Palabras del Ministro de Trabajo y Empleo de Ecuador, José

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Palabras de bienvenida a los delegados a la III Conferencia Regional Andina de
Empleo
Los hechos destacados de la gestión pública económica durante los últimos años, en
los países de la región andina, han sido los esfuerzos que se han realizado para
alcanzar los equilibrios macroeconómicos, la mayor apertura comercial y financiera
y la globalización. Los logros alcanzados en materia de estabilización y crecimiento
económico, en la mayoría de los casos, son evidentes y plausibles. Una
constelación de factores externos también ha confluido en esta coyuntura para
moldear un escenario internacional favorable, tales como: la expansión del producto
y del comercio mundial, los elevados precios de las materias primas, insumos y
productos exportados (donde se destacan los hidrocarburos), el control y la
reducción de las presiones inflacionarias, las relativamente bajas tasas de interés
internacionales y el mejoramiento de la capacidad competitiva de los países.
No obstante este panorama positivo, la situación del mercado laboral y del empleo
no ha mejorado mayormente. Los mayores problemas de la región andina
(incluyendo, por cierto, al Ecuador) continúan siendo los altos índices de
desempleo, la subocupación y el tamaño de la economía informal, a lo que se añade
la magnitud de la pobreza, a pasar de que ésta se ha reducido. Pues, está
comprobado que los procesos de mayor flexibilidad en el trabajo, de precariedad
laboral y pérdida de calidad en los empleos, ha venido afectando con mayor fuerza a
los estratos sociales más vulnerables y desfavorecidos de la población, como son:
las mujeres, los jóvenes, las etnias segregadas (indígenas y afrodescendientes), las
personas discapacitadas y los miembros de la tercera edad.
Como bien se apunta en unos de los recientes documentos: Panorama Laboral de la
OIT, “si bien el crecimiento de la economía regional se ha traducido en una mejoría
de algunos de los principales indicadores del mercado laboral, persiste en la región
un importante déficit de trabajo decente, cuya eliminación requiere de la
persistente aplicación de políticas integrales económicas y sociales que
compatibilicen competitividad y eficiencia económica, con las demandas de
protección, seguridad y ejercicio de los derechos laborales y ciudadanos, cuyo
epicentro sea la generación e empleo decente”.
Por las razones anotadas, el Consejo de Ministro de Trabajo del Área Andina, la CAN y
el Ministerio de Trabajo y Empleo del Ecuador, han considerado necesario y oportuno
convocar a este importante encuentro a las autoridades más representativas del trabajo y
del empleo de la región para discutir algunos aspectos claves de la problemática del
mercado laboral, buscando orientar las discusiones y resoluciones alrededor de los
siguientes ejes temáticos considerados prioritarios y que son:
-
(i) la puesta en vigencia de políticas activas de empleo y reactivación productiva,
con énfasis en poblaciones vulnerables (como los jóvenes), así como el
mejoramiento de la calidad de los empleos existentes;
-
(ii) la incorporación del componente de empleo como un aspecto clave de las
políticas de desarrollo socioeconómico y ambiental sostenible de la región, así como
la importancia estratégica y necesidad de garantizar los recursos económicos
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indispensables para la adecuada y eficiente aplicación de los planes, programas y
proyectos de atención al empleo.
-
(iii) el apoyo al desarrollo de las micro, pequeñas y medinas empresas, de
cooperativas, redes de producción y comercialización y otras formas de trabajo
asociativo y comunitario en la región.
-
(iv) los avances en la implementación de la instancia de reflexión y análisis sobre el
mundo del trabajo en la región, a través de la implementación y funcionamiento del
Observatorio Laboral Andino.
La capacitación laboral y formación profesional se considera de especial prioridad para
mejorar la competitividad de nuestros países porque, con su aplicación, se busca
alcanzar una vinculación más estrecha entre las demandas del mercado de trabajo y las
acciones de capacitación y formación de los recursos humanos, con el objeto de que
exista una adecuada relación y correspondencia con los requerimientos de los sectores
productivos de la región.
Ante el debilitamiento de los sectores productivos para absorber nueva mano de obra,
como consecuencia de los adelantos tecnológicos aplicados a la producción, donde se
constata la persistencia y a veces aumento del desempleo, de la informalidad urbana y la
subocupación, se considera conveniente diseñar y poner vigencia las políticas activas de
empleo y programas emergentes con el objeto de ampliar las posibilidades de trabajo
para la población más pobre y vulnerable, mediante la contratación temporal de mano
de obra, especialmente en proyectos de infraestructura económica y de interés social, de
pequeña envergadura, con una duración predeterminada.
