Guillermo Rossini: El exhausto ‘payasito’ de los 50 años Los 50 años más ocupados en la vida de Guillermo Rossini David Waisman, La Gringa Inga, Alfonso Barrantes, Marco Aurelio Denegri, incluso Francisco Morales Bermúdez. Ninguno de estos personajes se libró del trabajo de Don Guillermo, el ‘Tío’ Rossini. El hombre de radio y televisión está cerca de cumplir 51 años de trayectoria artística y no se detiene. Con su programa ‘Los Chistosos’ con casi 16 años al aire por Radio Programas del Perú, y ‘Ponte al día’ vía Red Global, pareciera que el ‘Tío’, como cariñosamente lo llaman, fuese incansable. Sin embargo, los años pasan. ¿Cómo un imitador con casi 78 años sigue vigente? Ya no necesita imitar a nadie más. Ha encontrado al personaje perfecto para lograrlo: Guillermo Rossini. Es jueves y ya son las 3 y 43 de la tarde. Guillermo Rossini, humorista e imitador desde hace más de 50 años, está atento a las últimas jugadas del partido Japón-Dinamarca que se transmite en la cabina ubicada en el segundo piso de las instalaciones del edificio de Radio Programas del Perú. El ‘Tío’ Rossini, como lo llaman sus compañeros y el resto de la producción, ya tiene los auriculares puestos, listo para empezar el programa. “Dependemos del horario mundialista por estas fechas”, dice Claudia Alarco, productora del programa ‘Los Chistosos’. El horario regular: de lunes a viernes de 2 y 30 a 4 y 30 de la tarde. El día de hoy comienzan a las 3 y 45. Concentrado, Rossini chasquea los dedos para que el resto de sus colegas se preparen para salir al aire. La música de inicio suena. 3, 2, 1… —¡Bien hermanos míos, cuñados, centenados, hermanos cargadores!…Esta tarde estamos criollazos, hermanos míos. Nos visitan unos chiquillos, muchachos ganadores del ‘Trampolín a la fama’: ¡pelícano de plástico!… La voz del ‘Tío’ Rossini siempre abre el programa. Es un rol que desempeña desde hace 16 años en ‘Los Chistosos’ y se lo ha ganado después de la gran trayectoria humorística que lo respalda. Esa trayectoria comenzó con el encuentro de Guillermo Rossini y el más famoso presentador de la televisión peruana, Augusto Ferrando en ‘La Cabaña’, donde funcionaba Radio Victoria y se emitía el programa radial ‘La Peña Ferrando’. Después de escucharlo imitar a Federico Roggero, famoso narrador de carreras hípicas de finales de los años 50’, Ferrando le recomendó participar en un concurso de imitadores que estaba organizando. El resultado: primer puesto. Con 26 años, comenzó su aventura en el mundo de la comicidad de la mano de uno de los personajes más populares de la época. Desde entonces, no se detiene. Poco después de empezar a trabajar con Ferrando, ingresó con fuerza al mundo de la comicidad. El ‘Tío’ ha trabajado en los mejores programas humorísticos durante la edad de oro de la televisión: desde ‘Teleloquibambia’ en el año 1960 vía América Televisión, a ‘Risas y Salsa’ hasta finales de 1996. —¿Qué puedo decir de Guillermo Rossini? —dice Jesús Morales, compañera de trabajo del ‘Tío’ en ‘Risas y Salsa’—. Es un hombre muy serio, comprometido y disciplinado con su trabajo. Nunca tuvo ningún escandalete como los cómicos de ahora. La seriedad y disciplina son dos constantes que el ‘Tío’ ha puesto en práctica durante sus casi 51 años de trayectoria artística. Mientras trabaja, no existe nada más. Se concentra en una sola cosa: hacer reír a la gente. Ahora les pide a los músicos invitados que se luzcan con un vals. Él los acompaña con las palmas y bromea con uno de ellos. “Eres igualito a Toledo”, le confiesa el ‘Tío’. Mandan a corte comercial. De caderas anchas y cuerpo grueso, la única mujer en el programa, Giovanna Castro, la sonriente compañera de Rossini, aprovecha y sale a contestar el celular que ha estado sonando durante la primera parte de la transmisión. Mientras, en mesa, Hernán Vidaurre, el imitador oriundo de Pucallpa y Manolo Rojas, el último integrante en unirse al programa, continúan entonando valses con los invitados, Rossini se quita los auriculares y observa a sus compañeros por un par de minutos sin dirigirle la palabra a ninguno de ellos. Desvía la mirada y se recuesta en su silla de cuero. Perdido en sus pensamientos, con arrugas profundas en su rostro, los blancos cabellos que reflejan los años de arduo trabajo, y esos ojos achinados que se esconden detrás de esos lentes que lo caracterizan, aparece frente a mí por una milésima de segundo el fantasma del cansancio y la fatiga que deambulan a su alrededor, aquellos que se han acumulado con el correr de los años por el simple hecho de hacer reír a las personas. —Antes tenía todo el día ocupado —recuerda Rossini—. Me iba desde temprano a grabar los programas de televisión. Por ese entonces, también trabajaba de visitador médico. Después venía corriendo a la radio por ‘Los Chistosos’, y si era viernes, olvídate, porque me tenía que ir a los shows que se me presentaban en las noches. Así eran casi todos los días. Todo ese esfuerzo y esas ganas de brindar al público televidente y radioescucha productos de calidad, hacen que ahora el ‘Tío’ tenga 3 bypass y una vida