FONDO PARA LA FINANCIACIÓN DE LOS PAGOS A PROVEEDORES Fernando Navarro Anuario mercantil para abogados, 2013 I. HECHOS En los últimos años las entidades locales y las Comunidades Autónomas habían venido demorando significativamente los pagos a sus proveedores. Los plazos en los que éstos percibían por parte de dichas entidades públicas las contraprestaciones económicas por los bienes suministrados, los servicios prestados y las obras realizadas, así como por los conciertos suscritos en materia educativa, sanitaria y de servicios sociales, se dilataban cada vez más, causando no pocos problemas de liquidez a numerosas empresas de distinta dimensión, aunque, muy especialmente, a pequeñas y medianas empresas que contaban entre sus principales clientes con alguna de dichas administraciones públicas. Esta situación estaba poniendo en serios aprietos financieros a muchas empresas que llegaron a ver en bastantes casos su viabilidad comprometida ante la demora en el pago por parte las referidas entidades públicas. Ante esto, el Gobierno decidió establecer un mecanismo que permitiera saldar las deudas tanto de las entidades locales como de las Comunidades Autónomas con sus proveedores y que, a su vez, pudiera propiciar una reestructuración ordenada de la deuda de unas y otras. A estos efectos, se ideó una estructura novedosa, que luego explicaremos en detalle, a la que se dotó de un marco jurídico específico. Así, se promulgaron diversas normas que conformaron dicho marco jurídico. En concreto, la primera de ellas, que sentó las bases para esta estructura, fue el Real Decreto-ley 4/2012, de 24 de febrero, por el que se determinaron obligaciones de información y procedimientos necesarios para establecer un mecanismo de financiación para el pago a los proveedores de las entidades locales (en adelante, el «RDL 4/2012»). A este mecanismo podían acogerse las entidades locales (y cualquiera de sus organismos y entidades dependientes, todo ello en los términos del RDL 4/2012) que tuviesen obligaciones vencidas, líquidas y exigibles pendientes de pago a 31 de diciembre de 2011 con sus proveedores en virtud de contratos de obras, servicios o suministros incluidos en el ámbito de aplicación del texto refundido de la Ley de Contratos del Sector Público (aprobado por el Real Decreto Legislativo 3/2011, de 14 de noviembre), así como aquéllos que tuvieran suscritos conciertos en materia educativa, sanitaria y de servicios sociales. En desarrollo de lo anterior, por medio del Acuerdo de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos de fecha 1 de marzo de 2012, publicado mediante la Orden del Ministerio de Presidencia PRE/733/2012, de fecha 16 de abril de 2012, se estableció la necesaria puesta en marcha de un 1 mecanismo ágil de pago y cancelación de deudas con los proveedores de entidades locales y de su financiación con un doble objetivo: dar liquidez a las empresas y apoyar financieramente a las entidades locales. El mecanismo de financiación creado por el RDL 4/2012 se hizo extensible a las Comunidades Autónomas de conformidad con el acuerdo alcanzado en el Consejo de Política Fiscal y Financiera celebrado en fecha de 6 de marzo de 2012 y publicado mediante la Orden del Ministerio de Presidencia PRE/774/2012, de fecha 16 de abril de 2012. Con el objeto de crear el instrumento necesario para ejecutar el plan de pago a proveedores que garantizase el buen fin del mecanismo creado en el RDL 4/2012, se aprobó el Real Decreto-ley 7/2012, de 9 de marzo, por el que se creó el Fondo para la financiación de los pagos a proveedores (en adelante, el «RDL 7/2012»), mediante el cual se establecieron las condiciones objetivas que permitiesen la obtención de recursos financieros suficientes para la financiación de las operaciones de endeudamiento que fueran a concertarse para la satisfacción de las obligaciones pendientes de pago a proveedores. Precisamente fue el RDL 7/2012 la norma en virtud de la cual se creó la entidad de derecho público denominada «Fondo para la Financiación de los Pagos a Proveedores» (en adelante, «FFPP»), con personalidad jurídica propia y plena capacidad de obrar. El FFPP se constituyó como vehículo a través del cual captar los recursos financieros necesarios para garantizar y efectuar los pagos a los proveedores de las entidades locales y las Comunidades Autónomas. A dichos efectos y al amparo de lo establecido en el RDL 7/2012, se