1 Elites Políticas y Trayectorias Políticas Militantes. El caso de Chile1 Borrador Presentado en IPSA 2012 Madrid, 11-07-2012. No citar sin autorización de sus autores. Claudia Cerda Becker (Universidad Central, Santiago de Chile; [email protected]) Hernán Cuevas Valenzuela (Universidad Diego Portales, Santiago de Chile; [email protected], [email protected]) 1 El presente estudio se basa en una encuesta y una serie de entrevistas realizados en el marco del proyecto Fondecyt Regular Nr. 1100877 titulado Las élites políticas en Chile: sociología del personal gubernamental, parlamentario y partidario (1990-2010). 2 Este artículo estudia los fenómenos de las ‘trayectorias políticas militantes’ y lo que llamamos ‘migraciones políticas’ en un período de 5 décadas. En particular, se estudian las trayectorias políticas de los miembros de la élite partidista, gubernamental y estatal que ocuparon posiciones de dirección formal en partidos políticos e instituciones del Estado de Chile entre 1990 y 2010. El artículo presta especial atención a diferentes tipos de trayectoria políticas militantes de los miembros de la élite. En primer término, distinguiendo entre trayectorias de militancia partidista y trayectorias no-partidistas. En segundo lugar, estudiamos las trayectorias políticas militantes tanto en su dimensión temporal, esto es, las continuidades y/o discontinuidades en el tiempo de las trayectorias políticas, como en términos ideológicos y espaciales estudiamos las trayectorias políticas desde el punto de vista de los movimientos inter partidos políticos, es decir, como cambios (o persistencia) de la militancia. En tercer lugar, estudiamos los patrones individuales y/o grupales de la persistencia o movilidad, intentando descubrir tipos de secuencias características, configurando de este modo diferentes tipos de trayectorias políticas. En cuarto término, y estrechamente relacionado a lo anterior, analizamos estos patrones de persistencia y/o movilidad y los tipos de trayectorias políticas en relación a las coyunturas históricas específicas que crearon oportunidades para migrar. Élites y Militancias Políticas Dos cuerpos de literatura y sus respectivas preguntas han sido de importancia en la realización de este estudio: la literatura contemporánea sobre elites políticas y la literatura sobre militantismo. Es hasta cierto punto sorprendente que no exista mayor contacto entre ambas literaturas, con la excepción de un puñado de autores.2 A continuación abordaremos cada una de manera breve. La literatura sobre élites se remonta a los así llamados teóricos elitistas clásicos, entre los que destacan la a veces denominada escuela italiana.3 Uno de los fundamentos de la teoría es la distinción entre una minoría poderosa con capacidad de conducir a la sociedad, y una mayoría de individuos constitutivos de la masa. Una segunda generación de elitistas describió la política democrática como un juego competitivo entre élites. Entre estos autores destaca Joseph 2 La mayoría de estos pertenecen al mundo francófono. Recientemente, Alcántara se ha interesado La llamada escuela italiana de élites está conformada por Gaetano Mosca (1958-1941), Wilfredo Pareto (1848-1923) y Robert Michels (1876-1936). De estos autores Michels era de origen alemán, estudió con Max Weber y su estudio clásico tuvo como objeto al partido socialdemócrata germano. Sin embargo, no es del todo equívoco ubicarlo en la misma escuela pues vivió en Italia donde se desempeñó como académico en Turín hasta 1914. 3 3 Schumpeter, quien concibió la actividad política como una competencia entre líderes y maquinarias políticas por el voto popular.4 Si bien la teoría contemporánea de élites no se encuentra entre aquellas que conforman el mainstream de la ciencia política, el concepto de élite se ha consolidado en el lenguaje de la disciplina. Los estudios sobre élites han tenido en tiempos recientes una relativa importancia en la explicación de los procesos de transición desde regímenes autoritarios de tercera ola democratizadora. Esta clase de estudios enfatizaron el comportamiento estratégico de los actores de élite, la configuración de alianzas, la elección estratégica de cursos de acción y la formación de pactos transicionales (Huntington, 1991; Przeworski, 1986; 1991; Gunther y Highley,XXX). Un segundo tipo de literatura se ha concentrado en el estudio de las actitudes, valores y opiniones comparadas entre los ciudadanos y sus representantes. Estos estudios se han orientado a analizar la congruencia entre los patrones de opinión de la élite y la masa (Siavelis,xxx ). Una tercera clase de estudios recientes sobe las élites se ha concentrado en las comunidades epistémicas características de los saberes de Estado y en los capitales culturales, sociales y políticos movilizados por los grupos de élite en circuitos globales (Dezalay y Garth, 2005; Dezalay, 2008). En estrecha relación con la anterior literatura, también se ha desarrollado un reciente interés por la formación de agentes individuales (Whitehead,XXX ; Alcántara, sin publicar) grupos y redes de profesionales y expertos con influencia o directa participación política(Centeno y Silva, ; Domínguez, ; Silva, 2010). Sólo recientemente se ha comenzado a indagar en la formación de la élite en Chile. Un antecedente reciente es el estudio del PNUD Desarrollo Humano en Chile. El Poder: ¿para qué y para quién? (2004), que tenía como propósito generar un mapa del poder en Chile, por lo cual entre los factores estudiados consideró a las elites chilenas. A diferencia de nuestro estudio, este incluyó a élites económicas, políticas, sociales y simbólicas. Además, su objetivo –en lo que respecta a la élite- fue estudiar cuáles son las imágenes o representaciones del desarrollo nacional de la élite, con lo que su caracterización ocupó un espacio secundario. Por su parte, el estudio ‘Ideología y competencia partidaria en dos post-transiciones: Chile y Uruguay en perspectiva comparada de las élites parlamentarias’ de Alcántara y Luna (2004) es un análisis de las ideologías partidarias de las élites parlamentarias. Este estudio comparado identifica las orientaciones ideológicas de las bancadas de parlamentarios. Recientemente se publicó una colección de ensayos de variados autores acerca de las élites chilenas que contiene artículos acerca de las élites políticas (Güell y Joignant, 2011). Mientras Gárate (2011) estudia a los economistas de los gobiernos chilenos recientes como una comunidad epistémica, Joignant (2011) sostiene que existió entre 1990 y 2010 La concepción economicista de la actividad política de Schumpeter presenta cierta afinidad con las ideas de Bourdieu. Mientras para el primero el mercado competitivo funciona como modelo para entender la competencia política entre ‘empresarios’ políticos por el apoyo de ‘consumidores’ votantes, para Bourdieu la política es un campo de actividad relativamente autónomo en el que compiten los políticos profesionales que aspiran a hegemonizarlo. 