AP LLEIDA. condemna per abusos sexuals avi i

Anuncio
AUDIENCIA PROVINCIAL DE LLEIDA.
- SECCIÓN PRIMERA -
Rollo de Sumario 11/2007
SUMARIO 2/2007
JUZGADO INSTRUCCIÓN 1 BALAGUER
SENTENCIA
Ilmos. Sres.
Presidente:
FRANCISCO
Magistrados:
ANTONIO ROBLEDO VILLAR
EVA
MARIA
NUM. 473/09
SEGURA
SANCHO
CHESA
CELMA
En Lleida, a veinte de noviembre de dos mil nueve.
La Sección Primera de esta Audiencia Provincial, integrada por los señores
indicados al margen, ha visto en juicio oral las diligencias Sumario número 2/2007,
del Juzgado Instrucción 1 Balaguer, por delito de Agresión sexual y Exhibicionismo
en el que son acusados: ENRIQUE MARTINEZ SÁNCHEZ , nacido en Barcelona el
dia 12-3-1937, hijo de Francisco y de Maria, con DNI nº ....., sin que le consten
antecedentes penales, de ignorada solvencia, con domicilio en AGRAMUNT, .....,
representado por el Procurador D. IGNACIO BARTRET GUTIERREZ y defendido
por la Letrada Dª. OLGA SANVICENTE BALLARIN; y JORGE MARTINEZ VILLA,
nacido en Agramunt el 5-4-1969, hijo de Enrique y Ana, con DNI nº ...., sin que le
consten antecedentes penales, de ignorada solvencia y con domicilio en en
AGRAMUNT (Lleida), ....., representado por el Procurador D. IGNACIO BARTRET
GUTIERREZ y defendido por la Letrada Dª. OLGA SANVICENTE BALLARIN . Es
parte acusadora el MINISTERIO FISCAL, así como DOLORES MUDARRA
LOZANO, representada por la Procuradora Dª. PATRICIA AYNETO VIDAL y dirigida
por el Letrado D.MIQUEL RIBERA GUIU y Ponente el Magistrado Ilmo. Sr. D.
Antonio Robledo Villar
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- El Ministerio Fiscal, en conclusiones elevadas a definitivas en el acto
del Juicio Oral, entendió que los hechos constituían:
A) Un delito continuado de abuso sexual con acceso carnal previsto y penado en los
artículos 74 apartados 1 y 3, 181 apartados 1 y 2, y 182 del C.P.
B) Un delito continuado de exhibicionismo y provocación sexual previsto y penado
en los artículos 74 apartados 1 y 3 y 185 del C.P.
Es responsable criminalmente del delito del apartado A) Enrique Martínez Sánchez
en concepto de autor, y del delito del apartado B) Jorge Martínez Villa en concepto
de autor.
No concurren en ninguno de los acusados circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal.
Por lo que procede imponer a Enrique Martínez Sánchez la pena de 7 años y 6
meses de prisión con inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio
pasivo durante el plazo de duración de la condena, y la prohibición de aproximación
del acusado con la menor S. M. M. en una distancia no inferior a 150 metros durante
el plazo de 10 años, así como la prohibición de la comunicación con la misma por
igual plazo y por cualquier medio, conforme lo dispuesto en los art. 48 y 57 del C.P.
Procede imponer a Jorge Martínez Villa la pena de 1 año de prisión con
inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el
tiempo de la condena y la prohibición de aproximarse a menor de 150 metros de S.
M. M. así como la prohibición de comunicarse con ella por cualquier medio durante 3
años.
Costas procesales.
En cuanto a la responsabilidad civil, Enrique Martínez Sánchez deberá indemnizar a
S. M. M. en la cantidad de 18.000 euros y Jorge Martínez Villa deberá indemnizar
con la cantidad de 6.000 euros por el daño moral sufrido como consecuencia de los
hechos relatados. Ambas cantidades devengaran el interés legalmente establecido
en el art. 576 de la L.E.C.
En el mismo trámite la representación de la acusación particular consideró que los
hechos son constitutivos de:
A) Un delito continuado de abuso sexual con acceso carnal previsto y penado en los
artículos 74, 1º y 3º, y 181, apartados 1º 2º, y 182 del C.P.
B) Un delito continuado de exhibicionismo y provocación sexual previsto y penado
en los arts. 74 apartados 1º y 3º, y 185 del C.P.
De estos hechos es autor Enrique Martínez Sánchez del delito del apartado A) y del
delito del apartado B) Jorge Martínez Villa.
No concurren circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal.
