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SEGUNDA PARTE
EL PROCESO JUDICIAL DE DECLARACIÓN
DE NULIDAD DE MATRIMONIO
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CAPÍTULO II
LOS PRESUPUESTOS DEL PROCESO JUDICIAL
I.
EL ÓRGANO JUDICIAL
Ocupa un lugar preponderante el órgano público, al que se le encomienda el
ejercicio de la función judicial, con participación en la jurisdicción eclesiástica.
Órgano, función judicial y poder jurisdiccional son los tres elementos que, íntimamente enlazados al servicio del proceso, se configuran en tres unidades orgánicas desconcentradas.
1. ESTRUCTURA DE LOS ÓRGANOS JUDICIALES
Los órganos judiciales están compuestos por personas que desempeñan oficios de distinto rango y cometido. Entre estas personas destacan los jueces, a los
que corresponde dirigir el proceso y dirimir la contienda judicial.
Jueces ordinarios son el Romano Pontífice, en la Iglesia universal, y los
Obispos diocesanos en las iglesias particulares o diócesis.
2. LA POSICIÓN EMINENTE DEL ROMANO PONTÍFICE
No sólo existen causas reservada o avocadas al Supremo Juez, sino que debe
haber una última instancia, una única persona responsable, que actúe como supremo legislador y administrador, y que en el Derecho canónico reside en el Romano Pontífice.
Por otra parte, en virtud de los cc. 1405 y 1417, tiene el poder de avocar y definir sobre la base de la propia competencia de cualquier clase de causas
y, por lo tanto, las matrimoniales. Todo fiel tiene, por tanto, la posibilidad de que
su causa matrimonial sea juzgada por la Santa Sede; también puede ocurrir que
una causa sin iniciativa de la parte, puede ser avocada por el mismo Pontífice.
3. LA POTESTAD JUDICIAL EN LA CURIA ROMANA Y EN LAS DIÓCESIS
Desde tiempos remotos, el Obispo de Roma creó una estructura de servicio
para la utilidad de la Iglesia Universal: la Curia, organismo compuesto desde su
origen por miembros cualificados del clero romano, y algunos de los cuales tienen establemente la misión de ejercer la función judicial, en nombre y por cuen[61]
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ta del Romano Pontífice, constituyendo los Tr i bunales Apostólicos. Existen
también los tribunales diocesanos o de la Iglesia particular, concentrándose el
poder en la persona del Obispo, quien ejerce su potestad a través de sus jueces o
Vicarios judiciales, y otros tribunales (como los Metropolitanos, de las iglesias
patriarcales, de las Regiones eclesiásticas de la Conferencia Episcopal, etc.).
4. LOS TRIBUNALES APOSTÓLICOS
Por lo que respecta a la Iglesia universal, según el c. 360, el Pontífice atiende al gobierno de la misma, a través de la Curia Romana, en la que existen los
Dicasterios, entre los que están los Tribunales1.
No obstante, a tenor del c. 1442, el Romano Pontífice, como juez supremo
para todo el mundo católico, dicta sentencia o personalmente, o mediante los
tribunales ordinarios de la Sede Apostólica, o por jueces en los que delega. De
ahí que, el principio recogido en el c. 1404: «La Primera Sede por nadie puede
ser juzgada», resulta menos preclusivo de lo que parece. Pues el c. 1405, § 2 establece que ningún juez puede resolver sobre un acto o instrumento confirmado
en forma específica por el Romano Pontífice, sin previo mandato del mismo.
5. LOS TRIBUNALES DIOCESANOS E INTERDIOCESANOS (O REGIONALES)
En cuanto la iglesia particular o diócesis, y en lo que se refiere a la función
judicial, el c. 391, § 2, establece: «El Obispo ejerce personalmente la potestad
..., la judicial, tanto personalmente como por medio del Vicario judicial y de los
jueces, conforme a la norma del derecho» (cc. 1421 y 1422). Ahora bien, el
c. 1420 precisa que todo Obispo diocesano ha de nombrar un Vicario judicial u
oficial, distinto del Vicario general, a no ser que lo reducido de la diócesis o la
escasez de causas aconsejen otra cosa. Pero, por lo general debe nombrar un Vicario judicial, distinto del Vicario general, al que se le encomienda la función
judicial, que éste constituye con el Obispo un único tribunal (diocesano), aunque no puede juzgar las causas que se reserva personalmente el Obispo, como
Moderador del mismo Tribunal.
