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La Guerra Civil
Española
Resumen
La Guerra Civil Española fue un conflicto social, político y militar que se desencadenó en España tras
fracasar el golpe de estado del 17 de julio de 1936 llevado a cabo por una parte del ejército contra el
gobierno de la Segunda República Española, y que se daría por terminada el 1 de abril de 1939 con el
último parte de guerra firmado por Francisco Franco, declarando su victoria y estableciéndose una
dictadura hasta 1975. A las partes del conflicto se las suele denominar bando republicano y bando
sublevado, también conocido por Bando nacional por los vencedores. El bando republicano estuvo
constituido en torno al gobierno legítimo de España, el del Frente Popular, coalición de partidos marxistas,
republicanos y nacionalistas, apoyado por el movimiento obrero, los sindicatos y los demócratas
constitucionales. El bando sublevado estuvo organizado en torno a gran parte del alto mando militar,
institucionalizado en la Junta de Defensa Nacional y se apoyó en el partido fascista Falange Española, la
Iglesia Católica y la derecha conservadora. Socialmente fue apoyado, principalmente, por aquellas clases
más o menos privilegiadas hasta entonces, que tras la victoria en las urnas del Frente Popular veían
peligrar su posición social o estaban temerosas del anticlericalismo y de un posible estallido de violencia del
proletariado. Numerosas voces del ámbito jurídico como Baltasar Garzón, Carlos Jiménez Villarejo,14 Raúl
Zaffaroni,15 así como diversas asociaciones de víctimas del franquismo y otros, sostienen que el bando
franquista cometió actos de genocidio y crímenes contra la humanidad, ya que en la documentación ahora
disponible, como los archivos militares de la época, se demostraría que sus planes incluyeron el exterminio y
persecución sistemática de la oposición política, la violación de las mujeres de los ciudadanos republicanos,
la imposición de test físicos y psicológicos a presos para vincular su ideología con enfermedades mentales o
el robo sistemático de niños a padres republicanos a los que todavía se oculta su verdadera identidad.16 17
Por ello, consideran que dichos actos no pueden prescribir ni ser absueltos y que deben ser investigados.
Las consecuencias de la Guerra civil han marcado en gran medida la historia posterior de España, por lo
excepcionalmente dramáticas y duraderas: tanto las demográficas como las materiales, intelectuales y
políticas, y que se perpetuaron mucho más allá de la prolongada posguerra, incluyendo la excepcionalidad
geopolítica del mantenimiento del régimen de Franco hasta 1975.
Sus Detonantes
Antes del Pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936 una serie de hechos alarmaron a la opinión pública.
Entre febrero y julio de 1936 se produjeron grandes disturbios en la calle, contabilizándose centenares de
tiroteos y decenas de muertos, además de asaltos a iglesias, partidos políticos o periódicos. El 14 de abril de
1936 se produce el desfile de conmemoración del Quinto aniversario de la República, presidido por Manuel
Azaña. Durante el paso de la Guardia Civil, los abucheos y los disturbios fueron abundantes, ya que se dudaba
de la fidelidad al Gobierno de la misma, y el resultado fue la muerte del alférez De los Reyes durante una
trifulca. Pero el 16 de abril el entierro constituyó una excusa para que la derecha se echase a la calle para
protestar efusivamente; la comitiva, que quiso recorrer mucha más distancia que la que la separaba del
cementerio, acabó por provocar trifulcas que hicieron entrar en juego a los Guardias de Asalto. En todo este
caos, resulta muerto Andrés Sáenz de Heredia y Arteta, y una muchedumbre, al observar cómo el teniente José
del Castillo Sáez de Tejada dispara a un joven tradicionalista (carlista), José Llaguno Acha, se enfurece e
intenta lincharlo. Tanto el joven como el teniente necesitaron atención médica. Y el 12 de julio, el mencionado
José del Castillo Sáez de Tejada muere asesinado mientras pasea tranquilamente por la calle (probablemente
por falangistas.31 Castillo era conocido por su activismo izquierdista y por negarse a intervenir contra los
rebeldes de la Revolución de Asturias, «Yo no tiro sobre el pueblo» fueron sus palabras [cita requerida], y este
acto de rebeldía le costaría un año de cárcel. La conmoción por el asesinato no tardó en extenderse entre la
propia Guardia de Asalto a la que él pertenecía. Y a la madrugada siguiente, en represalia, un grupo de
guardias, al no encontrar en su casa a Gil-Robles, secuestran y asesinan a José Calvo Sotelo, que era diputado
en las Cortes y líder de la oposición al Frente Popular y había sido ministro de finanzas durante la dictadura de
Miguel Primo de Rivera. Este crimen convenció de la necesidad de dar el golpe de Estado a los militares que
aún estaban indecisos, entre ellos y según Preston, a Franco. Este golpe de Estado estaba preparado por Mola
(el Director) para mediados o finales de julio desde hacía tiempo, y contaba con el apoyo de la Falange y de los
movimientos conservadores y católicos. El levantamiento acababa de comenzar.
