Precisión de la neuromonitorización en cirugía tiroidea

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Rev. Soc. Otorrinolaringol. Castilla Leon Cantab. La Rioja
2013 Nov. 4 (23): 175-193
Pardal-Refoyo JL et al.
Precisión de la neuromonitorización en cirugía tiroidea
Revista de la Sociedad
Otorrinolaringológica de Castilla y León,
Cantabria y La Rioja
ISSN 2171-9381
Revista de Otorrinolaringología y disciplinas relacionadas dirigida a profesionales sanitarios.
Órgano de difusión de la Sociedad Otorrinolaringológica de Castilla y León, Cantabria y La Rioja
Periodicidad continuada
Edita: Sociedad Otorrinolaringológica de Castilla y León, Cantabria y La Rioja
Correspondencia: [email protected]
web: www.revistaorl.com
Artículo de revisión
Precisión de la neuromonitorización en cirugía tiroidea
Accuracy of neuromonitoring in thyroid surgery
José Luis Pardal-Refoyo1, Carlos Ochoa-Sangrador2, Jesús Javier CuelloAzcárate3, María Ángeles Martín-Almendra4
Complejo Asistencial de Zamora. Hospital Virgen de la Concha. Zamora.
España.
1
Servicio de Otorrinolaringología. 2Unidad de Apoyo a la Investigación.
3
Servicio de Anestesiología y Reanimación. 4Sección de Endocrinología.
[email protected]
Recibido: 10/03/2013
Aceptado: 01/09/2013
Publicado: 01/11/2013
Conflicto de intereses: Los autores declaran no tener conflictos de intereses
Imágenes: Los autores declaran haber obtenido las imágenes con el permiso de los pacientes
Referencia del artículo:
Pardal-Refoyo JL, Ochoa-Sangrador C, Cuello-Azcárate JJ, Martín-Almendra MA. Rev Soc
Otorrinolaringol Castilla Leon Cantab La Rioja. Precisión de la neuromonitorización en cirugía
tiroidea. 2013 Nov. 4 (23): 175-193.
175
Rev. Soc. Otorrinolaringol. Castilla Leon Cantab. La Rioja
Precisión de la neuromonitorización en cirugía tiroidea
Resumen
Palabras clave
Summary
Keywords
2013 Nov. 4 (23): 175-193
Pardal-Refoyo JL et al.
Introducción y objetivos: El uso de la neuromonitorización en cirugía tiroidea
es controvertido. La neuromonitorización ayuda en la identificación del
nervio laríngeo recurrente, informa sobre su función al finalizar la cirugía y
apoya en la toma de decisiones. Objetivo: revisar los resultados más
relevantes publicados sobre la validez de la neuromonitorización del NLR
en cirugía tiroidea y exponer un algoritmo de decisión. Métodos: revisión
bibliográfica. Resultados: la precisión de la neuromonitorización en cirugía
tiroidea es superior al 90%, variable de unos estudios a otros.
Conclusiones: La neuromonitorización tiene utilidad para planificar y decidir
diferentes estrategias en caso de pérdida de la señal o si hubo parálisis
laríngea previa y tiene utilidad en la gestión de la vía aérea ayudando a la
prevención de la parálisis laríngea bilateral.
tiroidectomía; nervio laríngeo recurrente; monitorización intraoperatoria;
parálisis de cuerda vocal; seguridad del paciente; Valor Predictivo de las
Pruebas
Introduction and objectives: The use of neuromonitoring in thyroid surgery is
controverted. The neuromonitoring support in identifying the recurrent
laryngeal nerve, informs about their function at the end of surgery and
supports decision making. Objective: To review the most relevant literature
on the validity of the laryngeal neuromonitoring in thyroid surgery and
explain an algorithm. Methods: Bibliographical review. Results:
Neuromonitoring accuracy in thyroid surgery is over 90%, variable among
studies. Conclusions: Neuromonitoring is useful if there is signal loss or if
there is previous laryngeal paralysis and has utility in the management of
the airway
thyroidectomy; recurrent laryngeal nerve; monitoring; intraoperative; vocal
cord paralysis; patient safety; Predictive Value of Tests
Introducción
La neuromonitorización tiene utilidad para localizar el nervio laríngeo
recurrente (NLR) y conocer su estado funcional al concluir la cirugía debido a
su elevado valor predictivo [1,2]. La situación falso negativo es de alto riesgo
ya que supone una parálisis laríngea no prevista por la neuromonitorización
[3].
