MARIANO EGAÑA: LOS INICIOS LIBERALES Y

Anuncio
Re vist a C hi lena de Der ech o. Vol. 28 W 3. pp . 59 3-5 98 (20 0 1). Secc ió n Es tud ios
MARIANO EGAÑA: LOS INICIOS LIBERALES Y PATRIOTAS
DEL JURISTA DEL RÉGIMEN PELUCÓN
Enriqu e Brahm Gar cía
Univ er sidad de los And es
El términ o con servador usado para caracterizar a una de las tendencias políticas dominantes en el Chile de la primera mit ad del siglo XIX , no dej a de ser equ ívoco . En el contexto
mundial y sobre todo eu ropeo -en un a época en la cu al Europa era el más poderoso de los
continentes y el centro de la cultura, sobre todo desde una per spectiva americana- se asociaba
naturalmente a las tendenci as que defendían el Antiguo Régimen, a las fuerzas de la Restaurac ión , a los secto res que habían terminado con la amena za revolucionari a fra ncesa. Lo s
co nservadores europeos er an legitimista s, en cuanto proclamaban el derecho a gobernar de las
antiguas mon arquías y defendían la tradición frente a la ame naza revolucionari a.
Apli car ese concepto de con servantismo a la realidad chilena result a erróneo, pue s los así
llam ados "co nservado res" chilenos se ubicaban en realidad dentro de la tr adi ci ón liberalilu strada que tom ó form a en el siglo XVIII y marcó nue stra evolución política durante el
sig lo XIX.
Como certeramente ha hecho ver Mario Góngora 1, en América, a diferencia de los paí ses
europeos , no se vivi ó un fenómeno como el de la Revolución France sa. Esto mismo impidi ó
que pudiera echar ra íces la corriente rom ánt ic a o tr ad ic ion al ista. Más todavía, co mo reacc ión
ante el sistema mon árquico español y a las formas del antiguo régimen, se impu so la form a
republica na, el con stitucionalismo y, en general , un ideario liberal. Lo s llamados "con servadores" chilenos de los años 30 y 40 que reaccion aron contra el ex ce sivo liberali smo de la
déc ada pipiol a, no lo hicieron rei vindicando el sis te ma vigente en 1810, sino solo exi giendo
cierta moderaci ón y cordura ante reformas que, en sus líneas gruesas, también cornpart ían- ,
Quizá si una de las figuras chilenas más afe ctadas por el uso equívoc o del término
co nserva do r ha sido Mariano Egaña. Apli cado a este insigne jurist a de los albores de la
República, se bu sca con ello muchas veces tacharlo de reaccionario , tradicion ali sta y mon ár qui co o, por lo menos, como representante insign e de una tendenc ia autoritar ia y antiliber al.
Por ejemplo, cuando en su reciente Histor ia de Chile Simon Collier en el ca pítulo titulado "El
nuevo orden político conse rvador", se refiere a Mariano Egaña, lo de scribe como "un pelucón
co rpule nto conocido co mo Lord Call amp a" de " idea s muy extremas'". Pero el es tudio de la
ac tivida d política y de la evolución del pen samiento de nue stro autor no calz an co n esa
peyorativa de scripción.
J
Cfr. GÓNGORA. Mario . Civ ílizaci án de masas y esperanza , Sant iago, 1987 . pp . 57 . 6555. Y 185 .
Cfr. BRAllM. Enriqu e. Tend encias critica s ell el conservantismo despu és de Port ales, Sant iago. 1992 .
COLLlER. SIMON y S ATER. Will iam S.• Histor ia de Chil e 1808·1 994, Madr id. 1998. p. 59 .
