Fumar cigarrillos y la Biblia

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FUMAR CIGARRILOS Y LA BIBLIA
Fumar cigarrillos y la Biblia
Aunque el tabaquismo fue desconocido durante las épocas en que la Biblia estaba
siendo escrita, la Escritura proporciona enseñanza adecuada, acerca de este mal hábito
relativamente moderno.
En 1 Corintios 6:19-20, el apóstol Pablo escribió: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro
cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
El apóstol Pablo, claramente afirmó, lo que muchos por negligencia ignoran, que el
propósito del cuerpo es uno espiritual, para glorificar a Dios en él. El cuerpo no es para que
la persona haga cualquier uso de él según sus gustos, deseos y/o cultura. Tiene que usarlo
según los dictámenes del Señor, “quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hech.
17:25). Para más información de éste punto, consulte la obra “La Gula – Un Pecado XXL”.
La evidencia que presenta la ciencia moderna, es concluyente, e incluso se exhibe
públicamente en cada cajetilla de cigarrillos. En Chile, por ejemplo, cada cajetilla contiene en
grandes letras la siguiente frase: “El tabaco te destruye hasta matarte. Elige no fumar”. Y es
que el panorama frente al consumo de tabaco en Chile es crítico. Por ejemplo, estudios
gubernamentales han concluido que las mujeres jóvenes de entre 13 y 15 años tienen el
récord mundial como las más fumadoras con una prevalencia de 39,9%, según el Atlas
Mundial de Tabaco (del año 2012). Además, se suma que la prevalencia de fumadores en
Chile es del 40,6% en la población de 15 y más años (según la Encuesta Nacional de Salud
2009-2010). Y, lamentablemente, tenemos otra cifra que impacta, pues se revela que una
de cada cuatro menores de edad, que cursan octavo básico, son fumadoras.
Obviamente, algo peligroso para la salud, y que literalmente “mata”, no puede ser
bueno para el cuerpo. Fumar es un hábito contrario a las prácticas saludables, pues debilita
y destruye la más maravillosa obra física de Dios, nuestro propio cuerpo.
En el caso de los cristianos, como vimos arriba, la Biblia afirma que sus cuerpos son
del Señor (1 Cor. 6:19-20), comprados y pagados por la muerte de Jesús, el Salvador. Por
lo tanto, ningún cristiano se siente libre para usar su cuerpo para el placer carnal
destructivo, haciendo lo que le plazca con su cuerpo, que es templo del Espíritu Santo. Los
cristianos se esfuerzan por glorificar a Dios en sus cuerpos. Ellos saben que fumar no
glorifica en sus cuerpos a Dios, y por lo tanto no practican éste hábito destructivo.
El inspirado apóstol Pablo, dijo: “Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en
que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite” (Rom. 14:21). Luego, él afirmó: “Así
que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a
nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para
edificación” (Rom. 15:1-2).
Según éstos pasajes, al cristiano le es prohibido ofender a sus hermanos por
complacer su capricho, pues en vez de aquello, el cristiano procurará agradar “a su prójimo
en lo que es bueno” para que sean salvos. Pablo mismo sentó éste ejemplo, y dijo: “No
seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las
cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean
salvos” (1 Cor. 10:32-33).
Aunque el tema que estamos tratando no es uno de opinión, el punto que queremos
establecer, es un principio que podemos aplicar de estos pasajes. La mayoría de los
cristianos estarían molestos y ofendidos por los llamados “cristianos” que practican y/o
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Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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FUMAR CIGARRILOS Y LA BIBLIA
toleran el mal hábito de fumar. Si el “cristiano fumador” continúa en su hábito carnal, lo
único que demuestra es su egoísmo frente a sus hermanos molestos con él.
Si con temas de opinión debemos mantener el amor, renunciando al capricho y
egoísmo, ¿cuánto más con un hábito pecaminoso que destruye la vida del cuerpo? Como dijo
Pablo a los filipenses: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con
humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada
uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Fil. 2:3-4).
El “cristiano fumador” no piensa en otros, sólo piensa en sí mismo. Y hay algunos que
han recomendado fumar en secreto, y hasta beber alcohol en secreto. ¿Cómo puede esto ser
un consejo de amor fraternal?
Bien sabemos que los efectos del tabaquismo afectarán, no solo al fumador, sino
también a su entorno directo. Por ejemplo, una madre fumadora, sólo por su contacto
cotidiano, hará que sus hijos fumen alrededor de 60 cigarrillos al año. Fumar no es un acto
de amor. Sin embargo, la Biblia dice “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid
lo bueno” (Rom. 12:9).
Con tanta información disponible, podemos concluir con aplomo que los fumadores no
son amorosos. Sólo miran por sí mismos, dejando por doquier las emanaciones de su
tabaquismo, afectando directamente su entorno.
Además de todo lo anterior, bien sabemos que fumar es un desperdicio de tiempo y
dinero. Los cristianos deben ser fieles mayordomos (Mat. 25:14-30), ellos se han informado
que hasta su tiempo y su dinero proviene del Señor.
Los “cristianos fumadores” tienen que encarar la realidad chocante que mientras que
más del 90% de todas las víctimas de cáncer de pulmón son fumadores, los estudios
científicos han demostrado que los fumadores tienen más de tres veces mayor cantidad de
ataques al corazón.
El fiel siervo de Cristo, no puede hallar ninguna manera de justificar la destrucción
deliberada de su cuerpo. Al contrario, bien recuerda lo que dijo Pablo a los tesalonicenses:
“…y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de
nuestro Señor Jesucristo” (1 Tes. 5:23).
La mayoría de los fumadores morirá fumando, sin dejar su hábito morboso. Sin
embargo, el fumador que ama a Cristo encontrará en las Escrituras muchas buenas razones
para dejar de fumar. Y, sobre todo, encontrará la fuerza para vencer el mal hábito, diciendo
con Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).
Si usted desea dejar de fumar, podrá hallar en Cristo toda la ayuda para
hacerlo. Algunos fumadores pueden dejar de fumar con facilidad, mientras que a otros les
resulta difícil. Si usted es uno de ellos, soporté las molestias, recordando siempre lo que
Cristo sufrió por usted, su agonía es pequeña en comparación con lo que Cristo sufrió para
salvarnos.
Usted puede dejar de fumar por causa de Cristo, y por el bien de todos los que por
causa de su hábito eternamente se perderán.
Adaptado por Josué Hernández, de la obra “Cigarette Smoking and the Bible” escrita por
Steve Rudd.
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Por Josué Hernández
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