Ocho años y medio para el “loco de la ametralladora”

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24 POLICIALES
La Plata, viernes 3 de julio de 1998
JUICIO POR ASESINATO EN LA CANCHA DE FUTBOL
Piden libertad
en el Caso Bru
Ocho años y medio para el
“loco de la ametralladora”
La defensa de Justo José
López, uno de los dos ex
policías detenidos en la causa
por la desaparición del estudiante de periodismo Miguel
Bru, solicitó a la Cámara de
apelaciones la libertad de su
defendido.
La solicitud
Amado Alberto Silva, de 42
años, alias “el gordo”, fue finalmente condenado ayer, en juicio
oral y público a la pena de 8 años y
seis meses de prisión, por matar a
un joven y herir a otro de gravedad,
al disparar con una ametralladora a
mansalva contra un grupo de amigos que estaban jugando un partido
de fútbol.
La sentencia fue dictada por los
jueces de la Sala I compuesta por
Carlos Eduardo Hortel, Pedro Luis
Soria y María Clelia Rosenstock,
quienes dieron por probado que el
violento episodio se produjo el 1ro.
de diciembre de 1996, cerca de las
18,30 cuando Silva, desde su
vivienda, efectuó varios disparos
contra un grupo de jóvenes que
estaban jugando al fútbol, en una
canchita ubicada frente a su casa.
Al momento de los disparos
Silva portaba un sub-fusil marca
Halcón 45, calibre 11,25. Los
impactos de bala dieron en el
abdomen y en el brazo izquierdo de
Luis Daniel López. En ese momento, el muchacho trataba de huir,
pero fue alcanzado cuando se cruzó
frente a la línea de fuego.
López se desplomó en el suelo,
víctima de los impactos. Silva siguió disparando. Esta vez, las balas
hirieron a Atilio Rafael Dos Rey,
cuando intentaba socorrer a la víctima.
A causa de las graves heridas,
López murió a los pocos minutos,
quedando su cuerpo tendido junto
a la canchita de fútbol.
El tribunal entendió que el arma
utilizada era un arma de guerra de
uso prohibido, por eso encuadró el
fallo en los delitos de “homicidio
GONZALO IRIGOYEN
El tribunal no le creyó a la defensa, que sostenía que el acusado se había defendido de una violenta
patota, cuando disparó a mansalva contra un grupo de jóvenes que jugaba al fútbol frente a su casa
Angustia. El acusado escucha nerviosamente la sentencia
simple, abuso de armas y tenencia
de arma de guerra”.
Todos los pedidos de la defensa
fueron descartados por los jueces.
En principio, habían solicitado que
se encuadre el caso en una “legítima defensa” argumentando que
Silva había sido atacado por un
grupo de violentos patoteros, que
había insultado a su familia y le
habían apedreado la casa.
La mayoría de los testigos llevó
a comprobar que los disparos se
realizaron desde la casa y hacia la
cancha de fútbol y que antes de esa
acción, el grupo de jóvenes no
había protagonizado ningún agresión a Silva.
Tampoco el tribunal le creyó al
“gordo” Silva cuando en su
declaración del lunes dijo que
quien resultara la víctima fatal, se le
había subido a la reja de su casa
para arrojarle piedras. En todo
caso, las piedras fueron arrojadas
por el grupo luego que matara a
López e hiriera a Dos Rey.
Una pericia médica sería clave
para convencer a los jueces que lo
dicho por el imputado y por la
defensa no podía sostenerse: La víctima tenía una herida en el abdó-
men y en el brazo, producidas con
una trayectoria de arriba hacia
abajo, lo que demuestra que fueron
producidas a quemarropa cuando
estaba tirado en el piso,
Al momento de graduarse la
pena, se tuvo en cuenta los agravantes solicitados por el fiscal de
Cámaras Octavio Sequeiros en su
alegato, en donde destacó que “el
loco de la ametralladora” había
puesto en peligro la vida de varias
personas, ya que por la peligrosidad
del arma que utilizó y por la forma
indiscriminada en la que disparó
pudo desencadenar una masacre.
