Arturo Prat Chacón, su Misión Confidencial en

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ARTURO PRAT CHACÓN
Su misión confidencial en Montevideo.
(5 de noviembre de 1878 - 16 de febrero de 1879)
Canis Venatici
*
Cuando recordamos al héroe enfatizamos en diversos aspectos notables
y ejemplarizadores de su vida personal y profesional, para culminar
en su comportamiento como comandante de la corbeta Esmeralda en esa
mañana del 21 de mayo de 1879. Sin restar absolutamente ningún mérito
a
lo
anterior,
advertimos
acerca
de
una
faceta
suya
que
ha
permanecido en la penumbra: su desempeño como agente confidencial del
Gobierno de Chile en Montevideo, en lo que demostró poseer tres
cualidades difíciles de hallar simultáneamente en una misma persona:
tacto, criterio y reserva.
Para comprender cabalmente la labor realizada por Arturo Prat
en Montevideo, es necesario situarse en el contexto de las relaciones
existentes entre Chile y Argentina, las que giraban en esa época casi
exclusivamente en la cuestión de los límites.
Todos los antecedentes históricos señalan que nuestro país,
hacia 1810, era dueño indiscutible de todos los territorios situados
al
sur
del
río
Negro.
Es
decir,
Chile
era
dueño
legal
de
la
Patagonia, Chiloé, el estrecho de Magallanes y la Tierra del Fuego,
junto con las islas adyacentes. O'Higgins, en 1831, le define a un
capitán inglés los límites de Chile: "Chile viejo y nuevo se extiende
desde la bahía de Mejillones hasta Nueva Shetland del Sur, en la
latitud 65E Sur, y en el Atlántico desde la península de San José,
en la latitud 42E Sur, hasta Nueva Shetland del Sur, o sea 23E, que
añadidos a los 42E del Pacífico, hacen un total de 65E, o sea, 3900
millas geográficas, con una superabundancia de excelentes puertos en
ambos océanos y todos ellos salubres en todas las estaciones del año.
Una simple mirada al mapa de Suramérica basta para probar que Chile,
tal como queda descrito posee las llaves de esa vasta porción del
Atlántico Sur".1
2
Sin embargo, en las Constituciones Políticas de Chile, a partir
de aquella promulgada en 1822, regirá lo siguiente hasta la reforma
constitucional de 1888: "El territorio de Chile conoce por límites
naturales: al sur, el cabo de Hornos; al norte, el despoblado de
Atacama; al oriente, los Andes; al occidente, el mar Pacífico. Le
pertenecen las islas del Archipiélago de Chiloé, las de la Mocha, las
de Juan Fernández, la de Santa María y demás adyacentes".2
Argentina no se interesó en explorar aquellos territorios porque
hasta
1846
los
consideró
como
chilenos.
Pero,
los
problemas
comenzaron a surgir por los cruces de ganado entre Talca y la región
sur de Mendoza, y la ocupación por parte de campesinos chilenos de
los fértiles valles de Neuquén. Esto fue debido, en gran parte, a que
tanto Chile como Argentina habían aceptado el principio del uti
possidetis para determinar sus límites. El problema estribaba en
saber cuál era exactamente el territorio chileno al momento de la
independencia y cuál el argentino.3
Los
simples
incidentes
de
carácter
policial
o
acciones
administrativas comunes ocurridos en esos territorios australes se
mantuvieron, todavía, bajo un relativo control hasta 1873, cuando se
produjo un quiebre debido a la polémica surgida entre el ministro
chileno don Adolfo Ibáñez, y su correspondiente argentino, don Félix
Frías. A partir de este último año, en el que asoma el Tratado entre
Perú y Bolivia, que tanto va a influir en la declaración de la Guerra
del Pacífico y al cual se invita como tercer miembro a la nación
hermana de Argentina, se fueron derivando, en los años que siguen
hasta 1881, situaciones diplomáticas complejas entre ambas naciones
las
que,
además,
se
agravaron
desde
la
parte
chilena
por
la
desafortunada participación de destacados hombres públicos e ilustres
académicos, pero muy inexpertos diplomáticos, como fue el caso de don
José Victorino Lastarria y don Diego Barros Arana en la defensa de
los intereses chilenos, cuando ellos nos representaron en sendas
misiones diplomáticas, tanto en Buenos Aires como en Río de Janeiro.
Sin embargo, con la percepción tardía que nos ofrece el tiempo, ellos
simplemente
reflejaron
esa
miopía
obstinada
y
terca
tan
3
características de los políticos chilenos del siglo pasado, los que
jamás entendieron cuál debía ser la política exterior chilena.
En todo caso, la Misión Barros Arana en sí misma no fue tan
perjudicial a Chile, porque el mal era mucho más profundo que la
actuación de un solo hombre.
Rotas, prácticamente, las relaciones diplomáticas en mayo de
1878, con el retiro del negociador chileno desde Buenos Aires, Chile
dejó vacante su Legación, que era su principal medio de información
para el Gobierno chileno.
El ambiente enrarecido existente entre ambos países halló su
salida como consecuencia del apresamiento de la goleta estadounidense
Devonshire que se hallaba cargando guano al sur de la desembocadura
del
río
Santa
Cruz,
frente
al
océano
Atlántico,
territorio
jurídicamente chileno pero políticamente deseado por Argentina. Este
hecho se le representó a la población de Buenos Aires como una
provocación por parte de Chile y pidió a gritos la declaración de
guerra. Serias dificultades tuvo el Presidente de Argentina, don
Nicolás de Avellaneda para contener a la turbamulta ignorante
excitada
por
los
agresivos
discursos
de
don
Félix
Frías,
y
para
explicar que Argentina no tenía medios bélicos para enfrentar una
guerra contra Chile.