En estudios recientes se proponen parámetros electrofisiológicos de
interpretación de la amplitud del potencial de acción para adaptar la estrategia
quirúrgica cuando se inicia un procedimiento bilateral y así prevenir una
potencial parálisis laríngea bilateral [1]. Es recomendable realizarla en todos
los casos y es de especial utilidad en cirugía tiroidea bilateral, en cirugía de
revisión y en caso de parálisis preexistente de NLR [1,2]. Por un lado por
razones técnicas, ya que informa sobre el estado funcional del NLR, permite
tomar decisiones en caso de ausencia de la señal ayudando a prevenir la
parálisis laríngea bilateral, reduce la tasa de parálisis temporal, incrementa la
seguridad en el manejo de la vía aérea en la extubación y permite documentar
debidamente todos los casos en relación con las laringoscopias pre y
postquirúrgicas [1,2]. Por otro lado su uso sistemático ayuda a conocer mejor
la técnica y la interpretación de los resultados, especialmente en casos de alta
dificultad, ayuda durante la docencia y permite mantener un adecuado
entrenamiento al equipo anestesia-cirujano [2].
La utilización ocasional induce una alta probabilidad de uso inadecuado de la
técnica por falta de adiestramiento. Por otro lado, el grado de dificultad se
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establece durante el desarrollo de la cirugía, en muchas ocasiones sin criterios
preoperatorios previsibles.
La interpretación de los resultados de la neuromonitorización pueden verse
alterados por el nivel de bloqueo neuromuscular ya que los miorrelajantes
pueden influir sobre la amplitud de la onda electromiográfica y reducir la
sensibilidad de la monitorización [4], aunque pueden obtenerse potenciales de
acción del NLR de amplitud suficiente con relajaciones musculares superiores
al 90% [5].
La gestión de la vía aérea en la cirugía tiroidea debe sistematizarse, sobre
todo en la extubación de pacientes con riesgo de bloqueo de la vía aérea por
parálisis laríngea bilateral confirmada o con pérdida de la señal de
neuromonitorización (unilateral o bilateral) [2]. Debe contarse con personal
capacitado en el manejo de la vía aérea difícil y disponer de los recursos
materiales, de monitorización y equipo técnico, en el caso de que no pudiera
mantenerse la ventilación y fuera necesaria la reintubación [6,7].
La neuromonitorización ayuda a evitar la parálisis bilateral del NLR gracias a la
capacidad predictiva sobre su función postoperatoria tras la primera
lobectomía [1,7], lo que incrementa la seguridad en el manejo de la vía aérea
en la extubación, aumenta la seguridad del paciente y la confianza del equipo
quirúrgico en la técnica quirúrgica realizada [2,7].
La parálisis permanente del NLR es una complicación con relativa baja
incidencia tras tiroidectomía que puede incrementarse en algunas
circunstancias (reintervenciones, reexploración por hemorragia, gran volumen
tiroideo, extensión mediastínica, carcinoma, enfermedad de Graves, extensión
de la cirugía, vaciamiento ganglionar del área VI, irradiación cervical previa,
variaciones anatómicas como ramificaciones extralaríngeas o nervio laríngeo
inferior no recurrente o la experiencia del cirujano) [8-16]. La lesión puede
producirse por diversos mecanismos (sección, ligadura, térmico, tracciónelongación, excesiva manipulación o esqueletización) [15-19]. Parece que el
mecanismo más frecuente es la elongación, sobre todo en áreas críticas (en
relación con el tubérculo de Zuckerkandl o el ligamento de Berry) y en nervios
con división extralaríngea [15]. La identificación del NLR puede influir en la
disminución del daño [11,20-26] como ha sido confirmado en estudios
multicéntricos [27]. Las investigaciones con neuromonitorización continua
ofrecen valiosa información sobre los puntos y mecanismos de lesión del NLR
y sus perspectivas en la prevención son esperanzadoras al evitar que el
cirujano progrese en maniobras que puedan provocar disfunción o lesión
[28,29].
La neuromonitorización intraoperatoria intermitente facilita la identificación y
reduce la manipulación del NLR, especialmente en situaciones complejas y,
aunque se han publicado patrones en su manejo, esta no se ha generalizado
[4,13,18,27,30].
En el trabajo de Sanabria y cols. [16] se recogen datos interesantes sobre el
grado de implantación/utilización y patrones de uso de la neuromonitorización.
En Alemania se considera estándar en la tiroidectomía y llega a un 99,3% de
utilización [31]. El estímulo vagal pre-resección se utiliza entre el 49 al 54% de
los casos y post-resección en el 72-73% y más del 70% de los cirujanos
encuestados estuvieron de acuerdo con posponer la segunda lobectomía en
caso de pérdida de la señal en la primera [31].