habilitó expresamente al FFPP para la concertación en los mercados de capitales de toda clase de operaciones de endeudamiento (en concreto, mediante la emisión de valores, la concertación de préstamos y la apertura de créditos), así como para la concertación con las entidades locales y las Comunidades Autónomas de las operaciones de crédito necesarias para el pago de sus obligaciones. Finalmente, este marco jurídico se completó con la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera, en virtud de la cual se regularon los criterios para el establecimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria y de deuda pública para cada una de las administraciones públicas e, individualmente, para las Comunidades Autónomas. Sentadas estas bases normativas, se hacía necesario implementar el mecanismo de financiación que giraba en torno al FFPP, teniendo en cuenta la difícil situación que se vivía en aquel momento en los mercados financieros, prácticamente cerrados en lo que a la concesión de financiación se refería, lo que no facilitaba precisamente la obtención de recursos por parte del FFPP para su posterior traslado, a través de los oportunos canales (siendo pieza clave en este proceso –en particular en lo que se refería a cuestiones administrativas, aunque no sólo en este ámbito– el Instituto de Crédito Oficial), a los proveedores de los que entidades locales y las Comunidades Autónomas eran deudores. Como cuestión adicional y muy relevante, las necesidades de financiación del FFPP debían necesariamente tener en cuenta la posibilidad de que las entidades financiadores pudieran aportar el préstamo concedido ante algún banco central (fundamentalmente el Banco de España y el Banco Central Europeo) como garantía en operaciones de política monetaria, lo que 2 constituía un elemento esencial para que dichas entidades accedieran a formalizar la operación. A todo ello había que sumar que los pagos a los proveedores podrían hacerse directamente en operaciones sin préstamo o bien a través de operaciones de préstamo, teniendo en ambos casos el Instituto de Crédito Oficial un papel muy relevante por corresponderle, en un caso, la administración y gestión de las operaciones de pago directo; en otro, la administración y gestión de las operaciones de préstamo suscritas por el FFPP con las entidades locales y Comunidades Autónomas, lo que, teniendo en cuenta que las entidades financiadoras eran en muchos casos entidades adheridas a los sistemas del Instituto de Crédito Oficial, también tuvo ciertas implicaciones en la estructura. En suma, eran muchas las cuestiones, tanto de índole jurídica como operativa, como también relativas a los mercados financieros, que debían cohonestarse y que obligó a diseñar unos esquemas contractuales ciertamente novedosos que detallamos a continuación. Todo ello, además, en un marco temporal muy limitado, teniendo en cuenta que al FFPP se le otorgó carta de naturaleza el 9 de marzo en virtud del RDL 7/2012 y que, como luego se verá, la primera de las disposiciones de la financiación estaba previsto que se realizase en torno al 28 de mayo de 2012 y que en el plazo que mediaba entre estas dos fechas debía determinarse la estructura final de la operación, conformarse el sindicato y negociarse y formalizarse la documentación contractual y, en paralelo, debían resolverse un sinfín de cuestiones administrativas relacionadas con aspectos operativos del pago a los proveedores en los que el Instituto de Crédito Oficial tuvo un rol muy significativo. II. RESOLUCIÓN JURÍDICA 1. La instrumentación de la financiación al FFPP Como se ha expuesto anteriormente, el FFPP tenía que recibir financiación para realizar los pagos a los proveedores de entidades locales y Comunidades Autónomas, bien directamente, bien indirectamente a través de préstamos concedidos a dichas entidades públicas, las cuales, a su vez, utilizarían los importes así recibidos para pagar a sus proveedores. El FFPP se dotó con una aportación máxima de 6.000.000.000 euros con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, de los que 1.500.000.000 euros fueron efectivamente desembolsados como aportación patrimonial en 2012 a través de la concesión de un crédito extraordinario (que se financió con deuda pública) para la correspondiente partida de dichos Presupuestos. Sin embargo, ese importe debía completarse con financiación procedente de terceros, ya que la