4 4 un elenco de miembros de la élite con alto capital cultural que le dieron continuidad a los diferentes gobiernos de la alianza de centro-izquierda Concertación de Partidos por la Democracia. Por su parte, Fuentes y (2011) estudian el rol de los así llamados centros académicos independientes y más recientemente de los denominados think tanks. Estos capítulos tienen en común el interés por comprender la relación establecida entre las actividades de gobierno y el desarrollo y aplicación de conocimientos expertos de carácter práctico. Por otra parte, un reciente estudio ha indagado en las características sociológicas de los parlamentarios chilenos (Cordero y Funk 2011). En relación a los enfoques teóricos y metodológicos de la militancia encontramos una literatura mucho más escueta, pues se trata de un tema poco estudiado sin mayor tradición. Pudal (2011) identifica el desarrollo de cuatro configuraciones de estudios sobre militancia, habiendo desarrollado cada una diferentes objetos de estudio, paradigmas analíticos y métodos de investigación. Los primeros estudios sobre militancia, los cuales podrían agruparse en lo que Pudal denomina “el paradigma del militante heroico”, se especializan en el análisis de la clase obrera así como en la biografía de militantes. En este escenario, la historia social integra "una historia militante en la que el grupo social cumple una función de héroe colectivo, siendo los grupos militantes su expresión más consciente” (2011, 20). La segunda configuración se caracteriza por un cambio de la problemática de estudio a partir del cuestionamiento de la figura del “activista obrero” característica de los primeros estudios sobre militancia. En estas investigaciones se cuestionaron desde diferentes perspectivas el paradigma de las motivaciones heroicas de los militantes. En efecto, esta perspectiva de la militancia podía ser cuestionada desde la problemática de la acción colectiva (Olson 1966), desde una sociología de las retribuciones de la militancia (Gaxie, 1977, 2005), desde el estudio del fenómeno de la delegación política (Bourdieu, 1984). Al respecto, Pudal ha señalado que [a]l introducir una ruptura entre la militancia y los motivos aducidos por los militantes, entre los militantes y los grupos que representan, éste desplazamiento de la problemática obliga a preguntarse por las contradicciones inherentes a la militancia (2011, 24). De acuerdo a Pudal, desde esta perspectiva se produjeron análisis que desacralizaron el activismo obrero característico de la primera generación de estudios y se interrogaron de manera escéptica sus “motivaciones”. Nuevas interpretaciones –algunas de rasgos psicologicistas- se propusieron sobre la entrega militante y especialmente las diferentes clases de retribuciones de la militancia (simbólicas, terapéuticas, financieras, aspiracionales, culturales, de capital social, por nombrar sólo algunas). También se estudió en detalle aquello que está en juego en la representación y “las predisposiciones sociales a jugar el papel de portavoz” (2011, 24). El tercer paradigma se distingue por lo novedoso de las militancias estudiadas así como por los nuevos métodos utilizados. Es así como se introdujeron nuevas referencias teóricas tales como: la sociología de las movilizaciones, el repertorio de la acción colectiva, la estructura de 5 oportunidades políticas, el proceso de framing –todos los cuales están notablemente influenciados por los estudios sobre los movimientos sociales (Klandermans; MacAdam; Tarrow ; Tilly; )- y la sociología de las carreras militantes (xxx). Esta clase de estudios enfatizó la aparición de un nuevo tipo de militante. De manera similar, las organizaciones burocráticas y jerarquizadas como los sindicatos y partidos políticos de estudios anteriores ocuparon un segundo plano, siendo reemplazadas por el estudio de “agrupaciones más informales y descentralizadas”. En términos de la experiencia de militancia, estos estudios descubrieron que el compromiso se volvió menos intenso y cuidadoso de la individualidad, “como si los militantes tuvieran especial cuidado en no dejarse atrapar en la lógica agotadora del exceso de compromiso” (Pudal 2011, 29). Por último, en la actualidad se reconoce una cuarta configuración, que “más que debatir sobre el desinterés” y el volcamiento hacia la individualidad, se propone llevar a cabo análisis procesuales de la militancia y/o tratar de identificar dentro de la actividad militante fases en la que se alternan momentos desinteresados y momentos en los que la percepción de las retribuciones y hasta su búsqueda consciente, constituyen una de las dimensiones de la acción militante (Pudal 2011, 31) Otra clase de literatura que es en parte pertinente para nuestros intereses es aquella que estudia la movilidad inter-partidaria. La mayor parte de esta se ha desarrollado en relación a los problemas de institucionalización de los sistemas de partidos, la disciplina parlamentaria y los incentivos institucionales que la facilitan o la inhabilitan (Brown, año). Sin embargo, no tenemos suficientes estudios de élites acerca de la significación de la movilidad inter-partidaria, de la persistente identificación con el partido político, o de la posición de independencia respecto de los mismos. Esta investigación pretende contribuir a llenar ese vacío por medio de un diseño que utiliza métodos mixtos entre los que sobresalen las técnicas narrativas junto con el análisis descriptivo de datos cuantitativos recabados por medio de un cuestionario aplicado a miembros de la élite política en Chile que se desempeñaron en cargos de importancia de conducción partidaria, gubernamental, o de representación entre 1990 y 2010. Conceptualización En esta sección definiremos el concepto de élite política y de trayectoria social y política que y veremos su utilidad para los estudios élite. Siguiendo los enfoques del elitismo distinguimos entre, por un lado, una élite gubernamental y estatal que ocupa posiciones institucionales desde donde se ejerce el poder político (la élite gobernante, en términos de Pareto), una élite que se encuentra fuera del gobierno conformada por minorías selectas pero que no tienen posiciones de conducción en el Estado, y la ciudadanía. Utilizando esta distinción básica del elitismo clásico, proponemos la siguiente definición estipulativa de élite gubernamental, parlamentaria y partidista: por élite gubernamental, parlamentaria y partidista entendemos al conjunto de individuos