El siglo XIX en Rusia. Introducción histórica. López Palomares, M. La primera mitad del siglo XIX fue una época de cambios relevantes en la historia de Rusia. La cultura sufrió un gran y contradictorio desarrollo. En 1801 Alejandro I accede al trono, el mejor representante de entre todos los nobles de su época del romanticismo político retórico, se convirtió en el encargado de fortalecer la presión de la autoridad sobre una sociedad inquieta y crítica. Dos acontecimientos cruciales marcaron el devenir histórico de este país, uno la Guerra Patria anti napoleónica del año 1812 y la insurrección en 1825 de los Decembristas, revolucionarios de la nobleza que combatieron la autocracia y la servidumbre. La guerra contra Napoleón tuvo como secuela una efervescencia patriótica de todo el pueblo, estimulando sobre todo el desarrollo de grupos sociales que participaron de las ideas iluministas, entre ellos oficiales, nobles y algún sector de población de las ciudades libres: comerciantes, funcionarios, profesionales liberales, estudiantes universitarios y literatos, élites culturales que podían juzgar el contraste existente entre las instituciones de las naciones occidentales y las estructuras de Rusia, más atrasadas. Por otra parte el movimiento decembrista constituye la primera organización revolucionaria que actuaba defendiendo el sufragio universal, la constitución, la abolición de la esclavitud, la igualdad de derechos cívicos y la libre iniciativa. La brutal represión de la insurrección coincidió con el comienzo del reinado de Nicolás I (1825-1855), quien reunía los rasgos más reaccionarios de la autocracia rusa y mientras Europa Central continuaba sometida al absolutismo monárquico de derecho divino, sólo suavizado por la existencia de Dietas dotadas de poderes exclusivamente consultivos, en Rusia no existía nada para limitar ni ordenar la autocracia. Nicolás I, de forma parecida a Pedro el Grande, se encontró al llegar al poder ante un Estado profundamente transformado. Su primera y fundamental tarea consistió en reinstaurar la calma y mantener el orden necesario, aunque de 1830 a 1848 la evolución de las instituciones en Rusia fue nula así como el desarrollo de su organización social ya que con el fin de evitar que la población se contagiara de las ideas extranjeras, Nicolás I cierra las fronteras del Imperio a toda persona que provenía de 1 fueras de ellas y a los libros publicados en el exterior. También prohibe a sus súbditos que viajen a Europa sin su autorización y somete las universidades, cuyos alumnos limita y vigila rigurosamente. Además gran parte de la clase culta rusa estaba relacionada familiar o amistosamente con los “decembristas” ejecutados o exiliados. Al principio tras la catástrofe de 1825, los confundidos intelectuales no sabían que actitud tomar y así el “Estado” y la “Cultura” se separaron. Otro de los problemas que surge en el reinado de Nicolás, y al que ha de hacer frente, es el conflicto entre las corrientes occidentalitas y las eslavófilas que se desarrollan en Rusia y las que, aun partiendo de postulados diferentes, se oponían al régimen zarista. Los occidentalistas, entre los que se encontraba el crítico Bielinski, el novelista Turgueniev, el publicista Herzen, el historiador Krasovski y Bakunin, defendían la libertad de pensamiento y de iniciativas, de la ciencia y de la razón. Eran los que mantenían una importante relación con las naciones europeas; en el círculo Petrasevski, que se forma en San Petersburgo en 1845, circulan las obras y las ideas de Fourier, Cabet, Cosideran, Louis Blanc. Para ellos Europa occidental se erigía como el modelo a seguir para lograr convertirse en una nación progresista. Los eslavófilos como Chomiakov, los hermanos Kireievsky, por su parte, defendían un retorno a las fuerzas más auténticas y populares de la tradición, encarnadas por las comunidades rurales que se verdaderos ejemplos de organización social capaz de compararse con la autocracia como con el advenimiento del capitalismo occidental que se consideraban destructivos. En el retorno a su pasado y en la creación de instituciones constituidas por elementos religiosos, históricos, geográficos y lingüísticos propios veían el camino de salvación de su país. De los grupos de eslavófilos (e incluso algunos occidentalistas decepcionados tras conocer directamente el capitalismo) nacen más tarde las corrientes populistas, que atribuyen una gran fuerza revolucionaria al campesinado. Sus ideas las difundirán escritores y ensayistas como Chernichevski (traductor de John Stuart Mill, y autor de una novela programática de tesis en la que invita a los aristócratas a unirse al pueblo), Turgueniev, Dostoievski y Tolstoi. Consideran el arte como un fin que servía para denunciar todas las insuficiencias de las estructuras sociales. Todos estos factores afectará al mundo artístico ruso del primer tercio del siglo XIX que se caracterizará, por un lado, por el florecimiento de la arquitectura y la escultura monumentales, expresión de la autoconciencia del pueblo que se siente salvado de la invasión enemiga, y es en este momento cuando se construyen los grandes 2 conjuntos arquitectónicos de San Petersburgo; y por otro por la aparición en el mundo pictórico de una serie de maestros que propugnarán una concepción original de la pintura, desde los retratistas de la época de Pedro I, Borovikovski o Briulov, hasta Levitan, Ge y Kustodiev que asimilarán la experiencia europea. Para Kramskoi, Repin y Serov poseían especial encanto y prestigio las obras de Velázquez, ya que en ellas estos pintores veían cristalizar muchas de sus ideas. Al mismo tiempo se va conformando el singular semblante de la pintura nacional indisolublemente ligada a las tradiciones de la Rusia antigua, a la problemática social y a la concepción nacionalista de la historia y del hombre. El culto a la verdad, común a las bellas artes y a la literatura determinó que las corrientes románticas y clasicistas europeas se manifestaran de forma velada supeditándose a la poderosa llamada de la realidad. Desde estas corrientes, romanticismo y neoclasicismo se perfilarán los fundamentos del realismo. Los sentimientos patrióticos desarrollados durante la gesta napoleónica dieron lugar a una conciencia nacional que se manifestó a través de un creciente interés por la realidad que se reflejaría en obras de artistas como Kiprenski, Venetsianov y Tropinin. A su vez surge el genio poético de Pushkin, a quien Nicolás I en su primer año de gobierno le encargó que dirigiera la educación del pueblo que no aceptó, y en a penas medio siglo van apareciendo en la literatura rusa los nombres de Lermontov, Gogol, Turgueniev y más tarde Nekrasov y Dostoievski. A la muerte de Nicolás, en 1855, la derrota de la guerra de Crimea demuestra la inadecuación de las estructuras del Imperio, éste estaba derrumbado y lo que era peor sin deseo de luchar por la supervivencia. La derrota evidenciaba, ahora más que nunca, el evidente cansancio del país frente a otros estados más industrializados como Inglaterra y Francia. Todas las esperanzas se pusieron en la persona de Alejandro II (1855-1881), que al comenzar su reinado vio como las reivindicaciones nacionales que se habían estado produciendo hasta ahora ceden paso a las reivindicaciones sociales provocando que la intelectualidad se cuestionara si la inferioridad militar rusa no era sino consecuencia de un estado social anárquico y retrógrado. Para paliar esta situación de descontento el zar tomará la decisión de llevar a cabo una serie de reformas entre las que destacan la emancipación de los siervos, servidumbre creada en Rusia principios del siglo XVIII por el zar Boris I Godunov para asegurar el servicio militar de los campesinos, y la reforma agraria. En el ámbito cultural se produce la emigración hacia el interior del país de la sociedad culta que tenía que soportar una política cultural restrictiva y una 3 gran censura. Lo que nos conduce a que el final del siglo XIX e inicios del XX se convierta en una época crucial en la historia de Rusia, en la que las agudas contradicciones sociales del país y la nueva etapa del movimiento emancipador ruso contra la autocracia condujeran primero a la revolución democrática burguesa y después a la Gran Revolución Socialista de octubre. Con posterioridad a 1870 comienzan a difundirse en Rusia las ideas socialistas y marxistas y surgen movimientos y organizaciones que tratan de establecer un contacto directo con las masas campesinas (movimiento “Tierra y Libertad”, fundado en 1876). En 1895 Lenin funda en San Petersburgo la Liga para la liberación de la clase obrera, emprende una labor de organización y propaganda entre intelectuales y obreros. Lo exilian a Siberia, liberándolo en 1900. A su regreso lucha con ahínco por conseguir la unidad entre las fuerzas marxistas de oposición, tratando de agruparlas en torno al periódico clandestino “La Chispa”. Al mismo tiempo se constituye un partido social-revolucionario y un partido liberal, con programa democrático pero carente de una línea coherente de acción política. Así la confrontación de fuerzas de la reacción y la revolución, el presentimiento de los grandes cambios que se avecinaban, el enardecimiento en vísperas de la primera revolución rusa de 1905, así como todo el peso de la reacción después de su aplastamiento, condicionaron la extrema complejidad y tensión de la vida espiritual y cultural de la sociedad rusa. El resultado es que el proceso artístico ruso de estos años muestra un carácter variado, adquiriendo multitud de formas para manifestarse. La diversidad e intensidad de los planteamientos y orientaciones creadoras provocó la aparición de diferentes asociaciones y grupos entre 1900 y 1910. Los más representativos fueron Mundo del Arte (1890-1910, 1910-1924), Unión de Pintores Rusos (1903-1923) y Sota de Oros (1910-1916). En general y comparándolo con el arte europeo de este mismo periodo el arte ruso evoluciona aceleradamente y pasará desde el realismo de los Ambulantes del último periodo al Impresionismo y a los más audaces movimientos de la década de 1910, en cuyo seno se resolvían con suma audacia los problemas de la expresividad de la forma pictórica. La pintura rusa del siglo XIX 4 La exaltación de la propia nacionalidad, la reacción a la invasión napoleónica, los valores de libertad, el rechazo de la violencia, la liberación del individuo y la dignificación del trabajo, el amor a la tierra, el estudio del paisaje y el reflejo de los sentimientos familiares y sociales son las características que podemos encontrar en la pintura rusa del siglo XIX en la que se hace patente los complejos acontecimientos históricos por los que atravesaba este país. La fundación en 1757 en Rusia de la Academia de Bellas Artes, primer centro artístico y el mayor desde entonces que establecía una sólida base fundamentadora de la formación artística profesional, determinó las vías de desarrollo y evolución del arte ruso. Con ella se impone como corriente rectora el clasicismo, con sus nobles designios, sus genuinos ideales patrióticos y cívicos, sus afanes de armonía, lógica y orden, sustentados en la filosofía de la Ilustración. El “pensionado”, que hizo renacer la Academia, dejaba de ser un mero aprendiz para convertirse en un colaborador artístico, lo que reportó a los maestros rusos un rápido reconocimiento europeo. La idea de la Patria, así como la del “hombre natural” son programáticas en el clasicismo ruso. El elevado civismo incidió asimismo en la arquitectura, la escultura monumental, la pintura histórica, e inclusive en el retrato, género al parecer muy distante de la expresión directa del concepto “Estado”. Del clasicismo ruso trasciende un sentimiento más cálido y entrañable, menos oficialista que del europeo. Debido a la ausencia de una reglamentación rígida en el arte ruso a lo largo del siglo XIX se desarrollarán también otras corrientes estilísticas. El resultado será por una parte la activación de la vida artística. En Moscú y otros lugares de Rusia se abren escuelas de arte, surge la Sociedad de Estimulación a los Pintores, cobra mayor vida la actividad expositiva, aparecen publicaciones sobre artes plásticas y empiezan a formarse galerías particulares de arte ruso. Por otra la Academia de Bellas Artes, que seguía encarnando en su sistema pedagógico un elevado profesionalismo y poseía el derecho exclusivo de conceder títulos y premios a los artistas va perdiendo paulatinamente a lo largo del siglo su condición de centro artístico, convirtiéndose cada vez más en un organismo oficialista y burocrático. A ello contribuyó de forma decisiva que la Academia pasara, durante el reinado de Nicolás I, a ser competencia del Ministerio del Palacio Imperial y sufrir una rígida reglamentación de su actividad. Cuando el clasicismo empieza a convertirse en un mero sistema de reglas formales surgen otra serie de corrientes dentro del arte, aunque sin olvidar que el 5 primero seguirá desempeñando un papel considerable dentro del proceso pictórico. Las tendencias innovadoras en el arte europeo de comienzos de siglo estaban relacionadas con el romanticismo, el cual encontró también terreno propicio en Rusia, si bien sólo se expresó de forma brillante y a su modo en la literatura. En pintura coexistió, y no pocas veces, con el clasicismo, ostentando quizá un carácter más atenuado, más calmo, sin arrebatos ni excesivo individualismo. No fue una corriente tan poderosa como en Francia o Alemania, con su exaltación y trágica desesperanza, persistiendo en él vestigios de la armonía clasicista y un fino análisis del alma humana. Los primeros brotes de la pintura romántica se manifestaron en el retrato, especialmente en las creaciones de Orest Kiprenski (1782-1830). Sus retratos son las obras cumbres de este género en la pintura rusa del primer cuarto del siglo XIX. Su formación artística se produce en los años de las victorias militares que aumentaron las esperanzas de cambio en los sectores avanzados de la sociedad rusa, hecho que recogen sus primeras producciones cuyo signo común era la exaltación del hombre libre, rebelde, singular y de profundos sentimientos. En 1809 abandonó la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo, residió algunos años en Moscú, donde se desarrolla como maestro independiente y se convierte en un integrante más del círculo de jóvenes pintores moscovitas. Destaca en este periodo su gran labor como retratista, sorprendiendo a los personajes en los momentos más sublimes, cuando la tensión emocional llega a su apogeo, descubriendo en el interior de ellos su generosidad y sus sentimientos más puros y nobles, como en el Retrato del hijo de Chelischev, 1809. Consagrado ya como maestro viajó en 1816 a Italia, donde experimentó fuertes y variadas impresiones ante la cultura artística de este país, destacan es este periodo la aparición de sus retratos gráficos realizados principalmente con lápices italianos blandos y coloreados al pastel, a la aguada, y con lápices de colores, ejemplo singular es su Retrato de Avdulina de 1822. El último periodo es de extrema dureza, a su regreso de Italia pudo comprobar como las aspiraciones liberales que tanto impulsaron el arte de la primera década del siglo XIX en Rusia se habían extinguido, asistió además al aplastamiento de la insurrección de los decembristas y obtuvo un recibimiento frio de la Corte Imperial y de la Academia por lo que no tuvo más remedio que abandonar el país y regresar de nuevo al extranjero. En su obra la aparición de breves bosquejos es una nota característica de la nueva época: en ellos se fija cualquier expresión pasajera del rostro, cualquier conmoción del espíritu de la persona retratada. 