Detuvieron a un remisero por herir a un referí en un partido amateur
Un remisero fue detenido
anoche en su lugar de trabajo,
sospechado de haberle golpeado a
un referí de la Liga Amateur de fútbol platense.
La detención se produjo anoche
por orden del juez en lo Penal
César Ricardo Melazo, a raíz de
una causa en la que se investigan
los pormenores de un violento
incidente desatado en marzo último.
Walter Osvaldo Lucero, de 33
años fue apresado cerca de las
20,30 en la puerta de la remisería
donde trabaja, ubicada en la calle
72 entre 134 y 135.
Fuentes policiales informaron
que el operativo conmocionó la
tranquilidad del barrio, a la vez
que causó gran sorpresa entre los
compañeros de trabajo del remisero detenido.
Tarjeta amarilla
Lucero está imputado de haber
pegado una trompada a un referí y
también haberle quebrado una
muñeca, cuando se disputaba el
partido de fútbol entre los equipos
de “YPF” y “Los Piojos” por el torneo Amateur Valle Calchaquíes.
Los incidentes se habrían producido luego que el árbitro Jorge
Del Fabro le mostrara una tarjeta
amarilla a Lucero, amonestándolo
por una jugada violenta.
La orden de detención fue dispuesta luego que el juez Melazo
recibiera el informe de los médicos
de policía que daban cuenta que
las heridas del referí constituían
“lesiones graves” y por tanto,
hacían detenible el delito que se
imputaba.
El procedimiento de detención
fue realizado por la Delegación
Departamental de Investigaciones,
encabezado por el Oficial Inspector
Gustavo Desmul.
El imputado Lucero será
trasladado mañana a los tribunales
de 8 y 56, donde será indagado por
el magistrado interviniente, ante la
secretaría
de
Gustavo
Lambruschini.
El pedido fue hecho ante la
Sala Primera, por el abogado
Alejandro Casal al considerar
que ya venció la última prórroga dictada por la Cámara en
relación a la prisión preventiva
del ex policía.
En mayo, el abogado había
solicitado la libertad para el
suboficial López y el oficial
Walter
Abrigo,
ambos
detenidos y acusados de tormentos seguidos de muerte en
perjuicio de Bru.
La solicitud fue presentada
en virtud del artículo 437 del
Código de Procedimiento
Penal que establece que la
prisión preventiva concluye a
los dos años de detención.
La norma indica que si para
esa fecha no se ha dictado sentencia definitiva, el imputado
será excarcelado cualquiera
fuere el delito que se le
endilgue.
López se encuentra
detenido desde el 30 de junio
de 1995 y su prisión preventiva fue prorrogada primero por
10 meses y en mayo el tribunal resolvió que tal medida
continuara por otros 2 meses.
El tribunal ha justificado las
prórrogas de la prisión preventiva en la complejidad en el
análisis de los 15 cuerpos que
integran la causa, los distintos
incidentes promovidos, la
complejidad investigativa, la
pluralidad de procesados y de
hechos.
El estudiante de periodismo
Miguel Bru fue visto por última
vez el 17 de agosto de 1993 y
las investigaciones se orientaron hacia la comisaría novena de esta capital, dado que
testigos declararon en la causa
que lo habrían visto en esa
dependencia.
Los policías imputados integraban en la fecha en que
desapareció Bru, el servicio de
calle de la mencionada comisaría y de acuerdo a las constancias del expediente hasta el
momento, habrían privado ilegalmente de la libertad al estudiante y le habrían ocasionado
las torturas que le provocaron
la muerte.
Se prevé que la Sala primera,
integrada por los jueces María
Clelia Rosentock, Pedro Luis
Soria y Eduardo Hortel,
quienes tienen a su cargo la
causa, juzgue este año oralmente a los imputados.
POLICIALES
La Plata, viernes 3 de julio de 1998
Si Ricci es condenado a tres
años de cárcel y mantiene una
buena conducta, en menos de
dos años puede volver a quedar
libre. El tesorero Mario
Fendrich, por ejemplo, fue condenado a ocho años pero cada
día que pasó preso antes de la
sentencia (unos dos años) le
valen por cuatro. Por buena
conducta, además, pueden
reducirle dos tercios de la
pena. Y los 3.200.000 aún no
aparecieron.
