El Abuelo - Cometadigital

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El Abuelo
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Carmela González
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En una soleada mañana recibo una llamada, que
me deja emocionalmente impactada. Aunque esperábamos este inminente desenlace. Pero hasta que no llega la
confirmación de lo inevitable, uno no se pone en situación, porque cuesta asimilarlo. El abuelo de mi hijo, había partido, por la mañana temprano, tal y como hacía
cuando salía a su faena diaria en la huerta o en el campo,
en silencio, sin espavientos, sin ruidos. Un breve mensaje
desde hospital confirmaba la triste noticia a uno de sus
hijos. El tronco principal de la familia acababa de escribir
su última página y solo quedaba recordar entre todos, los
que hemos tenido el privilegio de conocerle, el epílogo de
una vida llena de avatares, alegrías y como no, también
sinsabores. Una vida llena de lecciones. Llena de ejemplos de pura supervivencia y superación. Conocerlo para
mí fue un privilegio, pero también un baúl lleno de sabiduría “natural”. Un hombre del campo, grande en todos
los sentidos. Quizás a veces parco en palabras pero no en
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Siempre un plato en la mesa. Siempre una palabra
amable. Recuerdo cuando me contaba historias de su
época de alcalde en funciones, en una pequeña aldea gallega, donde las carencias en plena postguerra, eran
enormes. Pero él se las ingenió para dotarla de agua y luz.
La capacidad de superación de este hombre siempre fue
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hechos. Contenido en emociones, pero con sentido del
deber. Su particular sentido del humor inconfundible. De
los que cierran “negocios” con un apretón de manos. De
los que disfrutaban con una charla matutina en la plaza
del pueblo con sus vecinos. El que por las mañana encendía su viejo y ruidoso tractor para visitar su mimada
viña. Era su orgullo. Decía que: “ese vino no hace daño,
es natural”. El que no olvidaba nunca el bien que se le
habían hecho en algún momento de su vida. Era agradecido con cualquier cosa. Recuerdo perfectamente con
que mimo jugaba con su primer nieto. Después con los
se fueron sumando a la familia. Tenía debilidad por todos
ellos. La llegada de cada uno de ellos a su vida, suponía
una profunda alegría. Cuando le presenté por primera
vez a mi hijo su cara se iluminó y me pidió que lo dejase
en sus brazos. Recuerdo con que cariño lo mecía. Preocupado siempre por todos ellos. Siempre había un hueco en su casa.
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un enigma para mí, porque nunca fui capaz de entender
de donde sacabas las fuerzas para salir adelante y buscar
nuevos horizontes, a pesar de las precarias condiciones
tanto económicas como sociales. La lucha por su gente
fue constante. Sufría en silencio cuando a alguno de ellos
no les iba tan bien, pero siempre aportaba positivismo.
Siempre había alguna solución para todos ellos. Su generosidad no pasaba desapercibida. Era capaz de hacer cesiones en favor de la paz y tranquilidad familiar. Todos
teníamos cabida en su casa, en su vida y en su corazón.
En muchísimas ocasiones me lo demostró. En mis momentos más bajos, cuando nadie se daba cuenta, se acercaba en silencio y con un fuerte apretón en el brazo, me
recordaba que: “no te olvides que estoy aquí”. Las palabras sobraban. Su mesa siempre se quedaba pequeña. Era
feliz en las comidas familiares cuando nos reunía a todos.
Ahí estaba en su “salsa". Orgulloso de toda su gente. No
le gustaban las medias tintas. La integridad era una constante en su vida. La nobleza en estado puro. Siempre
había un saludo y un recuerdo para mi familia. No se olvidaba de nadie. En su partida, siguió dando lecciones.
Discreto, en silencio. Aguantó estoicamente los últimos
coletazos que le daba la vida. Seguía con interés a todos
los suyos olvidándose de su propia enfermedad. Su generosidad no pasaba desapercibido.
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Hemos sentido su partida profundamente, pero
tengo que decir que me sigue haciendo regalos constantemente. Me ha dejado descubrir nuevamente a sus nietos. Jóvenes llenos de vida y con profundos sentimientos,
y sobre todo, con una enorme sensibilidad. La entrega
incondicional de cada uno de ellos. Desde el mayor al
más pequeño. En ellos ha dejado un profundo hueco
difícil de llenar. A todos ellos les han faltado palabras de
elogio hacia el abuelo. Todos ellos han sentido su pérdida. Les ha mostrado con su vida la esencia del sacrificio,
la lealtad, y sobre todo el deber de mantener la unidad
familiar, hasta el último momento de su vida. Por eso la
soledad invade a todos los miembros de esta familia y de
los que lo hemos conocido. Es curioso, pero todos han
tenido la sensación que les ha faltado tiempo para agradecerle lo que había hecho por todos y cada uno de ellos.
Les faltaba momentos para confesarle lo importante que
ha sido en sus vidas. Pasaron, en muy pocos días, desde
la desolación y la negación de un hecho que acababa de
ocurrir y al más profundo y entrañable agradecimiento.
Pero curiosamente todos ellos tenían la sensación de que
se les había ido, un ejemplo claro de vida y entrega. El
vínculo con el abuelo era y es muy fuerte. Y eso solo se
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Esta es mi pequeña aportación al homenaje que
cada uno le ha brindado a lo largo de estos días tan difíciles de superar. Y que seguirán haciendo, reconociéndolo
como ejemplo de constancia y cariño. Un homenaje merecido y entrañable.
El otro día, uno de sus nietos me sugirió que oyese
un brevísimo relato que para él resumía lo que en ese
momento sentía o que quizás le hubiese gustado decir.
Por eso su reproducción quizás sea el mejor homenaje y
recuerdo que permanecerá en todos nosotros para él.
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consigue con un día a día constante y sin titubeos. Se seguirán reuniendo entorno a la mesa familiar y su presencia será tangible en cada uno de ellos, porque cada uno
de ellos llevara en su ser un trocito de él.
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Te digo adiós y acaso te quiero todavía,
pero te digo adiós.
No sé si te quise, no sé si te quería,
o tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, entrañable y a veces loco
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho, no sé si te amé poco,
pero si sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en el recuerdo
y el corazón me dice que jamás te olvidaré
pero al quedarme solo pensando que te pierdo
tal vez empiece a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós y acaso con esta despedida
mi más hermoso sueño muere dentro de mí,
pero te digo adiós para toda la vida
aunque toda la vida siga pensando en ti.
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