el_romanticismo - Centro Cultural Salmantino

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EL ROMANTICISMO: 1ª mitad del S XIX
Todo el siglo XIX español estuvo marcado por la decadencia, los enfrentamientos ideológicos
entre liberales y conservadores, y por los conflictos sociales.
Desde el punto de vista literario el siglo se divide en dos partes: en la 1ª mitad surgió el
Romanticismo, venido de Alemania y en la 2ª mitad encontramos el Realismo.
Para poder entender el Romanticismo debemos citar dos acontecimientos históricos
fundamentales. En 1808 tuvo lugar la Guerra de la Independencia, entre los afrancesados
(reformistas ilustrados) y los tradicionalistas, con motivo de la invasión napoleónica. A esta le
siguieron 6 años de rígido absolutismo con Fernando VII y la primera guerra carlista en el
reinado de Isabel II, el cual acabó por la revolución de 1868, la denominada “Gloriosa”.
Así pues el Romanticismo, un amplio movimiento cultural, político y vital que llegó de la
mano del liberalismo, (basado en el individualismo, la afirmación de los derechos humanos, la
fe en el progreso técnico…) se opone a los principios de la Ilustración. Se extendió por gran
parte de Europa, las colonias de América y llegó a España, que trató de asimilarlo con
demasiada agresividad y violencia.
Todas sus características están sustentadas sobre dos grandes ideas, el subjetivismo y el ideal
de libertad, y son las siguientes:
- rechazo de la razón, propia de los ilustrados, ahora se reivindica más la imaginación.
- una naturaleza que refleja el estado de ánimo del autor, (turbulenta, melancólica, triste…).
Aparecen ruinas, cementerios, arte gótico… todo envuelto de una atmósfera medieval.
- una visión idealista que empuja al romántico a una búsqueda constante de la libertad, el
progreso, la belleza… y que le lleva a una insatisfacción y desengaño vital al no conseguirla.
- búsqueda de lo exótico y lejano como formas de evasión. Abundan los temas históricos.
- interesa lo tradicional, los autores recuperan sus culturas, sus historias, sus raíces, literaturas
(leyendas, épica…)
- estéticamente prima lo irracional, lo misterioso, el movimiento no armónico.
- se rechazan las normas clásicas, hay libertad métrica y mezcla de géneros literarios.
Los grandes temas de la literatura romántica son: el amor, el ansia de libertad, la naturaleza, la
muerte (obsesión por el suicidio), el desengaño, la fuerza del destino y las tradiciones.
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El género literario más importante es el lírico, pues es el que más emociona y mejor describe el
mundo interior del autor, sus anhelos, frustraciones, su dolor de vivir, etc.
Se defiende la inspiración, la libertad métrica y la poesía narrativa, (recuperan el romance).
Como poetas más importantes encontramos a José de Espronceda, con El estudiante de
Salamanca y El diablo mundo.
Rosalía de Castro (En las orillas del Sar) y Gustavo Adolfo Bécquer pertenecen al
posromanticismo. La obra Rimas de Bécquer se divide en 4 etapas, cada una con una temática
diferente (poesía, amor, dolor y angustia), y fue sin duda una de las obras más importantes de la
literatura romántica.
El género dramático también fue muy importante ya que gracias a la obra “La conjuración de
Venecia” el Romanticismo se instauró en nuestro país. A esta le siguió Don Álvaro o la fuerza
del sino del Duque de Rivas y la conocida Don Juan Tenorio de José Zorrilla.
El teatro romántico rompe con las reglas del teatro neoclásico: no respeta la regla de las 3
unidades, mezcla el verso con la prosa y la tragedia con la comedia. Trata sobre el amor y los
dramas históricos e incluye desenlaces trágicos.
El género narrativo destaca por las Leyendas de Bécquer, en las que recupera el gusto por lo
autóctono, mezclado con un halo onírico de misterio y fantasía.
En este género también aparecen los conocidos y reivindicativos Artículos de costumbres y
artículos políticos de Mariano José de Larra, El castellano viejo, Vuelva usted mañana, El día
de difuntos de 1836.
En ellos Larra difunde sus ideas filosóficas, ideológicas y políticas. Pretende llegar al pueblo a
través del sentimiento, con una actitud crítica, irónica, un fuerte deseo de progreso, rebeldía
(inconformismo), desengaño, todo ello aderezado de su personal tono amargo y atormentado.
También retrata ácida y cómicamente la realidad social y política del momento y critica la
pereza, el atraso, la ignorancia y la hipocresía, como vicios y defectos de los españoles.
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