Uribe Vélez impuso una reforma petrolera de corte

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Uribe Vélez impuso una reforma petrolera de corte colonialista
Gustavo Triana
Secretario de Asuntos Energéticos de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia, CUT.
Dentro de las medidas de reforma del Estado adoptadas por el gobierno de Uribe Vélez, sobresale la
división de ECOPETROL, con miras a debilitar la empresa y facilitar el control del negocio petrolero
por parte de las multinacionales. La empresa más rentable del Estado entonces ha sufrido un golpe
que puede determinar su marchitamiento. Esta decisión forma parte de las concesiones unilaterales
que el gobierno viene haciendo para otorgar privilegios a los inversionistas extranjeros, que forman
parte de las definiciones del ALCA. Deslinde
Dentro de las facultades extraordinarias que el Congreso le concedió a Álvaro Uribe Vélez para
reformar el Estado, éste expidió el Decreto 1760 de 2003, mediante el cual se transforma a Ecopetrol.
En los días previos, tanto Uribe como el ministro de Minas, Luis Ernesto Mejía, negaron de manera
reiterativa que se fuera a dividir o a privatizar la empresa industrial y comercial más importante del
Estado y del país.
El decreto contiene cuatro títulos: escisión, creación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos,
creación de la Sociedad Promotora de Energía de Colombia S.A. y modificación de la estructura
orgánica de Ecopetrol.
En este artículo nos proponemos demostrar que dicha reforma no obedece a requerimientos de la
empresa para mejorar su desempeño, sino a presiones de las multinacionales del petróleo y del
gobierno de Estados Unidos, en franco detrimento del interés nacional.
La Agencia Nacional de Hidrocarburos, regreso a las concesiones
Los organismos del capital financiero internacional y, directamente, el gobierno de Estados Unidos
venían presionando una apertura total en la explotación de los hidrocarburos. El embajador Myles
Frechette planteó durante el gobierno de Samper, como condición sine qua non para la firma de un
tratado bilateral de comercio con Estados Unidos, entre otras, la de que se eliminara de la legislación
petrolera colombiana la obligatoriedad para las empresas extranjeras de asociarse con Ecopetrol si
querían adelantar exploración y explotación de crudo y gas en el país, obligación estipulada por la Ley
60 de 1969 y el Decreto 2310 de 1974.
El presidente Pastrana y su ministro de Minas y Energía, el "Chiqui" Valenzuela, intentaron someterse
a las anteriores exigencias con la propuesta de trasladar el manejo de los contratos de asociación a una
dependencia especializada del Ministerio de Minas, que excluía a Ecopetrol. Para todos los efectos, es
la misma Comisión Nacional de Hidrocarburos impuesta ahora por Uribe. En aquella oportunidad, la
Unión Sindical Obrera, USO, con el concurso de la población de Barrancabermeja y aprovechando la
negativa del presidente del Ecopetrol, Carlos Rodado Noriega, a avalar la medida, obligaron a
gobierno a desistir de la misma durante la negociación colectiva de 1999.
Hasta la expedición del actual Decreto 1760 de 2003, funesto para los intereses de Colombia, la
exploración y explotación estuvo regida por el Decreto 2310 de 1974, que estableció el asocio de
Ecopetrol con empresas nacionales o extranjeras para adelantar todas las actividades concernientes a la
explotación de hidrocarburos. El contrato original otorgaba una participación en los gastos de
desarrollo y producción de 50-50 para la estatal y para las foráneas, quedando los costos de
exploración a riesgo del asociado. Este contrato sufrió continuas modificaciones en sus casi 30 años de
vigencia. Estuvieron dirigidas principalmente a modificar las proporciones en que se repartía la
producción, siendo las más regresivas las establecidas por Pastrana, que las llevaron a 70-30, en favor
de los monopolios extranjeros. Cabe aclarar que durante la vigencia del Decreto 2310, no siempre se
aceptaron regresiones en la distribución.
Siendo Margarita Mena de Quevedo ministra de Minas y Energía, se estipuló, como respuesta a las
presiones de la USO y a los reclamos de la ciudadanía, un contrato que contemplaba la calidad y el
volumen del yacimiento, de tal manera que llegó a corresponderle a Ecopetrol hasta el 75%. Hubo
también algunos casos en los cuales las multinacionales aportaban el capital y Ecopetrol operaba
directamente el contrato.
