María de Frutos Lobo - Universidad Autónoma de Madrid

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CHILD IN CRISIS SUPPORT PROGRAM
Memoria de prácticas
María de Frutos Lobo
Grado en Traducción e Interpretación
Junio y julio de 2012
ÍNDICE
1. Introducción
2. Desarrollo de las prácticas
2.1. Contexto
2.2. La escuela
2.3. Vichouen
2.4. Los alumnos
3. Valoración personal
4. Bibliografía
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1. Introducción
La presente memoria de prácticas se desarrolla bajo el proyecto Child in Crisis
Support Program en el distrito de Sampov Loun, provincia de Battambang, Camboya.
El CCSP se viene llevando a cabo desde 2009 gracias a las colaboración de entidades
como el Ministry of Health de Camboya, la Universidad Autónoma de Madrid, la
Univerity of Health Sciences de Camboya y al apoyo económico de la Fundación
Antonio Menchaca de la Bodega.
El objetivo general de dicho proyecto consiste en contribuir a los esfuerzos del
gobierno de Camboya a paliar los riesgos asociados a la pobreza entre la población
vulnerable a través de intervenciones psicosociales y de apoyo.
El CCSP se centra en tres propósitos principales. En primer lugar, pretende
incrementar y fortalecer la capacidad de las intervenciones psicosociales de los maestros
y las redes comunitarias a través de un entrenamiento para entender los problemas de
salud así como entender a los niños en riesgo y las disfunciones familiares. En segundo
lugar, incrementar la conciencia de la comunidad en relación a la salud mental, la
educación familiar y demás temas relacionados, entre los que se incluyen el desarrollo
infantil y las necesidades emocionales de los niños con el fin de incrementar las
oportunidades de ayudar a los niños en crisis o en situación de riesgo. Finalmente,
pretende organizar redes efectivas de apoyo psicosocial e intervenciones para niños en
crisis tanto desde la escuela como desde la comunidad.
Con el fin de cumplir dichos objetivos, el CCSP se encarga de reclutar y entrenar
a los miembros del proyecto (maestros, asistentes sociales, personal de enfermería y
oficiales de policía), organizar talleres de entrenamiento en problemas psicosociales e
intervenciones apropiadas para todos los maestros en las áreas seleccionadas, promover
conciencia comunitaria en fundamentos de salud mental, relaciones familiares y temas
relacionados, proporcionar materiales para todas las escuelas primarias de las áreas
seleccionadas, apoyar y guiar a los maestros para mejorar sus tareas, identificar a los
niños bajo una situación de riesgo, realizar visitas a los hogares y educación familiar,
etc. entre otras.
Las prácticas en las que participé junto a tres compañeras de la Facultad de
Formación de Profesorado y Educación fueron ofrecidas a los alumnos a través de la
Oficina de Acción Solidaria y Colaboración. Consistían en colaborar con la escuela Hill
32 del distrito de Sampov Loun durante los meses de junio y julio de 2012.
Esta colaboración estaba articulada en tres líneas de trabajo principales. La
primera consistía en crear y reforzar el uso del inglés como lengua puente en los
profesores del CCSP; la segunda, estaba dirigida a ampliar en los profesores el proceso
de alfabetización en el uso de TIC y de programas clave de ordenador y; por último, se
buscaba estimular entre los alumnos el inicio del uso del inglés. Como actividades
complementarias, se contemplaba también la posibilidad de implantar deportes y
actividades creativas en el colegio.
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2. Desarrollo de las prácticas
2.1. Contexto
Camboya es un país situado en la península Indochina, incrustado entre Laos,
Tailandia y Vietnam. Su territorio abarca 181.035 km2, y la población llega a los
9.350.000 habitantes. Los habitantes pertenecen a diversos grupos étnicos, siendo los
Jemeres los más extendidos en un 90%, seguidos por los chinos y los vietnamitas.
Aunque el país está emergiendo desde hace poco como atracción turística, la mayor
parte de la población se dedica a la agricultura. La lengua oficial es el khmer, siendo el
francés la segunda lengua más hablada, especialmente por los nativos nacidos antes de
1970. El inglés empieza a emerger debido al incipiente turismo. La religión más
extendida es el budismo, con casi un 85% de adeptos. Existe también una minoría
católica e hinduista repartida por el país.