Pero, a pesar de sus debilidades, Argentina tuvo que iniciar sus
aprestos bélicos ante lo inminente de su rompimiento con Chile, pero,
para guardar las apariencias, su Canciller, Montes de Oca, envió una
circular a los diarios bonaerenses en que les pedía no mencionaran
las medidas adoptadas por el Gobierno en relación a su Ejército y su
Marina. Esta petición, a la que se le dio una indebida publicidad,
implicaba una categórica señal de que Argentina se preparaba para la
guerra,
indiscreción
que
abrió
los
ojos
de
los
gobernantes
de
Santiago, haciéndoles ver la realidad de las cosas.
"En nota -dice don Alejandro Fierro, Ministro de Relaciones
Exteriores chileno al comunicarle el 5 de noviembre la noticia a don
Pedro Nolasco Videla, Encargado de Negocios de Chile en La Paz-, de
cuya autenticidad no tenemos ahora motivos para dudar, nos pone en
4
la necesidad de adoptar, por nuestra parte, todas las medidas propias
para rechazar cualquiera agresión del gobierno argentino".
Hubo instantes en que se creyó que la paz iba a ser alterada.
Fue en
estas circunstancias que el Gobierno chileno dirigió sus
miradas sobre el Capitán de Fragata don Arturo Prat Chacón, "en cuya
discreción tiene el gobierno plena confianza", según palabras del
mismo Canciller Fierro, para designarlo agente confidencial de Chile
en Montevideo.
La prudencia de Prat, que en ese momento apenas tiene 30 años
de edad, su inteligencia clara, su personalidad definida, y sus
conocimientos profesionales, pesaron suficientemente en el ánimo de
la Cancillería chilena para designarlo en misión tan delicada como
peligrosa.
"Los últimos acontecimientos sobrevenidos en la cuestión de
límites que sostiene la República con la Confederación Argentina
-decían las instrucciones que Fierro le expidiera el 5 de noviembre
de 1878-, imponen a mi gobierno la necesidad de observar atentamente
las medidas que en aquella República se tomen respecto de la escuadra
o del ejército y que puedan interesar a Chile".
Su
residencia
permanente
sería
Montevideo
pero,
podría
trasladarse a Buenos Aires por el tiempo y en las ocasiones que su
presencia allí fuese necesaria para el mejor cumplimiento de su
misión.
"Serán
preferentes
y
atento
objeto
de
la
observación
circunspecta y reservada de Ud. -continuaban las instrucciones- la
marina de guerra argentina y el ejército en todos sus detalles. En
consecuencia, informará Ud. a mi gobierno y con la posible brevedad
acerca del número de buques, su clase, su artillería, su tripulación,
el estado en que se encuentran para expedicionar, las providencias
que se tomen respecto de ellos, bien sea aumentando sus tripulaciones
o renovándolas, cambiando su artillería, embarcando tropas, etc.,
etc., o sobre los torpedos su clase, su número y los elementos con
que allí cuenten para aplicarlos; sobre los encargos que se hayan
5
hecho o se hagan a Europa relativos al aumento o mejora de la marina;
sobre el Ejército, el número de hombres que lo componga actualmente,
la clase de armamentos con que cuenta en las tres armas, el armamento
de repuesto que se puede disponer, y, en general, el estado del
parque de guerra y sus anexos. Estas informaciones e informes deben
hacerse igualmente extensivos a la guardia nacional".
"En otro orden de cosas -agrega Fierro- Ud. seguirá paso a paso,
en cuanto le sea dable, los movimientos que se verifiquen en la
escuadra o el ejército y que manifiesten ser la consecuencia de
propósitos hostiles de ese gobierno contra esta república y dará
cuenta, sin pérdida de tiempo, por medio del telégrafo, bien sea
desde Montevideo o desde Buenos Aires, empleando al efecto la cifra
que se incluye a Ud. en sobre separado, y por conducto directo o de
nuestro cónsul en la primera de estas ciudades".
"De la misma manera comunicará -concluye- las resoluciones de
ese gobierno que en otros ramos de la Administración se tomen, y que
puedan interesarnos, sin olvidar un sólo instante que la comisión de
que ha investido a Ud. la República debe darnos buenos resultados
mediante la discreción, la sagacidad y la incesante observación de
Ud.".
Prat se embarcó inmediatamente con destino a Montevideo, donde
tenía que ponerse sin pérdida de tiempo en comunicación con el cónsul
de Chile en esa ciudad, don José María Castellanos.
Y hasta tal punto se le representaba al gobierno lo delicado de
esa misión que ponía en guardia al agente sobre las condiciones
personales del cónsul:
"Penetrado Ud. de que este caballero desempeña sus funcionas con
lealtad, inteligencia y discreción, tomará su acuerdo para los casos
en
que así los juzgare conveniente. Pero, si por desgracia, no
encontrase en este funcionario las cualidades requeridas, no sólo
guardará Ud. para con él la más absoluta reserva, sino que pedirá
inmediatamente a este Ministerio su remoción, indicando, a la vez,
la persona que deba reemplazarlo y que preste garantías de fidelidad
e interés hacia Chile".
6
Igual conducta se le encomendaba seguir con el cónsul de Chile
en Buenos Aires, señor Baudrix.
"Finalmente, deberá Ud. -concluía Fierro- dirigir su atención
al desarrollo de los sucesos políticos en Buenos Aires, estudiando
el grado de aceptación que encuentren en los partidos las medidas que
el gobierno tome en el sentido arriba indicado, las adhesiones con
que contaría en el Congreso y en la opinión pública el rompimiento
de las relaciones que unen a los dos paises, y las influencias que
en ese terreno podían, en un caso dado, modificar las corrientes de
la
opinión
de
una
manera
más
o
menos
conveniente
a
nuestros
intereses".
