Título: José Maceo Grajales, Amistades y diferencias. Autor: Dr. C

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Título: José Maceo Grajales, Amistades y diferencias. Autor: Dr. C. Alexis Carrero Preval Centro de Procedencia: Escuela Interarmas“General José Maceo” Orden “Antonio Maceo”. En los estudios de biógrafos y otros autores con relación a la figura de José Maceo Grajales, se evidencia una diversidad de enfoques en torno a su personalidad, la misma se analiza como una sumatoria de rasgos distintivos y no en su integralidad. La citada insuficiencia provoca que los acercamientos a este personaje de la historia patria, de manera general, ofrezcan una información distorsionada o incompleta de cuestiones relacionadas con su personalidad y actividad militar, lo cual reclama la realización de investigaciones con la requerida argumentación y valoraciones, capaces de exponer una visión homogénea e integradora acerca de la vida del destacado líder revolucionario. En el análisis de las cualidades presentes en José Maceo, pocas veces sus referentes se han detenido a estudiar su expresión de amistad; sin embargo, evocar las relaciones de éste con otras personalidades o simples combatientes de nuestras gestas libertarias, resulta interesante, ya que presupone adentrarse en los términos de profunda amistad y hermandad, por cuanto sobre estas bases se desarrollaron algunas de dichas relaciones. Muchos serían los nombres que pudiesen incluirse entre sus amistades y que nos ayudarían a romper con la visión negativa, según nos expone Manuel Ferrer Cuevas, de que nadie podía durar mucho tiempo a su lado. Entre los ejemplos que desmienten la anterior posición, se pueden destacar, en primer orden, a su hermano Antonio, a quien idolatró; al Generalísimo Máximo Gómez, al que no sólo vio como un superior, sino como un padre; y a José Martí; esta última relación muy breve, pero a la vez intensa y profunda. Dicha brevedad no fue barrera para que el Maestro dejara hondas huellas en la mente y el corazón de José, al extremo de haber expresado al conocer la caída en combate de Martí, que por él había venido a la guerra, agregando además: “si las cosas se tuercen y mis padecimientos no se curan me veré obligado a dejar mi puesto para que otro lo ocupe. Y no lo dejaría si Martí viviera”.El valor sentimental de esta expresión nos posibilita apreciar la profundidad de dicha amistad, y lo que significaba para él José Martí. Por su parte, la vida intrépida y consagrada del general José Maceo por la causa de Cuba, le sirvió de crédito necesario para calar en lo más profundo de la sensibilidad patriótica del Maestro: “Lo vi una vez, que fue de hombres, y no podría olvidarlo. Todo mérito de cubano me parece mío, y creo que es de mi brazo todo el valor de Vd. [...] Yo no olvido. Ni abuso de las palabras. Pero quien ha defendido con valor a mi patria, y su libertad de hombre, es como acreedor mío, y me parece mi hermano”. La impresión causada en Martí, es expresada de forma reiterada en intercambio epistolar con Gómez y Antonio Maceo, siendo también referida en carta al propio José Maceo. Fue, sin duda, una relación de hermandad como pocas, ya que a pesar de no existir entre ellos vínculos prolongados de permanencia en un mismo lugar, lograron hacerla afectiva y de grandes magnitudes.