6 Afines con la obra de Kiprenski, en cuanto a su sentido, son las creaciones del paisajista Silvestr Shedrin (1791-1830) en las que el romanticismo también encuentra su expresión. Se le considera junto a Constable y Corot el promotor de la pintura al aire libre ya que al igual que los pintores de la escuela de Barbizón, ejecutaba al aire libre sólo estudios, terminando los cuadros en el taller. Después de pintar mucho y muy meticulosamente del natural en Italia Shedrin se apartó del clasicismo de sus primeros trabajos en San Petersburgo y nos muestra Roma no como una ciudad de ruinas imponentes de los glorioso tiempos de la Antigüedad, sino como una ciudad moderna, habitada por gentes comunes y corrientes, pescadores, comerciantes, cuya vida cotidiana cobra bajo su pincel entonaciones sublimes. Los atardeceres en Sorrento, los malecones de Nápoles, el Tíber junto al castillo del Santo Angel, personas conversando en la terraza o descansando en la sombra de los árboles reflejados en obras como Portezuelo en Sorrento, 1826; Malecón Merguellina en Nápoles, 1827; Malecón Santa Lucía, hacia 1825-1830; Vista de Vico, entre Castellamare y Sorrento, 1825-1830, en las que hay una complicada interacción del medio lumínico y aéreo, una excelente fusión de tonos grisesargentados, unidos generalmente por un toque rojizo ya en la vestimenta, ya en el sombrero, ya en el follaje de los árboles. Las pequeñas escenas introducidas en el paisaje por Shedrin y su concepción libre y romántica del universo son significativos para las décadas de 1820-1830, pues auguran el próximo auge de la pintura de género de la segunda mitad del siglo. En la ciudad de Moscú se desarrolla una actividad artística paralela a la de San Petersburgo. No en vano Vasili Tropinin (1875-1857) se convierte en uno de los primeros representantes de esta escuela moscovita que se aleja del arte presuntuoso y oficialista de la ciudad peterburguesa. Fue un gran retratista y tuvo una gran aceptación entre sus compañeros. Posaron para él Pushkin, Karamzím, Briulov. Sus retratos tienden a menudo a las composiciones de género por lo que se convirtió en el creador de un tipo singular de retrato-cuadro (La Encajera, El guitarrista). Sus mejores obras, sin embargo, pertenecen al orden del retrato puro, subyugando con su franqueza, la naturalidad y autenticidad de los caracteres (Retrato de Arseni, hijo del pintor). En los años cuarenta y cincuenta, periodo en el que retrata de forma más intensa a la nobleza de Moscú, Tropinin vuelve su mirada hacia los tipos de carácter popular, Sirviente de la botella, La Vieja de la gallina y Campesino acepillando un báculo. La manera de tratar 7 el tema y la tendencia a la narrativa aproximan estos cuadros a la pintura democrática costumbrista de la segunda mitad del siglo XIX. Es importante señalar que para el sistema de enseñanza de la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo de la primera mitad del siglo XIX, Italia se había convertido en lugar obligatorio de visita y estudio, su rica herencia antigua y clásica y su propia naturaleza parecían las más idóneas para el perfeccionamiento de los pintores clasicistas. Pero más cercana aun la sentían los pintores de corte romántico, que veían en ella no solamente la conservadora de monumentos artísticos, sino también la depositaria del espíritu republicano de libertad, tan ansiado ante las condiciones que se estaban viendo en la Rusia semifeudal. De ahí que muchos pensionados permanecieran en el extranjero más tiempo del establecido y si los grandes poetas rusos como Pushkin y Lermontov nunca tras pasaron las fronteras de su país, sus contemporáneos pintores, a menudo de ideario afin, son inconcebibles sin las obras del periodo italiano. Dichas creaciones también se integraban a la vida artística de San Petersburgo ya que se mostraba en las exposiciones de la Academia de Bellas Artes. En la tercera década del siglo el romanticismo también influyó en los pintores mejor dotados, que profesaban las tradiciones de la Academia por su condición de profesores. De entre ellos destaca Fiodor Bruni (1799-1875), clasicista convencido y notable figura de la Academia, autor de cuadros sobre temas históricos, manifestando una nueva actitud en el tratamiento de los personajes de la Antigüedad, mitológicos ( Bacante dando de beber a Amor, 1828), religiosos y retratos. Más que en Bruni se notan las tendencias innovadoras en Karl Briulov (17991852) que fue conocido en Europa alcanzando gran fama como retratista y autor de cuadros históricos. El mayor y mejor dotado de todos los pintores academicistas, reflejó en sus obras la búsquedas románticas y las tendencias realistas del arte ruso de la primera mitad del siglo XIX. Las características peculiaridades de su personalidad y su sentido pletórico de la existencia determinaron la singularidad de sus cuadros, en los cuales el patrón canónico quedaba destruido por la esencia romántica del contenido general y el tratamiento del hombre, así como por el método pictórico (Muchacha napolitana recogiendo uvas, 1827). El arte ruso no había conocido hasta entonces tal grandiosidad de sujetos, tal diversidad de poses y escorzos, tan impresionantes efectos lumínicos. Briulov defendía el derecho del pintor a reproducir las formas de la “naturaleza inmediata, más frecuentes y que no pocas veces nos son de mayor agrado que la severa 8 belleza de la estatua”. En esta inclinación a las formas de la “naturaleza inmediata”, a lo típico y real, se hace patente el influjo de las ideas románticas de la época. También sus retratos oficiales marcaron una nueva época para este género en el arte ruso al introducir en la imagen de aparato una pequeña acción argumental lo que altera el estatismo tradicional de las figuras y poses de los retratados. Sustituye los elementos alegóricos del retrato del siglo XVIII por escenas de la vida que le rodean, además trata estas obras con una técnica de pincelada ligera y grácil así como un colorido brillante y decorativo. Un lugar completamente aislado de la corriente academicista de la primera mitad del siglo XIX lo ocupa Alexandr Ivanov (1806-1858). Pintor de profundo pensamiento y preocupaciones morales, cercano al espíritu del romanticismo filosófico. Aspiró por un lado a un arte que transformara la vida y por otro a la unión de la “técnica de Rafael” con los ideales contemporáneos. Creció como siervo, bajo la cruel opresión de la época de Nicolás I, mostrándose sumamente receptivo a las ideas que propugnaban la liberación de la humanidad de la esclavitud y la violencia, y el despertar de los hombres a la fe y a la justicia. Autor de cuadros sobre temas histórico-religiosos y mitológicos, paisajista, retratista, en las obras de su último periodo (los llamados “bocetos bíblicos”) se apartó del sistema pictórico academicista ejerciendo notable influencia en el desarrollo del realismo del arte ruso. Su obra más significativa y conocida es Aparición de Cristo al Pueblo, 1837-1857 que destaca por el tratamiento que el autor hace del tema evangélico como si fuera un acontecimiento real de contenido psicológico-moral y de valor universal. En todo momento Ivanov apoyaba su composición con la lectura de obras filosóficas y departiendo con pensadores. El cuadro reproduce una escena evangélica en la que San Juan Bautista, que está bautizando al pueblo en las aguas del Jordán, ve acercarse a Cristo al que fustigando el mal y la injusticia señala como el Salvador. La figura de San Juan Bautista es la más relevante del cuadro, él es el profeta apasionado que pregona la verdad. Sus palabras provocan los más diversos sentimientos entre la muchedumbre que le rodea en la que Ivanov presenta una galería muy variada de personajes de diferentes edades, condición, convicciones, entre los que encontramos la figura de un señor bien nutrido y cuidado que contrasta con la de un esclavo desnudo y famélico. Con todo ello el artista pretende denunciar con su obra todo tipo de esclavitud, física o espiritual, buscando la verdad y la justicia. Para ello invoca al perfeccionamiento moral y a la regeneración espiritual del hombre, creyendo encontrar en ello la solución a todos los problemas que aquejan a su época. Más importante y significativo para el arte 9 ruso fue el procedimiento de trabajo del pintor sin parangón por su profundidad y seriedad, pues antes de plasmar definitivamente el tema en su gran cuadro, Ivanov trabajó larga y tenazmente del natural. Para cada personaje o fragmento de paisaje buscaba el pintor la expresión conceptual y pictórica más adecuada, llegando a ejecutar unos seiscientos estudios. Algo radicalmente nuevo en el sistema creativo del maestro, educado en los inamovibles cánones de la Academia. Además Ivanov se convirtió en el primer pintor ruso de escuela academicista que resolvió con éxito los temas del “plein air” y preconizó los descubrimientos posteriores en el ámbito de la luz y del color del siglo XIX. Era un pintor de gran sensibilidad que siente la naturaleza viva en toda su realidad y riqueza de luz y color. Entre los estudios de Ivanov, creados en el proceso de elaboración del cuadro, el paisaje ocupa un lugar privilegiado. Los estudios paisajísticos requirieron en un principio un mayor esfuerzo a un pintor de temas históricos no adiestrado en representar la naturaleza de forma directa y es en estos estudios donde el autor se aleja de las limitaciones y el convencionalismo de los cánones clásicos y manifiesta todo su apasionamiento por la naturaleza. Todos los elementos que conforman el paisaje piedras, agua, gente, tierra delatan el ansia del artista por penetrar en los secretos de la belleza de la naturaleza y del hombre. No obstante conforme avanzaba su labor el artista dudaba de la certeza de su cometido, todo lo que él pretendía conseguir se hundía ante la oleada de revoluciones acontecidas en 1848, las nuevas corrientes ideológicas acababan con sus antiguas convicciones y el desengaño se apoderó de él. Las contradicciones de la obra de Ivanov no son sino las contradicciones de una época de transición. La problemática ideológico-pictórica de Ivanov ejerció una marcada influencia en la pintura rusa de la segunda mitad del siglo XIX que veía como se quedaban rezagadas las concepciones idealistas del clasicismo. Ahora la pintura rusa se vio ante la necesidad de profundizar en el conocimiento de la vida real y comprender el proceso del desarrollo de la sociedad. De ahí que entre 1820 y 1850, y partiendo de los postulados anteriores, en el arte ruso surgiera y se desarrollara un importante movimiento pictórico democrático formado fuera del recinto de la Academia de Bellas Artes y relativamente independiente de ésta, relacionado sobre todo con la actividad de Alexei Venetsianov y Pavel Fedotov. En Alexei Venetsianov (1780-1847) las ideas promulgadas por la Guerra Patria y el movimiento decembrista tuvieron gran incidencia en su desarrollo espiritual. El 10 problema de la actitud hacia el siervo de la gleba como hombre y ciudadano que se planteó ante la sociedad encontraría eco en su obra pictórica y en su actividad pedagógica convirtiéndose en el iniciador del género costumbrista-realista en la pintura rusa. Habiendo estudiado cierto tiempo con Borovikovski, pero sin llegar a recibir una formación sistemática y completando su educación con el estudio detenido de la herencia clásica, en 1819 se retiró a la aldea de Safónkovo para dedicarse seriamente a la pintura. Tiró por la borda “todas las reglas y maneras adquiridas en doce años de copiar en el Ermitage” y empezó desde cero a observar y estudiar del natural “para no representar nada que no exista en la naturaleza y supeditarse solamente a ella sin ingredientes del estilo de pintor alguno...”. A él se debe un nuevo tipo de cuadro costumbrista con el que aportó a la pintura el tema nacional y popular y acuñó la imagen poética del hombre del pueblo y de la naturaleza aldeana rusa. La escuela de pintura que fundó para los “no pudientes”, entre ellos había siervos de la gleba, se convirtió no sólo en institución de enseñanza, sino también en un notable fenómeno de la Historia del Arte. Instando a sus alumnos a una percepción directa del mundo circundante, a fomentar en cada uno de ellos los rasgos individuales de su talento y las inclinaciones hacia la simplicidad y la sinceridad en la expresión. Pintor multifacético cuyos retratos se singularizan por su profundidad psicológica, los paisajes por su incomparable sutileza y las pinturas de género manifiestan patentemente la orientación democrática de su arte. Él fue el primero en representar la realidad del campesinado ruso, Pastorcillo durmiendo, entre 1823 y 1826; Los Segadores, fines de los años 20. Además en sus obras nos muestra a los campesinos limpiando remolacha, patrona asignándole una tarea a la doméstica, muchacha con remolachita en la mano, niños campesinos observando una mariposa, escenas de la siega de mieses y de heno, lo que evidencia que Venetsianov no revelaba las condiciones más agudas de la vida del campesinado ruso, no planteaba cuestiones arduas de su época. Nos presenta una idílica vida cotidiana de carácter patriarcal en unos cuadros desprovistos de enredo dramático, son estáticos, en ellos “no pasa nada”, y el hombre siempre se encuentra en armonía con la naturaleza, en eterna labor, lo que confiere a estas imágenes una genuina monumentalidad. A pesar de todo en sus obras se reivindica por primera vez en el arte ruso la preponderancia de la pintura popular y costumbrista, que poco después se convertirá en la corriente principal del arte ruso. Es cierto que su visión es muy específica, pero se haya condicionada en gran medida por el gusto de la época. El pintor se esforzó en ser fiel a la naturaleza concreta y exenta de 11 todo artificio. Pero no llegó al análisis, tan sólo experimento sus caracteres exteriores y sintió fuertemente su poesía. En los tipos campesinos trató de afirmar la dignidad del hombre humilde y su actividad creadora y pedagógica, orientada ante todo al trabajo del natural, se mantuvo relativamente independiente del influjo de la Academia considerándoselo como un importantísimo punto de partida para el desarrollo del arte realista ruso de mediados y segunda mitad del siglo XIX. Pavel Fedotov (1815-1852) es de todos los maestros de la primera mitad del siglo el más próximo a la corriente del realismo crítico. No estudió prácticamente en la Academia, fue en esencia un autodidacta que en su breve trayectoria artística dejó una importante huella en el arte. Siendo oficial del ejército y habiendo empezado su trayectoria creadora como pintor aficionado, Fedotov comenzó a frecuentar las clases académicas, su idea era convertirse en pintor de batallas. Su iniciación en las ideas progresistas de los años 1840 cambió radicalmente su mundo artístico; se retiró del ejército y se impuso la tarea de servir a la sociedad a través de la pintura de género. Bajo su pincel el cuadro costumbrista cobra por primera vez sentido social y moral, a lo que se unía la elaboración de nuevos métodos pictóricos realistas. La magistral construcción compositiva con tema detallado, la caracterización socio-moral certera y motivada de los personajes y una fina percepción psicológica convierten sus obras pictóricas y gráficas en obras singulares Se inició con dibujos y caricaturas, como costumbrista de cariz satírico, aprendiendo del arte de Hogart y los Pequeños Holandeses, pero sobre todo de la misma realidad rusa, abierta a los ojos del perspicaz pintor en todas sus discordancias y contradicciones. Su evolución como pintor va de la imagen caricaturesca a la trágica, del detalle recargado a un laconismo extremado (del Caballero recién condecorado a la Joven viuda y Encore, encore), a la plasmación en imágenes claras y comedidas de los problemas más acuciantes de la vida rusa. La exquisitez de la pintura de Fedotov radica también en la maestría asombrosa con la cual él transforma la realidad. Pero su embeleso ante el mundo (lo que le emparenta con las tradiciones de la pintura rusa del siglo XVIII), no disimula la amargura de las escenas: la situación desesperada de la Joven viuda, la hipocresía de la transacción matrimonial ( Los esponsales del coronel), el tedio del servicio militar en un andurrial (Encore, encore). Fedotov abrigaba un sueño utópico: mostrar a la sociedad sus vicios y defectos y a ayudarla a superarlos. No obstante su arte acusatorio tuvo su apogeo durante el reinado reaccionario de Nicolás II, luego la prensa lo atacó incesantemente frustrándose la realización de sus planes. “Podría enseñar 12 muchas cosas al pueblo, pero la censura lo impide”, son las palabras de un artista decepcionado que se dejan sentir en sus últimas creaciones llenas de un profundo dramatismo y en las que la vida se le presenta hueca y sombría. La obra de Fedotov da el último toque al arte ruso de la primera mitad del siglo XIX, además su nombre está asociado a la aparición del realismo crítico en la pintura rusa. Su herencia artística de gran actualidad para el arte ruso de las décadas 1850-1860 tuvo también incidencia en el arte de periodos posteriores. La experiencia de los artistas citados: el asentamiento de las bases del arte popular, un tanto ingenuo en Venetsianov; las aspiraciones ilustrativas de Ivanov y Fedotov, fueron precursoras del espíritu de civismo, de la lucha por la indisoluble unión del arte con la vida, que resultarían estimulantes para el movimiento revolucionario democrático que se expandió por Rusia al filo de los años 50 y 60 del siglo XIX y que caracteriza la obra de los mayores artistas que utilizaran el realismo como método fundamental del conocimiento artístico. El problema de la situación del pueblo, que no quedó resuelto con la reforma campesina de 1861 y la abolición de la servidumbre, dominó por mucho tiempo el trabajo de los intelectuales rusos. El realismo ruso se caracterizó por su sentido analítico y por el desarrollo de temas sociales. Fomentaba la unión de las ideas políticos-sociales y las condiciones de la vida en Rusia, encontrando vía de escape en la literatura y el arte que ocupaban una posición dominante entre las artes. Ejemplo de ello son las palabras del revolucionario y demócrata Nikolai Chernichevski al afirmar que la “tarea del arte consiste no sólo en reflejar la realidad, sino también en dictarle a ésta su veredicto”, a las que se unen las del pintor Kramskoi, otro ideólogo del arte democrático al afirmar que “Solamente el sentido del civismo da fuerza al pintor”. A todos estos factores que provocarán el nacimiento y desarrollo del realismo se unirá dentro del mundo del arte la actitud de la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo y más concretamente su tiranía estética a la que sometía a todos los artistas. Hacia 1840 abolió el antiguo sistema de internado que mantenía a sus alumnos dentro de un férrea disciplina, las pensiones becadas por el Estado fueron suprimidas y a partir de entonces existió un horario de clases completamente externo. El resultado fue en primer lugar un retraimiento de la aristocracia y de la alta burguesía a mandar a sus hijos a una institución donde podían mezclarse con una clase media partidaria de reformas sociales. En segundo lugar el sistema de enseñanza abierto permitía aprender no sólo del inmóvil 13 clasicismo académico sino de la realidad. Además se creó en Moscú una Escuela de Pintura y Escultura. La Academia de San Petersburgo