En igual sentido don Alejandro Fierro escribía el 5 de noviembre
a
don
Alberto
Blest
Gana,
Enviado
Extraordinario
y
Ministro
Plenipotenciario de Chile en Francia y Gran Bretaña y le ordenaba
girara contra la Legación a su cargo una suma hasta por $ 4.000 a
favor de Prat para gastos de la misión en Montevideo.
Recibidas las instrucciones, Prat se dirigió a Valparaíso, donde
el Intendente de Valparaíso y Comandante General de Marina, don
Eulogio Altamirano, obtuvo del Banco Nacional, 46 libras de oro y una
letra sobre el Banco Oriental de Londres por la cantidad de otras 340
libras esterlinas.
Provisto de los fondos necesarios, el mismo día 6 se embarcó en
el vapor Valparaíso que a las 15:00 zarpó con destino a Lota, donde
fondeó el día 7. El día 8, después de embarcar 200 toneladas de cobre
en barras, siguieron el viaje amaneciendo el día 13 en Punta Arenas.
El poco tiempo que el vapor permaneció en esa ciudad apenas le
permitió a Prat ponerse al habla con el comandante de la cañonera
Magallanes y gobernador marítimo, a quien informó de las medidas de
precaución que la Moneda había creído prudente adoptar en vista de
los sucesos que últimamente se habían desarrollado en las relaciones
con Argentina.
Adquirido por el gobernador el pasaje del agente chileno hasta
Montevideo, pues, en Valparaíso, para evitar comentarios, sólo se
adquirió el correspondiente hasta Punta Arenas, continuaron viaje
7
hasta la tarde del día 18, en que fondearon en Montevideo.
Una vez en tierra, Prat inquirió antecedentes para ver si había
ocurrido algún cambio importante en las relaciones entre ambos
países, enterándose de que, al menos en principio, se mantenían sin
grandes alteraciones, aunque se rumoreaba que la escuadra argentina
había zarpado hacia la costa patagónica, convoyando una nave mercante
comprada en Montevideo, con el propósito deliberado de ir a provocar
a los buques chilenos estacionados en el Estrecho.4
"Opinaban unos -informa Prat a su gobierno el 25 de noviembreque esta noticia era efectiva; otros que no pasaba de ser una farsa
grotesca. En cuanto a mi, sólo me constaba que en el día que dejamos
la
Colonia
y
en
el
siguiente
esos
buques
debieran
haber
sido
avistados si su destino los hubiera llevado al estrecho; no habiendo
sucedido esto la causa no podía ser otra que el haberse quedado en
Santa Cruz o haber pasado después de esos días, caso en que la
"Magallanes" no se hubiera encontrado ya en la colonia".
La primera noticia de importancia que envió Prat a Chile fue
aquella de que continuaba la política de concesiones territoriales
de Argentina en la Patagonia. En ese mismo telegrama del 26 de
noviembre se agregaba que un barco alemán acompañado de uno de guerra
argentino había zarpado para cargar guano en la Patagonia. El día
anterior había recibido y comunicado inmediatamente la noticia de que
un plenipotenciario argentino se disponía a viajar al Perú a buscar
la alianza de este país para la guerra que proyectaban.
Se comprenderá la dificultad que encontraría el agente chileno
para adquirir noticias debido a la falta de relaciones sociales. Por
otro lado, además de los escasos chilenos, que no pasaban de dos,
había que agregar que, en su población de 70000 habitantes, se
contaba
una
mayoría
chileno-argentina
y
de
extranjeros
dedicados
indiferentes
exclusivamente
a
a
la
sus
cuestión
negocios
particulares.
"En cuanto a los hijos de este país, -dice Prat en el informe
del 25 de Noviembre que en general tienen pocas afecciones por los
argentinos, están extraviados en sus juicios por la prensa que,
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asalariada
por
éstos,
se
limita
a
transcribir
cuanto
puede
desprestigiar a nuestro país y a nuestra causa, y siempre que tocan
estos puntos lo hacen en un sentido desfavorable hacia Chile".
"Así es como ha podido informarse la opinión que admira la
moderación de los argentinos que toleran nuestros avances, y cada
palabra de conciliación que de Chile trae el telégrafo es apreciada
como un síntoma de debilidad y temor, en vista de los aprestos que
se hacen en las orillas del Plata".
"En Buenos Aires se nota que los apetitos guerreros se
pronuncian
tanto
más
cuanto
mayor
es
su
convencimiento
de
que
nuestras intenciones son pacíficas".
En cuanto a la opinión dominante en Uruguay de un posible
conflicto, agrega con un profundo sentido de la realidad:
En Chile nadie cree en la guerra, que se cree infundada y poco
menos que imposible. Aquí (Montevideo), lo mismo que en la república
argentina nadie duda que ella vendrá, no sólo como una medida
necesaria de política interna, sino, también, como único medio, a
falta
de
títulos,
de
enseñorearse
de
ese
desierto
llamado
la
Patagonia, que con sus depósitos de guano y salitre, a que dan quizás
desmesurada importancia, tienta la codicia de los argentinos".
"Entretanto, ya sea con el propósito de hacerlo, sea con el de
imponernos, lo cierto es que ellos forman los cuadros de un futuro
ejército, exigen el enrolamiento de todos los que teniendo la edad
deben hallarse inscritos en la guardia nacional, engancha marineros
de todas las nacionalidades, en su parque trabajan con actividad
cuatro veces mayor número de operarios que los de costumbre y, en una
palabra, estudian los medios de hacer la guerra y se preparan para
ella".
"La exploración del comandante Winter en el río Colorado, que
remontó hasta la Cordillera misma, quizás responde a estos planes".
"Esperan
construir
también
a
los
dos
blindados,
Estados
Unidos
que
y
se
un
asegura
vapor
para
han
mandado
torpedos,
a
de
Inglaterra, en reemplazo del Fulminante.5
"La provisión que de este último elemento de guerra tienen en
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su parque, me dicen, es considerable y Davison, célebre torpedista
norteamericano dirige los trabajos".
