Sisi emperatriz: ¿mito o realidad? Cristina Muriel Garín Licenciada

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Sisi emperatriz: ¿mito o realidad?
Cristina Muriel Garín
Licenciada en Historia
Universidad de Salamanca
“Despierto en la celda de una cárcel,
con cadenas que me aprisionan con fuerza
Añoro mucho más de lo que acierto a expresar
la Libertad, ¡que de mi tanto se aleja!”
(Diario poético de la emperatriz Elisabeth)1
Cuando en el verano de 1853, la pequeña Elisabeth acompañó a su madre, la
duquesa Ludovica, y a su hermana Elena a Viena, jamás imaginó que aquel viaje
cambiaría su vida para siempre. Un viaje que acabaría por tornar una feliz y poco
disciplinada adolescencia en los bosques de Baviera en una oscura y triste existencia
en la que las obligaciones de una vida real la sumirían. Y de esta manera la niña de
carácter alegre y natural acabaría convirtiéndose en un juguete roto, en una mujer
triste y melancólica esclavizada por su belleza y sumida en una eterna lucha por
alcanzar una felicidad que jamás volvería, dejada atrás el mismo día en que se
prometió con el emperador de Austria, Francisco José. Una imagen muy diferente a la
1
Citado en CERRO, Sandra María, “La emperatriz melancólica”. Consultado el 8 de diciembre
de 2011. www.sandracerro.com/Articulos/articgrafohistorica/sissi.pdf
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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que el cine de los años 50 quiso mostrarnos, con una figura de la emperatriz austriaca
enormemente dulcificada y que rezumaba felicidad por los cinco costados y que
fácilmente podemos desenmascarar si nos adentramos en los poemas que la propia
emperatriz legó a la Historia y que cristalizaron todos sus pensamientos, sus alegrías y
sus penas.
Perteneciente a la rama ducal de los Wittelsbach [fig. 1], Elisabeth, nacida el 24
de diciembre de 1837, fue la tercera hija de Maximiliano y Ludovica2. Criada en los
alrededores del lago Starnberg [fig. 2], lejos de las obligaciones que imponía la corte
Figura 1: Retrato de los duques de Baviera y sus
hijos.
Fuente:
http://retratosdelahistoria.lacoctelera.net/post/20
08/08/21/elisabeth-sissi-emperatriz-austria1837-1898. Consultada el 14 de diciembre de
2011.
Figura 2: El castillo de Possenhoffen, donde se crió
Elisabeth.
Fuente:
http://img443.imageshack.us/img443/5246/possenh
ofen1854.jpg. Consultada el 14 de diciembre de
2011.
debido a la nula influencia que ejercían sus padres en la región. Es así como la
pequeña Sisi, como fue apodada familiarmente, pudo desarrollar un espíritu que,
heredado de su padre, se encontraba tan estrechamente ligado a la naturaleza3.
Educada por su propia madre, la formación
de Sisi no era precisamente la más
2
CERRO, Sandra María. “La emperatriz melancólica”. Op. cit.
“Juventud en Baviera” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena].
3
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apropiada para una futura emperatriz. No así la de su hermana Elena [fig. 3], más
esmerada, con vistas a un posible enlace con
el emperador Francisco José4.
Lo curioso es que en un principio no
estuvo previsto que la duquesa Ludovica y su
hija Elena fueran acompañadas a Viena por
Sisi. La cuestión es que la quinceañera se
había enamorado del Conde Ricardo S., al
servicio el duque, un hombre que no le
convenía y al que sus padres se afanaron
rápidamente en enviar a otro lugar. Esto
provocó en la pequeña Sisi un estado de
auténtica melancolía y tristeza y que su
Figura 3: A la derecha Elisabeth, a la
izquierda, su hermana Elena.
Fuente:
http://antiquaimago.blogspot.com/2011/07/s
issi.html. Consultada el 14 de diciembre de
2011.
madre, en un intento porque ésta mejorara, la
llevó consigo a Viena. Además, parecía también que Sisi mantenían una estrecha
relación con su primo Carlos Luis, lo cual infundió la esperanza en la duquesa de un
posible enlace entre ambos5.
Lo que nadie podía prever es que, finalmente, las cosas no saldrían tal y como
habían sido planeadas por la archiduquesa Sofía, madre del emperador, y su hermana
Ludovica. Y es que la elección del emperador Francisco José [fig. 4] recaería sobre la
hermana menor, la pequeña Elisabeth6 de la que quedaría prendado ya durante los
primeros momentos de aquel 16 de agosto que cambiarían la vida de Sisi para
4
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra su voluntad (Viena-Munich: Editorial Juventud.
1982), página 16.
5
Ibídem.
6
MERKLE, Ludwig. Sissi, the tragic empress: the story of Elisabeth of Austria. (Hungría:
Stiebner Munich, 2011), página 28.
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siempre. Decisión que quedaría confirmada durante la velada preparada para el
vigésimo tercer cumpleaños de Francisco José el 19 de agosto7.
En la actualidad, los pensamientos que rondaron la cabeza de la pequeña Sisi
durante
aquellos
días
nos
son
prácticamente ajenos debido a la
escasez de documentos fiables que
puedan demostrar si verdaderamente
Sisi
deseaba
casarse
con
el
emperador o si, por el contrario, se vio
desbordada por los acontecimientos y
por la escasa capacidad que ésta
poseía para tomar una decisión al
Figura 4: Retrato del emperador Francisco José.
Fuente:
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/fotos/fra
ncisco_jose_austria.jpg. Consultada el 14 de
diciembre de 2011.
respecto. Y es que como la duquesa
Ludovica
contestó
siempre
a
la
pregunta sobre los sentimientos de su
hija: “Al emperador de Austria no se le dan calabazas”8.
Todo sería mucho más fácil si aún se conservara el diario de la emperatriz, pero
éste fue quemado al morir cumpliendo sus propios deseos9. En cualquier caso, lo
cierto es que Sissi jamás se reconoció enamorada de Francisco José. Si bien, siempre
mantuvo un gran afecto hacia él, más bien parece que aceptó con resignación su
papel de esposa y consorte10.
7
“Compromiso matrimonial en Ischl” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena]
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit ., página 21.
9
Caso, Ángeles. Elisabeth, emperatriz de Austria Hungría, o el hada maldita (Barcelona:
Planeta, 1995), página 11.
10
CERRO, Sandra María. “La emperatriz melancólica”. Op.cit.
8
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No obstante, este tipo de decisiones eran lo normal entre la aristocracia europea
de la época que utilizó constantemente el matrimonio como herramienta para lograr
sus pretensiones económicas y políticas. De manera que el amor no era una opción
para los miembros de la nobleza. Muy por el contrario, debían sacrificar sus
sentimientos siempre en bien del linaje familiar. Si bien, al menos el emperador estaba
locamente enamorado de su futura esposa11, lo cual facilitaba en cierta medida las
cosas, sobre todo a los ojos de ambas madres que inmersas en matrimonios
concertados se habían visto obligadas a sufrir el escaso afecto que por ellas sentían
sus respectivos maridos12.