594
REVIST A CHILENA DE DERECHO
[Vol. 28
Mariano Egaña inició muy joven su carrera política, ya durante la Patria Viej a, como
Secretari o de la Junta de Gobierno de 1813 4 . Era este un gob iern o que ya no ocultaba su
carácter re voluci on ario . Por ejempl o, haciendo cas o omi so de Fernando VII, el rey pri sionero,
enca bezaba las normas juríd ica s que aprobab a, y que lle van la firm a de Egaña , con la siguie nte frase : "La Junta Gubern ativa de Chile, representante de la Soberan ía Nacional ..."5 . El
sentido rupturi sta de la Junta en rel ación al antiguo gobierno es pañol se hacía evidente
también en un decreto por el cual se ordenaba la con strucción de una est atua a ubic arse en la
Plaza Mayor y que llevaría la siguiente leyenda: HA los defen sores de la patria año tercero de
su libertad'" : Aprobó también el gobierno un decreto por el cu al se int rodujo la posibilidad
para los extranjeros de obt ener "Ca rta de Ciudad aní a" chilen a7 y se introduj o una bandera
tricolor para Chil e en reempl azo de la españ ola",
Debe ag regarse a tod o ello la dict aci ón de una serie de norm as típicament e representativas del utópi co ideario ilu str ado que dominaba entre los chile nos que pugnaban por alcanza r
la indepe nde ncia y entre los que se contaba Egaña. Por ejempl o , con fech a 12 de junio de
1813 se publicaba un decreto que llev a la firma de Eg añ a en el que se seña laba : "Co nsiderando el Gobierno que el principal objeto a que debe dedi car todo s sus cuidados es la instru cci ón
públi ca, pue s todos los Est ado s degeneran y perecen a proporción que se descuida la educació n nacion al , y faltan por consiguiente las costumbres, que son las que dan firme za, respeto
y amor a las L.L. y al sis te ma de Gob ierno ...", decretab a se forma ra una co misió n " para que
a la may or bre vedad formen y pre senten al Gobierno un plan de educ ac ión nacional que
proponga la instrucción moral y científica que debe darse a todos los chile nos , y la cl ase de
virtudes que especialmente puedan hacer más feliz este país, y en que el Gobierno debe
empeñ ar sus c uidados para tran sformarlas en costumbres y hacer de ell as como un carácter
propi o y peculi ar de los habitantes de Chile'" .
No puede extrañar así que Mari ano Eg añ a ha ya formado parte del se lecto gru po de
patri otas que fue confinado a la isla de Juan Fernández lue go del triunfo reali st a, los que so lo
recuperar ían la libertad en 1817 10•
Le corres pondería lue go jugar un papel protagón ico en la caída de ü'Higgins y actu ar
como Mini stro de Estado de los gobiernos que lo sucedieron: la Junta Gubernativa pre sidida
por Agustín de Ey zaguirre y el del Dire ctor Supremo Ram ón Freire 11. Como tal le correspon dió asumir importantes respon sabilidades políticas en el inicio del período de "Anarquía" o de
"Ensayos Con stitucionales" . Esto significa que a quien se suele ide ntificar co n el con ser vant ismo más autoritario dentro de la polític a chilena del siglo XIX , le cupo jugar también un
imp ortante papel en la era liberal dominada por el más extremo utopi smo progresista ilustrad0 12 ; fue un exponente más y de los más importante s dentro de los represent ant es de ese idea rio .
Ello no ha dejado de causar problemas a los histori adores, sobre tod o a quienes se identi fican con las tendencias liberales más extremas del período.
" Por su inteligencia y por sus estudios, decía, por ejemplo Barros Aran a, don Mari an o
Eg añ a, aunque joven todavía (había nacido en Santiago , en mar zo de 1793 ), er a tenido por
uno de los hombres mej or preparad os para los trabaj os de admi nis trac ión. A pesar de la
moderación de su cará cter y de su respeto por el prin cipio de autorida d, hab ía ab razad o co n
entu sia smo la causa de la rev olución, servídola con discernimiento en varios cargos públ ico s,
entre otros el de secretario general de la junta de gobierno de 1813 , y sufrido la confinac ión
4
5
9
10
11
12
Cfr. VALENCIA AVARIA. Luis, Anal es de la República. Sa ntiago. 1986. p. 435 .
El Moni tor Araucan o de 8.5. 1813 .
Idem .. 25.5 . 1813.
Idem .• 11.5 .1813 .
Cfr. Idem .• 12.6.1 813.
El Moni tor A raucan o. 12.6.181 3.
Cfr. ENCINA , Francisco Antonio. Histor ia de Chile, tomo VII , pp. 42 Y 316.