II. EL TRIBUNAL COLEGIAL EN LAS CAUSAS
DE NULIDAD MATRIMONIAL
1. SU COMPOSICIÓN: VICARIO JUDICIAL, ADJUNTO Y JUECES DIOCESANOS
Está compuesto por el Vicario judicial y por dos jueces diocesanos.
Pueden asignársele al Vicario judicial unos ayudantes, denominados Vicarios judiciales adjuntos o vice-oficiales. El conocimiento de las causas debe ser
1
859].
Cf. Constitución apostólica «Pastor Bonus», de 28 de junio de 1988 [AAS 80 (1988), art. 2,
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distribuido por el Vicario de entre los jueces diocesanos, según un turno establecido, o según lo dispuesto por el Obispo para casos particulares; y el juez,
una vez designado, no puede ser substituido, si no es con un razonamiento motivado (c. 1425, § 5).
2. REQUISITOS PARA EL NOMBRAMIENTO DE VICARIO JUDICIAL (ADJUNTO)
Y JUECES DIOCESANOS
El Vicario judicial es nombrado por el Obispo diocesano y debe reunir, al
igual que el Vicario judicial adjunto, los siguientes requisitos: a) Ha de ser sacerdote; b) de buena fama; c) doctor o, al menos, licenciado en Derecho canónico; y d) con no menos de treinta años (c. 1420, § 4).
Modelo de nombramiento de Vicario
Judicial y de Vicario judicial adjunto
OBISPADO DE ...
N. N., POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE APOSTÓLICA, OBISPO DE ...
Deseando que la justicia se administre fiel, pronta y debidamente, según lo dispone el Derecho
canónico, hemos decretado nombrar, a tenor del c. 1420, Vicario Judicial con potestad ordinaria de
juzgar. Y confiando en la probidad, celo, y prudencia del presbítero D. N. N., Doctor (o Lic.) en
Derecho canónico, por las presentes le nombramos nuestro Vicario Judicial u Oficial para que
constituyendo un mismo tribunal con Nos pueda juzgar con potestad ordinaria en cuantos asuntos
sean sometidos al tribunal diocesano.
Le damos mandato especial para que pueda designar por turno a los Jueces diocesanos que hayan de constituir bajo su presidencia el tribunal colegial.
Dado en ..., a ... de ... de ...
(Sello del Obispo)
N., Obispo de
N. N., Canciller Secretario
Modelo
OBISPADO DE ...
N. N., POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE APOSTÓLICA OBISPO DE ...
Confiando en la probidad, celo, pericia y prudencia del Sr. D. N. N., Doctor (o Lic.) en Derecho canónico, y que ha de desempeñar fiel y cumplidamente los encargos que le diésemos, por el
presente le nombramos Vicario Judicial Adjunto u Oficial Sustituto, a tenor del c. 1420, § 3, a fin
de que haga en nuestra Curia de Justicia las veces de nuestro Vicario Judicial siempre que éste se
hallare ausente o enfermo, o por cualquier causa se haga incompatible o no pueda desempeñar sus
funciones, con los mismos derechos, atribuciones y potestad que el sustituido cuando desempeñe
el cargo.
Dado en ..., y en nuestra Residencia Episcopal, a ... de ... de ...
(Sello del Obispo)
N., Obispo de ...
N. N., Canciller Secretario
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3. LA POTESTAD JUDICIAL DEL VICARIO JUDICIAL
Es ordinaria, que va aneja de propio derecho a un oficio, pues propia es la
del Sumo Pontífice y la del Obispo diocesano. La potestad de los Vicarios es
además ordinaria, vicaria, es decir, administra justicia en nombre del Obispo
(c. 131, § 1 y § 2). Se distingue de la potestad del juez laico. Las razones dadas
para distinguirlo de los otros jueces eclesiásticos no parecen convincentes, así
como su cualificación. Sería una potestad delegada a iure.
El Tribunal colegial está presidido por un Presidente, que ha de ser, a ser posible, el Vicario judicial o su adjunto (c. 1426, § 2). Y entre el Colegio de Jueces debe el Presidente nombrar a uno de ellos (c. 1584 Cod. 17; c. 1429 Cod.
83) Ponente relator o Relator, o nombrarse a sí mismo (art. 22), el cual informará en la reunión del tribunal acerca de la causa, y redactará por escrito la sentencia. Puede el ponente ser sustituido por el presidente o por otro juez, cuando
haya justa causa.