El ideal nacional libertador fue el punto común de convergencia en la cristalización de esta y otras relaciones de amistad fomentadas, y para citar otros ejemplos se pueden señalar las establecidas con Calixto García, a quien se refirió como amigo y compañero; Juan Gualberto Gómez, en quien depositó toda su confianza en el período de lucha por salir de presidio; sus ayudantes, general Francisco de Paula Valiente y el coronel Enrique Thomas; a Lico Bergues, su jefe de despacho; al coronel Lorenzo González, jefe de su escolta; el general Tomás Padró Griñán, su jefe de Estado Mayor; el teniente coronel Lino D´ou, su secretario particular; así como sus ayudantes de campo: Juan Bravo Duany, Modesto Tirado, Rafael Montalvo, y Miguel Coyula, entre otros. Todos estos patriotas compartieron la manigua junto a él, y tuvieron la posibilidad de relacionarse con un hombre cuyo carácter, a decir de algunos autores, resultaba “irresistible y primitivo”. El escudriñar con un poco más de objetividad en literaturas y documentos, nos ha revelado criterios que difieren con esta visión: El destierro, la prisión, la persecución, la guerra y el infortunio, en fin, le habían educado admirablemente, y de ahí que hubiese aprendido a conocer y a apreciar a los hombres, no por el traje y las palabras, ni por las formas; sino por los hechos y por el fondo; y por eso, por la idea exagerada que se había formado del aseo moral de los demás hombres era que muchos engalanados por la fortuna o la astucia o la casualidad, no podían caber con él puertas adentro, en su trato y modo de ser. También Lino D´ou, expresaría al respecto: “Por su valor inmensurable, por su ingenuidad, por su ternura, por su piedad fuera del combate, José Maceo fue hombre que sembró afectos”. Por su parte, la impresión que causara a Serafín Sánchez, la figura del citado patriota, nuevamente permite desmentir la visión de un José irresistible. Serafín hubo de comentar a Fermín Valdés Domínguez: […] he tenido gran placer en conocer y tratar al general José. El general Gómez me lo recomendó mucho, pero no pensé que fuera tan honrado y tan patriota: los que le critican no pueden estimar todo lo que vale; y a tal punto llega mi admiración y respeto hacia ese hombre, que si por cualquier desgracia lo mandaran como jefe de la Invasión, yo no tendría inconveniente en ir a sus órdenes como segundo jefe. Resultan también significativos los vínculos de amistad sostenidos por José Maceo con Enrique Loynaz del Castillo y Fermín Valdés Domínguez. En relación al primero, se debe expresar que alcanzaron niveles elevados, a decir de Antonio Maceo, “José miraba por los ojos de Loynaz y este a su vez era su loquero”. En cuanto al segundo, de igual manera se establecieron lazos profundos de afecto, los que fueron puestos a prueba al José confiarle opiniones e intercambiar criterios, que solo se hacían con personas a las que se ubicaba en un plano de amistad y confianza. Fermín Valdés, por su parte, expondría acerca del León de Oriente: “[…] era el general y el hombre digno el que merecía mi respeto y al que admiraba […]”. Al igual que se destaca la amistad en José, la historiografía recoge pasajes de conflictos, malentendidos, diferencias de ideas, métodos e intereses entre patriotas. Son acontecimientos, donde la pasión y el propio fragor de la guerra han hecho, que quienes juzgan hayan tomado partido por quien consideran que debió tener la razón. No
constituye propósito tratar de encontrar la quintaesencia de tales diferencias; por el contrario, mostrar que como humanos que fueron pudieron equivocarse o no. Tuvo contradicciones con personalidades de la talla de los generales Flor Crombet y Quintín Bandera las que cobraron en ocasiones matices elevados, pero que finalmente encontraron espacios para anteponer los intereses de la patria a los personales, y dejar salvadas o pospuestas dichas diferencias. Es la preparación de la Guerra Necesaria escenario que prueba lo expuesto anteriormente. Como parte de la labor de unidad “por estos días también logró Martí con frases amorosas armonizar las voluntades de los dos excelsos patriotas, provocando la conciliación de José y Flor, quienes por diferencias suscitadas iban a batirse en duelo. Los hizo jurar ante la bandera cubana en un abrazo, reanudar su cariño y unir sus corazones al ruego martiano”. En misiva a Gómez, con fecha 15 de julio de 1894, reitera Martí la satisfacción que le embarga el hecho de haber limado las asperezas existentes entre Flor y José Maceo: "José Maceo vino a verme a Puntarenas, y salió, obligado también, en el mismo bote que Flor, con quien hacía más de un año no se hablaba”. En cuanto a sus vínculos con el general Quintín Bandera, según testimonios, queda expresado en el diario de este último:“[…] al llegar el General Antonio Maceo me puso bajo las órdenes de su hermano el General a cuyas órdenes me era imposible poner (por) varios conceptos ­por que en la guerra del 80 titulada Guerra Chiquita me dio un balazo a traición) por la espalda en Yateras[...]”