía, la
asesinó (La voz del viento: 39)23
Tacca señala que otra característica de la omnisciencia es el uso de
técnicas de narración retrospectiva en la que la voz del contador de Coloane,
adoptará el racconto.
En el desarrollo de su discurso de omnisciencia, el narrador nos revelará,
como característica fundamental de él, detalles del pasado de los personajes
protagonistas, pues según Tacca la omnisciencia también se plantea en la
cualidad de ir y volver del pasado, que será una constante en la narrativa del
autor. En el estudio de Ferrada “Espacios de realidad y deseo”24, el investigador
chileno dice que una técnica del narrador sería la memoria, la cual sirve para
producir ilusoriamente el contacto de lo visto y experimentado, mediante la
remembranza o el recuerdo de un transcurso que se actualiza en un presente
de los personajes. En otras ocasiones, será un supuesto registro de voces
ajenas al narrador del relato, escuchadas hipotéticamente por él.
Desde una perspectiva temática y literaria, observamos aquí un
propósito, esto es, se trata de salvar el núcleo de los fragmentos de vida de los
personajes, lo cual supera la simple articulación en una secuencia narrativa (ida
y venida del pasado al presente) en la medida que reconocemos el relieve de
su significado. El modo de hacerlo, en todo caso, será esa voz que narra o
22
Coloane, Francisco. “Cuentos Completos Coloane”. Edit. Alfaguara. Impreso en España.
1999.
23
Op. Cit.
24
Ferrada, Jorge Ricardo. “Los cuentos de Francisco Coloane: Espacios de realidad y deseo”.
34
cuenta, con la experiencia de lo presencial del recuerdo, en una interlocución
imaginaria que genera esa instancia imaginaria (hablar consigo mismo).
Como se ha dicho, a partir de la técnica racconto incluida en el cuento
“La voz del viento”, narrará la historia pasada en la que se conocieron la pareja
Denis y Lucrecia para
Una noche llegó el gringo Denis borracho, pagó una gruesa suma
a la dueña de la casa, la Cinchón Tres Vueltas, por la exclusividad de
Lucrecia
(La voz del viento: 35)25
En el relato, el racconto es intervenido por una técnica también
retrospectiva, pero caracterizada por una breve extensión, el flash back26.
Recurso que entrega dinamismo al cuento.
En una ocasión en que, junto con la prostituta, pasó a hospedarse
un sujeto con un zepelín de vino y ginebra, hubo casi una reyerta frente a
la puerta de la mujer (La voz del viento: 36)27
Ya en el cuento “El Cururo” la omnisciencia se muestra para simular la
emoción del personaje Subiabre. Lo magnífico del narrador omnisciente de este
cuento es que no sólo demuestra lo que está sintiendo el personaje por el
animal compañero perdido, sino que es él –como narrador- quien demuestra un
25
Coloane, Francisco. “Cuentos Completos Coloane”. Edit. Alfaguara. Impreso en España.
1999.
26
El Flashback (inglés: escena retrospectiva) es una técnica utilizada tanto en el cine como en
la literatura que altera la secuencia cronológica de la historia, conectando momentos distintos y
transladando la acción al pasado. El flashback es una vuelta repentina y rápida al pasado del
personaje. Es diferente al racconto, que es también un quiebre en el relato volviendo al
pasado, pero este último no es tan repentino y es más pausado en lo que refiere a la velocidad
del relato.
27
Coloane, Francisco. “Cuentos Completos Coloane”. Edit. Alfaguara. Impreso en España.
1999.
35
vínculo afectivo con Subiabre, sintiendo lo que era el perro antes del trágico
accidente. Es particularmente en esta instancia en la que la suprasciencia se
hace presente.
¡Oh Cururo ! ¡Qué gran perro había perdido! ¡Si valía más que
todos los miles de ovejas que en piños obedientes tomaban las rutas
señaladas en las campiñas fueguinas su claro y potente ladrido! (Cururo:
116)28
A diferencia de “La voz del viento” en “El Cururo” el racconto dentro de
este cuento, se monta en el remordimiento que siente el personaje por el
abandono de su perro de compañía y trabajo. Es el remordimiento de dejar
abandonado a un compañero de tareas lo que está inquietándolo, pero también
es el llamado de la naturaleza, quien golpea cuerpo y alma de Subiabre.
El caballo color azabache, paletudo y fuerte, galopaba levantado.
El hombro emponchado en su negra manta de Castilla empezó a soñar
con el pasado. La noche y la tormenta caían sobre los cuerpos y las
almas. (Cururo: 116)29
Los recuerdos, a medida que galopaba en su caballo, se hacían más
intensos. El racconto introducido por el narrador omnisciente señala que la
unión del hombre con el animal es total. Lo importante de esta técnica es la
relación que realiza el narrador al comparar el racconto con el sueño; lo sitúa
en la realidad del hombre, quitándole características literarias y atribuyéndole
otras oníricas como una facultad mental.
28
29
Op. Cit.
Op. Cit.
36
Y, como una línea llena de altibajos, Subiabre empezó a recordar,
como en un sueño, la vida de su gran perro desde el día que lo halló
cachorro, gateando entre las matas de pasto coirón, pasto a fuera, como
uno de esos característicos roedores de la isla, de cururos . (Cururo:
117)30
Lo que sucede en el cuento “Tierra del Fuego” del libro homónimo, es la
internación del narrador omnisciente en el sentir interior de los tres personajes
que intentan escapar de la tierra de Popper. La posesión de la voz está ligada a
describirnos la parte interna comparándola con la exterioridad de los
personajes. El pesimismo es lo que desenfunda el narrador para explicar el
sentir de sus narrados.
Era todo derrota, debilidad, aniquilación, tanto dentro de sus
corazones de hombres fugitivos como fuera de ellos, en el desamparo de
la estepa fueguina (Tierra del Fuego: 307)31
Es el espacio inmenso, espacio vacío de la pampa fueguina, quien
promueve que el narrador vea lo que sucede en el interior de los personajes.
Son los recuerdos fugaces que se introducen por medio de los personajes.
Dichos recuerdos de anacronía están entregados por medio del flash back al
igual que en “La voz del viento”, pero con la diferencia de que la omnisciencia
en este cuento se presenta de manera colectiva, pues simultáneamente el
narrador va saltando de pensamiento en pensamiento de Novak, Schaeffer y
Spiro.
30
31
Op. Cit.
Op. Cit.
37
De tarde en tarde, como el fluir de su sangre en esas ondas tibias
e insidiosas, surgían en sus mente fugaces recuerdos de sus andanzas
con el buscador de oro enriquecido en el páramos. El dolor y las rondas
de la muerte traen en cualquier circunstancias la vida así a retazos
(Tierra del Fuego: 308 - 309)32
Es así como Novak comienza con la memoria que le recuerda su pasado
y de cómo había conocido al rumano.
Recordó su primer encuentro con aquel oficial borracho en el bar
de Punta Arenas. (Tierra del Fuego: 309)33
Lo mismo sucede en el cuento “La botella de caña”, donde la inmensidad
de la pampa está incitando que la narración se centre en que los personajes se
entretengan en ese casi interminable caminar por lo parajes con la imaginación
de su pasado.
Pronto el zorrero encuentra el entretenimiento con que su
imaginación viene solazándose desde hace dos años. (La botella de
caña: 430)34
Con la introducción del racconto, el narrador omnisciente prepara para
el devenir del personaje de “chaqueta negra” quien se interna en el profundo
pensamiento del crimen y de cómo actuará en comparación a cómo lo había
realizado antes en el robo de oro al gringo Bevan.
32
Op. Cit.
Op. Cit.
34
Op. Cit.
33
38
y como quien se acomoda en la montura para reemprender un
largo viaje, acomoda su imaginación desde el instante, ya lejano, en que
empezó ese crimen. (La botella de caña: 432)35
La omnisciencia, en conclusión, en la narrativa de Coloane utiliza su
conocimiento en función de mostrar la interioridad de los personajes que
vivencian los sucesos habitados por sentimientos de nostalgia. Destacan en
este aspecto las sensaciones de vértigo y abismo que residen al interior de los
entes ficticios que enfrentan la problemática de matar a otros ya sea por
necesidad impulsiva o ambición.
También el discurso omnisciente, principalmente en la obra “Tierra del
Fuego” se caracteriza por el saber histórico contemporáneo de la Patagonia: los
lavaderos de oro del Sud, los movimientos obreros y los períodos glaciares,
serán acontecimientos que influirán en el desarrollo de los motivos que
impulsan el actuar de los diferentes personajes.
Al
marcar la omnisciencia el discurso coloanesco e introducir
constantemente en sus cuentos la técnica del racconto, el autor está haciendo
un rescate de la oralidad como fuente canalizadora de la memoria humana. Es
esto uno de los fundamentos de la literatura, juntarnos a contar y escuchar
historias.
35
Op. Cit.
39
5.2 NARRADOR Y AUTOR
Para Tacca, al narrador no se le permite la falsedad, ni la duda, ni la
interrogación. Los cuestionamientos dentro del texto de Coloane, que se unen a
la voz de la omnisciencia y no a la de los personajes, está marcada por el
autor, quien utiliza el decir del narrador para presentar dichos cuestionamientos
Dentro del cuento ya mencionado “La voz del viento”, se presenta una
interrogante que no está en voz de un personaje o ente representado, sino que
en uno no representado que indica la voz de la omnisciencia. Pero se debe
recordar lo que postula Tacca. Entonces la pregunta es ¿De quién es esa voz?
Es en esta instancia donde se resuelven las voces de autor y narrador, pues el
primero se interna en la obra interrogando el actuar de Denis en esa
inmensidad.
¿Era criminal nato Denis, o los veinte años de carneador lo
habían convertido en un hombre que sentía la necesidad de matar
diariamente? (La voz del viento: 37)36
El narrador no le responde al autor, pero sí exclama, y para hacer más
fuerte su discurso, postula el motivo de la locura de Denis, la que le sobrevino
en el momento de abandonar tras veinte años de servicio el oficio de carneador,
no pudiendo saciarse ahora matando.
¡No, no era la desolación, la soledad, la angustia blanca de la
nieve solamente! (La voz del viento: 38)37
36
37
Op. Cit.
Op. Cit.
40
El autor, a diferencia del narrador, defiende la postura de Lucrecia –la
mujer-, pero no justifica a Denis, sino que vincula el accionar de éste a
consecuencia de una leyenda que daba noticia de dos muertes anteriores en el
mismo lugar donde ellos comenzaron a habitar, es decir, el autor se cuestiona
desde el punto de vista de la maldición y no de la locura.
¿Estaba maldita esa meseta? ¿La desolación, el desamparo de
aquel paisaje habían entrado en el alma media salvaje de ese hombre,
como un viento envenenado, maleándolo? ¿Así habían perecido los dos
puesteros anteriores? (La voz del viento: 38)38
En cambio, el narrador defiende el goce de Denis, justificando dicha
causa para su placer: locura y necesidad biológica de matar. El narrador es fiel
a su omnisciencia y es en este momento en que se confrontan ambas voces,
pues el narrador se mantiene fiel a lo que había planteado desde un comienzo.
Se defenderá en todo momento de la voz del autor. Pero el narrador también
nos demuestra que Denis posee estados de sensatez, por lo que su locura sólo
es un estado vinculado al medio en el que se está desenvolviendo.
¡No, no era la desolación, la soledad, la angustia blanca de la
nieve solamente! ¡En el cerebro de ese hombre había surgido la idea del
crimen, venida quizás de qué substratos y localizada allí en la nuca con
un dolor punzante! (La voz del viento: 38)39
Trataba de huir, pero el pensamiento lo mordía, lo seguía a todas
partes. (La voz del viento: 39)40
38
Op. Cit.
Op. Cit.
40
Op. Cit.
39
41
El narrador, al tener un grado de conocimiento suprasciente y estar por
sobre el de los personajes puede entonces tener argumentos suficientes para
demostrar su victoria. Es así que señala dentro del texto:
Los sufrimientos de Denis siguieron esta misma trayectoria:
modorra, angustia y locura (La voz del viento: 41)41
Al final de la acción, el narrador metaforiza el relato y compara a Denis
con una oveja, haciendo que la fuerza natural se imponga, pues él comparó a
Lucrecia con un animal por lo que Denis muere misteriosamente como tal.