4. LOS JUECES DIOCESANOS
Como en el conocimiento de las causas de nulidad matrimonial han de juzgar siempre colegialmente (c. 1425, 1.º b), el Obispo debe nombrar en la diócesis jueces diocesanos, que sean clérigos (c. 1421, § 1), aunque, la Conferencia
Episcopal puede permitir que también los laicos puedan ser nombrados jueces.
Sin embargo, en caso de necesidad, sólo uno puede integrar el tribunal colegiado (c. 1421, § 2). Y han de ser de buena fama, doctores o, al menos, licenciados
en Derecho canónico (c. 1421, § 1). Ya no es suficiente el que verdaderamente
posean ciencia y experiencia canónica2.
Modelo
OBISPADO DE ...
N. N., POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE APOSTÓLICA OBISPO DE ...
Por el presente, conforme al c. 1.421 del Código de Derecho canónico, y confiando en la virtud, prudencia y saber del M. I. Sr. D. N. N., (o de D./D.ª N. N.) le nombramos JUEZ DIOCESANO de nuestro/s tribunal/es, para que, a tenor del § 1 del c. 1426, forme tribunal colegial en las
causas matrimoniales que se le encomienden, y actúe en cuantos asuntos se le encarguen.
Notifíquese este nombramiento al Vicario judicial y a los miembros del Tribunal y publíquese
en el Boletín Oficial del Obispado para general conocimiento y efectos.
(Sello del Obispo)
2
Cfr. Provida Mater, art. 21, AAS, 318-319.
N., Obispo de ...
N. N., Canciller Secretario
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5. LOS AUDITORES Y LOS ASESORES
El juez, o el presidente del tribunal colegial puede designar un auditor para
la instrucción de la causa, eligiéndolo de entre los jueces del tribunal, o entre las
personas aprobadas por el Obispo para esta función. Puede el Obispo designar
auditor también a laicos que destaquen por sus buenas costumbres, prudencia y
doctrina. Al auditor corresponde únicamente recoger las pruebas y entregarlas
al juez, según el mandato de éste. Puede asimismo, si no se le prohíbe en el
mandato, provisionalmente decidir qué pruebas han de recogerse y de qué manera, en el caso de que se discutan estas cuestiones mientras desempeña su tarea
(c. 1428, § 2). Al tener, en cierto modo, potestad decisoria, sus decretos pueden
ser recurridos ante el Colegio, que podrá confirmarlos o revocarlos.
Tiene especial interés su designación en el caso de tener que instruir una causa en sede diversa de la del tribunal. Por ejemplo, como ocurre en el caso del tribunal interdiocesano de Sevilla, que tiene instructores en las diócesis sufragáneas, aunque en este caso, se les ha denominado Vicarios judiciales adjuntos.
La figura del asesor está concebida para el caso del juez único, pero solamente tiene como función la de aconsejar (cc. 1424 y 1425, § 4).
Modelo de nombramiento
OBISPADO DE ...
N. N., POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE APOSTÓLICA OBISPO DE ...
Por el presente, conforme al c. 1428, § 3 del Código de Derecho canónico, venimos en nombrar al M.I. Sr. D. N. N., AUDITOR de nuestro/s tribunal/les, para que en las causas matrimoniales que en el/ellos se tramiten, pueda ejercer las funciones a que se refiere el § del citado canon, de
acuerdo con la necesidad que el Sr. Vicario Judicial y el Adjunto tengan de su ayuda para agilizar
la instrucción del proceso en la práctica de las pruebas ante el mismo Actuario que esté designado
en el pleito.
Notifíquese este nombramiento al Vicario judicial y a los miembros del Tribunal y publíquese
en el Boletín Oficial del Obispado para general conocimiento y efectos.
(Sello del Obispo)
N., Obispo de
N. N., Canciller Secretario
6. LOS MINISTROS DEL TRIBUNAL: EL PROMOTOR DE JUSTICIA,
EL DEFENSOR DEL VÍNCULO Y EL NOTARIO
En las causas de nulidad matrimonial desarrollan importantes funciones el
promotor de justicia, el defensor del vínculo y el notario.
El promotor de justicia debe ser nombrado por el Obispo en toda diócesis,
al fin de proveer al interés público (c. 1430). Puede ser clérigo o laico, varón o
mujer, con tal de que sea doctor o licenciado en Derecho canónico, y se trate de
una persona dotada de un fuerte sentido de justicia (c. 1435).
