La primera tejedora de la guajira: integración de un complejo.

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Congreso Venezolano de Psicoanálisis AVEPSI
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Número 24 Julio-Septiembre 2005
La primera tejedora de la guajira: integración de un complejo.
Luis Sanz Barboza
María Leonor de Planchart
Asociación Venezolana de Psicología Analítica (AVPA)
Para Jung la psique, al igual que el cuerpo, es un sistema que se auto gobierna. Jung percibió esta
actividad auto reguladora sobre todo en las reacciones del inconsciente a las unilateralidades de la
conciencia. Estas reacciones mantienen la integridad de la estructura de la psique, y al mismo tiempo
posibilitan trascender un punto de vista dado (cambio o transformación).
La función auto reguladora de la psique opera por medio de símbolos. Los símbolos son cortes de la
experiencia humana: condensan sentido en gotas microscópicas y son los puntos focales del desarrollo
humano. Los símbolos despliegan los temas vitales que originan nuestras dificultades, que son los mismos
temas que guardan nuevas perspectivas. En consecuencia, los símbolos hacen visibles las maneras en
que podemos crecer. Más aún, nos muestran nuestros problemas personales como típicamente humanos,
algo que nos impresiona cuando descubrimos estos mismos símbolos en cuentos de hadas, mitos,
literatura y obras de arte.
El hecho de que los símbolos tienen dimensiones tanto de inhibición como de desarrollo se hace claro
cuando entendemos cómo los símbolos nos pueden ayudar a ver los complejos. Los complejos son
constelaciones de recuerdos, experiencias y fantasías condensadas que se atraen entre sí en base a un
tema dado y comparten una característica común de resonancia emocional. Los complejos influyen sobre
nuestra percepción del mundo, nuestros sentimientos, nuestras relaciones, en la formación de ideas y en
los procesos somáticos.
Cuando nos tocan un complejo en nuestra vida cotidiana “sobre reaccionamos”. La emoción atada al
complejo nos golpea como una ola gigante, y las fantasías que surgieron en la situación que está en la raíz
del complejo distorsionan nuestra percepción de la situación actual.
La emoción que le da el poder al complejo contiene la energía que el complejo del ego necesita para lograr
manejar ese problema. Pero hay una manera para hacer esta energía accesible: permitirle al complejo que
se “imagine a sí mismo” en formas y figuras simbólicas.
En consecuencia, los símbolos son los talleres adonde se invitan los complejos en el aquí y el ahora. Los
símbolos le conceden al ego el terreno donde pararse para confrontar los complejos. Esta confrontación
tiene dos aspectos: uno mira hacia atrás y el otro mira hacia adelante. El símbolo permite el acceso tanto a
la memoria como a la expectativa. Nos conduce a los recuerdos personales de aquellas situaciones que
nos han dejado marcas y cicatrices, y nos muestra la luz al final del estrecho túnel del complejo.
En el corazón de todo complejo hay un arquetipo. Los arquetipos son constantes antropológicas. Son los
motivos siempre presentes detrás de toda experiencia, expresión, trabajo y comportamiento humanos. Le
dan forma y figura al corazón de toda experiencia humana. Las ideas arquetipales canalizadas en un
complejo personal adquieren una coloración personal. Los arquetipos están estructurados de tal modo que
traspasan los límites de lo considerado físico y psicológico. Los complejos sirven de ropajes a los
arquetipos.
Nuestra motivación para analizar el relato seleccionado es que, de acuerdo a Jung, la predisposición
inconsciente más importante es la fantasía creadora. Las imágenes primordiales o arquetipos se hacen
visibles en los productos de la fantasía. En esta oportunidad nos ocuparemos con mayor énfasis de la
manifestación de anima, principio contrasexual en la psique del hombre, y animus, principio contrasexual
en la psique de la mujer y que están definidos por la cultura y la sociedad en un momento determinado.
Son arquetipos enraizados en el inconsciente colectivo y actúan como conectores entre los ámbitos
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personales y transpersonales. Como arquetipos, sus dimensiones se manifiestan por medio de símbolos
culturales. Los cuentos relatan patrones arquetipales enunciados en el lenguaje de la cultura. Nos hablan
de las relaciones que existen entre los individuos de un pueblo y los arquetipos predominantes en un
momento dado. Son, al igual que los sueños, fenómenos naturales del inconsciente colectivo: iluminan por
un momento y de repente se desvanecen. Son el teatro de la naturaleza.
El mito que hoy analizaremos pertenece a la etnia wayúu, que significa gente. También son conocidos
como guajiros porque habitan en la península de La Guajira, al noroeste de Venezuela. Llegaron a esas
tierras 500 años antes de los españoles.
RELATO
Eeshi wanee..., érase una vez un joven guajiro, hijo de un cacique muy rico, que en una ocasión se
encontró en su camino a una niña sucia y desarrapada. El joven se apiadó tanto de la niña, al verla tan
sola y con los vestidos harapientos, que la llevó a su casa para que viviera con su familia.