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Sin embargo en estudios realizados en Estados Unidos la tasa de utilización
de la neuromonitorización fue del 28,6% [32] al 37% [10] y, por diversos
motivos, la mayoría no lo emplean (coste, formación, disponibilidad, volumen
de tiroidectomías/año, años de experiencia, grado de dificultad quirúrgica). De
117 cirujanos encuestados, el 13.8% declararon utilizarla sistemáticamente y
el 23,3% de forma selectiva en situaciones de mayor riesgo pero, entre el 32 y
el 60% declararon no utilizarla nunca [10]. El coste y la no disminución de la
incidencia de parálisis laríngea pueden ser factores que influyan
negativamente en su uso [13,19,33-36].
Para incrementar el poder estadístico y demostrar reducción significativa en la
incidencia de parálisis laríngea se necesitan muestras muy numerosas dada la
baja incidencia inicial [37,38] que se sitúa entre el 0,5 al 5% en las grandes
bases de datos [16].
Las investigaciones se centran en los beneficios que la neuromonitorización
aporta en la práctica clínica (identificación del nervio, información de su
función y de la motilidad laríngea, localización del punto de lesión), en la
investigación, en la formación y en los aspectos médicolegales [10,29,36,39].
La neuromonitorización debería realizarse rutinariamente y no sólo en casos
difíciles puesto que precisa adiestramiento y el grado de dificultad en la
identificación y disección del NLR es apenas previsible y se verifica durante la
cirugía [1-4,7,26,37,39,40].
La ventaja clínica esencial de la neuromonitorización es la confirmación
intraoperatoria de la integridad o fallo de la conducción nerviosa [4,26,39],
siendo suficiente obtener la señal final estimulando el nervio vago (NV) al
concluir la lobectomía (señal V2) aunque no haya sido posible o resultado
peligroso visualizar el NLR [40]. La señal final V2 debe realizarse siempre
puesto que permite una comprobación final rápida y ayuda a reducir los falsos
negativos [4,41,42].
Debe hacerse laringoscopia prequirúrgica para detectar patología laríngea
orgánica, trastornos de la motilidad que pudieron haber pasado desapercibidos
tras cirugías previas o por otras causas y evaluar la vía aérea [4,26,43-45].
Como consecuencia, el conocimiento del estado de la laringe con
laringoscopia y la neuromonitorización ayudan en las decisiones
intraoperatorias e incrementan la seguridad de la vía aérea en el
postoperatorio previniendo la emergencia de una parálisis bilateral inesperada
(ante la pérdida de señal o si se conoce una parálisis previa contralateral)
[1,7,19,46]. La laringoscopia postoperatoria es necesaria para evaluar la
motilidad laríngea y confirmar los verdaderos y falsos positivos y negativos tras
la neuromonitorización [3,4,46-48].
El objetivo de este trabajo es revisar los resultados más relevantes publicados
sobre la precisión de la neuromonitorización para predecir la función
postoperatoria del NLR y de la motilidad laríngea en cirugía tiroidea.
Técnicas de neuroestimulación
Se han descrito diversas técnicas para identificar la motilidad laríngea tras el
estímulo eléctrico en el NLR o en el NV en tiroidectomía [48].
Las técnicas que actualmente se emplean son el registro electromiográfico de
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la actividad del músculo tiroaritenoideo mediante electrodos de superficie
adheridos al tubo endotraqueal o mediante electrodos de aguja pareados
insertados en el músculo por punción a través de la membrana cricotiroidea
(técnica translaríngea) [48].
La precisión de la prueba depende de diversos factores, algunos de los cuales
quedan recogidos en la tabla 1, como por ejemplo la técnica empleada
(translaríngea, tubo endotraqueal, palpación retrocricoidea), punto de
estimulación –en el NLR o NV-, si se incluyen o no en el estudio los casos
positivos por fallo del sistema (falso positivo), el momento de realizar la
laringoscopia postoperatoria, según se evalúen parálisis transitorias o
persistentes, si el estudio se estratifica por grupos de riesgo, si se realiza en
todos los casos o si el análisis de la señal es cualitativo o cuantitativo
[37,38,49].
Tabla 1
Factores que influyen en la precisión de la neuromonitorización en la predicción de la motilidad
laríngea en cirugía tiroidea.