Los días siguientes se convertirían en
momentos de auténtico terror para Sisi que, a
pesar de sus intentos por mantener las
formas, no podía evitar las lágrimas; todo
aquello supuso demasiado para una niña de
tan
sólo
quince
años.
Los
excesivos
homenajes, regalos y atenciones recibidas
acabaron por intimidarla13.
Así pues, Sisi se vio obligada a pasar
Figura 5: Retrato de la archiduquesa Sofía,
tía y suegra de Elisabeth.
Fuente:
http://img844.imageshack.us/img844/8760/so
fiadebavieraarchiduqu.jpg. Consultada el 14
de diciembre de 2011.
de la noche a la mañana de niña a mujer, y a
dejar sus amados bosques de Possenhofen
para empezar a convertirse en la futura
emperatriz de Austria, mientras le arrancaban
11
MONTERO, Rosa. Pasiones: amores y desamores que han cambiado la Historia (Madrid:
Aguilar. 1999), página 204.
12
SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz incomprendida”. Isla Bahía. Consultado el 13
de diciembre de 2011. www.islabahia.com/arenaycal/2003/07julio_agosto/anabel96.htm
13
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op.cit. , página 25.
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bruscamente su niñez. La archiduquesa Sofía [fig. 5] se encargaría personalmente de
supervisar su formación a distancia. El tiempo apremiaba y en unos pocos meses era
necesario convertir a aquella muchachita bávara de ambiente rural en un personaje
representativo14.
De esta forma, una niña, cuyas costumbres se encontraban tan alejadas del
encorsetado protocolo de la corte austriaca y cuya formación y disciplina eran bastante
discutibles, se vería inmersa en un arduo programa de aprendizaje dirigido por la
archiduquesa Sofía15. Y es así, como empezará a fraguarse la actitud triste y
melancólica
que
acompañará
a
la
emperatriz durante toda su vida, al igual
que un pájaro que es encerrado en una
jaula de oro.
Y a pesar del cálido recibimiento con
el que los vieneses obsequiaron a la joven
emperatriz,
ésta,
que
no
estaba
acostumbrada, se sintió abrumada por
todos los actos y festejos realizados en su
honor y por los regalos recibidos.
La boda [fig. 6], celebrada el 24 de
abril de 1854 con el mayor de los lujos, fue
por tanto todo un acontecimiento para todo
Figura 6: Fotografía de Elisabeth el día de su
boda.
Fuente:
http://www.longhairlovers.com/images/sissi/sissi
59.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011.
el Imperio austriaco. En cambio, resultó
ser un duro trance para Sisi que durante
14
Ibídem, página 31.
“Mujeres
de
Leyenda”.
Consultado
el
7
de
diciembre
de
mujeresdeleyenda.blogspot.com/2010/04/isabel-de-baviera-la-emperatriz-sissi.html
15
2011.
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toda la celebración debió saludar a multitud de asistentes: generales, cortesanos,
embajadores, legados, etc. El agotamiento fue tal que en un momento de la
celebración Sisi abandonó la sala y rompió a llorar16.
Comenzaba de esta manera una vida llena de obligaciones reales organizadas
mediante un rígido protocolo que asfixiaba cada vez más a la joven emperatriz a la
que cada día embargaba más la nostalgia como bien quedó reflejado en las poesías
que tanto gustaba de escribir y donde podía desahogar sus penas y frustraciones, así
como sus ansias de libertad. Oprimida por el protocolo de la corte vienesa, Sisi no
podría olvidar jamás la sencillez y despreocupada vida de Possenhofen con la que
soñaba día y noche y a la que con impotencia sabía nunca podría volver17.
Además, la soledad también empezaría a afectar a Sisi que veía como durante
todo el día su esposo debía a atender a sus múltiples obligaciones mientras ella se
quedaba a merced de la archiduquesa Sofía que supervisaba todas y cada una de las
actividades que realizaba, lo cual la agobiaba enormemente. Y es que la archiduquesa
no vaciló en su dureza a la hora de formar a la nueva emperatriz que, aunque sabía
que todo lo hacía por su bien, no podía evitar sentir un gran rechazo hacia ella.
No obstante, en algunas ocasiones podía realizar labores realmente eran de sus
agrado. Las visitas a orfanatos, escuelas y hospitales donde la emperatriz incluso
hablaba con las clases bajas, causó un gran impacto en población que incluso
comenzó al albergar la esperanza de que se solucionaran en cierta medida los
problemas sociales18.
16
“La boda” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena]
CARRANO, Patrizia. Las escandalosas (Madrid: Ediciones Siruela S.A., 2008), página 91.
18
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 60-63.
17
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Si bien, lo único que alegraba sus
días eran los paseos a caballo19 y los
animales
que
había
traído
desde
Possenhofen, entretenimiento que poco
agradaba a la archiduqesa. Motivo más
para que Sisi alimentara el incipiente
odio
que
ya
había
comenzado
a
germinar tiempo atrás. Odio que no hizo
sino agravarse cuando el 5 de marzo de
Figura 7: Retrato de la archiduquesa Sofía,
primera hija del matrimonio imperial.
Fuente:
http://3.bp.blogspot.com/_7eR4PTrfopQ/S9WF
0P33jKI/AAAAAAAABnU/EDjeh4RIqtI/s320/
Sophieaustria.jpg. Consultada el 14 de
diciembre de 2011.
1855
nació
la
primera
hija
del
matrimonio, Sofía [fig. 7], que poco
después sería apartada de ella por la
archiduquesa para poder educarla según
sus métodos20.
Así pues, Elisabeth era, una vez más, despojada de toda opinión y capacidad
para tomar sus propias decisiones, tratada como una niña y abandonada
continuamente por su esposo que debía atender los constantes problemas que
acecharon al imperio durante estos años21, lo cual acabaría afectando al matrimonio.
De esta forma, ante la ausencia de una figura que mediara entre Sisi y su suegra, las
diferencias entre ambas se harían cada vez mayores.
19
FOKKELMAN, Monica. “Sissi, bulímica y anoréxica”. Crónica el Mundo, 2 de junio de 2002.
“Mujeres de Leyenda”. Op. cit.
21
Ibídem.
20
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9
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A ello hay que añadir el malestar que
sentía Sisi por la escasa aceptación de la
gozaba dentro de la corte donde cualquier
tropiezo era motivo de duras críticas hacia su
persona. Es por esto que cuando en 1856 nace
su hija Gisela [fig. 8], la emperatriz se sentirá
tremendamente culpable por no haber podido
dar el tan ansiado heredero, sino una niña que
de nuevo quedará a cargo de la archiduquesa.
La tristeza de Sisi se iba incrementando
por momentos. Y es que incluso necesitaba
permiso para poder ver a sus hijas, y estas
visitas siempre sucedían bajo la supervisión de
Figura 8: Fotografía de una Gisela ya
adolescente, segunda hija del
matrimonio.