Trató de correr, como aquella oveja
se tambaleó y cayó
también sobre la estepa inclemente bajo los aleteos de una bandada de
palabras: ¡Denis! ¡Denis! (La voz del viento: 42)42
En contraste, la voz del autor en “El Flamenco”, a diferencia del cuento
anterior, no tiene un conflicto con el narrador, pero si mantiene la postura de
afirmar a esta tierra como misteriosa; es así que su voz plantea:
¿Qué campesino no ha conocido a algún buey solitario que se
aísla para rumiar sus pastos en los bosques, un caballo que sigue a una
niña o un perro que ve a la muerte (El Flamenco:52)43
Esto señala los comportamientos misteriosos que se van presentando en
este espacio de desintegración. De inmediato, aparece el narrador, quien
mantiene también la postura del autor:
41
Op. Cit.
Op. Cit.
43
Op. Cit.
42
42
También algunas tierras son aptas para el misterio e influye en la
conformación de seres y bestias raras que no se dan en otros lugares. La
falda oriental de Tierra del Fuego parece ser una de ellas (El Flamenco:
52)44
La intervención del autor en el discurso del narrador está en primera
instancia cuestionando al orador, a pesar de que este último es omnisciente, y
es en el segundo momento donde aporta y se conjuga con él. Esto se debe a
que Coloane está marcando una postura dinámica en sus relatos, tal como
anteriormente había hecho con los flash back y raccontos, pero en este caso
para reafirmar el estilo de la estructura dialógica que traspasa el umbral del
personaje posesionándose en el del autor, recreando la imagen de que hay
alguien contando y otros escuchando.
5.3 NARRADOR DE CONOCIMIENTO RELATIVO
El narrador de conocimiento relativo es aquel que domina parte de los
acontecimientos y sólo narra aquello que ve y al igual que el narrador
omnisciente no se encuentra representado por un personaje; no emite juicios ni
comentarios acerca de los personajes. En el cuento “La voz del viento” este
narrador parte presentando a los personajes mostrándolos en su cotidianeidad
mirando hacia el paisaje monótono de la Tierra del Fuego.
Lucrecia puso sus manos a modo de pantalla y avizoró la
distancia. Luchando entre el furioso oleaje, una oveja sin ojos avanzaba
44
Op. Cit.
43
contra el viento, seguida de una pequeña bandada de caranchos. (La
voz del viento: 33)45
Una de las características fundamentales de este narrador de Coloane es
que su saber es poético, y por ende embellece la realidad por medio de
metáforas y personificaciones del paisaje, acercándose así al neorrealismo.
El viento mugía sobre la lisa y helada meseta, levantando un
polvillo de nieve hasta dos metros de altura, cerrando los horizontes a ras
de tierra y formando un mar tempestuoso, extraño y ceniciento, cuyas
olas se desflecaban en una plumilla de nieve que se confundía con la
brumosa lejanía. La casita del Puesto Veintidós de la estancia de China
Creek, en la Tierra del Fuego, parecía un desolado y pequeño arrecife en
medio de ese mar de nieve flotante. (La voz del viento: 33)46
Coloane juega con diferentes puntos de vista, haciendo dinámico el
contar de su narrador. Este narrador es en presencia de baja participación, pero
no menos importante, pues su discurso conjuga elementos que encantan al
destinatario por medio de poetizaciones que hacen vivo el paisaje desolado.
5.4 NARRADOR TESTIGO
El narrador testigo es aquel que interviene en la historia como
un
personaje que asume la función de narrar, por lo tanto está representado. No es
el protagonista de la historia, sino un personaje secundario, que sólo cuenta la
historia en la que participa o interviene desde su punto de vista que se
45
46
Op. Cit.
Op. Cit.
44
incorporan para dar credibilidad a lo que se está narrando, característica propia
de la narrativa moderna.
Dentro del cuento “El Flamenco” el narrador está representado por medio
de un testigo, que es un peón, que cuenta de manera anacrónica incorporando
el racconto, un pasaje peculiar de su paso por las praderas magallánicas. Se
complementa también a través del mito de la tierra maldita.
Algún ejemplar extraordinario, cuya existencia nos acerca a los
misterios de la naturaleza, para hacérnosla más inescrutables (El
Flamenco: 52)47
Este tipo de narrador, según la teoría de Tacca, al ser personaje posee
un conocimiento de equisciencia con respecto al saber de los demás
personajes, lo que evidencia que en ciertos momentos se cuestione y tenga
monólogos que inciden en las preguntas del motivo por el cual el caballo se
comporta de tal forma, es así como las posibles respuestas son esquivas, ya
que las observaciones se interpretan a través de las actitudes del caballo
Flamenco.
¿Cuál era la causa de la curiosa actitud de los relinchos y miradas
de este corcel solitario? (El Flamenco: 52)48
Además este narrador intenta ser omnisciente como cualquiera que trate
de revelar lo que la razón no puede explicar. Pero no puede, y sólo supone a
modo de interpretaciones
47
48
las reacciones y miradas del caballo. Tiene
Op. Cit.
Op. Cit.
45
necesidad de tener una solución, aunque esta respuesta habite en una
dimensión no lógica, donde la única salida es el sentimiento del caballo, para
vengarse frente al degollamiento de los potrillos de su cuadrilla.
Entonces, ante el chorro de sangre que saltaba a borbotones, los
ojos del alazán se encendían, enarcaba el cuello y piafaba, haciendo
retumbar el suelo con los cascos
(El Flamenco: 55)49
A veces, uno, sin quererlo, mira a los animales, a la naturaleza
misma, como preguntándoles algo y ellos, al parecer, nos devuelven la
mirada inexpresivamente, pero una corriente se establece, algo ocurre en
nuestras mentes, una luz se mueve, y descubrimos lo que buscábamos,
aunque no sea más que la paz de nuestras propia inquietud. (El
Flamenco: 63)50
Un narrador similar se encuentra en el cuento “El caballo de la aurora” el
cual presenta diferentes formas de contador, entendido como la voz que cuenta
el cuento. En este caso, lo testigo se evidencia en el momento en que aquel
personaje está presente en la agitada llegada del caballo.
Todos abandonamos nuestro almuerzo en el comedor chico de la
estancia y corrimos a ver lo que sucedía. (El caballo de la aurora: 339)51
Después, su segunda aparición como testigo está enmarcada en el
momento en que encuentra a Handler y presencia lo que éste hace, siendo este
personaje parte del cuadro, pero no de la acción.
49
Op. Cit.
Op. Cit.
51
Op. Cit.
50
46
Recogió un buen puñado de bosta seca del suelo y luego otros
arrojándoselos a la fogata. (El caballo de la aurora: 343)52
5.5 NARRADOR PROTAGONISTA
El narrador protagonista es el personaje central, quien nos relata su
propia historia, lo que le ocurre, lo que hace y lo que siente. Coloane en uno de
sus cuentos denominado “El Páramo” marca mucho la acción de este tipo de
narrador, pues es en este relato donde predomina el discurso protagonista.
El narrador de este cuento posee un campo semántico que se establece
en su voz, lo cual lo hace desintegrarse del mundo occidental, y lo sitúan
distintivamente en la utilización de vocablos de la pampa misma, tales como:
conejillo deslavado, perro flaco, pichón de capataz…
Un “Jackeruse” es el protagonista, el cual está más cercano a la cultura
urbana de un pueblo, lo que hace que sus compañeros se burlen de él. Este
jackeruse debe sufrir una desintegración para adaptarse a esta nueva tierra, lo
cual se explica desde el punto de vista del misterio, la magia y el mito que se
demuestra
el grito de un guanaquito “chulengo” que anuncia una posible
desgracia.
yo era uno de esos bribonzuelos de dieciocho años
que
despectivamente llaman en jerga inglés-patagónica un jackeruse, uno
que sirve para todo: medio peón, medio ovejero, alambrador, etcétera, es
decir, pasar por todos los oficios para llegar a ser, andando el tiempo,
52
Op. Cit.
47
capataz de peones, capataz de ovejeros, de sección, de estancia y, si la
suerte lo acompaña, hasta administrador. (El Páramo: 83-84)53
De manera similar es lo que sucede con el personaje del cuento “El
caballo de la aurora” mencionado anteriormente, el cual también en un
momento asume la postura de protagonista en la búsqueda del trabajador
perdido.
-¡No, iré yo! Me interpuse. (El caballo de la aurora: 340)54
La voz protagonista no es muy asidua en los relatos de Coloane, pues el
discurso de Coloane hace situar al narrador desde fuera de la historia, en un
narrador no representado que pueda explorar la parte interior de los personajes
para que así el destinatario pueda entender cómo aquello personajes se sienten
en esta tierra despoblada de hombres, pero poblada de magia. Pero este tipo
de narrador, sí le sirve a Coloane para promover el rescate de la memoria, del
recuerdo, de la experiencia.
5.6 UNDERSTATEMENT
Dice Jorge Ferrada, parafraseando a Petremann en “Los cuentos de
Francisco Coloane: Espacios de realidad y deseo” Coloane tiene un modo
especial de informar al lector : causa que éste busque dentro de sí. Coloane lo
conduce a cierto lugar, sin decirle todo
53
54
Es un genio del understatement .
Op. Cit.
Op. Cit.
48
Sabe decírnoslo todo sin decirlo. No dice lo suficiente, pero en el análisis final sí
lo es (Los cuentos de Francisco Coloane: Espacios de realidad y deseo: 47).55
En “El Cururo” el narrador nos muestra un cuadro, donde vemos al gringo
Mac semimuerto, echado sobre su cama. Coloane juega con esto dejando
pistas, muy analógico a lo que establece en el relato policial, por lo que el lector
debe reconstruir a modo de puzzle los fragmentos de una historia desarmada.
En el relato, el primer encuentro de violencia que anunció el narrador fue el de
los cachorros con las cabezas reventadas. Y todo esto llega al punto máximo
cuando se presenta a la perra estrangulada, al hombre borracho, la postal
obscena, lo que da como resultado un cuadro…
y más allá, arrojado junto a la puerta, como un saco viejo, el
cuerpo de la perra estrangulada, pateada
(Cururo: 122)56.
El hombre avanzó con la mirada, prado en medio de la pieza,
junto a un banco caído en la lucha. Por último, los ojos, desde su altura,
fueron pasando por sobre aquellos cuerpos, por sobre aquel cuadro,
como pasa el fanal de un faro rodando sobre la superficie del mar en
noches tempestuosas, barriendo las sombras, hasta que se detuvieron
un instante, sin expresión, en el detalle de una postal obscena, clavada
solitaria, en el centro de la pared gris, y el ovejero salió con pasos lentos
de la casa
(Cururo: 122)57.
Coloane nos entrega otro elemento para tratar de reconstruir la familia de
Cururo, el cual sería:
55
Ferrada, Jorge Ricardo. “Los cuentos de Francisco Coloane: Espacios de realidad y deseo”.
Edit. Universidad de Santiago de Chile. Impresos LOM, 2004.
56
Coloane, Francisco. “Cuentos Completos Coloane”. Edit. Alfaguara. Impreso en España.
1999.
57
Op. Cit.
49
salía por los campos a vagar; en sus venas corría tal vez
sangre de algún perro errante a quien su trágica madre se entregó en
(Cururo: 124)58
una tarde de amores sobre la pampa
Lo mismo ocurre en el cuento “Tierra de olvido”, en el cual el
understatement se presenta en el tema de la desintegración de los personajes,
que sobreentendiéndolo sitúa este tema en el poder de la naturaleza por arrasar
contra todo hombre que atente a ella. Para que la naturaleza acepte al hombre,
éste se debe “desoccidentalizar” pues de esa forma ella integra al hombre como
uno más de sus elementos.
detrás de nosotros, empezaron a repechar las primeras
sombras de la noche, y poco a poco todo se fue poniendo oscuro y
apretado como un solo corazón; como el pétreo corazón de esa
naturaleza desintegrando hasta la última brizna humana en su milenaria
desintegración (Tierra de olvido: 412)59
Así
también
el
personaje
Clifton,
reitera
el
discurso
del
sobreentendimiento, pues uno de los personajes deja en claro, que éste no
hablaba más de lo necesario, ya que todo se explicaría por medio del curso
natural a medida que se incursionaba en aquel páramo.
Clifton, a cuya pequeña estancia en el interior del Baker nos
dirigíamos, nunca se adelantaba a explicar o señalar nada. Dejaba que
las cosas se explicaran por sí solas
(Tierra de olvido: 412)60
58
Op. Cit.
Op. Cit.
60
Op. Cit.
59
50
Finalizando, Coloane ha utilizando esta técnica para hacer de la
narración una dinámica. Incluye la característica de la novela contemporánea,
en la cual el autor tiene la concepción de que el lector es activo y constante en
la participación hacia la construcción narrativa; muy similar al final abierto.