La Revolución social
Como consecuencia de la inacción del Gobierno en los primeros momentos de la revuelta militar, en las
áreas controladas por los anarquistas, en suma a las temporales victorias militares, se llevó a cabo un
gran cambio social, en el cual los trabajadores y los campesinos colectivizaron la tierra y la industria y
establecieron consejos paralelos al ya entonces paralizado Gobierno. A esta revolución se opusieron los
republicanos y comunistas apoyados por la Unión Soviética. La colectivización agraria había tenido un
considerable éxito a pesar de carecer de los recursos necesarios, cuando Franco ya había capturado las
tierras con mejores condiciones para el cultivo. Este éxito sobrevivió en las mentes de los revolucionarios
libertarios como un ejemplo de que una sociedad anarquista puede florecer bajo ciertas condiciones
como las que se vivieron durante la Guerra Civil Española. Cuando la guerra progresó, el Gobierno y los
comunistas fueron capaces de acceder a las armas soviéticas para restaurar el control del Gobierno y
esforzarse en ganar la guerra, a través de la diplomacia y la fuerza. Los anarquistas y los miembros del
POUM fueron integrados al ejército regular, aunque con resistencia; el POUM fue declarado ilegal,
denunciado falsamente de ser un instrumento de los fascistas. En las Jornadas de mayo de 1937, las
milicias anarquistas y poumistas se enfrentaron a las fuerzas de seguridad republicanas por el control de
los puntos estratégicos de Barcelona, tal como George Orwell lo relata en Homenaje a Cataluña.
El desarrollo de la guerra
Toda esperanza de un rápido desenlace desaparece el 21 de julio, el quinto día de rebelión, cuando los
sublevados conquistaron el puerto naval de Ferrol. El triunfo parcial de la sublevación militar anima a las
potencias fascistas a apoyar a los rebeldes. En los primeros días muere el general Sanjurjo en un accidente
de aviación, por lo que el mando de los rebeldes queda entonces repartido entre Emilio Mola y Franco. Sin
embargo, el mando de los nacionalistas fue asumido gradualmente por el general Franco que lideraba las
fuerzas que había traído de Marruecos. El 1 de octubre de 1936 fue nombrado Jefe del Estado y formó
gobierno en Burgos. El 3 de junio de 1937 muere en otro accidente de avión el general Emilio Mola,
quedando definitivamente Franco solo al frente de la rebelión militar.El presidente de la República
Española hasta casi el fin de la guerra fue Manuel Azaña, un liberal anticlerical, procedente del partido
Izquierda Republicana. En tanto que el Gobierno republicano estaba encabezado, a comienzos de
septiembre de 1936, por el líder del partido socialista Francisco Largo Caballero, seguido en mayo de 1937
por Juan Negrín, también socialista, quien permaneció como jefe del Gobierno durante el resto de la guerra
y continuó como jefe del Gobierno republicano en el exilio hasta 1945.