. La anterior afirmación la sustenta Quintín en comentarios que otros soldados le hicieran, según él mismo refiere posteriormente. De esta contradicción se debe expresar, que si bien no existen testimonios que demuestren su solución por voluntad plena, la posterior subordinación de Quintín al mando de José Maceo durante la Guerra de 1895 evidencia que la misma no alcanzó niveles más allá de los ya existentes. Resulta meritorio destacar que habiendo concluido la contienda bélica, dando muestra que no existía rencor y que las diferencias habían sido superadas, el general Quintín Bandera visitó Guantánamo en el mes de noviembre de 1899, con el propósito de constituir el Comité Promonumento al general José Maceo, como digno homenaje a este patriota caído en combate. Por otra parte, la historiografía recoge con características que pudieran ser calificadas de excepcionales, las diferencias que existieron entre Salvador Cisneros Betancourt y José Maceo. La hemos definido de esta manera, por cuanto las mismas se manifiestan a partir de misivas en las que se emiten criterios u opiniones, sin que exista un enfrentamiento directo entre estas dos personalidades de la historia patria. Ante la postura inconforme de José Maceo, por el nombramiento primero de Francisco Carrillo, luego de Mayía Rodríguez y por último de Calixto García como jefe del Departamento Oriental, acto anticonstitucional del Consejo de Gobierno que venía a desconocer los probados méritos militares y prestigio del general José; expresaría el marqués de Santa Lucía: “Él pensaba renunciar. Nos vino de perillas, porque José Maceo no es de nuestra confianza. No sirve para desempeñar el puesto […] Hemos nombrado Jefe del departamento a Mayía para contener la ambición de José Maceo”.
En otra correspondencia, nuevamente se hacía sentir con fuerza la animadversión de Cisneros Betancourt hacia el León de Oriente: […] También acá hemos tenido nuestros puntos negros. José Maceo, se creyó que él en Oriente y su hermano en Occidente debían ocupar y dirigir el cotarro. Permítame esta digresión. En cartas anteriores escribí sobre este individuo y sé positivamente, aunque me tiene sin cuidado, que lo que yo he mandado a decir en cartas particulares, se lo han mandado a decir a él por este mismo correo. Una carta enviada por Eduardo Varela Zequeira a Antonio Maceo, publicada en el periódico La Discusión, “en líneas generales daba a comprender que ya trascendía a círculos del enemigo las torpezas infinitas del Consejo de Gobierno y las múltiples agresiones a José Maceo”. Antonio Maceo, con el respeto que debe profesar un militar a las decisiones de sus superiores, emitió su criterio al respecto, en misivas a Salvador Cisneros Betancourt, al Generalísimo Máximo Gómez, así como a Federico Pérez Carbó. En estas cartas muestra su preocupación por el sufrimiento que atravesaba su hermano al no serle reconocidos sus sobrados méritos. Si bien ninguna de las expresiones e insinuaciones que le fueron hechas a José Maceo lograron vencerlo ni humillarlo, entendió que se laceraba su orgullo con el tratamiento que le dio el Gobierno, y así lo hizo saber en misiva al general Máximo Gómez: “La disposición que la expresada comunicación manifiesta afecta hondamente mi dignidad de caballero, mi honor como militar, dando a conocer que, o me faltan aptitudes para el desempeño de un cargo que por antigüedad me corresponde o que no tengo la dignidad militar suficiente para sostener un puesto más elevado que el que ocupo”. Refiriéndose a este uno de los momentos quizás más difíciles en la vida de José Maceo, la renuncia de su cargo de jefe del Primer Cuerpo de Ejército, nos expresa Anibal Escalante Beatón: “[…] el patriota se mostraba inconforme, pero no indisciplinado. Exponía sucriterio con firmeza, pero sin el menor atisbo de rebeldía […] Aunque de cierta manera persistía en su renuncia, no por ello dejaba de cumplir con sus obligaciones militares, combatiendo a los españoles y dando con ello un ejemplo de disciplina digno de imitarse”. Lo anterior demuestra que José no solo supo tener tacto en trato hacia los superiores, sino, disciplina y madurez política; madurez que le permite, además, llegar a avizorar el peligro que para la Guerra Necesaria de 1895 implicaba la posición