Procede imponer por el delito del apartado A) a Enrique Martínez Sánchez, la pena
de 7 años y seis meses de prisión, inhabilitación especial para el derecho de
sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, y prohibición de aproximación del
acusado a S. M. M., así como a su domicilio o lugar de residencia, trabajo o estudio,
en una distancia de 150 metros, por plazo de 10 años, así como la prohibición de
comunicación con la misma por igual plazo, y por cualquier otro medio, conforme
disponen los artículos 48 y 57 del C.P.
En cuanto al delito del apartado B) procede imponer a Jorge Martínez Villa la pena
de 1 año de prisión, inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo
durante el tiempo de condena, prohibición de aproximación del acusado a S. M. M.,
así como a su domicilio o lugar de residencia, trabajo o estudio, en una distancia de
150 metros, por plazo de 10 años, así como la prohibición de comunicación con la
misma por igual plazo, y por cualquier otro medio, conforme disponen los artículos
48 y 57 del C.P
Al pago de las costas del procedimiento, incluidas las de la acusación particular.
En via de responsabilidad civil, Enrique Martínez Sánchez deberá indemnizar a S. M.
M. en la cantidad de 38.040 euros y Jorge Martínez Villa, deberá indemnizar a S. M.
M. en la cantidad de 6.000 euros por los daños psíquicos i morales sufridos.
SEGUNDO.- En el mismo trámite la defensa de los acusados, mostró su
disconformidad con la calificación del Ministerio fiscal y acusación particular, y
solicitó la absolución de sus representados.
HECHOS PROBADOS
UNICO.- Ha quedado probado, y así se declara por la Sala que los procesados
ENRIQUE MARTÍNEZ SÁNCHEZ y JORGE MARTINEZ VILLA, cuyas datos
identificativos y demás circunstancias constan en autos son abuelo y padre,
respectivamente, de S.M.M, con fecha de nacimiento el 7 de septiembre de 1.990.
Enrique Martínez Sánchez junto su esposa, asistieron en su domicilio sito en la C/....
de Agramunt a su nieta S.M.M, durante un periodo de tiempo que transcurrió
aproximadamente desde los nueve hasta los doce años de edad de la menor, dado
que su madre tenía un horario de trabajo nocturno. Razón por la que los abuelos
accedieron a asistir a la niña. Con aprovechamiento de dicha circunstancia, así de
la de ser el abuelo paterno de la menor, y con la intención de satisfacer sus instintos
sexuales, al tiempo que le decía que era un juego secreto que no debía contar a
nadie, sometió a dicha menor a diversas prácticas sexuales que se fueron repitiendo
durante todo este periodo, cuidando que tales hechos no fueran presenciados por su
esposa en todo momento. Para ello, aprovechaba los momentos en que la abuela
no estaba presente, que la menor dormía en un cuarto aparte o la subía a la terraza
del edificio Concretamente, le acariciaba los genitales introduciéndole los dedos en
la vagina, siendo los más frecuentes los besos en la boca con introducción de
lengua, tocamientos en los genitales y pechos, así como la petición de felaciones
que la menor, creyendo que realmente era un juego, llevaba a cabo. Asimismo, el
procesado intentó penetrarla en una ocasión que accedió al lecho que utililizaba sin
llegar a consumar la acción ante la negativa y petición de que desistiera.
Con posterioridad a tales hechos, cuando la menor contaba con 14 años, y ya no
residía con los abuelos, sino en el domicilio familiar, el también procesado y padre
de la niña JORGE MARTÍNEZ VILLA, con aprovechamiento de dicha circunstancia y
con ánimo libidinoso gustaba de mostrarse desnudo ante su hija, conducta que llevó
a cabo en varias ocasiones e, incluso, en calzoncillos delante de amigas. En
concreto, una noche que estaba presenciando películas de contenido pornográfico
se dirigió desnudo, y con el pene erecto, al dormitorio de su hija y le pidió que le
encendiera el ordenador, lo que repitió pocos minutos más tarde. En otra ocasión
pidió a su hija que le trajera una toalla recibiéndola en el baño de frente y totalmente
desnudo. Asimismo cuando veía películas eróticas, no mostraba recato alguno,
siendo consciente que sus hijas se encontraban en el domicilio y pasaban por el
comedor.