Cfr. VALENCIA AVARIA, op, cit.• pp . 44 8ss.
Cfr. COLLlER. Sim on , Ideas y política de la independ encia chilena 1808-1833. Sant iago. 1977 , pp. 121 ss .
2001]
BRAHM: MARIANO EGAÑA, LOS INICIOS LIBER ALES Y PATRI OTAS DEL JURI STA
595
al presidio de Juan Fern ández dur ante la reconqui sta". Dest acando la faceta liberal y pro gresista de Eg añ a, su identificación con las ideas de la Ilustración, Barros Aran a, de stacaba que
para él "l a revolución tenía que realizar grandes reformas en el orden administrativo", entre
las que de stac aba las que a continuaci ón pasaba a reseñar. "Completando la obr a iniciada bajo
el gobierno de O 'Higgins, mandó que en todos los pueblos del Est ado se establecieran cementerios ; se preocupó del mejoramiento del Instituto Nacional, pen sando crear establecimientos
análog os en cada ca becera de departamento; por decreto de 19 de julio mand ó que la Biblioteca Nacional , establecida hasta entonces en el edificio de la Uni versidad, fuera tra sladada a la
ant igua casa de la aduana (hoy palacio de tribunales) , y abierta al público que parecía mirar
con indiferen cia esa institución", para agregar luego otra serie de ejemplos en los que también se mani festaba "el espíritu progresista del ministro Ega ña' v ' .
Típicamente representativo de esa faceta del pensamiento de Egaña es una nota en viada
al Senado Con servador en el mes de abril de 1823, bajo el gobierno de Freire. "El Director
Supremo ha sabido con sumo sentimiento, se dice allí, que la educaci ón pública se halla en el
último estado de abandono. Conoce que debe apl icar todo s sus esfuerzos a remediar un mal
de las más perniciosas consecuencias, porque sin educación no se podrán form ar los hombres
que nece sitamos instruidos en los diversos ramos científicos para que, poniendo en acci ón el
comercio , la agricultura, la industria, las artes y cienci as, trabajen en dar al Estado el poder y
riqueza de que es susceptible". Con esos fundamento s se acompañó lueg o el decreto que
reestructuraba el Instituto Nacional y lo extendía a pro vincias , como forma de " afianzar la
pro speridad nacional de un modo sólido y permanente ( oo .) persuadido de que la educación
pública es la ba se principal y tal vez única de este gran bene ñcio "!'.
Simil ar terminología, con el agregado del antihi spanismo caracterísco del liberalismo
patriota de esos años, pre sidía la presentación del Reglamento de Administración de Ju sticia.
"El Director Supremo ha fijado su con sideración en la urgente nece sidad de arreglar la
administración de justic ia en el Est ado. Ella se resiente de las costumbres bárbaras de la
antigua Esp aña, cuyos usos hemos con servado sin adoptar las instituciones conforme a las
luce s del siglo que hizo posteriormente, y que, poco mas o menos, son las mismas en toda la
culta Europa'">.
Al mismo tiempo destacab a Barro s Arana, con un cierto dejo de sorpresa, que en otro s
aspectos el mismo Egañ a podía ser calificado de con servador. En efecto, si bien para el histo riador liber al las medidas antes reseñadas "revelaban en el ministro Egaña un hombre culto ,
adelantado y progresista, otro s actos del gobierno dejaban ver en aquel un apego invencible a
muchas idea s y prácticas tradicionales de la colonia, y una resi stencia invencible a las reformas que revelaban las aspiraciones republican as y democrátic as que había hecho nacer la
revoluci ón " . Como ejemplo destacab a la promulgación el 21 de mayo de 1823 de un "bando
de buen gobierno" con el que , al decir de Barros Arana, Egaña imitaba "la práctica de muchos
de los pre sidentes de la era colonial que inauguraban su gobierno publ icando una ordenanza
general de policía", que contenía una serie de normas morales bien inspiradas pero de difícil
aplicación y otras inspiradas en "el espíritu antirreligioso de los tiempos de la colonia'l'",
Otro ejemplo de ese aspecto de la mentalidad de Egaña era un decreto de 28 de julio de
1813 por el que se establecía que los individuos de la cámara de ju stici a "usarían de tog a co n
go lilla y puños en la forma que la usaba la audiencia antigua"! ".