Tipo de electrodo de registro
Electrodos de superficie adheridos al tubo endotraqueal
Electrodos de aguja insertados a través de la membrana cricotiroidea (translaríngea)
Twitch (palpación del área retrocricoidea)
Punto de aplicación del electrodo de estimulación
Directamente sobre el nervio
En la proximidad del nervio
Tipo de estímulo aplicado
Intermitente
Continuo
Nervio estimulado
Sobre el nervio vago (V)
Señal V1: señal electromiográfica obtenida tras estimular el nervio vago antes de comenzar la
lobectomía
Señal V2: señal electromiográfica obtenida tras estimular el nervio vago una vez concluida la
lobectomía (señal final)
Sobre el nervio laríngeo recurrente (R)
Señal R1: señal electromiográfica obtenida tras estimular el NLR durante la lobectomía (durante la
identificación y disección del NLR)
Señal R2: señal electromiográfica obtenida tras estimular el NLR una vez concluida la lobectomía
Secuencia de los registros
En dos pasos: obtención de la señal V1 inicial y V2 final
En cuatro pasos: obtención de las señales en el orden V1 – R1 – R2 – V2
Variables registradas y analizadas
Cualitativa: presencia o ausencia de señal tras el estímulo
Cuantitativa: latencia y amplitud de la señal registrada
Experiencia
Uso sistemático de la neuromonitorización en todos los casos
Uso exclusivamente en casos de dificultad quirúrgica
Durante la cirugía tiroidea la neuromonitorización no sustituye a la identificación
visual pero puede ayudar en caso de dificultad (infiltración, fibrosis). El estímulo
en la cercanía del nervio y el registro electromiográfico ayuda a su localización
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(“mapeo”) [26].
La señal obtenida tras estimulación en el NV (V1 y V2) informa sobre la
integridad funcional del NLR y puede obtenerse por estímulo sobre el nervio
(tras su identificación y disección) o en su cercanía, sobre la arteria carótida
primitiva, evitando así su disección con igual precisión que con estímulo directo
simplificando el procedimiento validado con los sistemas NIM response 2.0 y
3.0 (Medtronic Inc., Jacksonville, Florida, USA) programado con intensidad de
estímulo de 2mA y umbral del evento en 100µV aplicando el estímulo con una
sonda de estimulación de punta roma esférica [40].
Evaluación de la validez
La validez de la neuromonitorización se establece frente a la motilidad laríngea
demostrada mediante laringoscopia. La laringoscopia se considera el gold standard
para la evaluación de la motilidad laríngea [3,7,48].
Para cada nervio evaluado y punto de estimulación, la interpretación de los resultados
estadísticos se realiza según se resume en la tabla 2.
Algunos detalles mejoran los resultados (precisión) de la neuromonitorización en el
pronóstico de la motilidad laríngea:
La comprobación de la correcta posición de los electrodos de registro y
el funcionamiento del sistema aplicando estímulo sobre el cartílago
tiroides (translaríngeo) y obtener una onda electromiográfica [4,7,50].
- La obtención de la señal final V2 [7]
La calidad de una prueba diagnóstica se mide por su validez (sensibilidad y
especificidad) y su capacidad predictiva [51].
-
Tabla 2
Validez de la neuromonitorización en cirugía tiroidea.
Motilidad laríngea normal
Parálisis laríngea
Sensibilidad (S)
Especificidad (E)
Valor Predictivo Positivo (VPP)
Valor Predictivo Negativo (VPN)
Precisión / exactitud
Señal presente
VN
FN
Señal ausente
FP
VP
S= VP / VP+FN
E= VN / VN+FP
VPP= VP / VP+FP
VPN= VN / VN+FN
(VP + VN) / (VP+VN+FP+FN)
VN: verdadero negativo; VP: verdadero positivo; FP: falso positivo; FN: falso negativo
La neuromonitorización translaríngea (denominada transligamentaria en
algunas publicaciones) tiene ventajas con respecto al tubo endotraqueal con
electrodos de superficie como son el menor coste y mayor ganancia de señal
(menor impedancia, registro electromiográfico más amplio, sin modificación por
miorrelajantes) que puede traducirse en menor incidencia de falsos positivos
(pérdidas de señal, más frecuentes con tubo endotraqueal [3,4,14,26,52,53])
incrementando su sensibilidad y VPP, por lo que es recomendada por algunos
autores [11,23,26,37,41,52,54-62].
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Tabla 3
Precisión de la neuromonitorización.