magnitud de la elevada cifra requerida para el pago a los proveedores, en torno a 35.000.000.000 euros, conllevaba necesariamente tal aporte de financiación y, como el propio RDL 7/2012 reconocía en su preámbulo, ello exigía «la participación del mayor número posible de entidades de crédito que operan en España». En la práctica, todas las entidades de crédito nacionales, bien de forma individual, bien de forma agrupada, participaron en el sindicato financiador del FFPP por un importe de 30.000.000.000 euros, ampliable en determinados supuestos a 35.000.000.000 euros, lo que, hasta la fecha, ha supuesto la mayor operación de financiación privada en la historia de España. 3 Hay que tener en cuenta que la deuda que el FFPP asumiese frente a terceros contaba con la garantía ex lege del Estado, dado que el número 8 del artículo 4 del RDL 7/2012 establecía que «las deudas y obligaciones que el FFPP contraiga para la captación de financiación gozarán frente a terceros de la garantía del Estado. Dicha garantía tiene el carácter de explícita, irrevocable, incondicional y directa», lo que, desde el punto de vista de las entidades financiadoras, hacía la operación atractiva, máxime cuando una de las necesidades de dichas entidades era que la financiación no computase a sus efectos directamente como deuda pública, de ahí la conveniencia de que el prestatario y receptor de los fondos fuese una entidad distinta del propio Estado español, en este caso, el FFPP, una entidad de derecho público, con personalidad jurídica propia y plena capacidad de obrar, como antes se ha indicado. La estructura de la financiación estaba, por tanto, condicionada por los pagos que había que realizar a los proveedores. Dado que estos pagos se verificarían en distintos momentos temporales, por importes que en la práctica se conocerían con poca antelación a la fecha de disposición y que, en algunos casos, podrían requerir ajustes posteriores mediante disposiciones adicionales, parecía que lo más apropiado sería instrumentar la financiación a través de un crédito por un importe máximo del que podría disponerse en varias ocasiones a medida que fuese siendo necesario realizar los pagos a los distintos proveedores. Sin embargo, surgió en este punto un inconveniente que hacía que la fórmula del crédito no fuese viable. Como antes hemos señalado, una de las cuestiones que era esencial para las entidades financiadores era que pudieran aportar el préstamo –y el uso de este término no es casual– como garantía ante algún banco central. A este respecto, es necesario señalar que la normativa en el espacio europeo en materia de garantías no admite la aportación como tales de créditos, sino únicamente de préstamos, ya que requiere que la financiación se encuentre totalmente dispuesta en el momento en que se aporta y que no quepan, por tanto, ulteriores disposiciones. Esta exigencia requería instrumentar contractualmente la financiación desde un punto de vista formal como un préstamo pero, a la vez, desde una perspectiva material, debía permitir realizar disposiciones como si de un crédito se tratara. Para ello, se decidió estructurar documentalmente la financiación como un préstamo que quedaría totalmente dispuesto pero, dado que, como se ha indicado anteriormente, iba a ser necesario que se realizasen varias disposiciones en distintos momentos en función de las necesidades de las entidades locales y las Comunidades Autónomas en lo que se refería a los pagos a sus proveedores, esto conllevaría que tuvieran que suscribirse préstamos adicionales, tantos como disposiciones hubiese que realizar. En suma, se trataba de convertir un crédito en un préstamo para luego hacer que el préstamo pudiera disponerse como un crédito. La fórmula que se diseñó tenía como objetivo hacer compatibles las necesidades de las partes y para ello se instrumentó mediante un contrato de préstamo sindicado que diese sustento documental al importe de la primera disposición (en adelante, el «Contrato de Préstamo») junto con un acuerdo marco que recogía, entre otras cuestiones, los términos en los que podrían realizarse subsiguientes disposiciones y, en consecuencia, 4 formalizarse préstamos adicionales en la forma que luego describiremos (en adelante, el «Acuerdo Marco»). Teniendo en cuenta que había que realizar pagos a proveedores de entidades locales, por un lado, y de Comunidades Autónomas, por otro, en distintas