Solo se escucharon cuatro disparos y la familia entera

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«Solo se escucharon cuatro disparos y la familia entera
desapareció»
Nati Zozaia Goñi y su sobrina, en su vivienda de San Sebastian. / MICHELENA
Familiares de los siete Sagardia Goñi -la madre y seis hijos- desaparecidos en 1936 esperan los resultados de las
investigaciones tras hallarse en Gaztelu los primeros restos de niños
ALICIA DEL CASTILLO - MALERREKA - 11 septiembre 2016 14:52
«Que todo el mundo lo sepa: los llevaron a la sima y los tiraron vivos, nos decía siempre mi madre. Que sólo
se escucharon cuatro disparos y la familia entera desapareció. Claro, no iban a matarlos y a llevar sus
cadáveres en brazos, era más fácil para ellos asustarlos con los tiros para que continuasen andando y
arrojarlos allí». Nati Zozaia Goñi tiene 84 años y desde su casa en el barrio de Amara, de Donostia, recuerda
estos días la atroz historia de su tía y de sus primos en 1936. El viernes, la Sociedad de Ciencias Aranzadi
anunciaba que habían aparecido restos de niños en la sima de Legarrea, en Gaztelu, Navarra.
Es la historia tabú, de la que no se habla, pero que se conoce en todo el Valle de Malerreka. La historia de la
familia Sagardia-Goñi, de Juana Josefa, embarazada de siete meses, y de seis de sus siete hijos: Asunción (de
un año y medio), José Mari (de tres), Martina (de seis), Pedro Julián (de nueve), Antonio (de doce) y Joaquín
(de dieciséis). Desaparecieron el 30 de agosto de 1936, cuando Nati tenía 4 años. El marido se encontraba en
los montes de Eugi, trabajando con su hijo mayor. Juana Josefa dio el aviso de que volviese, pero lo
detuvieron en Doneztebe y del resto de la familia nunca más se supo.
«Este año no pude ir al homenaje que se les hizo, por mi salud, pero ya
me ha llamado una sobrina para decirme que no me preocupe, que ella
«Es una historia atroz y sin lógica.
me llevará a las pruebas de ADN. Esto nos ha revuelto mucho, pero es la
La guerra da el ambiente para que
verdad, están ahí, han estado todo este tiempo ahí, y había quien
ocurra, pero no lo explica»
dudaba... Yo estaba segura. Estoy agradecidísima al paleontólogo y al
historiador. Él fue quien nos encontró. Le costó, pero lo hizo y después
publicó el libro, y ahora, por fin...», explica emocionada.
Un libro
Se refiere al libro de José Mari Esparza 'La sima, ¿qué fue de la
familia Sagardia?', publicado hace un año. El autor se
encontraba el viernes con el forense Paco Etxeberria en
Gaztelu. «Estaba allí, esperando que subieran de la sima para
comer. No pensábamos que habrían encontrado nada aún.
Entonces salió Paco, cansado, porque es una subida de
muchos metros y me dijo: 'pocas veces en mi vida me he
emocionado tanto'. Nos abrazamos y me dijo que había
encontrado huesos de niños. Me sorprendió su seguridad y
entereza, porque había muchos huesos de animales, pero lo
tuvo claro», relata el historiador.
LA FAMILIA
María Josefa. Tenía 38 años y estaba
embarazada de siete meses. Su marido y su
hijo mayor trabajaban en el monte, en Eugi.
Los niños. Asunción, de un año y medio;
José Mari, de tres; Martina, de seis; Pedro
Julián, de nueve; Antonio, de doce y
Joaquín, de dieciséis.
30 de agosto de 1936. La noche que
desaparecieron se oyeron cuatro disparos.
Etxeberria explicó que han tenido que «entender la sedimentación del lugar para intuir dónde podrían estar
los huesos y lo hemos conseguido». Según Esparza, los restos «no estaban en la vertical, en lo que es la caída
natural de la sima, sino a unos seis metros». Durante los últimos días han tenido que sacar «los restos de las
cosas que se han estado tirando a la sima durante 80 años. Había hojas, un humus negro de restos de
troncos, una capa enorme de escombros de carretera con ofitas, que no tendría por qué estar allí...».
«Hace 30 años publicamos esta historia junto con otras y 30 años
después nadie sabía nada. Entonces, hace seis, descubrieron un
«Estoy segura de que los llevaron a
archivo con el llamado 'Causa 167' y allí se explicaba todo el proceso.
la sima y los tiraron vivos»
Me enteré de todo, pero me parecía fuera de lugar, porque no había
un trasfondo político y suponía poner todo el pueblo patas arriba. Pero
al aparecer el cadáver del joven Indart hace dos años en la sima y conocer además a familiares directos, que
estaban traumatizados desde la infancia con la historia, me decidí a escribirlo».
En busca de una razón
Entrada a la sima de Legarrea, en Gaztelu, Navarra [ESPARZA]
«Es una historia tan atroz que no tiene lógica. La guerra es lo que da el ambiente para que ocurra, pero no lo
explica. Sin la guerra tal vez no hubiese ocurrido, pero no veo trasfondo político. Hay quien habla de robos,
de lujuria...». Después de publicar el libro Esparza siguió conociendo a los familiares más jóvenes, que le
contaron historias de ritos antiguos. «Al parecer la madre de Juana Josefa, Andresa, creía en los dioses
antiguos de los vascos y no iba a misa. Una de las hermanas hacía conjuros en un brasero con sal, toda la
familia era herbolera... Hay que comprender que en estos pueblos se vivía como en el siglo XVII».
La hipótesis es que fue «un acto
colectivo brutal, consentido por la
Guardia Civil y por el cura»
Intenta comprender lo que ocurrió y llega a la conclusión de que «lo
más irracional en este caso es la respuesta más racional del
problema. Si se añade el punto de vista del miedo a la brujería, el
acto colectivo brutal, consentido por la Guardia Civil y con el
beneplácito del cura, es lo que más podríamos entender. Todas las
otras explicaciones son mucho más crueles».
Tras los hallazgos del viernes, los trabajos continuarán a partir de hoy para intentar hallar el resto de cuerpos
de la familia Sagardia-Goñi. Mientras, en el pueblo, una tranquila localidad del norte de Navarra de unos 120
habitantes, continúa el silencio. De nuevo, la familia Sagardia está en boca de todos, pero de puertas hacia
adentro, como siempre ha sido.
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