pretendió ejercer un protectorado sobre esta institución rival, pero su control fue meramente nominal. Hay así dos academias independientes, al perder su monopolio oficial la de San Petersburgo perdió buena parte de su autoridad. Pero el hecho que provocó el enfrentamiento y la escisión definitiva con la Academia fue el ocurrido el 9 de noviembre de 1863, cuando un grupo de catorce jóvenes que finalizaban sus estudios en la Academia, al no permitírseles la libre elección de temas para los cuadros que concurrían a la promoción (a todos se les impuso el mismo tema “Odín en el Walhalla”) abandonaron la Academia y formaron una asociación de tipo socialista. Primeramente empezaron formando un comunidad basada en el modelo de los gremios artesanos, recibiendo el nombre de Artel Judinikov o Taller de Artistas, que aceptaba todo tipo de encargos: retratos, copias de iconos, copias de cuadros célebres, ilustraciones de libros y revistas, etc. De esta asociación nació en 1870 la Sociedad de Exposiciones Ambulantes en torno a la cual se aglutinaron todas las fuerzas jóvenes que hasta 1890 predominaron en el arte ruso. De forma que se puede afirmar sin temor a equivocación ni exageración que la historia de la pintura rusa de esta época es la pintura que hacen los integrantes de la Sociedad de Exposiciones Ambulantes y además es la historia del estilo realista en este país. El objetivo fundamental que pretendían conseguir los artistas y que aparece recogido en sus estatutos era “El desarrollo del amor al arte en el pueblo”, para conseguirlo estos pintores pretendían terminar con la concentración de la actividad artística en San Petersburgo intentando ampliarla no sólo a Moscú, segunda capital del Imperio, sino a todo el pueblo ruso. Este objetivo de descentralización artística lo intentaron alcanzar con la celebración de exposiciones en todas las ciudades y pueblos de Rusia. Son contundentes al respecto las palabras del escritor M. E. Saltikov –Shedrin al celebrarse la primera de las exposiciones de los ambulantes comentando que “De ahora en adelante las obras de arte ruso, hasta ahora encerradas únicamente en la ciudad de san Petersburgo, en los muros de la Academia de Bellas Artes (...) se volverán accesibles a todos los habitantes del Imperio”. Los ambulantes pretendían ir aun más lejos con su actividad, aspiraban reflejar la realidad en las obras de arte para educar al pueblo. Exigían al artista el abandono en sus obras de la regla del arte por el arte, invitándolo a que su trabajo influyera sobre el 14 pueblo poniéndolo al servicio del progreso social. Consideraban que el arte no era un fin en sí mísmo sino un instrumento de educación popular, lo que influirá directamente sobre sus pinturas al abandonar más la técnica y centrarse sobre todo en el motivo, el tema que se refleja en el cuadro extraído siempre de la realidad rusa. Otro fenómeno a destacar de los ambulantes será su progresivo rechazo y abandono de la pintura francesa y una dependencia cada vez mayor del arte alemán. Hasta finales de siglo con la reacción Mir Iskusstva la pintura francesa no volverá a recobrar su prestigio. Para desarrollar y conseguir todos sus objetivos los ambulantes contaron con el apoyo y la comprensión de acaudalados compatriotas como el comerciante moscovita Pavel Tretiakov (1832-1900), que puso sus riquezas a disposición de estos artistas y adquirió sus mejores obras en sus exposiciones con lo que configuró en 1892 los fundamentos sobre los que más tarde constituirá la galería que lleva su nombre. También el rey de los ferrocarriles rusos, Mamontov puso su finca de Abramtsevo, cerca de Moscú, a disposición de estos artistas, en ella trabajaron músicos, escritores y pintores que pretendían conseguir un arte nacional. Entre ellos estaban los compositores Borodin y Musorgski y los novelistas Turgueniev y Tolstoi. El realismo ambulante en su desarrollo, que durará medio siglo, atravesará varias etapas. En la primera, que podríamos establecer en la década de los cincuenta, destaca el que se considera artífice del naciente realismo crítico: Vasili Perov (1834-1882), discípulo de la Escuela de Pintura y Escultura de Moscú, se inclinó por los temas que expresaban su simpatía por los más pobres y la denuncia de la crueldad e indiferencia de los ricos y los representantes de la iglesia. Todas las facetas de la vida rusa aparecen reflejadas en sus cuadros, sencillos de temática pero desgarrados en su dolor: la vida del campesinado ruso (La despedida del difunto), de los pobres de la ciudad (La troika) y los intelectuales que deben buscar su sustento en casa de los más ricos (Llegada de la institutriz a una casa de mercaderes). Es en él, en su método creador, donde por primera vez se desarrolla con claridad la cualidad esencial del realismo ambulante: el sacrificio intencionado de la belleza de la pintura en favor de la austera verdad. Perov pretendía traducir a la pintura los fenómenos sociales de mayor trascendencia y actualidad por lo que, en unos momentos en los que era difícil separar la literatura de la pintura, sus obras se conciben como ilustraciones directas: Padres-ancianos en la tumba de su hijo, de la novela Padres e hijos de Turgueniev; La despedida del difunto, del poema Frío, nariz roja de Nekrasov. Perov alcanza gran poder expresivo en algunas de 15 sus obras solamente con medios pictóricos por ejemplo en su obra La última taberna del suburbio en la que la silueta de la mujer solitaria en la espera de los mujiks en juerga junto a la última taberna a la salida de la ciudad, los caballos cabizbajos, la luz intensa que se filtra a través de las ventanas congeladas de la taberna, el poniente amarillo, el camino que se pierde en la lejanía, crean una sensación de intranquilidad, tristeza, angustia. Más tarde al generalizarse la pintura costumbrista Perov amplia el contenido de sus obras indagando en aspectos psicológicos, en los tipos y caracteres que viven a su alrededor. Buscando ansiosamente la verdad y penetrando en las zonas recónditas del interior del hombre, sintiendo compasión por los desdichados y oprimidos y mostrando profundas reflexiones y dolor por la muerte del pueblo y de la humanidad. Junto a Perov encontramos otros artistas que trabajaron el genero costumbrista como Leónidas Solomatkin (1837-1883), condiscípulo menor de Perov en la Escuela de Moscú. Peregrinó ya desde la adolescencia por Rusia para poder sobrevivir. Su experiencia, amarga y rica influirán en sus composiciones, confiriéndoles a éstas verismo y agudeza así como una gran carga irónica y rudeza popular, mostrando grandes dotes de observador y colorista. Las costumbres y diversiones populares ocupan un lugar preeminente en sus obras. Características que podemos observar en su obra Los disfrazados y Cantores de Navidad. El éxito de Solomatkin fue brillante pero breve, a fines de los setenta su obra deja de exponerse cayendo en el olvido, es ahora cuando el artista se pierde en los bajos fondos de la ciudad y se convierte en el pintor de la pobreza y el desamparo. Al cantar las penas y gozos amargos de las gentes humildes su trabajo adquiere una peculiar expresión pictórica creando sus mejores composiciones. Firs Zhuravlev (1830-1901), es otro de los artistas que consiguió gran fama como pintor de género, tomó parte en la rebelión de los catorce y formaba parte de la Asociación de Bellas Artes. Estaba estrechamente relacionado con Kramskoi, quien influyó sobre su formación. Sin embargo Zhuravlev perteneció a los realistas demócratas, relativamente poco numerosos, quienes por una u otra razón no se afiliaron a la Sociedad de Exposiciones Ambulantes. Una de las peculiaridades de su obra es el tratamiento del tema de la mujer, preocupación de muchos escritores y pintores rusos de la época. Será, sin embargo, Iván Kramskoi (1837-1887) teórico y crítico del arte el verdadero ideólogo del realismo y cofundador de la Sociedad de Exposiciones Ambulantes, para él todo arte que se apartase de la realidad no era sino “un frívolo pasatiempo para desocupados y parásitos”. Con él se inicia una nueva fase de este 16 movimiento que se extenderá en las décadas de 1870 a 1880. Expresó su convicción de pintor demócrata fundamentalmente en el retrato: Retrato del escultor Antokolski, 1876; Retrato del pintor Shishkin, 1880. La originalidad de sus obras radica en el nuevo héroe protagonista de sus cuadros y en la forma pictórica de su representación así como en su caracterización objetiva. Entre sus nuevos héroes encontramos en su mayoría a pintores y escritores contemporáneos, lo que viene a reforzar la idea de la importancia que jugaba en estos momentos tanto la literatura como el arte en la vida espiritual de la Rusia de esta época. Kramskoi realizaba retratos escuetos, sin accesorios, centrándose en las cualidades intelectuales y morales del modelo, los representaba sobre un fondo liso y neutro ya que lo que le interesaba resaltar era el rostro del retratado dirigido casi siempre al espectador, también cuidaba en sus obras la composición y las dimensiones del lienzo. La gama de colores que utiliza es muy reducida, a veces casi monocroma lo que unido a la ausencia de ambientación lo aleja de los tradicionales retratos oficiales y de gran empaque, muy del gusto de la burguesía y de la nobleza. Stasov conocido crítico del arte dijo de Kramskoi que “tenía la capacidad de calar profundamente en la naturaleza humana, estudiaba larga y concienzudamente la expresión de los rostros y el carácter de sus retratados, poseía un notable talento de ejecución plástica que desarrolló gracias a una tenaz autoeducación y, de entre la enorme cantidad de retratos por él pintados, los mejores y más logrados forman una galería incomparable de sus contemporáneos representados con todas las peculiaridades de sus naturalezas, caracteres y tipos”. Esta profundidad socio-psicológica que caracteriza los retratos de Kramskoi y que adquieren una gran importancia en la configuración de la imagen del mundo contemporáneo progresista y en el afianzamiento de los ideales morales y sociales se alejan de los realizados por Perov, quien al realizar sus retratos concede gran importancia al aspecto externo del modelo, a como viste, a su forma de dirigirse a los otros ya que para él, tal y como afirma, el “exterior descubre el interior”. Si bien Kramskoi destacó por sus retratos, también realizó cuadros sobre temas costumbristas, mitológicos y religiosos, así su Cristo en el desierto nos muestra como la renovación estética y moral que Ivanov aplicó a la pintura fue comprendida y asimilada por él. En esta obra, episodio evangélico inmediatamente anterior al elegido por Ivanov, trata con anhelo el símbolo del hombre moderno meditando antes de tomar partido y de actuar. Muestra a un Cristo, profundamente solitario, sentado sobre un fondo de desértico paisaje pétreo, sumido en dolorosas meditaciones. Con ello pretendía conseguir su objetivo, es decir, transmitir un 17 estado de profunda reflexión del hombre al escoger su destino, el triunfo del hombre sobre sus propias debilidades. Esta es al idea que se encuentra en el pensamiento y en el ánimo de los intelectuales rusos más avanzados de los años setenta, que veían el sentido de la existencia humana en la materialización de los más elevados ideales cívicos, en la renuncia al bienestar propio en beneficio de estos ideales. Nikolai Ge (1831-1894) (también podemos encontrarlo escrito Ghé) fue otro de los cofundadores de la Sociedad de Exposiciones Ambulantes. Es el mayor romántico entre los pintores rusos de la segunda mitad del siglo XIX. En 1871 tuvo lugar la primera exposición de los ambulantes y en ella Ge presentó el cuadro titulado Pedro I interrogando al zarévich Alexei en Peterhof , su cuadro profano más famoso y el que creó mayor expectación. En él Ge interpreta el enfrentamiento de dos personalidades, dos caracteres opuestos y dos ideales diferentes encarnados por el emperador, que representa el vigor de la renovación, la fuerza, la energía, la ira y su heredero, personificación de lo reaccionario que trataba de imponerse a toda costa, la apatía, la evasión. Bajo el pincel de este artista ambos se convierten en el símbolo de dos épocas. la energía del zar reformador era percibida por los contemporáneos con especial agudeza en los años de la decepción general por la reforma en 1861 que afectaba a la servidumbre, dentro de una atmósfera de pesimismo y falta de creencias. Para realizar esta obra el artista se inspiró fielmente en los retratos de época y situó a sus personajes en el salón del palacio “Mon Plaisir” de Peterhof. A igual que Kramskoi también pintó una serie de retratos de personalidades de la cultura, contemporáneos suyos. Entre todos destaca León Tolstoi por la gran amistad que mantenía con el pintor (Retrato de León Tolstoi, 1884) encarnación del mayor prestigio de la literatura rusa, hombre de hondas preocupaciones morales atraía la atención de muchos intelectuales. Las obras de Gué del último periodo, cuando el pintor se enfrascó en la doctrina tolstoyana, encierran la idea de la transformación del mundo por la vía de la predicación religioso-moral (¿Qué es la verdad? Cristo y Pilato) continuando el camino de la renovación del arte sacro iniciado por Ivanov: “Hay que buscar la idea de la pintura, su sentido de la eternidad (...) en la religión auténticamente humana”, decía Ge. Otra obra de carácter religioso es La Última Cena (1863), expuesta en San Petersburgo, en cuya Academia había realizado sus estudios, y donde representa la oposición entre un Cristo idealista y un Judas materialista, con un técnica suelta y realista. Esta es una de las obras del ciclo que dedicó a la vida de Cristo y en la que los efectos lumínicos dan al cuadro un gran efecto 18 dramático. Otra obra del mismo ciclo es La conciencia simbolizada por Judas, que atormentado por sus remordimientos vaga solitariamente en la noche iluminado por la luna. En El Sanedrín la figura de Cristo resiste pacientemente a la muchedumbre sedienta de sangre y en la Crucifixión aparece Cristo como un esclavo atado a la cruz, en esta obra pretende crear un “Cristo ruso” un varón de dolores, en una segunda versión su figura la concibe más tormentosa resbalando de la cruz y retorciéndose, con los cabellos enmarañados y la cabeza vuelta mirando hacia el cielo, trazos de un realismo desgarrador. A lo largo de la década de los 70 algunos pintores pertenecientes al movimiento ambulante reflejarán en sus obras costumbres del pueblo ruso que plantean importantes problemas de la vida social, entre ellos Vasili Maximov pintor de extracción campesina que creó la imagen de la Rusia paupérrima postreformista (La partición) y Grigori Miasedov (1835-1911) que denunció la inexistencia de una auténtica igualdad en los zemsteva (asambleas locales) (El zemsteva almuerza). Otros aportarán con sus obras retratos-tipos como El fogonero y La cursillista de Nikolái Yaroshenko (1846-1898), en ellos al igual que en otras de sus obras manifiesta simpatías democráticas y revolucionarias. El pintor Vladímir Makovski (1846-1920) en su cuadro En el bulevar expone uno de los problemas primordiales de la Rusia del periodo posterior a la reforma: la disolución de la aldea, narrando el efecto nefasto de la ciudad sobre un mozo campesino. El artesano toca con desenfado el acordeón completamente ajeno a los problemas de su mujer, vanidad de la aldea con un niño de pecho que lleva envuelto en una manta raída. La familia ha perdido su sostén. Y el mozo también, al mudarse a la ciudad, se ha desarraigado de su terreno y ha perdido su identidad. El desolado paisaje otoñal subraya el drama. En la década de 1870-1880 se desarrolla asimismo la pintura de batallas. Vasili Verechaguin (1842-1904), es de los pintores pertenecientes a este grupo y el que más celebridad alcanzará en el extranjero, sobre todo en Francia pues allí realizó exposiciones en 1880 y 1888. Publicó en París un libro de recuerdos ilustrado por él donde cuenta su infancia, sus viajes a la India y los episodios de la guerra ruso-turca, en la que tomó parte como corresponsal de guerra. Murió en Port Arthur a bordo del acorazado Petropavlosk durante la guerra ruso-japonesa de 1905. Reflejará en sus obras los horrores de la guerra, sobre todo los de rapiña y barbarie (Templo sintoísta de Nikko, 1903), el fanatismo religioso y la violencia de los colonizadores a la vez que exaltará el heroísmo y el valor del pueblo ruso. En sus obras por primera vez el soldado se convierte 19 en protagonista, centrando su atención no en la faz heroica de la guerra sino en la cotidiana y trágica (serie del Turkestán, serie de lo Balcanes). Con anterioridad los cuadros de batallas no eran más que representaciones de brillantes paradas militares, la guerra se representaba como una fiesta. Su predicación del antimilitarismo y la denuncia de la guerra le llevó a pintar cuadros como la Entrada de Napoleón en Moscú en el que sobre una inmensidad de ruinas humeantes pasa indiferente el Emperador y su guardia en correcta formación. El artista pretendía mostrar en sus cuadros lo que Tolstoi había demostrado en sus libros, consagrándose a una verdadera cruzada en favor del desarme universal, reflejando en sus obras lo más repugnante de la guerra, recurriendo a símbolos simples y directos para conseguir su objetivo. Todo ello observable en su obra Apoteosis de la guerra, en la que muestra una macabra pirámide de cráneos humanos sobre la que revolotean los cuervos. En otro cuadro un centinela muerto sobre la nieve ilustra la frase del parte del día del general