COMO DIVERTIRSE COMIENDO Comer implica tomar decisiones: qué, cuánto y cómo comer. También podría añadirse cuándo y dónde. Las respuestas hay que encontrarlas. Para que sean las acertadas, se precisan conocimientos, cada día más asequibles. Investigadores de la Facultad de Salud Pública de Harvard han puesto en evidencia una cualidad clave que la rapidez de la vida diaria ha ocultado: la consciencia. La alimentación correcta implica comer mientras cada uno se ve y se reconoce y juzgar esa visión y ese reconocimiento. Se puede caminar sin necesidad de pensar los pasos, pero no se puede escalar sin cavilar. Del mismo modo, se come sin necesidad de reflexionar sobre cómo acercarse la comida a la boca, pero hay que pensar en qué se come. Alimentarse es un acto cotidiano, pero no debe ser un acto inconsciente. Las prisas, que se alientan de modo erróneo desde pequeños ("come rápido", “date prisa”), no son buenas compañeras, incluso si solo se come un emparedado para el almuerzo. Esos diez minutos delante del ordenador o en la sala del café han de pautarse con conocimiento, disfrutando del momento. La alimentación consciente se ha manifestado como una barrera contra la sobrealimentación. Disfrutar del olor, el sabor, el color, la textura y la forma, en definitiva, disfrutar con los cinco sentidos de la comida conduce a no querer correr, a eliminar el efecto engullido devorando de forma inconsciente todo alimento que pase por delante. Hay que levantar la barrera al hartazgo y ser responsables de lo que realmente necesitamos comer . En el proceso de alimentarse, de disfrutar con una hamburguesa y poner todo el interés en lo que se hace, se llega a escuchar al organismo cuando avisa que ya se ingirió suficiente. Esta victoria en la lucha contra la obesidad y la mala alimentación llega porque se reconoce que comer rápido significa comer más y elegir peor. Dicho de otra manera: la consciencia no implica destinar más rato a la comida, sino destinar todo el tiempo de la comida a comer, lo que incluye elegir cuándo terminar de comer. El mundo va muy deprisa y con la velocidad se pierde la capacidad de introspección. Se quiere llegar a la meta y se olvida que lo importante es recorrer el camino. Trasladar estos pensamientos a la alimentación es definitivo en la lucha contra la obesidad. Es dotar de más herramientas a la sociedad que trabaja para lograr una alimentación equilibrada y sana y un estado de forma con mayor bienestar. Para comenzar a trabajar la consciencia hay que hacerlo, como siempre, por el principio. ¿Por qué comemos uno u otro alimento? o ¿solo lo hacemos porque estamos tristes y estresados?. Por eso, la primera pregunta que hay que hacerse antes de empezar a comer es si se quiere comer y cuánto. Planteada la cuestión, la ingesta de alimentos será consciente y buscará dar respuesta a una necesidad. Lograr el hábito de preguntarse y responderse, de comenzar la comida y condicionar el final, precisa de constancia, pero la ventaja es que en el proceso de aprendizaje se pone en práctica la consciencia, y eso ya es un éxito divertido. “Cada uno de nosotros sólo será justo en la medida en que haga lo que le corresponde.”