Sobre vacas, elefantes y otros bichos relevantes

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Sobre vacas, elefantes
y otros bichos relevantes
Postales desde la India (VII)*
José J. Garcı́a Clavel**
Uno de los estereotipos más recurrentes cuando Occidente piensa en
la India es el de las vacas, las vacas
paseando tan panchas por las calles.
El segundo muy posiblemente sea el
de los elefantes. ¿Quién no le ha preguntado a un amigo recién llegado de
la India? ¿Qué?... ¿montaste al final
en elefante?
cara de no haber roto un plato en
su vida, ni tampoco de pensar hacerlo en el futuro. Por lo que he ido
entendiendo, hay varios motivos que
explican su buena posición social en
la India. Primero el religioso como
siempre: todos los dioses —300 millones según los Vedas— están en la
vaca. Además, Brahma —uno de los
tres principales dioses de la mitologı́a
hindú junto con Vishnu y Shiva—
pasó por una fase en una de sus diversas vidas en la que fue toro.
Por todo ello, y dedicado a uno de
mis lectores que tuvo a bien compararme con los Durrell —supongo que
serı́a Gerald, no Lawrence—, esta
postal va de seres movientes aparentemente irracionales. Efectivamente
por aquı́ se ven vacas errantes. Pacı́ficamente errantes dirı́a yo. Que siguen
un paseo aleatorio normalmente en
manada de 5 ó 6 unidades.
A decir verdad, todos los animales son bien tratados por esta zona. Entre otras cosas porque para los
hindúes, más del 80 % de la población y casi el mismo porcentaje entre mis amigos de aquı́, uno de ellos
puede ser un antepasado reencarnado
haciendo méritos. De ahı́ que cuando
hace unas semanas fue visto un tigre
en las afueras de una ciudad cercana,
en seguida las autoridades comunicaron a la población que mantuviera
la calma, que se habı́an tomado medidas para que ¡el tigre! no sufriera
ningún daño... Y en las tiendas, igual
Son vacas paticortas, jorobadas,
con sus cuernecillos y todo, pero que
no impresionan demasiado. Quiero
decir que, los que habéis hecho el
Camino de Santiago, recordaréis las
vacas gallegas, poderosas, turgentes,
que se imponı́an por su propio peso.
Estas son más bien flacuchas, generalmente de color lechoso, y con
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Publicado en Campus Digital : http://www.um.es/campusdigital/
Departamento de Métodos Cuantitativos para la Economı́a. Universidad de Murcia
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Postales desde la India (VII)
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Figura 1: La foto apareció hace unas semanas en un periódico. Por si no se lee bien, la
elefanta se llama Laxmi, tiene 15 años, y desde hace 7 va todos los dı́as a ducharse al
mismo sitio. Dice el periodista que, aunque la enjabonan, no le sacan brillo al terminar.
que en España hay o habı́a una hucha de plástico para el cancer, aquı́ lo
hay para la atención de vacas en edad
terminal.
Para los que no vemos más allá de
un mamı́fero en la vaca, hay también una razón práctica para tratarlas con consideración: son unas empleadas más de la ingeniera urbana
de la ciudad, que cobran en especie, trabajan cuando tienen hambre,
y son tan silenciosas como el más silencioso de nuestros estupendos barrenderos de madrugada.
Por unos motivos o por otros, lo
cierto es que la gente las trata con
mucho respeto, y ası́ como nadie se
reprime de utilizar el claxon para incordiar a un desprevenido viandante,
las vacas nunca son agobiadas. Ellas
cruzan calles y avenidas cuando se les
antoja: nosotros casi tenemos un accidente con un camión que estaba esquivando una vaca indecisa.
Los elefantes, por el contrario, al
ir pilotados no dan estos problemas.
Se les ve mucho más currantes, y
ganándose honradamente el cacahuete con el sudor de su trompa. Dicen
las estadı́sticas que apenas si quedan
45.000 en toda la India, y que son
una especie en peligro de extinción.
Se hace difı́cil imaginar que un bicho
ası́ pueda extinguirse, pero lo mismo decı́an de los dinosaurios y fı́jate
como acabaron.
En cualquier caso, pienso que
jamás serán olvidados en este paı́s,
no sólo por su presencia en murales,
pinturas y poemas épicos, sino porque cualquier artesano que se precie
—quizás por culpa de lo que demanda el mercado turı́stico, que es el que
peor regatea—, lo primero que representa es un elefante. De resultas de lo
cual, te los venden por doquier en seda, madera o marfil.
Con esto no estoy diciendo que en
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Figura 2: Un camello en plena faena. Ya siento que, por querer que entrara todo el carro
en la foto, saqué de la foto el hocico porque jurarı́a que estaba sonriendo a la cámara.
la India los elefantes estén sobredimensionados. Es más, si ya no van
a la guerra como antaño —¡menudo
pasmo tuvo que provocar la primera
carga de elefantes de la historia!—,
sı́ se les ve en las prestaciones sociales sustitutorias más variadas.
Por ejemplo, paseando turistas de
un lado a otro. Yo tuve oportunidad
de subir en uno de esos el otro dı́a en
Jaipur pero, entre que calor que hacı́a
—en la grupa de un elefante descapotable no hay dónde encontrar una
sombra—, la cara de pena del pobre
paquidermo que evidentemente habı́a
nacido para hazañas mayores, y la tomadura de pelo que me pareció lo que
querı́an cobrarnos por el paseo, al final lo tengo en la lista de cosas aún
pendientes.
torias es la de servir de cochazo para
el novio en las bodas. Y es que en las
bodas hindúes, el que se desplaza es
el novio. Y desplazarse en un elefante
engalanado con una vistosa gualdrapa, al son de la fanfarria contratada
al efecto, y entre el clamor de familiares y curiosos que se apuntan, viene
a ser el equivalente a llegar en carroza de cuatro caballos a la puerta de
las Claras un sábado de Mayo por la
tarde.
De todas maneras, a mı́ el animal
que más me ha sorprendido por ahora
ha sido el camello. ¡Que tipo más elegante! En las carreteras de la provincia de Rajasthan, al oeste de Delhi,
se los ve acarreando personas y mercancı́as sin darse ninguna importancia, pagando el peaje en las autopisOtra de esas prestaciones sustitu- tas como uno más, y mordisqueando
Postales desde la India (VII)
con cara de ir sobraos por la vida la
primera hierba que encuentran.
Aunque no todo el mundo
habrá tenido la oportunidad de ser
Rey Baltasar, supongo que el resto
de mis lectores sı́ habrá visto un camello en alguna cabalgata de Reyes
Magos. Yo también. Pero ası́ como
en Murcia parecen más bien bichos
raros, aquı́ son unos perfectos 4eles,
y al alcance de cualquier fortuna: 200
euros cuesta uno de tamaño mediano.
De hecho, en Pushkar, un pueblecito de esa misma provincia de la que
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les hablaba, se organiza hacia Octubre el mayor mercado de Asia para
estos animales, con sus carreras y
sus apuestas correspondientes. Dicen
que vienen incluso jeques de Oriente
Medio.
Lo digo porque aunque a mı́ ya
no me pillará aquı́, si alguien tiene
pensado acercarse convendrı́a que se
sacase el C.C.C.C.P.1 y se trajera su
propio casco: los turbantes no protegen nada aunque quedan de lo más
resultón en las fotos.
Carnet de Conductor de Camellos, modalidad Carreras Populares. De nada.
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