Sobre el estado de la Marina y del Ejército, poco fue lo que
pudo informar en esta ocasión por falta de medios.
"Parece, sin embargo, que no distan mucho de los datos que posee
el gobierno. En cuanto a la opinión dominante en el pueblo argentino,
en el Congreso y en los partidos políticos que la dividen, parece
exacto que apoyan la guerra, sin tener probablemente una idea cabal
de las consecuencias que podría traerles".
"Las últimas concesiones en la Patagonia, que comprenden desde
el
paralelo 44E 30' de Lat. Sur hasta el río Deseado, con 50
kilómetros de mar a Cordillera, el envío a cargar guano de un otro
buque
con
bandera
elocuencia,
que
ni
alemana,
piensan
demostrarán
ni
desean
a
la
V.S.
paz
con
y
que
abrumadora
no
andan
descaminados respetables personas de esta ciudad, habituados a la
política argentina, que no ven en las palabras conciliadoras que el
telégrafo transmite a Chile, otra cosa que artificios para ganar
tiempo y prepararse mientras nos adormecen".
Como medida administrativa inmediata, Prat propuso la remoción
de
los cónsules chilenos en Buenos Aires, Montevideo y Río de
Janeiro. El segundo de estos funcionarios, el señor Castellanos, pese
a que reconoce que es un perfecto caballero, se le representa como
un obstáculo insalvable para que preste "con oportunidad y reserva
los servicios que en esta hora Chile tiene la necesidad y derecho de
exigir de sus funcionarios", debido a su condición de uruguayo y a
sus relaciones de familia con los argentinos.
E n cuanto a don Juan Frías, resultaba imposible creer en su
discreción y fidelidad, por su carácter de cónsul chileno en Río de
Janeiro y, a la vez, cónsul argentino en la misma ciudad, con el
agravante de ser hermano del gran adversario de Chile, don Félix
Frías.
Concluye Prat su informe diciendo:
"Poco tiempo basta para comprender que en estos países la paz
no es sino una tregua, que se romperá cuando las circunstancias se
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presenten favorables para llenar el objeto que se tiene en vista".
"Aquí nadie duda que el Brasil alimenta la esperanza y espera
la ocasión, para apoderarse del Paraguay y provincias argentinas de
Corrientes y Entrerríos, y aun creen que tarde o temprano el Imperio
brasileño se extenderá hasta el Plata, absorbiendo el Uruguay".
"Los argentinos, por su parte, no ocultan, y aun sus diarios han
hablado con motivo de la resolución arbitral sobre el Chaco, sus
ambiciones al Paraguay".
"Uruguay, a su turno, lanza sus miradas a las provincias
limítrofes
de
Corrientes
y
Entrerríos,
a
cuyo
movimiento
revolucionario, no sofocado del todo, en la última se cree no es
completamente extraño, y algunos amigos del dictador aseguran haberle
oído decir que con el apoyo de Chile reivindicaría la isla de Martín
García".
"Viviendo esta atmósfera de ambiciones no puede explicarse la
actitud
de
Chile,
que
dispute
un
desierto
cuando
sus
antiguas
provincias transandinas están en mejor situación, y desperdicia la
ocasión,
tan
favorable
que
se
le
presenta,
para
aprovechar
su
indisputable superioridad marítima y la facilidad y prontitud con que
podría organizar un ejército con los innumerables brazos que la
paralización de sus industrias ha dejado sin ocupación; brazos que
siendo una verdadera calamidad en el país serían salvadores de la
situación trasladados a las pampas argentinas."
"Es aquí opinión muy generalizada que bastaría a Chile un
bloqueo de Buenos Aires, secundado de grado o por fuerza por esta
República Oriental, para reducirlo a términos razonables".
"La carencia de renta aduanera, la suspensión del pago de la
deuda externa, la paralización de sus saladeros y fábricas por falta
de carbón y los muchos males que, principalmente en esta época que
es la de las mayores importaciones y exportaciones, que el bloqueo
produciría, sería suficiente para que la población extranjera, que
vendría a ser la más perjudicada en sus intereses, y cuyo número
alcanza quizás a 300.000 en Buenos Aires, se levantarán y derrocarán
al gobierno".
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"El apoyo del de este país no se cree tampoco difícil de obtener
y si él no lo prestase, el partido blanco, que está, como todos, hoy
abajo y es el más poderoso de la República, lo haría subiéndolo al
poder, pues es un enemigo irreconciliable de los argentinos y por
tanto nuestro amigo".
"A más esta República, siempre en efervescencia, se encuentra
actualmente sin aliados y rodeada más bien de enemigos que de
indiferentes
y
por
eso
busca
la
alianza
del
Perú,
que
puede
proporcionar escuadra y distracción para nosotros en el Pacífico,
pues, comprende que, mientras nosotros somos casi invulnerables,
ellos son accesibles por todas partes".
"He entrado en los detalles anteriores, por creer que si, si
bien ellos carecen de importancia por el momento, pueden ser útiles
en el porvenir, si, como es de temerlo, no pudiera evitarse la
ruptura a que se nos provoca por todos los medios".
Días después, el 1 de diciembre, Prat envía una nota a don Juan
Williams Rebolledo, de paso en Punta Arenas, en la que le expresa:
"La semana pasada estuve en Buenos Aires y visité el "Plata",
que se encontraba en el puerto. Siendo conocidas de Ud. y de nuestros
oficiales las condiciones de esas naves, sólo agregaré que son de
doble hélice, noticia que no tenía; sus carboneras pueden llevar 200
toneladas de carbón y su tripulación no puede ser numerosa (60
hombres m/m), porque no hay local a bordo para recibirla ni se
necesita gran cosa para el servicio de su máquina (20 hambres), y de
sus dos cañones de a 300. No está dividido en departamentos estancos,
pero tiene un doble fondo, que le permite sumergirse hasta quedar con
un pie sobre la línea de flotación".