Desde 1969 Camboya ha sufrido una gran cantidad de conflictos afectando así a
sus infraestructuras y a sus recursos naturales. El régimen de Pol Pot entre 1975 y 1979
dejó al país sin profesionales en la educación y sin una economía digna.
En 1975 los Jemeres Rojos se hicieron con el poder de Camboya y rebautizaron
el país con el nombre de República Democrática de Kampuchea, de ideología maoísta.
Proclamaron el «Año Cero», eliminaron los conglomerados urbanos y la población se
vio forzada a huir a trabajar a las áreas rurales. Declararon a los habitantes de la ciudad
enemigos del Estado, hicieron desaparecer la moneda, el comercio, la literatura,
cualquier forma de arte y cultura, así como las religiones.
Por si fuera poco, aniquilaron a todos aquellos que fueran o pudieran parecer
intelectuales y buscaron erradicar todo tipo de conocimiento entre la población,
asesinando a todos aquellos que hablaban un idioma extranjero o poseían algún tipo de
estudios. Esto hace que hoy en día los profesores, especialmente aquellos de zonas
remotas en las que nadie quiere trabajar, carecen de los estudios necesarios para
desempeñar adecuadamente su labor. Asimismo, instalaron prisiones de tortura. Se
estima que el régimen de estos guerrilleros causó la muerte de unos dos millones de
personas, casi una cuarta parte de la población, lo que se conoce como el «Genocidio
Camboyano»
La comunidad internacional guardó silencio ante esta situación: en plena Guerra
Fría, a Estados Unidos le interesaba mantener aislado a Vietnam. No sería hasta la
invasión que este último estado hizo en Camboya en 1979 cuando los Jemeres Rojos se
vieron forzados a huir y se empezó a descubrir la realidad de este país. Sin embargo, la
guerrilla de los Jemeres encontró santuario en las zonas fronterizas con Tailandia, entre
ellas el pequeño distrito de Sampov Loun, desde donde siguió batallando. El país
permaneció bajo el dominio comunista hasta principios de los años 90, cuando la caída
del muro de Berlín contribuyó a que se pudiera, finalmente, firmar un acuerdo de
Naciones Unidas.
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Fue en diciembre de 1998 cuando los Jemeres Rojos dejaron sus armas y,
rodeados por las fuerzas del gobierno, pusieron fin a la guerra en Camboya tras treinta
años de gran sufrimiento.
Muchas de las familias de Sampov Loun han vivido en primera persona los
desastres provocados de los Jemeres Rojos, entre ellos los profesores y la directora de la
escuela, que tienen entre 30 y 60 años y que han pasado gran parte de su vida luchando
en contra de este régimen.
Por otro lado, también hay muchos habitantes que fueron afectados por este
régimen indirectamente, pero no por ello de manera menos dura. Se trata, entre otros, de
los hijos de los desplazados durante el conflicto: hoy en día, éstos carecen de tierras de
cultivo, que siguen siendo la principal fuente de ingresos en una zona en la que
aproximadamente el 85% de la población trabaja en el campo.
Tener tierras no significa tampoco disfrutar de una situación mucho mejor, ya
que supone una enorme carga de trabajo. Algunos de los niños y profesores tienen que
compaginar sus tareas escolares con las necesidades del campo, especialmente en época
de cosecha. Así, ciertos niños tienen que ir a trabajar con sus padres por las mañanas y
estudiar por las tardes, o viceversa, con el consiguiente cansancio, mientras que otros no
pueden seguir una escolaridad normal ya que solo pueden acudir al colegio de manera
intermitente.
Otra de las consecuencias de la guerra son las minas antipersonales, cohetes y
granadas sin explotar, que siguen causando estragos, especialmente en las zonas
fronterizas. Lo peor de todo esto es que la mitad de los afectados son niños, y aunque el
Cambodian Mine Action Center trabaja sin descanso para limpiar los terrenos, la
magnitud de la labor hace prever que esta tarea tardará, por lo menos, un par de
generaciones más en completarse.
A estas difíciles condiciones de vida hay que sumar los altos grados de
corrupción y la falta de desarrollo generalizada en el país.
2.2. La escuela
El edificio de la escuela contaba con dos aulas en la parte inferior destinadas a
los alumnos más pequeños, dos aulas en el piso de arriba, para los más mayores y la
biblioteca que, durante nuestra pasantía estaba destinada también para impartir clases.