Fuente:
http://img362.imageshack.us/img362/1
436/1856gisela.jpg. Consultada el 14
de diciembre de 2011.
su suegra, de manera que la emperatriz acabó
subiendo a ver a sus hijas en raras ocasiones, perdiéndose por tanto los primeros
años de las mismas. Es por ello que jamás llegaría a perdonarse su escasa capacidad
para imponerse en esta decisión22.
No obstante, paralelo al progresivo desprecio de la corte, su popularidad ante el
pueblo iba creciendo por momentos. La emperatriz va a convertirse en la esperanza
política para todos aquellos que se encontraban descontentos bajo un sistema
neoabsolutista. Y es así como se fue haciendo consciente de la importancia que iba
adquiriendo como primera dama del imperio, de manera que paulatinamente iría
dejando atrás la postura sumisa y callada de aquella campesina que había llegado a
Viena hacia tan sólo dos años.
22
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 75-77.
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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No obstante, fue esta fuerza que fue adquiriendo dentro del propio palacio lo que
le acabaría costando la vida de su primogénita, Sofía. Tras un duro enfrentamiento
entre suegra y nuera, Sisi logra llevarse a las niñas consigo de viaje, con tan mala
suerte de que ambas caerán enfermas. Aunque Gisela se recuperaría con gran
rapidez Sofía no lograría superar las altas fiebres que la atacaron y murió, algo que
Sisi jamás se perdonará23. Sumida en el
dolor y sintiéndose en parte responsable
de ello, la emperatriz dejará a Gisela a la
completa disposición de la archiduquesa.
Pero el día 21 de agosto de 1858
por fin nacía el tan ansiado varón,
Rodolfo [fig. 9], el príncipe heredero. Y
como es obvio, su abuela Sofía se haría
cargo de su educación. Ni siquiera
entonces, tras dar a luz al deseado
príncipe,
Figura 9: Retrato del príncipe heredero, Rodolfo.
Fuente: http://4.bp.blogspot.com/tInUjgAHmds/TbyTDCxv34I/AAAAAAAAAFA/
hZznjcUnRM4/s1600/1.jpg. Consultada el 14 de
diciembre de 2011.
las
relaciones
entre
la
emperatriz y su suegra se suavizarían.
Además,
la
salud
de Sisi se
debilitaba cada vez más. Acuciada por
las obligaciones reales y hundida en su soledad, la emperatriz acabará por convertirse
prácticamente en un alma en pena, vagando por los jardines de palacio, montando a
caballo durante horas enteras, y evitando cualquier tipo de ceremonia de las que tan
poco gustaba participar24. Si bien, durante las largas ausencias del emperador, Sisi se
dedicaba también a la realización de labores de beneficencia como le había
23
24
“Mujeres de Leyenda”. Op. cit.
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op.cit. , página 98.
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aconsejado su marido en un intento por apaciguar los ánimos en la capital vienesa, en
un momento en el que el emperador debió hacer verdaderos esfuerzos por mantener
el imperio unido.
Es así como la emperatriz irá acercándose cada vez más al pueblo y rechazando
el régimen absolutista, militar y aristocrático de su esposo, lo cual chocaba duramente
con los intereses tanto del emperador como de su amada madre, la archiduquesa
Sofía25. Además Francisco José jamás
permitió que su esposa se inmiscuyera
en los asuntos del Estado.
Así pues, las continuas ausencias
del emperador, sumadas a un odio cada
vez mayor hacia su tía y a la opresión por
la vida de palacio sumirán a Sisi en
constantes depresiones que se verán
Figura 10: Anillas donde Elisabeth hacía sus
ejercicios diarios en sus dependencias del
palacio de Hofburg.
Fuente:
http://www.hola.com/casasreales/2004/04/22/gal
eria-museo-sissi/imgs/sissi-galeria21-a.jpg.
Consultada el 14 de diciembre de 2011.
agravadas
debido
a
las
relaciones
extramatrimoniales del emperador. Y es
que, Francisco José, la única persona en
la que Sisi podía ya confiar, la engañaba.
Será a partir de entonces cuando Sisi
deje de sentirse atada a un palacio en el que ya nada le queda. Comienza de esta
forma, a evadirse mediante la realización de continuos viajes por toda Europa, a
lugares donde en cierta medida podía sentirse libre, lejos del rígido corsé que le
imponía la corte austriaca26.
25
26
Ibídem, página 102.
SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit.
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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Su comportamiento comenzó a ser el de una persona acuciada por tremendas
crisis nerviosas, las cuales se debían sin duda al tremendo agotamiento físico en el
que se encontraba debido a los intensos ejercicios [fig. 10] que realizaba a diario27 y a
la insuficiente carga dietética a la que sometía su cuerpo y que acabaría
desembocando en un perpetuo estado de anorexia nerviosa28. Todo ello no era sino el
producto de las constantes depresiones que sufría la emperatriz que, tras años de
obligaciones reales y despreciada por toda la corte y sobre todo por su tía, vio minada
su autoestima como esposa, madre y soberana, negando incluso a Francisco José la
entrada a su alcoba29.
No obstante, tras dos años en los que toda la familia y el imperio austriaco
sufrieron por la salud de la emperatriz, Sisi se encontraba totalmente repuesta y
segura de sí misma30. Es evidente que su larga estancia fuera de la capital vienesa le
había devuelto parte de la felicidad pérdida desde el día de su boda. Tanto es así que
poco a poco la emperatriz logró influir en mayor medida en las decisiones de palacio.
De manera que en 1865 Sisi consiguió poderes ilimitados sobre la educación de sus
hijos. Y es que el pequeño Rodolfo aunque muy maduro para su edad, contaba con
una constitución física más bien débil y su padre, en un intento por endurecerlo, había
permitido a la archiduquesa Sofía formarlo mediante unos métodos particularmente
duros y excesivamente crueles para un niño de su edad31. Sisi lograría cambiar la
educación militarizada que hasta el momento había recibido el heredero por una
27
FOKKELMAN, Monica. “Sissi, bulímica y…” Op. cit.
HAMANN, Brigitte, Sisi. emperatriz contra… Op.cit. , página 114.
29
MOYANO, Rafael, “Sisi”. Revista de El Mundo, nº 120. Consultado el 6 de diciembre de
2011. www.elmundo.es/larevista/num120/textos/sisi1.html
30
“Winterhalter” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena]
31
SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit.
28
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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educación de aspecto más cultural y anticortesana, convirtiendo a Rodolfo en un
liberal convencido32.
Además, tras cinco años de preocupaciones, desavenencias y negación por
parte de la emperatriz de sus deberes conyugales, las aguas volvían a su cauce. Y
ahora era Elisabeth la que tenía la sartén por el mango. En efecto, Sisi aprendería muy
bien a sacar partido de la debilidad que el emperador sentía por ella. Y es que la
incipiente belleza que a la tierna edad de quince años había prendado al príncipe
había alcanzado ahora su plena madurez,
llegando a ser considerada una de las mujeres
Figura 11: Retrato de Elisabeth con su
famoso vestido de estrellas a juego con las
joyas que adornan su cabello.