Mu y representativo de esa tendencia es una comunicación de Freire y su mini stro Egaña
al Sen ado Con servador en la que se acordaba "se reserve el tratamiento de Excelenci a exclusivamente para el Gobierno ; que al Sen ado, por los motivos insinuados, se dirija la palabra en
IJ
14
15
16
17
BARR OS ARANA, Historia de Chil e. tom o XIV , pp. 89ss .
Sesiones de los Cuerpos Legislativos. tomo 7 (1823), p. 55 .
Idem ., p. 2 12.
BARROS ARANA, op. cit.• tom o XI V. pp . 92 Y 93.
Idem ., p. 93.
596
REVIST A C HILENA DE DER ECHO
[Vol. 28
tercer a per son a, y que a los tribunales, según su jera rquía e n el orden administra tivo se
se ñale: a la Cámara el de Señoría Ilustr ísima ; al ca bildo el de Señ orí a Honorabl e ; y a los
dem ás el de Señoría ; que nin guno de ello s excede de los que corres po nde n en una Repúbli ca
naciente y moderada" . Los argumentos con que fund amentaba lo anterior dej aban en evidencia la identi ficación de Egañ a con las tend enci as más moderadas y elitistas del liber ali sm o y
ese tem or a las formas democráticas que luego de su estanci a en Londres pasar ía a se r de los
pilares de su pen samiento y que ya lo hacían entrar en co nflicto co n los liber ales más extremos co mo Infant e, que estaban a punt o de pasar a dom inar la polít ica chi lena . "En tod a la
tierra el pueblo pien sa gro seramente. Tiene una natural propensi ón a la ins ubor dinación, y a
romp er aquella especie de superioridad que emana de la jurisdic ción y del empleo de los que
mand an en cualqu ier ramo de la admini stración , y que es nece sari o que haya aún en las
repúblicas más dem ocráticas, puesto que no puede ex istir iguald ad en el ac to mism o de
mand ar y obedec er" . En las cl ases inferiores "es inne gable que el modo de dirigir la palabr a,
el traje y otr as cir cun stanc ias accidentale s de esta naturalez a influ yen inm en samente y sobre
todo en un paí s donde no estand o generali zada la ilustración, se entienden y aplican mal los
principios de igualdad republicanos, extendiéndose aquel gé nero de licenci a y de falta de
respeto a los Magist rado s, que destru ye el buen orden " !".
El carácter moderado del libe rali smo de Egaña y so bre tod o su tem or a los desordenes
revoluci onarios, facet a de su pen samiento que se acentuaría co n el tiempo , se ponía de mani fiesto en la proclama con que la Junta de Gobierno que suced ió a ü 'Higgins llamaba a
ele cciones parlamentarias . "Venid, pues , ciudadanos, a goza r el frut o de est a admirable mode ración; reunid vues tros representante s en un Congreso tan libre , como igua l e in violable ; no
reta rde is un solo instante el mom ento de mani festar al mund o el produ ct o feliz de vues tras
virtudes; animad a todo s vuestros compatriot as par a que , por medi o de la pren sa, ilustren y
prep aren sus resolu ciones; restitu id todo al orden, leye s y jerarquías que habei s co noci do y
obser vado en la Constitución provisiora del año 1818 , y aguardad las institucione s perman entes de vues tro Congre so" . Y term inaba suplica ndo que se conse rvara la " unión, tranqu ilidad y
el orden legalmente establecido"!" .
Pero, sin dud a, la maduración de esta línea de pen sam ien to se darí a recién durante los
años en que Mari ano Egaña debi ó perm anecer en Londres co mo representante del go bierno
chileno y que se extendieron entre 1824 y 1829 .