En Hill 32 trabajan cuatro profesores. En primer lugar, Sam Nam, la directora,
que además se encargaba de los alumnos de segundo curso. Chanty, profesora de quinto
curso. Sopheak, profesora de los alumnos de primer y de tercer curso. Y, finalmente,
Vichoeun, el profesor del que yo me encargaba, que impartía clases a los alumnos de
cuarto y de sexto curso.
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La escuela no contaba con mucha
planificación interna. En primer lugar, hay
que señalar que se trata de una escuela de
educación primaria, es decir, los cursos que
comprendía iban de primero a sexto.
Se suponía que los alumnos de
primero debían empezar con seis años de
edad. Sin embargo, no era extraño encontrar
en esta clase alumnos de menor edad. La
razón principal era que los padres preferían
que los niños estuvieran en la escuela para no tener que ocuparse de ellos durante unas
horas y poder realizar sus labores con mayor dedicación. Si bien es cierto que, aunque
los pequeños no podían seguir las lecciones, se encontraban perfectamente integrados
con sus compañeros.
Los alumnos estaban agrupados por niveles así que, dentro de una misma clase,
podíamos encontrarnos con un amplio rango de edad. La educación se supone que es
obligatoria pero siguen existiendo muchas carencias en su regulación por lo que hay
casos en los que alegando motivos de trabajo o problemas familiares, los alumnos
pueden estar desescolarizados durante una temporada. De hecho, cuando un estudiante
se encuentra un par de días sin asistir a clase, se debe avisar a las familias. En el caso de
que se descubra que son las familias quienes no permiten al alumno acudir a la escuela,
se da parte a la policía, quien decidirá qué hacer en cada caso.
Oficialmente hay dos períodos de vacaciones en la escuela. Las vacaciones de
año nuevo, que comprenden del 5 al 20 de abril y las vacaciones de verano, que son en
agosto y septiembre. En este caso, las vacaciones no suponen un tiempo de ocio y
descanso sino que, tanto niños como profesores se dedican a trabajo en el campo para la
subsistencia familiar a lo largo del año. El ir al colegio es para los niños el momento en
el que pueden aprovechar para jugar y divertirse con sus amigos, a la vez que aprenden.
Hill 32 contaba con una serie de normas internas que todos los estudiantes
debían cumplir:
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−
−
−
−
Los estudiantes deben de estar en la escuela a las 6:45h, a las 7h se canta el
himno nacional frente a la bandera y, a las 7:15h deben proceder a limpiar las
aulas.
Los estudiantes están obligados a prestar atención en clase y a trabajar en grupo.
Está prohibido robar, saltar, escupir, subirse a las mesas o arrojar objetos en
clase.
Los estudiantes son los encargados del cultivo de los campos que rodean la
escuela.
El último jueves de cada mes no se imparten clase. No obstante, los alumnos
deben ir a la escuela para el cuidado de los campos.
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−
−
Los estudiantes no pueden abandonar el recinto escolar durante el período
lectivo. Siempre deben aguardar a que un profesor les dé permiso para irse a
casa.
Está prohibido comer o beber en clase.
Es curioso ver cómo hay normas que se cumplen muy a raja tabla mientras que
había otras a las que no prestaban mucha atención.
2.3. Mi profesor: Vichouen
Cada alumna en prácticas teníamos asignada un profesor del que debíamos
encargarnos. El objetivo inicial era que acudiésemos a sus clases para intentar que los
niños adquirieran conocimientos en ambas lenguas, khmer e inglés. Además de impartir
lecciones de inglés tanto a sus alumnos como a ellos mismos.
Vichouen era mi profesor asignado. Nació en 1971. Con poco más de un año de
edad tuvo que salir del país por la invasión de los Jemeres Rojos, quienes habían
conquistado toda la frontera con Tailandia. Pasó toda su infancia mudándose de un lado
a otro con su familia y no fue hasta que cumplió diez años de edad, que pudo comenzar
sus estudios primarios en una de las escuelas de Sampov Loun. Con catorce años, y
siendo estudiante de tercer curso, comenzó a impartir clase a alumnos de primero y
segundo. Séptimo, octavo y noveno tuvo
que estudiarlos por su cuenta en casa y a
escondidas, por temor a ser descubierto
por los Jemeres.