Centro de levantamiento militar
Los centros del levantamiento militar eran 13: Ceuta en el norte de África; Cádiz, Sevilla y Córdoba en
Andalucía; Ferrol (la ciudad natal de Franco), provincia de La Coruña, en Galicia; Oviedo, capital de
Asturias, la cual soportó un asedio por parte de los republicanos durante 90 días, hasta la entrada de las
tropas franquistas el 17 de octubre; Salamanca y León en la entonces existente región de León; Valladolid y
Burgos en la antigua Castilla la Vieja; Vitoria, capital de la provincia de Álava, en el País Vasco;
Pamplona, capital de Navarra y Zaragoza, capital de la provincia del mismo nombre, en Aragón. Los
principales núcleos republicanos eran 7: Madrid en la antigua Castilla la Nueva, Bilbao, capital de Vizcaya,
en el País Vasco; Barcelona en Cataluña; Valencia actual capital de la Comunidad Valenciana; Cartagena
y Albacete en la región de Murcia; y Málaga en Andalucía. De los citados centros de la sublevación parten
las ofensivas del Ejército de España, a hacer lo que la propaganda nacional llamó la Reconquista, para
tomar las ciudades en manos de la República o a liberar a los lugares en manos de los rebeldes asediados
por las tropas gubernamentales, como son los casos del sitio de Oviedo y del Alcázar toledano. En este
contexto, los nacionalistas y los republicanos proceden a organizar sus respectivos territorios y a reprimir
cualquier oposición o sospecha de oposición. Una estimación mínima señala que más de 50.000 personas
fueron ejecutadas, muertas o asesinadas en cada bando, lo que da una indicación de la gran dureza de las
pasiones que la guerra civil había desatado. El resultado del levantamiento es incierto. Aproximadamente
un tercio del territorio español ha pasado a manos rebeldes, con lo que ninguno de los dos bandos tiene
absoluta supremacía sobre el otro. La intentona de derrocar de un golpe a la República había fracasado
estrepitosamente. Ambos bandos se preparan para lo inevitable. Un enfrentamiento que iba a desangrar
España durante tres largos años. La Guerra Civil Española acababa de empezar.
Participación extranjera
Las principales potencias democráticas de Europa, Francia y Gran Bretaña se mantuvieron oficialmente
neutrales, pero dicha neutralidad era engañosa, ya que impusieron un embargo de armas y un bloqueo
naval a España, además de intentar desalentar a la participación anti-fascista de sus ciudadanos en apoyo
de la causa republicana. Pero pese a estos intentos, muchos franceses e ingleses participaron
individualmente como voluntarios en la lucha. Dos temores alimentaban esta política: el triunfo de la
revolución en España y una confrontación total en el ámbito europeo. La neutralidad de las democracias
occidentales tuvo su justificación oficial a través de su participación en el denominado Comité de No
Intervención, del cual formaban parte, además de Francia e Inglaterra, Italia, Alemania, la URSS y otros
países menores. Si la misión del comité era impedir el suministro de armas a cualquiera de los dos bandos
enfrentados, es fácil suponer, viendo su composición, que su gestión necesariamente habría de ser un
completo fracaso, como así ocurrió. A pesar de todo, el hecho cierto es que mientras los nacionales
recibieron armamento, equipo y efectivos de las potencias fascistas, la República solo recibió ayuda
importante desde la lejana URSS y, en menor medida, de México. Las principales democracias occidentales,
no le prestaron ayuda, temerosas de su carácter revolucionario y de un enfrentamiento abierto con
Alemania e Italia. Las potencias democráticas, concentradas en su política de apaciguamiento de los
regímenes fascistas, no miraban con buenos ojos la oposición frontal de las izquierdas revolucionarias, en
las que veían una cierta amenaza de que se extendiera el mal ejemplo soviético. Por ello, la República era
vista por esos países como un régimen inclinado a un comunismo al que no tenían gran simpatía.
Italia
Envió a España al Corpo Truppe Volontarie y la Aviación Legionaria.Ayudó al bloqueo del armamento
enviado desde la URSS a España con acciones puntuales de su propia Armada.Aportó cuatro «submarinos
legionarios» a la flota de Franco y le vendió cuatro destructores y dos submarinos. La ayuda italiana fue, en
palabras de R. Serrano Suñer, la ayuda más «grande, delicada y desinteresada», pues es de mencionar que
Italia tenía en España tres divisiones completas y que, mientras Alemania cobraba inmediatamente la ayuda
material, Italia ofrecía la ayuda prácticamente gratuita. Además, Italia colaboró con cerca de 300 aviones a
la causa rebelde.38
Alemania
Voluntarios alemanes de la Legión Cóndor.