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En lo que concierne a las causas de nulidad matrimonial el promotor de justicia está legitimado para impugnar el matrimonio si tiene probable motivo de la
nulidad ya divulgada, siempre que no sea posible o conveniente convalidar el
matrimonio mismo (c. 1674, 2.º).
Nada impide que, en los casos en que el cónyuge interesado en la nulidad de
su matrimonio, pueda éste, en el momento de la citación o en cualquier fase del
juicio presentar la acción instada por el promotor, a tenor del c. 1596, § 1.
El defensor del vínculo debe intervenir siempre en todas las causas de nulidad matrimonial, como establece el c. 1432. Se llama así porque es nombrado
por el Obispo diocesano para, en presencia de los mismos requisitos subjetivos
establecidos por el promotor de justicia, hacer valer todo lo que razonablemente pueda servir para la defensa de la validez del vínculo matrimonial y, por tanto, pronunciarse contra la nulidad.
Puede ser nombrado para la generalidad de las causas, o para una determinada; la misma persona puede desempeñar el oficio de promotor de justicia y el
de defensor del vínculo, pero no en la misma causa (c. 1436, § 1).
Al defensor del vínculo, como al promotor de justicia, le es reconocida la
misma posición procesal de las partes privadas, en cuanto al poder de iniciativa
y al derecho de tener audiencia con el juez (c. 1434, 2º).
El c. 1434, 1.º, establece que cuando el juez estime que han de ser oídas las
partes o una de ellas, han de ser oídos también el promotor de justicia y el defensor del vínculo. Ha sido superada la normativa anterior por el nuevo Código,
que imponía la obligación de apelar, al menos la sentencia afirmativa de primer
grado de jurisdicción.
Puede el Obispo nombrar a un laico —varón o mujer, casado o soltero—
promotor de justicia y defensor del vínculo, ya que el c. 1435, al hablar de los
requisitos que deben reunir, establece: «Corresponde al Obispo nombrar al promotor de justicia y al defensor del vínculo, que han de ser clérigos o laicos de
buena fama, doctores o licenciados en Derecho canónico y de probada prudencia y celo por la justicia».
El notario es otra de las figuras que se hace imprescindible en las causas matrimoniales, como en todo proceso. Su intervención y su autenticación son necesarias para la validez de todo acto porque atribuye con su firma el carácter de
la publicidad, es decir, de la idoneidad de todo acto procesal (c. 1437 en relación con el 1541). También puede serlo un laico, varón o mujer, casado o soltero.
Modelo de nombramiento de fiscal general y defensor del vínculo
OBISPADO DE ...
N. N., POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE APOSTÓLICA OBISPO DE ...
Hallándose vacante en nuestra Diócesis el cargo de Fiscal General-Promotor de Justicia y el de
Defensor del Vínculo, y confiando en la virtud, prudencia y saber del Presbítero D.N. N., Doctor
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(o Lic.) en Derecho canónico (o del Sr. o Sra. Dr. o Lic. en Derecho canónico) le nombramos
Fiscal General y Defensor del Vínculo a tenor de los cc. 1430-1436.
Dado en ..., en nuestro Palacio Episcopal a ... de ... de ...
(Sello del Obispo)
N., Obispo de ...
N. N., Canciller Secretario
Modelo de nombramiento de notario
OBISPADO DE ... .
N. N., POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE APOSTÓLICA OBISPO DE ...
Hallándose vacante en nuestra Curia el cargo de Notario y confiando en la competencia, probidad y prudencia de D. (D.ª) N. N., por el presente le nombramos, a tenor del c. 1437, Notario de
nuestra Curia de Justicia.
Dado en ..., y en nuestro Palacio Episcopal a ... de ... de ...
(Sello del Obispo)
N., Obispo de ...
N. N., Canciller Secretario
7. LOS PERITOS Y EL INTÉRPRETE
Cuando se trata de causas matrimoniales que tienen por objeto la impotencia
o el defecto de consentimiento el juez se debe ayudar de los trabajos de uno o
más peritos; al menos que su intervención sea superflua, dadas las circunstancias del caso específico (c. 1680).