Es el mayor de cuatro hermanos y
cuatro hermanas y tuvo que pasarse la
vida a su cargo. Su padre fue víctima de
una mina antipersona y perdió una
pierna, por lo que tuvo que hacerse cargo
de sacar a su familia adelante y buscarse
la vida. Para ello, tuvo que abandonar su hogar e ir en busca de trabajo. Me contaba con
nostalgia que más de una vez su techo habían sido las estrellas y siempre decía que él
tenía cuatro madres. A parte de su madre biológica, afirma que existieron tres mujeres
que le acogieron durante una etapa muy dura de su vida y que él no puede evitar
considerarlas como madres. De hecho, hoy en día es al revés. Él tiene acogida en su
casa a una de ellas.
Vive en una acogedora casa en frente de la escuela con su mujer Makara, de 24
años de edad y su hija Rasah, de año y medio.
Las primeras clases con Vichouen fueron bastante intensas. No recordaba apenas
nada del año anterior y cometía errores muy, muy básicos. Comencé machacándole la
escritura de los números con actividades más lúdicas. Sin embargo, al no estar
acostumbrado a ello, llegó un punto en el que se aburría bastante. Intenté explicarle la
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gran importancia que tienen los números en la vida cotidiana y que, obviamente, no
puede equivocar a thousand con a hundred.
Más adelante, comenzamos a utilizar un libro didáctico para la enseñanza del
inglés como lengua extranjera. Lo primero que hice fue regalarle un cuaderno con
separadores para enseñarle a cómo organizar su estudio. Así, aprendió a separar el
estudia del inglés en gramática, vocabulario y lectura/escritura.
Los temas de gramática que pudimos ver fueron los pronombres personales y los
posesivos, el verbo to be, los determinantes demostrativos, there is/there are y
some/any. En este aspecto, el inglés difiere mucho del khmer por lo que tuvimos que
hacer frente a una gran diversidad de problemas. En primer lugar, en khmer no se utiliza
el verbo ser o estar con adjetivos, por lo que continuamente había que corregir frases
como: You skinny*. El orden de los sintagmas nominales es nombre seguido de adjetivo
por lo que Vichouen solía decir dog big* en vez de big dog.
Del mismo modo, no era capaz de distinguir las conjugaciones. En khmer sí
existen las conjugaciones como tal pero a la hora de la verdad no se ponen en práctica y
el tiempo viene marcado por el contexto. Nunca se molestaba en conjugar un verbo y
decía yesterday teacher go school*.
Por otro lado, Vichouen utilizaba el pronombre you para hablar tanto en
segunda, como en tercera persona. En realidad, no entiendo muy bien porqué, ya que en
khmer sí existe dicha distinción. Si bien es cierto que dentro del propio you, lo dicen de
una manera u otra dependiendo a quién se dirijan, basándose sobre todo en la edad. Así,
para dirigirse a un profesor dicen look-gruu (masculino) o nek-gruu (femenino) o dtaa
para dirigirse a una persona que tenga aproximadamente la edad de su abuelo ya que,
literalmente, esa palabra significa «abuelo».
No conseguía utilizar y, por tanto, había que corregirle todo el rato, el uso de los
determinantes posesivos. Por influencia de su lengua materna, decía mother for you* en
vez de your mother. O teacher for me* en vez de my teacher.
A nivel de léxico, el nivel de dificultad no quedó atrás. Tratamos los campos
semánticos de las profesiones, saludos, países y nacionalidades, lugares, bebidas y
comidas; y partes de una ciudad. En este caso ya no sólo encontramos las diferencias
más comunes entre dos culturas como pueden ser las comidas o, incluso hasta las
formas de saludarse, sino que también tuve que explicarle conceptos como el de
«ingeniero», situarle en un mapa dónde estaba Estados Unidos y contarle para qué
utilizan los niños un «parque». He de señalar que estos inconvenientes no se dieron
porque en Camboya no existan ingenieros, o porque no haya parques para jugar, sino
porque su conocimiento es tan limitado que no abarca más allá de unos kilómetros a la
redonda, reconociéndome, por tanto, que jamás había visto un grupo de niños jugar en
un parque. De hecho, fue muy curioso porque viendo una imagen de un parque y
explicándole que puedes ir a uno a sentarte y leer, o a hablar con un amigo, se
sorprendió de que hubiera un mueble, en medio de un sitio público para poder
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descansar. Hay que señalar que en esta zona existe gente que no posee ni una silla para
poder sentarse en su casa.