Autor
Hamelmann et al. 2002 [63]
Timmermann et al. 2004 [64]
Hermann et al. 2004 [41]
S
23,5
100,0
31
100
57,1
44,4
E
98,5
97,8
99
98
VPN
96,8
100,0
97
100
96,6
98,8
91
99
P
NLR
428
95,8
97,8
405
98
VPP
40,0
10,0
60
10
87,0
57,1
67
33
40
33.0
29.8
45.9
42.4
100%
98.3
97.3
97.6
96.7
94%
36.7
25.2
11.6
8.2
100%
97.9
97.8
99.6
99.6
97%
96.3
95.3
97.3
96.4
98%
52
53
94
94
29
35
98
97
92,6
92
69,3
85,7
99,7
97,3
92,1
23,7
98,5
99,8
98,3
97,2
99.3
Beldi et al. 2004 [65]
Thomusch et al. 2004 [42]
Estímulo en NV
Estímulo en NLR
Estímulo en NV
Estímulo en NLR
Brauckhoff et al. 2004 [66]
Chan et al. 2006 [9]
Chan et al. 2006 [34]
Tomoda et al. 2006 [67]
Neuroestimulación (twitch)**
475
89
85,5
12486
Barczynski et al. 2006 [68]
Estímulo en NV
Estímulo en NLR
Estímulo en NV
Estímulo en NLR
Barczynski et al. 2009 [38]
Estímulo en NV
Estímulo en NLR
Cavichi et al. 2009 [69]
Neuroestimulación (twitch)**
Respuesta acústica NM
Cavicchi, 2012 [25]
Neuroestimulación (twitch)**
Respuesta acústica NM
Cernea et al. 201 [14]
Melin et al. 2012 [49]
Koulouris et al. 2012 [28]
Périé et al. 2013 [70]
Pardal-Refoyo et al. 2013 [3]
Pardal-Refoyo et al. 2013 [7]
Calò et al. 2013 [71]
Barczyński et al.2013 [72]
429
Parálisis*
transitoria
permanente
transitoria
permanente
transitoria
permanente
transitoria
permanente
transitoria
permanente
18
501
271
2197
(estudio
cualitativo)
permanente
transitoria
transitoria
permanente
134
91,6
91,6
98,3
96,7
66,6
33,3
100
50
99,1
98,2
100
99,1
16,6
9,1
50
20
91,0
90,2
98,4
95,9
transitoria
63
44,4
97,1
96,4
37,8
25,5
98,9
98,4
96,2
95
55.3
66,7
95.2
96,5
37.6
40,0
97.6
98,8
93.2
96.1
1450
354
33,4
66,7
97,5
93,5
99
100
99.4
100
99,7
100
[99,1100]
99.1%
98,2
99
100
99
37
93.6
99,7
99,1
99,5
[98,399,9]
99.7
99.6
95,8
92,7
80
96
36.8
66,7
25
50
[1585]
90%
26,7
22,2
40
68
100
87.5
100
50
100
[99,1100]
75%
78.3
229
226
868
4012
348
permanente
1000
permanente
permanente
97,86
98
99,7
98,8
99,5
[98,399,9]
98.9%
98.6
342
420
transitoria
Permanente
1-3 días
3-6 sem.
1-3 días
751
500
NLR: nervios laríngeos recurrentes en riesgo evaluados; NM: neuromonitorización; NV: nervio vago; P_ precisión
global; S: sensibilidad; E: especificidad; VPP: valor predictivo positivo; VPN: valor predictivo negativo
Los parámetros se expresan en porcentaje (%)
*evaluación de la parálisis con laringoscopia postoperatoria horas o días después (evaluación de parálisis transitoria) ó
al menos 6 meses después (parálisis permanente); **registro obtenido al percibir contracción palpando el área
retrocricoidea tras el estímulo
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La precisión de la neuromonitorización para predecir la motilidad laríngea tras
la tiroidectomía es elevada en las publicaciones revisadas como se resume en
la tabla 3 [3,7,9,25,28,34,38,41,42,49,63-72]. Los altos VPP y VPN traducen la
alta capacidad pronóstica de la neuromonitorización para predecir motilidad
laríngea normal si hubo registro de señal o parálisis si se perdió la señal [1,3,7].
El alto VPN indica la capacidad de la neuromonitorización para predecir una
correcta función neural en caso de obtener señal electromiográfica [1,3,7]. El
VPP es más bajo por las situaciones diversas que pueden provocar pérdidas
de señal [3,4,7,15].
El valor predictivo mejora si se utiliza la neuromonitorización sistemáticamente.
La reducción significativa en la incidencia de parálisis se va demostrando en los
trabajos más recientes [73].
En cirugía compleja, con dificultades en la identificación visual del NLR, puede
realizarse en cuatro pasos (secuencia V1-R1-R2-V2) [4,44,50,74] y si no hubo
dificultades es suficiente con la comprobación final de la señal V2 (o señal V1
inicial y V2 final para comprobar una posible modificación en la latencia o
intensidad) [1,14,52].
Las situaciones falso positivo y falso negativo reducen el valor predictivo de la
prueba [4,51]. El falso positivo reduce el VPP y la especificidad. El falso
negativo reduce el VPN y la sensibilidad. El grupo de falsos positivos se
incrementa cuando se producen recuperaciones de parálisis y el grupo de
falsos negativos cuando aparecen parálisis nuevas. Por ello la validez de la
prueba varía según el momento en el que se realice la laringoscopia, puesto
que pueden producirse modificaciones (recuperación, persistencia o
presentación de nuevas parálisis) [3].
