PUNTO 4. SOLUCIÓN AL PROBLEMA DE LAS DROGAS ILÍCITAS

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PUNTO 4. SOLUCIÓN AL PROBLEMA DE LAS DROGAS ILÍCITAS
El acuerdo sobre la solución al problema de las drogas ilícitas deja en claro que
para sentar las bases para la construcción de una paz estable y duradera, es necesario,
entre otras, encontrar una solución definitiva a este problema que ha servido de
apalancamiento financiero del conflicto armado.
El documento se refiere a la necesidad de una solución integral que comprenda
todo su decurso: desde el cultivo, la producción y la comercialización, hasta el consumo,
pero acepta que para eso es necesario lograr consensos y definiciones globales en las que
intervengan todos los Estados y particularmente aquellos que han estado involucrados en
el problema, sea como productores o como consumidores.
Sin embargo, el acuerdo ni siquiera se refiere a cuáles podrían ser las iniciativas
que podrían presentarse por parte del gobierno nacional para ser tenidas en cuenta por esa
comunidad internacional al momento de proponer esos consensos.
Inclusive, no se
atreven los negociadores del acuerdo a proponer la descriminalización o la legalización
del comercio de drogas, lo cual ha sido una política criminal propuesta desde hace ya
algún tiempo por líneas alternativas y que es recogida incluso por el informe de la OEA
de 2015 sobre el fracaso de la guerra contra las drogas ilícitas y por algunos discursos del
Presidente Santos.
A falta de esa propuesta de solución definitiva, el acuerdo hace mención de la
necesidad de diseñar unas nueva visión que atienda causas y consecuencias y tienda a
mejorar las condiciones de bienestar o buen vivir de las comunidades.
El acuerdo se basa en cuatro líneas fundamentales:
1.
Desarrollar un proceso efectivo de sustitución de cultivos ilícitos
que permita a los campesinos aprovechar las oportunidades que traerá
consigo el Programa de Desarrollo Agrario Integral.
Al respecto el acuerdo prevé que el gobierno nacional ponga en marcha
un Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito
PNIS, constituido como la autoridad competente para el proceso de
sustitución.
Estará en cabeza de la Presidencia de la República y
actuará en coordinación con las autoridades departamentales y
municipales. El Programa ejecutará un proceso de planeación
participativa con la comunidad para la construcción conjunta de
soluciones y la articulación con el proceso de implementación de la
Reforma Rural Integral, así como la incorporación del enfoque
diferencial de acuerdo a las condiciones de cada territorio, el respeto de
los principios del estado social de derecho y la garantía de que la
sustitución será voluntaria.
El Programa tendrá como objetivos, la creación de condiciones de
bienestar en los territorios campesinos con cultivos de uso ilícito con
miras a superar la pobreza; la promoción de la sustitución voluntaria; la
generación de políticas y oportunidades productivas a partir de
estructuras de economía solidaria; la contribución al cierre de la
frontera agrícola, la recuperacion de ecosistemas y el desarrollo
sostenible, apoyando las Zonas de Reserva Campesina (iniciativas
agrarias que contribuyen a la construcción de paz); el fortalecimiento de
la paticipaciòn y las capacidades campesinas; el fortalecimiento de las
relaciones de confianza, solidaridad, convivencia y reconciliación al
interior de las comunidades; la contribución a la seguridad territorial y
alimentaria; el logro de un territorio son cultivos de uso ilícito, evitando
el deterioro del medio ambiente; el fortalecimiento de la presencia
institucional en los territorios, garantizando seguridad, convivencia,
protección de los derechos humanos, infraestructura y servicios
públicos; el fortalecimiento de las capacidades de gestión de las
comunidades; y la sostenibilidad del Programa.
El programa se ejecutará a partir de la priorización de territorios, la cual
se hará teniendo en cuenta la priorizaciòn que haga la Reforma Rural
Integral, la densidad de los cultivos y la población, la existencia de
parques nacionales naturales y la existencia de comunidades que se
acojan al tratamiento penal diferencial. Nótese que esta priorización
sólo tiene en cuenta municipios con cultivos.
Igualmente el plan incluirá el tratamiento penal diferencial para los
cultivadores, un proceso de construcción participativa y de desarrollo
de planes integrales comunitarios y municipales de sustitución y
desarrollo alternativo de proyectos productivos (PISDA), la creación de
asambleas comunitarias, una estrategia de integración con los
Programas de Desarrollo con enfoque Territorial PDET, procesos de
seguimiento y evaluación, obras de infraestructura social de ejecución
rápida (priorizadas por la comunidad y que incluirán vías terciarias,
escuelas, centros de salud y casetas comunales), e inclusive, un
componente de sostenibilidad y recuperación ambiental. Además el
programa pretende desarrollar un plan de formalización de la propiedad
y planes especiales para zonas apartadas y con baja concentración de
población.
2.
Diseñar una estrategia que permita tratar el consumo de drogas dentro
de una perspectiva de salud pública que descriminalice a los
consumidores y atienda a los enfermos como tales, a partir de la
estructura de salud.
Se creará el Programa Nacional de Intervención Integral frente al
Consumo de Drogas como una instancia de alto nivel que articulará las
instituciones con competencia en la materia.