fechas, el préstamo inicial se estructuró en dos tramos, el 1 y el 2, cada uno de los cuales podría disponerse en dos ocasiones. Concretamente, el tramo 1 podía ser dispuesto entre el 28 mayo y el 31 julio de 2012 y el tramo 2 en junio y julio de 2012. Nótese que, a los efectos de aportación como garantía que antes exponíamos, cada disposición constituiría un préstamo independiente y lo que el Acuerdo Marco vendría a hacer es consolidar todos esos préstamos bajo un techo común, dotándoles de homogeneidad en cuanto a su regulación; esto es, desde la perspectiva del Acuerdo Marco, existía un único préstamo con distintas disposiciones, mientras que formalmente, cada disposición debería constituir un préstamo separado que se aportaría como garantía. A fin de de cumplir con esta exigencia y con el objetivo de simplificar la logística tanto documental como en lo que tocaba a la mecánica de disposición, firma de la documentación y aportación como garantía se optó por, en lugar de formalizar un préstamo con motivo de cada una de las disposiciones, realizar, con ocasión de cada una de ellas, una novación del Contrato de Préstamo, siendo la garantía aportada el importe, en primer lugar, del préstamo original y, de forma subsiguiente, el importe de cada novación. 2. La conversión de los préstamos en bonos Además de la necesidad de poder aportar el préstamo como garantía, las entidades financieras querían tratar de optimizar dicha aportación en términos de lo que se conoce como haircut o tipo de descuento, que es inferior –y, por ende, más conveniente para la entidad que aporta la garantía– en el caso de que el activo que se aporte sea un bono en lugar de un préstamo. Para ello, el Acuerdo Marco contemplaba la posibilidad de que, a partir de una determinada fecha, en concreto, el 21 de diciembre de 2012, los préstamos se convirtiesen en bonos a solicitud de la correspondiente entidad financiadora, siendo en todo caso dicha conversión un derecho y no una obligación para cada entidad. En puridad, el mecanismo de conversión se estructuró como un régimen de amortización anticipada, total o parcial, según el caso, mediante la entrega de bonos. En efecto, para evitar duplicar riesgos, el préstamo quedaría amortizado en idéntico importe al de los bonos emitidos, que contarían, al igual que el préstamo, con la garantía del Estado en los términos del RDL 7/2012 a los que antes hacíamos referencia. Adicionalmente, habida cuenta de la especial naturaleza de los bonos por contar con la garantía del Estado y no debiendo existir, por tratarse de valores cotizados, restricciones a su libre transmisibilidad en el mercado ( sin perjuicio de aquellas que pudieran haberse acordado bilateralmente entre el emisor y el suscriptor pero que no tendrían efectos frente a terceros ni frente al mercado), la Secretaría General del Tesoro y Política Financiera quería mantener cierta supervisión sobre la puesta en circulación en el mercado de dichos bonos, para asegurarse de que, en caso de producirse, no tendría un 5 impacto negativo sobre las emisiones de deuda del Estado que cotizasen en el mercado en ese momento. Por ello, las entidades financiadoras suscribieron un compromiso de no comercialización o lock up en virtud del cual se obligaban a no transmitir ni gravar los bonos ni realizar operaciones con un efecto similar –excepción hecha de su aportación como garantía, como se ha indicado anteriormente– sin contar con la autorización expresa de la Secretaría General del Tesoro y Política Financiera, autorización que podía solicitarse conforme a los términos previstos en el Acuerdo Marco. El Acuerdo Marco contemplaba, además, la posibilidad de que unas entidades financiadoras solicitasen la conversión en bonos y otras no, ya que, como se ha indicado previamente, se trataba de un derecho y no de una obligación para cada una de dichas entidades. Esto suponía que podían existir algunas entidades que serían prestamistas, mientras que otras podían ser bonistas, e incluso podría ocurrir que alguna tuviera simultáneamente ambas condiciones si no hubiese convertido totalmente sus préstamos en bonos. Esta situación que aparentemente no planteaba mayor problema, requería una regulación detallada y específica, por cuanto lo que tenía que quedar claro es que, mientras existiera el lock up, el tratamiento y régimen para las entidades que tuviesen la condición de prestamistas o bonistas debía ser exactamente el mismo a todos los efectos, con la salvedad de que no sería aplicable la regla de proporcionalidad cuando la amortización anticipada del préstamo tuviese lugar mediante la entrega de bonos, ya que en tal caso la amortización debía producirse sólo respecto de la participación de la correspondiente entidad financiadora que convirtiese su préstamo, ya fuese en todo o en parte, en bonos. Una vez que la obligación de lock up cesase, el régimen pasaría a ser distinto para los prestamistas y los bonistas, pues los segundos se convertirían en tenedores de valores a los que no afectaría ninguna restricción o limitación. 