Allí las hermanas del joven comenzaron a tratarla con desprecio a causa de su origen. El joven que la
había encontrado salía todos los días muy temprano a trabajar y volvía en la noche. Las hermanas
aprovechaban para dejar a la niña privada de comida durante el día. Sólo cuando él llegaba podía comer la
niña, ya que el joven compartía con ella sus alimentos.
Un día, al volver a su casa, halló que alguien había tejido para él un lindo chinchorro. Otro día halló una
manta para silla de montar; el otro, una faja tejida. Como ninguna de sus hermanas conocía el tejido,
además de que todo el día estaban ociosas por no conocer ningún oficio, el joven, excitada su curiosidad,
se puso a investigar quién sería el autor de todas las cosas lindas que le habían regalado.
Una noche, al volver a su casa más temprano que de costumbre, halló una muchacha muy hermosa. Ella
se hallaba de espaldas a él y de su boca brotaban muchos hilos que utilizaba luego para tejer.
Durante mucho tiempo la observó maravillado. Sintiéndose atraído por la belleza de la muchacha, se fue
hacia ella para abrazarla. Cuando la muchacha notó su presencia, súbitamente se convirtió en la niña que
él había recogido en el camino.
“Quiero que crezcas de nuevo y que te quedes así para siempre para que yo pueda comprarte y hacerte mi
mujer”, le dijo el joven.
“Yo no podría. Tus hermanas me detestan porque soy pobre. Yo te he hecho todas esas cosas porque te
quiero mucho, pero no podemos casarnos”, le respondió la niña.
Toda la noche estuvo él suplicándole y diciéndole que quería que enseñara a tejer a sus hermanas, que
eran flojas, para que así tuvieran un oficio. Al fin, ella accedió a que él la comprara. Y una vez que fue
esposa de él enseñó a tejer a sus cuñadas.
Esto se fue transmitiendo por toda la Guajira hasta que, al fin, todas las mujeres aprendieron a tejer1.
1
De Armellada, p. 239.
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ANÁLISIS DEL RELATO
El comienzo de nuestro relato ya nos da una pista sobre el mensaje simbólico que nos trae: un joven va
por un camino y se encuentra una niña harapienta. Es una instancia del encuentro de opuestos, anima y
animus. Un camino que se va tejiendo con los complejos, con los sueños, con la imaginación activa y los
hechos sincronísticos. Un camino que nos conduce a nuestra auto realización: conciencia de destino,
encuentro con el Self, llevar al acto nuestro potencial, lo que estamos llamados a ser.
La historia se inicia con dos tríadas: el joven, su padre (un cacique rico, lo cual apunta hacia un complejo
paterno positivo) y una niña harapienta (representación de un anima incipiente, poco desarrollada). La otra
tríada está compuesta por el joven y sus hermanas ociosas: massa confusa y complejo materno negativo
(dado que no existe una figura materna y esto sorprende porque los wayúu se rigen por clanes familiares
matrilineales). El inconsciente ha dado un paso hacia la conciencia. Se inicia un conflicto. ¿Cuál es el
conflicto de nuestra historia? El joven lleva una niña de origen humilde a vivir a su casa, y sus hermanas la
desprecian. Ni siquiera le ofrecen alimento. Le tienen envidia porque fue la elegida.
La ausencia de la figura materna nos da la pauta del proceso del joven. Se inicia con un complejo negativo
de lo femenino, que se ha dado por su contacto con lo femenino, representado en las hermanas. Es un
principio femenino incipiente e incierto. No existe Eros. El núcleo de este complejo es el anima. Podemos
ver que se trata de la redención del principio femenino ya que la niña harapienta se transforma en una bella
joven que se casa con el joven rico y además enseña a tejer a sus hermanas ociosas, y ellas van
enseñando al resto de las mujeres de la comunidad. Entre los wayúu el tejido tiene vital importancia y las
adolescentes aprenden a tejer en su rito de iniciación. El tejido 2 , al igual que el hilo, el telar, y los
instrumentos que sirven para hilar o para tejer, como el huso y la rueca, son símbolos del destino. Tejer es
crear, como lo hace la araña, que de su substancia saca la tela, construye una forma nueva a partir de sí
misma. De igual modo lo hace la joven de nuestro cuento: de su interior sale la materia prima que, al ser
trabajada, resulta en una transformación.
El tejido es femenino. Fue enseñado a la humanidad por una diosa y el destino lo tejen tres diosas. En
nuestro relato es una joven quien teje. Un tejido puede ser un diseño de relaciones y por eso hablamos de
algo finamente hilado, el hilo de la vida, el hilo del destino. Eros es quien teje las conexiones, tanto internas
como externas, y “conexión” es una palabra muy apropiada 3 . Por ejemplo, hablamos de una red de
asociaciones, donde todas las amplificaciones de un arquetipo forman una red. Todas están relacionadas
entre sí, entretejidas unas con otras. Es por esto que Jung afirma que los arquetipos están contaminados.