Ayudó a Franco enviando a España la Legión Cóndor, y miles de técnicos y asesores militares.
Aprovechó la guerra para probar sus nuevos modelos de armas y tácticas. Se probaron los cazas
Messerschmitt Bf 109 Junkers Ju 87 A/B y los bombarderos Junkers Ju 52 y Heinkel He 111. Estrenó en
España sus tácticas de bombardeo sobre ciudades. Aunque no fue el único, el más famoso fue el bombardeo
de Guernica representado por Picasso en su cuadro Guernica, expuesto en el pabellón español de la
Exposición Universal de París de 1937. La Legión hizo su último desfile oficial en España el 22 de mayo de
1939, cuatro días después 5.136 oficiales y soldados alemanes salieron por barco para Alemania, llevándose
con ellos unas 700 toneladas de equipo y la mayor parte de los aviones que quedaban. Desde su llegada a
España en julio de 1936 habían reivindicado la destrucción de 386 aviones enemigos (313 de ellos en
combate aéreo), con la pérdida de 232 de los suyos (de los cuales sólo 72 fueron destruidos por la acción
enemiga). Además, los aviones de la Legión Cóndor habían lanzado unas 21.000 toneladas de bombas,
contribuyendo en no escasa medida a la victoria final de los nacionales. 226 miembros de la Legión
perdieron la vida en España,.
COMINTERN
El Comintern organizó y dirigió a través del NKVD una tropa de voluntarios para que fueran a luchar en
favor de la República, las popularmente conocidas como Brigadas Internacionales. Los voluntarios
americanos formaron el Batallón Lincoln y los canadienses el Batallón Mackenzie-Papineau. También
hubo un pequeño grupo de pilotos estadounidenses que formaron el Escuadrón Yankee, liderado por Bert
Acosta. Hubo brigadistas famosos, escritores y poetas como Ralph Fox, Ernest Hemingway, Charles
Donelly, John Cornford y Christopher Caudwell que describirían sus experiencias en el frente. Lucharon
alrededor de 40.000 brigadistas y otros 20.000 sirvieron en unidades médicas o auxiliares. El 23 de
septiembre de 1938 se ordenó su retirada total, con el fin de modificar la posición de no-intervención
mantenida por el Reino Unido y Francia.
URSS
El carguero ruso Kursk desembarcando material militar para la República en el puerto de Alicante.
Probaron tácticas y comportamiento en combate de los I-15 («Moscas») e I-16 («Chatos»), así como tácticas
de carros y bombardeos a objetivos navales.39 Aportaron asesores militares, e incluso oficiales de marina
para mandar algunos submarinos republicanos.40 41 42 El 29 de octubre de 1936, 15 tanques rusos T-26
tripulados por rusos y mandados por Paul Arman (a Greiser), atacan a la caballería franquista ensayando
las tácticas de Blitzkrieg alemana tan admiradas en Rusia.43 En 1937 había 125 carros de combate rusos al
mando del general ruso Rudolf.44 La mayoría de los Chatos y todos los Moscas estaban pilotados por
pilotos rusos. En 1937, dos aviones pilotados por rusos bombardean al acorazado alemán Deustchland en
aguas de Ibiza, matando a 22 marineros e hiriendo a 75, de los que más tarde morirían 9.45 La Unión
Soviética vendió a la República una cantidad indeterminada de armas, vehículos y material. Algunos
autores hablan de 680 aviones, 331 carros de combate, 1.699 piezas de artillería, 60 coches blindados,
450.000 fusiles Mosin Nagant, 20.486 ametralladoras y fusiles ametralladores DPM y 30.000 toneladas de
munición.46 La República presuntamente pagó estos y otro envíos con las reservas de oro del Banco de
España. Hay que tener en cuenta que, entonces, España poseía la cuarta reserva de oro más grande del
mundo, con un valor aproximado de 783 millones de dólares, de los que se pagaron a la URSS unos 500
millones de dólares.47 Algunos han condenado, posiblemente con razón, a la URSS de abusar de la
precaria situación republicana para venderles armas a precios excesivos, llegando algunos (Gerald
Howson) a hablar de una verdadera estafa. Los soviéticos también enviaron muchos asesores militares, los
cuales participaron activamente, incluso en los combates.48 Tanto el bando sublevado como los propios
republicanos criticaron la salida de reservas de oro, realizada en secreto, sosteniendo que había sido un
expolio, y se acuñó la expresión «Oro de Moscú», alegando que era una especie de cuenta del Gobierno
republicano, depositada en Moscú y no un pago por el material bélico adquirido.