Los falsos positivos pueden originarse por mal emplazamiento de los
electrodos, avería en el equipo, error de programación (estos dos los más
frecuentes [4,14]), artefactos en el registro (no tienen la característica onda
bifásica aunque pueden dar una señal acústica correcta), o recuperación
inmediata de la parálisis (por fatiga neural o neuroapraxia con recuperación en
las horas o días siguientes, que algunos autores ya documentan con
monitorización continua [28]). La correcta colocación de los electrodos y los
fallos o averías en el equipo pueden preverse obteniendo registro de señal tras
estimular sobre el cartílago tiroides una vez colocados los electrodos [3,4,7].
El falso positivo repercute negativamente al forzar un cambio de estrategia y
posponer la segunda lobectomía incrementando las molestias al paciente y el
coste, además de provocar desconfianza del cirujano en la
neuromonitorización. Los falsos positivos pueden reducirse haciendo prueba
previa translaríngea, conociendo la técnica correctamente y comprobando si la
pérdida de señal es verdadera obteniendo señal V2 contralateral [3,4,7].
Los falsos negativos pueden deberse a técnica incorrecta del estímulo V2 o a
parálisis producida después del estímulo V2 por manipulación inadvertida,
movimientos de rotación de la tráquea, decúbito o succión por los drenajes,
hematoma, seroma o fibrosis, por neuroapraxia retardada cuyo mecanismo no
es bien conocido (probablemente por edema) o por una lesión cordal o
aritenoidea no neural provocada por las maniobras de intubación / extubación o
por edema intralaríngeo [4,7,40].
La incidencia de falsos negativos suele ser menor del 3% [36]. El falso negativo
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repercute directa y negativamente en la seguridad del paciente [7,36] puesto
que el sistema registra actividad neural normal y no predice una parálisis
laríngea futura, circunstancia de mayor riesgo en caso de parálisis contralateral
preexistente que se traducirá en parálisis bilateral (con posible compromiso de
la vía aérea y traqueotomía). El conocimiento de este dato tiene especial
interés para advertir al paciente de que, aunque se produzca un registro de
señal normal, puede manifestarse una parálisis laríngea posterior [7]. También
los falsos negativos generan desconfianza del cirujano en la técnica de
neuromonitorización [3,7].
La reducción de falsos negativos puede conseguirse mediante técnica de
tiroidectomía cuidadosa, evitando maniobras de tracción tras la comprobación
final V2 y evitando intubación y extubación traumáticas [4,7]. La
neuromonitorización continua del nervio vago puede ayudar a modificar la
maniobra quirúrgica causal antes de producir lesión [28,29,40].
Por tanto, la validez de la neuromonitorización se incrementa haciendo
estímulo final V2 que ayuda a precisar los verdaderos positivos y a reducir la
tasa de falsos negativos y falsos positivos y es suficiente para conocer el
estado funcional del NLR al terminar la cirugía [4,7,14,52].
La señal V2 obtenida mediante estímulo sobre la carótida facilita el
procedimiento, acorta el tiempo quirúrgico, reduce el riesgo de complicaciones
vasculares o neurológicas (lesión del vago, tronco simpático, nervio frénico),
evita fibrosis que puede dificultar técnicas futuras como un vaciamiento y tiene
la misma precisión [40].
Neuromonitorización y algoritmo de decisión en tiroidectomía
La precisión de la neuromonitorización tiene implicaciones clínicas importantes
al ayudar a decidir intraoperatoriamente si se completa o se difiere la segunda
lobectomía en una tiroidectomía total programada cuando hubo pérdida de
señal y qué estrategia puede seguirse al decidir realizar totalización en
pacientes con parálisis laríngea contralateral (tras una lobectomía previa o por
otras causas) [3,7].
En la figura 1 se muestra el algoritmo de decisión propuesto para la gestión de
las situaciones con pérdida de señal en tiroidectomía total programada [7]
(reproducción del algoritmo y pie de figura con autorización de Revista
Española de Anestesiología y Reanimación).
El conocimiento del valor predictivo de la neuromonitorización orienta al cirujano en la
gestión del riesgo en caso de pérdida de señal tras la primera lobectomía en una
tiroidectomía total programada o en caso de parálisis laríngea ya conocida en el lado
contralateral (situación B de la figura 1) [1,7]. Si hay pérdida de señal en la primera
lobectomía debe posponerse la segunda lobectomía [7,38,49] hasta haber
comprobado la motilidad laríngea con certeza ya que, probablemente, habrá parálisis
que tendrá una probabilidad de recuperación posterior superior al 30% [3,19,38]. La
recuperación suele producirse en los primeros 6 meses pero puede ser más lenta, en
1 a 2 años, por lo que debe mantenerse revisión periódica [49]. En caso de
recuperación podrá practicarse la segunda lobectomía y, en caso contrario, deberá
reevaluarse el grado de indicación. Esta conducta incrementa la seguridad del
paciente [7]. En un estudio reciente se comprobó que tras pérdida de señal
(neuromonitorización con electrodos de superficie en tubo endotraqueal), en el 90% de
los casos se produjo recuperación de la señal en 10 a 35 minutos
(intraoperatoriamente) por lo que los autores consideran seguro completar la
tiroidectomía en el mismo tiempo [75].