Radetski, escrito sobre el cuadro: “En Chipka todo está tranquilo”. Su técnica se caracteriza por ser seca y su paleta grisácea, resultado de su vocación más de periodista y etnógrafo que de pintor. Según sus propias palabras su objetivo era hacer descubrir a las gentes “por medio de los colores” la verdad sobre la guerra, mostrándola como “un crimen abominable, lúgubre y colosal”. La democratización que caracteriza los géneros costumbrista y de batallas se opera asimismo en el paisaje: Savrasov, Shishkin, Kuindzhi, Polenov, Levitan... Pero la cima del realismo en la pintura rusa de la segunda mitad del siglo XIX será Ilia Repin (1844-1898), pintor de amplias posibilidades creadoras, ningún maestro de su generación pudo competir con él en diversidad de procedimientos compositivos y pictóricos reflejando en su producción variadas facetas y problemas de la vida rusa. Comparando su obra con la de Kramskoi, artista que tuvo gran influencia sobre Repin, los personajes de este último viven una vida más real, plena y compleja y en sus manifestaciones exteriores capta los rasgos más variados llevados al lienzo con la maestría del agudo observador y psicólogo que era. El apasionamiento por el modelo, propio de Repin, contribuyó a penetrar en la identidad del hombre. “En la verdad está toda la belleza”, estas palabras de Repin nos dan a conocer la concepción que tenía tanto del mundo como del arte, así como el carácter secundario que tenían para él los medios pictóricos en relación al contenido, prescindiendo fácilmente de sus posibilidades 20 pictóricas si la caracterización del personaje lo exigía. La primera obra que suscitó un gran interés entre la opinión pública fue Sirgadores del Volga, en el que atacaba un tema realista, de crítica social: el de los oprimidos hasta el nivel de las bestias de carga. Por la orilla del Volga avanza lento un grupo de hombres que arrastran penosamente una barcaza. El éxito fue fulminante y después de esta obra Repin viajó por Europa, llegó a Francia y allí contactó no sólo con el realismo sino también con el naciente impresionismo. No tardó en regresar a Rusia donde en la segunda mitad de la década de 1870 y en la de 1880 el autor aborda diversos géneros: el retrato (de Musorgski, Stasov, Glazunov, Strepetova, Tretiakov), su arte de captar con precisión las actitudes, los gestos que expresan el estado de ánimo era en Repin admirable, el costumbrista (Procesión religiosa en la provincia de Kursk), el histórico (Iván el Terrible ante el cadáver de su hijo Iván, Los cosacos zaporogos escribiendo al sultán turco Mohamed IV ), el histórico-revolucionario (Arresto del propagandista, Rechazo de la confesión, No le esperaban). Su pintura es suelta y vibrante, apasionada, su carácter varía de acuerdo con el contenido. En 1883 pintó su famoso cuadro La procesión religiosa en la provincia de Kursk, lienzo monumental que simboliza el triunfo del realismo crítico en el arte ruso de la época, su técnica es suelta y segura con colores encendidos se complementa con su intención social, en él todos sus personajes son típicos: la gran señora que porta el icono, los militares, los mercaderes, los sacerdotes, los pequeños burgueses, los campesinos acaudalados; en contraste Repin nos muestra a la muchedumbre, los lisiados y peregrinos, así en un ambiente de engreimiento y falsedad destaca en un primer plano a un pobre jorobado, uno de los pocos que creen en el milagro. En 1884 realiza Ya no le esperaban que representa el regreso de un desterrado de Siberia a quien su familia daba por muerto. El tema es emotivo, a lo que se une una técnica espléndida que controla los efectos de luz dando como resultado una atmósfera limpia y azul del interior, obra perfectamente meditada pero que parece una improvisación. En su Iván el Terrible y su hijo Iván el 16 de noviembre de 1581 destaca el caracter expresionista del que dota a la cabeza enloquecida del padre asesino así como la excelente pincelada y el colorido. En Los cosacos de Zaporozhie nos muestra a un grupo de borrachos vociferando que recuerdan las obras de Velázquez y Franz Hals. Recuerdo de su paso por Paris es la Reunión conmemorativa en el muro de los confederados (1883) donde fueron fusilados los responsables de la Comuna de 1870, en una atmósfera brumosa y azulada se acusan los negros y rojos de los asistentes al 21 meeting. Obras suyas con cierto tono simbolista son: Detención de un agitador (18801892), La princesa Sofía (1879), Reposo (1882), Sadko (1876). Una de sus últimas producciones es el retrato colectivo de los miembros del Senado, Sesión solemne del Consejo Estatal (1901-1903), para su preparación hizo un gran número de retratos de todos los senadores de entre los que destaca el del procurador general del Sínodo Pobedonostsev y el conde Ignatiev. Repin es, sin duda, el más dotado y magistral de los pintores realistas rusos, dejando con su técnica suelta y abierta el camino a posteriores movimientos más modernos dentro de la pintura. La pintura de historia también fue desarrollada por los ambulantes. Este género fue el que cultivó primordialmente la Academia rusa, que comprendía la historia como tal, aunque mayormente trataba sujetos bíblicos y mitológicos. Entre los ambulantes Vasili Surikov (1848-1916) cultivó este género pero modelando su obra con un sentido de originalidad. En sus composiciones la historia aparece como una realidad evidente, como una verdad indiscutible. Surikov tenía el don de presentar los acontecimientos de épocas pasadas como si él mismo hubiera sido testigo o hubiera sido partícipe de ellos. Sentía un interés particular por la épocas heroicas y críticas de la historia rusa y miraba el acontecimiento histórico no con los ojos de un individuo aislado, juzgando sin importancia, sino con la mirada del pueblo que es siempre el verdadero héroe de sus cuadros. Ya en su primera obra La madrugada de la ejecución de los streltsi (1881), Surikov manifestó una profunda concepción histórica y una sorprendente capacidad de ver nítidamente y valorar en su medida justa los momentos cruciales, los hitos de la historia. En este gran lienzo se muestra “la solemnidad de los últimos instantes”, según palabras del autor, ante la ejecución de los Streltsi (núcleo de un ejército profesional que había comenzado a formarse bajo el reinado del zar Iván IV en el siglo XVII y que se habían rebelado contra el zar Pedro el grande por sus reformas). En un amanecer lúgubre los streltsi, atados sobre carromatos, son llevados a la Plaza Roja donde se han instalado las horcas. A la derecha se levantan las murallas almenadas del Kremlin, al fondo la Catedral de san Basilio el grande. El zar Pedro, a caballo, ve pasar a sus enemigos que lo miran llenos de odio. Pero el pintor no sólo muestra la muerte de los rebeldes y al zar que los castiga sino también, y lo que es más importante, el enfrentamiento de dos mundos distintos: el de la vieja y la nueva Rusia. Esta obra provocó una controvertida reacción de la crítica, pero quedaba claro que dentro de la pintura rusa irrumpía un verdadero pintor de género histórico, de visión muy amplia y que sabía evaluar los 22 momentos trascendentales de la historia cuyo protagonista es el pueblo. Al tocar la época de Pedro I, Surikov rescató la imagen de Menshikov, compañero de armas del zar, a quien representó en los últimos años de su vida cuando vivía confinado más allá del círculo polar ártico, con su hijo e hijas, leyendo la Biblia (Menshikov en Berezov). Pero sobretodo Surikov se sentía atraído por personajes heroicos. En la exposición de 1887 presentó el cuadro La boyarda Morozova, inspirado en la historia rusa del siglo XVII, periodo de cisma eclesiástico. La boyarda Morozova, antigua creyente, se declaró opositora de las reformas religiosas por lo que fue desterrada a la población norteña de Borovsk y recluida en una mazmorra, donde murió. Ella prefería ser encarcelada antes que aceptar las reformas litúrgicas del patriarca Nikon, que para ciertos sectores de la iglesia ortodoxa suponían casi una herejía y acabaron por separarse de la iglesia oficial, provocando un cisma de graves repercusiones sociales. Antes del destierro la boyarda fue encadenada a un trineo y paseada por las calles de Moscú para escarmiento de la plebe. Este es el episodio recogido en su cuadro por Surikov quien supo reflejar con gran maestría diversos ánimos de la turba que rodea el trineo, Surikov es incomparable a la hora de agrupar, de mover a la muchedumbre. El mísmo decía: “No puedo comprender las actitudes de los personajes aislados, sin gentes a su alrededor, sin muchedumbre, tengo que sacarlos a la calle”. En la parte derecha del trineo un pobre de espíritu bendice a la boyarda con los dedos índice y corazón, una mendiga la compadece, la monja mira asustada y los rostros de las doncellas denotan meditación. Pero ya en el centro del cuadro la compasión se convierte en burla y aparecen los mercaderes que ríen a carcajadas en la parte izquierda del lienzo. La boyarda parece solitaria entre la multitud, su mano alzada con los dedos extendidos, su rostro fanático, sus negras vestiduras, contrastan con los floridos pañuelos de las doncellas, que por su colorido evocan la policromía de los azulejos y los frescos del siglo XVII. Todo ello simboliza el final de la devoción anterior, del ascetismo medieval, el final de la Rusia Antigua. Sus obras posteriores, aunque también su tema será histórico, tendrán un cariz distinto, ya no recogerá sucesos trágicos que culminan con la muerte de los personajes sino aspectos más optimistas del pasado (La conquista de Siberia por Iermak, El paso de los Alpes por Suvorov). Algunas de sus características se hallan en dos pintores que siguen su misma línea: Riabushkin (1861-1904), pintor de historia pero no de la grande sino de la pequeña y olvidada de los moscovitas del siglo XVII, en sus cuadros confiere carácter 23 costumbrista a los temas de historia como por ejemplo en sus obras Cortejo nupcial, La mañana de un día de fiesta o Familia de comerciantes de Moscú del siglo XVII desgranando escenas de la vida de Moscú del medievo tardío y Apolinar Vasnetsov (1856-1933) que se dedicó a restaurar, con una mezcla de exactitud arqueológica y fantasía romántica, la decoración de las casas de madera de Moscú. Su hemano Victor M. Vasnetsov (1848-1926) fue también pintor de historia aunque tratará temas legendarios: tras comenzar pintando temas de un realismo muy cotidiano se lanzará a pintar temas épicos y fabulosos de la antigua Rusia en los que veía la expresión de los secretos más recónditos del alma del pueblo y la encarnación de sus ideales. Los sucesos y personajes históricos aparecen en sus obras como si continuaran viviendo en la memoria del pueblo. Destaca su enorme lienzo Después de la batalla de Igor Sviatoslavich con los Polotsk (1880) en el que aparece un campo lleno de muertos sobre los que se ciernen las aves rapaces, Los tres Zarevnas del reino subterráneo que montados en potentes caballos detentan las riquezas ocultas que Ivanuchka ha logrado descubrir para huir en su Alfombra volante, temática relacionada con el Pájaro de Fuego que también inspirará a Igor Stravinski su famosa ópera. Mayor encanto tiene el cuadro Alionushka (1881), hermana de Ivanuchka, sentada melancólica junto a un estanque y su obra Iván el Terrible (1897), hierático y suntuoso. También realizó trabajos de pintura mural y decoró con la ayuda de Nesterov entre 1885 y 1895 la iglesia de San Vladimiro de Kiev con un estilo inspirado en los frescos e iconostasios bizantinos. Obra de gran significación en la renovación de la pintura religiosa rusa muestra una Virgen de grandes ojos almendrados que estrecha contra su seno al niño, encarnando la ternura femenina y el amor materno. Los santos, a su vez, pierden hieratismo y son más naturales en sus actitudes. Además realizó escenografías para óperas de Rimski-Korsakov y para Ruskaiá, basado en el cuento de Pushkin La Sirena y fue precursor de la ilustración gráfica y de la escenografía teatral. Otro pintor de temas religiosos de los ambulantes es Mijaíl V. Nesterov (18621942) que tratará esta temática y en especial la monástica con gran respeto y misticismo (El ermitaño, 1888; Toma de hábito de una monja, 1898). Es también un gran paisajista que capta toda la poesía de la naturaleza rusa. Al hablar de su creación prerrevolucionaria el pintor señaló: “Yo evitaba la representación de las llamadas pasiones violentas, prefiriendo a ellas un paisaje apacible, al hombre que vive una vida interior. En nuestro arte siempre me subyugó la belleza espiritual que no la exterior”. 24 Más tarde, después de la Revolución de octubre se dedicará al retrato, género en el que realizará importantes obras como el de su hija vestida de amazona, 1906 y La pintora Kruglikova, 1939. Desde principios de la década de 1890 en las artes plásticas de Rusia se inicia un nuevo periodo que se prolongará hasta 1917, convirtiéndose esta época en uno de los periodos más cruciales en el devenir histórico de este país. El arte no permanecerá ajeno a todos los cambios que se están operando y evolucionará de forma vertiginosa ante la necesidad de expresar el nuevo sentimiento de vida. Los procedimientos del realismo son ya insuficientes y se evolucionará hacia el impresionismo y hacia los más audaces movimientos artísticos de la década de 1910 que destacarán por el atrevimiento con que resolverán los problemas de la expresividad de la forma pictórica. Los artistas buscan la armonía y la belleza en un mundo en que no existen, ahora muchos artistas consideraran que su misión es la de cultivar ese perdido sentimiento de lo bello. Al respecto destacan las palabras de Mijaíl Vrubel que afirma: “Despertar (...) de las nimiedades de lo cotidiano con imágenes majestuosas”. Un gran impacto causó entre los artistas la revolución de 1905-1907. En este periodo también continuará su actividad la Sociedad de Exposiciones Ambulantes, aunque ya había perdido su papel rector y había sufrido todas las nuevas transformaciones que se estaban operando. Algunos artistas del grupo destacan en este momento y, aunque mantienen sus vínculos con la Sociedad, experimentan en sus obras las nuevas concepciones pictóricas. De entre ellos destacan: Abraham Arjipov (18621930) en quien puede observarse los cambios operados en el cuadro de costumbres, género propio, y ya analizado, de los realistas de la segunda mitad del siglo XIX. Arjipov concede una gran importancia a la interpretación poética de la vida y a la reconstrucción de vivos fragmentos de ésta. En sus cuadros costumbristas desaparece la anécdota y cobra enorme valor el paisaje en el que la práctica de la pintura de “plein air” aclara y enriquece el colorido de las obras y refuerza el carácter emocional que se pretende expresar. Su obra, en cuanto a temática, se centra sobre todo en reflejar la vida de la aldea rusa y sus moradores, creando después de la Revolución de octubre una galería de retratos-tipo de campesinos rusos (En el Volga, 1889; Radonitsa antes de la misa, 1892). En cuanto a técnica trató los problemas de la luz, el aire y el color, convirtiéndose en uno de los cofundadores de la Unión de Pintores Rusos cuyas principales preocupaciones eran el paisaje, el color y la luz.. Stanislav Zhukovski (1875-1944) será 25 una de las figuras más representativas de esta Unión, que aunque en sus comienzos participó en las exposiciones de los ambulantes, iba a su tiempo asimilando con éxito los procedimientos de la pintura al aire libre y en la segunda década del siglo XX destacó como maestro del género de interiores, ejecutando vistas de antiguas fincas provinciales de la nobleza (Aguas primaverales, 1898). Uno de los pintores más relevantes del entresiglo fue Valentín Serov (1865-1911) que consiguió fundir en su pintura las conquistas del realismo con los planteamientos pictórico-plásticos de la nueva época. El tema del campesinado está ampliamente tratado en su obra expresando con él su amor a Rusia. La simplicidad e irrelevancia del motivo y una gama sostenida son las características fundamentales de estas obras. De entre sus primeros trabajos destaca La niña de los duraznos (1887), retrato de la hija del financiero Mamontov, y pintado en la finca de Abramtsevo, en la que la sensación de alegría de vivir se obtiene a través de una dinámica pincelada impresionista que produce una atmósfera un tanto complicada. A diferencia de los impresionistas Serov no disuelve los objetos en el medio que los rodea, no los desmaterializa, su composición es siempre estable, equilibrada. Más tarde elabora un estilo más íntimo, con una gama cromática más entonada. Serov también fue un magnífico retratista, calidad que debe a Repin quien fue su maestro en la adolescencia. Centra su atención en el mundo interior del personaje buscando cada vez nuevos procedimientos para exteriorizarlos. Su galería de retratos se caracteriza por una gran variedad entre ellos podemos encontrar el del cantante italiano Francesco Tamagno, los pintores Korovin y Levitan, el industrial y coleccionista moscovita Morosov, la condesa Yussupova y la actriz Yermolova. También en la década de 1890 cristaliza el estilo enigmático y vigoroso de Mijaíl Vrubel (1856-1910), una de las figuras mas relevantes, originales y trágicas de la historia del arte ruso, pues en él confluyen las grandes contradicciones y grandezas de su época. Su carrera artística fue breve, empieza en la década de los ochenta del siglo pasado acabando trágicamente a principios de siglo, su agonía fue larga y dolorosa en una clínica de