Otros países
Ayudaron a los sublevados la brigada irlandesa del general Eoin O'Duffy y Portugal, con tropas de
voluntarios, denominadas Os Viriatos y permitiendo el paso de suministros alemanes por sus puertos.
México apoyó la causa republicana de forma militar, diplomática y moral: proveyendo a las fuerzas leales
de 20.000 rifles, municiones (se habla de un aproximado de 28 millones de cartuchos), 8 baterías, algunos
aviones y comida así como creando asilos para cerca de 25.000 españoles republicanos, dando protección,
techo, alimentación y comida a miles de intelectuales, familias y niños que llegaron al puerto de Veracruz.
Francia facilitó a la República al principio de la guerra aviones y pilotos, por los que cobró unos 150
millones de dólares. EE. UU. vendió aviones a la República y gasolina a Franco.49 La mayoría de las
embajadas y legaciones extranjeras de Madrid y algunos consulados de capitales de provincia ejercieron
una importante labor humanitaria dando asilo político a miles de españoles de ambos bandos que se
encontraban en peligro de muerte.50 Argentina cooperó en la evacuación de asilados hacia Francia con dos
buques de la Armada Argentina, el ARA 25 de mayo y el ARA Tucumán.
Consecuencias
El número de muertos en la Guerra Civil española sólo puede ser estimado de manera aproximada. El bando
sublevado estableció una cifra de 500.000, incluyendo además de los muertos en combate, a las víctimas de
bombardeos, ejecuciones y asesinatos. Estimaciones recientes arrojan esa misma cifra de 500.000 muertos o
algo menos, sin incluir a quienes murieron de malnutrición, hambre y enfermedades engendradas por la guerra.
La cifra de 1.000.000, a veces citada, procede de una novela de Gironella, que la justifica entre los 500.000
reconocidos y otros tantos cuya vida resultó irremediablemente destrozada. El exilio forzoso de muchos
represaliados antes, durante y después de la guerra es difícil de cuantificar. Según su situación geográfica y sus
preferencias políticas se optó entre salir por mar, cruzando el océano para pasar a países sudamericanos en su
mayoría o el mar los más pudientes para ir a Inglaterra o Francia. O por tierra cruzando los Pirineos al lado
galo, país que muchos eligieron por su cercanía con España y su creencia de buena acogida, demostrándose su
error con hechos como los campos de concentración de Bram. Las repercusiones políticas y emocionales de la
guerra trascendieron de lo que es un conflicto nacional, ya que, por muchos otros países, la Guerra Civil
española fue vista como parte de un conflicto internacional que se libraba entre la religión y el ateísmo, la
revolución y el fascismo. Para la URSS, Alemania e Italia, España fue terreno de prueba de nuevos métodos de
guerra aérea y de carros de combate. Para Gran Bretaña y Francia, el conflicto representó una nueva amenaza
al equilibrio internacional que trataban dificultosamente de preservar, el cual se derrumbó en 1939 con la
Segunda Guerra Mundial. El pacto de Alemania con la Unión Soviética supuso el fin del interés de ésta en
mantener su presión revolucionaria en el sur de Europa. En cuanto a la política exterior, la GCE supuso el
aislamiento de España y la retirada de embajadores de casi todo el mundo. Sólo unos pocos países mantuvieron
relaciones diplomáticas con España desde el final de la II Guerra Mundial hasta el inicio de la Guerra Fría. A
partir de los años 50, las relaciones internacionales españolas, con el apoyo de EE.UU, pasan a ser casi
normales, salvo con los países del Bloque Soviético.
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