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De este modo tras la pérdida de señal en la primera lobectomía cabrían distintas
opciones [7]:
-
-
Completar la segunda lobectomía en un segundo tiempo quirúrgico tras
comprobar la motilidad laríngea (esta es la opción que recogemos en el
algoritmo de decisión) que es la opción más generalizada en la literatura
reciente [1,19]
Completar la segunda lobectomía en el mismo tiempo quirúrgico
(basado en la probable recuperación intraoperatoria) [73]. Para ello
puede esperarse un tiempo (10-30 minutos) para confirmar si hubo
recuperación de la señal intraoperatoriamente para completar la
tiroidectomía en el mismo tiempo quirúrgico (haciendo comprobaciones
en el nervio recurrente –R3- y en el nervio vago –V3-).
Figura 1. Algoritmo de decisión de tiroidectomía total en función de la motilidad cordal comprobada con laringoscopia
indirecta y la señal de neuromonitorización V2.
IR: insuficiencia respiratoria; L1: primera lobectomía; L2: segunda lobectomía o lóbulo tiroideo remanente; Lp1:
laringoscopia postquirúrgica realizada entre el 1º y 3º día; Lp2: laringoscopia postquirúrgica realizada entre la 3ª y 6ª
semana; NM: neuromonitorización; V2: señal de neuromonitorización obtenida por estímulo del nervio vago tras
concluir la lobectomía. NM V1-V2 secuencia obtenida con señal vagal inicial V1 y final V2; V1-R1-R2-V2: secuencia de
NM obtenida en 4 pasos (vagal inicial, en nervio laríngeo recurrente R1 y R2 y vagal final V2)
(con autorización de Revista Española de Anestesiología y Reanimación [7])
En la tabla 4 se resumen los criterios de indicación quirúrgica para realizar una
u otra técnica de tiroidectomía [43, 76-80]
En caso de parálisis laríngea contralateral (situación B, figura 1) [7] la decisión para
completar la tiroidectomía se tomará individualizadamente y dependerá del diagnóstico
confirmado en la primera lobectomía, del diagnóstico de sospecha en el lóbulo residual
(Tabla 4) y de otras circunstancias (estado de la vía aérea -motilidad laríngea bilateral,
compresión o infiltración traqueal-, otras alternativas terapéuticas, comorbilidad obesidad mórbida, enfermedades cardiovasculares, pulmonares, neurológicas y
psiquiátricas [19]- y del criterio y decisión del paciente frente a los riesgos -eficacia
terapéutica, riesgo de traqueotomía- [49]).
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Precisión de la neuromonitorización en cirugía tiroidea
Tabla 4
Criterios de indicación de tiroidectomía
Situación A
motilidad laríngea bilateral normal
Criterios de tiroidectomía total
Situación B
parálisis laríngea previa contralateral
Criterios de totalización
Bocio multinodular:
compresivo
tóxico multinodular
sospecha de malignidad citológica
sospecha ultrasonográfica de malignidad:
o
Hipoecogenicidad
o
Microcalcificaciones
o
Incremento de la vascularidad central
o
Margenes de aspecto infiltrativo
o
Más alto que ancho en el plano transversal
Tiroiditis de Riedel
Enfermedad de Graves-Bassedow
Carcinoma
Indicación débil
L2 ecográficamente normal
No sospecha documentada de carcinoma en L2
Patología benigna en L1
Patología maligna en L1:
o
Linfoma tiroideo
o
Carcinoma papilar:
Tumor <1cm
Unifocal
Intratiroideo, márgenes negativos
Variante no agresiva
No sospecha de patología contralateral
No sospecha de afectación ganglionar
No sospecha de metástasis a distancia
No antecedentes familiares
No irradiación
Algún criterio:
o
Edad <15 o >45 años
o
Historia previa de irradiación cervical
o
Nódulos bilaterales
o
Extensión extratiroidea
o
Tumor >4cm
o
Metástasis ganglionar conocida
o
Metástasis a distancia conocidas
o
Variante agresiva
Citología en nódulo tiroideo
o
indeterminada de gran tamaño (>4cm)
o
sospechosa de carcinoma papilar
o
con atipia marcada con historia familiar de
carcinoma tiroideo o irradiación.
o
maligna en nódulo > 1cm
o
maligna en nódulo < 1cm con factores de
riesgo (edad >
45 años, nódulos
contralaterales, enfermedad locorregional
clínica o ecográfica, historia familiar de
carcinoma
tiroideo,
antecedentes
de
irradiación.
