CRIADO/CRIADA El teatro ha utilizado con mucha frecuencia la

Anuncio
CRIADO/CRIADA
El teatro ha utilizado con mucha frecuencia la figura del criado -o de su variante femenina, la criadacomo un instrumento necesario a la dramatización del señor o de la señora. En el teatro clásico de España el
criado ocupa frecuentemente un espacio considerable junto al galán; la criada suele estar más unida a la dama.
Y en uno y otro caso se trata de signos dramáticos que pueden estar codificados según la clave carnavalesca, en
cuyo caso se convertirán en los graciosos y graciosas que han sido definidos en otro lugar de este diccionario. Si
al gracioso se le neutraliza la dimensión burlesca y paródica, se convierte en el servidor de la comedia,
encargado de asumir funciones ancilares y mecánicas. Realiza las órdenes que le da el señor, hace recados y
lleva cartas, transmite noticias y cuenta lo que ha visto u oído, descubre y desvela al galán lo que este no ve ni
oye, etc... En otras palabras, el criado es la boca, los oídos, los pies y las manos del señor. De algún modo la
eficaz presencia del criado pone de relieve la impotencia del señor, incapaz de decir, de oír, de andar con sus
pies y de coger con sus propias manos. Al criado se le asignan funciones mecánicas o instrumentales y, aunque
en algún momento puede asumir algún misión protagónica -el caso de Sempronio y Pármeno es muy
significativo, porque crean ambos una de las tensiones estructurantes de la dramaticidad-, sin embargo suele
quedar relegado a la función de complemento del señor. En sus parlamentos se dibujan las misiones que se le
encomiendan : la ejecución de las órdenes recibidas de las figuras pertenecientes al estamento dominante y la
información a esas mismas figuras sobre los acontecimientos ocurridos fuera del alcance de sus sentidos. Rara
vez se oponen abiertamente a los intereses del señor y esperan a menudo la compensación por los trabajos
realizados. Así como el gracioso controla una masa textual importante, el número de palabras puestas en boca
del criado no pasa de ser relativamente limitado.
Bibliografía: Alfredo Hermenegildo, Juegos dramáticos de la locura festiva. Pastores, simples,
bobos y graciosos del teatro clásico español (Palma de Mallorca, 1995); Barbara Kinter, Die Figur des
Gracioso im spanischen Theater des 17. Jahrhunderts (Munich, 1978); Charles David Ley, El gracioso en el
teatro de la península (Madrid, 1954). A.H.
Descargar