Fuente:
http://t2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9
GcRxBACv3LhkSErIVGd1y9y0nylpmr1pUv5rw
j51vjn3STQOJiT. Consultada el 14 de
diciembre de 2011.
32
Figura 12: Retrato de Elisabeth en el que puede
apreciarse el largo cabello que la caracterizó
durante toda su vida.
Fuente: http://www.blogodisea.com/wpcontent/uploads/2010/11/sissi-emperatriz-hungriaelisa-bavaria.jpg. Consultad el 14 de diciembre de
2011.
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op.cit. , páginas 134-135.
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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más bellas de su época [fig. 11]. Hemos de decir que durante mucho tiempo la belleza
de la emperatriz había quedado oculta por las continuas enfermedades que la
acuciaban y por la constante anemia que sufría debido, como ya hemos dicho, a la
escasez de alimentos que ingería33. Por otro lado, el alumbramiento de sus tres hijos
acabaría por conferir a Sisi una figura mucho más femenina34.
Y es durante estos años cuando nace el mito. Un mito que alimentado por una
obsesión enfermiza por la perfección de la belleza dará lugar a una emperatriz que
logró mantener una figura nada usual para la época con una cintura de apenas
cincuenta centímetros y un tremendo pánico a superar los 50 kilos de peso.
Proporciones evidentemente insuficientes si pensamos que la emperatriz contaba con
una estatura de 1,72 metros. Había días en los que sólo se alimentaba de caldos de
carne, y sin embargo, otros podía sucumbir al impulso de consumir enormes
cantidades de dulces como bien reflejan las facturas procedentes de las mejores
confiterías de Viena35.
Elisabeth acabó convirtiendo la lucha por su juventud en su principal objetivo en
la vida, de manera que todos sus pensamientos giraban alrededor de los mejores
medios para cuidar su hermosura. El tiempo o el dinero que se precisara para ello era
lo menos importante con tal de lograr este fin36.
Pero además de su figura, la emperatriz austriaca sentía auténtico delirio por su
largo cabello [fig. 12] que siempre cuidó con verdadero esmero37. Tanto es así que su
peluquera, Fanny Angerer, solía tardar entre dos y tres horas en arreglar su larguísima
melena. Y hasta un día entero dedicaba al lavado de su pelo cada dos semanas. Sus
33
“Belleza” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena]
Ibídem, página 140.
35
GUERRA TAPIA, Aurora. “Sissi emperatriz o el abuso de la belleza. Anorexia, bulimia,
vigorexia y tricocosmetomanía”. Más Dermatología, 2010, página 29.
36
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op.cit. , página 152.
37
SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit.
34
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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peinados llegarían incluso a alcanzar fama en todas las cortes europeas, siendo
imitados por las damas de la alta sociedad38. Para la emperatriz, su cabellera era el
culmen de su belleza, de la cual se sentía enormemente orgullosa, y que cuando la
llevaba suelta parecía envolverla como un manto39.
Pero paradójicamente, esta obsesión por conservar su belleza jamás se
correspondió con su exhibición. Y es que, como ya hemos podido comprobar, Sisi
sufría una auténtica fobia social que le llevó durante toda su vida a evitar cualquier
acto social u homenaje que pudieran perturbarla. Incluso, su propia peluquera, cuyo
físico se asemejaba al de la emperatriz, se hizo pasar por ella en contadas ocasiones
cuando desembarcaban para poder pasear tranquilamente sin las presiones que los
Figura13: Fotografía de Elisabeth con velo
sobre el rostro.
Fuente:
http://img828.imageshack.us/img828/4847/si
siconvelogrande.jpg. Consultada el 14 de
diciembre de 2011.
Figura14: Fotografía de Elisabeth con
indumentaria de luto y velo sobre el rostro.
Fuente:
http://i289.photobucket.com/albums/ll205/EnaB
att/Sissi2.jpg. Consultada el 14 de diciembre de
2011.
38
GUERRA TAPIA, Aurora. “Sissi emperatriz o el…” Op. cit. , página 28.
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 150.
39
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fastuosos recibimientos le producían40.
Cuando pasados los 30 años, la emperatriz empezó a perder su pujanza física,
ésta ni siquiera permitía ya ser fotografiada41. Actitud que llegó a convertirse en
enfermiza tras cumplir los cincuenta años. Es entonces cuando el rostro de Sisi
comienza a ser prácticamente desconocido, quedando oculto de manera constante por
un velo negro [fig. 13 y 14], un gran abanico de cuero y una sombrilla42, lo cual
indudablemente reflejaba el estado anímico en el que una vida de constante infelicidad
había sumido a la emperatriz. Sin embargo, incluso con cuarenta años aún continuaba
causando sensación en todos aquellos actos a los que asistía.
Pese a todo, durante la década de los sesenta Sisi se convertiría todo un icono
de belleza, pasando por encima de la infinidad de críticas que se sucedían a diario con
respecto a su forma de vestir o de comportarse. Cada aparición de la emperatriz
constituía un verdadero espectáculo43, algo de lo que, como ya hemos dicho, jamás
disfrutó. Y es que Elisabeth prefería guardar su belleza para sí, como apoyo de su
propia seguridad. Consideraba su cuerpo como una obra de arte demasiado preciosa
para exponerla a las miradas de todos los curiosos y mirones. Pensamientos que
demuestran el auténtico narcisismo de la emperatriz, primera admiradora de su propia
belleza44.
Y es así como su propia belleza acabaría esclavizándola, la fama de su
hermosura había llegado a ser tal que no podía permitirse ni un solo tropiezo, puesto
que todo en ella era motivo de alabanza o crítica. De manera que los preparativos para
40
GUERRA TAPIA, Aurora. “Sissi emperatriz o el…” Op. cit. , páginas 28-29.
SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit.
42
GUERRA TAPIA, Aurora. “Sissi emperatriz o el…” Op. cit. , página 29.
43
CARRANO, Patrizia. Las escandalosas. Op. cit. , página 92.
44
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 146-147.
41
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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sus deberes de representación se volvieron cada vez más pesados. Y si a esto
sumamos los exhaustivos entrenamientos que la emperatriz llevaba a cabo para
mantener su figura, sus días acababan convirtiéndose en un continuo ritual de culto a
su belleza. No había lugar para otros compromisos y cualquier obligación de carácter
social era considerada un trastorno para su programa diario45.
No obstante, a pesar de su animadversión
hacia los continuos actos sociales a los que
debía acudir46, hubo un pueblo que sin duda
cautivó a la emperatriz Elisabeth. Estamos
hablando, evidentemente, de Hungría, país que
fue cautivando a la soberana a medida que
crecía
su
rechazo
hacia
el
régimen
neoabsolutista de su marido, como ya hemos
visto. De hecho, a su regreso de Corfú en 1863
comenzó el aprendizaje de esta lengua para lo
que indudablemente puso todo su empeño.