relativamente más o 6 menos organizado, homogéneo y afín que ocupan posiciones institucionales y organizacionales que participan persistentemente como agentes activos de las estrategias de competencia y cooperación para controlar posiciones de autoridad e influencia, recursos y decisiones características del campo político. Los miembros de élite: a) ejercen un amplio monopolio sobre las decisiones de contenido y consecuencias políticas; b) participan de una capacidad relativamente continua (no accidental) de poner (o impedir poner) temas en la agenda pública; c) participan de un relativo monopolio en la toma (o no toma) de decisiones sobre asuntos y políticas públicas que se hacen sentir sobre el conjunto de la sociedad o sobre una parte significativa de ésta (trátese de un grupo, clase, sub-sistema social o campo de actividad); d) participan de un relativo monopolio en la formación de la oferta programática y de alternativas políticas ofrecidas a la ciudadanía e) participan de un relativo monopolio en la formación de alternativas electorales y definición de candidaturas a cargos de conducción. La noción de élite gubernamental y estatal se sostiene sobre la distinción entre gobernantes y gobernados, aquellos que son investidos por el Estado con una autoridad que les confiere poder e influencia (y por lo mismo son responsables en las democracias) y, por otro lado, aquellos que no ocupan posiciones de autoridad y poder institucional (la ciudadanía ante la que los políticos son responsables).5 Debido a que el poder está en el centro de la noción de élite, se hace necesaria su definición en el contexto de la política democrática. El poder es aquí entendido como el monopolio relativo sobre el manejo legítimo de los bienes políticos con fines específicos (por ejemplo, la realización de un programa gubernamental o el logro de unos ideales políticos) y de reproducción de sus propias condiciones de producción. Toda actividad estratégica –ya sea conflictiva o cooperativaorientada a procurarse el poder u oponerse al mismo forma parte de la política. En este estudio realizamos una distinción entre los fenómenos de liderazgo y elitismo. Mientras el primero se refiere a toda clase de conducción intelectual, moral y política (Gramsci 1971) que ayuda a los grupos a desarrollar su identidad y lograr sus objetivos (Nye 2008) y se muestra en toda su dimensión en situaciones de informalidad, el poder de las élites se encuentra más claramente en situaciones de conducción institucionalizada. Debido a que en las sociedades democráticas modernas el campo político se caracteriza por una relativa autonomía, diferenciación y especialización, la actividad política ha construido posiciones institucionales de autoridad. Desde esta perspectiva, los individuos pertenecientes a minorías ‘selectas’ de notables, a comunidades epistémicas de tecnócratas y tecnopols, a grupos políticos o cliques organizados (en ocasiones en torno de reglas informales), o a la dirección del aparato burocrático de partidos políticos o la alta dirección del estado, se empeñan en adquirir, mantener, y reproducir su poder que se cristaliza en Esta es la responsabilidad vertical a la que se refiere O’Donnell. También existen responsabilidades horizontales que operan entre las instituciones. 5 7 las posiciones de autoridad del Estado. Los miembros de élite usan esas posiciones de autoridad que les confieren poder. En las democracias, las élites partidarias, gubernamentales y parlamentarias pueden llegar a perder esas posiciones institucionales de poder. En Chile, como en todas las democracias relativamente consolidadas, la distribución de las posiciones de poder está sometida al juego de la incertidumbre regulada de las elecciones por el apoyo popular (Przeworski, 1986; 1991). Aunque la Concertación se haya mantenido por dos décadas en el poder y haya podido ganar numerosas elecciones, las elecciones presidenciales de 1998 y 2004 se resolvieron sólo en balotaje y la de 2010 marcó la alternancia con la coalición de centro-derecha. Esto es suficiente evidencia de que la lógica que regula los procesos políticos democráticos hace que sus resultados sean inciertos, al menos en lo que se refiere a la cuestión de quién gobierna (Lefort, 1988; Laclau & Mouffe, 1985). Por definición el campo político de élites es más bien cerrado y autónomo. Cerrado, en tanto pone barreras de entrada para aquellos que no forman parte de la élite política (ya sea por su origen, acumulación de capital social, capital cultural, generación, género, etc.) y les impone como costo de entrada la adquisición de cierto habitus de élite. Y autónomo, en tanto este campo tiene una lógica propia que determina aquello que está en juego y la forma que adquiere el juego político. Como todo campo, también el campo político es agonístico. Las luchas por el poder se expresan en conflictos, dominación, intentos de control monopólico de los bienes del campo y resistencia. Ahora bien, en las democracias el campo político de élites nunca puede cerrarse sobre sí mismo completamente. Por definición mantiene una interdependencia con el entorno de votantes, la opinión pública y sus ‘productores’, los medios de comunicación y comentaristas políticos, los intelectuales públicos, los centros de estudio y universidades, las ONG’s, los movimientos sociales y los activistas. En cada sociedad los niveles de cierre, exclusividad y autonomía del campo político de élites es diferente. La evidencia existente sobre Chile tiende a indicarnos que la élite es bastante cerrada (PNUD, 2004), cuestión que tiende a corroborarse en los datos sobre educación de padres, encuestados e hijos de nuestra encuesta. En efecto, nuestros datos indican que en las nuevas generaciones tiende a aumentar el número de colegios exclusivos, con lo que es posible sostener que hay mayores barreras de entrada a la élite. Otro posible mecanismo de cierre de la élite es la pertenencia a redes políticas más o menos informales.6 Con base a los datos de nuestro estudio no es mucho lo que podemos decir sobre este punto. Si bien la pertenencia a partidos políticos es mayoritaria entre quienes ocupan posiciones de poder, con los datos de nuestra encuesta no nos es posible determinar qué tan cerrados son los partidos políticos a la entrada de nuevos miembros. Si bien tenemos ciertos indicios acerca de las diferentes culturas políticas y organizacionales de los partidos políticos chilenos, no tenemos suficiente claridad respecto de los habitus partidarios diferentes, de sus diferencias respecto de la apertura –o no- a recibir miembros de diferentes clases sociales, de la estrictez de su doxa, etc. Determinar estos aspectos requeriría de undeiseño investigativo diferente y de nuevos análisis que por limitaciones de tiempo y recursos no hemos podido abordar en este estudio. 