51
6. MITO EN EL RELATO
6.1 EL MITO
Para Carlos Fuentes el mito representa una convención que busca ser
totalizante respecto a la realidad. Totalización denominada mito, forma paralela
a la realidad, en la que según Fuentes se reconoce la mitad oculta, pero no por
ello menos verdadera, de la vida, como el significado y unidad del tiempo
disperso. (La nueva novela hispanoamericana: 19) 61 Pues el tiempo mítico es
atemporal, no tiene representación para la historia, no está reconocido, pero
ejerce una fuerza misteriosa e inexplicable sobre los acontecimientos, fuerza
que para el profesor Antonio Paoli es expresión de una realidad superior
62
. (El
mito en la novela: 149)
El discurso del chilote reitera esa construcción atemporal, para explicar
en ciertas instancias lo que está sucediendo en y con el hombre inserto en la
naturaleza inhóspita de la isla fueguina; en ese territorio, como dice David
Petremann, privilegiado en el cual son abolidas las leyes, donde el tiempo se
detiene. Lo que si prevalece en ese mundo perdido y olvidado es una existencia
rica y profunda; una existencia del hombre que busca y muchas veces las
encuentra sin buscarla, sus raíces primitivas.
Tierra de Fuego y Patagonia se postulan como espacios primitivos por
excelencia: se preservan vestigios de los remotos tiempos de la glaciación, aún
no ha llegado la tecnología y en sus pampas y canales todavía es posible
61
62
Fuentes, Carlos. La nueva novela hispanoamericana . México, 1969.
Paoli, Antonio. El mito en la novela . Tramas 13. UAM-México: 1998.
52
encontrarse con sus más antiguos habitantes, los Onas y Yaganes. La
Patagonia es el último bastión salvaje que la civilización aún no ha controlado.
Los mitos se identifican y categorizan dentro de la narrativa coloanesca,
por el impacto de una realidad inexplicable, que enfrentan los personajes, y que
impregna el espacio con el que conviven y al que no pertenecen.
6.2 MITO DE LA TIERRA MALDITA
En La voz del viento , cuento con el que se abre y funda el espacio de la
pampa fueguina en
Cabo de Hornos , aparece Lucrecia; ex meretriz
proveniente del pueblo argentino de Río Grande, quien abre la narración
profiriendo maldiciones sobre el lugar al que su conviviente la ha traído a vivir.
Al ver a una oveja, que víctima de las aves de rapiña ha perdido sus ojos,
Lucrecia exclama desesperada:
-¡Hasta los pájaros se vuelven fieras en esta tierra maldita!
dijo
la mujer del puestero, sacudiéndose la nieve en el umbral del rancho.
(La voz del viento: 33)63
Nótese, en la cita anterior, la presencia de la conjunción
Hasta
indicando que el efecto de lo maldito se ha extendido a los cielos llegando
incluso a afectar a las aves de la zona. Será el espacio fueguino, el que según
la mujer, determinaría los malos comportamientos que dominan a los que lo
habitan. Indirectamente Lucrecia relacionará el extraño comportamiento de su
marido con aquel mito:
63
Op. Cit.
53
¡Todo se vuelve malo en este peladero! Tú hace días que andas
dando vuelta con el cuchillo en la mano sin tener ya que degollar; me das
miedo cuando me miras tan fijamente y te veo recorrer, con la yema de
los dedos, el filo de tu descuerador. (La voz del viento: 33)64
El narrador omnisciente del relato justificará las palabras de Lucrecia al
mencionar la trágica tradición, a modo de leyenda, que se cuenta del puesto en
el que el matrimonio convive. Sin comprometerse con el mito, quien narra
señala dos trágicos acontecimientos anteriores a la llegada de Denis y Lucrecia
acaecidos en el puesto, donde los motivos son la locura y el suicidio y que el
understatement característico del autor nos lleva a relacionarlos con los efectos
malditos de la tierra en los que tales motivos pasan a convertirse en sus
consecuencias.
El Puesto Veintidós tenía, además, una trágica tradición: un
escocés se había vuelto loco y un chileno se había suicidado colgándose
del cielo raso (La voz del viento: 38)65
Finalmente la trágica tradición señalada por el narrador cobra vigencia:
Denis ha matado a Lucrecia a sangre fría, la misma que le había permitido,
durante toda su vida, degollar y descuerar ovejas en los frigoríficos de
Magallanes. Para Lucrecia se habrían corroborado las sospechas: Denis estaba
maldito y por culpa del peladero habría acabado con ella. Mito y locura se
conjugan en los últimos párrafos. Posterior al crimen Denis comenzará a oír
extraños sollozos, como si fueran las murmuraciones de la voz del viento.
64
65
Op. Cit.
Op. Cit.
54
Empezó por escuchar otro rumor dentro del rumor del viento (
)
Ahora venía en el viento algo así como el sollozo de una mujer que hacía
estremecer a Denis (
) poco a poco ese lengüeteo plañidero se fue
precisando y, de pronto, una noche, Denis, loco de temor, oyó
claramente pronunciar su nombre:
¡Denis! ¡Denis!, era la voz de su mujer asesinada. (La voz del
viento: 40)66
Al avanzar en el desenlace estos soplidos naturales se personificarán, y
como una maldición, portarán la voz de Lucrecia. El viento al tomar la voz de
Lucrecia se personifica para actuar malditamente y ejecutar la justicia que
acaba con Denis corriendo a tumbos por la pampa abierta increpado por
aletazos de una bandada de palabras.
Tanto en El Flamenco como en Palo al medio , Perros, caballos,
hombres y La botella de caña , el mito de la tierra maldita cobra otro sentido,
distinto al de La voz del viento . En estos relatos, el mito maldito tiene
antecedentes más telúricos y se encuentra relacionado con los motivos de
arraigo y desarraigo de la isla.
En El Flamenco la nostalgia que siente el narrador por la isla lo lleva a
recordar la historia de un peculiar caballo llamado Flamenco. En la introducción
señala la incomodidad de otros, para expresar la propia incomodidad que siente
al haberse radicado en otro lugar. Hace alusión a una “extraña sugestión que
producen las tierras australes y que provoca en quienes han partido, su regreso
a esos lares de fin de mundo, algunos años después. Un embrujo particular
anida en el alma de quienes dan la espalda a la pampa fueguina:
66
Op. Cit.
55
Los hombres mismos sufren la extraña sugestión de esas tierras y
no se acostumbran a vivir en otras partes. He visto muchos maldecir al
partir, y regresar años después, declarando que no han podido vivir en
otras regiones
(El Flamenco: 53)67
Y lo mismo sucede en Palo al medio con Germán Vázquez quien Se
sintió atraído por la tierra. Los nacidos en la isla, quienes vivieron mucho tiempo
en ella vuelven allí a dejar sus huesos al final de la existencia. (Palo al medio:
92)68 y con un extranjero que luego de pasar algún tiempo en su natal Escocia
regresa, ya en la vejez, a la Tierra del Fuego
el conocido caso del viejo Mackenzie, carrero de la estancia
Herminita, que habiendo heredado una cuantiosa fortuna en Escocia,
colgó las riendas para ir a gozar de sus riquezas en su patria; pero al
cabo de dos años apareció de nuevo en Tierra del Fuego y terminó sus
días de viejo recorriendo las llanuras orientales de la isla, en dos
caballejos tan blancos como sus barbas (Palo al medio: 93)69
Mientras que en La botella de caña el mito de la tierra maldita es
conocido por uno de los personajes, pero utilizado con el doble propósito de dar
a conocer al destinatario las intenciones criminales de su protagonista hacia un
humilde zorrero chilote.
-¡Buena cosa dicen que la Tierra del Fuego tiene maleficio!
¡Siempre le pasa algo al que se quiere ir! (La botella de caña: 438)70
67
Op. Cit.
Op. Cit.
69
Op. Cit.
70
Op. Cit.
68
56
En Tierra del Fuego , del libro homónimo, el mito de la tierra maldita
adquiere características infernales al fundar en el lado oriental de la isla un
espacio de codicia, muerte y sufrimiento: “El Páramo . Es el rumano Popper
quien compara su sangriento imperio del fin del mundo con el infierno. El fuerte
del Páramo es una sucursal del averno, en el que su rey es el mismo diablo
colgó a tres o cuatro individuos en los postes que marcaban los
linderos de sus pertenencias, poniéndoles un letrero que decía: Lasciate
ogni speranza voi ch entrate , la frase de Dante que advertía a los
humanos que perdieran toda esperanza al traspasar los umbrales del
infierno. (Tierra del Fuego: 327)71
6.3 MITO DE LA CONCIENCIA DE LA NATURALEZA
Según el diccionario, se entiende por conciencia aquel “conocimiento
interior del bien que debemos hacer y del mal que debemos evitar
72
. En ciertos
cuentos de la obra coloanesca la naturaleza expresa su conciencia a través de
elementos como el viento y la nieve, y ella en sus expresiones entrega
conciencia a los personajes. El mito de la conciencia de la naturaleza es
transformativo sobre la personalidad de los personajes, y en ciertos casos su
expresión mítica provoca la reflexión en ellos impulsándolos a efectuar actos de
bondad.
71
72
Op. Cit.
Aristos. Diccionario Lengua Española . Edit. Sopena. España, 1995.
57
En
El Cururo es posible apreciar la influencia del mito sobre la
caracterización de los personajes: la escarcha amansa y el viento ventila los
humores. Escarcha y viento, elementos fríos que entregan esa cualidad a la
conformación de la personalidad de los hombres del cuento. En este caso no se
evidencia conciencia, pero si una influencia sobre el carácter que permite
diferenciar a estos personajes de Subiabre, quien narra su relación con un fiel
compañero de trabajo a quien perdió trágicamente, el perro pastor Cururo.
Hombres rudos, solitarios, amansados por la dura caricia de la
escarcha, del filoso carámbano; ventilados de todo humor por el fuerte
viento de la pampa, que de una hilacha hace un nudo, y de ese nudo, un
arma
(Cururo: 116).73
Cururo ha quedado abandonado debajo de una cueva de nieve. Subiabre
junto a los demás hombres ha continuado su camino galopando bajo la
ventisca, pero será la naturaleza la que le provoque un cambio de conciencia.
Subiabre toma rumbo contrario y regresa a rescatar a su compañero cuando la
nieve y el viento parecen haberle golpeado el alma. Son las ventanas del alma,
sus ojos, los que han dejado pasar una brisa de remordimiento que lo impulsa a
ir por Cururo
A tiempo llegó aquel huascazo de nieve y viento a los ojos
Ya
no volvería a cruzar esa meseta hasta encontrar a Cururo, y no lo dejaría
olvidado, como lo había hecho, para pasto de las aves de rapiña en la
primavera
73
74
(Cururo: 116)74
Op. Cit.
Op. Cit.
58
Mientras Subiabre viaja en busca de Cururo comenzará a recordarle
desde el primer momento, cuando lo encontró en medio de la meseta fueguina.
Es una nostalgia angustiante que la noche y la tormenta agraven aún más.
También en su alma hay espacios de oscuridad y frío, y la tormenta gatilla en su
conciencia, amorosos recuerdos junto al amigo.
El caballo color azabache, paletudo y fuerte, galopaba levantado.
El hombre emponchado en su negra manta de Castilla empezó a soñar
con el pasado. La noche y la tormenta caían sobre los cuerpos y las
almas. (Cururo: 116)75
El mito de la conciencia de la naturaleza ha provocado en Subiabre un
remordimiento tal que ha tenido que regresar, varios kilómetros, por el cuerpo
de Cururo. Gracias a la nieve y al viento ha reconocido el bien que debía hacer
y ha evitado el mal: ha dejado a sus compañeros de viaje para encontrar el
cuerpo sepultado. La naturaleza en su conciencia se enrarece, se detiene la
tormenta y la nieve cae ingrávida junto a los primeros destellos del día sobre la
pampa fueguina
Subiabre penetró en la excavación sacó el cuerpo de Cururo, se
lo echó al hombro, y con el querido fardo a cuestas avanzo hacia donde
estaba su caballo. Partiera con la cabeza gacha, seguía sus pisadas. El
viento pareció detener sus bufidos, la nieve se enrareció y cayó
ingrávida, acompañado al extraño cortejo. La noche terminaba y con ella
la tormenta. (Cururo: 129)76
75
76
Op. Cit.
Op. Cit.