Figura 15: Fotografía de Ida Ferenczy, Una
de las damas húngaras de Elisabeth.
Fuente: http://a3.ecimages.myspacecdn.com/images02/18/3b1
84f2369414afd88ec499f0c21edc7/l.jpg.
Consultada el 14 de diciembre de 2011.
Incluso, Sisi contó con dos damas de origen
húngaro, Ida Ferenczy [fig. 15] y María
Festetics47, quien se convertiría en su principal
confidente y con la que practicaría este idioma,
convirtiéndose además en una especia de lenguaje secreto para ambas. A través de la
misma, la emperatriz conocería el funcionamiento del movimiento húngaro Ausgleich
45
Ibídem, página 153.
“Refugios” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena]
47
SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit.
46
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(“Compromiso”) cuyo objetivo era la restitución de los antiguos privilegios en Hungría y
la coronación del emperador austriaco como rey de los húngaros48.
Sisi incluso llegaría a establecer relaciones con grandes personalidades de este
país. Y es que la libertad y la desenvoltura de la aristocracia húngara atrajeron de
forma inevitable a la joven emperatriz que no acaba
de acostumbrasen a la rigidez de la vida cortesana
en Viena. Y es que cuando se encontraba en
Viena, Sisi evitaba cualquier acto social bajo
cualquier pretexto, mientras que hacía gala de un
encanto insuperable cuando un húngaro llegaba a
la corte49.
Y todo ello quedó cristalizado en la persona
de Gyula Andássy50 [fig. 16] con quien mantuvo una
estrecha relación. Parece que Sisi llegó a sentir por
Andrássy algo más que amistad. No obstante, la
imposibilidad
de
poder
demostrar
estos
Figura 16: Conde Gyula Andrássy.
Fuente: http://www.austro-hungarianarmy.co.uk/portraits/andrassy.jpg.
Consultada el 14 de diciembre de
2011.
sentimientos hizo que la emperatriz volcará todo su
afecto en la lucha por la causa húngara51. De
hecho, fueron constantes los actos de mediación que Sisi realizaría entre el conde
Andrássy y el emperador para lograr las pretensiones húngaras.
48
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 158-161.
Ibídem, página 187.
50
Noble dedicado a la política que defendía la causa de la independencia de Hungría.
51
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 169.
49
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Finalmente, a mediados
de
febrero
de
húngaros
1867,
los
lograron
“Compromiso”.
La
el
antigua
Constitución quedaba de nuevo
restablecida y el imperio de
convertía
en
una
doble
monarquía, con dos capitales,
Figura 17: Una de las fotos del reportaje de Elisabeth el día
de la coronación como reina de Hungría, ataviada con el
traje típico.
Fuente:
http://2.bp.blogspot.com/_fKdqCtATOSo/S9lsLU3sgDI/AA
AAAAAAGP4/MbVtLyqgfhI/s1600/Erzsebet_kiralyne_pho
to_Rabending.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011.
dos
Parlamentos
y
dos
gabinetes. Así pues, el día 8 de
junio Elisabeth y Francisco José
eran coronados como reyes de
Hungría52 [fig. 17]. Como regalo de coronación el matrimonio imperial recibió de parte
de los húngaros el castillo de Gödöllö donde Sisi acabaría pasando largas
temporadas53.
Además Sisi decidió abandonar su rechazo respecto a las pretensiones de su
esposo de tener otro hijo. Lo cual hizo en bien de la nación húngara. Eso sí, dejó bien
claro que este nuevo hijo recibiría una formación muy diferente a la de sus hermanos
mayores. De esta manera, en abril de 1868, diez meses después de la coronación
nace en Budapest la última hija de la emperatriz, María Valeria54 [fig. 18], a la que
52
SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit.
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 195.
54
Blog Grandes Mujeres en la Historia. “La última hija de Sisi, María Valeria de Habsburgo
(1868-1924)”.
Consultado
el
12
de
diciembre
de
2011.
grandesmujeresenlahistoria.blogspot.com/2011/05/la-ultima-hija-de-Sisi-maria-valeria.html
53
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muchos creyeron hija del conde húngaro.
No obstante, el parecido de la neófita con
el emperador no dejaba lugar a dudas55.
Estos rumores no eran algo extraño
si pensamos en la correspondencia y el
afecto
que
ambos
se
profesaban,
correspondencia que continuó hasta la
muerte del conde y en la cual no cesaba
de halagar a la emperatriz que tanto había
hecho por el pueblo húngaro. Además, las
estancias de Elisabeth en Hungría llegaron
a prolongarse en algunas ocasiones en
demasía, lo cual provocó enormes críticas
Figura 18: Cuarta hija del matrimonio
imperial, María Valeria, hija predilecta de
Elisabeth.
Fuente: http://www.mijngenea.nl/stamboom/79/fotos/normal/99VPtoV
8EGf7Ldg.jpg. Consultada el 14 de diciembre
de 2011.
por parte de la corte, otorgándole el
pretexto perfecto para acrecentar el odio hacia Viena y retirarse aún más56.
En efecto, Sisi pasaba la mayor parte del año en Hungría o en Baviera con su
hija María Valeria abandonando de esta manera sus labores de representación. No era
extraño ver al emperador sólo en multitud de actos oficiales, lo que convirtió a la
emperatriz en el blanco de interminables críticas.
No obstante, como ya hemos dicho, disfrutaba de visitar orfanatos, hospitales y
asilos57. Visitas que intentaba siempre realizar sin previo aviso para evitar actos de
homenaje innecesarios hacia su persona. Lo que la emperatriz pretendía con ello era
conocer de primera mano el trato que recibían en estos lugares. Todo ello despertó un
55
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 196.
Ibídem, página 196.
57
MOYANO, Rafael. “Sisi”. Op. cit.
56
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enorme afecto por parte de los más desfavorecidos que admiraban su naturalidad y
sencillez. No así los miembros de la corte que observaban esto como un
comportamiento impropio de una emperatriz58.
Las largas ausencias de la emperatriz comenzaron incluso a preocupar al conde
Andrássy. Y es que la emperatriz se ocupaba muy poco de sus hijos mayores. Si bien,
desplegaría
una
impresionante
actividad cuando Gisela alcanzó edad
suficiente para contraer matrimonio. La
elección recayó sobre el príncipe
Leopoldo de Baviera que a pesar de su
casi
compromiso
con
Amalia
de
Coburgo, no supuso ningún obstáculo
para la emperatriz. Finalmente este
matrimonio resultaría ser todo un
acierto59.
Poco después de la boda de
Figura 19: Fotografía de Elisabeth montando a
caballo.
Fuente:
http://farm4.static.flickr.com/3552/3640965768_fd
33d14e81.jpg. Consultada el 14 de diciembre de
2011.
Gisela, el 27 de mayo de 1872, la vida
de la archiduquesa Sofía llegaba a su
fin tras una lenta y penosa agonía, lo
cual supuso un duro golpe para el
emperador que había mantenido una estrecha y profunda relación con su madre
durante toda su vida.