Pero en general, el recurso a los trabajos de los peritos está previsto en el
Código, aunque para las otras causas matrimoniales; en las que, por ley o por
fuerza de una decisión del mismo juez, es necesario apelar a las reglas de la técnica o de una ciencia específica, para comprobar un hecho o determinar la naturaleza de una cosa (c. 1574). El Código actual admite también expresamente
que las partes puedan ayudarse de peritos privados, a los que se les autoriza ver
los autos, intervenir eventualmente en el examen judicial, y presentar informes
periciales, a la vez que los peritos de oficio (c. 1581).
No obstante ser necesaria la intervención de los peritos, hay que recordar
que la función decisoria permanece en el juez, el único que tiene la plena responsabilidad de todos los elementos de prueba (c. 1452). Por tanto, teniendo
presente el adagio Peritis in arte credendum, el juez no está vinculado por las
conclusiones que den los peritos, aunque sean unánimes, debiendo tener en
cuenta todos los resultados en la instrucción3.
En todo caso, el juez, ya decida apartarse de las conclusiones periciales, ya
se someta a ellas, debe explícitamente dar las razones o motivos de su decisión
(c. 1579).
3
BELENCHON, E., La prueba pericial en los procesos de nulidad de matrimonio, Pamplona,
1982, 229-265.
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En algunos casos, cuando la persona a interrogar no habla la misma lengua
del juez o de las partes, más si se trata de sordomudos, el juez puede servirse de
la colaboración de un intérprete, que deberá prestar juramento. La traducción,
sin embargo no puede suplir la declaración, de pasar a lengua original, y deberá
sólo ser alegadas por estas últimas (c. 1471).
Para todas las causas o solamente para algunas determinadas materias (particularmente complejas) pueden ser constituidos juntamente por los varios Obispos diocesanos, con la aprobación de la Sede Apostólica, un único Tribunal interdiocesano o regional (c. 1423), compuesto por jueces (interdiocesanos o
regionales) por ellos nombrados.
III.
LOS TRIBUNALES DE PRIMERA INSTANCIA
Los Tribunales de primera instancia, para las causas de nulidad matrimonial,
normalmente son los Tribunales diocesanos, que juzgan en primer grado de jurisdicción; los Tribunales metropolitanos (diversos de los tribunales de apelación, constituidos, según la norma del c. 1439, juzgan en segundo grado de jurisdicción. Pero, para los residentes en su archidiócesis juzgan en primera
instancia, y juzgan en segunda instancia el primer Turno del Tribunal de la Nunciatura Apostólica en Madrid, o el del Tribunal de la Rota Romana, y en tercera
instancia el segundo Turno de estos altos Tribunales.
IV. LOS TRIBUNALES DE APELACIÓN
1. Es tribunal de segunda instancia o de apelación o de segundo grado de
jurisdicción:
a) En general, el Tribunal del Arzobispado (Metropolitano), que lo es de
las diócesis sufragáneas (o sea los pertenecientes a la misma Provincia eclesiástica) (c. 1438, n. 1 y c. 1439, § 1);
b) Un tribunal de apelación, señalado por el mismo Obispo Metropolitano,
con la aprobación de la Sede Apostólica, cuando el Tribunal de primera instancia es el metropolitano (c. 1438, n. 2);
c) Toda Conferencia episcopal nacional, con la aprobación de la Sede
Apostólica, puede constituir, de común acuerdo, uno o más Tribunales de segunda instancia; y donde hay un solo tribunal para varias diócesis, a tenor del
c. 1423, § 2, también puede la Conferencia episcopal constituir un tribunal interdiocesano al servicio de las diócesis que no sean sufragáneas de la diócesis
metropolitana (o provincia eclesiástica) (c. 1439, § 2).
Al Tribunal de segunda instancia corresponde conocer, en primera instancia,
cuando se trata de derechos o de bienes temporales de una persona representada
por el Obispo, ya que nadie puede ser juez en su propia causa (c. 1419, § 2). Si
se trata de la persona física del Obispo, el c. 1405, § 3 señala el Tribunal Apos-
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tólico de la Rota Romana si se trata de causas contenciosas. De las penales el
mismo Romano Pontífice.
V.
EL TRIBUNAL DE LA ROTA ROMANA Y EL TRIBUNAL
DE LA NUNCIATURA APOSTÓLICA EN MADRID
A veces, en este género de causas, como todas las que afectan al estado de
las personas, puede ser necesario un tercer grado de jurisdicción, con el fin de
llegar, como explicaremos más adelante, a una doble sentencia conforme. En tal
caso, esta ulterior instancia se resuelve en el Tribunal Apostólico de la Rota Romana (ARRT.: c. 1444, § 1, n. 2; Const. Apost. «Pastor Bonus» art. 128, n. 2),
antes denominado en el Código derogado, Tribunal de la Sagrada Rota Romana
(c. 1599*) y disciplinado por una propia ley4.