59
En La botella de caña relato de la obra Tierra del Fuego nuevamente
el mito de la naturaleza de la conciencia revierte el posible final sangriento del
relato: en el momento en que todas las condiciones se conjugaban para realizar
el crimen perfecto, una racha de viento, mengua el deseo.
Y ese fuerte viento del oeste, que todas las tardes sale a limpiar
el rostro de la Tierra del Fuego, orea también esta vez a esa dura faz, y
barre de esa mente el último vestigio de alcohol y de crimen. (La botella
de caña: 440)77
6.4 MITO DE LA URBE DESTRUCTORA
Este mito es un motivo recurrente en la narrativa coloanesca y aunque se
le dedican breves líneas dentro de los cuentos, el conflicto de la aldea / ciudad,
o más bien, el de la pampa / pueblo parece, de alguna manera, cruzarlos
invisiblemente a todos. En voz de los personajes se conoce el desprecio por el
pueblo, relacionado éste con debilidad e inutilidad. El mito se dirige a la
imposibilidad de trasladar el espacio salvaje y sus beneficios al pueblo, y
viceversa. Una cita de Tierra de olvido alude directamente a este imposible:
¡Cómo pudiéramos llevar la civilización a la naturaleza y la
naturaleza a la civilización! (Tierra de olvido: 413). 78
77
78
Op. Cit.
Op. Cit.
60
En el Palo al medio el tiempo de residencia en la pampa ha mejorado la
vida de uno de sus personajes: De mozo poblano, imberbe e inútil, se había
convertido en un hombrunazo dominador de esa naturaleza agreste. (Palo al
medio: 92)79.
La vida en una naturaleza agreste y carente de toda comodidad y
tecnología citadina reviste al hombre con nuevos bríos.
En Palo al medio dos buenos amigos ven quebrada su amistad por el
viaje de uno de ellos a la ciudad de Punta Arenas. Abandonar un amor, al otro
lado del Estrecho de Magallanes, es motivo suficiente para que el ánimo alegre
y vivaz del enamorado, pase a convertirse, de un momento a otro, en uno más
sereno
-Te noto muy alegre y cambiado. Tú que generalmente te lo
pasas como caballo prendido, traes una risa que se te sale por los ojoscordialmente, continúa-¡cuidado! Las ciudades hacen cambiar a las
gentes . (Palo al medio: 94)80
Es el narrador quien explica el mito, confirmando al espacio campo /
pampa como espacio superior al de la urbe, al no existir en aquel mayores
complicaciones
el campo no promueve complicaciones, más bien las aquieta.
La ciudad cambia las gentes , era una vieja y sabia sentencia
campesina. (Palo al medio: 96)81
79
Op. Cit.
Op. Cit.
81
Op. Cit.
80
61
6.5 MITO DEL FUEGO
En la obra de Coloane el fuego se presenta, en una primera instancia,
como elemento esencial de supervivencia. En los fríos parajes de la pampa los
“lengüetazos” de las llamas dan calor al cuerpo y permiten la cocción de
alimentos luego de toda una jornada de arreo. Y en segunda instancia, el fuego
se convierte en punto de reunión que enciende la memoria de los hombres que
convergen a su alrededor para narrar sus antiguas anécdotas. Coloane nos
demuestra, en la relación que los personajes tienen con el elemento que las
llamas que prende el hombre en medio de la pampa son las mismas que
millones de años atrás abrigaban las cuevas y encendían en la memoria los
recuerdos de heroicas cacerías.
Es en El Páramo donde se encuentra una primera mención a este
elemento. Los hombres han encendido una fogata luego de toda una jornada de
arreo. El más viejo de ellos, Lara, se dirige en tono sarcástico al joven inexperto
(Jackeruse) afirmándole que en los pueblos el fuego es un elemento al que no
se le da relevancia.
- El pueblero no sabe nada del calor del fuego ni conoce la lindura
de una fogata- dijo Lara, como dirigiéndose a mí, que, a pesar de mis
años de campo, siempre era considerado el más cercano a la ciudad . (El
Páramo: 84)82
82
Op. Cit.
62
Entonces, al calor de esas llamas los personajes se reúnen y será el
antecedente que introducirá al racconto de Lara
nos sentamos alrededor del fuego a consumir unos mates, y
nos fue invadiendo esa paz inexpresable, melancólica y a veces
angustiosa que sobreviene a poco de entrada la noche en los desiertos .
(El Páramo: 84-85)83
En El caballo de la aurora el fuego alcanza ribetes primitivos. Handler
ha iniciado una fogata, de manera rudimentaria, al interior de la Cueva del
Milodón, y en torno a ella Coloane construirá una narración que nos
transportará a los primeros tiempos de la Patagonia
Recogió un buen puñado de bosta seca del suelo y luego otros
arrojándoselos a la fogata. (En el caballo de la aurora: 343)84
El fuego crea una atmósfera de misterio al interior de la cueva que
desdibuja el rostro del personaje, su sombra y a la cueva misma. En esta cita
Coloane prepara el espacio para que Handler introduzca su delirante relato a
través del tiempo
La pequeña hoguera seguía luchando débilmente con las
espesuras de la caverna, iluminando a trazos el delgado rostro de
Handler y haciendo bailar confusamente su silueta contra la pared
rocosa, de cuyo techo colgaban las estalactitas con grandes lágrimas
fantasmales. (En el caballo de la aurora: 343)85
83
Op. Cit.
Op. Cit.
85
Op. Cit.
84
63
El fuego enciende la memoria y Handler hipnotizado por su luz
comenzará un relato que transporta al destinatario a los primeros tiempos de la
Patagonia, cuando el hombre convivía en medio de enormes bestias.
y él habló con una voz también lejana y perdida, mientras
miraba atentamente el fuego, como si fuera otra letra que le comunicara
algo, entreabriendo remotas sombras del pasado. (En el caballo de la
aurora: 344)86
Coloane cierra el cuento introduciendo el fuego moderno, el que a pesar
de estar dentro de una estufa conserva las mismas características de ese que
se enciende en medio de la inmensidad fueguina
el fuego, aunque oculto y domesticado entre sus paredes de
hierro, seguía lengüeteando desordenadamente. (En el caballo de la
aurora: 357)87
6.6 MITO DE LA TIERRA INCÓGNITA
El mito de la tierra incógnita es particular en el discurso coloanesco.
Dentro de los cuentos en que los acontecimientos transcurren en la pampa, sólo
se le aprecia en El Páramo y responde más bien al impacto que sienten los
personajes al enfrentarse a un espacio desconocido e indómito. La costa
oriental de la Tierra del Fuego, se asemeja a otro planeta
86
87
Op. Cit.
Op. Cit.
64
Todo parece estar muerto allí, o ser el comienzo o término de un
extraño planeta; pero lo más raro es la lengua de tierra, arena y piedra
que se interna extraordinariamente mar adentro: el Páramo, curiosa y
delgada prolongación en el mar da su nombre a toda esa zona costera.
(El Páramo: 85)88
Una connotación aún más mágica y misteriosa adquiere este sector del
mundo fueguino al no aparecer representado en ninguno de los mapas
conocidos por el narrador
El viajero que por primera vez atraviesa la Tierra del Fuego y
llega a esa parte del Atlántico se encuentra con que en el medio de el
hay una isla que no figura en las cartas, pero sus ojos se vuelven más
asombrados aún cuando descubre que la isla se va prolongando en un
delgado lomo blanco
(El Páramo: 85)89
El Páramo se asemeja a un mundo muerto, a un trozo de planeta donde
se percibe una sensación extraña, casi de ingravidez, sensación que atemoriza
a quien narra.
lo que no me dejó avanzar fue aquel silencio impresionante esa
sensación de encontrarme fuera o al borde de un mundo, en una costa
donde el océano está paralítico, estancado, y hasta los monstruos
marinos, las aves y hasta los guanacos mismos sólo van para morir.
Creo que he sido el primer hombre que ha pisado este pedazo de mundo
muerto, pues ningún ovejero igualaba mis deseos de vagar, por lo que
jamás habrían cruzado todas las alambradas y dunas para llegar hasta
88
89
Op. Cit.
Op. Cit.
65
los linderos de este trozo de planeta incrustado en la mitad de la costa
oriental de Tierra del Fuego. (El Páramo: 86)90
Pero Coloane nos demuestra que el mito de la tierra incógnita también
llega más allá de la isla fueguina, precisamente más al sur, a la isla Navarino
donde el mito alcanza mayores expresiones mágicas mezclándose con el
mundo mítico indígena.
donde viven los Yaganes, tierras que recorrí en mi juventud, y
empiezan a verse luces extrañas en las tardes y en las alboradas: las
corrientes cambian de golpe su curso, las brújulas bailan, los imanes no
sirven y hasta los mejores marinos se pierden. (El Páramo: 86).91
6.7 MITO DE LA DESINTEGRACIÓN
El mito de la desintegración es fundamental para entender la obra de
Francisco Coloane. Hace referencia a la desintegración del mundo occidental
provocada por la permanencia de los personajes en una tierra indiferente a la
modernidad y sus ideas progresistas. El mito demuestra la fuerza intrínseca de
la Patagonia Austral que en las expresiones de su naturaleza salvaje es capaz
de borrar con todo antecedente urbano / occidental para luego reintegrar a su
espacio, a quienes desintegra, con nuevos atributos más congruentes al
ambiente patagónico. En “El caballo de la aurora” se dice de Handler Era un
hombre demasiado culto y delicado para el rudo ambiente de la Patagonia
(En el caballo de la aurora: 340)92 Pero es en “Tierra de olvido” donde el autor
90
Op. Cit.
Op. Cit.
92
Op. Cit.
91
66
dedica todo el relato a postular el mito desintegrador. Coloane nos señala que
la naturaleza tiene un corazón pétreo que transplanta a los hombres.
detrás de nosotros, empezaron a repechar las primeras
sombras de la noche, y poco a poco todo se fue poniendo oscuro y
apretado como un solo corazón; como el pétreo corazón de esa
naturaleza desintegrando hasta la última brizna humana en su milenaria
desintegración (Tierra de olvido: 412)93
El mito de la desintegración parece recordarle al hombre su unión con el
universo que lo rodea ayudándole a recuperar su esencia primal perdida, a
modo de simplificación aquella que le permite sobrevivir en un medio que
parece hostil.
la naturaleza primero lo desintegra a uno, y luego lo integra a
ella como uno de sus elementos. En la primera etapa parece que se
fuera a desaparecer, algunos perecen, y en la segunda se renace con un
segundo vigor; así tal vez selecciona y destruye lo que más le
conviene. (Tierra de olvido: 413) 94
Los cambios que produce este mito de la desintegración son bien
ejemplificados a través de la experiencia que cuenta uno de los personajes que
la vivenció
Comencé por perder el hábito de leer; los asuntos de los libros
me parecían vanos, insignificantes, y prefería al pensamiento más
profundo de Platón el rumor de una hoja. Enseguida, dejé de reflexionar
93
94
Op. Cit.
Op. Cit.
67
y casi de pensar. Estaba anonadado. Era cruel. Luego me di cuenta de
que los pensamientos que se habían alejado de mi mente estaban siendo
reemplazados por otros, y empecé a resurgir, pero a través de una
transformación fundamental de esas facultades. (Tierra de olvido: 413)95
95
Op. Cit.
68
7. PERSONAJES EN EL RELATO
7.1 LA INMENSIDAD DEL ESPACIO EN LOS PERSONAJES
Los personajes dentro de la narrativa coloanesca son muy variados
físicamente: altos, bajos, delgados, jóvenes, ancianos, y además de diversas
nacionalidades o lugares: ingleses, escoceses, australianos, argentinos,
chilenos y chilotes. Dentro de toda esta diversidad estética, a la cual Bartolomé
Soler supo graficar a la perfección en su novela “Karú-Kinká como un “enjambre
humano”, es posible encontrar un elemento que hace que todos ellos posean
algo en común, lo cual vendría siendo la influencia del espacio en el que están
inmersos: La Patagonia. Un lugar inhóspito, desolado, de gran amplitud, pero
por sobre todo carente de tecnología y de grandes urbes, lo que hace que estos
“seres” pierdan características como la socialización, la cordura y, muy
importante, el rumbo de sus vidas. Según Gastón Bachelard estos estados de
los personajes son provocados por lo que denomina “espacio de inmensidad”,
el que expresa de la siguiente manera:
No hace falta pasar mucho tiempo en el bosque para
experimentar la impresión siempre un poco angustiada de que nos
hundimos en un mundo sin límite. Pronto si no se sabe a dónde se va,
no se sabe tampoco donde se está. (La Poética del Espacio: 222)96
Esta sensación de extravío, de sentirse sin rumbo, en este espacio que
tienen en común los personajes y al cual se conoce como la “pampa fueguina”
hará que se inculquen en ellos valores determinados y comunes como:
96
Bachelard, Gastón. La poética del espacio . Fondo de Cultura Económica Chile S.A., 1993.
