“su Divino Corazón ha sido mi descanso... hijas mías, descan

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“su Divino Corazón ha sido mi
descanso... hijas mías, descansad con humildad y confianza
en el Corazón de Jesús y en el
Corazón de la Virgen María” ( C. 204)
“Que tu corazón sólo anhele
unirse a Él con gran fervor y
en
espíritu
de
humildad” (C.267)
“Jesús es nuestro apoyo y descanso... El Divino corazón es
nuestro tesoro y fiador”. (C. 326)
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
1.
¿Qué aporta a mi espiritualidad la devoción al Sagrado Corazón?
2. ¿Qué experiencia vivo?
3. ¿ Qué me siento llamada a vivir?
“NO DEJEIS
DE DESCANSAR
EN EL CORAZÓN
DE JESÚS”
( C. 139)
HOJA VOCACIONAL
JUNIO-2014
MONICIÓN:
El Corazón de Jesús tiene para
Benito Menni, Mª Josefa y Mª Angustias
un destacado valor simbólico. Manifiesta cómo es el Corazón de Dios, que es
misericordioso, gratuito, materno, acogedor, sacrificado, siempre dispuesto al
perdón. Acercarse a ese misterio, meditarlo, contemplarlo a
través de la Palabra evangélica, es acercarse y contemplar
el misterio del amor de Dios y descubrir su sentido en nuestra vida.
Que el Espíritu, en este día de gracia nos ayude a
profundizar, meditar, orar y así podamos beber del inagotable manantial, que brota del Corazón de Jesús para, en él,
transformarnos.
CANTO: “Ilumíname Señor”
1.
Yo os aliviaré dándoos agua cuando ya no tengáis y necesitéis beber... yo os aliviaré dándoos de comer cuando no
tengáis que comer y tengáis hambre. Venid a mí y yo os
aliviaré. Pero poneros a trabajar.
Yo os aliviaré y os daré las fuerzas. Yo os daré la capacidad de
cambiar y os daré la capacidad
de ser mujeres nuevas y os daré
mi Espíritu para que complete
su obra en vosotras.
“Animo pues hijas mías, nosotros somos pobres y miserables,
pero es nuestra fortaleza y nuestra alegría, descansemos en
Él, pues su Corazón será nuestro lugar de reposo, allí encontraremos la paz... allí la salud, la guía, la fortaleza... todo lo
podemos en Jesús, él nos enseñara y dará fuerzas para imitar su gran mansedumbre, en todas las circunstancias de la
vida... ” (C. 348)
Y déjame sentir el fuego de tu
amor, aquí en mi corazón, Señor
(bis)
El P. Menni repite constantemente que el Corazón de Jesús es el lugar
para descansar en Él. Descansar en el
Corazón de Jesús significa dejarle la iniciativa sobre la propia vida, no ver las
cosas como si todo dependiera de nosotras, CONFIARSE y ABANDONARSE
plenamente en Él:
2.– Resucítame, Señor, con tu Espíritu,
conviérteme, Señor, con tu espíritu.
Resucítame, Señor, con tu Espíritu. Resucítame y conviérteme, Señor.
“ Lo esencial es tener nuestro corazón unido a Jesús nuestro
bien... La paz del señor esté en vuestros corazones” ( C.34).
“Mi pobre corazón quiere ser todo de Jesús” (C.123)“Lo importante es amar a Jesús y estar en su Divino Jesús ”( C.132).
Ilumíname Señor, con tu Espíritu,
transfórmame, Señor, con tu Espíritu;
ilumíname, Señor, con tu Espíritu.
Ilumíname y transfórmame, Señor.
“El Corazón abierto de Cristo, del que ha brotado la vida de
la Iglesia, es símbolo del eterno amor de Dios y de su infinita
misericordia.
Nuestra Congregación., nacida de ese Corazón divino, extrae
de Él la esencia de su espiritualidad. Respondiendo a la invitación de Jesús encontramos en Él descanso y fortaleza en
las pruebas y debilidades, modelamos nuestro corazón en la
humildad y mansedumbre y nos convertimos así en instrumentos aptos para llevar al que sufre consuelo y la esperanza” (Const 43)
“Venid
a mí todos los que estáis
cansados y oprimidos, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended
de mí, que soy afable y humilde de
corazón, y encontrareis descanso
para vuestras almas. Porque mi yugo
es llevadero y mi carga ligera” (Mt
11, 28-29)
Escuchemos las palabras de Jesús, dichas directamente a nuestro corazón, dejando que el silencio nos invada… y sólo escuchemos resonar en nuestros interior su invitación a descansar en Él… Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, yo os aliviaré... yo os aliviaré dándoos las
herramientas justas que debéis de utilizar para alcanzar la
santidad, para ser felices en la tierra como en el cielo. Yo os
aliviaré diciendo el camino que debéis de seguir... yo os aliviaré acompañando en el camino...