más tranquila. Tal vez las canciones que interpretan los músicos le hacen recordar algún pasaje anecdótico en su vida artística. Despierta de su abstracción en el momento en el que ingresa la joven y muy simpática productora Claudia Alarco arrastrando una silla. Instantáneamente el ‘Tío’ se pone de pie y se acerca a ayudarla. —Es un caballero —me comentará luego Giovanna Castro, humorista y co-conductora del programa—. Siempre tiene algún detalle que te sorprende. Es una persona que se acuerda de las fechas de cumpleaños de todos con quienes trabaja. Por él he aprendido más sobre la unión familiar. Rossini sólo ha tenido una mujer en su vida: Eloísa ‘Coca’ Effio. Desde 1969, año en el que se casaron y prometieron estar juntos en las buenas y en las malas, se han convertido en compañeros inseparables. —Tener siempre el tiempo ocupado —cuenta Rossini— no interfería con el tiempo que pasaba con mi familia. Eran dos cosas aparte. En la época de los años 90’, uno de sus hijos —Guillermo y Giancarlo de 39 y 36 años respectivamente— le confesó sentirse atraído por una vedette del programa ‘Risas y Salsa’ en el que su padre trabajaba. El ‘Tío’ sudó frío. “Las vedettes de ese entonces no eran como las de antaño, no había punto de comparación. Ahí me di cuenta —confiesa— que la televisión y la forma de hacer reír a la gente estaba cambiando” Y él también decidió cambiar. Después de permanecer con una fuerte presencia en la televisión, el ‘Tío’ decidió jubilarse de la pantalla chica. — Ya no estoy en los trotes de antes. Ya he trabajado hasta el cansancio y merezco una vida más tranquila. Ahora solo tengo un programa de apenas una horita. Rossini sonríe. ‘Ponte al día’ es el programa en cuestión. Acaba de cumplir un año al aire vía Red Global y va de 1 a 2 de la tarde. Aquí se encuentra acompañado de Hernán Vidaurre y Fernando Armas, el ex- ‘Chistoso’ que decidió dejar el nido seguro de RPP para probar los aires de la competencia junto a Arturo Álvarez y Miguel Moreno. El ‘Tío’ dice que el trío dinámico terminó bien. —Yo siempre apoyo los nuevos proyectos en la radio —aclara— porque es un medio que todos tienen en sus casas. Lamentablemente para Armas no funcionó con sus ¡‘Imitadores’! Rossini ha dejado atrás las imitaciones. Durante los comerciales tomó un lapicero y una hoja en blanco y comenzó a escribir. Regresan de la publicidad y el ‘Tío’ habla como Guillermo Rossini. Ya no personifica. Lee lo que escribió. “Ha armado todo un libreto, ‘Tío’”, bromea Manolo Rojas. Su ingenio sigue intacto, pero los años no pasan en vano y de cuando en cuando, se ayuda con apuntes apresurados en letra ininteligible. —Si de algo estoy seguro —me cuenta el ‘Tío’— es que fui el pionero en imitar a políticos. Nadie se había atrevido a hacer algo como eso antes de mí. Una de sus imitaciones más recordadas es la del otrora alcalde de Lima, Alfonso Barrantes Lingan. “Después de imitarlo, ambos nos volvimos amigos. Nunca tuvo problemas con mi trabajo… ¡Izquierda unida!”, exclama y se ríe de su propia imitación. Es viernes y son las 3 y 58 de la tarde. El ambiente tan festivo del día anterior ha desaparecido. Todo se encuentra más tranquilo. En la mesa sólo están ubicados el ‘Tío’ y Giovanna. Manolo llamó para avisar que no podía estar en el programa. Ninguno de los otros dos sabe sobre Hernán. A menos de un minuto para empezar el programa, llega con pasado apresurado y se sienta rápidamente para dar inicio. El ‘Tío’ lo mira fijamente, pero no le dice nada. Hernán no levanta la vista. —Al ‘Tío’ le molesta la impuntualidad. La tardanza —me comenta Giovanna Castro después de la primera pausa del programa—. ¡Olvídate! Ahí o te arreglas con él o lo gozas. Por algo el ‘Tío’ sigue en vigencia y continúa siendo la figura que ha sido durante años y aún permanece vigente. Es un hombre muy disciplinado con su trabajo. Muchos han comenzado con él y ya no suenan. Pero la estrella de Don Guillermo sigue brillando. Rossini da un suspiro largo y sonoro antes de responder acerca de la comicidad de hoy en día en la televisión. “No es lo que era. Antes se le guardaba respeto al público y las actuaciones eran de calidad. Producíamos nuestras imitaciones y nos esforzábamos en nuestro trabajo”. Guillermo Rossini, humorista e imitador desde hace más de 50 años, parecía un niño hiperactivo durante nuestra entrevista. Abría y cerraba los periódicos que estaban sobre la mesa, presionaba las teclas de su celular, movía la pierna izquierda sin cesar. Mantuvo un tono de voz serio y sus respuestas siempre se desviaban de la pregunta. Después de verlo trabajar, la primera impresión cambia. Importante: tiene muchas historias que contar. No lo hace por una razón muy sencilla: está cansado. Está cerca de cumplir los 78 años y quiere vivir a pleno lo que le resta. Disfrutar de su esposa, sus dos hijos, de su nieto Giacome, y de todo aquello que no consiguió de la televisión y la radio: un momento para olvidarse del ‘Payasito Waisman’ con su ‘¡Oiga, caballero!’ o de Barrantes y su ‘¡Vaso de leche!’. Solo pide un momento para ser Guillermo Rossini.