69
desolación, codicia y en algunos casos la locura. Todos estos elementos harán
que el destino del hombre sea el ser un reflejo o un espejo de esta inmensidad.
Bachelard citando a Baudelaire señala:
la inmensidad viene a tomar
conciencia de ella misma en el hombre. (La Poética del Espacio: 234) 97
A continuación identificaremos cómo la inmensidad del paisaje influye en
los personajes de Coloane:
7.2 LA LOCURA POR INFLUENCIA DEL ESPACIO INMENSIDAD
Como bien fue mencionado anteriormente, el espacio determina
conductas en los personajes, haciendo que se generen en ellos formas muy
particulares de actuar o de comportarse. Un caso muy particular es el que
sucede en el cuento “La voz del viento”, en la que el protagonista Denis es
trasladado a una casita de la alejada estancia China Creek, la que posee
antecedentes trágicos por parte de las personas que habitaron ese lugar, pero
por sobre todo lo que más pesa en los personajes es su lejana ubicación en
medio de la nada.
La casita del Puesto Veintidós de la estancia China Creek, en la
Tierra del Fuego, parecía un desolado y pequeño arrecife en medio de
ese mar de nieve flotante (La voz del viento: 33)98
Va a hacer un año que estamos casados, vivimos en un puesto
donde no cruza un alma, y tú siempre durmiendo con tu cuchillo y tu
dinero debajo de la cabecera (La voz del viento: 35)99
97
Op. Cit.
Op. Cit. Cuentos completos Coloane.
99
Íbidem
98
70
Esta soledad que se apodera del personaje Denis, hace que en él se
vayan produciendo unas sensaciones extrañas, más específicamente la
añoranza de matar; todo esto por su antigua vida de carneador, sumado a la
nula comunicación que tiene con su pareja dará como resultado que él
comience a tener alucinaciones, demostrando así el primer indicio de una locura
que irá en aumento.
Esta soledad, que un hombre soporta frente a la naturaleza,
parece aumentar o transformarse en una cosa angustiosa cuando, en
medio de la inmensidad tienen que vivir dos seres que no se entienden.
(La voz del viento: 37)100
Porque desde que dejó de degollar, al ser trasladado al puesto,
sintió todos los días que algo le faltaba; tomaba su cuchillo y, a solas,
dibujaba cortes en el aire y garreaba animales imaginarios. (La voz del
viento: 37)101
La locura del personaje ya ha comenzado a desarrollarse por todos los
antecedentes presentados, y como bien se dijo ese será sólo uno de los tantos
hechos que reforzarán esta idea. Debido a que Denis tiene algo que le corroe
en su inconsciente, y es la necesidad de matar, estas ansias que sólo se verán
resueltas cuando su cuchillo logre su propósito: el de matar a su mujer. Este
hecho puntual marcará el camino sin retorno de un estado de locura total para
él.
100
101
Íbidem
Íbidem
71
¡No, no era la desolación, la soledad, la angustia blanca de la
nieve solamente! ¡En el cerebro de ese hombre había surgido la idea del
crimen, venida quizás de qué substratos y localizada allí en la nuca con
un dolor punzante! (La voz del viento: 38)102
Producto de este crimen Denis pensó haberse liberado de sus ansias de
sangre. Pero con el correr del tiempo su mente fue demostrándole que se
encontraba en un error. Comenzó poco a poco a enloquecer, a escuchar una
voz en el viento. Su estado de locura estaba llegando a límites que él no
conocía. Aquí es posible ratificar lo que plantea Gastón Bachelard, la
inmensidad o “soledad del espacio” genera en las personas conductas
determinadas; en este caso la locura extrema del personaje.
Era un guiñapo humano estrujado por el viento, la nieve y la
soledad reinantes, sobre la costa hostil del rincón más arisco de la isla de
la Tierra del Fuego, el puesto veintidós. (La voz del viento: 41)103
Una noche la tempestad arreció. El viento llegaba como en
marejadas y parecía levantar en sus olas al pobre rancho; el puestero,
enloquecido, se apretaba junto al suelo, agarrado a las tablas tembloroso
y sollozante. (La voz del viento: 41)104
102
Op. Cit.
Op. Cit.
104
Op. Cit.
103
72
7.3 LA AMBICIÓN DE LOS PERSONAJES EN LA PAMPA.
La locura no es lo único que puede producir la desolación del territorio
patagónico. Sino, muy por el contrario, produce en los hombres algo mucho
peor: La ambición. Esta característica hace que los personajes de los cuentos
de Coloane actúen de una manera muy extraña, dejando de lado cualquier
sentimiento de paz o compañerismo que pudiese demostrarse. Se utiliza esta
característica con bastante frecuencia para graficar lo bajo que puede llegar a
ser el hombre cuando hay un fin económico o de conveniencia de por medio.
Un ejemplo gráfico lo constituye el cuento “Tierra del Fuego”, en el cual el afán
de encontrar y poseer el afamado oro amarillo, hace que Novak y Schaeffer
tengan que realizar diversos actos. Uno de ellos sería enrolarse en las huestes
del rumano Popper.
Alentado por el jefe de la escolta, se enroló en sus huestes; pero,
como todos los que andaban tras el brillo del oro, con el secreto
propósito de hacerse tan rico como el amo (Tierra del Fuego: 309)105
Pero las cosechadoras del rumano audaz producían sólo para su
inventor, y los codiciosos aventureros que lo acompañaron en su
travesía, con la esperanza de hacerse tan ricos como él, empezaron a
mirar con envidia y rencor al amo que se adueñaba de todos los placeres
sin dejar un pedazo de terreno donde pudieran prosperar por su cuenta
algunos de ellos. (Tierra del Fuego: 310)106
105
106
Op. Cit.
Op. Cit.
73
Pero este afán de poseer riqueza a cualquier costo hace que los
personajes se revelen contra “el gran señor de la Patagonia” J. Popper, lo cual
hará que sus vidas tengan un giro totalmente inesperado y triste, convirtiéndose
así en personas que solamente huyen para salvar sus desdichadas vidas. En
esta huida lograrán un vivir armónico con la naturaleza, debido a que la codicia
y sed de riquezas ha quedado totalmente de lado. Pero la desolación de la
Patagonia les tiene aún algo preparado, y es que el personaje Schaeffer
encuentre este preciado mineral, haciendo que la vida armónica que poseen
hasta ese entonces, se torne llena de ambición, pero por sobre todo se
impregne de una desconfianza mutua, lo cual puede incluso terminar en muerte.
¡Unos cuantos huesos de ballena que han recogido el oro
tirado por el mar a la playa!
- Como sea, eso es mío. El esqueleto lo encontré yo y los huesos
y todo lo que hay debajo de los huesos me pertenece.
(Tierra del
Fuego: 327)107
Como dos fieras desconfiadas, volcaron todas sus energías en el
trabajo de lavar oro de la mañana a la noche. (Tierra del Fuego: 327)108
Si a veces la antigua brisa cordial se acercaba a orear a aquellos
hombres, pronto era alejada por el recuento del oro en la balanza.
(Tierra del Fuego: 328)109
El cuento de “Tierra del Fuego” no es el único que muestra claramente
esta ambición de poder y dinero en las tierras de la Patagonia. El cuento “La
botella de caña”, también demuestra cómo un personaje de la estepa fueguina,
107
Op. Cit.
Op. Cit.
109
Op. Cit.
108
74
lleno de frustraciones económicas y pesar por no alcanzar lo que él pretendía
en estos lugares, decide recurrir al robo y posterior asesinato para alcanzar así
un afianzamiento económico. Sin importar que los métodos que vaya ocupar lo
hagan caer en un abismo del cual no podrá retornar.
¡Era un poco distinto matar a sangre fría a un hombre para
quitarle lo que llevaba, a hacer lo mismo jugándole al monte! (La botella
de caña: 432)110
Tierra del Fuego ya no daba para más, y el negocio de Bevan era
una buena despedida
(La botella de caña: 433)111
-¿Ha hecho plata?
-Sí, regular.
Éste se entrega solo, como un cordero
(La botella de caña:
438)112
Finalmente, mediante los argumentos presentados es posible señalar
que la desolación de la pampa cambia radicalmente la forma natural del
hombre, la que debería ser de respeto y solidaridad con sus compañeros de
trabajo y con su entorno. Pero la atracción y seducción que produce este metal
en todos los hombres hace que se trasformen en seres totalmente
irreconocibles y repudiables de la humanidad.
110
Op. Cit.
Op. Cit.
112
Op. Cit.
111
75
Corrían detrás del metal amarillento porque daba de comer sin
tener que trabajar, ni caer en la cárcel, compraba el amor y el poder.
(Tierra del Fuego: 334)113
113
Op. Cit.
76
8. LEITMOTIV DE LA DESOLACIÓN EN LOS PERSONAJES DE LA PAMPA
8.1 SOLEDAD TERRITORIO
El
espacio
dentro
de
la
narrativa
coloanesca
plasma
valores
determinados en los personajes, y estos a su vez mediante diferentes acciones
los dan a conocer al lector.
En lo referente al espacio de inmensidad es muy importante señalar la
“desolación” de los hombres en esta llanura inconmensurable, debido a que es
aquí donde ellos conocen la soledad y el alejamiento de todo rasgo de
socialización con grandes grupos de personas. Coloane en sus cuentos inserta
a los personajes dentro de una gran desolación, todo esto con el fin de hacer
que en ellos se produzcan una serie de reacciones o formas de actuar. Frente a
esto los personajes hablan de como es para ellos la desolación en la Patagonia:
El Páramo es el lugar más desolado e impresionante que he
conocido en el extremo sur de América Todo parece estar muerto allí, o
ser el comienzo o término de un extraño planeta; (El Páramo: 85)114
uno se siente extrañado de que un hombre normal pueda
soportar tan extremo desamparo y soledad. (Cururo: 120)115
114
115
Op. Cit.
Op. Cit.
77
Afuera tenía la sensación de que el cielo se destapaba, de que la
inmensidad era un ojo que lo contemplaba duramente, y se veía solo,
débil, pequeño y desamparado: con ese desamparo de la inanición, en el
que el hombre es una gota de agua aventada. (La voz del viento: 41)116
Estos hombres de la pampa tratan de luchar contra esta soledad que se
les impone día a día, y para esto buscan diversas formas de hacerlo; entre las
más comunes están: la ida a la estancia para conversar con más gente y así
saber que no se encuentran solos en este mundo; y finalmente la de matar la
angustia de la desolación mediante el infaltable compañero de caminos “el
alcohol”. El que hace que olviden momentáneamente sus penas por el lugar
donde viven, nostalgias de amores pasados, etc.
-¡Oiga, hace más de un mes que no veo más caras que la suya y
las de nuestros ovejeros; tengo la necesidad de ir a la estancia a
experimentar la sensación de que hay más gente en el mundo! (El
australiano: 74)117
A veces nos daba por matar con alcohol la angustia de la soledad
y otras cosas que sobrevienen a los hombres que pasan meses y años
sin ver una mujer. (El australiano: 76)118
La soledad en estas tierras muchas veces es superior al hombre; lo cual
produce que este quede loco o simplemente se quite la vida por no soportar
más la vida inhóspita que le ha tocado vivir.
116
Op. Cit.
Op. Cit.
118
Op. Cit.
117
78
El Puesto Veintidós tenía, además, una trágica tradición: una
escocés se había vuelto loco y un chileno se había suicidado colgándose
del cielo raso. (La voz del viento: 38)119
8.2 SOLEDAD Y UNIÓN CON EL ANIMAL
Claramente se ha demostrado que estos hombres están marcados
diariamente por una soledad extrema, no solamente por el paisaje que los
rodea sino en lo referente a lo social. Y es aquí donde se introducen elementos
que harán de la vida de ellos un poco más grata, específicamente el caballo, los
perros, entre otros. Todo con el fin de hacerles acrecentada y llevadera su
existencia en estos lares tan extremos.
Estos seres serán cuidados y protegidos por ellos la mayoría de las
veces, debido a que significan no sólo sus instrumentos de trabajo, sino que un
compañero fiel, con los que combatirán las inclemencias del tiempo, el hambre,
pero por sobre todo la soledad.