Variaba el beneficio obtenido por la nación según el mercado mundial de hidrocarburos, pero más
según el grado de obsecuencia de los gobiernos de turno. En todo caso, la nación obtuvo, además de
las regalías consagradas por ley, una participación adicional en la renta petrolera al darle a Ecopetrol
un papel privilegiado como socio de las explotaciones, que, en casos como el del gas de la Guajira o el
crudo de Caño Limón es del 50%.
Con la derogatoria del Decreto 2310, se les elimina a las foráneas la obligación de asociarse con
Ecopetrol y se pone a la llamada Agencia Nacional de Hidrocarburos como depositaria y
administradora de las reservas de crudo y gas. Esta agencia tendrá a su cargo el diseño de la política
petrolera nacional y establecerá los términos para los contratos relacionados con la exploración y
explotación de las futuras reservas. El decreto señala entre sus funciones: "Administrar las áreas
hidrocarburíferas de la nación y asignarlas para su exploración y explotación, diseñar, promover,
negociar, celebrar, hacer seguimiento y administrar los nuevos contratos de exploración y explotación
de hidrocarburos de propiedad de la nación, en los términos del artículo 76 de la Ley 80 de 1993".
Además, "aprobar las modificaciones a los contratos de exploración y explotación vigentes, a los que
suscriba Ecopetrol S.A. hasta el 31 de diciembre de 2003 y a aquellos que suscriba la Agencia
Nacional de Hidrocarburos".
Es un súper organismo de 70 burócratas que manejará las reservas probadas y potenciales de petróleo y
gas. Para la contratación ya no se contará con Ecopetrol, y la única exigencia que no se podrá obviar
será la del pago de regalías a las regiones productoras y a la nación. Queda expedito el camino para
regresar al viejo contrato de concesión de corte colonialista con el que se saqueó el petróleo del
Magdalena Medio y el Catatumbo por parte de la Troco, la Colpet, la Texas y la Shell. Se acató en
todas sus cláusulas la exigencia de Frechette.
La exigencia de Frechette está enmarcada en la estrategia norteamericana encaminada a apropiarse de
las reservas petroleras del mundo para resolver su grave déficit de hidrocarburos, que en la actualidad
alcanza el 63% de sus necesidades diarias. Con la medida de Uribe Vélez hemos emparejado
negativamente la situación del petróleo con la del oprobioso saqueo que la Billington, la Drummond,
la Glenco y Anglo-american hacen con el carbón de la Guajira y el Cesar y con el níquel de
Cerromatoso. En estos contratos, lo único que le queda al país son las exiguas regalías y los modestos
salarios de los trabajadores.
Ecopetrol S.A., a un paso de la privatización
La empresa industrial y comercial del Estado, creada por la Ley 165 de 1948 y el Decreto 030 de 1951,
fue un logro de la lucha patriótica que la Unión Sindical Obrera, USO, y otros sectores de avanzada
libraron en la década del 40 en contra de la Tropical Oil Company y su intención de prorrogar
indefinidamente el contrato de concesión. En sus 52 años de existencia, Ecopetrol se ha convertido en
la primera empresa del país y en la principal fuente de recursos y divisas para el fisco nacional.
Apalanca además en forma decisoria el fortalecimiento de la industria nacional y el desarrollo social
en las regiones de su área de influencia. Uribe Vélez le ha cambiado su naturaleza y la ha convertido
en una "sociedad pública por acciones", un eufemismo para encubrir la privatización, pues estará
regida por el Código de Comercio.
Tan nefasta medida tendrá las siguientes implicaciones para Ecopetrol:
Primero. Al perder el carácter de empresa industrial y comercial del Estado, se allanan las condiciones
para darle paso a la participación accionaria del capital privado nacional y extranjero. De hecho, la
invitación a que el Fondo Pensional sea invertido en acciones de Ecopetrol S.A. la convertiría en una
empresa mixta, con menos del 90% de participación estatal y, en consecuencia, dejaría de ceñirse al
régimen de empresa industrial y comercial del Estado.
Segundo. Ecopetrol pierde su principal ventaja comparativa frente a las multinacionales, cual era el
manejo de las reservas de hidrocarburos y la obligatoriedad de tenerla como socia. Para obtener
reservas nuevas, Ecopetrol S.A. deberá licitar en igualdad de condiciones con las trasnacionales y
contar para ello con enormes capitales de riesgo.