"Me dijeron a bordo que el equipaje es de 600 hombres, pero, no
lo creo exacto y que marineros argentinos no les faltaban, pues, el
cabotaje se los daba en número suficiente".
"La verdad es que no vi entre los que había a bordo gran número
de extranjeros, pero, es muy posible que muchos de ellos no sean
verdaderamente gentes de mar, pues se ha dicho que están destinando
a marineros a los indios que se aprisionaban en las pampas".
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"La "Paraná" y "Uruguay" no son buques mixtos de fierro y
madera, como oí a varios oficiales en Valparaíso; son todos de
fierro, y fuera de los buquecitos mercantes, "Cabo de Hornos", que
va partir con provisiones para Santa Cruz, bergantín "Santa Rosa" y
goleta "Santa Cruz", que son de madera y de ninguna importancia,
todos son de cascos de fierro".
"Mi misión en estos lugares carece de elementos para que sea
fructífera y mis deseos serían ser reemplazado para ponerme a sus
órdenes, en la Escuadra, donde estaría más en mi elemento".
Entre tanto, don Mariano E. de Sarratea, cónsul general de
Argentina en Chile, iniciaba una negociación privada que, después de
muchas conversaciones, se cristalizó en el Pacto "Fierro-Sarratea",
del 6 de diciembre de 1878.
El 12 de diciembre de 1878, Prat telegrafió a Santiago (en
comunicación dirigida a Gana) el efecto que esta negociación había
causado
en
Buenos
Aires:
"Frías,
dando
genuina
muestra
de
inteligencia al Art. 39 del Tratado del 1856, ataca, bajo su firma,
últimos convenios".
Agregando:
"El gobierno argentino ha comprado buque de guerra de 1ª clase
en Francia. Espérase".
En oficio de la misma fecha, aclarando lo anterior, dice que:
"No será demás que exponga a V.S. la opinión que, personas
avezadas a la política, siempre doble y desleal, de la república
argentina, se han formado sobre la suerte probable que correrán los
tratados recientemente celebrados".
"A juzgar por la circular que aquel gobierno ha pasado al cuerpo
diplomático residente en Buenos Aires, la base de los nuevos tratados
ha sido el Art. 39 del pacto de 1856, que establece el arbitraje para
todas
las
límites,
cuestiones
que
han
podido
o
puedan
suscitarse
sobre
de lo que lógicamente se deduce que si bien Chile ha
abandonado,
por
una
parte,
la
jurisdicción
que
ejercía
en
el
Atlántico, por otra ha asegurado lo más positivo, que es el arbitraje
de derecho, sin limitaciones de ninguna especie".
13
"La prensa argentina, sin embargo, ha estado muy ufana con el
triunfo que en su concepto envuelve el retiro de nuestras solemnes
declaraciones sobre jurisdicción en el Atlántico, atribuyendo ese
resultado a la presencia de su escuadra en las aguas del Santa Cruz".
"Mas, don Félix frías, que durante la prolongada discusión que
tuvo con el señor Ibáñez, nunca pudo dar su genuina inteligencia al
Art. 39 del tratado del 56, se ha alarmado hoy al verlo figurando
como base del arreglo, y, en una carta que publica "La Tribuna",
ataca
el convenio, por encontrarse la Patagonia incluida en el
arbitraje".
"Ya "La Tribuna" había rechazado la idea de que aquel territorio
podía quedar comprendido en el arbitraje y creo no pasarán muchos
días más sin que toda la prensa argentina haga igual declaración y
proteste los tratados si ellos tuvieren ese alcance".
"Por mi parte, viendo la poca confianza que en general se tiene
aquí en la seriedad y buena fe de los hombres públicos argentinos,
he llegado a aceptar como posible que al firmar esos arreglos nunca
han pensado en que el arbitraje llegará a constituirse, pues, si no
encuentran, como es de esperarlo, obstáculos en la Cámara, será
porque se tiene en reserva el recurso de que los árbitros no entren
a discutir y fallar la materia sino bajo la base de que la Patagonia
no es parte de la cuestión, como lo ha insinuado ya "La Tribuna".
"La intención verdadera del tratado no será entonces otra que
dar
un
golpe
de
brillo,
haciéndonos
retirar,
siquiera
provisoriamente, la declaración que establece nuestra jurisdicción
actual hasta el río Santa Cruz y ganar el tiempo que necesitan para
preparar su ejército y escuadra y que en cuanto al arbitraje, una vez
listos, no les faltará medios de eludirlos, cargando a nuestra cuenta
la falta".
"Entre tanto, es un hecho que, a pesar de la propaganda de
Frías, las cosas permanecerán en statu quo hasta que se reúnan, creo
que en mayo del año entrante, las cámaras argentinas, donde, sin ser
pesimista, puede predecirse que serán rechazados los tratados o en
seguida burlado el arbitraje si no ven que Chile se ha armado,
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formando alianzas y, en una palabra, que se halla listo y resuelto
a hacer la guerra, único medio, a mi juicio, de conjurarla".
"En cuanto a ellos no se descuidan, pues tengo informes dignos
de fe, de que el ministro argentino en Francia, señor Balcárcel,
aprovechando las buenas relaciones que ha establecido con aquel
gobierno, reconociéndole y arreglando el pago de la deuda contraída
para con ellos durante la guerra con Rosas, ha obtenido la cesión de
un poderoso blindado que, bajo el modelo perfeccionado de los buques
italianos "Duilio" y "Dandolo", se estaba construyendo para la marina
francesa en los astilleros del gobierno y suponiéndose que a la fecha
ha sido lanzado al agua, pues aquí es esperado y tiene designado su
jefe".
"Este es el señor Guillermo Brown, oriental, hijo del almirante
del mismo nombre y marino educado en los Estados Unidos".