Los hechos padecidos por S.M.M. la sumieron en un importante desequilibrio
emocional, que se atribuyó a la separación de los padres; una vez que recibió ayuda
psiquiátrica y que fue internada en un Hospital de día para seguir tratamiento fue
verbalizado a las amigas, a su madre, y a los profesionales, de forma paulatina lo
sucedido.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Al inicio de la sesión de juicio oral, por la Defensa de los procesados,
en aras a la defensa de sus intereses, se solicitó la celebración a puerta cerrada del
juicio, petición que ya había realizado por escrito la Acusación Particular y a la que
no se opuso el Ministerio Fiscal. Cabe recordar que el art. 680 de la LECr. establece
que “Los debates del juicio oral serán públicos, bajo pena de nulidad. Más, podrá,
no obstante, el Presidente mandar que las sesiones se celebren a puerta cerrada
cuando así lo exijan razones de moralidad o de orden público, o el respeto debido a
la persona ofendida por el delito o a su familia. Para adoptar esta resolución, el
Presidente, ya de oficio, ya a petición de los acusadores, consultará al Tribunal, el
cual deliberará en secreto, consignando su acuerdo en auto motivado, contra el que
no se dará recurso alguno”. En términos similares se pronuncian los arts. 186 a 195
y 232 de la LOPJ. A este respecto, la doctrina constitucional ha establecido que el
art. 120.1 de la CE. tiene una doble finalidad: por un lado, proteger a las partes de
una justicia substraída del control público y por otro, mantener la confianza de la
comunidad en los Tribunales constituyendo en ambos sentidos tal principio una de
las bases del proceso debido y uno de los pilares del Estado de Derecho.
Sin embargo, existen excepciones a esta regla, que habrán de ser interpretadas a la
luz de la doctrina del TC, siempre que se adopte la decisión motivadamente y por las
causas legalmente establecidas. En la presente causa, teniendo presente que la
celebración a puerta cerrada fue solicitada conjuntamente, así como el contenido de
la acusación, las particulares circunstancias personales de todos los implicados así
como la naturaleza de los presuntos hechos objeto de acusación de índole sexual,
aconsejó la adopción de la medida solicitada, a fin de evitar un nuevo proceso de
victimización derivado de la celebración del juicio, al afectar los hechos a algo tan
íntimo como la vida sexual de personas menores de edad.
Por lo cual, tras la oportuna deliberación, se acordó celebrar el juicio a puerta
cerrada, notificándolo así a las partes y procediéndose al desalojo de la Sala de
Vistas.
SEGUNDO.- Interesan las acusaciones, para ENRIQUE MARTÍNEZ SÁNCHEZ, la
condena por un delito continuado de abuso sexual, con acceso carnal, previsto y
penado en los artículos 181.1 y 2 y 182, en relación –todo ello- con el artículo 74.1 y
3 del CP.
Y para Jorge Martínez Villa interesaron la condena como autor
criminalmente responsable de un delito continuado de exhibicionismo y provocación
sexual previsto y penado en los artículos 185 y 74.1 y 3 CP.
Pues bien, a la declaración de hechos probados llega la Sala tras la valoración
conjunta de la prueba desplegada en juicio oral. En primer lugar, la propia
declaración de S.M.M. cuyas manifestaciones en el plenario merecieron la
credibilidad de la Sala. El TS viene admitiendo como prueba de cargo el testimonio
de la víctima pues, si no, se llegaría a la más absoluta impunidad de innumerables
ilícitos penales, sobre todo en los que afectan a la libertad o indemnidad sexual de
las personas, que se suelen perpetrar de manera clandestina, secreta y encubierta.
Haciéndose eco de lo anterior y trayendo a colación lo que es uniforme y reiterado
criterio jurisprudencial. Así, la Sentencia de la Sala 2ª del TS de 28 de junio de
2006, señala como notas a considerar en la declaración de la víctima los que siguen:
1º.- Ausencia de incredibilidad subjetiva, derivada de las relaciones previas
acusado/víctima, que pongan de relieve la posible existencia de un móvil espurio, de
resentimiento, enemistad, de venganza, enfrentamiento, interés o de cualquier otra
índole que prive a la declaración de la aptitud necesaria para generar certidumbre.
2º.- Verosimilitud, es decir, constatación de la concurrencia de corroboraciones
periféricas de carácter objetivo que doten al testimonio de aptitud probatoria, de
manera que el propio hecho de la existencia del delito esté apoyado en algún dato
añadido a la pura manifestación subjetiva, ponderándose adecuadamente en los
delitos que no dejan huella.
3º.- Persistencia en la incriminación: éste debe ser prolongada en el tiempo, plural,
sin ambigüedades ni contradicciones.
Tales elementos, sin embargo, no han de considerarse como requisitos
imprescindibles, de modo que tuvieren que concurrir todos unidos para dar crédito a
la testifical de la víctima como prueba de cargo. A nadie se le escapa, dice la STS
de 19 de marzo de 2003, que cuando se comete un delito en la clandestinidad, lo
que verdaderamente importa es la razonabilidad en la convicción del Tribunal sobre
la cual ha de argumentarse la sentencia condenatoria.