6 8 El último aspecto que queremos abordar sucintamente es la creciente especialización que se observa del campo político en Chile. Es una regla general de la diferenciación funcional que en la sociedades modernas el campo político de élites se constituya por agentes políticos ‘profesioinalizados’ (o profesionales de la política) cuyo principal juego es la competencia por el monopolio de las posiciones institucionales de autoridad. Definitivamente, el caso de Chile no es una excepción a este principio general. Habiendo definido brevemente algunas de las características del campo político, nos corresponde ahora abordar el concepto de trayectoria social y política de los políticos de élite. Distinguimos entre biografía de vida y trayectorias sociopolíticas. Mientras por la primera entendemos el relato de los variados aspectos y franjas de experiencia de la vida de las personas, por la segunda entendemos el trayecto que los agentes realizan entre dos o más posiciones en el espacio social a lo largo del tiempo que, en este caso particular, determina sus posiciones en el campo político. Con la categoría de trayectoria sociopolítica o trayectoria política no pretendemos comprender todos los aspectos de la vida de la persona, sino tan sólo pretendemos explicar y mostrar los movimientos de trayectoria de los agentes en una delimitada franja de su experiencia vital que se circunscribe al campo político. Las trayectorias sociopolíticas son estructuradas por las condiciones del campo político, y no por la pura capacidad de agencia de los agentes. Uno de los factores fundamentales en la formación de las trayectorias es la acumulación –o potencial pérdida- de distintas clases de capital – económico, social, cultural, simbólico, (Bourdieu 2001; )- y su conversión en capital político disponible y movilizable. Los agentes políticos co-construyen sus trayectorias acumulando –o perdiendo- capital a lo largo del tiempo en interacción con otros agentes. Si bien la interacción en el campo político es de carácter eminentemente agonístico, la competencia en el mismo puede seguir diferentes estrategias, incluyendo no sólo la competencia sino también formas de cooperación. La pertenencia a un partido político es en una democracia un capital político de importancia. Los partidos políticos monopolizan ampliamente –aunque no completamente- la formación de bienes políticos fundamentales como son los programas políticos, las ofertas ideológicas, el reclutamiento del personal burocrático, la organización de la maquinaria política capaz de llevar adelante campañas electorales, la oferta de candidatos y la formación de gobiernos. Los partidos políticos monopolizan la distribución de su membresía política, y fijan procedimientos tanto para la adquisición de su militancia como también regulaciones para su mantención, e incluso aplican sanciones que incluyen la expulsión. Esto parece ser importante pues uno de los factores que atrae la militancia a sus partidos es que funciona como una marca de identidad y un repositorio de capital social que ofrecen a sus miembros. El partido invieste a sus militantes –y no a cualquiera- al hacerlos parte de su historia colectiva, de su memoria, de sus programas, valores e ideologías, y les proyecta su imagen pública. Por esto la membresía es ya un capital político importante. En consecuencia, las 9 posiciones de militancia política de los individuos en el campo político –y los movimientos que realizan a lo largo y ancho de este campo en términos de cambios de condición de militancia, constituyen un factor influyente en la trayectoria política de los agentes.7 En este artículo nos concentraremos sólo en los movimientos que los agentes de élite encuestados realizaron entre partidos políticos. Esto reduce nuestro objeto de estudio a las trayectorias políticas de militancia (y no-militancia). Para ello contamos con una serie de preguntas acerca de las militancias políticas, independencia, lealtades o adhesiones, que los propios agentes encuestados ordenaron en el tiempo. Como estos datos pueden ser distribuidos longitudinalmente, es posible mostrar los movimientos, persistencias o cambios realizados por los agentes, tanto individualmente como en términos agregados, por grupos o partidos políticos. Si bien estos datos son constitutivos de nuestra forma de estudiar las trayectorias sociopolíticas, es igualmente importante señalar que éstas adquieren un sentido a la vez más profundo y completo para el analista cuando utilizamos los relatos personales de los propios agentes en conjunción con los datos agregados o por grupos o partidos de los movimientos realizados por los agentes. Por este motivo, esta forma de estudiar los cambios de militancia presta atención también a las narrativas personales. Los estudios sobre narrativas sostienen que la experiencia humana, tanto colectiva como individual, adquiere sentido por medio de narrativas con base a las que los agentes hacen sentido de sus experiencias y las ordenan en forma de relatos o historias. Las narrativas son expresiones discursivas ordenadas en el tiempo y que siguen ciertas estructuras de sentido típicas. Entre ellas, destacaremos en nuestro estudio los relatos que abordan: los comienzos de la militancia los puntos de inflexión que se asocian a los cambios en la condición de militancia; los relatos de epifanías; los relatos de clímax. los términos de la militancia los incentivos de la militancia (directos e indirectos) Sin embargo, cabe preguntarse si en las condiciones actuales de descrédito de la actividad política y de los partidos políticos estos principios siguen siendo válidos y favorables a la acumulación del capital de los agentes políticos individuales. En efecto, hoy no es ya inusual ver cómo algunos políticos se presentan en la esfera pública como sujetos independientes de las maquinarias partidistas sosteniendo que su condición de independencia es garantía de buen sentido, idoneidad moral e imparcialidad. Más aún, es tos políticos suelen iinterpelar a la mayoría de la población no-militante en las democracias contemporáneas y precisamente con esta estrategia no-militante apelan a su identificación. Si bien lo anterior describe una realidad cada día más visible, no es menos cierto que la misma lógica de identificación discursiva entre el candidato y la masa de electores es la que moviliza al candidato independiente. Estos candidatos no tardan en montar maquinarias electorales y movimientos políticos en torno de su figura y programa, sin los cuales simplemente no podrían ganar elecciones. 