3. Otras cuestiones relevantes del Acuerdo Marco Además de todo lo anterior y entre otras materias, el Acuerdo Marco regulaba las condiciones previas que deberían cumplirse para que el FFPP pudiera efectuar una disposición y, por ende, una novación del Contrato de Préstamo original. Estas condiciones previas eran muy similares a las que habitualmente se incluyen en operaciones de financiación para poder realizar disposiciones, con algún matiz específico propio de esta operación, como la subsistencia de la garantía del Estado y el mantenimiento de la posibilidad de que las entidades financiadoras aportasen el préstamo como garantía ante un banco central. También se regulaba de forma detallada el régimen para solicitar las disposiciones y los términos del Contrato de Préstamo que, con motivo de cada una de ellas, tendrían que ser objeto de novación. Dado que se buscaba, para simplificar la logística de la remisión y firma de documentación, a la vista del elevado número de entidades financiadoras, el mayor automatismo, se ideó un sistema en virtud del cual la propia solicitud de disposición contendría los términos de la novación del Contrato de Préstamo y, de aceptarse dicha solicitud por las entidades financiadoras, supondría automáticamente la novación de éste. De esta forma, la solicitud de disposición constituía, adicionalmente, una solicitud de novación que incluía también y de forma detallada los términos de la novación propuestos por el FFPP. Para una mayor seguridad jurídica de las partes y con el objeto de evitar abrir nuevas discusiones entre ellas sobre 6 dichos términos o sobre el alcance de las novaciones, ya que todo ello se había negociado –y se encontraba regulado de forma prolija– en el Acuerdo Marco, los términos del Contrato de Préstamo que podrían novarse con motivo de cada disposición estaban tasados de conformidad con lo previsto en el Acuerdo Marco, el cual establecía la obligación para las entidades financiadoras de firmar la correspondiente solicitud de disposición si concurrían las condiciones previas necesarias para que se produjese la disposición. Con la firma por todas las entidades financiadoras (o, en su caso, por el agente de la financiación cuando hubiera sido apoderado a estos efectos para mayor facilidad de las entidades financiadoras que así lo desearan, alternativa que se contemplaba expresamente) de la solicitud de disposición se produciría la novación automática del Contrato de Préstamo en esa misma fecha de firma, sin necesidad de que se cumpliesen más requisitos adicionales, respecto de todos aquellos términos que se hubiesen identificado expresamente en la solicitud de disposición. Asimismo, se establecían en el Acuerdo Marco diversos supuestos de recompra de los bonos por parte del FFPP como emisor que eran coincidentes con los supuestos de amortización anticipada del préstamo en tanto en cuanto subsistiese el lock up, de forma que existiese una total simetría entre las posiciones de los prestamistas y de los bonistas cuando tuviese que producirse la amortización anticipada del préstamo o la recompra de los bonos. De igual forma, se recogía, con un carácter eminentemente descriptivo y a los efectos del oportuno encaje de esta parte de la estructura con el pago último a proveedores, la regulación del régimen general de puesta disposición de financiación a las entidades locales y a las Comunidades Autónomas para el pago a proveedores, así como para el pago directo a éstos. Adicionalmente, se estableció que en caso de conflicto entre lo establecido en el Acuerdo Marco y lo pactado en el Contrato de Préstamo prevalecería el primero, ya que el Acuerdo Marco constituía el documento vertebrador de toda la estructura en su conjunto, mientras que el Contrato de Préstamo sólo