En este sentido, la credibilidad de lo manifestado por S. se asienta en su propio
testimonio, relatando unos hechos plenamente compatibles con la situación descrita
y no cuestionada por ninguno de los implicados, como es que se encontraba al
cuidado de sus abuelos paternos debido a la incompatibilidad de horario de su
madre en el trabajo. Pese a las dificultades de fijación temporal de los hechos
relativos al primero de los ilícitos, los mismos fueron situados en una franja que se
extiende desde que realizó la Primera Comunión hasta que dejó de convivir con los
abuelos. La Sala, gozando del privilegio de la inmediación y asistiendo a su
testimonio con todas las garantías procesales creyó sus manifestaciones. Y, a su
vez, los hechos en que se basan las acusaciones para el segundo ilícito penal son
posteriores, una vez que la menor dejó de estar con los abuelos.
Sobre la credibilidad del testimonio de la menor se emitió informe por el Equipo
Técnico de Asesoramiento a víctimas, obrante en los folios 171 y ss de las
actuaciones, que fue ratificado en juicio oral. En el se concluye por sus autoras que
todos los indicadores tenidos en cuenta conducen a la credibilidad del relato
mostrado por la menor, descartando una posible sugestionabilidad y tendencia a la
fantasia. En juicio oral, Montserrat Garriga y Teresa Alsina aportaron la metodología
seguida en el estudio realizado, aclarando que los múltiples detalles aportados por la
menor y relativos a las diferentes situaciones que había vivido no podía ser fruto de
la invención. y, aunque evidentemente coexistían importantes emociones, las
mismas no afectaban a la credibilidad del relato.
Particularmente importante fue el testimonio del Médico psiquiatra que atendió a S. y
que no sólo aportó sus conocimientos de la especialidad a que se dedica sino que
también relató a la Sala el modo en que tuvo conocimiento de los hechos, tras las
manifestaciones que le realizó la menor al seguir el tratamiento. Así, indico como
conoció a la niña, relatando el cuadro que presentaba de apatía, tristeza, desánimo,
malestar general; lo que motivó un ingreso ambulatorio para un tratamiento más
adecuado. Y una vez iniciado el mismo fue relatando de forma espontánea las
experiencias vividas con su abuelo y con su padre. Como testimonio de referencia
expresó a la Sala las manifestaciones vertidas por la menor en su momento y que
resultaron coincidentes con lo dicho por S.M.M. Desde una perspectiva de
valoración del daño sufrido afirmó que, sin duda alguna, tales experiencias que
conllevan una perplejidad inicial con presión posterior, ansiedad y depresión, marcan
a la persona, pudiendo aflorar con posterioridad y revelando fragilidad y mayor
tendencia a recaídas en depresión.
En suma, encuentra la Sala que el testimonio prestado por S.M.M. carece “a priori”
de incredibilidad subjetiva, dado que no se encuentra en la misma motivo o causa
que justificase un falseamiento de la realidad, dadas las circunstancias concurrentes
de toda naturaleza. A su vez, la corroboración periférica se muestra, en este caso,
en la necesidad de atención especializada que ha necesitado que, incluso, iniciada
aparentemente por una causa diferente, ayuda a poner de relieve los hechos cuya
existencia, además, es compatible con el cuadro descrito. Por último, la persistencia
incriminatoria no puede ponerse en duda al poner en relación las diferentes
declaraciones de la denunciante.
TERCERO.- Refiriéndonos exclusivamente al delito de abuso sexual, S. manifestó
en juicio oral como los hechos se producían fundamentalmente de día y, alguna vez,
de noche. Dijo como estando tumbada en el sofá con su abuelo, éste le acarició los
genitales y le puso los dedos haciéndole daño al introducírselos; otra vez estaba
durmiendo y el abuelo se puso a su lado en la cama mirando para que la abuela no
se diera cuenta. Otra vez en el sofá se “la hizo chupar”, le decía que era un juego
divertido. En otras ocasiones le tocaba las tetas y muchas veces le daba besos con
lengua. Arriba en la terraza le hacia subir para que “se la chupara”, diciéndole que
no comentara nada ni a la Yaya ni a nadie. Intentó penetrarla dos o tres veces pero
le dijo que parara y se detuvo.
Este testimonio se corresponde con la declaración de su madre, D.M.L. que relató
en el plenario como tuvo conocimiento de los hechos, una vez que su hija ya estaba
en tratamiento y estaban viendo la tele. Entonces la niña le dijo que tenía que
contarle algo pero que le daba vergüenza. La declaración de una amiga de la niña,
V.H.R. también manifestó en juicio oral que S. le había confiado que su abuelo había
abusado de ella; lo que también manifestó otra amiga, A.M.F. En último lugar, Jordi
Baiget Pique, que pertenece a los servicios sociales también ratificó que supo lo
sucedido porque la niña se lo contó, dando multiples detalles en la metodologia
estandarizada que siguió en el análisis.