alienados. Su talento lo desarrolló actividades muy variadas: pinturas, frescos monumentales, ilustraciones de libros, decoraciones teatrales, artes aplicadas y proyectos arquitectónicos. Cualquiera que fuese el género que trabajaba su grandiosa fantasía trastocaba las imágenes de la vida real y las convertía en leyenda enigmática. En todas sus creaciones pervive su espíritu rebelde y apasionado y aflora su sentimiento trágico del universo, elaborando un método de pintura particular que permite distinguir a 26 primera vista que obras pertenecen a este autor. Se le considera un pintor simbolista, corriente que en Rusia se denominará “moderna” y que representa la variante rusa de la secesión europea de finales del siglo XIX. Vrubel conoce la naturaleza y la domina pero creando su propio mundo fantástico, poco parecido a la realidad. Así crea esas formas fantásticas tan características de él, medio hombres, medio bestias. El tema del demonio, de la mujer-cisne y la sirena nocturna lo atraían profundamente, los desarrollaba en sus cuadros como si fueran mosaicos, pedazos de colores fríos, separados y tratados con una pincelada fuerte y enérgica. Sus obras se alejan de las de los impresionistas ya que no tiende a fijar las impresiones directas de la materialidad objetiva. Siente atracción por los sujetos literarios, pero los interpreta de manera abstracta esforzándose en crear imágenes eternas de gran potencia espiritual. Empezó ilustrando la obra de Lermontov El demonio, más tarde abandona la ilustración para dedicarse a la pintura propiamente dicha y crea su Demonio sentado (1890), El demonio volando (1899) y el Demonio vencido (1902). Sus contemporáneos veían en estos demonios el símbolo de la suerte del intelectual romántico que trata de evadirse a través de la rebeldía al mundo del ensueño, pero que es arrojado a la cruda realidad terrenal. El sentimiento trágico de la vida de Vrubel determina también las características de sus retratos: el desconcierto espiritual de sus Autorretratos, la turbación y la zozobra en las imágenes del cuento la princesa-Cisne, la inquietud rayando la angustia en el retrato de Savva Mamontov, para quien en la década de los noventa trabajó intensamente como decorador de su teatro privado. A su cargo estuvieron las decoraciones de las óperas de Rimski-Korsakov La prometida del zar, La leyenda del rey Saltan. Allí conoció a la famosa cantante Zabela, protagonista de casi todas estas óperas, con la que se casó al poco tiempo, creando en el paso de los dos siglos una serie de lienzos de elevada inspiración poética con la imagen de Zabela como La princesa Cisne. La obra de Vrubel entronca con la corriente general del simbolismo en el arte y la literatura, aunque como todo artista rebasa el marco estricto de esta corriente. Con la obra de estos artistas nos introducimos en los primeros años del siglo XX, época en la que el arte ruso sufre cambios radicales. El movimiento ambulante entra en crisis y con él el realismo clásico. Las ideas sociales que lo habían hecho nacer y desarrollarse se agotan y el análisis crítico de la realidad, que lo había caracterizado, ya no puede responder a los nuevos problemas surgidos del gran cambio de la vida social operado en este fin de siglo en Rusia. La vida artística en Rusia se complica y pierde su 27 integridad. Si la Sociedad de los Ambulantes preserva su vitalidad y atractivo para las generaciones de artistas que van surgiendo, desde finales de los años 90 comienzan a formarse en Rusia diferentes grupos artísticos que o bien se irán sucediendo en el tiempo o bien coexistirán, manteniendo relaciones o negándose unos a otros. Los más estables fueron “El Mundo del Arte” en San Petersburgo y “La Unión de Pintores Rusos” en Moscú. Cuanto más nos acercamos a 1910 más dinámica se vuelve la vida artística en Rusia triunfando el individualismo. El Mundo del Arte es un fenómeno que aparece como un movimiento artístico total, es decir, se extiende no sólo a las artes plásticas sino a toda la cultura rusa del tránsito del siglo XIX al XX. Está estrechamente ligado al Art Nouveau que desde finales de los años ochenta se extiende por Europa y que conocemos como Jugendstill en Alemania, Liberty en Italia, Art Nouveau en Francia o Modernismo en España, aunque con una diferencia: en Rusia el Simbolismo no existía antes que el Art Nouveau, cosa que no ocurría en otras escuelas europeas, sino que ambos desde un pricipio se desarrollan paralelamente, relacionándose estrechamente. Las obras de los artistas del Mundo del Arte tienen puntos en común con las del Art Nouveau sobre todo desde el punto de vista formal. De este modo nos encontramos en los pintores rusos, por un lado un rechazo de la perspectiva y la eliminación de sombras y por otro el hecho de que en este arte no sólo se concede importancia al objeto que se pinta sino también al lugar dónde se encuentra, al fondo, al espacio, a la superficie, dando una gran importancia a la complementariedad entre el objeto y lo que le rodea. Además se otorga un lugar primordial a la línea, especialmente a la línea sinuosa, en las obras en las que aparece se estira y encoge, enrolla y desenrolla. No hay nada más que contemplar obras de Vrubel, Bakst, Somov, Rörich, Bilibin, Borisov-Musatov de la época del Mundo del Arte para constatar el lugar primordial que ocupa ésta línea. Desde el punto de vista temático uno de los motivos preferidos de este arte es la flor, que gracias a las curvas de sus hojas y de sus tallos ofrece infinitas posibilidades para la ornamentación. Otros motivos propios de este arte son: el cuello del cisne y el águila, los cabellos de mujer, las llamas, las cintas flotantes, las jovencitas y los adolescentes con movimientos serpenteantes, los pliegues de los vestidos en movimiento, la espuma ondulante y la animación caprichosa de las nubes. Con este movimiento comienza en Rusia la revalorización de toda su cultura cultivándose nuevos gustos y planteándose nuevos problemas en las artes. Con sus 28 realizaciones estos artistas conseguían un alto nivel profesional y rescataban para el arte formas perdidas como la ilustración de libros y la pintura de decoraciones teatrales. Además el Mundo del Arte promovió una nueva crítica artística y propagó activamente el arte ruso en Europa y el Nuevo Mundo. Aleksandr Benois, uno de sus inspiradores, define este movimiento como: Una especie de colectividad que vivía a su aire, según sus intereses y sus afanes, que se esforzaba por diferentes medios en influir sobre la sociedad, en despertar en ella un comportamiento condicionado por el arte, entendiendo éste en su sentido más amplio, es decir, incluyendo la literatura y la música. (A. Benois: Voznoiknoviénié Mira Iskusstva. Leningrado, 1928. p. 6) Las características más importantes y propias de este movimiento provienen del papel histórico que desempeñó en el arte, la cultura y el gusto de los rusos y éstas son por un lado, el restablecimiento dentro del arte ruso de la doctrina del arte por el arte, al contrario que los ambulantes, para los que el arte y la literatura debían estar al servicio del progreso social. Para estos artistas el arte es un fin en sí mísmo y no debe ser puesto más que al servicio de la belleza, el tema se convierte en algo secundario lo que les preocupa más es su ejecución. El resultado, una nueva estética creada por artistas que busca sus ideales en el individualismo, en la plena libertad de inspiración y de espíritu. La procedencia social de los miembros de este movimiento es otro aspecto significativo, la mayoría pertenecía a la alta burguesía culta y además por primera vez la mujer participa en el arte, encontramos a María Bashkirtseva, Polenova, Yakuntshikova, Ostroumova, Gontcharova y la princesa Tienicheva. También el Mundo del Arte restableció el contacto del arte ruso con el francés muchos de sus miembros pasaron largas temporadas en París, otros se quedaron allí para siempre y crearon la Escuela rusa de Paris germen de la vanguardia rusa. Aquí los artistas rusos siguieron las huellas de los simbolistas como Puvis de Chavannes y Odilon Redon más que el Impresionismo y concedieron gran importancia a las artes decorativas. Los artistas del Mundo del arte desarrollaron las arte gráficas, la ilustración, los grabados, la ornamentación, los muebles y sobre todo la decoración teatral que triunfará con gran éxito en toda Europa. Ejemplos encontramos en Anna Ostroumova-Lebedeva que se dedicará enteramente a la creación del arte xilográfico, destacan también las producciones gráficas de Lancerai, las decoraciones teatrales de Bakst, Benois y Dobujinski aunque será Golovin uno de los más grandes decoradores teatrales de todos los tiempos. Las obras de estos artistas muestran su 29 carácter individualista, ausente de estandarización que adquieren su mas altas cotas en las producciones artesanales de Abramtsevo y Talashkino dónde la fantasía, imaginación y elegancia de artistas como Vrubel o Rörich se desarrollan con gran libertad. Aun más dentro de las características del “Mundo del Arte” podemos distinguir dos tendencias principales: la de San Petersburgo en la que predominará el tratamiento y estudio de la forma y la de Moscú que se decantará por el color. En la primera corriente la innovación más importante será el descubrimiento de nuevas formas de expresar el espacio sin tener en cuenta la perspectiva. Esto lo desarrollarán los artistas sobre todo en las artes escénicas con el empleo de una serie de elementos como la utilización de alas para crear un especie de profundidad a través de planos o el uso de paneles frontales, lo que frecuentemente da lugar a un follaje que evoca la atmósfera panteísta, el mundo cerrado y secreto guardado por la misma naturaleza, característica del simbolismo. Lo que el artista pretende con esto es crear una distancia entre el espectador y el mundo pictórico, jugando con el punto de vista que se eleva o se baja dependiendo de la intimidad que se quiera conseguir entre el espectador y la escena representada. Otro elemento que se utilizará procede del renacimiento y es la representación al fondo de la escena de una ventana entreabierta sobre otra escena, en la que se repite una escena o su comentario visto desde otro ángulo que se refleja en un espejo. Se trata en definitiva de elementos y artificios de la pintura de caballete importados a las artes escénicas. Lo que pretenden los artistas con todo esto es romper con los métodos académicos tradicionales de composición. Por otra parte, este objetivo en Moscú se pretendió conseguir con la utilización del color dejando a un lado el modelo, así se aplicaría un color uniforme sobre la superficie de la tela, como en la pintura de los iconos, provocando la transformación de formas cerradas y estáticas en algo dinámico. También utilizaran otro artificio para conseguir el acercamiento del espectador al contenido de sus pinturas creando un primer plano uniforme que será el que obligará al espectador a dirigir su mirada hacia las minúsculas figuras que iluminadas con una luz difusa y monocroma orientada hacia el cielo. El motor de este movimiento fue Serge Pavlovich Diaghilev (1872-1929), que deseaba que se valoraran las mayores obras de sus conciudadanos, estimulando a la vez a los artistas a continuar con su trabajo, organizando para ello primero exposiciones de artistas rusos y luego lanzando la publicación de la revista “El Mundo del Arte”. La primera exposición la organiza en el año 1897 en las Salas de la Academia de Bellas 30 Artes de San Petersburgo y la consagra a los acuarelistas ingleses y alemanes, el gran éxito alcanzado le lleva a organizar en 1898 otra dedicada esta vez a los artistas escandinavos, se titulaba “Una Exposición de Pintores rusos y finlandeses” y en ella se exponían las obras de los últimos pintores románticos de la escuela finlandesa así como las de los miembros de la colonia de Abramtsevo: Levitan, los hermanos Vasnetsov, Korovin, Serov, Nesterov, Maliutin y Vrubel. Más tarde en la primera exposición oficial del Mundo del Arte presentó la alfarería de Abramtsevo y los bordados de Elena Polenova. Tras estas exposiciones Diaghilev siente la obligación y la necesidad de defender el arte ruso y propagar sus ideas sobre el mísmo, concibe así la publicación de una revista “El Mundo del Arte”, que se publicó por primera vez en octubre de 1898. Pretendía abrir camino a los artistas jóvenes y con talento que con su arte se alejaban de los caminos promovidos por el realismo. La actividad de la revista se desarrolló en dos frentes: la revista en sí misma y las exposiciones de pintura, convirtiéndose en fiel reflejo de la vida artística de la época. En ella colaboraran un gran número de artistas, colaboradores que iran aumentando constantemente. Entre ellos destacan Benois, que será uno de los principales personajes de la revista que junto a Ostrumova-Lebedeva y Lancere completarán la serie de pintores-ilustradores con Bakst, Somov y Bilibin. En 1902 entra en la revista Grabar quien a su vez hizo colaborar a Dobujinski. Igualmente se unirán los poetas simbolistas Briussov y Bieli y en 1903 llega el pintor Borisov-Musatov y el arquitecto Fomin. De esta forma la revista se convirtió en el elemento por el que penetró el Art Nouveau en Rusia, dando a conocer las obras más significativas de los artistas rusos de los círculos de Talashkino y de Abramtsevo, convirtiéndolo a su vez en el estilo de la burguesía adinerada y dominante. En sí misma la revista era una verdadera obra de arte pues estaba confeccionada en papel verjurado, que era importado, además los tipos de imprenta fueron reproducciones de los de la época de Isabel Petrovna, obtenidos a través de matrices halladas en la Academia de Ciencias. Todo fue sometido al principio de la ornamentación y de la pureza de estilos. El Mundo del Arte hizo todo lo posible para informar a sus lectores de la vida artística y literaria tanto en Rusia como en el extranjero. Para ello publicó artículos de Maeterlinck, Grieg, Nietzsche, Ruskin, Lenbach, Lieberman; crónicas de los acontecimientos literarios y artísticos de toda Europa y de Rusia. Benois, desde París, recogió en sus artículos el descubrimiento que había hecho de los impresionistas, desconocidos todavía en Rusia y más tarde, en 1904, 31 Grabar enviará desde París fotografías de cuadros de Matisse y de Picasso. Desde la propia Rusia la revista se hizo eco de la traducción de Merejkovski de la Antígona de Sófocles en 1899, de la presentación de las obras de Chejov en el teatro de Arte de Moscú en 1900, de los estrenos de Julio césar de Shakespeare en 1903 y de las obras de Maeterlinck en 1904 en el mismo teatro, así como del estreno de Hipólito de Eurípides en el Teatro Alejandro de San Petersburgo en 1902. No obstante la propia evolución del arte en Rusia marcará el declive de la revista. Éste empezará por falta de apoyo financiero para su publicación, el mecenas Mamontov y la princesa María Tienicheva retiraran su apoyo monetario por discrepancias con Benois. Además también desaparecerán las subvenciones estatales de las que había gozado a causa de la guerra ruso-japonesa de 1904, por lo que llegará un momento en que los gastos de la revista no podrán ser cubiertos por sus ventas. Aunque el verdadero declive de la misma fue el que su tiempo ya había pasado, su contenido se repetía y a finales de 1904 dejó de aparecer. No obstante el estudio de la historia del arte ruso comenzado por la revista El Mundo del arte fue continuado por numerosas revistas que se crearon durante este periodo. En 1903 aparece El Tesoro artístico de Rusia, en 1906, El Toisón de Oro, en 1907, Los Viejos Años y en 1909 Apollon. En ellas se pretende realizar el estudio sistemático de la historia del arte y en particular del arte ruso así como el intento, por primera vez, de relacionar y unir los movimientos artísticos rusos con sus análogos europeos, con la historia de las tradiciones bizantinas y con las fuentes del arte popular ruso. Además en estas revistas se dio a conocer al gran público las grandes colecciones privadas como por ejemplo la de los primeros mecenas de la pintura de iconos, las colecciones más recientes de arte de corte europeizante formadas por los grandes comerciantes moscovitas así como aquellas colecciones de arte moderno oriental y europeo. La revista El Toisón de Oro se fundó en 1806 y fue financiada por el rico comerciante moscovita Nikolai Riabuchinski, se imprimió simultáneamente en ruso y en francés y los títulos de las obras y los nombres de sus autores estaban transcritos tanto en caracteres romanos como cirílicos. Las partes de esta revista estuvieron mejor equilibradas que las del Mundo del Arte ocupando un lugar preponderante las manifestaciones literarias. Se publicaron las obras de los más importantes simbolistas, este hecho fue lo que más caracterizó a esta revista y lo que la distinguió del resto confiriéndole un gran valor. En sus páginas aparecieron textos de poetas, novelistas y 32 críticos que formaron un grupo de grandes colabores y junto a las aportaciones de los artistas rusos destacan la de personalidades francesas, así a partir de 1908 aparecen traducidos al ruso artículos de Charles Morice, Maurice Denis, Henri Mercereau y de Matisse. Por consiguiente los lectores rusos y sobre todo los jóvenes pintores estaban al día de los acontecimientos estéticos de Francia. Esta revista fue el órgano de la “Rosa Azul” grupo formado por artistas que habían estudiado en su mayoría en el Colegio de Moscú teniendo como profesores a Serov y Korovin y entre los que