Pero ni siquiera tras la muerte de la archiduquesa Elisabeth retomó debidamente
sus obligaciones como emperatriz. Es más, rara vez podía ser vista en un acto oficial,
58
59
HAMANN, Brigitte, Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 208-209.
Ibídem, páginas 215-216.
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ya que cualquier excusa era perfecta para evitar estos actos que de tan poco agrado
resultaban para ella60.
Sin embargo, disfrutaba montando varias horas al día a caballo61 [fig. 19] por los
románticos paisajes de su amada Hungría. Incluso tomaba parte en las más difíciles
monterías62. Sisi había convertido Gödöllö en su imperio, donde el protocolo y las
cuestiones de rango no importaban en
absoluto, y donde los invitados no eran
elegidos por su categoría social sino
por su habilidad a caballo63.
Pese a lo fatigosas que eran las
carreras de caballos la emperatriz
siempre disfrutó de participar. Hay que
añadir, además, que para una dama
suponía un doble esfuerzo debido a la
indumentaria y a la poco práctica silla.
Tan sólo unas pocas damas en Europa
eran capaces de participar en las
monterías inglesas. Sin embargo, era
Figura 20: Rodolfo y su esposa, Estefanía de
Bélgica, durante los primeros años de matrimonio.
Fuente:
http://img185.imageshack.us/img185/4470/01o1ro
dolfstheoj2.jpg. Consultada el de diciembre de
2011.
cada vez más frecuente que Sisi
quedara entre los primeros puestos64. El empeño que la emperatriz puso en las
monterías se debió a que sus triunfos suponían para ella una manera de demostrar su
valía.
60
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op.cit. , páginas 227-229.
FOKKELMAN, Monica. “Sissi, bulímica y…” Op. cit.
62
“Mujeres de Leyenda”. Op. cit.
63
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 235.
64
Ibídem, página 247.
61
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Ni siquiera se sentía cómoda en sus propias celebraciones, como es el caso de
los festejos realizados con motivo de sus bodas de plata con Francisco José. Todo ello
no era más que un fastidio y una carga para ella65. Es por ello que sus continuos viajes
le hacían olvidarse de todo; de su juventud pérdida, de su tedioso matrimonio y de la
continua desaprobación de la corte. Incluso el encuentro con su hijo para presentarle a
su prometida, Estefanía de Bélgica [fig. 20], resultó ser una obligación engorrosa.
Todo ello no es más que el reflejo del enorme desencanto que sentía la
emperatriz. Su estado de ánimo se ensombrecía cada vez más y sus trastornos
nerviosos se agudizaron. Incluso tras la marcha de Bay Middleton66, piloto de caza de
la emperatriz, Sisi abandonó de forma inesperada las monterías y mandó vender todos
los caballos que tenía en Inglaterra, lo cual supuso un gran alivio para quienes sufrían
constantemente por la buena fama de la emperatriz67.
No obstante, la vida de intenso ejercicio físico que durante diez años había
llevado dejó un gran vacío en Elisabeth que fue incapaz de adaptarse de nuevo a la
vida “imperial”. Es por ello que todos los días caminaba durante horas por las
montañas y prados de Austria, Baviera y Hungría. La resistencia demostrada por la
emperatriz, que apenas podía ser seguida por sus damas, era increíble68. Pero
además, Elisabeth gustaba de practicar esgrima y de realizar ejercicios gimnásticos69.
Todo ello, como ya hemos dicho, le otorgaría una figura espectacular que
conservó durante toda su vida. No obstante, no es oro todo lo que reluce y bien
sabemos que a pesar de ser considerada una de las mujeres más bellas de su tiempo
y enormemente querida por el pueblo, su vida no fue un camino de rosas. Atrapada en
65
Ibídem, páginas 261-263.
SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit.
67
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 266-267.
68
Ibídem, página 269.
69
FOKKELMAN, Monica. “Sissi, bulímica y…” Op. cit.
66
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un matrimonio infeliz, insatisfecha de su vida, desocupada y constantemente viajando
de un lado para otro, huyendo de todo… no estuvo exenta de las continuas críticas por
parte de la corte vienesa y dando lugar en muchas ocasiones a la aparición de
rumores sobre los amantes que decían tenía la emperatriz70.
Sin embargo, esto resulta ilógico si pensamos que la emperatriz llevaba consigo
un séquito de unas cincuenta o sesenta personas. La idea de que la emperatriz
hubiera podido mantener en secreto este tipo de “relaciones” ilícitas resulta, por tanto,
impensable. Además conocemos el escaso interés que por la sexualidad sentía
Elisabeth que siempre inventaba cualquier excusa para evitar unirse a su esposo. De
hecho adoraba la relación que mantenía con Gyula Andrássy justamente por este
motivo, por ser una relación de carácter platónico. Salvo en este caso, la emperatriz
nunca se permitió el lujo de tener una relación tan estrecha con ningún hombre.
Disfrutaba fascinando con su belleza a los hombres y dejaba que la admiraran pero
siempre se mantuvo en su pedestal como mujer inaccesible y fría71. Incluso cuando su
cutis se había ya arrugado seguía despertando pasiones entre los hombres.
En cambio, Francisco José, a pesar de la veneración y pasión que sentía hacia
su esposa no pudo evitar caer en las relaciones extramatrimoniales, lo cual no parecía
no molestar a la emperatriz. De hecho se mostraba comprensiva con ello, e incluso en
algunas ocasiones auspició las amantes de Francisco José, en las que el emperador
pudo encontrar el afecto que ella no quiso darle. La primera fue Anna Nahowski y la
segunda la actriz Catalina Schratt72 [fig. 21]. Este tipo de relaciones suponían un alivio,
además de una satisfacción para la emperatriz.
70
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 235.
Ibídem, páginas 273-276.
72
SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit.
71
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Las incipientes diferencias que ambos
cónyuges mantenían cuando se conocieron en
su juventud sumado a la tristeza de Sisi por la
vida en la corte vienesa habían acabado por
crear un abismo entre ambos, dando lugar a un
matrimonio insalvable. Pese a todo, Sisi fue
siempre el gran amor de su esposo, su gran
debilidad. De hecho, mientras se encontraba en
Viena,
el
emperador
intentaba
satisfacer
siempre todas sus exigencias.
Es por todo ello que Sisi prefería vivir en
su mundo de fantasía, en un mundo donde las
Figura 21: La actriz Catalina Schratt.
Fuente:
http://img339.imageshack.us/img339/77
63/copiadekatharinaschratt.jpg.
Consultada el 14 de diciembre de 2011.
reglas eran dictadas por ella y donde podía ser
“libre”. No obstante, conforme pasaban los años, la emperatriz comenzó a hacerse
consciente de que su belleza se iba apagando de manera que era frecuente verla con
el rostro oculto por abanicos y sombrillas. Además, su forma física ya no era la de
antaño. A la edad de casi cincuenta años la emperatriz padecía ya algunos achaques
físicos y de serios trastornos nerviosos. Es así, como la poesía se va a convertir más
que nunca en su refugio. Sin embargo, fueron pocas las personas que estaban al tanto
de su producción poética73. Y es que en aquellos días, para la sociedad vienesa, que
no era para nada partidaria de las ideas ilustradas, una mujer tan culta como Elisabeth
constituía toda una provocación. La poesía era su manera de vengarse del mundo y
de dejar además constancia de la historia de los Habsburgo de primera mano. A través
de su pluma criticaba los excesos y escándalos cometidos en el seno de la familia y de
73
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 312.
