Kabul, Teherán y el fraude

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EL MUNDO. LUNES 26 DE OCTUBRE DE 2009
MUNDO
>GUERRA CONTRA EL TERROR / Manifestaciones en Afganistán
Protestas por la quema de un Corán
Centenares de personas se concentran en la capital afgana contra la destrucción
del libro sagrado por parte de las tropas de la OTAN, que niegan el incidente
MÒNICA BERNABÉ / Kabul
Especial para EL MUNDO
Centenares de jóvenes, algunos de
ellos estudiantes de la Universidad
de Kabul, se concentraron ayer en
la capital afgana para protestar
porque, según ellos, las tropas internacionales quemaron un ejemplar del Corán durante una operación militar la semana pasada en la
provincia vecina de Wardak, en el
oeste de Kabul. «Muerte a América. Abajo Israel», gritaban los enfurecidos manifestantes, que cortaron el tráfico en la capital durante más de una hora y estuvieron
dando vueltas por la ciudad durante buena parte del día, manteniendo en alerta las fuerzas de seguridad afganas.
Una portavoz estadounidense de
la Fuerza de Asistencia para la Seguridad Internacional (ISAF), la
capitán Elizabeth Mathias, negó la
implicación de las fuerzas extranjeras en tal incidente y acusó a los
talibán de haber hecho correr el
rumor para así poner en jaque a
los efectivos internacionales coincidiendo con la inminente celebra-
ción de la segunda vuelta de las
elecciones presidenciales, previstas para el 7 de noviembre.
«Nosotros no quemamos ningún
Corán. Es desafortunado que
crean un rumor de los talibán», dijo la capitán, que añadió que las
fuerzas internacionales y afganas
han llevado a cabo una investigación conjunta que ha confirmado
que no se quemó ningún Corán.
«Un portavoz del gobernador de
Wardak, Mohamad Alim Fadayee,
y el mulá Qari del Ejército afgano
en Wardak, públicamente han declarado que las tropas de la ISAF
no fueron responsables por la profanación del Corán y que las acusaciones no tienen ningún fundamento», informó también la ISAF
a través de un comunicado.
La protesta fue básicamente pacífica, pero en algún momento algún incontrolado lanzó piedras
contra la Policía y los agentes respondieron con disparos al aire. No
se registraron heridos. Algunos de
los presentes llevaban una pancarta que decía No a la democracia.
Sólo queremos el islam, y otros
quemaron un muñeco que dijeron
que era el presidente estadounidense, Barack Obama.
La marcha se inició a primera
hora de la mañana en la Universidad de Kabul, pero después fue
hasta las puertas del Parlamento,
donde se desplegó un importante
dispositivo de seguridad, con más
de una docena de vehículos de la
Policía. Estos hechos ponen en evidencia, una vez más, que la religión es un tema intocable en Afganistán. De hecho, cuando en septiembre las tropas de la OTAN
bombardearon dos camiones cis-
Los manifestantes
llevaban una pancarta
con el lema: «Sólo
queremos el islam»
Estudiantes universitarios afganos corean consignas contra la democracia y en favor del islam, ayer, durante una manifestación en Kabul. / SHAH MARAI / AFP
Kabul, Teherán y el fraude
MANÁLISIS
ROSA MENESES
Los procesos electorales en Oriente Próximo son
a menudo conflictivos. Dos países del entorno,
Afganistán e Irán, han celebrado este verano comicios importantes cuya legitimidad se ha puesto en duda por la oposición. Sin embargo, cada
país ha resuelto el entuerto de manera muy distinta. En Afganistán, la ONU denunció fraude
masivo ante los resultados de las elecciones del
pasado agosto, pero la oposición no salió a las calles. Los sufragios fueron sometidos a una investigación y finalmente el presidente, Hamid Karzai, se ha visto obligado a aceptar una segunda
vuelta. «El hecho de que Karzai y sus aliados hayan estado implicados en un fraude tan obvio mina sus credenciales», señala Edward Burke, in-
vestigador de la Fundación para las Relaciones
Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE).
«Su reputación ha sido irreparablemente dañada y ha avergonzado a sus aliados internacionales, contribuyendo a lo que yo creo que es un
debilitamiento inminente del compromiso de los
países contribuyentes de la ISAF en el futuro»,
añade este experto. El desenlace de la crisis postelectoral afgana pone en evidencia que Afganistán es un Estado frágil, con un Gobierno muy débil que apenas extiende su autoridad fuera de
Kabul y con una fuerte dependencia de la comunidad internacional.
Irán, por el contrario, tiene un régimen fuerte
y consolidado que combina una burocracia eficiente con una ideología mesiánica. Al contrario
que en Afganistán, la comunidad internacional
permanece al margen. Ante el problema de una
oposición que denuncia fraude masivo en la votación que aupó al ultraconservador Mahmud
Ahmadineyad el 12 de junio, el aparato del poder
se defendió de forma resolutiva y contundente.
La República Islámica no dudó en utilizar toda su
fuerza represiva para acallar las revueltas en la
calle. La oposición quedó mermada con las detenciones masivas de los asesores de los líderes
reformistas y de periodistas críticos con el régimen. Mir Husein Musavi y Mehdi Karrubi, los dirigentes reformistas, vieron su margen de maniobra reducido a la nada.
«Lo que ocurrió en las pasadas elecciones enraiza en realidad con los comicios de 2005, cuando una élite de la Revolución –que fue muy activa en los años 70 pero marginada después– tomó
el poder y consiguió una amplia base social y el
control de los basiyi y los pasdarán [las fuerzas
armadas iraníes]», argumenta el politólogo Hamit Bozarslan, autor de Una historia de la violencia en Oriente Medio (Península), en referencia a los ultraconservadores. «Aprendieron de los
errores del sha y aplastaron a la oposición de forma rápida y brutal antes de que ganara momentum», concluye Burke.
Abdulá Abdulá instó a
Estados Unidos a que
aumente sus efectivos
militares en el país
terna en la provincia de Kunduz,
en el norte del país, y decenas de
civiles murieron o resultaron heridos, nadie salió a protestar por las
calles de Kabul.
A pesar de la manifestación, el
ex ministro de Asuntos Exteriores
y rival del presidente afgano en la
segunda vuelta de las elecciones,
Abdulá Abdulá, hizo ayer un llamamiento a Estados Unidos para
que aumente sus efectivos en Afganistán. «Necesitamos más soldados
para revertir la situación», destacó
el rival de Karzai.
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