destacan: Pavel Kusnetsov, el armenio Yakulev, futuro decorador constructivista de teatro, Natalia Gontcharova, Mijaíl Larionov, los hermanos Maliutin, Nikolai y Vasili y Martiros Sarian. Este grupo se constituye como entidad distinta después de la exposición “Unión de Artistas rusos” de diciembre de 1906. Esta sociedad de exposiciones moscovita, constituida en 1803, remplaza en cierta medida al Mundo del Arte. Ella no se identificaba con una filosofía o un estilo determinado sino que organizaba exposiciones anuales en las que todo el mundo podía participar, ésta es su principal característica pues participaban los miembros de todas las escuelas y en ellas los jóvenes pintores daban a conocer sus obras. Aunque en la exposición de 1906 las piezas presentadas por este grupo poco diferían de las del Mundo del Arte, poco a poco la audacia simplificadora de las formas y la utilización creciente de los tonos calientes comienza a diferenciarlas de la delicadeza y sofisticación del Mundo del Arte. Más tarde la revista El Toisón de Oro organizará tres exposiciones significativas. La primera en Moscú en 1908 en la que se exponen obras de pintores franceses y rusos, destacan un gran número de obras fauves, que ya habían creado gran expectación al exponerse en el salón de Otoño en 1905, entre ellas las obras de Matisse, Derain, Marquet y Van Dongen. También estaban representados la mayoría del grupo Nabis: Bonnard, Vuillard, Sérusier, Valloton y Maurice Denis. Se exponen además cuadros de Picasso y Sisley y algunos dibujos de Renoir y Toulouse-Lautrec cuya influencia en las obras de Gontcharova y Petrov-Vodkin es patente. Se admiran también las primeras obras de Braque y Le Fauconnier y las de los tres postimpresionistas: Cezanne, Van Gogh y Gauguin. Entre los artistas rusos representados se encuentran algunos pintores de la Rosa Azul: Kusnetsov, Utkine, Sarian y Riabuchinski, pero el pintor que dominó las salas fue Mijaíl Larionov. En los números siguientes del Toisón de oro se dedicaran numerosos artículos a esta exposición. La escuela francesa fue el objeto de un número 33 especial e el que se reproducen un gran número de las obras que acuden a esta exposición. el número siguiente se dedica a la aportación rusa al arte del momento. En enero de 1909 El Toisón de Oro realiza una segunda exposición franco-rusa. Ahora ya no se pretende dar a conocer al público ruso las obras francesas o incluso las rusas sino mostrar la analogía en la concepción de las obras sin prestar atención a la nacionalidad de los autores. Se exponen obras de Braque y Fauconnier, aunque los franceses estaban sobre todo representados por los fauves como Matisse, Vlaminck, Marquet, Van Dongen y Rouault. Las obras rusas expuestas junto a las francesas difieren bastante de las de la primera exposición pues en Rusia a nivel artístico las cosas iban demasiado rápidas. Encontramos piezas de Larionov en quien las obras del grupo Nabis habían causado una gran influencia, lo mismo ocurre con las expuestas de Gontcharova. Sarian y Kuznetsov también exponen. Si en estas exposiciones se puede ver el correr paralelo de las dos naciones a nivel artístico, a continuación se producirá una reacción contra la escuela francesa lo que marca la etapa siguiente del movimiento ruso y que será la característica fundamental que dominará la tercera exposición de El Toisón de Oro a finales de 1909 en la que se mostrarán prácticamente sólo obras de Larionov y Gontcharova que se convierten en los nuevos cabecillas de la pintura rusa. Entre los hombres que cultivan los nuevos gustos y plantean nuevos problemas dentro del arte, revalorizando toda la cultura artística moderna de Rusia destacan: Alexandr Benois (1870-1960) presidente y fundador del movimiento mundo del Arte fue pintor, grafista de caballete e ilustrador, decorador teatral, autor de libretos de ballet, teórico e historiador del arte. El principio que regía todos sus trabajos se basaba en en su mirada retrospectiva, en un marcado interés por los usos y costumbres de otras épocas y por el legado cultural del pasado. Benois se sentía atraído por el refinamiento artístico del Barroco. Los temas de sus cuadros y acuarelas, ordenados por lo general en series independientes, giran en torno al Versalles de Luis XIV, del San Petersburgo de Pedro el Grande, Tsarkoie Seló, Peterhof. Así en sus paisajes versallescos se funden la reconstrucción histórica del siglo XVII, la percepción del Neoclasicismo francés y las propias impresiones del pintor. De ahí la nitidez en las composiciones, la clara organización del espacio, la magnanimidad y fría rigurosidad de los ritmos, la oposición de la grandeza de los monumentos a la representación minúscula de la figura humana. En escenas de la vida de la nobleza urbana y rural del siglo XVIII y en las escenas de la corte creó Benois una imagen intimista, aunque un tanto teatralizada de la época. Esta 34 tendencia a la estilización y añoranza del pasado lo aproximan a otra figura destacada del arte ruso Konstantin Somov (1869-1939) sus compañeros del Mundo del Arte lo consideraban como el más brillante y dotado del grupo. Abordó además de la pintura y de las artes plásticas, dibujó portadas de libros, calendarios, tarjetas postales. Su tema preferido fue la vida de la nobleza rusa del siglo XVIII (La carta, Confidencias). Por su tratamiento delicado y la finura de líneas, los colores y la composición, sus cuadros y dibujos recuerdan el Rococó aunque sus creaciones nada tienen de la ligereza de este estilo, sino que predominan en ellas el cansancio, la amargura, la decadencia y la añoranza del pasado. Propone un mundo irreal, elaborado con motivos de la cultura cortesana y nobiliaria y sus sensaciones, pero no el pasado como tal sino su escenificación, la presentación del mismo como algo irrevocable. Además de los cuadros de tono histórico o costumbrista realizó una serie de paisajes, finos y poéticos (Arco iris, Isla de amor), así como gran número de retratos (Dama de azul. Retrato de Martinova), pitados o grabados de sus contemporáneos en los que su objetivo no era el análisis psicológico del carácter del modelo, sino la expresión de las concepciones personales del pintor, que no son otras que las de la mayoría de la intelectualidad rusa de entresiglo. El repudio de la vida burguesa crea el ensueño de un mundo poético ideal. La falta de fe en el futuro lo impulsa a buscarlo en el pasado. Somov fue discípulo de Repin del que heredó la misma forma de transmitir convicción a los objetos aunque la pintura de Somov no tiene la fuerza del maestro en cuanto a colorido. León Bakst es junto a Benois y Somov el tercer de los artistas más destacados de la primera etapa del grupo del Mundo del Arte, pintor teatral por excelencia fue el primero en adquirir notoriedad europea. Sentía inclinación por la Antigüedad, por lo arcaico griego, interpretado simbólicamente (Terror antiquus, 1908). Sus decorados y trajes para los ballets de Diaghilev, ejecutado de forma impactante y virtuosa, le dieron fama mundial. Evgueni Lancerai y Mstislav Dobushinski son dos exponentes más de esta primera generación del Mundo del Arte aunque ellos desempeñaron su labor mayormente en las artes gráficas. Nikolai Rörich conocedor de la filosofía y etnografía de Oriente, mantiene afinidades con este grupo por su amor al pasado, a la antigüedad pagana, eslava o escandinava y por su propensión a lo estilizante y decorativo teatral (El mensajero, Congregación de los starets, Los siniestros). En sus concepciones estuvo muy cerca de la filosofía y la estética del simbolismo ruso, experimentando una gran influencia de la iconografía rusa. 35 Otro de los artistas que destacó dentro del Mundo del Arte fue Boris Kustodiev (1878-1927) importante pintor de retratos y cuadros de paisaje y de género, sobresalió también en la escenografía y en la ilustración de libros. Su talento creativo se desarrolló con mayor plenitud en los cuadros de género cuya temática estaba vinculada a la vida de los comerciantes rusos. Artista que pretendía abordar estos temas con originalidad y darles un nuevo enfoque, para ello acude a la estilización de la estampa popular “lubok”. Son famosas sus ferias, carnavales, mujeres de comerciantes a quienes representa con sus mejillas sonrosadas, un tanto adormiladas, que aparecen junto al samovar, sosteniendo con sus dedos regordetes el platillo con el té. Representan la vida cotidiana de pequeños burgueses y mercaderes tratados con un vivo colorido y un aire pintoresco (La Feria, Fiesta en el Volga, 1909, Retrato de Renée Notgaft, de soltera Kestlin, 1914, La mujer del comerciante, 1918). A partir del año 1812 Kustodiev busca plasmar en sus obras la imagen de la bella burguesa rusa utilizando rasgos que se recogen en los ideales populares de la belleza, la abundancia y la felicidad. El Mundo del Arte tuvo una segunda etapa en la que también se asociaron a este movimiento artistas como Alexandr Golovin, Iván Bilibin, Ana Ostroumova - Lebedeva y Zenaida Serebriakova. En 1903 surgió una de las mayores asociaciones expositivas de principios del siglo, La Unión de Pintores Rusos. En ella se integraron en los comienzos casi todos los artistas más notables del mundo del Arte: Benois, Bakst, Somov, Dobushinski, Serov, Grabar, Kustodiev y otros (algunos abandonaron la Unión en 1910 para pasar al resurgido Mundo del Arte). En las primeras exposiciones de la Unión asisten artistas como Vrubel, Serov, Borisov-Musatov. Promotores de la Unión fueron los pintores moscovitas que estaban vinculados al Mundo del Arte molestos por el formalismo estético desarrollado por los artistas de San Petersburgo. Muchos de los participantes de estas exposiciones eran al mismo tiempo ambulantes, su núcleo central de la organización estaba formado por pintores graduados en la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú que habían heredado sólidas tradiciones realistas de Savrasov y Levitan. En la Unión de Pintores Rusos fue donde se formó el impresionismo de este país. Igor Grabar (1871-1960) fue uno de los artistas que protagonizó todas estas transformaciones del arte ruso. Participó en el movimiento del Mundo del Arte en las dos etapas de sus existencia y fue miembro de la Unión desde el momento de su formación. Fue brillante como pintor, científico, historiador y destacan sus méritos en la 36 organización de museos, conservación y restauración de monumentos artísticos. Realizó su aprendizaje artístico en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo, en el taller de Repin. y en la Escuela de Azbe en Múnich. Destacan sobre todo los estudios que realizó sobre la pintura europea clásica y moderna de la que sacó un gran provecho a lo largo de toda su carrera. Cuando regresó a Rusia utilizó como motivo de inspiración su naturaleza y la vida campesina que era lo que él denominaba, “la verdadera Rusia”, siguiendo la tradición de los grandes maestros del paisaje de la pintura rusa Levitan, Serov, Korovin, aunque supo dar una nueva imagen a la belleza de su tierra, Azul de febrero, Nieve de marzo, obras donde además de recoger las características del impresionismo ruso, ya podemos hablar del divisionismo ruso, ya que Grabar disocia aquí el color en colores puros del espectro, tal y como lo hacían Seurat o Signat. El juego de colores en la naturaleza, los complicados efectos cromáticos son el objeto fundamental de estudio de los miembros de la Unión, quienes crean en sus obras un mundo pictórico-plástico exento de narrativa y material ilustrativo. La diferencia fundamental entre estos artistas y los miembros del Mundo del Arte, fundamentalmente grafistas, es que los primeros eran en su mayoría pintores con un elevado sentido decorativo del color. Ejemplo de ello son las obras de Filip Maliavin (1869-1940), artista del que se sabe poco de su vida y de su obra. Era hijo de una familia muy pobre y analfabeto, aunque desde su adolescencia mostró brillantes dotes pictóricas atrayendo la atención de un monje que había llegado a la aldea desde Athos y a los dieciséis años ingresa en el taller de iconos del convento de Athos donde permanecerá durante siete años. Maliavin sorprendió con su trabajo al célebre escultor Beklemishev durante su visita al monasterio, llevándolo consigo a San Petersburgo. Al terminar la academia el artista se instaló en la región de Riazán donde creará sus más conocidas telas de sus campesinas, utilizando como modelos las mujeres del lugar. En la cima de su potencialidad creadora se produce la gran revolución de Rusia, hecho que el artista acogerá favorablemente, incluso realizará algunos esbozos de Lenin al natural. Por todo ello se hace difícil el entender por qué este artista abandona el país a mediados de los años veinte, aunque algunos indicios indican que fueron circunstancias de su vida privada las que provocaron esta decisión. Con respecto a su obra, se considera a este autor como el cantor de la belleza peculiar de la campesina rusa mostrándola con sus trajes vistosos y multicolores, bailando rondas y riendo de forma provocativa. Maliavin se complacía en representarlas 37 no en su trajinar cotidiano sino endomingadas y alegres en los días de fiesta. Para ello utiliza una técnica de colores jugosos, intensos y vibrantes que dispersa de forma libre, amplia y enérgica. Suele pintar a las campesinas en grandes telas, aparentando acercarlas al marco, distribuyendo las figuras voluminosas y abigarradas sobre un horizonte bajo con el objeto de darles realce y subrayar su monumentalidad. En su famoso Torbellino (1906) que representa a muchachas campesinas girando en una danza, nos ofrece todo un mundo de colores, una jubilosa fiesta policroma, creada de tonos azules oscuros, verde oscuros y dominantes rojos. Con una vigorosa plástica modela los volúmenes de los rostros y figuras. Ana Ostroumova - Lebedeva, que hizo sus estudios por la misma época que Maliavin, afirmaba de él; “Maliavin es un hombre asombrosamente dotado. Sin instrucción alguna, de extracción campesina, educado luego entre monjes licenciosos, ha conservado, a pesar de todo, tanta frescura, candidez y naturalidad”. Firme a los principios de la Unión de Pintores Rusos se mantuvo el artista Arkadi Rilov, perteneciente a la escuela de San Petersburgo en su obra Sinfonía verde supo reflejar el viento que doblega los árboles, hincha las velas y empuja las nubes en el cielo. Sus obras presagian la llegada inminente de una época revolucionaria El trabajo de los pintores del Mundo del Arte y de la Unión de los Pintores Rusos son el primer paso hacia nuevas búsquedas en el arte de Rusia. Sus obras, nacidas directamente de las tradiciones de los ambulantes, pretendían mostrar los importantes procesos sociales que se estaban produciendo en estos momentos en Rusia. Vemos surgir nuevos temas: la disociación de la aldea, la explotación de los kulaks (propietarios de tierras), la existencia de sectores humildes en la ciudad con un vida mísera y nuevos personajes como el obrero, que se convertirá en la principal fuerza del movimiento emancipador. Las sucesivas exposiciones que se celebran nos muestran la evolución de todos estos cambios. La celebrada en 1907 en Moscú se centra en obras de los seguidores de Borisov-Musatov, llamada Rosa Azul, y en ella las piezas tienden hacia el simbolismo, manifestación artística que en Rusia arraigó primero en la literaturaAlexandr Block, Andréi Bieli, Vicheslav Ivanov-, y luego en el teatro, la música y la pintura. En las obras de Pavel Kuznetsov y sus compañeros había muchos puntos en común con la poesía de Balmont, Briussov y Bieli, pero los pintores asimilaban el simbolismo no a través de la filosofía, sino a través de las óperas de Wagner, los dramas de Ibsen, Hauptmann y Maeterlinck. Toda la actividad de la Rosa Azul está marcada por el sello del modernismo. 