Por otra parte, el acusado niega los hechos y la testifical propuesta por la Defensa
no resultó relevante al no presenciar los hechos pues, A.V.A. esposa del procesado
y abuela de la niña manifestó que la niña dormía con ella en casa, que no se
separaba de ella y que no vio nada extraño. Añadiendo que si su marido hubiera
hecho algo malo lo habría echado de casa. En términos parecidos se expresó,
C.M.V. hija y hermana de los procesados, E.C.M, nieta y sobrina, A.M.M.M., sobrina
y prima y, en último lugar, Mª.T.A.LL, vecina y amiga. Todas ellas afirmaron que
Enrique trabajaba de noche, que no vieron nada raro y, contrariamente, que otras
niñas pequeñas habían estado en este domicilio sin advertir nada relacionado con la
denuncia.
A su vez, el informe emitido por el Médico Forense y especialista en psiquiatría
Leopoldo Ortega Monasterio, obrante al folio 252 y ss, fue ratificado también en el
plenario. Versando sobre un estudio de la personalidad de ambos procesados
concluyó que no podía afirmarse en el presente supuesto las dimensiones
psicopatológicas acreditadas estadísticamente en estos casos; lo que no excluye la
materialización de las conductas que fueron denunciadas añadiendo, respecto al
exhibicionismo, que es una tendencia que no implica un comportamiento cotidiano
como puede ser el alcoholismo.
En suma, y pese a las legítimas explicaciones ofrecidas por el acusado de que los
hechos no son ciertos y que la denuncia obedece a un afán de venganza, la Sala
considera acreditada la realización de los hechos relatados por S.M.M., otorgando
plena credibilidad a su testimonio, no sólo en cuanto a la realidad de los mismos,
sino también a su autoría
Acreditados los hechos, la Sala ha de pronunciarse sobre su
CUARTO.calificación, abuso sexual con la presencia de acceso carnal o penetración (art. 182
CP. así como la continuidad delictiva (art. 74 CP).
Así las cosas, los hechos que se han declarado probados constituyen el delito
incluido en la petición acusatoria formulada de forma subsidiaria a la principal. Delito
cuya tipicidad incluye la realización de actos que atentan contra la libertad o
indemnidad sexual de otra persona, sin violencia o intimidación y sin que medie
consentimiento. Elementos que concurren en el presente supuesto, por cuanto la
conducta desplegada por el acusado integra plenamente el concepto de atentado
contra libertad e indemnidad sexual, extremo sobre el que no cabe duda alguna
dada la entidad y naturaleza de los hechos desplegados y, al mismo tiempo, no
existe un consentimiento libre y válido que permita –en este caso- advertir una
posible atipicidad. Nos encontramos ante el supuesto recogido en el número 2 del
artículo 181 CP, cuando se equipara la falta de consentimiento a los ejecutados
sobre menores de trece años.
Sobre el acceso carnal, ya el Acuerdo del Pleno no jurisdiccional de 25 de mayo de
2.005 afirmaba que el acceso equivalía a acceder carnalmente o hacerse acceder, y
en los últimos años se viene sosteniendo que el mismo no se determina
biológicamente, sino normativamente. Es decir, no se requiere ya una penetración
que alcance determinadas zonas anatómicas del sujeto pasivo; más el criterio
normativo ha de ser aplicado con una valoración de las circunstancias de cada caso
concreto y, por lo tanto, es preciso que de las mismas sea posible deducir que los
hechos ya han alcanzado un nivel que justifique la represión prevista para los delitos
sexuales con acceso carnal. En el presente supuesto, quedó acreditado que una de
las conductas exigidas por el sujeto activo a la menor fue la de introducción de los
dedos en la vagina, hecho que, por lo dicho, colma las exigencias del tipo penal. E
igualmente puede afirmarse de las felaciones que la niña debía realizar y que
suponen la introducción del miembro viril en la cavidad bucal, según la interpretación
legal de acceso carnal que aporta el artículo 179 CP y 182 CP.
Y lo mismo ha de decirse en cuanto a la posibilidad de apreciar la continuidad
delictiva, pese al carácter francamente restrictivo de la apreciación de esta figura
delictiva a los delitos contra libertad sexual, según ha puesto de manifiesto el
Tribunal Supremo en reiteradas ocasiones, (SSTS 1316/2002, de 10 de julio y
845/2004, de 30 de junio, entre otras), más lo admite cuando la agresión, se produce
en un contexto espacio temporal lo suficientemente amplio para no apreciar la
unidad de acción, (SSTS 945/2006, de 29 de septiembre y 623/2006, de 1 de junio),
pero aprovechando una misma ocasión en momentos muy próximos., (SSTS
1424/2004 de 1 de diciembre y 1216/2006 de 11 de diciembre).