Le tocó allí sufrir inten samente las con secuenci as del desord en que se vivía en Chil e
en los años en que se inici aba el período de "a narquía" o de "ensayos con stitucion ales" . En
efe cto, debido a las noti ci as que se publ icaban al respe cto en Londres y a la info rmac ión qu e
env iaban sus representantes al gobierno inglés, unido al hecho de que Ch ile se mostraba
incapaz de cumplir con sus obligaciones económicas referidas al pago del emprés tito contratado en Londres por Irisarri , se alejaba la posibilidad de que Gr an Bretaña rec onociera la
independencia chilena. Las quej as de Egaña, al respe cto , no pod ían ser más amargas?",
En carta a su padre fechada en Londres el 2 1 de junio de 1827, le decía: "Chile ha perdid o
cuanto puede perder un pueblo; y de sus male s, unos son irrep arables, y otros que pueden serlo
por una espec ie de milagro (pues tal concibo el poder ya restituir al orden y darle un gobierno
enérgico) le dejarán sin embargo atra sado como cincuenta años . En lo exterior, el descrédito, el
desprecio que se ha atr aído, esta primera impresión contraria que han formado todo s los puebl os
de Europ a, y que no es fácil borr ar en muchos años; en lo interi or la ruin á total de la mor al
Sesio nes de los Cuerpos Legislativos. tomo 7 ( 1823). p. 180. Comunicación de 5.6. 1823 .
Sesi ones de los Cuerpo s Legislativos , tomo 7 ( 1823), p. 11.
20 Co nsec ue ncia de l desorden chileno se ría "el eminente descrédito de Chi le; el ser desat endid as toda s sus
negociaciones di plo mática s; el irse fomenta ndo y for tificá ndo se la opinión de que aq ue l es el paí s más atras ado de
Amér ica , el más tur bulent o, y lo dir é de una vez, incapaz de gobe rnarse por sí mis mo". Ca rta de 22 .2.1826
(N° 110), dirigid a al go bierno. Gonz ález, Javier (Ed.), Docum ento s de la misión de do n Mar iano Ega ña en Londr es
(1824-/ 829 J, Santi ago, 1984. p. 297 .
IR
19
200 1]
BRA HM : MAR IANO EGAÑA . LOS INICI OS LIB ER AL ES Y PAT RIOTAS DEL J URIST A
597
pública; el atraso de la edu cación; el haberse habituado el puebl o a no tener institu cione s; las
raíces que han ec hado los princip ios anárquicos y los abs urdos proclamados por Infante ,
Pin to, Muñ oz Bezan illa, etc ., absurdos tant o más difíciles de vencer despu és, cua nto que la
ed ucación est á tan atrasa da : la pérd ida de tantos elemen tos de prosperidad como si hubiera
exis tido orden, habría recibido el país, son males de que debe respond er la admi nistración de
do n Ram ón Frei re, y que nin gún chileno por más sa ngre fría que tuviese, podr ía meditar si n
mirar a este mon stru o co mo el más odioso y dañino que ha nacid o en Am érica'? ".
Sobre el trasfond o del desord en impera nte en Chil e se destacaba ya la idea de qu e deb ía
imponerse un gobie rno enérgico, dejándose de lado la aplicación de teo rías liber ales ex tre mas
como pre tendía n algunos de los políticos mencionados, los que tam poco destacar ían por sus
cuali dades morale s-t .