que, respecto a la designación de determinados cargos militares y el tratamiento hacia algunos jefes, asumió el Gobierno de la República en Armas: “Torpezas son estas del Gobierno, cuyo origen dolorosamente conozco ­que dicen muy poco a favor del patriotismo de esos­ y que de seguir; darán al traste por tercera vez con la Revolución, pero ésta tiene todavía hombres dignos que la historiarán, dando a cada cual en su día, lo que por su conducta, legítimamente le corresponda”. En fin la imagen de un José Maceo irresistible, primitivo, carente de formas sociales, queda opugnada con las relaciones de amistad manifestadas por el, que sin duda alguna dejaron profundas huellas en sus contemporáneos, así como el tratamiento o soluciones encontradas a diferencias con otras personalidades de la historia patria. Este nuevo
enfoque en el tratamiento historiográfico que damos a la figura del destacado revolucionario, contribuirá a un análisis más integrador y objetivo de la personalidad de este héroe, permitiendo a las presentes y futuras generaciones de cubanos un mejor acercamiento al León de Oriente. Bibliografía ­D´ou, Lino: Papeles del teniente coronel Lino D´ou, Ediciones Unión, La Habana, 1983. ­Escalante Beatón, Aníbal: Calixto García su campaña en el 95, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1978. ­Ferrer Cuevas, Manuel: José Maceo.El León de Oriente, Editorial Ros, Santiago de Cuba, 1943. ­­­­­­­­­­­­­­­­­: José Maceo. El León de Oriente, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1996. ­Franco, José Luciano: Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida, 3 t. Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1973. ­Loynaz del Castillo, Enrique: Memorias de la guerra, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989. ­Martí Pérez, José: Epistolario. Compilación, ordenación y notas de Luis García Pascual y Enrique Moreno, t. IV­ t.V, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1993. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­: Obras escogidas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­: Obras Completas. t. 3, 12,19, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. ­Padrón Valdés, Abelardo: El general José. Apuntes biográficos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­: El General Flor. Apuntes históricos de una vida, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1970. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­: General de tres guerras, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1991. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­: Guillermón Moncada, vida y hazañas de un general, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1988. ­ Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales y la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana: Antonio Maceo. Ideología política. Cartas y otros documentos. 2 vol.,Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1998.
­Souza Rodríguez, Benigno: Máximo Gómez, el Generalísimo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986. ­Valdés Domínguez, Fermín: Diario de soldado, t. 1, Editado Imprenta Universitaria, La Habana, 1972. ­Vargas Araya, Armando: “Idearium maceísta junto con hazañas del general Antonio Maceo y sus mambises en CostaRica 1891­1895”, Editorial Juricentro, Costa Rica, 2001. Fuentes documentales
· Archivo Nacional de Cuba. ­Fondo Ejército Libertador. ­Fondo Donativos y Remisiones. ­Fondo Máximo Gómez. ­Fondo Gobierno de la Revolución de 1895. ­ Fondo Delegación del Partido Revolucionario Cubano en New York. José Maceo: “Nota”,en Fermín Valdés Domínguez: Diario de soldado, t. 1, p. 257. José Martí: Carta a José Maceo, 3 de noviembre de 1894, en Obras completas, t. 3. p. 333. En lo adelante, al referirse a esta obra, emplearemos O.C. Véase Carta de José Martí a Antonio Maceo, 18 de junio de 1894, en José Martí: O.C.,t. 4, p. 208; Carta de José Martí a Máximo Gómez, 25 de junio de 1894, en O.C. t. 3, p. 219; Carta de José Martí a Máximo Gómez, 15 de julio de 1894, en O. C. t.3, p.232; Carta de José Martí aAntonio Maceo, 12 de mayo de 1895, en O.C. t. 4, p.165. Manuel Ferrer Cuevas: José Maceo el León de Oriente, p. 6. Lino D´ou: Papeles del teniente coronel Lino D´ou, p.161. Véase Serafín Sánchez, en José Luciano Franco: Antonio Maceo, apuntes para una historia de su vida, t. 3, p. 203. Véase Armando Vargas Araya: Idearium Maceista junto con hazañas del general Antonio Maceo y sus mambises en Costa Rica, 1891­1895, p. 324. Fermín Valdés Domínguez: Ob. cit, p. 230. Véase Abelardo Padrón: General de tres Guerras, pp. 216­217, y El general Flor, Apuntes históricos de una vida, p.313.
