¿NO ES EL HIJO DEL CARPINTERO? preguntas del evangelio Fernando Montes, S.J. k^Juisiera reflexionar esta pregunta desde el punto de vista de José. ¿Qué pensaría él al contemplar a ese niño, a esc ¡oven que, según el evangelio, le estaba sujeto y que con razón todos consideraban su hijo? Que extraña sensación debía sentir ese hombre justo y noble quien, en cierto modo, ocupaba en esta tierra el lugar del Todopoderoso. Para la gente de su entorno, Jesús ora mucho más el hijo de José que el hijo de Dios; y ciertamente en ese hombre trabajador el Señor veía, con razón, la imagen misma de su Padre. [sto nos puede ayudar a entender qué significa ser padre en nuestros días. En esta pregunta se nos pone de manifiesto que la paternidad es mucho más que entregar la vida física. Si María quedó encinta, sin concurso del varón, porque la fuerza del Espíritu la cubrió con su sombra, Dios no quiso, sin embargo, prescindir de la presencia masculina en el complejo proceso psicológico que llevó a Jesús a compartir en todo la condición humana menos en el pecado. Dios invitó a José a asumir la responsabilidad de formar humanamente al Mesías. Por eso fue verdaderamente un padre. Algunos pueden creer, con un grave error teológico, que lesús no necesitó enseñanza porque era hijo de Dios. Aceptan, a lo más, que José le haya enseñado a usar el serrucho y la garlopa, pero rechazan que él haya sido esencial en la formación humana, moral, religiosa y afectiva del enviado de Dios. En José queda de manifiesto que ser padre significa mucho más que contribuir a engendrar un niño en las entrañas de una mujer. Al contemplar a este israelita, en un tiempo como el nuestro que degrada la paternidad hasta el punto de llegar a ofrecer gametos como mercancía, resulta evidente que la paternidad humana no puede limitarse a procrear hijos. Ser padre es, ante todo, una apasionante aventura espiritual. Este hombre sencillo, humilde y noble entroncó a Jesús en la savia viva de su pueblo, le transmitió las mejores tradiciones; en él aprendió Jesús la difícil tarea de ser hombre. En losé comprendió que mandar es servir, que los pobres merecen todo respeto, que la verdadera religión no era la que enseñaban los fariseos, los saduceos y los mismos maestros de la ley. Viendo cómo José trataba a su madre el niño aprendió a tratar con dignidad a la mujer. Si es cierto que el padre contribuye con el código genético, no lo es menos que con su imagen y presencia contribuye en la formación de la persona humana porque todo hombre lleva pegado en su alma como su propia identidad el ejemplo, lo que vio y experimentó en su casa. Ser padre significa dar amor, enseñar a vivir, a hablar, a mirar, a amar, a sufrir humanamente. Es darle a un niño la andadura para que pueda enfrentar la vida. Uno de los problemas más graves de la cultura moderna es el ocaso de la tigura paternal. Existe un "despadre" cultural que genera un desmadre en el alma de mucha gente y en el conjunto de la sociedad. Cada uno vive para sí y en sí, y falta alguien que con amor nos abra a un mundo objetivo, difícil, en el que hay que saber vivir con otros, amándolos, respetándolos. El verdadero padre, con amor, agranda el pequeño círculo madre-hijo, y enseña a su descendencia que en el mundo hay otras personas, que hay obligaciones, deberes, compromisos y leyes; que la vida es social. Ser padre es plasmar un espíritu. Los contemporáneos de lesús se preguntaban dónde podría haber aprendido las cosas que enseñaba. El mérito de José es que le enseñó a Jesús a ser más que el hijo del carpintero, permitiéndole crecer en gracia delante de Dios y de los hombres. Él le dio la formación necesaria y la libertad para cumplir la misión más importante que persona alguna haya tenido en esta tierra. Él le enseñó un modo de ser hombre que hacía patente el proíundo misterio: ser en su humanidad el rostro visible del Padre de los Cielos. Por lo anterior cabe volver la pregunta hacia nosotros. ¿En qué se nota que mis hijos son mis hijos;* ¿Sólo en los rasgos físicos, en el color del pelo o de los ojos? ¿Puede limitarse la tarea del padre a transmitir la vida, enseñar una profesión o procurar el alimento para subsistir? La tarea más profunda de todo padre es ayudarle a su hijo a cumplir la misión que Dios le confió y a reflejar, como Jesús, el rostro de Dios.íji 17