Los puesteros generalmente se acostumbran a la soledad; para
que no los acorrale, ejecutan una serie de acciones que en otros lugares
parecerían raras: conversan con sus perros y caballos y abren las
puertas para que entren el sol, el viento y el paisaje a hacerles
compañía (La voz del viento: 37)120
119
120
Op. Cit.
Op. Cit.
79
Estos hombres aman a sus perros como a la vida misma y no
porque sólo estén olvidados de la ternura, sino porque estos perros son
únicos en inteligencia, y la cercanía con la vida primitiva les ha enseñado
que a veces un perro es mejor que un hombre, al menos no tiene tantas
mudanzas. (Cururo: 116)121
¡Perro y hombre son casi los mismo en estas tierras! (Cururo:
122
130)
8.3 SOLEDAD DE ATRACCIÓN
Finalmente los personajes a pesar de que su existencia sea trágica y
marcada por la soledad en estos confines tan australes, siempre terminarán
retornando a el lugar en el que se desempeñaron sus funciones, sea para
continuar la vida que llevaban o para que descansen en ella sus huesos.
Creando así una especie de unión indisoluble con la Patagonia.
Se sintió atraído por la tierra. Los nacidos en la isla, quienes
vivieron mucho tiempo en ella, vuelven allí a dejar sus huesos al fin de la
existencia. (Palo al medio: 93)123
121
Op. Cit.
Op. Cit.
123
Op. Cit
122
80
9. CONCLUSIONES
•
El texto de Coloane responde a las exigencias estéticas del análisis
literario, lo que lo acredita como obra literaria. En él funcionan las
categorías de análisis como narrador, personajes y mitos.
•
En la literatura de Coloane predomina la narración retrospectiva como
mirada profunda hacia el pasado que señala una característica esencial
del discurso del autor: rescate de la memoria individual del personaje que
integra una memoria colectiva en y de la pampa. Memoria marcada por
sentimientos y sensaciones de nostalgia, vértigo y abismo que residen al
interior de los entes ficticios en el protagonismo de los personajes. Este
tipo de narración está determinada por el uso de técnicas tales como
flash back y racconto.
•
Otra característica de la memoria está determinada por el saber histórico
contemporáneo, la que marca la participación de los personajes:
lavaderos de oro del Sud, movimientos obreros y períodos glaciares.
Esta historia une a los personajes colectivamente, ya que estos han
participado de alguna manera en dichas situaciones recordadas.
•
En tanto a la participación del autor dentro del relato es posible apreciar
que en sus intervenciones éste cuestiona el discurso del narrador
refutando o contradiciendo el decir omnisciente, recurso que le permite
asegurar la fama literaria.
•
Así también existe un dinamismo en la obra coloanesca que se conjuga
en la utilización del understatement, lo que otorga al destinatario un rol
activo reconocido por el contador, es decir, quien lee debe completar las
81
omisiones del que narra. Además, la voz del narrador de conocimiento
relativo es de baja participación, pero no menos importante, pues su
discurso conjuga elementos que encantan al destinatario por medio de
poetizaciones que hacen vivo el paisaje desolado.
•
Respecto a los personajes analizados es posible comprenderlos a partir
de lo que provoca en cada uno de ellos el espacio pampino-fueguino.
Bajo esta influencia es común identificar el predomino de antivalores que
actúan como motivos esenciales de los personajes: La locura y la
ambición, ambos antivalores que conducen al crimen o a la intención de
cometerlo. Y la desolación que lleva implícita el sentimiento de soledad
que presenta características contradictorias ya que por una parte tiene
rasgos de negatividad, pues el aislamiento en ciertos cuentos lleva a la
locura, pero por otro lado también es beneficiosa, al hacer que los
personajes valoren la naturaleza, manifestado principalmente en su
estrecho vínculo con sus compañeros de trabajo, el perro y el caballo, y
que lleva a que ellos mismos se reconozcan como un elemento que
convive en armonía sin afán de dominación o explotación de recursos, en
aquel paisaje austral.
•
La introducción de los motivos literarios de locura, ambición, desolación y
crimen muestran a la Patagonia en su auténtico ser y sirven de alimento
a generaciones de escritores.
•
El mito como principio teórico encuentra explicación en la obra de
Coloane.
•
En lo que respecta al mito es posible destacar en Coloane que este ubica
la fuente de todos ellos en el espacio pampino-fueguino donde la isla de
Tierra del Fuego, y la Patagonia en general son los únicos lugares aún
82
“salvajes”, en los que hasta el tiempo se ha detenido y que no se
encuentran bajo el dominio del hombre blanco, sino de una fuerza
telúrica que impacta en la conformación de su paisaje a personajes que
en su mayoría son ajenos a ella. Fuerza telúrica que se expresa en dos
aspectos; un aspecto negativo, en el cual una fuerza sugestiva domina la
voluntad de los personajes enloqueciéndolos e incluso llevándolos a
cometer actos criminales, en los que atentan contra la vida de sus
semejantes o de los animales con los que conviven a diario. Fuerza
sugestiva que determina el arraigo de los personajes a la isla, no
permitiéndoles jamás el desarraigo completo o permanente de ella. El
otro aspecto condicionado por la fuerza telúrica es de valor positivo y se
relaciona con elementos de la naturaleza que se expresan en la pampa
fueguina: el viento, la nieve y el fuego. La pampa tiene para Coloane
mayor relevancia que la ciudad, pues esta última vuelve débiles e inútiles
a los hombres, mientras que en la pampa el hombre se reencuentra con
su fuerza y utilidad. La naturaleza expresándose a través de estos
elementos transforma la personalidad de los personajes aportándoles
mayor reflexión e induciéndoles a actuar con bondad. Se destaca el
elemento fuego, que en medio de la noche y la inmensidad arde en
flamas para encender las lenguas de la memoria en los personajes. El
fuego une a los hombres en torno a su calor y al de las palabras que
surgen del relato oral.
•
El mayor efecto positivo que produce la naturaleza se denomina
desintegración, en el los personajes son despojados de todo rasgo
urbano, tanto en lo intelectual como en lo conductual, para integrar en
ellos atributos de mayor congruencia con el ambiente. Los hombres se
simplifican volviéndose más humildes y contemplativos, unificándose
como un quinto elemento con el universo. Coloane a través de estos
83
mitos ha creado una realidad superior expresada en la fuerza telúrica de
la isla fueguina.
•
La lectura de la narrativa (cuentos) de Coloane ayuda a crear un proceso
de identidad con la Patagonia, no sólo en la ficción literaria, sino que en
la vida normal.
•
La obra de Coloane, cuentos, se convierten en una galería de personajes
que desnudan y muestran a la Patagonia en toda su identidad.
•
Coloane es un mostrador, pero en amenidad, de la historia regional.
84
10. GLOSARIO124
•
Apadrinador: El que acompaña al domador con un caballo manso con el
objeto de resguardarlo de peligros.
•
Aparcero: Compañero.
•
Bellaquear: Montar potros chúcaros, o cuando un caballo manso
corcovea.
•
Boleado: Animal que ha sido alcanzado por las boleadoras y queda
tímido (sentido figurado: hombre prudente o cobarde, golpeado por la
vida).
•
Botado: Porfiado, mañoso.
•
Cachando: Intuyendo.
•
Cinchar: Hacer tirar al caballo desde el lazo amarrado al pegual.
(Cinchador: caballo amaestrado para esta faena).
•
Coirón: Pasto de la Tierra del Fuego y de la Patagonia, cuyas hojas
resisten a la nieve.
124
•
Champalla: Pata aplanada, deformada como una aleta natatoria.
•
Chara: Avestruz patagónica o ñandú.
Extraídos de “El Chilote Otey y otros relatos”. Colección Quimantú. Primera edición 1971
85
•
Charquiar: Agarrarse de la montura cuando el caballo salta.
•
Chasque: Correo, recadero.
•
Choquero: Tarro de hojalata en que se prepara el té o café.
•
Chulengo: Guanaco recién nacido.
•
Churrasquiar: Comer carena asada al palo o en las brasas.
•
Desabar: Excitar a una persona a hablar.
•
Empaletado: Deformación chilota de empalletado; llaman así a un
enrejado de madera dispuesto en la parte posterior del bote.
•
Esquiltuna: Famosa marca de cuchillo.
•
Espiantar: Escapar, irse, cambiar de residencia.
•
Garrear: Hacer los cortes en las coyunturas para descuerar al animal.
•
Jackeruse: Muchacho aprendiz que hace de todo trabajo.
•
Lloronas: Espuelas.
•
Macaneador: Mentiroso, bromista.
•
Matrero: Rebelde, malo.
86
•
Parejero: Caballo de carrera.
•
Parejo: Ecuánime, justo.
•
Pegual: Amarra de cuero que va en la argolla de la cincha y donde se
coloca el lazo para tirar y arrastrar animales con el caballo.
•
Pial: Pequeña y traicionera lazada que se echa en las patas delanteras
del animal para voltearlo en plena carrera.
•
Prendido: Caballo congestionado por flatulencias y que corcovea al
montarlo (sentido figurado: enojado, del mal humor).
•
Recado: Montura de bastos.
•
Rumbiar: Salir de viaje con secreta ruta.
•
Tirador: Cinturón de cuero con carteras para llevar documentos y dinero.
•
Trasmallo: Red de tres mallas.
•
Tumbero: De “tumba” o trozo de carne en la cazuela; por extensión:
haragán.
•
Zeppelín: Contrabando de licores que se introduce en estancia donde
existe ley seca.
87
11. BIBLIOGRAFÍA
Textos de estudio:
•
Aristos. Diccionario Lengua Española . Edit. Sopena. España, 1995.
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Bachelard, Gastón.
La poética del espacio . Fondo de Cultura
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Coloane, Francisco. “Cuentos Completos Coloane”. Edit. Alfaguara.
Impreso en España. 1999.
•
Coloane, Francisco. “El Chilote Otey y otros relatos”. Colección
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•
Ferrada, Jorge Ricardo. “Los cuentos de Francisco Coloane: Espacios de
realidad y deseo”. Edit. Universidad de Santiago de Chile. Impresos
LOM, 2004.
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Paoli, Antonio. El mito en la novela . Tramas 13. UAM-México: 1998.
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Petreman, David. “La obra narrativa de Francisco Coloane”. Edit.
Universitaria. Santiago de Chile, 1988.
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Tacca, Óscar Ernesto. Las voces de la novela. Madrid: Gredos, 1985.
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http://www.memoriachilena.cl/mchilena01/temas/index.asp?id_ut=francis
cocoloane(1910-2002)
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http://www.memoriachilena.cl/mchilena01/temas/dest.asp?id=coloaneelc
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http://www.letras.s5.com/archivocoloane.htm
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http://www.letras.s5.com/coloane1711.htm
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http://www.escritores.cl/base.php?f1=semblanzas/texto/coloane.htm
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http://www.latercera.cl/medio/articulo/0,0,38035857_172985945_222535
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http://www.letras.s5.com/coloane180801.htm
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http://www.letras.s5.com/coloanef0808.htm
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http://www.letras.s5.com/fc070805.htm
90
12. ANEXOS
12.1
Tierra de olvido
(Cuento)125
Francisco Coloane
A medida que penetrábamos tierra adentro, el paisaje se iba haciendo
cada vez más sombrío e inquietante. La sordidez de algunos pasos
destemplaba el ánimo y hasta los caballos paraban las orejas, atemorizados de
algo que no se veía, pero que estaba allí tan vivo como la roca desnuda.
Nuestro sendero bordeaba a veces el abismo, y ante la visión del río, fragoroso,
corriendo allá abajo en lo profundo, hombre y bestia quedábamos suspendidos
unos instantes, tratando de recostarnos contra la pared de piedra que nos
empujaba con su grávida fuerza hacia el vértigo. Entonces no éramos nada;
sólo nos parábamos un poco más en los estribos, nos aferrábamos a las
riendas, y el caballo, por sí solo, salía tranqueando con impávida firmeza sobre
la árida roca.
En un recodo en que se hinchó el pecho del monte, vimos por última vez
el mar. Y fue como si hubiéramos perdido algo… algo que nunca más
volveríamos a recuperar.
Ahora comprendíamos la desapacible inquietud que nos embargaba a
medida que nos internábamos en ese desolado paisaje. El mar, aunque celoso
y violento cuando se está en medio de él, desde esa lejanía era un compañero
125
Coloane, Francisco. “Cuentos Completos Coloane”. Edit. Alfaguara. Impreso en España.
