Poligramas,No. 27,p.1-4,Lectura, imaginacion y memoria

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POLIGRAMAS 27 • junio 2007 •
Lectura, imaginación y memoria1
Alexander Salinas
Universidad del Valle
En los últimos años se ha gestado una discusión en torno a las
relaciones y encuentros entre la literatura, sus teorías estéticas y las
manifestaciones de estas últimas a través de la crítica literaria. Y la
cuestión ha vuelto los ojos sobre una gran paradoja. Desde que nuestra
época imprimió los afanes cientificistas a cada disciplina del saber
humano, el objeto de la crítica literaria, que no parece ser otro que el
análisis del texto artístico literario, busca una aproximación intelectual,
racional diríamos, a un objeto apreciativo y por tanto emotivo. Dicha
disparidad ha inducido a la crítica a ofrecer siempre distintos ángulos de
la obra literaria, que captan aspectos de ella con toda rigurosidad pero
que siempre terminan por ser fragmentarios y que por ende terminan
divorciándose cada vez más de ésta.
La lingüística, la psicología, la antropología y la sociología han servido
de fuentes, para extraer métodos de acercamiento a la obra artísticoliteraria y en muchos casos la apelación a estos recursos sólo deja
estudios fríos sobre las cuestiones estructurales de una creación artística
cuyo impacto sobre el lector siempre será emotivo.
Es precisamente este punto el que desarrolla Gilles Thérien en su
libro Lectura, Imaginación y Memoria. Como un aporte a la construcción de un método de estudio pertinente a la literatura, Thérien replantea
el “empleo metafórico de la teoría de la comunicación como modelo
general para la comprensión de un objeto literario”2, subrayando los
límites de dicho modelo y colocando el valor simbólico de la literatura
por encima del valor comunicativo que como discurso posea. Asume
pues la lectura literaria como una actividad muy distinta a la lectura de
cualquier otro tipo de textos en tanto la función y las consecuencias que
sobre el lector arroja ésta le ofrecen un nivel de compromiso diferente.
1
Reseña elaborada para el lanzamiento del libro homónimo de Gilles Thérien por la
editorial Universidad del Valle
2
Thérien Gilles, Lectura Imaginación y Memoria, Programa editorial Universidad del
Valle, Cali, 2005, pág. 21.
1
En el triángulo formado por el discurso literario (definido como tal y no
como acto enunciativo), el lector y la constitución del sentido de su lectura,
Gilles Thérien elabora un punto de vista vinculado al debate que sobre
los estudios literarios se ha gestado en las últimas dos décadas.
Su propuesta arranca definiendo el marco en el que se desarrolla el
aprendizaje de la lectura y descartando la condición permanente de ésta
como actividad seductora. Por el contrario, el hecho de asumirla como
una actividad compleja, de concebir su aprendizaje como un acto natural
del sujeto para proveerse de los medios para comunicarse con el mundo
que le rodea y de definir su necesidad a partir de la aceptación individual
de una imposición social que nos permite responder a las leyes que nos
rigen, lo llevan a apartar la literatura del mundo cotidiano de los actos de
palabra y por consiguiente a asumir la obra literaria como un objeto
semiótico por naturaleza. El autor señala la manera como desde la crítica
estructuralista se disfrazan bajo rejillas de análisis protocientíficos las
capacidades o incapacidades del lector y sus naturales dificultades para
verbalizar (volver discurso) la interpretación de un texto que acaba de
pasar por sus manos y propone las nociones de complejidad y escalera
para responder a la exigencia de conformar una epistemología de la
lectura literaria.
La noción de escalera alude al tipo de recorrido inherente a diversos
procedimientos, operables por acumulación o por semejanza. Pero
aplicada a nuestro caso nos muestra el compromiso del lector con una
experiencia seriada de lectura que le corresponde sólo a él. Así cada
quien lee formando una serie única que garantiza su propia comprensión
de la literatura.
Dice Gilles Thérien:
La lectura literaria es la exploración de mundos literarios más o menos
complejos en los que el lector amplía su punto de vista sobre sí mismo y
sobre el mundo, no porque el libro que él lee le transmita un mensaje
sino porque el libro que lee hace parte de una serie, y esta serie que es
propiamente suya, contiene diferentes sentidos que él puede tramar en
una idea personal, en un imaginario que él aprende a reconocer como
suyo o como el de la sociedad que lo rodea.3
3
2
Op. Cit. Pag. 32
POLIGRAMAS 27 • junio 2007 •
Con esto, el autor propone la lectura literaria como una actividad de
rastreo analógico en la que la interpretación se concibe como la conexión
del texto literario con la cultura, por medio de las relaciones que el
imaginario del lector permita construir. Un modelo cinegético para la
configuración de la obra literaria en cuanto a su figura simbólica.
Así, de la noción de escalera cabe resaltar su naturaleza cualitativa
más que la cuantitativa, pues es ella la que le permite al lector entablar
determinado tipo de relación con el texto que lee y experimentar los
sentimientos que provoca la conexión de su experiencia lectora con su
memoria, pues igual, la experiencia literaria es el resultado de las
asociaciones imaginarias que todo texto es capaz de producirnos.
Por consiguiente, el segundo elemento fundamental para la propuesta
de Thérien es el de la memoria, pues ésta es la que jerarquiza en la
escalera personal el corpus literario, volviendo cada lectura un presupuesto
para otras lecturas futuras. A ella se refiere concretamente en el primer
y quinto ensayo en donde reflexiona sobre las relaciones memoria-lectura
y rescata su importancia para la construcción de una verdadera semiótica
de la lectura.
Y como la noción de escalera es la que permite ver la actuación de la
memoria en la lectura literaria, para el último elemento, la imaginación,
introduce una segunda: la de complejidad. En palabras del autor “la
complejidad corresponde al grado de enriquecimiento que experimenta
un texto en el marco de su lectura”4. No es otra cosa que la puesta en
escena de la inteligencia y la sensibilidad del lector para enriquecer su
imaginario. Configura el mecanismo inferencial, conjetural para continuar
con la analogía del lector como cazador, como detective, para encontrar
en el acto interpretativo del lector la esencia de la ficción misma. De los
doce ensayos del libro, Thérien dedica cinco a la reflexión directa de
este aspecto.
De Hüsserl a Heidegger, del hecho de asumir que el mundo exterior
se reduce al contenido de nuestra propia conciencia a la proposición de
la existencia humana como un diálogo con el mundo; de las palabras de
Gadamer, que afirman que las intenciones del autor nunca agotan el
significado de una obra, hasta el desarrollo posterior de la estética de la
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3
recepción con Iser, Ingarden, Barthes y Jauss, entre otros, Gilles Thérien
nos propone ver nuevamente la lectura como una actividad interior cuyo
resultado es el sentido del libro. Sentido que no es absoluto, global o
definitivo y entender el acercamiento al objeto literario como un proceso
en el que su recepción obedece a las dinámicas socioculturales de los
pueblos y a los procesos de reminiscencia interior de los sujetos que lo
producen, lo leen y lo sostienen como tal.
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