Contaminare en latín significa entretejido. Así que nuestros procesos mentales son como una red, una red
de asociaciones. Nuestros procesos afectivos también son como una red. Hacemos conexiones y casi
siempre las hacemos con nuestra fantasía. El tejido tiene que ver con el trabajo de la fantasía, que también
es una forma de asociación y de hacer conexiones. La fantasía creativa es una red. El ejercicio de
imaginación activa es el tejido de una tela y es por eso que tiene que ver con la idea de destino, porque
nuestras fantasías inconscientes son nuestro destino. Lo importante es saber si las vamos a realizar de
manera concreta o de manera simbólica. En la práctica clínica lo vemos a menudo en esos pacientes que
siempre repiten la misma situación. Por ejemplo, cambian de pareja e invariablemente la relación toma el
mismo rumbo, y les va mal. “Yo sabía que me iba a ir mal”, le dicen al terapeuta. Lo valioso aquí sería traer
la fantasía inconsciente a la conciencia para así romper el círculo vicioso.
Las hermanas del joven trataban a la niña con desprecio a causa de su origen. ¿Qué puede significar
esto? Una mujer poseída por su animus está llena de prejuicios, de dogmas incuestionables que la
sofocan, la paralizan y le impiden su desarrollo. Es por eso que las hermanas son ociosas. Pero también
su anima es incipiente y por eso proyectan en la niña su propio abandono, su descuido, su desprotección,
su propio aspecto mendicante. Y de allí su envidia: la niña fue la elegida. La envidia incide sobre la imagen,
la propia y la que tenemos del otro. La colorea, la tiñe de manera particular e imposibilita una relación
2
3
Chevalier, p. 982.
1999, p. 70.
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auténtica. Es por ello que las hermanas permanecen aisladas y no participan del proceso que viven el
joven y la niña.
El joven comparte sus alimentos con la niña: el “pago”, el sacrificio que se le rinde al inconsciente para
propiciar su colaboración con la conciencia. Asimismo podemos ver los alimentos como elementos
inconscientes que la conciencia ya es capaz de integrar. Es una imagen muy bella del manejo
evolucionado de los instintos. Y el inconsciente concede su “premio”: el tejido -hilar, tejer la trama del
camino que tenemos que transitarPor otra parte, la ausencia de la figura materna la podemos equivaler a un abandono por parte de la
madre. El encuentro con la niña harapienta -reflejo del estado emocional del joven con respecto a lo
femenino- nos remite a un hecho sincronístico, ya que ese hecho físico encuentra su coincidencia en un
hecho emocional: la carga del complejo negativo. La figura harapienta es la compensación. El joven
necesitaba compensar lo negativo y transformarlo en lo que se dio en el relato. El tejido hizo que el
complejo se hiciera positivo.
Entre los wayúu la araña es emisario de Juyá4. Juyá es la figura mitológica principio masculino. La niña se
llama Kanas, que significa araña. La descripción de la joven tejiendo con los hilos que salen de su boca
nos recuerda la araña. Podemos ver esta imagen como una integración de lo masculino y lo femenino. Más
aún, los hilos saliendo de la boca nos remiten a la palabra: Logos, la posibilidad de discriminación que le
trae el animus a la mujer. La transformación otra vez en niña cuando se da cuenta de que el joven la quiere
abrazar nos habla de un contenido que se ha reprimido y por eso toma una forma anterior. En este sentido,
el análisis nos ayuda a destruir estructuras caducas. Y el terreno queda desierto, el alma se siente seca.
Luego, cuando se han enfrentado la herida, el dolor y la rabia, entonces la terapia puede tomar un nuevo
rumbo y encontrar una nueva fuente de vida. El joven pasa la noche suplicándole a la niña que vuelva a
convertirse en la bella joven para que se puedan casar. Y al fin ella accede. Los procesos del inconsciente
no se pueden ni apresurar ni detener. Marchan a su propio ritmo. El proceso de individuación se propicia,
precisamente, al no tomar parte en la batalla. Esto es, soportar la tensión de los opuestos hasta que surja
la función trascendente, la nueva actitud.
4
De Armellada, p. 240.
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CONCLUSIONES
Soonokalaka ee atüjain,
Ee matüjain nojotsü,
Woonokalaka süma eekai aüujain...
“Aquellos que saben creen en eso,
aquellos que nada saben no lo creen,
nosotros que sabemos, creemos”
Estas frases fueron enunciadas por un viejo chamán 5 y sentimos que comunican lo que intentamos
trasmitir. Nuestro contacto con la cultura wayúu ha reforzado nuestra creencia sobre la importancia de la
sabiduría, de la imaginación, del sentimiento, en contraste con el sólo conocimiento.
Fue hermoso encontrarnos una vez más hablando el idioma de la psique. Un idioma muy arduo para
nosotros porque hemos descuidado los hilos con la naturaleza. El relato leído, a nuestro modo de ver, nos
permite retomar una parte de esos hilos.
5
Perrin, p. 29.
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