Es importante aclarar, sin embargo, que no por generar oportunidades de trabajo para los
más pobres, a través de los Programas de Empleo de Emergencia, se va a sacrificar la calidad
de la inversión pública impulsando la construcción de obras y proyectos que no sean
necesarios para la comunidad.
Para que el impacto social de este tipo de programas se amplíe, se debe incorporar a los
gobiernos seccionales o departamentales, en los proyectos y programas en curso, donde se
tome en cuenta el componente de generación de empleo e ingresos para la población más
vulnerable. Las acciones deben estar dirigidas con prioridad a las zonas suburbanas y rurales,
afectadas por el mayor atraso y exclusión social, a fin de propiciar una mayor equidad y
justicia.
A su vez, los programas de empleo de emergencia, deben ser complementados con las
políticas de fomento y de reactivación productiva que impulsen el crecimiento de la
producción y la productividad de los principales sectores económicos, buscando el
incremento de las oportunidades de trabajo y el mejoramiento de la calidad de los empleos
existentes.
Es importante también propiciar el mejoramiento de la productividad del trabajo y la
competitividad de las actividades productivas de micro, pequeña y mediana escala orientadas
tanto al abastecimiento del consumo interno, como a la exportación, a fin de mejorar los
ingresos y la calidad de vida de la población trabajadora. Además, es necesario apoyar a las
actividades de asistencia técnica, capacitación, mejoramiento de la calidad del producto,
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estimular la creación de redes de producción y comercialización. Poner en vigencia
modalidades y sistemas de crédito público para la reactivación de la producción, en
condiciones accesibles de tasas de interés, condiciones y plazos, donde también tengan
acceso los micro, pequeños empresarios y los trabajadores por cuenta propia.
Crear y moldear un marco institucional y legal apropiado (de seguridad jurídica) para que los
programas de fomento al empleo productivo y de reactivación de la producción se
fortalezcan y se consoliden para su vigencia en el largo plazo.
Conviene dar impulso también a la creación y funcionamiento de una instancia de
reflexión y análisis sobre el mundo del trabajo en la región, a través de la
implementación del Observatorio Laboral Andino. Dentro de esta línea de trabajo, el
Ministerio que presido, se ha propuesto crear un Observatorio de Empleo y Mercado de
Trabajo del Ecuador, con perspectiva de género, a fin de disponer de los insumos
técnicos indispensables (información estadística y base de datos) para el análisis,
planificación, ejecución, monitoreo y evaluación de las políticas públicas, de los
programas y proyectos de fomento al empleo, de capacitación laboral, de seguridad
social y trabajo, orientadas especialmente a atender los requerimientos de los grupos
sociales más vulnerables, con el objeto de responder oportuna y adecuadamente a las
demandas de los sectores productivos y del mercado laboral, buscando ampliar las
oportunidades ocupacionales y mejorando la calidad del empleo. Para hacer realidad
esta iniciativa se cuenta con la asistencia técnica de la Cooperación de las distintas
agencias especializadas de Naciones Unidas, incluyendo la OIT, las cuales cuentan con
una importante experiencia en la problemática.
Finalmente, quiero afirmar que un objetivo relevante de este evento es lograr una
convergencia entre las políticas activas de mercado de trabajo y las políticas de fomento a la
producción y la generación de empleo, orientadas principalmente a fortalecer a las micro,
pequeñas y medianas empresas a fin de crear nuevas oportunidades de trabajo para los
grupos sociales más vulnerables (como los jóvenes) y los afectados por la exclusión social y
la pobreza, además de fortalecer a las entidades responsables del empleo y la capacitación
laboral.
Estamos convencidos que las políticas activas de atención al empleo y de reactivación
de la producción constituyen las estrategias más efectivas para encarar los grandes
problemas sociales que afectan al país y a la región Andina, como son: el desempleo, la
pobreza, la inseguridad ciudadana, la emigración de compatriotas; constituyen también
el camino más viable para sentar las bases de un desarrollo socioeconómico sostenible,
en el mediano y en el largo plazo, y para lograr el afianzamiento de democracias más
incluyentes participativas para nuestros pueblos.
Aspiro y deseo que de las ponencias, del intercambio de experiencias, discusiones y
deliberaciones de esta Conferencia, a la que han sido cordialmente invitadas las
autoridades máximas, los delegados y representantes de las entidades responsables del
empleo y las políticas laborales en la Región Andina, salgan importantes conclusiones,
recomendaciones y resoluciones que contribuyan a mejorar el volumen y la calidad del
empleo, así como a elevar la calidad de vida de la población trabajadora y de la
Comunidad Andina en general.
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