1999.
91
inmenso, un manso llano de paz, cuya vista infundía quietud, y, sobre todo, esa
vaga e indefinible sensación de la esperanza.
Hay paisajes, como instantes de la vida, que no se borran jamás de la
mente; vuelven siempre a traspasarnos desde adentro, cada vez con mayor
intensidad. Éste en que dimos la última mirada al mar es uno de ellos; allí
volvimos la cabeza para no perder la postrera visión de esa esperanza y entrar
de lleno en aquella tierra de olvido.
Nuestra ruta, paralela al Baker, se interrumpió de pronto por un corte a
pique, y a nuestra asombrada vista se extendió un grandioso valle, cuyos
pastizales, partidos por el viento encajonado, semejaba la fina felpa de una
nutria hendida por el soplo del experto. Era un tajo inmenso dejado por un
ventisquero en el corazón de la montaña, uno de esos ríos de hielo milenario,
desaparecido, cuyo lecho de légamo hacía la fertilidad de esa pradera.
Tuvimos que abandonar la dirección paralela al río y doblar hacia el sur,
bordeando este otro río seco, en busca de una bajada. Sólo al cabo de algunas
horas el espinazo cordillerano empezó a inclinarse y pudimos avistar el fondo
del valle que se perdía como una garganta profunda en la montaña. Un cielo sin
luz nos permitió columbrar apenas dos cosas que aumentaron nuestra
curiosidad: el valle terminaba y daba comienzo a un paredón de hielo que se
encajaba como una cuña montaña adentro; y abajo, a nuestros pies, junto a un
boscaje de robles enanos y aparragados, en la cumbre del primer promontorio
que descendía en el
valle, se divisaba una casucha oxidada, pequeña y
obscura, como algo aventado y detenido insólitamente en la más
olvidada
grieta de la tierra.
Bajamos, y empezamos a penetrar en el llano, cuyo alto pastizal nos
llegaba hasta los estribos. Mas volvió a sobrecogernos la torva soledad de
92
aquel lugar, cuya visión desde las cumbres había sido por algunos momentos
un oasis de descanso para nuestros ojos. El pasto crecía abundante y tupido
como una sementera; pero ni un pájaro, ni un huemul, ni un bicho en la tierra,
interrumpía ese silencio, a través del cual sólo vagaba de vez en cuando el
zumbido de la brisa encajonada.
Recordábamos haber visto algo semejante en el hueco dejado por un
ventisquero gigantesco en la bahía de Yendegaia, en el canal Beagle; pero ahí
el hombre había llevado el rumor de la vida y doce mil ovejas apacentaban en
las llanadas que llegaban también hasta los vestigios del hielo milenario.
Anduvimos en dirección de la casucha. El silencio se hacía cada vez más
letal y sólo de tarde en tarde la serpentina ululante del viento se rasgaba en las
oquedades del valle; después, nuevamente, ese silencio… hasta que…
Un aullido plañidero nos partió como un rayo los nervios y los caballos
saltaron despavoridos. Casi perdimos los estribos; a fuerza de rienda y espuela,
los doblegamos, pero siendo, como es, el animal que más se espanta con lo
desconocido, sus narices latían, sus ojos relampagueaban y sus patas se
estremecían con un temblor que jamás tuvieron frente a la incertidumbre del
abismo.
Palmoteándoles en la tabla del cuello logramos aquietarlos; pero no
había transcurrido un minuto cuando se dejó oír de nuevo el aullido, esta vez
menos penetrante y agudo, como el balido de un lobo enfermo o herido.
Bastaron unos riendazos para contener a los caballos de nuevo.
Detuvimos la marcha y esperamos. El silencio pesaba como el plomo del
cielo.
93
Mas, en el momento en que íbamos a proseguir el camino, abriéndose
paso entre el pastizal, surgió un extraño animal; pero un lebrel de cara chata,
con los belfos como de un lobo y de abundante lana en los flancos, tiesa y
larga, igual que la de la foca peluda. Era una mezcla rara y repugnante, como la
de las hienas, de patas delanteras tan altas que parecían arrastrar el cuerpo
cuando andaba. Surgió muy cerca de mí, y antes de que pudiera abalanzarse
sobre la cabalgadura, preparé mi carabina y apunté, pero al instante Clifton, mi
compañero de viaje, tomó el caño de la winchester y me lo desvió. En ese
momento mismo apareció también un hombre de entre el pastizal, y tomando al
perro, llamémoslo así, de una oreja, se puso junto a él.
Cliftonj se acercó y le habló algo que no pude entender. El hombre
respondió con una voz gutural ininteligible y señaló el fondo del valle, como
indicándonos el camino.
Avanzamos, con él a la retaguardia y siempre con el perro agarrado de la
oreja, hasta el borde del cerro en cuya cumbre estaba la casucha; pero no nos
dejó llegar hasta ella; poniéndose frente a nosotros profirió, con su voz gutural,
otra vez algo, y como amenazando con el perro indicó nuevamente el
contrafuerte cercano.
Seguimos la dirección que nos señaló, mientras él nos espiaba desde el
faldeo. Cuando nos perdimos en el valle, el aullido escalofriante del perro se
dejó de nuevo oír; pero el extraño animal llegó sólo hasta las cercanías de
nosotros, pues, en el momento en que parecía alcanzarnos, otro aullido gutural
brotó del hombre, y el perro, levantándose en dos patas, dio un amenazante
rodeo junto a las ancas de los caballos, levantó el hocico, emitió su balido
ululante y volvió hacia donde estaba su amo.
94
Al cabo de un rato, cuando empezábamos a ascender por el contrafuerte,
se dejó oír otro ulular menos agudo pero más profundo; así también nos
estremecimos, hondamente, pero el hombre y la bestia habían quedado muy
atrás; era el viento el que bajaba ululando por el sombrío cañadón.
Luego, detrás de nosotros, empezaron a repechar las primeras sombras
de la noche, y poco a poco todo se fue poniendo oscuro y apretado como un
solo corazón; como el pétreo corazón de esa naturaleza desintegrando hasta la
última brizna humana en su milenaria desolación.
*
Clifton, a cuya pequeña estancia en el interior del Baker nos dirigíamos,
nunca se adelantaba a explicar o señalar nada. Dejaba que las cosas se
explicaran por sí solas, y sólo cuando no ocurría así, intervenía enseñando lo
que sabía del lago, del animal, del monte que ya habíamos dejado atrás. No sé
si esto lo hacía por sabiduría o temperamento; el caso es que, de esa manera,
uno aprendía las cosas mejor y no las olvidaba tan fácilmente.
Cuando transmontamos el primer contrafuerte del valle y llegamos a un
extenso faldeo en que empezaba la selva de robles aparragados, se hizo tan
negra la noche que decidimos pernoctar.
Con su baquía cordillerana, Clifton encendió una buena fogata y nos
dispusimos a merendar el charqui que llevábamos a los tientos.
En el momento en que preparábamos nuestros respectivos tarros
choqueros, me dijo de sopetón:
-¿A qué atribuye usted el estado de ese hombre que encontramos en el
valle?
95
Clifton siempre hablaba acortando caminos, como si uno ya hubiera
desarrollado la mitad de la conversación y no le quedaran más que las
conclusiones.
-¡A una desintegración producida por la naturaleza! -respondí, tratando
de ser preciso; pero al darme cuenta de que había resultado pedante, alcancé a
agregar, a manera de excusa-: ¡Una vez estuve tres días sobre unas rocas, y
cuando pasaron a recogerme, casi gateaba ya como una jaiba!
-También he experimentado eso que usted llama “desintegración” continuó Clifton, pronunciando esa palabra como si masticara una estopa
insípida-. La naturaleza primero lo “desintegra” a uno, y luego lo “integra” a ella
como uno
de sus elementos. En la primera etapa parece que se fuera a
desaparecer, algunos perecen, y en la segunda se renace con un nuevo vigor;
así tal vez selecciona y destruye lo que más le conviene. Aquello ocurrió en mis
mocedades, en una ocasión en que estuve tres años solo en un puesto ovejero
de la Tierra del Fuego, cerca del lago Fagnano. Fue algo así como si hubiera
dejado de ser yo mismo. Comencé por perder el hábito de leer; los asuntos de
los libros me parecían vanos, insignificantes, y prefería al pensamiento más
profundo de Platón el rumor de una hoja. En seguida, dejé de reflexionar y casi
de pensar. Estaba anonadado. Era
cruel. Luego me di cuenta de que los
pensamientos que se habían alejado de
mi
mente estaban siendo
reemplazados por otros, y empecé a resurgir, pero a través de una
transformación fundamental de esas facultades. Con ello, las cosas empezaron
a adquirir cierto valor misterioso; por ejemplo, un musgo ya no era para mí sólo
una hierba verdinegra que crecía sobre la corteza terrestre, sino algo de más
valor que me acompañaba en la vida como mi perro y mi caballo. Desde el vago
terror que empezaron a producirme las sombras de la noche, hasta la alegría de
la alborada, que sólo había presentido en el canto de los pájaros, todo estaba
96
allí, en la naturaleza, ante la cual me faltaban ojos, sentidos, mente, para ver,
escuchar y reflexionar.
“Tuve que irme de aquel lugar y hacer un esfuerzo supremo para volver a
abrir un libro y encender dentro de mí esa luz que sólo surge en el interior de
las cuatro paredes de una casa. ¡Cómo pudiéramos llevar la civilización a la
naturaleza y la naturaleza a la civilización! ¡Ah…, no sabe usted lo que significa
encontrarse con una estufa caliente dentro de cuatro paredes en medio de
estas soledades!
Nos conocíamos con Clifton desde nuestra infancia en Punta Arenas;
habíamos trabajado juntos en una estancia del oriente fueguino, y como su
vida, era su charla: tomaba repentinamente el sendero más inesperado y no
sabía ni el mismo a dónde iba a parar; además de esa peculiaridad de hablar
como si lo que él sabía lo tuviese que saber también todo el mundo. Por eso
tuve que pararlo un poco en seco y llevarlo al tema que parecía haber olvidado.
-¿Y lo del hombre del valle y su extraño perro?
-¡Ah…, lo que le aconteció al viejo Vidal es algo más que una
“desintegración”! -prosiguió, mascando con cierta ironía la para mí también
ahora cada vez más fofa palabra-. Lo del perro no me lo explico. Hay en el
museo salesiano de Punta Arenas un caballo reconstituido que tiene la piel
exactamente igual que la de un guanaco, es un verdadero “caballo-guanaco”;
pero no me parece posible que pueda haber una cruza entre una foca y un
perro… de la que se pudiera caer que salió ese engendro. ¡Así como el lago
Fagnano me cambió a mí hasta el modo de pensar, bien pudiera ser que esta
naturaleza, donde parece haber cambiado hasta Dios, haya transformado
generaciones de perros hasta sacar ese producto de extraño “pedigree”! A
propósito de esto, recuerdo haber encontrado en una isla del canal de Moraleda
97
una manada de ratones que se echaban al agua para mariscar y pescar, y se
enroscaban de la cola en los árboles para poder cazar los pájaros. La cola
habíaseles desarrollado extraordinariamente y las patas las tenían como
“champallas”. ¿Cómo llegaron esos ratones allí? ¡Nadie lo sabe; así como nadie
sabe la forma en que llegaron los indios yaganes al beagle.! ¡Si éstos fueron
arrojados, como se dice, en una canoa desde la Oceanía hasta el Cabo de
Hornos, bien pudieron aquéllos haber venido hasta la isla inhospitalaria del
Moraleda en un cajón parafinero arrojado desde el Corcovado por algún
naufragio! Por lo demás, hay hombres de ciencia que atestiguan que el lobo, el
elefante, el leopardo, del dungungo o vaca, marinos, son descendientes de sus
congéneres de tierra adentro, que se “desintegraron2 y “reintegraron” al mar.
No es raro que por ese olvidado valle galopen también los caballos marinos,
que más de alguno dice haber visto entre la espuma de las olas. No se olvide
usted, además, de que en esta tierra puede haber de todo, ya que más de una
expedición alemana ha pasado Baker adentro en busca del plesiosaurio que
pudiera existir aquí aún.
Vi que Clifton había olvidado completamente el tema de la conversación,
y que en el vasto campo de su mente habían surgido innumerables senderos
por los cuales parecía lanzarse gozoso en busca de otros y otros más, que
brotaban de un tallo inagotable como las ramas en el bosque. De ese bosque
en que estaba a punto de sumergirse lo hice salir de nuevo con otro empellón,
esta vez un tanto impertinente.