contemplaba y regulaba una parte –muy relevante, sin duda, pero solo una parte– de ella. Finalmente, se incluyó una regulación relativa a la cesión de posición contractual. Como luego se dirá, las entidades financiadoras podían ceder su posición en el Contrato de Préstamo con sujeción a los términos de éste, pero como requisito previo a esa cesión, se exigía la adhesión al Acuerdo Marco en los mismos términos y condiciones aplicables a la entidad financiadora cedente, para lo que se adjuntó al Acuerdo Marco un modelo de contrato de adhesión que debía seguirse a este fin. Esta adhesión era lógica y necesaria si se tiene en cuenta lo que se ha indicado antes respecto del carácter del Acuerdo Marco. 4. Algunos aspectos significativos del Contrato de Préstamo Como se ha puesto de manifiesto anteriormente, el Contrato de Préstamo, a efectos de no perjudicar en modo alguno la posibilidad de aportar el préstamo como garantía ante algún banco central, no debía contemplar la operación en su conjunto –para eso ya estaba el Acuerdo Marco–; antes al 7 contrario, debería considerar el préstamo como una operación aislada y, lo que era especialmente relevante, debía estar totalmente dispuesto, lo que condicionó su clausulado, que tenía que estar en total consonancia con el del Acuerdo Marco. Una de las cuestiones especialmente delicadas a la hora de redactar el Contrato de Préstamo fue la regulación de los supuestos de ruptura de mercado porque requirieron conciliar la posición del FFPP (que necesitaba tener la seguridad de que podría realizar disposiciones de fondos cuando fuera necesario para atender el pago a los proveedores de las entidades locales y las Comunidades Autónomas, bien de forma directa, bien indirectamente a través de la formalización de operaciones de préstamo con unas y otras para que a su vez ellas verificaran el pago a sus proveedores) con la posición de las entidades financiadoras que querían tener ciertas salvaguardas para el caso de que les fuera imposible fondearse o el fondeo les resultase especialmente oneroso, máxime teniendo en cuenta las circunstancias de los mercados financieros en ese momento. Para ello, se acordó una redacción muy prolija y detallada de la cláusula de ruptura de mercado, alejada del texto estándar habitualmente utilizado pero que permitió que, tras arduas negociaciones, todas las partes implicadas se sintieran confortables con el resultado obtenido. Por otro lado, las manifestaciones y garantías que hacía el FFPP en el Contrato de Préstamo eran más reducidas que las habituales en atención a su especial naturaleza y a la garantía del Estado que subyacía en la operación. Con esta misma aproximación se incluyeron en el Contrato de Préstamo las diversas obligaciones del FFPP en su condición de prestatario. Otra cuestión ampliamente debatida fue la posibilidad de que existiese un derecho de resolución individual para las entidades financiadoras, en línea con las tendencias actuales del mercado. Dadas las particularidades de la operación era ésta una cuestión especialmente sensible que finalmente se solucionó admitiendo dicho derecho de resolución individual ante el acaecimiento de determinados hechos que eran absolutamente esenciales e irrenunciables para las entidades financiadoras, tales como la falta de pago, la imposibilidad de aportar el préstamo como garantía ante un banco central o la pérdida o alteración de la garantía del Estado. En esta misma línea, otra de las cláusulas que requirió especial atención fue la cláusula de cesión ya que no parecía apropiado en esta operación que la posición en el préstamo pudiera acabar en manos de alguna entidad no deseada por el FFPP y, por ello, se buscó un adecuado equilibrio entre la posibilidad de que las entidades financiadoras pudieran ceder su posición a otras entidades de crédito, así como a vehículos de titulización o tenedores de deuda, siempre que, en este segundo caso, estuvieran en su esfera de control. III. COMENTARIO Como se pone de manifiesto a la vista de todo lo anteriormente expuesto, ésta fue una operación muy particular, tanto por la especial naturaleza del prestatario –el FFPP–, como por el excepcional montante de la financiación – 30.000.000.000 euros ampliables a 35.000.000.000 euros en determinadas circunstancias–, así como por la necesidad de cohonestar diversas exigencias de todas las partes implicadas, el objetivo que perseguía y las