Criterios de hemitiroidectomía
Afectación unilateral sin criterios ecográficos ni
intraoperatorios de afectación contralateral
Patología benigna: Adenoma folicular
Patología maligna:
o
Nódulo
solitario
con
citología
indeterminada
o
Carcinoma papilar <1cm de bajo riesgo
(unifocal, intratiroideo, sin antecedentes
familiares ni de irradiación
Indicación fuerte
En L2:
o
Diagnóstico de carcinoma documentado en L2
o
Criterios citología en nódulo tiroideo (situación A)
o
Progresión tumoral
o
Parálisis laríngea en L2
o
Afectación ganglionar (ecográfica o PAAF)
o
Captación incidental en PET (asociado a otros
criterios)
Tumor maligno en L1:
o
Carcinoma medular: paciente afectado y portadores
de mutación MEN2
o
Carcinoma anaplásico (abordable quirúrgicamente)
o
Carcinoma folicular o de Hürtle: invasivo, metastásico
o
Carcinoma papilar con alguno de los siguientes
criterios):
Multifocal
Tumor >4cm
Extensión extratiroidea
Márgenes positivos
Invasión vascular
Antecedentes familiares
Antecedente de irradiación
Carcinoma incidental >1cm (50% tienen
afectación contralateral)
enfermedad locorregional o metastásica
(documentada histológicamente o sospecha
radiológica) en la que el hemitiroides remanente
impide el tratamiento con yodo
L1: primera lobectomía; L2: segunda lobectomía o lóbulo remanente tras hacer L1
En caso de optar por completar la tiroidectomía y se produjera pérdida de señal tras la
segunda lobectomía, deben incrementarse las precauciones durante la extubación por
el riesgo de insuficiencia respiratoria que puede precisar reintubación [7]. La
fibrolaringoscopia antes de la extubación se facilita sustituyendo el tubo endotraqueal
por mascarilla laríngea [19,81]. Algunos autores indican laringoscopia y revisión
quirúrgica inmediata para detectar y reparar el daño en el NLR que es un factor de
predicción de la recuperación funcional [19]. El uso sistemático de la
neuromonitorización evita la duda sobre el daño y permite localizar los cabos del
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nervio en caso de sección desde el momento en que se confirma la pérdida de señal
en la primera intervención evitando una segunda intervención exploratoria [19].
Si la motilidad es normal o se observa parálisis sin signos de obstrucción puede
realizarse la extubación y vigilancia de la ventilación. La reintubación estará indicada si
se observan signos de obstrucción laríngea (estridor, hipoxia con PO2<90mmHg,
hipercarbia con Pco2>50mmHg) [7,65,66] y es un procedimiento que debe realizarse
con idénticas medidas de monitorización, equipamiento técnico y asistencia personal
que las empleadas durante la inducción [7,81].
Es difícil decidir el momento de la extubación que debe programarse pasadas unas
horas, con corticoterapia que puede facilitar la recuperación de una posible
neuroapraxia retardada y proceder de igual modo, realizando una fibrolaringoscopia
previa y, en caso de observar signos de obstrucción laríngea, realizar traqueotomía
[7,19]. Con la traqueotomía pueden planificarse otras opciones terapéuticas como
cordectomía posterior o laterofijación de la cuerda vocal una vez confirmada una
parálisis laríngea definitiva tras un periodo de observación de al menos 12 meses
[7,82].
Conclusiones
La neuromonitorización mejora la calidad de la información preoperatoria al
paciente sobre el riesgo de pérdida de señal y su relación con una posible
parálisis laríngea.
Mejora la información sobre la estrategia que se seguirá en caso de pérdida de
señal tras la primera lobectomía en una tiroidectomía total programada, puesto
que la segunda lobectomía se realizaría en un segundo tiempo una vez
evaluada la motilidad laríngea.
La presencia de señal no excluye completamente el riesgo de parálisis
laríngea posterior transitoria o persistente.
La neuromonitorización orienta en la gestión y seguridad de la vía aérea
ayudando en la prevención de la parálisis laríngea bilateral inadvertida y
permitiendo planificar y adoptar medidas intraoperatoriamente en caso de
pérdida de señal, en caso de parálisis laríngea previa contralateral y a tomar
decisiones sobre la vía aérea en caso de sospecha de parálisis bilateral.
La neuromonitorización ayuda en la mejora la seguridad del paciente.
Agradecimientos
A Pedro Felipe Rodríguez de la Concepción (Biblioteca).
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