Los jueces de la Rota Romana se llaman Au d i t o res (Prelados) y son de
nombramiento personal del Papa. Se reúnen en Colegio (o turno) de tres jueces,
y para su actuación siguen un preciso orden de sucesión rotatoria, según la antigüedad de nombramiento. Un sistema de organización que acaso ha influido
en el nombre del Tribunal. La Rota está presidida por el Decano, que es elegido
de entre una terna (de los más antiguos) que se presenta al Papa.
El Tribunal de la Nunciatura Apostólica en Madrid es tribunal de tercera
instancia, que juzga, en segunda instancia, las causas que fueron juzgadas en
primera instancia por cualesquiera tribunales de España metropolitanos o inmediatamente sometidos a la Sede Apostólica (art. 38.1, a M. P. Apostolico Hispa niarum Nuntio). También en apelación per saltum de las causas de nulidad, que
hubieran sido juzgadas en primera instancia por cualquier tribunal sufragáneo
de España, cumplidos los requisitos que exige el art. 38.3 del M. P. Apostolico
Hispaniarum Nuntio). Excepcionalmente, juzga en segunda instancia mediante
legítima apelación las causas que hayan juzgado en primera los tribunales de
cualquiera ordinarios, siempre que mediara mutuo acuerdo de las partes y consienta el Metropolitano (art. 39 M. P. Apostolico Hispaniarum Nuntio).
Actualmente este Tr i bunal se rige por las «Normas Orgánicas y Procesa les del Tr i bunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica en España», p r o m u lgadas por Su Santidad el Papa, Juan Pablo II, el 2 de octubre por el M. P.
«N u n c i a t u rae Apostolicae», y que entraron en vigor el día primero de noviembre de 1999.
4
Cfr. los artículos 1-40 de las «Nuevas Normas del Tribunal de la Rota Romana» de 25 de
mayo de 1969, y el procedimiento: arts. 59-185 de las «Normas del Tribunal de la Sagrada Rota
Romana», de 29 de junio de 1934. Actualmente el Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica en España se rige por Las Normas Orgánicas y Procesales del Tribunal de la Rota de la Nun ciatura Apostólica en España, promulgadas por el M. P. «Nunciaturae Apostolicae» de 2 de octu bre de 1999.
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VI. HIPÓTESIS DE INSTANCIAS PARTICULARES
PARA LAS CAUSAS DE NULIDAD MATRIMONIAL
Como excepción de esta ordinaria sucesión de instancias, el Código establece algunas específicas:
1. CAUSA PER SALTUM
Las causas, en las que sea uno de ellos Jefe de Estado, están reservadas, desde la primera instancia, al Sumo Pontífice (c. 1405, § 1, n. 1) y, en general, el
Romano Pontífice comisiona al Tribunal de la Rota Romana que, en tal caso,
como en todas las otras hipótesis en que el Pontífice, tanto motu proprio, como
a instancia de parte (c. 1405, § 1, n. 3 y c. 1417, § 1) hubiera avocado a su tribunal y encomendado a la Rota Romana, juzgará también en segunda y ulterior
instancia, donde no se haya dispuesto lo contrario por el Romano Pontífice
(c. 1444, § 2).
2. APELACIÓN PER SALTUM
La apelación, llamada per saltum, incide también en la competencia ordinaria de segunda instancia, y tiene lugar cuando por una o ambas partes, en virtud
del derecho reconocido a todo fiel de someter, en cualquier grado y estado del
juicio, la causa en que está interesado que conozca la Santa Sede (c. 1417), y se
resuelve directamente por esta última saltando el ordinario Tribunal de apelación; en el caso de que una de las partes se hubiera decidido por el Tribunal de
apelación y la otra por el Tribunal Apostólico, éste último prevalece, en cuanto
que es instancia de grado superior (c. 1632, § 2); en la apelación directa a la
Santa Sede, juzga el Tr i bunal Apostólico de la Rota Romana, a tenor del
c. 1444, § 1.
VII.
LOS TRIBUNALES ECLESIÁSTICOS EN ESPAÑA
En España la organización de los Tribunales eclesiásticos está establecida,
por sucesivas normas.