Tercero. Su parte en la producción de crudo y gas durará hasta el agotamiento de las actuales reservas
directas y hasta que expiren los actuales contratos de asociación, pues éstos, al vencerse, revertirán a la
Agencia Nacional de Hidrocarburos. Sus días están contados. Las actuales reservas directas son de
725.6 millones de barriles, que consumidos a un ritmo anual de 146 millones de barriles, alcanzarán si
mucho hasta 2008. En la exploración y desarrollo de los contratos vigentes, Ecopetrol ha invertido, tan
solo entre 1996 y 2001, más de 2,500 millones de dólares, lo que le permite recibir hoy 221.400
barriles diarios de esas explotaciones. En sana lógica, al vencimiento de dichos contratos, la reversión
de la infraestructura y las reservas deberían ser todas para Ecopetrol S.A. y no para la Agencia
Nacional de Hidrocarburos, que no existía al momento de firmar dichos contratos y, apenas obvio, no
ha invertido en ellos un solo peso.
Cuarto. Tal como queda dispuesto en el Decreto 1670, Ecopetrol se verá completamente marginada de
la explotación de petróleo, actualmente la actividad de mayor rentabilidad en la industria. Los costos
de hallazgo por barril de petróleo están en un dólar, entre 1.10 y 2.50 su desarrollo, entre 1.30 y 2.50 el
costo de producción, entre 1.60 y 3.20 el transporte, lo que, enfrentado a precios promedios de 18
dólares barril en los últimos diez años, explica el gran desempeño financiero de Ecopetrol.
Quinto. Ecopetrol S.A. quedará con el reto de mantener en estado óptimo de operación unas refinerías
cuya obsolescencia es notoria y cuyo mantenimiento es altamente costoso. Reflejo de lo anterior, es el
bajo margen de refinación por barril, que en Barrancabermeja es de apenas 2.4 dólares y en Cartagena
arroja pérdidas de 0.4 dólares por barril. Pero, además, las refinerías soportan la competencia que
Pastrana y Valenzuela les impusieron con la liberación de precios e importaciones de combustibles,
medida que disparó el contrabando y el robo en cifras astronómicas. El contrabando se calcula en 20
mil barriles diarios, de un consumo nacional de 120 mil. El robo a las tuberías se estima en alrededor
de 300 mil millones de pesos anuales.
Ecopetrol S.A. enfrentará un grave dilema. Deberá decidir entre optimizar y modernizar las refinerías
o competir por la asignación de contratos para la búsqueda de nuevas reservas.
Sexto. Lo que sería una fortaleza de Ecopetrol S.A., como lo es el monopolio sobre los ductos que
transportan los derivados, anulado por Pastrana y Uribe, quienes aprobaron un Reglamento de
Transporte que obliga a Ecopetrol a prestar su infraestructura a las trasnacionales para introducir
combustibles al país y arrebatarles a las refinerías nacionales el mercado interno. Se repite con la
empresa estatal petrolera la amarga experiencia a que fue sometida la empresa estatal de las
telecomunicaciones. Tan aberrante gabela consolidará las ya exorbitantes ganancias que hoy obtienen
ChevronTexaco, Esso-Mobil y Shell con el control de la distribución y comercialización de
combustibles.
Séptimo. Ecopetrol S.A. pierde el manejo de las reservas y la expectativa de las reversiones, pero se
queda con todos los pasivos, hoy de 17 billones (millones de millones) de pesos. Como si Ecopetrol no
tuviera suficiente con esta carga, la nueva Sociedad Promotora de Energía de Colombia la priva de la
participación en las inversiones no estratégicas, que suman alrededor de 80 mil millones de pesos.
La Ecopetrol que Uribe Vélez destruye
Construida con los esfuerzos de los trabajadores y la nación entera en más de medio siglo, Ecopetrol
significa hoy para el país una gran realidad. Es la empresa más importante de Colombia, asunto que se
refleja en las fortalezas que a continuación señalamos:
Cuenta con reservas directas por 727 millones de barriles de crudo y, además participa en los contratos
de asociación con otros 657 millones de barriles. Produce diariamente 114,900 barriles de crudo en los
campos de su propiedad y 295,900 en las explotaciones que adelanta en asocio con las petroleras
foráneas.
Su capacidad refinadora es de 300 mil barriles diarios de carga en las refinerías de Barrancabermeja,
Cartagena, Apiay, Orito y Tibú, suficientes para abastecer de combustibles al país.