El Viernes 23 de setiembre de
1994, Fendrich compra un electrodoméstico cerca del Banco
Nación. Poco después, retira
dinero de una caja de ahorro que
compartía con su hermana Ana
María. Ocupa su puesto en el
banco y le ordena al chofer del
camión blindado viajar al interior provincial para buscar
dinero de una filial. A las 18,
regresa el camión y el chofer ve
cómo Fendrich deja el banco con
una caja grande en sus manos,
que guarda dentro del baúl de su
auto Fiat Duna Weekend rojo.
“Me voy a pescar”, dice al conductor del blindado.
El Lunes 27, el tesorero Juan
José Sagardía no puede abrir la
caja fuerte. Fendrich no se presenta a trabajar. A las 17, los
directivos del banco denuncian
la desaparición del subtesorero.
Al día siguiente, con la presencia
de la policía, se abre el tesoro. Se
comprueba la falta de
3.200.000 pesos. En lugar del
dinero había una nota de puño y
letra de Fendrich: “Gallego: del
tesoro de reserva 3.000.000 de
pesos. Velázquez dólares
160.000, Christe 21.600”.
Durante los primeros días de
enero del 95, con una larga
barba, tostado y el pelo teñido,
Fendrich se entregó sorpresivamente en el juzgado federal de
Santa Fe. Allí contó su historia:
un grupo comando lo secuestró
luego de obligarlo a sustraer el
dinero bajo amenazas de
muerte. El 12 de noviembre de
1996, fue condenado a 8 años de
prisión; pero el dinero nunca
apareció.
EL BANQUERO QUE UN DIA DESAPARECIO... Y TAMBIEN MILES DE PESOS
Piden tres años de cárcel para
el ex tesorero del Bank Boston
El fiscal, en su acusación, sostuvo la necesidad de una condena. Con buen comportamiento, el ex
tesorero saldría antes de los dos años. ¿Valen unos meses en prisión por más de $400.000?
Jorge Luis Ricci, el ex tesorero
de la sucursal La Plata del Banco
Boston, podría ser condenado a la
pena de tres años de prisión si se
hace lugar a la acusación formulada
ayer por el Fiscal del Crimen Rubén
Mario Sarlo.
Sin embargo, los delitos por los
que se encuentra procesado Ricci “estafa, con la modalidad de fraude
por abuso de confianza”- son excarcelables, lo que podría implicar que
los tres años de cárcel sean dejados
en suspenso cuando el juez Omar
Luis Pepe dicte su sentencia.
Por su parte, el fiscal dio por
probado que el 1ro. de octubre de
1997, cerca de las 17 horas, Ricci se
retiró de la entidad bancaria, ubicada en la esquina de 8 y 51, intempestivamente y sin autorización,
dejando en el lugar, su campera y
una cartera personal
Ricci se llevó consigo, un sobre
de papel madera “mensajero”. Justo
en ese momento se realizaba en el
banco una auditoría por parte de la
Casa Central del Bank Boston.
El tesorero no regresó a su lugar
de trabajo y al día siguiente tampoco, sin dar aviso alguno.
Fue así que el personal
jerárquico procedió a la apertura de
la caja ubicada en el tesoro, cuya
llave y combinación tenía únicamente el tesorero Ricci, para lo cual
debieron requerir el auxilio de un
cerrajero de la Capital Federal.
Luego de esa apertura y de
realizar el arqueo correspondiente,
se detectó un faltante en el dinero,
producto del movimiento de cajas
de la sucursal y que se encontraba
bajo la responsabilidad del mismo
tesorero, por la suma de $ 11.200,
ARCHIVO
¿La libertad no
tiene precio?
El ex tesorero Ricci (a la izquierda) en los Tribunales. Su foto recorrió el país
35 y $ 407.752, 80, sin justificación
alguna, en perjuicio del banco.