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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esta manera dejó entrever su tendencia hacia las ideas liberales, cuestionando
constantemente a la monarquía. Pero sus poesías también muestran su inmenso amor
por la naturaleza y su tremendo rechazo por todo lo artificial, todo lo creado por el
hombre74.
Durante estos años, fueron frecuentes sus estancias en la isla griega de Corfú,
donde podía encontrar la paz que le era arrebatada en la capital vienesa. De hecho,
Sisi se hizo construir un palacio en este mismo lugar, el Aquileion75.
Tan inmersa estuvo en sus fantasías y en su lucha por alcanzar la felicidad que
se fue apartando cada vez más de la realidad hasta tal punto que ni tan siquiera pudo
sospechar la desgracia que se cernía sobre la familia de los Habsburgo: la muerte del
heredero.
Y es que ya desde su infancia, a pesar del énfasis que puso en la formación de
Rodolfo, Sisi siempre dejó a su hijo en manos de maestros y preceptores. No así con
Valeria a la que intentó llevar siempre consigo, lo que acabaría provocando unos celos
terribles por parte de Rodolfo hacia su hermana menor. Así pues, Rodolfo creció muy
solo y falto de afecto. Su madre que acabó reservando todo el cariño para Valeria,
terminó distanciándose más de él tras su boda con Estefanía de Bélgica a la que
miraba con desprecio. Es por ello que Rodolfo se pasaría su vida intentando agradar a
su madre cultivando las mismas aficiones y simpatías que ella, imitándola incluso en
detalles76.
En cambio, Francisco José, jamás vio en las letras ninguna utilidad, por lo que
intentó que en la formación de su hijo predominaran siempre los asuntos militares. No
obstante, la pésima habilidad de Rodolfo para los menesteres militares acabó
74
Ibídem, 322-328.
ANTONAKOS, Stephen. Corfú. Aquileion (Atenas, Edición de Sotiris Tumbís, 2006), páginas
70-71
76
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 353-356.
75
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traduciéndose una gran decepción. Y es que, a pesar de los esfuerzos del emperador
por instruir a su hijo en el arte de la guerra, Rodolfo nunca albergó el más mínimo
interés en ello y los sueños de su progenitor acabarían frustrando los suyos propios:
estudiar ciencias naturales en la universidad.
Además, aunque en secreto, Rodolfo, que había heredado las mismas ideas
políticas de su madre, redactó su primer libro, en el cual realizaba una dura crítica a
los privilegios de la aristocracia a la que consideraba poco merecedora de ellos por no
haberlos conseguido mediante su trabajo y su esfuerzo. Pero tampoco la Iglesia quedó
impune en sus escritos, ya que Rodolfo cristalizó en su obra una evidente postura
anticlerical. En cambio, no cesó de alabar las bondades de la República la cual
concibe como el sistema de gobierno ideal77. Incluso, de forma paradójica, soñaba con
la posibilidad de una vida burguesa.
Sin embargo, el heredero de la corona austríaca también mantuvo algunas
diferencias con la emperatriz. En primer lugar porque con frecuencia manifestó su
descontento por la continua inactividad de ésta. En segundo lugar porque Rodolfo no
albergó nunca el mismo interés que su madre por la equitación, lo que sin duda
provocó serios problemas entre ambos debido a los celos. Y en tercer lugar, la
tendencia de Sisi al espiritismo78.
Así pues, pese a que madre hijo compartían multitud de afinidades, también
encontraron grandes diferencias que con frecuencia provocaron ciertos roces entre
ellos. En cualquier caso, lo cierto es que debemos atribuir a la emperatriz gran parte
de la culpa de que la relación entre madre e hijo no fuera tan estrecha. Y es que, con
77
78
Ibídem, páginas 353-356.
MOYANO, Rafael. “Sisi”. Op. cit.
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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frecuencia, tan inmersa en su narcisismo79, Sisi fue incapaz a de ver la gravedad de
los problemas a los que debió enfrentarse Rodolfo a lo largo de su corta vida.
Lo más extraño es que ese hijo que tanto se parecía a ella apenas supuso
motivo de preocupación, salvo en momentos clave de su vida como en los cambios
que llevó a cabo en su formación. Y que sin embargo su hija Valeria que llevó su vida
por derroteros muy distintos recibiera todo el cariño que Sisi no había demostrado a
sus otros hijos.
Valeria, con un carácter mucho más parecido al de su padre y una gran aversión
por país que tanta pasión había inspirado a su madre, Hungría, resultó ser todo lo
contrario a lo que su madre hubiera deseado. Aquella hija, nacida como regalo al
pueblo húngaro, llegó a odiar con toda su alma a esta patria. Un odio que fue
cristalizado en la figura de Andrássy al que atacó constantemente en su diario
personal debido a las habladurías que sobre su nacimiento corrieron por todo el
imperio. No obstante, Sisi jamás llegó a conocer los verdaderos pensamientos de su
hija predilecta. Con su actitud, sin saberlo, Elisabeth había hecho nacer en su hija un
nacionalismo alemán casi militante.
79
CERRO, Sandra María. “La emperatriz melancólica”. Op. cit.
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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Sin embargo, a pesar del obsesivo
amor que Sisi profesaba hacia su hija, lo
cual provocó
en múltiples ocasiones los
celos del príncipe heredero, ésta albergaba
un mayor afecto por su padre, al que
adoraba y al lado del cual era sumamente
feliz. Si bien, su madre se convirtió en su
mejor amiga y confidente en cuanto alcanzó
la edad casadera, puesto que ésta la apoyó
en la toma de su decisión en lugar de
Figura 22: María Valeria y su esposo, el
archiduque Carlos Francisco Salvador de
Austria-Toscana.
Fuente: http://1.bp.blogspot.com/7hMnRQHSZc4/TtKQnlXWLVI/AAAAAAAA
CI0/IDj9pm868vo/s1600/MarieValerieFranzSalv
ator.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011.
acordar un matrimonio concertado que
hiciera de su hija una desgraciada80 [fig. 22].
Tan inmersa estuvo Sisi en sí misma y
agradar a su hija Valeria que la muerte de
su
Rodolfo
la
cogió
totalmente
desprevenida. El cuerpo del heredero fue
Figura 23: María Vetsera, amante del
príncipe Rodolfo.
Fuente:
http://nd02.jxs.cz/462/744/8c9214c647_5238
0774_o2.jpg. Consultada el 14 de diciembre
de 2011.
80
hallado sin vida junto al de María Vetsera
[fig. 23], su amante, el 30 de enero de 1889.