7 10 los factores que expulsan de y que atraen hacia ciertas militancias los movimientos –entendidos como migraciones- individuales y colectivos los éxitos y las frustraciones de la experiencia de militancia y las representaciones de los otros, tanto internos al partido como externos. Los estudios de narrativas suelen ofrecer formas de narrativas. En esta misma línea, distinguimos entre narrativas contingentes, narrativas político-morales, y narrativas contextuales. 8 Las narrativas contingentes ofrecen interpretaciones sobre el origen de la militancia, de los cambios de la militancia, sus causas, episodios específicos y su impacto en la vida política de los agentes. Estas narrativas intentan orientar y fijar el sentido de la experiencia. Sin embargo, este sentido es necesariamente contingente. Por su parte, las narrativas político-morales dan cuenta de los cambios (o continuidad) en la identidad política del agente, de su status moral como persona o colectivo confiable y respetable cuando se trata del cambio o continuidad propios o de otros representados como cercanos. Frecuentemente sucede lo contrario cuando se trata de un individuo o grupo percibidos como otro amenazante. Finalmente, las narrativas contextuales que se caracterizan por revelar conexiones entre la experiencia de los agentes y los asuntos más generales del contexto histórico, cultural y sociopolítico. Estos tres tipos de narrativas no son excluyentes, por lo que las encontramos frecuentemente entrelazadas en el relato general de los agentes. Todas ellas contribuyen en mayor o menor manera a representan un ordenamiento para enfrentar las experiencias del agente, así como también muestran la relación dialéctica que existe entre el agente y su contexto. Las narrativas que hemos recolectado entregan información acerca de la vivencia, experiencia y situaciones que experimentó el agente – y frecuentemente su grupo de referencia- a lo largo de su trayectoria política militante (o no-militante). No es nuestro propósito descubrir qué tan confiables son las narrativas sobre las trayectorias políticas militantes (o no-militante) de los agentes encuestados. En cambio, lo que nos parece fundamental es oír el sentido construido en los relatos sobre militancia (o no militancia). Esto es importante dado que la experiencia de la militancia (o nomilitancia) parece ser fundamental tanto en la vida política cotidiana de los agentes políticos, como en la actividad desarrollada por colectivos en el campo político. Los cambios de militancia son momentos interesantes dado que significan una apuesta de riesgo e incertidumbre que somete a cuestionamiento las lealtades –y la habilidad de mantenerlasde los agentes, y los expone ante sus pares y grupos como sujetos cuya confiabilidad puede ser cuestionada. En definitiva, se trata de situaciones en las que la vida cotidiana del político se ve amenazada. Es por esto, que el estudio de las narrativas de militancia, y en especial de cambio de militancia, es un proceso dual. Por una parte, el dejar la militancia o emigrar a otro partido o crear un Nuevo referente partidario son vivencias de naturaleza trasfornadora de la experiencia, cuyo significado no es unívoco sino frecuentemente es polémico, y los agentes por medio de su relato lidian con ello. Por otra parte, esta clase de relatos sobre cambio de militancia tienen el potencial de hacer visibles cambios en la identidad de los colectivos y los agentes individuales. 8 En este artículo adaptamos algunos de los hallazgos de Michael Bury sobre narrativas de enfermedad. 11 Metodología El estudio consta de un análisis descriptivo de datos cuantitativos obtenidos mediante una encuesta aplicada a una muestra censal de 386 miembros de la élite política chilena y un número reducido de entrevistas narrativas realizadas a una submuestras de este total. El artículo es de carácter descriptivo y exploratorio y persigue 3 objetivos principales, cada uno relacionado a una fase de la investigación. El cuestionario se aplicó a una muestra censal de alrededor de 500 individuos que se desempeñaron en posiciones institucionales y organizacionales del campo político. Casi todas las categorías o posiciones que fueron seleccionadas para construir la muestra censal fueron mencionadas por miembros de la élite en el Informe Desarrollo Humano en Chile. El Poder: ¿para qué y para quién? como algunas de las instancias más poderosas del campo político (PNUD, 2004: 23).9 Cuando se realizó la recolección de datos, algunos de los seleccionados para el censo habían fallecido y otros rechazaron ser encuestados. De quienes fueron contactados, 386 personas respondieron exitosamente la encuesta. Todos se desempeñaron en cargos de confianza, cargos de elección popular y posiciones políticas entre el 11 de marzo de 1990 y el 11 de marzo del 2010. Este período cubre los 20 años en que gobernó la coalición de centro-izquierda Concertación de Partidos por la Democracia. Como es sabido, este período consta de cuatro administraciones presidenciales: 1990-1994: presidencia de Patricio Aylwin; 1994-2000: presidencia de Eduardo Frei; 2000-2006: presidencia de Ricardo Lagos; 2006-2010: presidencia de Michelle Bachelet. Para facilitar la recolección de datos se puso a disposición de los entrevistados cuatro modalidades de aplicación del cuestionario: El ranking establecido por los encuestados es el siguiente: Medios de Comunicación (1), Ministerios del área Económica (2), Grandes Grupos Económicos (3), Banco Central (4), Ministerios del área Política (5), Iglesia (6), Asociaciones Empresariales (7), Senadores (8) , Poder Judicial (9), Bancos (10) y Superintendencias (11), Alcaldes (12), Partidos Políticos (13), Grandes Industrias (14), Cámara de Diputados (15) y Fuerzas Armadas (16). Como se ve, todas nuestras posiciones de sujeto están entre las 3 más importantes del campo político según la élite. Nuestra cuarta categoría, Superintendencias, es percibida como más poderosa que los Alcaldes, la Cámara de Diputados y las Fuerzas Armadas. Las categorías Senado, Poder Judicial, Alcaldes, Cámara de Diputados y Fuerzas Armadas fueron excluidas de este estudio sobre la base de un criterio de factibilidad. 