Ecopetrol es dueña y opera más de 14 mil kilómetros de ductos, por lo que ejerce el monopolio
estratégico del transporte de combustibles. Cuenta con oleoductos y gasoductos de su propiedad. Sin
embargo, por las políticas antinacionales de los gobiernos, se ha cedido un alto porcentaje de la renta
petrolera en el transporte de crudo mediante concesiones y asociaciones de oleoductos como el
Colombia S.A., el Caño Limón-Coveñas, el Oleoducto Central S.A., entre otros.
Ecopetrol construyó y financió, en beneficio de la nación, absolutamente toda la infraestructura de
transporte del gas natural, gracias a la cual tres millones de usuarios disfrutan del gas domiciliario.
Políticas no menos dañinas le arrebataron a Ecopetrol esta infraestructura para crear Ecogas que, de
todos modos, gracias a la lucha de la USO, continúa siendo estatal. La escisión le significó al
patrimonio de Ecopetrol una merma de 600 mil millones de pesos.
Ecopetrol fue la que dio el mayor impulso a los Terpeles –única empresa nacional que distribuye
combustibles–, a Invercolsa S.A. –que desarrolla el gas domiciliario– y a Monómeros Colombovenezolanos y Ferticol –que producen abonos nitrogenados–. Y fue decisiva en el financiamiento de
toda la inversión del Estado en el contrato de asociación para explotar El Cerrejón. Podríamos
mencionar además las inversiones en la Electrificadora de Santander, Termotasajero, Emgesa de
Bogotá, entre otras. Ha respaldado financieramente el Plan Nacional de Rehabilitación, PNR, y
Resurgir.
La vital importancia de Ecopetrol para la economía nacional se ve reflejada sobre todo en los
siguientes logros: en el año 2000, su participación en el PIB fue de 2.7%; las utilidades de 2001 y 2002
fueron de más de 1.4 billones (millones de millones) y de 1.3 billones, respectivamente; las
exportaciones para los mismos años equivalieron a 1,775 millones de dólares y 1,726 millones de
dólares, respectivamente.
En total, durante estos dos años, las transferencias e impuestos que Ecopetrol le hizo al fisco nacional
fue la no despreciable suma de 5.41 billones (millones de millones) en 2001 y de 5.45 billones en
2002.
Pierde Ecopetrol, ¿y quién gana?
Con la escisión de las reservas de crudo y gas de las inversiones no estratégicas y la conversión a
empresa por acciones, Uribe Vélez afianza a ChevronTexaco, Exxon-Mobil, Amoco-BP, Occidental,
Shell y demás trasnacionales en la toma de la industria petrolera nacional.
Las mismas son hoy dueñas de cerca de 500 millones de barriles de reservas de crudo y de 1.768
gigapiés cúbicos, GPC, de gas natural. Pero, hacia el futuro, terminarán apoderándose del potencial
hidrocarburífero del país, que hoy el gobierno estima en más de 40 mil millones de barriles.
Las trasnacionales controlan también el 80% de la distribución mayorista de combustibles y
aproximadamente el 20% de la distribución minorista, en la cual han desplazado a los inversionistas
nacionales. La política que liberó los precios de los combustibles les otorgó a la distribución y
comercialización unos márgenes exorbitantes de utilidad. Sobra recordar que el mercado del gas
domiciliario ha sido tomado por Gas Natural, de España, Enron, de Estados Unidos, y otras
multinacionales, de tal manera que el capital nacional ha quedado en absoluta minoría.
El conocimiento no escapa a esta arremetida contra el interés de la nación, pues se le ha quitado a la
estatal petrolera la totalidad de la información geológica de Ecopetrol y la Limoteca del Instituto
Colombiano del Petróleo, ICP, que contienen valiosa información para poder concretar futuros
descubrimientos de crudo y gas. Tan vital información pasará, por obra y gracia de Uribe Vélez, a
disposición de los inversionistas extranjeros.
La política oficial amenaza con acabar a Ecopetrol en corto tiempo y entregar totalmente la riqueza
petrolera colombiana al imperialismo. Sólo la lucha decidida de los trabajadores y su vinculación con
los más amplios sectores sociales logrará detener el feroz asalto de Estados Unidos contra el
patrimonio público. Recuperar el manejo soberano de recursos tan estratégicos como el petróleo, el
gas, el carbón y el níquel, entre otros, es de suma urgencia si queremos pensar en una nación con
aceptables niveles de desarrollo y bienestar social.
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