En una com unicación al gob ierno de Ch ile de 20 de febrero de 1827 , Egaña refrendaba lo
anter io r de ma nera mu y completa, cuando decía: "No los dem agogos; no los que han enloq uecido al pacífico pueblo co n teorías ridícul as, que cubren de rub or a los hombres se nsa tos, no
los que han deprimi do el respeto a las autor idades y cuanto inspira amor a la sumisión y al
orde n, no los qu e han ex trav iado la virtuosa índole de sus co mpatrio tas, desm orali zánd olos
para que ataq uen sus inst itucio nes, aplauda n los más graves atentados, y llegue n tal vez a un
pu nto en que se les presen ten bajo el mismo aspecto la virtud y el vicio, tribut ando iguales
elogios a un Was hi ngton y a un Páez, no los que prosti tu yen el decoro de la patria y el honor
del nombre americano hasta mendigar plumas espa ñolas, que co n el enca rnizamie nto del odio
más irreconcili abl e, insulte n nuestras institucio nes y promu evan las teo rías calc uladas para
nuestr a destru cción ; no, no será n es tos los qu e nos sa lven, y en cuyos brazos hayamos de
arrojarnos en los mom entos del peli gro. Una administrac ión vigo rosa , tan incapaz de sobre ponerse a las leyes o ado pta r máxim as tirán icas, co mo de lisonj ear los errores de los que
confunde n las ide as de verdade ra libertad, para introd ucir la lice ncia y el desord en ; que tom e
por regla de cond ucta aquel justo medio de liberalidad y de entereza qu e so lo puede salvarnos
de l precipicio; unos mag istrados que llam ados a dirigir los negocios públicos, se conv enzan
de que su glor ia no co nsis te en extraviar al pueblo, em ulándose en prop onerl e teor ías exageradas de libertad, que al ca bo disuel ven todos los vínculos sociales . Y un pueblo que, desenga ñado de qu e la libertad no se puede enco ntrar fuera del amo r alarde o. y de la sumisión y
respeto a las leyes, ame sus institu ciones, reco mpe nse con el peso de la opinió n y de las
be ndiciones públicas a los magistrados que co n calma, prud encia y un ce lo dirigido por la
ex periencia le co nducen po r esas mis mas institucio nes y em plee sus bell as disposiciones
nat ura les en desarrollar los rec ursos que la patria presenta para pro sperar con una ca rrera
ráp ida , serán ciertamente los medios de adquirir la só lida felicida d, asegura ndo nuest ro cré dito en lo ex terior y nuest ro bienestar en lo interior '<'.
Un moderado libe rali sm o, fre nte a los ex tremos a que se es taba llegand o en América en
ge nera l y en Chile en particul ar era la fórmul a que Egañ a proponía par a dejar atrás la anar quía y para ava nzar en la se nda del progreso. Ell o inclu ía, j unto a la mantención de la
instit ucionalidad repub lica na, el respeto alarde o. y a la lega lida d y la existencia de una
autoridad fuerte . De ahí que sean falsas las ac usac iones de mo narq uismo , que incluso en eso s
Car tas de don Mariano Egaña a .l'U padre 1824·1 829. Santiago. 194 8, pp . 253 Y ss .
En un a ca rta de 16 .8 .26. idem ., pp . 168 ss.• se ña laba que e l " muc ho amor públ ico" so lo se e nco ntra ba " po r
lo regular" "e n los que tien en reputaci ón o propiedades que perder ". Y est os eran poc os y no eran los ac tua les
go be rna r tes de Ch ile. Para remedi ar los males de Chile. agregaba . se requería que lleg aran a l gobi ern o qui en es
reuni er an "a mu ch a probidad. a muc ha pr udencia y a mucha imparci alidad un vigo r tan en érgico com o incan sable .
c uya con stan cia no pueden alterar co nte mp lac iones ni intereses particulares: en una palabra restituir a la patri a
mora lidad. orden y tranqu ilidad interio r. y hon or y c rédito exterior. Es la obra reser vada al Congreso que se reúna.
¿ y de qui é n lo esper a ? ¿ De la sabidu ría y tino de Infa nte ? ¿De los co nocimie ntos adminis trativos y e loc uencia de
Carlos Rod rígu e z? ¿ De l bu en j uic io de Ba rros? ¿De l tale nto y experienc ia de Cordovez ? ¿De la s ub lime po lítica de
La zo ? ¿ De la recti tud y profundas co m binac io nes de Orjera ? .. .»"e tc.
23 G ONZÁL EZ . op, cit.. p. 370 .
21
22
598
REVISTA CHILENA DE DERECHO
[Vol. 28
mismos añ os, recayeron sobre Mariano Egaña. Ante ellas el representante chileno en Londres
señalaba : "Yo abso lutamente no he traído instrucciones de monarqui smo, ni cosa parecida. En
el Con sejo de Estado se dis cutió un día sobre qué haría el en vi ado si reunidos todos los
gobiernos de Europa proponían a lo s nuevos estados de América esta alternativa: o constituirse en mon arquías, o volver a ser esclavos de España; y se acordó que no se tuviese presente
tal ca so en las instrucciones , y que si ocurría die se yo cuenta. Opiné entonces, como lo haría
ahora, que la independencia nacional era mayor bien que no s ahorcasen los españoles">'.