En tal sentido la última de tales sentencias, con cita de la también sentencia del
Tribunal Supremo 523/2004, de 24 de abril, señala:
"que desde la perspectiva de la homogeneidad del delito continuado por afectar o no
a mismo modus operandi, hemos dicho reiteradamente que para que pueda
apreciarse delito continuado es preciso que concurran los siguientes requisitos:
a) pluralidad de hechos diferenciados y no sometidos a enjuiciamiento separado por
los Tribunales;
b) concurrencia de un dolo unitario que transparenta una unidad de resolución y
propósito que vertebra y da unión a pluralidad de acciones comitivas, de suerte que
éstas pierden su sustancialidad para aparecer como una ejecución parcial y
fragmentada en una sola y única programación de los mismos;
c) realización de las diversas acciones en unas coordenadas espacio-temporales
próximas, indicador de su falta de autonomía;
d) unidad del precepto penal violado, de suerte que el bien jurídico atacado es el
mismo en todas;
e) unidad del sujeto activo;
f) homogeneidad en el modus operandi por la idéntica o parecida utilización de
métodos, instrumentos o técnicas de actuación afines, (SSTS 1103/2001, de 11 de
junio y 1749/2002, de 21 de octubre, entre otras muchas)".
De forma que solo es posible el delito continuado en los casos en que se trate de
ataques al mismo sujeto pasivo, que se ejecuten en el marco único de una relación
sexual, de una cierta duración, mantenida en el tiempo, que obedezca a un dolo
único o unidad de propósito o al aprovechamiento de similares ocasiones por parte
del sujeto activo, situación en la que no es fácil individualizar con datos concretos de
lugar, fecha y características precisas de la acción, cada una de las infracciones o
ataques sufridos por el sujeto pasivo, o en la que la distintas acciones ejecutadas
pierden su sustantividad, para aparecer como una ejecución parcial y fragmentada
de un "iter criminis" progresivo y secuencial proyectado sobre un mismo sujeto
pasivo.
Proyectando dicha doctrina sobre los hechos enjuiciados, resulta que los hechos
declarados probados son plenamente incardinables en el supuesto de continuidad
delictiva ya que se desplegaron contra el mismo sujeto pasivo, siendo homogéneos
y sostenidos en un espacio temporal suficientemente amplio en el que resulta difícil
la individualización. La Sala, por ello, ha de acoger la continuidad pretendida por las
acusaciones.
Junto a ello, se desprende la procedencia de calificación del artículo 181.1 CP,
tratándose de un abuso de naturaleza sexual no consentido, a la vista del número 2
del mismo precepto. Y, a su vez, ha de ser penado de conformidad con lo dispuesto
en el artículo 182.1, dado el acceso carnal existente, y en su mitad superior al ser la
víctima especialmente vulnerable, no sólo por la relación de dependencia con el
sujeto activo sino también por la edad (art. 182.2 en relación a 181.1.3º, ambos CP).
QUINTO.También sostienen las acusaciones que los hechos denunciados
constituyen un delito continuado de exhibicionismo y provocación sexual del artículo
185 y 74 CP. Castiga dicho precepto al que ejecutare actos de exhibición obscena
ante menores de edad, no existiendo duda al respecto que mostrar los genitales al
tiempo que se profieren frases provocadoras, o se adopta actitudes con contenido
sexual integra el tipo delictivo que es objeto de acusación.
En el presente supuesto, y partiendo de la credibilidad de S.M.M, ésta ratificó en
juicio oral varios episodios protagonizados por su padre y dirigidos hacia su persona
en los que, estando desnudo, se dirigía a la misma en circunstancias ciertamente
provocativas. Una de ellas, la más llamativa hace referencia a una noche en la que,
tras el visionado de videofilmes eróticos entró en su dormitorio totalmente desnudo y
con el pene erecto pidiéndole que le encendiera el ordenador. En otra ocasión le
pidió que le llevara la toalla al baño esperándola de frente y totalmente desnudo.
Era frecuente que presenciara este tipo de películas en casa y sin recato alguno
respecto a sus hijas, mostrándose muchas veces en calzoncillos incluso delante de
amigas de S.M.M. Dijo que ante sus amigas iba como si provocara, le decían que
se marchara pero no quería, y ante ella se paseaba desnudo, para provocar. Lo ha
visto desnudo cinco o seis veces dijo a la Defensa. Una vez estando en la cocina
con una amiga entró desnudo su padre y ello se repitió estando con una amiga en su
cuarto con el ordenador.