"N o
conozco el poder del buque de que se trata, ni por
consiguiente, si su adquisición por los argentinos obligará a los
chilenos a proporcionarse nuevos elementos de guerra, que a ser
necesarios los encontraríamos en Brasil, que posee dos poderosas
naves que desea enajenar, por no ser aparentes para ríos, pero he
oficiado al señor Blest Gana (Alberto), nuestro ministro en Francia,
comunicándole la noticia, a fin de que pueda informar a V.S. sobre
el particular".
"Entre tanto, esta especie de tregua que seguirá a los tratados,
podremos, a nuestro turno, utilizarla para cambiar las calderas a
nuestras corbetas y dotarlas de todos los elementos necesarios para
el servicio de torpedos, elementos que aumentando el poder militar
de nuestra escuadra, no impondrían al estado grandes sacrificios".
"En cuanto a la escuadra argentina, a cuya presencia en las
aguas del Santa Cruz atribuyen ellos el milagro del último arreglo,
parece no ha alcanzado más allá del Zuyú (130 millas al sur de Buenos
Aires), donde es probable permanezca todavía, pues la goleta "Santa
Cruz", que llegó hace poco del río de ese nombre, ha traído noticias
de la colonia, pero no de la Escuadra".
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El 31 de diciembre, el Canciller chileno, don Alejandro Fierro,
le
acusa recibo de sus oficios y le comunica que ya están los
antecedentes en el Ministerio de Guerra y Marina. A continuación le
informa de la aprobación que el Consejo de Estado y el senado han
prestado al Tratado, y le advierte que la Cámara, a petición del
Ejecutivo, lo había postergado hasta no saber a qué atenerse respecto
del
movimiento
de
la
escuadra
argentina
a
Santa
Cruz.
Termina
instándolo a que siga comunicándole todos los datos fidedignos
interesantes para el gobierno.
Hasta el 21 de diciembre de 1878, en que dató su otro oficio,
nada nuevo sucedió.
La
prensa
consagrada
a
la
cuestión
de
los
impuestos
y
elecciones, había guardado silencio sobre el asunto de límites
interrumpidos
únicamente
por
la
carta
pública
de
Frías.
Este
documento y los términos en que el periodismo prestó sus aplausos a
los tratados, "lejos de modificar -dice Prat el 21 de diciembre- la
opinión que he manifestado antes a V.S. sobre la suerte que espera
a los tratados, no hace más que confirmarla".
En el mismo Hotel Oriental en que se hospedaba Prat, lo hacía
también el ministro del Brasil en Uruguay, señor López Netto, con
quien con frecuencia se reunía a conversar sobre el punto neurálgico
del día. En una de estas reuniones el señor López Netto dejó entrever
que los deseos de Brasil eran establecer una alianza con nuestro
país, constituyendo así un poder bastante respetable para frenar a
la república argentina e influir poderosamente en la resolución
equitativa de las cuestiones que surgieran entre las secciones
americanas del sur.
"Aliarnos con el Brasil -continúa Prat-, si tuviéramos la
intención de hacerlo, sería, pues, cosa hacedera, estribando la
dificultad no en llegar allí, sino en el establecimiento de las
obligaciones que se contrajeran, pues, es de suponer que Chile no
querría comprometerse sino para casos muy justos y señalados".
"Siendo nuestra cuestión de límites y teniendo el Brasil
dificultades del mismo orden que arreglar con la república argentina,
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aunque no son de tanta importancia, la alianza que reuniría los
caracteres de reciprocidad, justicia y mutua conveniencia, salvando
el porvenir, sería la que tuviera por objeto dirimir por las armas
esa controversia, siempre que la república argentina resistiera el
arbitraje".
"Por lo que hace a las Repúblicas limítrofes, el Paraguay
tendría que seguir al Brasil; y la banda oriental del Uruguay se
vería también arrastrada a la alianza, por su propio interés, pues,
como enemiga, sus fronteras marítimas y terrestres quedaban abiertas
y amenazadas por el Norte y el oriente, viniendo a hacerse el teatro
de la guerra y sufrir todas las calamidades".
"Tomando cartas contra la república argentina no sucedería así,
pues, su frontera fluvial es fácilmente defendible por una escuadra
y el Brasil la tiene poderosa".
"De Bolivia nada tendríamos que temer, porque habiendo arreglado
la salida de sus productos por el Amazonas está ligado al Brasil por
lazos de interés que no le convendría romper".
"Ignoro si López Netto tenga conocimiento de la política que el
Brasil desea seguir para con nosotros -concluye Prat-, pero, sus
palabras me hacen suponerlo y juzgarlas muy favorable a nuestros
informes".
Concluye su oficio del 21 de diciembre, agregando que dado el
estado en que estaban las relaciones con Argentina, él juzgaba que
el objeto de su misión había terminado, esperando sólo la orden para
regresar a la patria.
El 26 de diciembre Arturo Prat se trasladó a Buenos Aires,
acompañado
del
señor
Hurtado
Barros,
que
iba
a
servirle
de
introductor.
Como su estadía temporal en aquel país requería una explicación
racional, dijo que había emprendido un viaje a Europa y se había
detenido allí con el objeto de conocer esa ciudad.
Su preocupación principal durante su permanencia en Buenos Aires
fue visitar el parque de guerra y recoger todos los datos relativos
al estado militar de la Argentina. Pero antes de informar a Fierro,
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hizo un bosquejo somero de la situación existente en la república
argentina.
"He tenido la ocasión -dice en su oficio del 6 de enero de 1879de hablar sobre nuestras cuestiones de límites con algunas personas
serias de Buenos Aires y la impresión que me han dejado es que tanto
el Presidente señor Avellaneda como la mayoría de las cámaras están
por la paz. Opinión, sin embargo, que puede de un momento a otro
modificarse si los intereses de partido así lo requieren".