3.– Fortaléceme, Señor, con tu Espíritu, consuélame, Señor,
con tu Espíritu. Fortaléceme, Señor, con tu Espíritu. Fortaléceme y consuélame, Señor.
Y déjame sentir...
TEXTO PARA REFLEXIONAR
CUIDAR EL CORAZÓN
En la cultura actual el «corazón» es la sede del amor.
No ha sido siempre así. Según una tradición que hunde sus
raíces en la fe bíblica y que fue cultivada por grandes místicos de los primeros siglos, el «corazón» es lo más íntimo de
la persona, el lugar desde donde el individuo puede integrar y armonizar todas las dimensiones de su ser.
La visión de estos padres y madres del desierto es
grandiosa. El ser humano no es sólo un compuesto biológico: un alma aprisionada en la carne, un «pobre animal» zarandeado por toda clase de fuerzas y pulsiones. En lo más
íntimo de su «corazón» hay un espacio donde puede acoger al Espíritu de Dios que es fuente de vida, integración y
armonía de toda la persona.
En la soledad del desierto, estos hombres y mujeres llegaron a conocerse interiormente
de una manera difícil de superar. Para ellos, el pecado no
es un «asunto moral», sino la
fuerza que descentra al individuo, lo disgrega y le hace perder su armonía destruyendo la
alegría interior.
Lo peor que le puede suceder a una persona es vivir
con un corazón de piedra, reseco y endurecido, incapaz de abrirse al Espíritu Santo; un corazón cerrado al amor y la ternura, dividido y disperso, sin fuerza para
unificar su ser y alimentar su vida
Los hombres y mujeres de hoy
creemos saber mucho de todo y no sabemos siquiera cuidar nuestro corazón. Víctimas de nuestra
frivolidad, no conocemos una vida armoniosa e integrada:
vivimos aburridos a fuerza de buscar diversión; siempre
cambiando y siempre perseguidos por la monotonía; siempre en busca de bienestar y siempre decepcionados. Nos
falta un corazón abierto al Espíritu de Dios que nos haga
conocer dónde está la fuente de vida.
Por eso, invocar al Espíritu de Dios no es una oración
más. Gritar desde el fondo de nuestro ser: «Ven, Espíritu
Santo», es desear vida nueva. Nuestro corazón de piedra se
puede convertir en corazón de carne; nuestro vacío interior
se puede llenar de Espíritu.
“Como era la víspera de la Pascua, para que no quedaran
los cuerpos en la cruz el sábado, pues era un día muy solemne, los judíos rogaron a Pilatos que se les quebraran
las piernas y los quitaran. Los soldados fueron y quebraron
las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Al llegar a Jesús y verlo muerto, no le quebraron las
piernas; pero un de los soldados le traspasó el costado
con una lanza, y al punto salió sangre y agua”.
(Jn 19, 31-34)
De su costado abierto fluye el
AMOR.
Esta extrema prueba de amor, que no
se rinde ante el suplicio de la muerte
en cruz, es objeto de contemplación
para nosotras De su costado abierto
fluye el amor, que al mismo tiempo es
inseparablemente suyo y del Padre. También el agua que
brota representa, a su vez, al Espíritu, principio de vida. La
sangre y el agua evidencian su amor demostrado y su amor
comunicado. La ley del amor extremo y sincero que Él manifiesta en la cruz, revalidado por su mandamiento “como
yo os he amado, así amaos también vosotros los unos a los
otros”, viene infusa en el corazón de los creyentes con el
Espíritu.
El proyecto divino del amor se completa en Jesús en
el brotar de la sangre y el agua; ahora se espera que se
realice en los hombres. En esto el hombre será ayudado
por el Espíritu que emerge del costado atravesado de Jesús
que, transformándolo en un hombre nuevo, le dará la capacidad de amar y de llegar a ser hijos de Dios.
Se centra la espiritualidad hospitalaria en el símbolo
del Corazón de Jesús, destacando profundamente la dimensión humana del Jesús histórico, el Hijo de María, en lo
que son sus actitudes fundamentales: la obediencia, la donación gratuita, la humildad, la mansedumbre.
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