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 362-369.
Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013
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Todo indica que ambos se suicidaron81. No obstante existen voces discrepantes que
nos hablan de un asesinato por parte de los servicios secretos austriacos para impedir
el complot que se estaba organizando para derrotar al emperador y en el que su hijo
estaría implicado82.
En cualquier caso, durante los primeros días, pareció que la emperatriz había
asumido el transcurso de los acontecimientos con entereza, seguidamente fue pasto
de la desesperación, adoptando el negro como único color para su vestimenta83. Lo
cual sumado a la muerte del conde Andrássy y a la de su hermana Elena sumió a Sisi
en una profunda depresión con episodios en los que mostraba su faceta más
contradictoria e incoherente. Incluso regaló entre sus familiares los vestidos y joyas
que tantos cumplidos le habían valido en otra época.
De esta manera, tras los trágicos sucesos de estos años, con Valeria casada y
con una belleza que casi se había desvanecido, Sisi perdió todo interés por la vida.
Tras años de narcisismo, cegada por su propia belleza, a sus cincuenta años, Sisi ya
no permitía ni siquiera ser retratada84. Para entonces su vida se había convertido en
un sinfín de viajes por toda Europa que la liberaran de Austria, muchas veces sin
rumbo fijo y en condiciones poco favorables. Ni que decir tiene que durante los años
noventa ya no intervenía en asuntos políticos. Tan sólo salió de su oscuridad para
asistir a la celebración del milenario de Hungría. Es por ello que pronto hubo
discusiones por usurpar su cargo en las grandes ocasiones. Las candidatas a ello
81
MOYANO, Rafael. “Sisi”. Op. cit.
BOVERI, Juan Carlos “Sissi y Mayerling”. Historias de Amores. Consultado el 12 de
diciembre de 2011. juancarlosboverihistorias.blogspot.com/2011/04/sissi-y-mayerling.html
83
Ibídem.
84
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 388.
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fueron Estefanía, viuda de Rodolfo, y María Teresa, esposa de Carlos Luis, hermano
de Francisco José85.
No obstante, durante los últimos años de su vida, la emperatriz continuó
obsesionada por su salud, a pesar de lo cual se iba deteriorando progresivamente.
Incluso siguió con sus curas de hambre y no soportaba engordar ni un solo gramo,
llegando a provocarle serios problemas de salud86. En efecto, en 1898, el último año
de su vida, su estado de salud se encontraba ya muy deteriorado y de su belleza de
antaño tan sólo restaba una leve sombra.
Es entonces cuando la emperatriz se sentiría intensamente atraída por la ciudad
suiza de Ginebra donde el lago Leman le recordaba al mar. Y es en Ginebra donde
Sisi pasará sus últimos días. La mañana del 10 de septiembre aparecía en el periódico
la noticia de que la emperatriz de Austria se encontraba en la ciudad, lo cual sería
decisivo para su vida. Y es que esta noticia
llegó a oídos del anarquista italiano Luis
Lucheni [fig. 24] cuyo sueño era convertirse
en un héroe, de manera que la visita de Sisi
le fue totalmente favorable para ello87. No
obstante, su primer objetivo habría sido
Enrique de Orleáns, pretendiente al trono
francés, pero finalmente no había acudido a
Figura 24: Ficha policial de Luis Lucheni,
asesino de Elisabeth.
Fuente:
http://img534.imageshack.us/img534/928/luc
henifitxa.jpg. Consultada el 14 de diciembre
de 2011.
Ginebra como estaba previsto88.Por tanto, la
víctima esperada
llegó en
el
momento
85
Ibídem, página 392.
CARRANO, Patrizia. Las escandalosas. Op. cit. , página 91.
87
“Mujeres de Leyenda”. Op. cit.
88
HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 408.
86
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oportuno y Lucheni sólo tuvo que
buscar el sitio y la hora claves.
Así
pues,
a
las
13.40
la
emperatriz, que se disponía a tomar
el barco hacia Montreaux, recibiría el
ataque del anarquista [fig. 25]. El
arma, un estilete debidamente afilado
para ello que le clavó en el corazón.
Lucheni sabía muy bien los pasos que
debía seguir y logró su cometido.
Pese a que fue apresado cuando
Figura 25: Recreación del asesinato de la emperatriz
Elisabeth.
Fuente:
http://factoriahistorica.files.wordpress.com/2011/09/ase
sinada-1.jpg?w=640&h=467. Consultada el 14 de
diciembre de 2011.
intentaba huir, Sisi no supo hasta más
tarde que aquel hombre, que por “accidente” la había empujado89, le había causado ya
una herida mortal. Sólo una vez a bordo, la emperatriz se desplomó en el suelo y fue
cuando sus acompañantes, tras desatarle el corsé, comprendieron la terrible desgracia
en aquella mancha de sangre. Y aunque intentaron atenderla con la mayor rapidez
posible, fue demasiado tarde. Al conocer la noticia el emperador no dijo más que:
“Ustedes no saben cuánto he amado a esa mujer”90. Así, la muerte de Sissi daba
paso al mito.
El cadáver fue trasladado al Hofburg de la capital vienesa cinco días más tarde.
Sin embargo, el impacto que su muerte produjo en Viena fue mínimo. Los vieneses
sufrieron más por su anciano emperador que por una emperatriz que en vida había
89
90
CARRANO, Patrizia. Las escandalosas. Op. cit. , página 90.
“Atentado y entierro” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena]
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sentido auténtica aversión hacia el pueblo austriaco y que rara vez se había
comportado como una verdadera soberana91.
Elisabeth de Baviera, aquella quinceañera que había encandilado al mismísimo
emperador de Austria, acabaría convirtiéndose en un juguete roto. ¿Dónde quedaría
aquella niña de carácter sencillo que disfrutaba de la naturaleza y de sus amados
bosques en el lago Stanberg? Sisi, como todos la llamaban, se había visto obligada a
vivir una vida que no le pertenecía, una vida que acabó por ahogar su auténtica
personalidad, y que acabó frustrando sus sueños de libertad pese a sus intentos de
volver a aquellos días felices de Possenhoffen donde no era la emperatriz de Austria,
sino Sisi. Aquella niña de trenzas despeinadas que podía reír y moverse a su antojo
sin las estrictas reglas del protocolo de la corte vienesa mediante el que su tía intentó
convertirla, sin éxito, en una auténtica soberana, terminó sumida en la más absoluta
infelicidad. A veces amada, a veces calumniada y criticada, Sisi acabó convirtiéndose
en la sombra de lo que un día había sido, incapaz de ser esposa, madre o emperatriz.
Toda una vida buscando el camino hacia la felicidad y que, pese a sus intentos, ni la
belleza, ni su familia, ni las constantes huidas por Europa, ni siquiera su amor por la
naturaleza, lograron conferirle la tan ansiada paz que sólo una vida de anonimato
podría haberle dado, y que desgraciadamente sólo pudo hallar con la muerte.
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“El nacimiento de un mito” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena]
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