Al margen de los argumentos de credibilidad ya expuestos, tales manifestaciones se
han visto corroboradas por las manifestaciones de las amigas de la hija, V.H.R. que
afirmó en juicio oral que vio al padre en calzoncillos sentarse en el sofá junto a ellas
un día que estaba en la casa de S, relatando lo mismo y por referencia A.M.F,
también amiga. Pero, en este sentido, particularmente importantes son las
manifestaciones de estas testigos en lo referente a que estando en la casa de su
amiga fueron al baño y descubrieron una cámara de grabación encendida que les
grababa. De hecho el ahora acusado fue condenado por el Juzgado Penal núm. 3
como autor responsable de un delito de descubrimiento y revelación de secretos,
reconociendo –además de espionaje a esposa e hija-, que se habían captado
imágenes de las menores amigas de su hija, en la declaración de hechos probados.
Lo cual, siendo irrelevante en orden al delito que ahora nos ocupa, sin embargo
reviste su importancia al acreditar ausencia de escrúpulos en lo atinente al respeto
por la privacidad de las afectadas, dada la inmoralidad de la acción.
Los mismos argumentos ya explicitados anteriormente respecto a los datos y
elementos tenidos en cuenta para valorar esta denuncia son trasladables a este
hecho ilícito; en particular lo atinente a los estudios de credibilidad de la menor, las
manifestaciones del psiquiatra que le atendió y del representante de los servicios
sociales, que le otorgan plena credibilidad. Asimismo la continuidad delictiva resulta
evidente para la Sala, a tenor de la argumentación ya vertida y según la naturaleza
del hecho y del precepto infringido
La legítima versión exculpatoria del padre de la denunciante, que todo lo achaca a
una presunta venganza de la madre tras la separación de los cónyuges, no puede
ser estimada por la Sala al valorar conjuntamente la prueba desplegada. Máxime, al
tener presente el acreditado estado de padecimiento por el que atravesó S.M.M. y
que requirió tratamiento específico. Razones por las que la prueba practicada ha
sido suficiente para tener por enervada la presunción de inocencia que asiste al
acusado y, así, debe dictarse sentencia condenatoria por estos hechos, según la
calificación sostenida por las acusaciones que es aceptada por la Sala.
SEXTO.- Son autores de los delitos por los que han sido calificados los hechos, los
procesados ENRIQUE MARTINEZ SÁNCHEZ y JORGE MARTÍNEZ VILLA, por la
acción directa, voluntaria y material que llevaron a cabo de los mismos, según la
prueba que se practicó en juicio oral, y como se ha argumentado supra.
SEPTIMO.- No concurren ni en los hechos desplegados ni en sus autores
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal.
OCTAVO.- En el capítulo sancionador, y por lo que respecta al delito de abuso
sexual continuado el artículo 182.2 CP impone la mitad superior de la pena prevista
en el número anterior (prisión de cuatro a diez años); es decir, prisión de siete a diez
años. Y teniendo en cuenta la continuidad delictiva, que agrava la reprochabilidad
de las acciones desplegadas, la Sala entiende proporcionada y ajustada a los
hechos que se han declarado probados la pena de 7 años y 6 meses de prisión, por
total respeto al principio acusatorio. Ello con la correspondiente inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo. Asimismo, al haberlo interesado las
acusaciones y de conformidad con lo previsto en el artículo 57 CP, pues concurren
los presupuestos necesarios para ello, resulta procedente fijar las prohibiciones de
aproximación a S.M.M. en una distancia no inferior a 150 metros así como la
prohibición de comunicación por cualquier medio y por un plazo de diez años.
En lo referente al delito de exhibicionismo y provocación sexual, el artículo 185 CP
prevé una penalidad de prisión de seis meses a un año o multa de 12 a 24 meses.
Y tratándose de un delito continuado habrá de atender a la fijación de pena concreta
en su mitad superior, cuando menos. Así, dada la entidad y gravedad de los
hechos, entiende la Sala como adecuada y proporcionada a los mismos la
imposición de la pena de prisión de DIEZ MESES, junto a la accesoria de
inhabilitación para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena. Y
al haberlo interesado las acusaciones y de conformidad con lo previsto en el artículo
57 CP, pues concurren los presupuestos necesarios para ello, resulta procedente
fijar las prohibiciones de aproximación a S.M.M. en una distancia no inferior a 150
metros así como la prohibición de comunicación por cualquier medio y por un plazo
de tres años.