circunstancias de mercado en que se llevó a cabo. 8 La documentación de la operación debía buscar un equilibrio entre las exigencias de las distintas partes que en ningún caso eran carentes de fundamento ni arbitrarias o injustificadas, pero que requirieron compatibilizar cuestiones que, a priori, podía parecer que tenían una difícil coexistencia. Desde un punto de vista estructural, la cuestión sin duda más compleja fue configurar el crédito en forma de préstamo a efectos de permitir su aportación como garantía ante bancos centrales para luego conseguir que se dispusiera como si de un crédito se tratase y que esas sucesivas disposiciones siguieran siendo susceptibles de ser aportadas como garantías. La combinación del Acuerdo Marco y el Contrato de Préstamo, documentos perfectamente engarzados y sincronizados entre sí, permitió conseguir el objetivo deseado, no sin largas conversaciones entre las partes para tener la seguridad de que sus pretensiones se veían adecuadamente reflejadas y que los mecanismos diseñados funcionarían tanto para el préstamo original como para las sucesivas novaciones, pero también para la conversión en bonos. A día de hoy, se han realizado todas las novaciones previstas, habiendo convertido, además, algunas entidades su participación en el préstamo en bonos y todas las previsiones contractuales han funcionado perfectamente permitiendo que todo ello haya tenido lugar sin ninguna incidencia. Desde la perspectiva del clausulado de los documentos, las cuestiones más relevantes fueron las que ya se han expuesto anteriormente tanto en relación con el Acuerdo Marco como respecto del Contrato de Préstamo. Baste decir que en esta operación todo tuvo que ser diseñado a medida, ya que, en unos casos, hubo que adaptar cláusulas habituales en contratos de financiación –tanto tomando como referencia los sometidos a ley española como el modelo de la Loan Market Association para operaciones con prestatarios investment grade–; en otros, como ocurrió para regular los supuestos de ruptura de mercado o el derecho de resolución individual, fue necesario redactar previsiones contractuales ad hoc, totalmente específicas y adaptadas a la operación concreta, siendo en estos casos cláusulas nuevas que tanto las entidades financiadores como el FFPP tuvieron que analizar y validar ya no que se basaban, o sólo de forma muy puntual, en textos conocidos y habitualmente utilizados. Todo ello no habría supuesto un especial problema de no ser por el limitado tiempo con el que se contaba para formalizar la operación, lo que obligaba a buscar el consenso con urgencia para poder sentar las bases contractual es sobre las que se asentaría todo el mecanismo que permitiría, en última instancia, el pago a los proveedores en las fechas establecidas. IV. CONCLUSIÓN Esta operación es una buena prueba de que, cuando las circunstancias lo requieren y las partes intervinientes –en este caso, de naturaleza tanto pública como privada– tienen un claro objetivo común, los obstáculos de naturaleza técnico-jurídica, regulatoria e incluso de índole más práctica y relativos a cuestiones vinculadas a la mecánica de operaciones financieras pueden salvarse a través de la innovación jurídica y la búsqueda de soluciones constructivas entre las partes. Algunas cifras pueden poner de manifiesto la relevancia de la operación: 9 – Sólo en el primer desembolso se realizaron 6.489 operaciones de financiación a entidades locales que sirvieron para el pago de 1.717.426 facturas. – La operación fue considerada la principal medida de orden expansivo en la economía tomada por el Gobierno durante el año 2012, en palabras del comunicado oficial del Instituto de Crédito Oficial «el estado español se endeuda en €35.000 millones para que el tejido empresarial español se desendeude en €35.000 millones». El calendario fue extremadamente ágil para una operación de esta naturaleza, ya que el 11 de abril de 2012 se aprobó el term sheet por las partes, el 16 de mayo de 2012 se firmó la documentación y el 30 de mayo de 2012 se produjo el cierre de la operación, con el primer desembolso y el primer pago efectivo a proveedores por importe de 9.313.000.000 euros. En suma, se trató de una operación con un gran impacto en la economía española y que fue, además, vista con muy buenos ojos fuera de nuestras fronteras por reguladores, entidades de crédito, agencias de calificación e inversores. 10