-¡Está muy bien -le dije, pero usted se ha olvidado de explicarme el caso
del hombre que encontramos en el valle!
-¡Ah…, el viejo Vidal!… -prosiguió Clifton-, fue un hombre que trabajó
durante muchos años en la Patagonia, con la ambición de llegar a ser alguna
vez libre y poblar tierras propias; pero, como usted bien lo sabe, no hay en todo
98
el extremo austral de Chile una lonja de tierra buena que no esté ocupada por
las grandes sociedades ganaderas!
“Vidal oyó hablar de un valle encontrado por unos cortadores de cipreses
en el interior del río Baker, y, después de reconocerlo, invirtió los ahorros
ganados en esos años de esfuerzo en ovejas e instalaciones para una pequeña
estancia de ocho a diez mil animales.
“Con grandes sacrificios logró traer la primera majada para iniciar la
explotación. El pasto era abundante. Le fue bien. Trajo a su mujer, a sus cuatro
hijos y, con los seis o siete peones y ovejeros, formó una pequeña colonia,
cuyas casas de techo rojo parecían cajas de fósforos nadando en medio del
pasto del extenso valle.
“Fue lo que se llama la “tierra de promisión”. Sacaba la lana a lomo de
mula por el interior del Baker, y de allí la llevaba a Aysén o a Comodoro
Rivadavia. Entre sus proyectos estaba el de aprovechar el ciprés de la orilla
norte del río, para construir grandes lanchones, con los que sacaría sus
productos al canal Messier, por donde surcan los barcos que pasan desde el
Estrecho de Magallanes hacia el Golfo de Penas.
“No alcanzó a construir sus lanchones de ciprés. Si los hubiera
construido, tal vez no estaría ahora allí convertido en lo que está.
“Lo que sucedió fue que un año el sol reverberó como nunca ocurre en
estas regiones, a tal punto que las nieves se derritieron hasta las costras
eternas de la edad glacial.
“Vidal regresaba del interior del Baker, adonde había ido a dejar una
parte de su cosecha de lana, cuando llegó al borde del valle y encontró el
espectáculo más desolador: ¡Todo había sido arrasado! El pasto estaba
99
tendido, y sobre él yacían tirados por aquí y por allá los cadáveres de su mujer,
de sus hijos, de algunos de sus ovejeros y peones, ya putrefactos y comidos
por una bandada de cóndores que se había enseñoreado en el valle. Las casas
habían sido arrancadas desde sus cimientos y desgajadas igual que si hubieran
sido las cajas de fósforos que semejaban desde la distancia. La mayor parte de
las ovejas habían desaparecido, y las restantes, juntos con los perros y
caballares, estaban también tendidas allí, atestiguando la magnitud de la
catástrofe.
Clifton avivó la fogata con un tizón y se quedó un rato mirando en silencio
los aleteos del fuego, que con su danza de luces y de sombras encogía y
agrandaba el corazón del robledal.
-Los arrieros que lo acompañaban dicen que perdió inmediatamente el
habla -prosiguió Clifton-; pero yo pude hablar con él algún tiempo después, y,
aunque tartamudeaba, logré entenderle claramente lo que me relató. Ahora
parece haber perdido totalmente el lenguaje, y, como usted vio,, hasta la
memoria, pues hoy no me ha reconocido. Turbada su razón o no, el caso es
que ha sido imposible sacarlo del valle, donde con los restos de algunas
planchas de zinc construyó ese rancho oxidado que se divisa desde la altura, y
vive, no se sabe cómo ni de qué, rondando como una sombra los contornos,
acompañado sólo de ese extraño perro de aguas.
“¿Quedó este hombre clavado allí por el puñal de la desgracia es espera
de sus últimos días? ¿Es el amor de su mujer muerta, de sus hijos, o de su
hacienda desaparecida, lo que lo ha amarrado definitivamente en el valle?
“¡Nada sabemos de lo que ocurre a veces en las almas golpeadas por la
fatalidad! -prosiguió Clifton-. ¡Y no me extraña la actitud de Vidal, cuando he
visto a un pescador llevar en las tardes su comida al mar y arrojarla entre las
100
olas, en el mismo lugar en que un día le fuera arrebatada su mujer! ¡Todas las
tardes aquel hombre esperaba un rato antes de echar la comida al agua, como
si tuviera la esperanza de verla aparecer aún; luego, con renovada ilusión,
tiraba los trozos de pan al mar y vertía el tiesto, a cucharadas, cual si realmente
estuviera dándole de comer a la boca amada!”
Clifton volvió a atizar la hoguera y se quedó abstraído. El reflejo de las
llamas subía por sus ojos verdes como una corriente de aguas encendidas, que
a veces se volvían oscuras, empañadas por el paso de alguna sombra. Respeté
su silencio, pero se hizo tan largo que temí hubiera dado término a la narración.
¿Creería Clifton, en su peculiar manera de ser, que yo daba por sabida la causa
de la destrucción de la estancia de Vidal? No aguanté más e interrumpí su
abstracción.
-¿Y cuál fue la causa de lo ocurrido en el antiguo lecho del ventisquero? le pregunté.
-¡Ah!… -exclamó Clifton.
Y como viera que no volvía del todo en sí, agregué:
-¿Una salida de mar, acaso?
-No. El mar está muy lejos de aquí.
-No se olvide -le dije- que en Última Esperanza el mar horada la
cordillera de los Andes hasta la cercanía de la pampa patagónica.
-Sí -me respondió-, pero el seno de Última Esperanza es de una
formación muy distinta, tal vez del mismo origen que la que hizo que el estrecho
de Magallanes tajeara la cola de América y atravesara la cordillera andina hasta
101
el mismo océano Atlántico. Aquí, el caso del Baker es un hecho insignificante
comparado con esos colosales fenómenos prehistóricos.
“Lo que aconteció en el lecho de este ventisquero fue debido a una
inundación que, de tarde en tarde, en forma extraña y caprichosa, azota el valle.
Pueden pasar cuatro años o más sin que nada ocurra; pero el día menos
pensado una ola de agua sube por él y lo cubre hasta varios metros de altura;
luego desciende, y si en la subida no logró arrasarlo todo, lo hace en la bajada,
pues la corriente vertiginosa se va, con el mismo ímpetu con que llegó por la
boca del valle, y desciende casi al mismo nivel de las aguas del río.
“Yo me he explicado el fenómeno observando lo que ocurre en algunos
afluentes del lado norte del Baker. Allí, cuando los inviernos son malos y los
veranos benignos, se producen aluviones y rodados, con desprendimientos de
árboles gigantescos, robles y cipreses que se atascan en las gargantas por
donde corren esos ríos, formando de esta manera grandes represas que un
buen día rompen el taco que las contienen y de desbordan furiosamente,
haciendo subir el nivel de las aguas. Como el Baker también corre entre
gargantas y acantilados profundos, estas aguas van a inundar con gran
violencia todos los valles y boquetes que encuentran debajo de su nivel”.
“Esto fue lo que sucedió con el lecho del antiguo ventisquero. El afluente
que baja al Baker en sus cercanías acumuló durante mucho tiempo el material
para sus represas; algún deshielo extraordinario aumentó el poder de las
aguas, y un día cualquiera irrumpieron arrasándolo todo.
-¿Nadie ha vuelto a intentar la ocupación del valle? -pregunté.
-Nadie -respondió Clifton, y concluyó-: desde el estrecho de Magallanes
hasta el Golfo de Penas, entre los innumerables canales y fiordos, hay muchas
102
hermosas praderas como ésta, y nadie sabe por qué están abandonadas. ¡Son
tierras de olvido!
12.2 Cuentos completos126
FRANCISCO COLOANE POR LUÍS SATORRAS
La literatura hispanoamericana no acaba nunca de sorprender.
Acabamos de encontrar de sopetón a un narrador de la época del boom, un
chileno hasta ahora desconocido en España, cuyas novelas Tierra del Fuego, El
corazón del témpano y El camino de la ballena, publicadas por Ollero & Ramos,
han recibido muchos elogios de la crítica y lo han presentado a los lectores.
Ahora nos llegan dos volúmenes de cuentos que sorprendentemente se
solapan el uno al otro, pues el de Alfaguara contiene los tres libros de cuentos
publicados por el autor más dos inéditos y el otro volumen consta de una
tercera parte de los mismos cuentos sin añadir ninguno.
Coloane, contemporáneo de Onetti, Cortázar, Rulfo o Borges, escribe un
tipo de libros que poco tienen que ver con los de los autores citados, pues en él
prima la narración aventurera alejada de todo intelectualismo, aunque algunas
de sus descripciones de la naturaleza recuerdan las de Rulfo e, incluso, se
podría decir que el autor chileno es la cara oculta de Borges. La vida aventurera
y al borde de la muerte que Borges soñó, Coloane la muestra de forma clara y
rotunda.
126
Publicación extraída de Diario El País, 1999
103
Coloane de muy joven se fue a la Tierra del Fuego, fue pastor de ovejas
y cazador y viajó en los barcos que cruzaban el cabo de Hornos. Después, al
igual que Joseph Conrad, creyó llegado el momento de poner por escrito sus
experiencias. Y lo hace con un lenguaje sencillo y diáfano en el que las virtudes
literarias, que son muchas, brillan en la exactitud con que describe los
escenarios, en el uso de las comparaciones, en la habilidad con la que dosifica
la aparición de elementos tenebrosos y en la capacidad para transmitir la
emoción de la aventura. Coloane combina el extremado realismo de algunas
situaciones con el lirismo de otras, pero siempre teniendo presente la
simplicidad esencial con que deben transmitirse las grandes gestas.
El libro (y me refiero sobre todo al reseñado en primer lugar) tiene dos
formas de disfrute que el lector percibe al mismo tiempo. Se lee con la
continuidad propia de una novela y se disfruta de los momentos álgidos llenos
de dramatismo y a continuación de los pasajes remansados, descriptivos y
líricos, de pura contemplación de un mundo primigenio y alucinante e, incluso,
de los momentos más prosaicos, de transición, que también los tienen las
buenas novelas, pues el conjunto posee el afán de totalidad propio de la novela.
"Donde hay gaviotas, hay lobos y donde hay lobos, peces", se dice muy
pronto en el libro. Y a los animales hay que añadir inmensas llanuras,
descomunales acantilados, tormentas de nieve, hielos y tempestades, y los
hombres, ovejeros, marineros o aparceros moviéndose en este mundo
dantesco, un mundo sin mujeres cuya hiriente ausencia se remarca
significativamente en algunos momentos. Como dice un personaje, "la
naturaleza primero lo desintegra a uno, y luego lo integra a ella como uno de los
elementos". Ésta es una idea central de la obra, donde el viento puede aullar
como una mujer y recordar al protagonista el asesinato que ha cometido o las
104
olas del mar pueden convertirse en elefantes "ágiles y blandos", la luz de la luna
participar en una tortura o el mar, "viejo barbudo", cobrar venganza de un
marinero que no lo ama.
Pero el libro se lee también como cualquier libro de cuentos en que cada
pieza tiene su forma propia, se goza con la perfecta construcción de muchos de
ellos y se paladean los hallazgos estilísticos que refulgen como el sol en los
hielos antárticos. Así, el titulado La gallina de los huevos de luz, donde Coloane
saca mucho provecho de unos pocos elementos, un faro, los dos fareros y una
gallina, y donde un cuento muy sombrío en su desarrollo se trueca en un
desenlace optimista. O Témpano sumergido, una de las joyas de un libro que
tiene muchas, un prodigio de sugerencia y ambigüedad donde vemos nacer la
idea tan humana del paraíso perdido narrado con una asombrosa capacidad de
síntesis y de observación. Otros cuentos tienen carácter folclórico como Teresa
Tekenika, que presenta una variación de la historia de Polifemo y Galatea, o
Proceso al Trauco, que posee rasgos valleinclanescos y algunos toman el
aspecto de crónicas; Pascua salvaje, la de unos días de fiesta en un lugar
aislado lleno de hombres solos que produce desasosiego y compasión en el
lector, y De la región Antártica famosa, la de una navegación por los hielos
polares descrita con gran belleza y emoción. Una lectura más que
recomendable que puede completarse con la de El espejo del mar, el libro de
recuerdos de Conrad para compulsar similitudes y diferencias. Un ejercicio muy
provechoso.
Cuentos completos
Francisco Coloane
Alfaguara, 484 páginas
1999
105
12.3 Ilustraciones
106
107
108
109
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