9 12 - cuestionarios electrónicos auto-administrados encuesta telefónica encuesta cara-a-cara cuestionario autoadministrado en formato Word El proceso de recolección de datos de encuesta se desarrolló a lo largo de varios meses entre los años 2010 y 2011. Su aplicación, que estuvo a cargo del equipo de una conocida empresa consultora con años de experiencia en investigación social, fue supervisada por el equipo de los 4 investigadores del proyecto. En lo referido a este artículo, con base a la información recogida por medio de la encuesta se identificaron, conceptualizaron y clasificaron distintos tipos de trayectorias políticas. La segunda fase se inició con una serie de entrevistas narrativas realizadas a una sub-muestra de individuos tomados de cada tipo de trayectoria identificada en la fase 1. La selección de los entrevistados de cada categoría persiguió tres criterios de validación: primero, que la selección de los casos de la muestra fuera representativa en el sentido de ‘tipicidad’ de cada categoría o tipo de trayectoria; segundo, que la muestra maximice la variabilidad de tipos de trayectorias a efectos de mostrar diferentes experiencias; y tercero, que de este modo se favorezca la producción de saturación teórica. Las entrevistas fueron en un primer momento organizadas y estudiadas con el propósito de ofrecer al lector un análisis descriptivo. De este modo, las entrevistas suplementan la identificación de tipos de trayectorias políticas revelando patrones de auto-comprensión de la experiencia de migración política. Por último, a partir de los patrones de auto-comprensión de las trayectorias políticas descubiertos en la fase 2 de la investigación, la tercera fase desarrolló descripciones densas e interpretaciones teóricamente informadas de las mismas, permitiendo así ofrecer una versión plausible y verosímil de la significación de las trayectorias políticas en el marco de sus contextos simbólicos e históricos más amplios (los que frecuentemente los agentes mostraron desconocer o no considerar). El análisis narrativo se construyó sobre la base de entrevistas en profundidad semiestructuradas de entre 1 y 3 horas de duración. En el análisis narrativo, la entrevista es vista como la fuente de un relato completo (aunque no por ello coherente). Si bien la información fue codificada –con lo cual se procede a producir una fragmentación de las partes significativas del relato- se enfatiza el uso de largos momentos de habla que toman forma de relatos como unidad de análisis. También, como se señaló, su análisis considera la narrativa como un discurso organizado (inicialmente por el narrador y reorganizado por el analista) que entrelaza eventos, procesos y agentes en el tiempo formando de este modo secuencias. Las narrativas son inevitablemente versiones de la realidad mirada desde el punto de vista del agente, quien edita sus relatos y los maneja como si fueran descripciones objetivas. Sin embargo, estas no son imparciales y son selectivas. En este sentido, las narrativas sobre militancia (o no-militancia) no deben ser confundidas con la realidad, pero tampoco deben ser tomadas por meras fabulaciones. Se trata de las interpretaciones estratégicas de un agente político. 13 Las unidades de análisis del estudio son los individuos, sus trayectorias político militantes, sus características sociológicas y sus narrativas. 3. Descripción y Análisis de los Datos: la Encuesta de Elites Políticas Esta sección describe y analiza los datos recolectados por medio de la encuesta. Se encuentra dividida en las siguientes partes: 3.1. Trayectoria Política Militante, 3.2. el PPD, 3.3. El PS, 3.4. Los No-militantes En esta sección nos concentramos en el estudio de las trayectorias políticas militantes de políticos de élite. Estudiamos con mayor detalle las trayectorias políticas militantes de la centro-izquierda y, en especial, en las emigraciones partidarias desde el PDC y de inmigraciones partidarias hacia partidos de izquierda. Consideramos tanto factores macro pertenecientes al contexto histórico como las trayectorias individuales y grupales. En una sección posterior se profudizará en el análisis por medio de una perspectiva narrativa. Los niveles de militancia y la trayectoria sociopolítica de los individuos son importantes pues son indicativas del carácter político profesional de la élite, de la movilidad individual entre partidos políticos y la permeabilidad de los mismos y, en definitiva, de la forma en que la élite política es estructurada en parte por movimientos individuales que, a su vez, juegan en un campo de fuerzas ya estructurado. Como era de esperar en una cultura política como la chilena, de los 387 encuestados 361 militan o han militado en partidos políticos, lo que representa al 93% de nuestra muestra censal efectiva, siendo aquellos que se identifican como no-militantes un 7% . Además, de los 361 que militan, 190 tienen padres o madres que militaron en partidos políticos, lo que representa un 55%. Interesantemente, de los 25 encuestados que nunca han militado, 16 tienen padres o madres que sí lo han hecho. Miembros de efectivamente censados Totales Al menos uno de los padres milita o militó Los padres no militaron elite Son o fueron militantes de partidos políticos Nomilitantes 386 (100%) 199 361 (93%) 190 25 (7%) 16 187 171 9 14 Algunos de los militantes encuestados en profundidad destacan precisamente el que la militancia política ocupaba un lugar relevante en sus hogares, donde incluso en ocasiones mencionaron la experiencia militante de personas como hermanos y tíos o tías. Si consideramos los años de ingreso a los partidos políticos, observamos tres períodos en los que se dan la mayor parte de los ingresos a la militancia. Alrededor de 1970, 1983 y 1989. El primer período de alto ingreso a la militancia coincide con la alta polarización y efervescencia política de fines de la década de 1960 e inicios de los años 1970 durante el gobierno de la Unidad Popular. El segundo con la primera mitad de los años 1980 que coinciden con la más importante crisis económica que enfrentó el régimen militar de Pinochet y el inicio de las protestas masivas que iniciaron la estrategia de movilización social contra la dictadura. Finalmente, el tercer período de altos ingresos a la militancia coincide con la preparación de las campañas políticas que pusieron fin a la dictadura y que iniciaron la transición a la nueva democracia. Nos referimos a las compañas de 1988 del plebiscito en que se sometió a ratificación o rechazo la continuidad del dictador ,a la campaña del plebiscito que sometió a ratificación una serie de reformas Constitucionales de 1989 y la primera campaña electoral para elegir Presidente y Congreso Nacional de la nueva democracia. En lo que se refiere a los períodos de egreso, se observan 4 períodos, el primero en torno a 1969 a 1973, el segundo toma buena parte de la década de 1980, y el último entre 2007 y 2010. En este caso, además de los procesos nacionales parece ser muy importante mirar la historia de los partidos políticos. En efecto, el primer período coincide con la alta polarización en la política nacional y dos sucesivas crisis en la Democracia Cristiana (DC) que llevaron a su escisión y la formación del Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y la Izquierda Cristiana (IC). El segundo período tiene que ver con el proceso de