38 El pintor más importante de esta corriente es Pavel Kuznetsov (1878-1968), autor de un gran número de obras, entre otros cuadros en los que refleja paisajes, retratos y naturalezas muertas y labores de arte decorativo-monumental. Obras que se caracterizan por su gran robustez interna, su delicada poesía y su armoniosa belleza. Su vida en el arte fue larga y compleja. Su trayectoria artística comienza con los estudios en la Escuela de Bellas Artes de Sarátov continuando en los talleres de Serov y Korovin en Moscú. Sobre todo se centrará en el estudio minucioso del arte popular en el inicio de la civilización, se centra en las creaciones de los maestros orientales del temprano Renacimiento y en la obras de su contemporáneo Borisov-Musatov y en las del francés Gauguin. Entre las obras que realizó destaca un panel decorativo en el que pretendía mostrar la unidad del hombre y la naturaleza, la estabilidad el eterno ciclo de la vida, de ahí lo monumental de sus creaciones pictóricas impregnadas por las ideas del simbolismo. Así en Kuznetsov la figura no es más que un signo que simboliza un concepto, el color sirve para traducir el sentimiento y el ritmo lo utiliza para introducirnos en un determinado mundo de sensaciones. Para conseguir todo esto el artista distribuye de forma uniforme la luz por toda la superficie del lienzo, convirtiéndose en una de las bases de su decorativismo. Todas estas características las recogen sus cuadros de las “suites” kirguisa (esteparia) y de Bujará, así como sus paisajes de Asia Central . La mujer del cuadro Mujer dormida no es una imagen concreta sino que es un signo de la raza mongola. El desierto infinito, el cielo inmóvil, los toldos y los rebaños de ovejas simbolizan el sueño eterno e irrealizable de la armonía y la compenetración del hombre y la naturaleza. La influencia del impresionismo es menor en Korovin, más que estudios sobre la luz y el color, lo que elabora en sus cuadros es la fusión de todos sus elementos, dando la misma importancia al objeto como al fondo. Así la figura se convierte en una mancha de color más que en un elemento aislado y definido. Golovin, por su parte, continuando con la labor de Vrubel, enlaza en sus trabajos todos los elementos decorativos reduciéndolos a una vibrante unidad de colores. Golovin como Korovin, con quien coopera constantemente, fue esencialmente un decorador de teatro. Trabajaron conjuntamente buscando una unidad visual en los decorados para la producción parisina de Boris Godunov de Diaghilev y en 1902 en Roland y Liudmila en el teatro Marinski, prolongaciones directas de las primeras producciones de la compañía de la “Ópera privada” de Mamontov. Los miembros de la Rosa Azul también trabajaron para el teatro: 39 Nikolai Sapunov y Sergei Sudeikin realizaron la escenografía del drama de Maeterlinck, Sapunov de las obras de Ibsen y del Balaganchik de Block. El pintor más importante de esta época será Victor Borisov-Musatov (18701905). Sus primeras obras son académicas con formas duras y colores fríos, aunque en ellas ya se perciben elementos de sus posteriores obras simbolistas. En 1895 viajó a París donde trabaja cuatro años en el taller de Gustave Moreau, frecuentado también por los futuros fauves con los que Musatov entra en contacto. Primeramente queda impresionado por el trabajo de Bastien Lepage y después por el de Puvis de Chavannes, modelo del grupo Nabí y de los pintores del Mundo del Arte. A pesar de todas estas influencias Musatov nunca abandonará su idea principal: comprender la pintura como una unidad global. Bajo la influencia de Puvis de Chavannes trabajará en la pintura histórica. Le atraía el pasado, sobre todo el estilo de los años treinta, lo que dejará una huella constante en las obras de su madurez. En estas obras no pretendía evocar un momento particular de la historia sino simplemente el pasado. El tratamiento que hace de los ropajes de los protagonistas de sus cuadros es diferente al que hace Benois o Somov, éstos pretendían a través de la estilización reducir el personaje a una silueta o marioneta, Musatov intentaba convertir sus figuras humanas en algo alejado, misterioso y secreto. En 1895, después de la muerte de Moreau, Musatov vuelve a Rusia y se establece en Sarátov donde se dedicará a trabajar en decorados en los que reflejará toda la melancolía que le envolverá hasta su muerte prematura en 1905. El reservado y Al borde del estanque, son dos de sus obras en las que podemos observar ese mundo de ensoñación creado por este artista, habitado por mujeres calladas, entonadas con azules pálidos y grises verdosos. Pintor de una época crítica, preocupado por las incongruencias y medianías que le tocó vivir, se refugiaba en el lejano pasado y en el mundo de ensoñación que había creado. La atmósfera de agitación política que rodea al fracaso de la revolución de 1905 renovará todas las artes. Al mismo tiempo la industrialización creciente, desarrollada por las inversiones extranjeras, hizo entrar en Rusia la economía de Europa Occidental. Desde 1905 a 1910 los movimientos artísticos rusos estuvieron íntimamente ligados al desarrollo de otras formas artísticas europeas. Rusia se convierte en estos momentos en un lugar donde confluyen las nuevas ideas que provienen de Munich, París y Viena y que dan origen a un estilo que en las décadas siguientes llevará a la creación de una escuela rusa independiente. De 1910 a 1916 los jóvenes artistas que se agruparon en la sociedad 40 la Sota de Oros, al igual que el postimpresionismo y la obra de Cezanne, reaccionaron contra el impresionismo, oponiéndose al lenguaje confuso y simbólico de la Rosa Azul y a la estilización estetizante del Mundo del Arte. Ellos defendían la claridad constructiva del cuadro, la materialidad de la forma y la variedad de colores, buscaban el desarrollo de las posibilidades decorativas de la pintura. La concepción que los miembros de la Sota de Oros poseían sobre el color les unía a sus contemporáneos franceses, aunque se adentran más en estas búsquedas y crean un estilo propio, el “estilo anuncio”, en el que buscando efectos aparatosos recurrirán a las artes populares como el bordado, el grabado en madera y las bandejas pintadas. Por esta misma época Gorki, destacando este hecho, declaraba que los miembros de esta sociedad fueron los primeros en comprender la necesidad de llevar el arte a la calle, a la multitud, al pueblo. Estos pintores devuelven a la pintura su exuberancia cromática y sus obras emanan júbilo rebosante, luminosidad festiva, sobre todo de lo que proviene de los “frutos de la tierra”, que es lo que constituye el mayor atractivo de las obras de estos artistas. Ilia Mashkov expresa en la medida justa el programa de la sociedad en sus naturalezas muertas, al igual que Piotr Konshalovski en sus retratos y en sus naturalezas muertas en las que el cubismo ejercerá una gran influencia. Además de ellos integran el grupo de la Sota de Oros Robert Falk, Alexandr Kuprin, Aristarj Lentulov, quienes se hicieron luego notables pintores soviéticos. El estilo imperio de Alejandro I. Arquitectura. En las artes rusas del siglo XIX encontramos la división entre arte oficial y arte popular, escisión heredada de siglos anteriores pues parte ya desde el siglo XVI, es en la arquitectura de esta época donde se manifiesta de forma más evidente. En este siglo los zares hacen trabajar en su corte a músicos, pintores, escultores y arquitectos procedentes de Europa. Arquitectos y músicos eran casi siempre italianos, aunque a partir de 1800 la nacionalidad de los artistas se diversifica, por ejemplo encontramos a Camerón, arquitecto escocés que realiza en Rusia numerosas obras a las que dota de un academicismo de características clásicas y románticas. Ese gusto por seguir las corrientes europeas y su difusión entre las clases más elevadas de la sociedad será potenciado fundamentalmente por Alejandro I, siguiendo los pasos de sus antecesores Pedro el grande y Catalina. Incluso este apoyo y difusión del arte europeo 41 hizo que el francés Ledoux le dedicara el libro que en 1804 escribió, L´architecture considérée sous les rapports de l´art, des moeurs et de la legislation, cuyas teorías influirán en la arquitectura rusa de este periodo. El objetivo del zar Alejandro era convertir San Petersburgo en una de las ciudades más neoclásicas del mundo. Su hermano Nicolás continuará su labor y consigue dicho objetivo hacia 1840. De los artistas que provienen del extranjero destaca Thomas de Thomon (17561813), francés exiliado por la Revolución, discípulo de Viollet le Duc y el mejor representante del estilo imperio en Francia. Marchó a Italia donde conoció a Piranessi y Clèrisseau llegando a Rusia en 1799. Basándose en ideas de Ledoux eleva el Gran Teatro. Sin embargo el edificio más importante que Alejandro I le encargará será La Bolsa (1804-1816), el primer proyecto es de 1801 aunque el definitivo será de 1803. El objetivo era utilizar el edificio preexistente de barroco holandés y convertirlo en un edificio períptero, así, se rodea una simple estructura rectangular con un pórtico dórico ático, en la fachada sólo destaca como elemento primordial una sobria ventana termal pues en el frontón no hay ningún adorno. Los lunetos están rebajados y las columnas son exentas, lo que, junto a la destacada situación a la orilla del Neva, acentúa su carácter clásico-romántico. Para destacar y enriquecer el edificio lo eleva sobre un majestuoso malecón pétreo, flanqueado por dos columnas-faro, decoradas con elementos navales. Thomon morirá en 1813 cuando supervisaba los daños causados por un incendio a su teatro al caer desde un andamio. El edificio de la Bolsa acuña el verdadero neoclasicismo romántico en Rusia. Entre los primeros arquitectos autóctonos que se adscribirán a esta corriente encontramos a Nikoforovich Voronijin (1760-18414), nacido en Solekamsk, Perm, dentro de una familia de siervos del conde Strogonov, quien le prestará su protección. Viajó por Europa y estudió arquitectura. Después de su retorno inicia una pródiga labor constructiva, uniendo a sus amplios conocimientos una innata melancolía, no carente de elegancia, propia del carácter ruso. Hacia 1815, construirá la monumental Academia de Minería de cara al río, en su fachada dispone una docena de sobrias columnas dóricas sin basamento y un friso con elementos mitológicos. En una de sus primeras obras, la catedral de Kazán, en Petersburgo, representativa de la victoria sobre los Tártaros, muestra su admiración hacia Bernini, coloca un gran pórtico columnario que deriva del de San Pedro del Vaticano, aunque lo hizo pensando en Santa Genoveva de Soufflot 42 pues su formación era sobretodo parisiense. Las columnas son corintias de 36 m. de alto y las puertas de la iglesia son una copia de las puertas del Paraíso de Ghiberti en Florencia. Hasta hace poco era el Museo de las religiones y el ateísmo. Otro arquitecto ruso formado con Calgrin es Andrei Dimitrievich Zajarov (17611811), es el artista que lleva a cabo las edificaciones con características más eslavas. Se le encargó la construcción del majestuoso Almirantazgo. En 1806 comenzó una de las obras arquitectónicas más impresionantes de la época, por su extensión, y por el sentido dinámico de su fachada, cuyo cuerpo central está constituido por un gran arco flanqueado por cariátides esculpidas por Tchedrin. Este vano fue proyectado como una especie de templo clásico períptero, rematado por una aguja de tradición medieval; conjugaba así el gusto eslavo con el clásico, tal y como se hará en la época estaliniana. La escalera de honor es una buena muestra del más digno y sobrio neoclasicismo romántico europeo. Sus vastísimas proporciones hacen que este edificio albergue holgadamente los edificios administrativos y los astilleros de la Marina Imperial. En Leningrado la arquitectura clasicista se desarrolló gracias al arquitecto Karl Ivanovich Rossi (1775-1849) que llegó a San Petersburgo en 1783 acompañando a su madre la bailarina Gertrudis Rossi. Su vida y su formación transcurrieron en Rusia, interviniendo en ella algunos de los protectores de su madre. Sólo viajó a Europa occidental en 1802, regresó en 1816 a San Petersburgo donde los tres grandes arquitectos anteriormente citados ya habían muerto, aquí formará parte de un comité de obras hidráulicas, y elevará una serie de edificios públicos o cortesanos. Sus primeras obras las realiza en lugares de veraneo, la primera de sus construcciones es el Palacio Elaguin, isla de 94 hectáreas en la desembocadura del Neva, este fue también su primer éxito. Es un edificio de estilo clásico con pórtico sencillo y ático con dobles columnas, la parte posterior da al río Neva con un saledizo oval. Luego hará una serie de pabellones, como por ejemplo el pabellón de cocinas, circular y sin ventanas exteriores, lugar para los siervos; pabellón de caballerizas. Pero su obra más importante es el Palacio Miguel (1819-1823), ideado para residencia del hermano de los zares Alejandro y Nicolás, en el llama la atención el gigantesco arco de la fachada, elevado en la Plaza de las Artes con dos cuerpos laterales y uno central que se retranquea. Es importante su situación, el canal por la parte de detrás va a cruzar la perspectiva Nevski y en la Plaza de las Artes se abre el Teatro de la Ópera y el Ballet y la Filarmónica de Moscú creando un gran bloque unitario que encuadra la plaza con dos alas. Es importante su simetría, característica 43 también muy frecuente en las obras de Rossi. El mismo año que comienza este palacio, inicia la construcción de lo Arcos del Estado Mayor, que terminará en 1829; con ellos se completa el enorme hemiciclo que cierra la plaza del Palacio de Invierno, continuando la tipología urbanística iniciada en la etapa de Catalina y proseguida por Alejandro I, a quien se le dedica la columna que centra el conjunto. También creará lujosos edificios como el teatro Alexandra (1826-1832) y el Senado (1829-1834). Otros arquitectos rusos, junto con Rossi, llevarán a cabo la construcción del gran San Petersburgo. Destaca Vasili Petrovich Stasov (1769-1848), quien practica una modalidad paralela a la suya, más con connotaciones austríacas, como se puede estudiar en su Arco de Triunfo (1833) y en la Catedral de la Trinidad. Sin embargo la figura que rivaliza con Rossi es la de Augusto R. de Montferrand (1786-1858), con la que culmina el clasicismo Peterburgués. Francés de nacimiento se formó con Percier y Vignon. Artesano e ingeniero carece de la elegancia de sus maestros. Realizó en Rusia alguno de sus edificios más grandiosos, como el que inicia en 1817, la catedral de San Isaac, cuya mole llegará a ser completada unos meses antes de su muerte. En ella imita prototipos franceses, como el Panteón, aunque emplea lujosos materiales que dan al interior extraordinarios efectos policromos. Su capacidad constructiva la manifiesta especialmente en la estructura de la gigantesca cúpula, dotándola de una armadura férrea. Cuando levanta la columna dedicada a Alejandro I (1829) tiene el alarde de emplear el mayor monolito de granito existente. El plan urbanístico de San Petersburgo, iniciado en 1816 con la creación del comité de Obras Públicas, virtualmente se terminará en 1840; desde entonces sólo se completan o remodelan las obras anteriormente iniciadas. Es después de los grandes destrozos sufridos en el terrible asedio de la II Guerra Mundial cuando otra vez se reanudarán las grandes labores constructivas en una de las mayores tareas restauradoras de nuestro siglo. A pesar de que Moscú fue la ciudad sacrificada en las guerras napoleónicas, y que su incendio defensivo hizo necesaria una campaña de urgentes restauraciones, en parte estuvieron estas marginadas en pro de la ciudad mimada por los zares del momento San Petersburgo. De todos modos Alejandro I promueve un comité para la reconstrucción, que será llevada a cabo, en sus edificios más importantes, por arquitectos extranjeros. El francés Osip Beauvais (1784-1834) será nombrado director de este equipo restaurador, encargándose personalmente de las reestructuraciones urbanísticas; su mayor acierto 44 radica en la unión de dos plazas ante el edificio del teatro Bolshoi (1821-1824), logrando un conjunto ágil y elegante. Entre los demás arquitectos sobresale especialmente el italiano Doménico Gilardi (1788-1845), que llega a Moscú en compañía de su padre Giacomo del que se independiza pronto, realizando importantes construcciones como la casa de los Jruschev (1814) y la de los Lopujina (1817-1822), donde a estructuras palladianas se incorporan elementos Imperio, tomados de las publicaciones de Percier y Fontaine. Intervendrá en la reconstrucción de grandes edificios como la Universidad y la Academia, a los que dará un acabado más severo al anterior neoclasicismo. De este modo el pórtico del primer edificio es transformado de jónico en dórico. La reacción nacionalista hará que pronto sea sustituido este neoclasicismo por un neo bizantinismo. La posibilidad de imitar las formas medievales, sustituyéndolas por las clásicas se encuentra presente en la cultura arquitectónica europea desde principios del siglo XIX. En Rusia dichos cambios darán origen a un verdadero movimiento transformador que afectará tanto a las técnicas como a las ideologías y a las formas literarias, en rotunda contraposición al movimiento neoclásico. BIOGRAFIAS Arjipov, Abram (1862-1930). Pintor de género y paisajista. Realizó sus estudios en la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú (1877-1884 y 1886-1887) y en los talleres de Perov, Polenov y en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo (1884-1886). Viajó a Francia, Alemania e Italia (1896-1912), y en 1902 se desplazó al norte de Rusia y al Mar Blanco. Desde 1891 fue miembro de la Sociedad de exposiciones ambulantes, en 1903 ingresó en La Unión de Pintores Rusos y desde 1924 fue miembro de la Asociación de artistas de la Rusia revolucionaria. A partir de 1894 se dedicó a la enseñanza en la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú, siendo honrado con el título de artista nacional de la R.S.F.S.R. en 1927. Borisov-Musatov, Victor (1870-1905). Pintor, dibujante y autor de composiciones figurativas, paisajes y retratos. De joven siguió cursos de dibujo en Muse Radichtchev. Estudia en el taller de la Sociedad de Amateurs de Arte de Sarátov con Konovalov; en la escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú (1890-1891, 1893-1895); en la 45 Academia de Bellas Artes de San Petersburgo (1891-1893) con Chistiakov, y en el taller de Cormon en Paris (1895-1898). Vivió y trabajó en Sarátov (1898) y a partir de 1903 en Podolsk y Tarusa. Miembro de la Sociedad de Artistas de Moscú desde 1899 y de la Unión de Pintores Rusos desde 1904. Briulov, Karl (1799-1852). Considerado el mayor y mejor dotado de los pintores academicistas, reflejó en su obra las búsquedas románticas y las tendencias realistas del arte ruso de la primera mitad del siglo XIX. Nacido en el seno de una familia de artistas, su bisabuelo, abuelo y padre eran pintores. Estudió en la Academia de bellas Artes de San Petersburgo, con Ivanov, Iegorov Shebúev. Tras graduarse con éxito en la Academia, residió trece años (1822-1835) en el extranjero, fundamentalmente en Italia. Obtuvo un gran reconocimiento en Europa por sus retratos y cuadros de historia, entre los que