En concreto, sobre la base de esta organización, funcionan en España, para
la tramitación de las causas matrimoniales, cincuenta y ocho tribunales de primera instancia para las sesenta y dos diócesis y para el Arzobispado castrense.
De estos cincuenta y ocho, doce tribunales tienen además la condición de ser
metropolitanos (Burgos, Granada, Madrid, Mérida-Badajoz, Oviedo, Pamplona,
Santiago de Compostela, Sevilla, Tarragona, Valladolid y Zaragoza), y dos la de
ser arzobispados no metropolitanos (Barcelona y Arzobispado Castrense). Pero
no todas las diócesis tienen tribunales de primera instancia (v.gr., las diócesis de
Alcalá de Henares y de Getafe se sirven del de Madrid; las causas de Menorca
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son tramitadas por el Tribunal de Mallorca; el tribunal del Arzobispado Castrense es el de la Rota de la Nunciatura Apostólica de Madrid) y existen además
dos Tribunales interdiocesanos de características distintas (Sevilla, que en realidad ha mantenido los tribunales de primera instancia de las diócesis de su jurisdicción, y Zaragoza que, por el contrario, los ha absorbido en la práctica). En
segunda instancia, además, hay otras modificaciones: los tribunales interdiocesanos de Sevilla y Zaragoza lo son de primera y segunda instancia; las causas
tratadas en primera instancia ante los tribunales de las sedes metropolitanas y
del Arzobispado de Barcelona se ven, en segunda instancia, ante el Tribunal de
la Rota de la Nunciatura Apostólica de Madrid5. Este último tribunal es competente para conocer en tercera instancia las causas que fueron juzgadas en segunda instancia por los Tribunales metropolitanos del territorio de España o por la
misma Rota... Todo ello configura el siguiente cuadro de los tribunales eclesiásticos españoles:
TRIBUNALES
DE 1.ª INSTANCIA
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
5
Bilbao, Vitoria, Palencia y Osma-Soria
Burgos
Málaga, Jaén, Guadix, Cartagena y Almería
Granada
Coria-Cáceres y Plasencia
Mérida-Badajoz
Alcalá de Henares y Getafe
Madrid
Astorga, León y Santander
Oviedo
Calahorra, San Sebastián y Jaca
Pamplona y Tudela
Mondoñedo-Ferrol, Lugo, Orense y Tuy Vigo
Santiago de Compostela
Tribunal Interdiocesano de Sevilla 1.ª instancia (Huelva, Córdoba, Sevilla, Jerez, CádizCeuta, Las Palmas y Tenerife)
Urgell, Lleida, Tortosa, Solsona, Vic y Girona
Tarragona
Barcelona
Albacete, Sigüenza-Guadalajara Ciudad Real
y Cuenca
Toledo
Segorbe-Castellón, Orihuela-Alicante,
Mallorca, Menorca e Ibiza
TRIBUNALES
DE 2.ª INSTANCIA
Burgos
Rota de Madrid
Granada
Rota de Madrid
Mérida-Badajoz
Rota de Madrid
Madrid
Rota de Madrid
Oviedo
Rota de Madrid
Pamplona
Rota de Madrid
Santiago de Compostela
Rota de Madrid
Interdiocesano de Sevilla
de 2.ª Instancia
Tarragona
Rota de Madrid
Rota de Madrid
Toledo
Rota de Madrid
Valencia
Cfr. PÍO XII, M. P., Apostolico Hispaniarum Nuntio; 7, aprilis 1947, in: AAS, 1947, 155-163.
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PRÁCTICA PROCESAL CANÓNICA DE LAS CAUSAS MATRIMONIALES
— Valencia
— Ciudad Rodrigo, Salamanca, Zamora,
Segovia y Ávila
— Valladolid
— Tribunal Interdiocesano de Zaragoza
de 1.ª Inst. (Barbastro, Huesca, Tarazona,
Zaragoza, Teruel y Albarracín)
— Arzobispado Castrense (Rota de Madrid)
Rota de Madrid
Valladolid
Rota de Madrid
2.ª Instancia Interdiocesano de Zaragoza
Rota de Madrid
VIII. EL SUPREMO TRIBUNAL DE LA SIGNATURA APOSTÓLICA
Como su nombre indica es el alto Tribunal de la Curia Romana, que es un
organismo en el vértice de la estructura judicial de la Iglesia; por lo tanto, todos
los jueces que lo componen son directamente nombrados por el Romano Pontífice y son Cardenales6.