reorganización del campo político partidista y, en especial con el largo proceso de unificación del socialismo y formación del Partido por la Democracia (PPD) como partido instrumental y no ideológico creado ex profeso para enfrentar a la dictadura durante el plebiscito de 1988. Finalmente, el tercer período de egresos –menos agudo que los anteriores- parece tener relación con un nuevo cisma en la DC que lleva a varios de sus máximos dirigentes a formar el Partido Regionalista de los Independientes (PRI), con el ‘descuelgue’ en la izquierda de un par de dirigentes con pretensiones presidenciales y la formación del Partido Progresista de Chile (PRO) a partir de algunos dirigentes que salieron del PPD. 15 Grafico 1. Militancia: Ingresos y Egresos Agregados Es interesante constatar cómo la historia política nacional y los procesos y culturas organizacionales de los partidos políticos se entreteje con las trayectorias individuales de militancia, siendo los grandes eventos de carácter nacional y estructural y los procesos ideológicos, los liderazgos y la dinámica electoral de los partidos políticos los que parecen fijar el marco en el que los sujetos toman sus decisiones para iniciar su militancia, cambiar de partido político o definitivamente dejar de militar. En la encuesta se planteó a los 361 que han militado la pregunta ¿En qué partidos políticos milita o ha militado? Como varios encuestados tuvieron más de una militancia los datos de la tabla y gráfico abajo presentan respuesta múltiples. Tabla 2. Partidos políticos en que han militado los encuestados 16 Por medio de la encuesta se obtuvo información acerca de la historia y la trayectoria política y carrera militante de los entrevistados. Como se puede observar a continuación en la tabla 3. Se presenta el número de cargos ocupados de dirección partidaria ocupados por miembros de la élite en los partidos políticos, 274 individuos desempeñaron cargos de dirección de nivel regional o nacional en sus partidos. Sólo el 24% de los 361 individuos que han militado sostuvo que nunca desempeñó cargos de dirección partidaria. Estos datos son un modo indirecto de percibir los capitales político y social. La obtención de cargos y el relativo control de posiciones en la dirección de los partidos por parte de los miembros de la élite es el resultado de otros factores, como son la producción y reproducción de una cierta reputación positiva al interior de sus partidos y el desarrollo desuficientes redes intra-partido como para montar maquinarias electorales competitivas internas. Esto es importante dado que en las democracias modernas y en una cultura política como la chilena los partidos políticos juegan un importante rol importante en la investidura y promoción de algunos de sus miembros para formar parte de la élite gubernamental y estatal. 17 Tabla 3. Número de cargos de dirección partidaria ocupados en los partidos políticos Uno de los más interesantes fenómenos detectados a través de la encuesta ha sido la migración de individuos entre partidos. Ésta se expresa en una serie de gráficos que ordenan las trayectorias de militancia por partidos políticos. La figura 1 abajo es una representación sintética de la clase de trayectorias políticas militantes detectadas en el estudio. En el margen derecho se observan los símbolos de los partidos de actual militancia de los encuestados. Los movimientos constitutivos de las trayectorias de migración política se expresan como líneas continuas que se mueven en el espacio político sobre el eje horizontal del tiempo y el eje vertical de las posiciones de militancia. Figura 1. Trayectorias de Militancia por Partidos Políticos 18 14 NM Partido Comunista Partido Radical Socialdemócrata MIR PAC Partido Socialista Partido Nacional Izquierda Crisitana Partido Liberal MAPU Partido Humanista Partido Radical Democracia Cristiana Partido por la Democracia p1 1 p2 p3 1 am Según los datos de nuestra encuesta, los partidos que más se beneficiaron de inmigrantes partidarios son el PPD y el PS (en ese orden). Quienes migran a estos partidos lo hacen desde muy diferentes culturas partidarias. Particularmente interesante es el caso del PPD, que recibe a personas que militaron en partidos ideológicamente tan distantes como el Partido Comunista y Partido de Alianza de Centro (PAC) (un partido de centro derecha opositor al régimen de Pinochet). Si bien el PS no recibe muchos migrantes del PPD, éste último sí se beneficia importantemente de migrantes provenientes del primero. La DC, en franco contraste con el PS y el PPD, no se beneficia con inmigrantes partidarios sino que es una plataforma de emigrantes hacia los partidos de izquierda. Es necesario pensar cuáles son los factores de atracción y cuáles los de rechazo de cada partido analizado. En los próximos párrafos esperamos mostrar esto y las características de las trayectorias desagregadas por partido político. 3.2.El PPD El Partido Por la Democracia (PPD) formado el 15 de diciembre de 1987 como un partido instrumental para enfrentar el plebiscito de 1988 y contribuir a 19 producir una salida institucional y pacífica de la dictadura del General Pinochet. Su gran éxito lo llevó a que, de una organización instrumental cuyo fin ya se había cumplido, se proyectara en el tiempo hasta verse convertido hoy en uno de los partidos con más militantes en Chile. Fue fundado por Ricardo lagos, Jorge Schaulsohn y otros dirigentes de diferente raigambre ideológica, incluyendo políticos de derecha republicana, liberales, radicales, socialistas, comunistas y miristas. Con el pasar de los años, su carácter de partido de nueva izquierda asociado a las luchas ideológicas de los nuevos movimientos sociales, como el ecologismo y el feminismo, se ha ido fortaleciendo. Los años de mayor ingreso al PPD han sido 1987, 1988 y 1989. El peak de ingresos al PPD se vive en el período de 1987a1990. Por otra parte, el período de la Convergencia Socialista y el fin de la doble militancia que fue posible durante algunos años explica otro momento de altos ingresos, en el que también se produjo la emigración de algunos militantes que ante la imposibilidad de continuar con la doble militancia optaron por mantener la del PS. De los 66 encuestados que actualmente militan en el PPD, sólo 21 tienen al PPD como primera militancia política. Como se ve en la figura 2 abajo que representa las emigraciones hacia el PPD, la mayoría de los encuetados del PPD provienen de algún partido político diferente. Sólo un 31,8% ha militado solamente en el PPD, un 9,1% proviene del PC, un 4,5% del PRSD, un 4,5% estuvo primero en la IC y luego en el PS antes de entrar al PPD, y un 9,1% comenzó militando en el MAPU, luego lo hizo en el PS y en la actualidad milita en el PPD. Como se