"Personalmente, el señor Avellaneda es amigo de la paz y estimo
como una manifestación de sus buenas intenciones a este respecto una
invitación que me mandó con un íntimo amigo de él, el señor Torres,
para que le hiciera una visita, creyéndome quizá relacionado con el
señor Prats (Belisario), nuestro actual Ministro del Interior".
"Como era natural, acepté la invitación y en la primera
oportunidad, que fue al regreso de una expedición a la campaña, fui
a verle en compañía del señor Torres".
"Desgraciadamente,
le
encontramos
en
circunstancias
que
abandonaba la casa de Gobierno para dirigirse al tren, por lo que la
visita se redujo a una presentación y los ofrecimientos del caso,
pues yo regresaba a Montevideo al día siguiente".
"Me aseguran también que el círculo que sigue a don Félix Frías
será impotente para desechar los tratados si el gobierno lo patrocina
con empeño".
Termina informándole que la Casa Bember había ofrecido al
gobierno argentino 7000 carabinas Remington, que éste tuvo que
rechazar por no disponer de fondos.
El 6 de enero de 1879 Prat insiste en retirarse de Montevideo,
a lo que Fierro se niega, ordenándole permanecer allí hasta recibir
nuevas instrucciones.
El 18 de enero, contestando el oficio en que se le transcribe
el pacto Fierro-Sarratea, advierte a la Cancillería:
"El éxito no puede darse como seguro, por lo que cometeríamos
una imprudencia adormeciéndonos en esta confianza que, a no dudarlo,
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serviría para estimular los apetitos guerreros de los partidos que
necesitan tremolar una bandera que les atraiga popularidad".
"Por lo pronto sé que don Félix Frías y algunos de sus amigos
trabajan activamente en sentido del rechazo de los tratados, medida
que contará con el apoyo del círculo clerical, que es reducido y que
no pasará más allá si el gobierno obra con energía para contrarrestar
la propaganda".
"El general Mitre parece que ha sido consultado para la
celebración del Pacto, lo que asegura la cooperación de su partido
en la discusión, concurso que si no es muy poderoso en las cámaras,
es considerable en la prensa y en la opinión pública".
"La expedición que se organizará para el avance de la frontera
partirá en marzo bajo el mando del general Roca, actual ministro de
la guerra -agrega Prat-. Si en mayo el tratado fuera rechazado por
el Congreso argentino, ya tendrían estudiada la pampa y un cuerpo de
ejército al pie de los Andes, ya sea dispuesto a invadir o a rechazar
una invasión".
"Indudablemente el avance de la frontera sirve admirablemente
para levantar empréstitos, organizar ejércitos, fundar un cuerpo de
ingenieros, estudiar la pampa y, en una palabra, hacer toda clase de
preparativos para una guerra que puede pasar a ser con Chile".
Por fin el 27 de enero Fierro telegrafía a Prat, autorizándolo
para
que
vuelva a Chile. En el mismo sentido el Intendente de
Valparaíso y Comandante General de Marina, don Eulojio Altamirano,
lo había hecho el día anterior.
Obedeciendo la orden, el agente confidencial tomó pasaje en el
vapor Valparaíso, que fondeó el 4 de febrero en Montevideo. El día
9 lo hizo en Punta Arenas, donde encontró al Teniente-Coronel don
Diego Dublé Almeyda, que regresaba de Santa Cruz, dejando fondeadas
en el río a cuatro buques de guerra argentinos y a un destacamento
de sus fuerzas apostado en la ribera sur.6
El 16 de febrero envía su último informe fechado en Valparaíso
en el que se lee:
"Por lo que hace a la misión que el supremo gobierno tuvo a bien
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confiarme y que, según creo, puedo dar ya por terminada, ella ha sido
desempeñada con toda la discreción y celo que su naturaleza e
importancia exigía, habiéndose obtenido todos los datos que vapor a
vapor he estado enviando a V.S."
"Si no he suministrado a V.S. mayores o más minuciosos detalles
que los indicados es, como no ocultará a V.S., por las inmensas
dificultades que ello presenta para un forastero que no sólo ha
menester
hacer
conocimientos
con
las
personas
que
han
de
suministrárselos sino también juzgarlas para apreciar su veracidad
y buena fe".
"Por fortuna, la presencia en Montevideo del caballero chileno
don Francisco Javier Hurtado Barros, cuyo patriotismo e inteligencia
me hago un deber reconocer y recomendar a V.S., obvió, en gran
manera, estas primeras dificultades, ya poniéndome en relación con
las personas más conspicuas de la localidad, ya dándomelas a conocer,
por lo que su propia experiencia le decía".
"De este modo pude llegar a estar en relación con los sujetos
que interesaban mis propósitos y a convencerme que la situación
política, financiera y comercial de la república argentina es aún más
grave que la que a Chile trabaja; que, a pesar de la apariencia que
le da un ejército más numeroso, aquella nación, como poder militar,
no es superior a la nuestra y es incontestablemente inferior en el
mar, haciendo así, no ya posible sino fácil, hostilizarla de una
manera eficaz, cerrándole, por medio de un bloqueo, la boca del
Plata, única vía por la cual se efectúa todo el movimiento comercial
de la república; y, por fin, que Chile no tendría, en el peor caso,
que
temer
ninguna
hostilidad
del
gobierno
ni
pueblo
oriental;
llevaría consigo las vivas simpatías del Brasil y podría contar con
la
revolución interna que prendería fácilmente en Corrientes y
Entrerríos".7
No obstante que el Canciller señor Fierro conoció estos informes
en diciembre de 1878, no les concedió valor alguno y según parece,
ni siquiera los puso en conocimiento de la Cámara de Diputados en el
momento en que se discutiría el Pacto Fierro-Sarratea. Aún más, no
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avanzó un paso para impedir que esta corporación lo aprobara, como
efectivamente lo hizo el 15 de enero de 1879, por 52 votos contra 8,
habiéndose retirado 13 diputados.