En relación con el motivo de las disensiones entre José Maceo y Flor Crombet, se conocen varias versiones, entre las que se destacan la de Abelardo Padrón, quien plantea como causa de la misma la presencia de una linda guanacasteca que los cautivó con sus encantos. Por su parte el costarricense Armando Vargas Araya, plantea como origen de esta pendencia una carta­denuncia contra el general Antonio Maceo, dirigida por Flor Crombet al Gobierno de Costa Rica. La citada misiva provocó que el secretario de Fomento solicitase al general Antonio Maceo un informe de las actividades desarrolladas en La Mansión. La comunicación detallada de los recios progresos alcanzados en el desarrollo de la Colonia fue, incluso, publicada en el diario oficial de esta nación, y constituyó móvil para que José Maceo desafiara a Flor Crombet. Véase Abelardo Padrón: El general Flor. Apuntes históricos de una vida, p. 313 y Armando Vargas Araya: Ideariummaceísta junto con hazañas del general Antonio Maceo y sus mambises en Costa Rica, 1891­1895, pp. 153­154. Abelardo Padrón Valdés: El General Flor. Apuntes históricos de una vida, p. 313. José Martí Pérez: Carta al general Máximo Gómez, 15 de julio de 1894, en O. C., t. 3, p. 231. Abelardo Padrón Valdés: General de tres guerras, p. 216. Salvador Cisneros Betancourt: Carta a A. Miguel Betancourt, 16 de mayo de 1896, en Benigno Souza: Máximo Gómez, el Generalísimo p.193. Salvador Cisneros Betancourt: Carta a Tomás Estrada Palma 4 de julio de 1896. ANC. Delegación del Partido Revolucionario Cubano en New York, leg. 115, no. 15414. José Luciano Franco: Ob. cit., pp. 221­222. En carta de Antonio Maceo a Salvador Cisneros Betancourt, fechada 12 de junio de 1896, le expone sus consideraciones respecto al nombramiento de Calixto García como jefe del Departamento Oriental: “si eso fuera cierto, sería bueno que tanto Ud., como el General en Jefe, reparasen en que puede sufrir la reputación de otro jefe, aunque tal nombramiento, como todas las medidas por Ud. adoptadas, se inspiren en el más puro patriotismo […]” Además, solicita, para evitar situaciones violentas en esta región, José Maceo fuese enviado a la zona occidental, donde consideraba existía ancho campo a su actividad, y puesto digno de su elevado rango. Véase Antonio Maceo. Ideología política. Cartas y otros documentos, vol. II, pp. 218­219. En carta de Antonio Maceo a Máximo Gómez, fechada el 27 de junio de 1896, le emite a éste con todo respeto, su criterio en relación con la decisión de nombrar a Calixto García como jefe del Departamento Oriental: “Si logra usted que la división territorial que acaba de hacer se realice sin perjuicio del orden, lo mismo en lo político que en lo militar de aquellos departamentos, habrá puesto usted una pica en Flandes, pues ni Calixto tiene las aptitudes militares, ni los servicios que otros jefes que usted posterga con aquella disposición, ni es de olvidarse que sus compañeros de prisión le hacen cargos por el destino público que aquél desempeñaba cuando ellos estaban encalabozados”. Véase José Luciano Franco: Ob. cit., p. 222.
Antonio Maceo en carta a Federico Pérez Carbó, con fecha 14 de julio de 1896, recomienda que éste escriba a José Maceo y le pida ir a occidente, “donde hay campo para todo el mundo; que si por intrigas se ve colocado en mala situación, haga lo que yo siempre he hecho; que no se preocupe de que no se recompense la pureza de sus sentimientos y el mérito de sus servicios; que le baste la propia satisfacción de haber siempre cumplido y de no haber servido a España”. Véase Antonio Maceo. Ideología política. Cartas y otros documentos, vol. II, pp. 241­242. A José Maceo, por su parte, le escribe el 7 de julio de 1896, desconociendo la muerte de éste: “Ante los hechos que ocurren, y cuya relación me envía, no puedo menos de darle la enhorabuena por haber defendido cual corresponde sus derechos y mantenido los fueros de su cargo. Es siempre conveniente obrar así, dentro de la más estricta subordinación y respetando las leyes, pues con ello atajaremos el mal que se nos vendría encima si se produjeran los tristes sucesos que en la guerra anterior y que para acabar con ella provocó esa misma gente […]”Véase carta de Antonio Maceo a José Maceo, 7 de julio de 1896, en José Luciano Franco: Ob. cit., p. 204.
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