Tema 2

Anuncio
Tema 2
Considero que en el Perú puede contribuir a combatir el hambre y la inseguridad alimentaria, la
“producción orgánica y el consumo nacional”, debido a la situación particular del país, al contar con
diversidad de materias primas y con una gran cantidad de conocimientos ancestrales.
Creo que es fundamental por parte del Estado y de los ciudadanos, impulsar la “producción orgánica y el
consumo nacional”, pues para que exista seguridad alimentaria no basta con que todas las personas, caso
de los consumidores, tengan acceso físico y económico a suficientes alimentos, sino también es necesario
que estos sean nutritivos, con el fin de disfrutar de una vida sana. La “producción orgánica y el consumo
nacional” beneficia no solo a consumidores, sino también a los productores, en su mayoría campesinos e
indígenas afectados por la pobreza, a quiénes este tipo de producción les permite desarrollar un comercio
justo.
Durante las últimas décadas, en el territorio nacional son muchas las empresas transnacionales que han
instalado complejos agroindustriales orientados principalmente a la producción de alimentos para
exportación. Esta situación ha sido promovida por una concepción según la cual cada territorio debe
especializarse en aquellas actividades en las que tenga “ventajas comparativas” en una economía
fuertemente globalizada (Klauer 2010: 132).
Estas empresas transnacionales recurren al uso intensivo de la tierra, al empleo de productos químicos,
semillas híbridas o transgénicas, maquinaria pesada. Asimismo, cabe destacar que muchas de estas
empresas no respetan cabalmente las reglas del libre mercado, ya que son muchos los países desarrollados
que mantienen fuertes subsidios a su producción. Ello implica que la producción agropecuaria destinada
hacia la exportación llevada cabo a través de subvenciones, promueva que se vendan en otros mercados
por debajo del costo de producción en el lugar de origen, generando un proceso llamado “dumping”, que
perjudica a las economías locales, sobre todo a la producción familiar campesina.
Este proceso ocurre precisamente porque el objetivo es generar ganancias y no alimentar a los pueblos, lo
que ocurre a pesar que los estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) hayan ratificado en la Cumbre Mundial de la Alimentación (1996),
el derecho a la alimentación incluido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Sin embargo, recientemente tanto los movimientos sociales como las organizaciones campesinas e
indígenas se han preocupado por los problemas que han generado la producción de alimentos de empresas
transnacionales como de la exportación de estos productos. Las condiciones actuales de comercio, de
acceso a recursos y de desprotección de la actividad campesina, coinciden en señalar que el problema de
alimentación que existe es tanto de producción como de acceso a los alimentos (Klauer 2010: 134).
Relacionado al problema de la alimentación, existen muchos foros, organizados por los movimientos
sociales, donde ello se discute, sobre la base de lo que implica la “soberanía alimentaria” (Klauer 2010).
Poseer soberanía significa el poder decidir sobre lo que se quiere producir, y en qué mercados se desea
colocar los productos, por supuesto priorizando la demanda interna de los productos. Sin embargo, en el
caso de los productores orgánicos de exportación en el Perú, este poder de decisión se desestima en la
medida en que las cada vez más fuertes interrelaciones con el mercado global, les exige solo cierto tipo de
productos (café, cacao, y banano en su mayoría). Esto se da debido a que los fines de la producción no son
asegurar alimentariamente al país, sino es colocar cierto tipo de productos en el mercado internacional
para aprovechar los altos precios de los productos orgánicos en algunos países desarrollados; es decir, el
fin de la producción orgánica peruana es en general, la exportación, dando priorización a los consumidores
y sus demandas de los mercados externos.
La producción orgánica aparece como alternativa de desarrollo sostenible, ecológico y económico para
pequeños productores; pues los estudiosos del movimiento agroecológico consideran que la agricultura
orgánica tiene dimensiones socio-culturales, económicas y políticas. La Federación Internacional de
Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM) presenta 4 principios que debe seguir toda agricultura
orgánica (PROMPEXPERÚ. 2007: 8 y 9): a) Principio de Salud: debe sostener y promover la salud de
suelo, planta, animal, persona y planeta como una sola e indivisible; b) Principio de Ecología: debe estar
basada en sistemas y ciclos ecológicos vivos, trabajar con ellos, emularlos y ayudar a sostenerlos; c)
Principio de Equidad: debe estar basada en relaciones que aseguren equidad con respecto al ambiente
común y a las oportunidades de vida. d) Principio de Precaución: debe ser gestionada de una manera
responsable y con precaución para proteger la salud y el bienestar de las generaciones presentes y futuras
y el ambiente.
Los pequeños productores a través de un tipo de organización asociativa, logran costear diversas fases
necesarias para la exportación de sus productos. Esta asociatividad se vuelve necesaria en la medida que
es fundamental contar con acceso a servicios financieros, capacitación técnica, leyes y apoyo estatal para
el desarrollo de la exportación orgánica. Asimismo, las interrelaciones que se establecen con el mercado
global de productos orgánicos son de dependencia, puesto que los productores solo producen y exportan lo
que mercados extranjeros demandan, y al mismo tiempo están supeditados a los flujos de precio
internacional.
Los productores orgánicos son pequeños propietarios; es decir, su posesión de la tierra es de tamaño
pequeño; sin embargo, llegan a exportar a mercados internacionales en cantidades cada vez más grandes.
La dinámica organizativa que permite este logro, a pesar de los pocos capitales tanto económicos como
tecnológicos que tienen los pequeños propietarios, es el de la asociación o cooperativa. En este sentido,
este tipo de organización productiva, le permitiría a los pequeños productores “hacer fuerza” para poder
exportar; ya que para hacerlo es necesario costear certificación, invertir en implementación tecnológica, y
conseguir préstamos de los bancos y mercados en el exterior. Por otro lado, los productores orgánicos que
orientan sus bienes al mercado local, tienen más control del proceso productivo, del proceso de
comercialización y de sus beneficios.
BIBLIOGRAFIA
KLEIN, Emilio
Condiciones laborales de la pobreza rural en América
Latina. En: Políticas de mercado de trabajo y pobreza
rural en América Latina. FAO, OIT y CEPAL, Roma. 2010
PROMPEXPERÚ. 2007.
“Guía Comercial de Productos Orgánicos”. Pp.47
Descargar