A instancias del
Programa, se ejecutarán estrategias con un enfoque de derechos
humanos, de salud pública, diferencial y de género, a partir de la
participación comunitaria y con fundamento en la evidencia. El
Programa contará con un Sistema de Atención al Consumidor de
Drogas que deberá incluir acciones de rehabilitación e inserción social
de estas personas y se desarrollará en el marco de planes de acción
participativos con enfoque territorial y poblacional. Se trabajará
también en la generación de conocimiento en materia de consumo de
drogas (promoción en salud, prevención y atención integral) que
constribuya al diseño de las políticas públicas respectivas.
3.
Generar políticas o acuerdos que permitan el reconocimiento de usos
ancestrales de las plantas de coca y marihuana y que abra la posibilidad
de utilizarlas lícitamente para fines terapéuticos y científicos.
4.
Intensificar la lucha contra las organizaciones criminales dedicadas al
narcotráfico, incluyendo actividades de finanzas ilícitas, el lavado de
activos, el tráfico de precursores y la lucha contra la corrupción.
El compromiso es la concentración de las capacidades del Estado en la
investigación, judicialización y sanción de los delitos asociados a las
organizaciones
criminales
relacionadas
a
la
producción
y
comercialización de drogas ilícitas. Se acordó diseñar una estrategia
contra los activos involucrados en el narcotráfico y el lavado de activos,
una de control de los insumos y una estrategia de lucha contra la
corrupción.
Conforme a esta idea se propone un tratamiento penal diferencial que va
desde la renuncia al ejercicio de la acción penal o extinsión de la sanción penal contra
pequeños agricultores con cultivos ilícitos cuando estos, dentro de un período de dos
años, manifiesten su decisión de renunciar a cultivar o a mantener los cultivos de uso
ilícito; hasta la judicialización efectiva en especial de los principales responsables de las
operaciones del crimen organizado y el narcotráfico.
Este acuerdo vuelve a fracturar la actividad del cultivo–consumo, de la
producción y el tráfico, con las cosabidas contradicciones que ello conlleva, a la espera
de un futuro en el que se pueda afontar de una mejor y definitiva manera el problema,
con el concurso de la comunidad internacional. Y de paso se compromete a las FARC-EP
en la lucha contra el tráfico que incluye la actividad financiera, posición que de igual
manera contrasta con discursos progresistas al respecto.
Las contradicciones del modelo se hacen evidentes cuando pensamos en que no
serán criminalizados quienes siembren la coca y tampoco quienes consuman la cocaína
ya procesada, pero lo serán quienes procesen y produzcan la droga y quienes la
comercialicen o negocien con sus precursores; luego dentro del mismo proceso hay
severas inconsistencias que seguramente se convertirán en el palo en la rueda de las
pretensiones de acabar con los problemas y violencias que derivan de esta actividad.
A este escenario se suma el hecho de que durante los dos últimos años, de acuerdo
con el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
(UNODC, 2016), las áreas sembradas de coca en el país se duplicaron, pasando de 48.189
hectáreas en 2013, a 96.084 hectáreas en 2015. Esta situación se le ha atribuido a la
suspención de las fumigaciones aéreas y ha venido intentando ser contrarrestada a partir
de procesos de sustitución sostenible, erradicación manual, interdicción aérea y marítima,
fumigación manual y control a la demanda.
Estos mismos procesos que no han dado los resultados esperados, tal y como se
puede concluir del aumento en los cultivos ilícitos verificado por las agencias
internacionales de seguimiento, han sido incluidos en el acuerdo como las
estrategias propuestas para solucionar el problema de las drogas ilícitas. Ello nos genera
preocupación, teniendo en cuenta que entendemos el problema de las drogas ilícitas como
fundamental para el escalamiento del conflicto armado y las violencias vividas durante
los últimos cuarenta años.
Consideramos fundamental tener en cuenta que el problema de las drogas ilícitas
conlleva un problema subyacente de mayor envergadura que es el de las necesidades
básicas insatisfechas de las comunidades campesinas dedicadas a esta actividad ilícita,
quienes no han tenido incentivos reales para llevar una vida dentro de la legalidad, ante la
imposibilidad de apalancar financieramente otros cultivos o poner sus productos en el
mercado a precios competitivos o brindar a sus familias educación y salud.
De igual forma, este flagelo ha mostrado la gran debilidad institucional del Estado
local, incapaz de ejercer control sobre sus territorios rurales. Particularmente en el
Caribe los cultivos de coca son pocos, pero el territorio es utilizado para asentar
laboratorios para el procesamiento y lugares de acopio de la droga, así como ruta para
sacarla del país por el Mar Caribe.
La razón arriba expuesta hace inminente la necesidad de priorizar acciones de
fortalecimiento para nuestros municipios de la Región, con el fin de que estos puedan
recuperar el control territorial de la zona y minimizar con ello el comercio ilegal. De lo
contrario, en el Caribe, a pesar de los acuerdos, se mantendrán e, inclusive, se
incrementarán las prácticas violentas que se generan alrededor de la protección de las
rutas del narcotráfico, sin que haya espacios que efectivamente ayuden a reducirla.
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