Por lo tanto, la Signatura Apostólica:
1. Tiene unas funciones, semejantes a las de nuestro Tribunal Constitucional, típicas de una última instancia de legitimidad;
2. Con la Sección segunda (la sectio altera), instituida por la Reforma de
la Curia de 1967, del cual no se hace más referencia en el Código vigente y en
la Constitución apostólica «Pastor Bonus» de 1968, asume competencias contencioso-administrativas;
3. En su complejidad, resuelve además la actividad de contenido más específicamente administrativo, cual es el ejercicio de la alta vigilancia de la potestad administrativa respecto a la organización judicial de toda la Iglesia. Juzga
1.º las querellas de nulidad y peticiones de restitución in integrum y otros recursos contra las sentencias rotales; 2.º los recursos en las causas sobre el estado de
las personas que la Rota Romana no admite a nuevo examen; 3.º las excepciones de sospecha y demás causas contra los Auditores de la Rota Romana por los
actos realizados en el ejercicio de su función y, 4.º los conflictos de competencia a que se refieren los cc. 1416 y 1445, § 1).
También dirime este alto Tribunal los litigios provenientes de un acto de la
potestad administrativa eclesiástica que se lleven a él legítimamente, así como
otras controversias administrativas que le hayan sido remitidas por el Romano
Pontífice o por los Dicasterios de la Curia Romana, y los conflictos de competencia entre dichos Dicasterios (c. 1445, § 2).
Y corresponde también a este Supremo Tribunal: 1.º vigilar sobre la recta
administración de la justicia y determinar que se proceda contra los abogados
o procuradores, si es necesario; 2.º prorrogar la competencia de los tribunales;
6
Cfr. las «Normae Speciales in Supremo Tribunali Signaturae Apostolicae ad experimentum
servandae», de 25 de marzo de 1968. Véase el c. 1445, los arts. 121-125 de la Constitución «Pas tor Bonus» y el «Regolamento generale della Curia Romana», de 22 de febrero de 1968, en especial los arts. 68-70, 95 y 122.
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LOS PRESUPUESTOS DEL PROCESO JUDICIAL
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y 3.º fomentar y aprobar la erección de los tribunales a los que se refieren los
cc. 1423 y 1439.
La Signatura Apostólica se rige por los artículos 122 a 124 de la Constitución «Pastor Bonus»7.
IX. LA COMPETENCIA DE LOS TRIBUNALES ECLESIÁSTICOS
PARA CONOCER DE LA NULIDAD MATRIMONIAL
Todos los tribunales de primera instancia son, en general, igualmente competentes para conocer de las causas de nulidad matrimonial. Sin embargo, el
c. 1673 establece cuatro criterios o títulos de competencia de los tribunales de
primera instancia:
1.º El tribunal del lugar en que se celebró el matrimonio;
2.º El tribunal del lugar en que el demandado tiene su domicilio o cuasido micilio;
3.º El tribunal del lugar en que tiene su domicilio la parte actora, con tal de
que ambas partes residan en el territorio de una misma Conferencia Episcopal y
dé su consentimiento el Vicario Judicial del domicilio de la parte demandada,
habiendo oído a ésta;
4.º El tribunal del lugar en que de hecho se ha de recoger la mayor parte de
las pruebas, con tal de que lo consienta el Vicario Judicial del domicilio de la
parte demandada, previa consulta a ésta por si tiene alguna objeción.
Estos cuatro títulos de competencia son relativos y concurrentes entre sí.
Se ofrece como alternativos a la elección de las partes. Como puede verse, la
facultad de elección, en cuanto a los dos primeros, es absoluta. Sin embargo, es
condicionada en cuanto a los dos últimos, ya que han de verificarse los requisitos de: a) residencia de ambos cónyuges en el territorio de una misma Conferencia Episcopal; b) consentimiento del Vicario Judicial de la parte demandada;
y c) audiencia de la parte demandada (conventa), para el título tercero; y b) y c)
para el cuarto.
Se ha de hacer constar además que, si las partes se dirigen a tribunales distintos, se hace con la competencia, por el principio de prevención, el juez del
tribunal que primero cite a la parte demandada.
7
Cfr. GROCHOLEWSKI, Z., La Segnatura Apostolica nell’attuale fase di evoluzione, in Dilexit
iustitiam, Studia in honorem Aurelii Card. Sabattani, Città del Vaticano, 1984, 218 ss.
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