El 1 de marzo del mismo año, Bolivia le declaraba la guerra a
Chile, a pesar de los reiterados ofrecimientos de nuestro país de
someter a arbitraje la cuestión que los dividía. El 5 de abril,
después de haber obtenido la confesión por parte del Presidente del
Perú, don Mariano Ignacio Prado, de que su país estaba ligado al de
La Paz por un
tratado secreto, el gobierno de La Moneda declaró la guerra a ambos
países conjuntamente. Al mismo tiempo, investía a don José Manuel
Balmaceda con el carácter de Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario ante la Argentina, con el fin de conseguir la
aprobación del Pacto Fierro-Sarratea por el Congrego de Argentina y
obtener, de paso, la neutralidad de ese país.
¿Cuál habría sido el curso de los acontecimientos si el gobierno
chileno
hubiese
estado,
no
sólo
el
canciller,
enterado
de
los
informes enviados por su agente confidencial en Montevideo en los
documentos que han sido transcritos?
El gobierno de la República Argentina, al ver que Chile estaba
totalmente preocupado por los acontecimientos que se desarrollaban
vertiginosamente en el Pacífico, modificaría radicalmente su política
exterior, y su Cámara de Diputados rechazaría el Tratado que unos
meses antes contaba con su aceptación expresa, resultando un fracaso
absoluto la Misión Balmaceda, otro eslabón unido a la larga cadena
de errores de la Cancillería chilena de esa época. Si el gobierno del
Plata no adhirió al Tratado Secreto peruano-boliviano fue porque no
estaba
seguro de la actitud que asumiría el Imperio brasileño,
verdadero catalizador de la Guerra del Pacífico.
Los informes del Capitán de Fragata don Arturo Prat Chacón
habían tomado cuerpo en la realidad.
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NOTAS
* Preclaro Colaborador, desde 1982.
1. Mario Barros van Buren, "Historia Diplomática de Chile", Editorial
Andrés Bello, Santiago de Chile, 1990, 2ª Edición.
2. Luis Valencia Avaria, "Anales de la República", Editorial Andrés
Bello, Santiago de Chile, 2ª Edición, 1986.
3. Mario Barros van Buren, "Historia Diplomática de Chile", p. 300.
Argentina no desdeñó, a partir de 1850, la posibilidad de que
Punta
Arenas desapareciera del mapa por una sublevación interna
o un
ataque de los indios. Un marino argentino de gran valor
y viva
inteligencia, el comandante Luis Piedrabuena, pactó
con los
patagones para atacar la colonia. Más tarde
sobornó a las
guarniciones chilenas, que se sublevaron
dos veces al grito de Viva
Argentina". Una de estas revueltas,
denominada de los "hy", costó
la vida al Gobernador Muñoz
Gamero. Chile renovó las guarniciones
calidad. Piedrabuena fue expresamente
con gente de mejor
desautorizado por
el Gobierno argentino.
4. Mario Barros van Buren, "Historia Diplomática de Chile", p. 351
dice
que: "La escuadra argentina estaba compuesta por tres
cañoneras
fluviales: la Constitución, Uruguay y República, y
un monitor
con el
antiguo, el Andes. Todos juntos no podían medirse
Cochrane.
Esta fuerza fue puesta bajo el mando del
valiente marino don Luis
Py. Dice Armando Braun en su libro
sobre Bartolomé Mitre. "Asombra
marinos argentinos, al lanzarse a
y correr el riesgo de un combate
aún el valor temerario de los
desafiar mares procelosos
de pronóstico fatal".
5. El vapor Fulminante de la marina de guerra argentina, había hecho
explosión el 4 de octubre de 1877 por la impericia de un
tripulante
que se hallaba construyendo torpedos en sus talleres.
El hecho
punto de estallar
culpable del
produjo tal impresión en Buenos Aires que estuvo a
la guerra contra Chile, a quien se acusaba como
accidente.
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6. Guerra del Pacífico: "Memorias de José Francisco Vergara y Diario
de
Campaña de Diego Dublé Almeyda", Editorial Andrés Bello,
Santiago de
Chile, 1979, p. 85. También es citado en Fernando Ruz
T., "Rafael
Sotomayor Baeza, El Organizador de la Victoria",
Editorial Andrés
Bello, Santiago de Chile, 1980, p. 109. En los
primeros días de
febrero de 1879, el Capitán de Corbeta de
nuestra Marina don Arturo
Prat, el Capitán de Artillería de
Marina Don Miguel Moscoso,
volvíamos de la República
Argentina donde el Gobierno de Chile nos
había enviado en
comisión militar, creyéndose entonces inminente la
aquella República a causa de tan larga y discutida
de límites. Cada uno de los nombrados había tenido su
guerra con
cuestión
misión
especial, correspondiéndole al que estas líneas escribe ir en
busca de la Escuadra Argentina que se hallaba en las aguas del río
Santa Cruz en la Patagonia este viaje y todo lo que me ocurrió a
bordo de los buques argentinos está consignado en el parte
oficial
que di al gobierno del resultado de mi comisión y en un
diario que
que
se
llevé particularmente de aquella difícil travesía y
halla
entre mis papeles. Prat y yo teníamos la
convicción de que haríamos
la guerra con aquella República".
7. Para la documentación citada, ver: Archivo Histórico Nacional,
"Legación de Chile en el Uruguay, Agente ConfidenciaL,
1878-1879",
dirigidas al
Tomo 10º; existen también dos cartas de Arturo Prat
almirante Williams Rebolledo, y publicadas por su
hijo Héctor
Williams en "Justicia Póstuma. El Vicealmirante
Don Juan Willlams
Imprenta de Carabineros,
Rebolledo ante la Historia, 1825-1910".
Santiago, sin fecha.
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