Por una auditoría
Para el fiscal Sarlo, Ricci tenía en
su poder el dinero faltante del
Tesoro y al advertir la presencia en la
sucursal del personal de Casa
Central que venía a efectuar la auditoría anual, decidió poner los valores en un sobre y retirarse del
banco, sin decir nada.
El hecho de haber dejado su
campera y su cartera -continuó el
fiscal Sarlo- llevó a pensar a sus
compañeros de trabajo que había
salido a comprar cigarrillos o efectuar cualquier otra diligencia
momentánea para luego retornar a
su trabajo.
“Es que Ricci en su carácter de
Tesorero, y además por la vasta
experiencia de labor bancaria, sabía
perfectamente que los auditores iban
a controlarle el dinero existente en
la bóveda del tesoro” sostuvo Sarlo,
al tiempo que consideró: “Allí se
guardaba diariamente todo el efectivo de las cajas con excepción de la
suma tope de $ 12.000 que era el
máximo autorizado para que el
cajero tuviera en su poder”.
Los cinco días como prófugo y la caída del “Fendrich platense”
Desde un comienzo, se especuló
con la posibilidad de estar en presencia de un “Fendrich platense”,
recordando al mítico subtesorero
rosarino que desapareció con tres
millones de dólares. La enigmática
desaparición de Ricci, con toda la
policía buscándolo y su foto recorriendo la tapa de los diarios, duró
unos cinco días, hasta que el propio
bancario se entregó en la comisaría
Primera. Al otro día fue al juzgado y
se negó a declarar; pero como el
delito de “defraudación” es excarce-
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lable recuperó su libertad.
La resolución emitida ayer por el
Fiscal Rubén Sarlo destaca que “a la
luz del estilo de vida que llevaba
Ricci, de su ingreso y sus bienes, se
desprende que se trataba de un
hombre de trabajo, que vivía de un
sueldo fijo”.
Pero por eso, Sarlo no llegó a
encontrarle explicación lógica al hallazgo de un comprobante de compra de dólares (unos 20 mil) y de un
saldo negativo de casi $ 3.000.
Y tampoco para el fiscal encaja
en el rompecabezas cómo y de
dónde surgió la suma de $ 1.500
que se documenta haber pagado a
VISA, en una fecha en la cuál el
imputado se encontraba prófugo por
esta causa.
Sarlo quiso significar que “Ricci
llevaba un estilo de vida que parece
no coincide con el manejo pecuniario de sus cuentas” y consideró
que si no hubiera sido por la auditoria anual seguramente se hubiera
advertido el faltante en el Tesoro.
La importancia de concretar una
sentencia condenatoria fue destacada por el fiscal, “pues hay una conciencia pública no sólo en nuestra
ciudad sino nacional, que últimamente ha aplaudido a otros delincuentes que defraudaron a entidades
bancarias, como si se tratara de vengadores que lograron asestar al capitalismo un golpe certero”, señalando, por último, que “ése no es el
camino para lograr una solución,
por más que la cultura capitalista y
el Estado opriman con sus cargas
tributarias a los ciudadanos”.
Arqueos y lomeos
El día que desapareció el
tesorero del Boston, lo esperaron
hasta última hora para hacerle “la
rendición” de la caja. Lo llamaron
a la casa, y hasta hablaron con la
esposa, pero no lo encontraron.
Dos horas después se decidió que
los sobrantes de cada cajero se
entregaran al contador para que él
los guarde en el Tesoro.
La caja se abrió recién al otro
día, dentro de la bóveda del
banco. Como tenía una combinación personal(conocida sólo
por Ricci), fue necesario recurrir a
los servicios de una cerrajería bancaria especializada.
El arqueo arrojó un faltante
que superaba los 400 mil pesos.
Ricci era responsable de toda la
línea de caja, eso implicaba manejo absoluto del dinero que le era
confiado o entregado. Luego, él
hacía el recuento con un “lomeo”,
(control interno diario en forma
general y no por unidad). Así se
nota la falta de volumen y no de
dinero suelto o billetes. La Justicia
llegó a sospechar que, en
“lomeos” anteriores, Ricci habría
sacado de a pequeñas sumas.
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