NOVENO.- El culpable criminalmente de un hecho punible lo es civilmente y viene
obligado al pago de las costas procesales en la proporción que corresponde a los
delitos enjuiciados y al pago de las indemnizaciones que se dirán con el incremento
del interés que devenguen dichas cantidades conforme al artículo 576 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil. Conforme al artículo 109 del Código Penal y jurisprudencia que
lo complementa, la fijación de la cuantía indemnizatoria de daños físicos y
económicos requiere la prueba de su existencia y del montante alcanzado, pero
tales cálculos no son aplicables a los daños morales que deben establecerse
mediante un juicio global que evalúe los criterios sociales de reparación como
consecuencia da tal daño sufrido por el perjudicado.
Se ha solicitado por el Ministerio Fiscal y la Acusación Particular una indemnización
por daño moral de 18.000 € y 38.040 €, respectivamente, por daños morales a cargo
del abuelo; y la cantidad de 6.000 € a satisfacer por el padre. Ha de partirse que ha
quedado acreditado que la víctima ha sufrido un trastorno por este hecho que ha
motivado un tratamiento como consta cumplidamente en la documental obrante en
autos. Es claro, por tanto, que el daño moral deriva de determinadas infracciones y
actuaciones que por su mera ejecución ofenden la dignidad personal, lo que
implícitamente se da en aquellas acciones que atentan contra la libertad e
indemnidad sexual como lo es la que ahora se enjuicia. Pero también es cierto que,
sin desconocer la existencia de secuelas que pueden aflorar con posterioridad como
se acreditó en juicio oral, S.M.M. ha mejorado en el trastorno padecido. Con lo que
la Sala, atendiendo a tales razones y las circunstancias concurrentes, considera
ajustada la fijación de un montante por daño moral de 15.000 €, a cargo de Enrique
Martínez y 3.000 que deberá satisfacer Jorge Martínez. Cantidades que devengarán
los intereses del artículo 576 LECRIM.
DECIMO.- En atención a lo dispuesto en los art. 123 del Código Penal y 240 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, a toda persona responsable de un delito o falta le
viene impuesto por Ley, el pago de las costas procesales causadas en el curso del
procedimiento seguido para su enjuiciamiento, incluidas -en este caso- las causadas
por la Acusación Particular.
Vistos los artículos citados y demás de general y pertinente aplicación, la Sala dicta
el siguiente
F A L L A M O S.
CONDENAMOS a ENRIQUE MARTÍNEZ SÁNCHEZ como autor criminalmente
responsable de un delito continuado de ABUSO SEXUAL, ya definido, a la pena de
PRISIÓN DE SIETE AÑOS Y SEIS MESES a INHABILITACIÓN ESPECIAL PARA
EL DERECHO DE SUFRAGIO PASIVO DURANTE EL TIEMPO DE LA CONDENA,
con imposición de la mitad de las costas causadas en este procedimiento, incluidas
las de la Acusación Particular.
El condenado no podrá aproximarse, a una distancia inferior a 150 metros, o
comunicarse con S.M.M. por cualquier medio en un plazo de DIEZ AÑOS.
En vía de responsabilidad civil, el condenado deberá indemnizar a S.M.M, en la
cantidad de QUINCE MIL EUROS (15.000 €); cantidad que devengará el interés
previsto en el artículo 576 de la Ley de enjuiciamiento civil.
CONDENAMOS a JORGE MARTÍNEZ VILLA como autor criminalmente
responsable de un delito continuado de EXHIBICIONISMO Y PROVOCACIÓN
SEXUAL, ya definido, a la pena de PRISIÓN DIEZ MESES a INHABILITACIÓN
ESPECIAL PARA EL DERECHO DE SUFRAGIO PASIVO DURANTE EL TIEMPO
DE LA CONDENA, con imposición de la mitad de las costas causadas en este
procedimiento, incluidas las de la Acusación Particular
El condenado no podrá aproximarse, a una distancia inferior a 150 metros, o
comunicarse con S.M.M. por cualquier medio en un plazo de TRES AÑOS.
En vía de responsabilidad civil, el condenado deberá indemnizar a S.M.M, en la
cantidad de TRES MIL EUROS (3.000 €); cantidad que devengará el interés previsto
en el artículo 576 de la Ley de enjuiciamiento civil.
Y para el cumplimiento de la pena privativa de libertad impuesta y del arresto
sustitutorio en su caso, ABONAMOS al referido acusado todo el tiempo de privación
de libertad sufrido por esta causa, si no le hubiera sido abonado en otra distinta.
La presente sentencia no es firme, al caber contra la misma recurso de casación
ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo, a preparar mediante escrito suscrito por
Abogado y Procurador en el plazo de cinco días a contar desde la última
notificación de esta sentencia.
Así por esta nuestra sentencia lo pronunciamos, mandamos y firmamos.
Descargar