aprecia en la figura 2, un porcentaje mayoritario de quienes emigraron recorrieron las trayectorias MAPU-PPD (11), PS-PPD (16) y PC-PPD (5) y dos sub-grupos importantes hicieron un recorrido de 3 militancias MAPU-PSPPD (5) y PDC-MAPU-PPD (3). El numeroso caudal de dirigentes que pasaron del PS al PPD se explica en parte por el término del -hasta cierto modo inusualfenómeno de la doble militancia de que gozaron varios dirigentes y que persistió hasta entrados los años 1990.. Figura 2. Trayectorias políticas militantes hacia el PPD 20 Sobre la base de nuestras entrevistas en profundidad y la constatación de que hay períodos de mayor inmigración observamos que este proceso de cambio de partido no es de carácter individual, sino usualmente es uno colectivo. Grupos significativos de dirigentes del MAPU, el PS, el PC y el PRSD se movieron colectivamente en más o menos los mismos períodos. De este modo, entre las tendencias internas iniciales del PPD se manifestaba la pervivencia de estas redes sociales, con dirigentes ‘jotosos’ venidos del PC, otros liberales y otros del campo socialista y socialdemócrata. Según un entrevistado, estas redes con raigambre ideológica no siguieron necesariamente activas en el largo tiempo, y los clivajes internos del PPD - que se manifiestan en sus procesos electorales- han ido variando hacia otros ejes de carácter más estratégicos que ideológicos. Es interesante notar que el tipo de militancia característico del PPD se aleja de la experiencia territorial tradicional de los partidos políticos chilenos de viejo cuño. Sus lazos y redes internas se construyeron sobre ejes temáticos que lo llevaron a vincularse activamente con la ciudadanía, activistas y movimientos sociales. Además, tanto sus líneas programáticas como su perspectiva valórica 21 promueven una agenda cultural de rasgos liberales que no tenía precedente en el sistema de partidos chileno. En términos organizacionales el PPD fue también innovador, pues distinguió entre una amplia masa de adherentes y los militantes. Según un entrevistado, esta distinción era más afín con el clima cultural de los nuevos tiempos, menos ideologizado, más individualista y en la que los seguidores de los partidos no están tan dispuestos a grandes sacrificios por los partidos y a ejercitar una lealtad de intensidad heroica. Esta clase de militancia tiene mucho que ver con el proceso descrito por Pudal (2011) que explica el agotamiento del militantismo heroico y su reemplazo por nuevas clases de militancia más flexibles y menos intensas. Al mismo tiempo, el PPD ha contado con liderazgos bien sintonizados con la lógica de la política mediática que vincula a los dirigentes directamente con la ciudadanía10 y con las controversias sociales emergentes de índole moral y medioambiental (xxx).. 3.1. El PS 84 individuos que participaron en nuestra encuesta militaron alguna vez en el PS. Distinguimos 4 períodos de altos ingresos a la militancia: 1960 a1962, 1970 a1972, 1980 a 1986 y 1988 a 1992. Los dos primeros períodos corresponden a la politización de las décadas 1960 y el posterior asenso electoral del bloque de partidos de izquierda y la formación del gobierno de la Unidad Popular, en el que los socialistas tuvieron un alto protagonismo. El tercer período, de 1980 a 1986, se vincula a la reconfiguración del campo socialista en el que había un importante número de partidos y movimientos que se llamaban herederos del PS de Chile. En consecuencia, varios de los militantes socialistas que ingresaron al PS por esos años lo hicieron a diferentes tendencias socialistas aún no unificadas en el partido actual que se ‘refundó’ sólo gracias a un largo proceso de convergencia socialista que concluyó a principios de los años 1990. 10 Tal es el caso de dirigentes como Guido Girardi, Ricardo Lagos Escobar, Francisco Vidal, el entonces PPD Nelson Ávila y los más recientes liderazgos de Ricardo Lagos Weber y Carolina Tohá. 22 De los 59 militantes actuales del PS que forman parte de la muestra censal de élites, 32 han militado sólo en esta tienda política. El resto se compone de inmigrantes políticos provenientes de diferentes partidos. El partido que más ha aportado con militantes es el MAPU (8), seguido por el PPD (7), la IC (6), el MIR (5). Se aprecian algunas trayectorias especialmente largas, e indirectas de dirigentes cuya militancia de origen fue el PDC y que militaron en el MAPU, en el MAPU y el PPD, o la IC antes de llegar al PS (ver figura 3). Figura 3. Trayectorias políticas militantes hacia el PS Tanto la cultura organizacional de facciones tradicional en el PS como su reclutamiento de dirigentes de diferentes partidos de origen han favoreciso la formación de facciones informales y una serie de redes internamente diferenciadas y competitivas que no fue anulada por el proceso de convergencia socialista de la década de 1980. Los No-militantes Es importante hacer notar que el mayor grupo de migrantes políticos de la élite emigra desde los diferentes partidos a la posición de no-militante. Como se trata de sujetos que participan activamente de la política, no es posible referirse a este proceso como uno de despolitización. Sería más exacto referirse a una 23 despartidización de la élite, en especial en el aparato burocrático y las altas posiciones del poder Ejecutivo. La presencia de individuos que han dejado de militar y otros que nunca lo han hecho obliga a matizar la afirmación acerca del rol que cumplen los partidos en el reclutamiento y legitimación de los miembros de élite en sus cargos. Es posible que la membrecía y lealtad a un partido de la coalición sea prescindible y refleje una conducta perfectamente racional, toda vez que se posean otros recursos políticos valiosos como las relaciones personales y el saber experto. La categoría de no-militantes también se ve incrementada por la desaparición de partidos políticos como el Partido Nacional, el PAC (ambos de derecha), la IC y el MAPU. Algunos ex militantes de estos partidos simplemente no migraron a otros para continuar militando. Desconocemos las razones de ello pero, al menos teóricamente, es dable pensar que algunos de estos individuos calcularon que la pérdida de capital social y político acumulado por años de militancia en un partido en desaparición –como la IC o el MAPU- no es transferible por medio de la migración partidaria. También es posible que aquellos que tuvieran una militancia menos estratégica y más afectiva sintieran la descomposición de su partido como una fuente de identidad irremplazable. Similar a lo que ocurre con la inmigración al PS y el PPD, se observa una gran variedad de trayectorias heterogéneas hacia la posición de no militante. Figura 4. Trayectorias hacia la categoría de No Militantes 24