La Psicología de Jesús Por: Eduardo Villacís Alarcón, MSc. Consejería Estudiantil Queriendo analizar un poco sobre la personalidad de Jesús nos lleva a pensar si en realidad su forma de ser era tan impactante como nos cuentan los Evangelios, es más necesariamente tiene que ser así caso contrario sus discípulos no habrían dejado todo por seguirlo. Estructurando un poco su carácter podríamos decir que Cristo era un Hombre con una mirada penetrante, su palabra eran dichas con autoridad y sin titubeo alguno, fuerte físicamente (entendiendo que al ser carpintero en aquella época no tendría las herramientas que en la actualidad se posee), una persona con los pies en la tierra, conocedora de la cultura donde se desarrollaba, con una capacidad de síntesis para comprender lo bueno, lo malo y de eso explicar la diferencia, no se trata de endosar todo esto a su Divinidad sino más bien reconocer que siendo Divino era humano al igual que cualquiera de nosotros, con la misma fragilidad corporal pero con una voluntad forjada desde su hogar, construida por los valores practicados en su casa y llevado a su desarrollo al máximo porque Él comprendía su misión en la tierra, y su misión era la de ser un hombre distinto y que debía plantear una revolución desde su originalidad hacia el entorno donde se desenvolvió y desarrolló. Nutriéndonos un poco más sobre la personalidad de Jesús podremos inmiscuirnos en la historia y escavar en los escritos del historiador de los Emperadores Vespaciano y Domiciano el gran Flavio Josefo que en su obra “Antigüedades Judías” en su cita Testimonium Flavianum 18, 3, 3 escrita por los años 70 de nuestra era habla de esta forma sobre el Señor: “por aquella época apareció Jesús. Atrajo a sí muchos judíos y también muchos gentiles. Habiendo sido denunciado por los primados del pueblo, Pilato lo condenó al suplicio de la cruz; pero los que antes le habían amado le permanecieron fieles en el amor. De El tomaron su nombre los cristianos, cuya tribu perdura hasta el día de hoy”. Me centro entonces en el escrito de Flavio Josefo, cuando dice del Divino Maestro “atrajo a sí muchos judíos y también muchos gentiles… pero los que antes le habían amado le permanecieron fieles en el amor…” para amar se necesita conocer y para conocer se necesita una invitación, esto es lo que hace Jesús con cada uno de sus apóstoles y discípulos, los invita y los llega a conocer de tal forma que sabe el carácter de cada uno de ellos, sabe como tratarlos, la manera de llegar a cada uno de ellos y que de por sí con suave violencia (cómo diría el P. Kentenich) los ama a cada uno de ellos soportando sus impulsividades, sus inmadureces, sus cobardías, y su duro corazón para comprender la Palabra de Dios. Esta psicología aplicada por Jesús es la más perfecta que se ha podido aplicar en la historia de la humanidad, una psicología que ayuda a familias destruidas, a hombres con adicciones, a jóvenes envueltos en los placeres del mundo, esta psicología todavía sigue conquistando personalidades que aceptan la invitación a desarrollarse plenamente, desde su originalidad, a vivir una vida plena llena de metas y con medios adecuados para conseguirlo, esta psicología, después de dos mil años, sigue tan actual como nueva, a la vez que nos cala en lo más íntimo de nuestros corazones y nosotros como hombres y mujeres con sed de infinito trabajaremos para que a través de esta propuesta podamos realizarnos como personas y ayudar a la transformación de la sociedad desde nuestros roles de padres, de estudiantes y de maestros.