destaca Último día de Pompeya. De regreso a Rusia vivió en San Petersburgo. Como profesor de la Academia (1836) gozó de gran popularidad entre sus alumnos. Aconsejado por los médicos viajó en 1849 al extranjero (Bélgica, Gran Bretaña, Madeira, España) y en 1850 se marchó a vivir a Italia, donde murió. Fedotov, Pavel (1815-1852). Retratista y autor de escenas de género. Es el fundador del realismo crítico en la pintura rusa. Estudió en el cuerpo de Cadetes de Moscú. Entre 1833 y 1843 sirvió en la Real Guardia del Regimiento de Finlandia en San Petersburgo, asistiendo en horas libres a las clases de la Academia de Bellas Artes. Estudió algún tiempo con el pintor de batallas Zauerveid. En 1844 se retiró de las armas para dedicarse al completo a la pintura. Abordó la pintura al óleo y aunque sus pinturas no son muy numerosas, concurrió a las exposiciones de la Academia de Bellas Artes y la escuela de Pintura y Escultura de Moscú. Vivió en San Petersburgo y en 1849 fue nombrado Académico. Grabar, Igor (1871-1960). Pintor de paisajes, naturalezas muertas y retratos. Ejerció de crítico de arte, trabajando también como restaurador en los museos. Estudió en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo con Savitski y Repin (1894-1896), en la Escuela de Azbe en Munich (1896-1899) y en la facultad de derecho dela Universidad de San Petersburgo. Instalado en Moscú, viajó por Europa Occidental y visitó los Estados Unidos de América, Egipto, Turquía. Fue miembro de la Asociación el Mundo del Arte 46 (1902-1922 con interrupciones) y de la Unión de Pintores Rusos (1903-1910). Enseñó en la escuela de Azbe y desempeñó las funciones de conservador y director en la Galería Tretiakov (1913-1925), fue organizador y director de los talleres centrales de restauración (1918-1930) y desde 1944 director científico, director del Instituto de Bellas Artes de Moscú (1937-1943), de la Academia de Bellas Artes de Rusia (19431946), del Instituto de Historia de las artes de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S. (1944-1960) y miembro activo de la Academia de Bellas Artes de la U.R.S.S. desde 1947. En 1956 recibe el título de artista nacional de la U.R.S.S. Ge, Nikolai (1831-1894). Importante retratista y autor de cuadros de contenido histórico y religioso. Pintó paisajes y realizó esculturas e ilustraciones de libros. Se convirtió en uno de los pintores más profundos de la segunda mitad del siglo XIX. Estudió en la Academia de Bellas Artes (1850-1857) con Bassin, recibiendo también la influencia de Briulov e Ivanov. Pensionado de la Academia (1857-1863), trabajó en Roma (1857-1859) y Florencia (1860-1869). Fue profesor de la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo en 1863 y desde 1870 vivió en San Petersburgo. A partir de 1876 vivió en la granja de Ivanov (Ucrania) donde se esforzó en practicar lo que Tolstoi llamaba “la simplicidad rústica”. Cofundador de la Sociedad de Exposiciones Ambulantes y miembro de su consejo directivo desde 1870, participó entre otras exposiciones, en las muestras de la Academia de Bellas Artes, en la Exposición Universal de París (1867) y en las exposiciones internacionales de Múnich (1869) y Londres (1873) y realizó una exposición personal en 1870 en San Petersburgo. Ivanov, Alexandr (1806-1858). Autor de cuadros de temas histórico-religiosos y mitológicos, paisajista, retratista. En su intensa labor creadora trató de unir los principios del arte neoclásico con planteamientos ideológicos y artísticos de su época. En las obras de su último periodo (los llamados “bocetos bíblicos”) se alejó del sistema pictórico academicista, ejerciendo una gran influencia en el desarrollo del realismo en el arte ruso. Se formó con su padre, profesor de pintura y en la Academia de Bellas Artes (18171827), así como con Iegorov. Recibió el título de pintor en 1828 y fue enviado por la Sociedad de Estimulación de Pintores al extranjero (1830). Tras recorrer Austria y Alemania se afincó en Roma, asistiendo a las clases nocturnas de la Academia de San Lucas (1835-1836). Concurrió a las exposiciones de la Academia de Bellas Artes de San 47 Petersburgo. Tuvo estrecha relación con personalidades de la cultura rusa como Orest Kiprenski y Nikolai Gogol. Viajó a Londres para entrevistarse con Herzen, regresando a Rusia en 1858, año en que murió. Kiprenski, Orest (1782-1830). Autor de composiciones históricas y de género, así como de paisaje y dibujante. Es considerado un relevante retratista de cuño romántico. Hijo de siervos de la gleba, es liberado en 1788 y enviado a la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo. Discípulo de los profesores Ugriúmov y Doyen. Después de finalizar el curso en 1803, permaneció en calidad de pensionado de la Academia hasta 1809. Galardonado con la Gran Medalla de Oro de la Academia (1805), fue académico en 1812, estando activo en Moscú, Tver y San Petersburgo. Entre 1816 y 1823, y a partir de 1828, residió en Italia. Kramskoi, Ivan (1837-1887). Gran retratista, autor de retratos de enorme profundidad socio-psicológica, que desempeñaron un papel primordial en la configuración de la imagen del mundo contemporáneo progresista y en el afianzamiento de los ideales morales y sociales. Pintó cuadros sobre temas costumbristas, mitológicos y evangélicos. Stasov, importante crítico del arte, dijo de este artista que “Tenía la capacidad de calar profundamente en la naturaleza humana, estudiaba larga y concienzudamente la expresión de los rostros y el carácter de sus retratados; poseía un notable talento de ejecución plástica que desarrolló gracias a una tenaz autoeducación y, de entre la cantidad de retratos por él pintados, los mejores y más logrados, forman una galería incomparable de sus contemporáneos representados con todas las peculiaridades de sus naturalezas, caracteres y tipos”. Trabajó de retocador con un fotógrafo ambulante y realizó sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo (1857-1863). Impulsor del abandono de la Academia por catorce de sus titulados, al negarse el Consejo Académico a permitir la libre elección de temas para los cuadros concurrentes (1863). Fue jefe de la corporación de pintores de San Petersburgo (1863) y cofundador e ideólogo de la Sociedad de Exposiciones Ambulantes (1870-1887). Instaló su residencia en San Petersburgo y trabajó asimismo en Moscú. Visitó numerosos países europeos en 1869, 1876 y 1884, alcanzando el grado de académico en 1869. Ejerció la docencia en la Escuela de Dibujo de la Sociedad de Estimulación de pintores en San Petersburgo 48 (1863-1868). Concurrió a las exposiciones de la Academia de Bellas Artes, a la Universal de Paris de 1878 y a la Nacional de Moscú de 1882. Malevich, Casimir (1878-1935). Paisajista, retratista y autor de composiciones figurativas y abstractas. Realiza también decoraciones teatrales, artes aplicadas y obras arquitectónicas. Es el fundador del Suprematismo. Estudió en la Escuela de Dibujo de Kiev (1895-1896), en la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú (19041905) y en el taller de Rerberg en Moscú (1905-1910). Vivió en Moscú (hasta 1918), Vítebsk y Leningrado. Fue miembro de la Unión de los jóvenes (1913-1914) y desde 1918 desempeñó la docencia en las escuelas de arte de Moscú y Vítebsk. Llegó a desempeñar el cargo de director del Instituto de cultura artística de Leningrado (INKUK) (1923-1927). Perov, Vasili (1834-1882). Uno de los mayores maestros del género costumbrista y el más brillante pintor de la corriente de denuncia de la pintura rusa de la década de 1860, ejerció un gran influjo en la formación del realismo crítico en el arte. Singular retratista, de profunda hondura psicológica, cultivó también la pintura de historia. Realizó estudios en la Escuela de Pintura de Arzamas junto a Stupin (1846-1849) y en la Escuela de Pintura y Escultura de Moscú (1853-1862). Pensionado por la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo, viajó al extranjero (1862-1864), residiendo la mayor parte del tiempo en Paris. De regreso a su país se instaló en Moscú, siendo Académico en 1867 y profesor en 1870. Fue miembro de la sociedad de Amantes de las Artes desde 1862 y cofundador de la Sociedad de Exposiciones Ambulantes. Ejerció la docencia en la Escuela de Moscú desde 1871 formando un grupo de pintores de talento. Autor de varias obras literarias, concurrió a varias exposiciones de la Academia de Bellas Artes y la Escuela de Pintura y Escultura de Moscú, así como en las muestras permanentes de la Sociedad de Estimulación de Pintores en San Petersburgo y en las Exposiciones Mundiales de Paris (1867-1878). Repin, Ilia (1844-1930). Autor de cuadros sobre temas históricos, mitológicos, costumbristas y revolucionarios, cultivó también el retrato y realizó aguafuertes y litografías. Se singularizó por sus grandes posibilidades creadoras, reflejando en sus obras multitud de facetas y problemas de la vida rusa, resolviendo con soltura los 49 problemas artísticos que surgían ante el arte realista ruso. Es uno de los pintores rusos más conocidos desempeñando un gran papel en la cultura democrática rusa de la segunda mitad del siglo XIX. Estudió en la escuela de Topografía Militar de Chugúev (18541857) y con el pintor de iconos Bunakov (1857), más tarde estudió en la Escuela de Dibujo de la Sociedad de Estimulación de Pintores (1863-1864), donde fue influido por Kramskoi y finalmente en la Academia de Bellas Artes (1864-1871). Pensionado por la Academia en el extranjero (1873-1876), tras visitar Austria e Italia, se estableció en Francia y vivió principalmente en París. Realizó un viaje a Londres y al regresar a Rusia se instaló en un primer momento en San Petersburgo, y después en Moscú, Chugúev, en la hacienda Zdrávnevo, de la región de Vítebsk y a partir de 1900 en la finca “Los Penates” en Kuokkala, cerca de San Petersburgo. Se movió intensamente por el país: Ucrania, el Volga, el Don, el Cáucaso, Crimea. Trabajó también en la finca de Abramtsevo del mecenas Mamontov, dónde se formó un círculo artístico y en la finca Yasnaia Poliana de León Tolstoi. Entre 1883 y 1914 viajó varias veces a países de Europa Occidental, en particular a Madrid (1883), donde en el Museo del Prado copió a Velázquez y a Tiziano. A partir de 1918 al cerrarse la frontera entre Rusia y Finlandia, en cuyo territorio se encontraba la finca de Los Penates, Repin quedó aislado de su patria. Miembro de la Sociedad de Exposiciones Ambulantes (1878-1891, 1897-1918), asistió a muestras de la Academia de Bellas Artes, al Salón de Paris, a la Sociedad de Estimulación de Pintores, a las Exposiciones Universales de Viena (1873), Paris (1878). Muestras personales en vida del pintor se celebraron en San Petersburgo (1891), Moscú (1892 y 1924), Helsinki (1922), y Praga (1925). Fue nombrado profesor de la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo (1892) y jefe del Taller de la Escuela Superior de Arte, adjunta a la Academia de Bellas Artes (1894-1907), de la que fue nombrado Rector en 1898. Al mismo tiempo ejercía docencia en un estudio de arte particular fundado por él y Tienicheva (1895). Discípulos suyos fueron Boris Kustodiev e Igor Grabar. Riabushkin, André (1861-1904). Pintor de historia. Estudió en la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú (1875-1882) con Perov y Prianishnikov y en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo (1882-1890). Vivió en San Petersburgo y viajó por las viejas ciudades rusas. 50 Tchedrin, Silvestr (1791-1830). Paisajista. Es uno de los primeros artistas rusos que pintó al aire libre, gozando de excepcional aceptación. El arte de Tchedrin es sincero y sereno y en sus cuadros se funde el rigor clásico y la libertad romántica. Creció en una familia de artistas, su padre era un conocido escultor, su tío profesor de pintura paisajista. Cursó estudios en la Academia de Bellas Artes (1800-1812). En 1818, favorecido por una pensión de la Academia viaja a Italia y fija su residencia en Roma, trasladándose a Nápoles a partir de 1825. Serov, Valentín (1865-1911). Máximo retratista de su época, continuó las tradiciones del retrato ruso de la segunda mitad del siglo XIX y las enriqueció con los logros del método impresionista, anticipando en sus últimas obras las conquistas del arte del siglo XX en el campo de la forma pictórico-plástica. También realizó composiciones históricas y costumbristas, a la vez que se le considera uno de los mejores maestros del arte gráfico ruso. Estudió con Köpping (1873-1874) en Munich, más tarde con Repin (1874-1875 y 1878-1889) y finalmente en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo con Chistiakov (1880-1885). Vivió en San Petersburgo y luego en Moscú. Fue académico de pintura desde 1898 y miembro de número de la Academia de Bellas Artes desde 1903. En 1905 abandonó la Academia como protesta contra la masacre de la manifestación obrera del 9 de enero en San Petersburgo perpetrada por el gobierno zarista. Ejerció la docencia en la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú (1897-1909) y fue miembro de la Sociedad de Exposiciones Ambulantes (1894-1899) y de las asociaciones Mundo del Arte y Unión de Pintores Rusos (1903-1909). Surikov, Vasili (1848-1916). Pintor acuarelista, realiza también cuadros de historia, retratos y paisajes. Estudia en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo (18691875) con Chistiakov. Vivió en San Petersburgo y desde 1877 en Moscú. Viajó sistemáticamente a Siberia y por el Don (1893), el Volga (1901-1903) y Crimea (1913). Visitó Alemania, Francia, Italia, Austria (1883-1884), Suiza (1897) y España (1910). Desde 1881 forma parte de la Sociedad de Exposiciones Ambulantes y en 1895 recibe el título de académico. Vasnetsov, Apollinaire (1856-1933). Pintor y dibujante, realiza paisajes, cuadros de temas históricos, pinturas teatrales e ilustraciones. Estudia con su hermano el artista 51 Victor Vasnetsov. Vivió en San Petersburgo (1880-1890) y en Moscú. Durante los años 1898-1899 viaja por Francia, Italia y Alemania. Desde 1899 es miembro de la Sociedad de Exposiciones Ambulantes y desde 1903 miembro de la Unión de Pintores Rusos. Enseña en la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú (1901-1918). Venetsianov, Alexei (1780-1874). Autor de retratos y composiciones de género, paisajes y escenas de interiores. Pintó al óleo y al pastel, abordando también la litografía. Es uno de los más importantes pintores de la primera mitad del siglo XIX, fundó la pintura de género en el arte ruso. Su actividad creadora y pedagógica se orientaba ante todo al trabajo del natural, manteniéndose relativamente independiente del influjo de la Academia. Se considera a este artista como un importantísimo punto de partida para el desarrollo del arte realista ruso. Hijo de un mercader, en 1802 se trasladó de Moscú a San Petersburgo, donde entre 1807 y 1819 trabaja como funcionario. Tuvo como profesor de pintura a Borovikovski, pintando al principio fundamentalmente retrato. En 1811 obtiene el título de académico. Residió largas temporadas en su finca de Safónkovo, región de Tver, donde fundó una escuela de artes para no pudientes. Tuvo más de setenta alumnos, muchos de los cuales fueron más tarde famosos pintores, destacan entre ellos Zarianko, Ktilov, Alexeiev, Prajov y Soroka. Verechaguin, Vasili (1842-1904). Uno de los más notables pintores realistas de la segunda mitad del siglo XIX. Extraordinario pintor de batallas, siendo el tema fundamental de sus obras más representativas la denuncia de las guerras de rapiña y barbarie, a la vez que exaltaba el valor y el heroísmo del pueblo ruso. Cultivó de igual modo la pintura de género, el retrato, el paisaje y obras de carácter etnográfico. Cursó estudios en San Petersburgo, en el Cuerpo de Cadetes de la Marina (1853-1860), en la Escuela de Dibujo de la Sociedad de Estimulación de Pintores (1858-1860) y en la Academia de Bellas Artes de Paris (1864-1865) con Gérôme y Bida. Estudió también en la Academia de Bellas Artes de París, Moscú, Tiflis y viajó mucho por Rusia y países de Europa Occidental, así como por Siria, Palestina, India, Japón y EE.UU. Como pintor participó en las guerras ruso-turca (1877-1878) y ruso-japonesa (1904). Asistió a exposiciones de la Academia de Bellas Artes, a las Exposiciones Universales de Londres (1872) y Viena (1873) y a la Exposición Nacional de Moscú (1882). Realizó muestras 52 personales en Londres (1873), San Petersburgo (1874-18839, Moscú (1882) y también una muestra personal itinerante por muchas ciudades de Europa Occidental (1879-1883). Murió durante la explosión del acorazado Petropavlosk, cerca de Port Arthur. BIBLIOGRAFÍA Borisoba-Sternim, 1988. BORISOBA, E.; STERNIM, G.: Russian Art Nouveau. New York, 1988. Bruhat, 1972. BRUHAT, J.: Histoire de l´U.R.S.S. Vendôme, 1972. Buendía-Gállego, 1991. BUENDÍA, J.R.; GALLEGO, J.: Arte europeo y norteamericano del siglo XIX. Summa Artis. Historia General del Arte. Vol. XXXIV. Madrid, 1991. Catálogo, 1979. París-Moscú. 1900-1930. París, Centre National d´Art et de Culture Georges Pompidou. 31 mai-5 novembre, 1979. París, 1979. Catálogo, 1987. Pintores rusos del siglo XIX. Del Neoclasicismo a la Revolución. Madrid, Museo del Prado, Palacio de Villahermosa. marzo-junio, 1987. Madrid, 1987. Goehrke-Hellmann-Lorenz-Scheibert, 1984. GOEHRKE, C.; HELLMANN, M.; LORENZ, R.; SCHEIBERT, P.: Rusia. Madrid, 1984. Gray. GRAY, C.: Lávant-Garde russe dans l´art moderne. 1863-1922. Lausanne. Illina, 1989. ILLINA, T.: Obras maestras de la pintura rusa en los museos de la Unión Soviética. 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