Fuera de ser esta una clara manifestación del antihispanismo de Egaña, lo que no cal za
con su calificación de conservador, apunta también a aceptar la monarquía so lo como mal
menor y en última instancia como salvaguarda de la independencia-"; de tal forma que no
pueden caber dudas de su republicanismo, aunque recelara de las formas liberales extremas o
democráticas .
Por lo demás , seguía manifestándose en todo como un fiel representante del ideario
ilustrado, creyente de que las instituciones liberales y el avance de la instrucción traerían a
Chile el progreso y la felicidad-",
Para concluir, se puede señalar que pese a haber sido su "Voto Particular", aporte principalísimo para lo que terminaría siendo la Constitución Política de 1833, y ser esta una prueba
más del autoritarismo, en este caso presidencialista, que sería de la esencia del ideario político de Mariano Egaña, dicho texto daba también, como es sabido, importantes atribuciones al
Congreso Nacional. En efecto, las "leyes periódicas" en ella incluidas a iniciativa de Ega ña,
en buena medida hicieron po sible que la misma Constitución que había dado forma a los
decenios pelucones y autoritarios terminara por ser el sustento del Régimen Parlamentari o en
los año s finale s de su aplicación.
Ello no se explica por una interpretación antojadiza de la carta fund amental que hubiera
hecho una nueva generación de políticos ganados por el liberali smo. Al contrario, el mi sm o
Egaña, como Senador de la República, en fecha tan temprana como el mes de agosto del año
1841 había hecho uso del recurso de suspender la di scu sión de la s " ley es periódicas" para
forzar al titular del Ejecutivo a incluir en las sesiones extraordinarias do s proyectos origin ados en las Cámaras.
Dice el acta de la sesión del Senado de 3 de noviembre de 1841 : "Tuvo segunda lectura el
proyecto de ley en que se decreta la subsistencia de las contribuciones por el término de
dieciocho me se s; y puesto en di scusión general pidió el señor Eg añ a se su spendiera la consideración de este proyecto de ley y del que se versa sobre los pre supuestos para el año de 1842
hasta tanto se incluyan entre lo s asuntos en que debe ocuparse el Congreso durante las
actuales sesio nes extraordinarias dos proyectos de ley iniciados en ésta Cámara: el uno sobre
la formación de los presupuestos y los pagos que deben admitirse en cuenta a las Tesorerías
Nacionales ; y el otro sobre el tiempo en que los presupuestos deben pre sentarse al Congreso y
examinarse la cuenta de inversión del año anterior'V'.
Con estos antecedentes, quizá más que padre del conservantismo autoritario Mariano
Egaña debiera ser considerado como el iniciador de la corriente liberal parlamentaria.
Cart as..., op, cit., p. 74 . Cart a de 22.4. 1825.
En otra ocasión, diri giénd ose al gobi ern o chile no, afirma ba: " Un mon arca enclava do en medi o de un
continente de repúbli cas, es ciertamente vec ino dem asiado peligroso: y aun cuando e l del Brasil no pert enezca
formal mente a la liga de los sobera nos de la Santa Alianz a, no puede dej ar de parti cipar de sus miras y ser
ese ncialmente enemi go de los go biernos republi canos" , Comunicación de 22 .5. 1827. González , op. cit., p. 28 5.
26 " Estoy muy per suadido de que el puebl o chileno bende cir á ,mil veces la mano ben éfi ca que, borr ando de la
lista de gastos del erario tre s coroneles del estado mayor y tres canóni go s, present ase a la patri a su broga do s en el
goce de aque llos sueldos a un rector sa bio y prud ente para el Instituto Nacional, y otros cinco sabios destinad os a
da r un desar roll o a la rique za del país, o a fo mentar los estud ios más necesar ios en señ and o la botáni ca, la
agricultura ex perimenta l, la extracción de produ cto s qu ímicos, las matem áticas aplica das a las artes , la ciru gía y la
medi cina, co n lodos los adel antam ient os a que han llegado esta s ciencias en la époc a de la mayor cultura de
Euro pa" . Comun icación de 22 .5.1827 . Gon zále z, op, cit. P. 282.
27 Sesiones de los Cuer pos Legislat ivos , lomo XxiX ( 184 1), p. 403.
24
25
Descargar