A nivel oral, muchas veces teníamos que utilizar sus construcciones de frases
para que pudieran entendernos. Fonéticamente, le costaba la pronunciación de ciertas
consonantes alveolares como los sonidos [r] o [f].
Por otro lado, dimos alguna que otra clase de informática. Le llevé el portátil y le
enseñé a utilizar de manera muy básica el Word. Además, le ayudé a crear un correo
electrónico. ¡Le parecía increíble que pudiera llegar al instante de un lado a otro! En
cuanto lo tuvo, quiso que le diera la dirección de Sophas, la project manager del CCSP
para escribirle un correo y contárselo. Al día siguiente, en cuanto llegué a la escuela, lo
primero que me pidió fue el ordenador para ver si Sophas había contestado.
Efectivamente, así fue y su cara de felicidad no tuvo ningún tipo de comparación.
Personalmente, también creé una estrecha relación con Vichouen. Al principio, y
a pesar de lo cercanos y acogedores que son en esta cultura, se encontraba más distante
conmigo. Siempre se dirigía hacia mí como teacher, hecho que tiene su explicación en
el uso de you en khmer que he explicado con anterioridad; pero yo sentía que eso hacía
que yo no intentara acercarme más a él pues pensaba que era su manera de mantener la
distancia. Más adelante, vinieron unos días en las que no prestaba mucha atención y no
hacía mucho caso a lo que yo le contaba y me hizo perder un poco la motivación de su
aprendizaje. Sin embargo, con el paso del tiempo, Vichouen empezó a contarme cosas
la mar de interesantes. Me habló de su vida, de su pasado y del futuro que esperaba para
su hija. Cuando yo regresaba a casa después de estos momentos yo me decía a mí
misma: «Bien, no habremos estudiado lo que es el presente simple; pero desde luego, el
primer día que le conocí no hubiera podido contarme ni la mitad de lo que me ha
contado hoy». Los diez últimos días con Vichouen fueron geniales. Me llevó a una gran
cantidad de lugares y vivimos cantidad de experiencias gracias a él. Sé que el esfuerzo
que él y su familia hacían pasando a mi lado era muy grande, pues tenían siempre
mucho trabajo que hacer.
2.4. Los alumnos
Con respecto a las clases con los
estudiantes, yo tenía asignados dos grupos. Me
encargaba de los alumnos de Vichouen, es
decir, los alumnos de cuarto y de sexto grado.
La primera clase estaba formada por niños y
niñas de once y doce años; la segunda, por
niños y niñas de trece y catorce años, aunque
también había una chica de diecisiete.
La didáctica con los niños fue limitada
al material y a los recursos de los que disponía.
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Desde España habíamos llevado cantidad de
pinturas y colores de todo tipo, así como
gran diversidad de juegos que los niños
recibieron con los brazos abiertos.
Los primeros días trabajamos saludos
y formas de presentación. Algunos alumnos
sí recordaban frases del año anterior. Al
principio, seguí una metodología de
repetición, que es a lo que estaban
acostumbrados. Sin embargo, el cuarto o quinto día de clase, llegué con una pelota y los
saqué a todos a la calle. En un primer momento, no creían que estuviera hablándoles en
serio y nadie se levantaba. Cuando se dieron cuenta de que era cierto que quería que
salieran, una sonrisa iluminó sus rostros. Les puse a todos en círculo y les entregué la
pelota. Jugamos a un juego que consistía en ir diciendo un día de la semana y pasarle la
pelota a un compañero, a quien le tocaría decir el día siguiente. El alumno que no
supiese el día que seguía debía sentarse en el suelo y esperar hasta que sólo quedara un
jugador, que sería el ganador.
Desde ese momento comenzaron a trabajar con actividades a las que no estaban
acostumbrados en absoluto. Para aprender los números, jugábamos al Bingo. De este
modo, aprendían a relacionar el sonido del número con su escritura. Además,
incentivaba el valor de la deportividad entre ellos dando una piruleta al ganador. Para
practicar la escritura, jugábamos a juegos como el Ahorcado o el Race Spelling. Este
último consistía en dividir la clase en dos grupos y hacer escribir palabras que habíamos
aprendido a uno de sus componentes. Éste no podía mirar en ningún sitio cómo se
escribía dicha palabra sino que tenía que atender al deletreo de sus compañeros de
equipo. El primero de los dos equipos que acabara, era el ganador.
Los números y las matemáticas les gustaban mucho así que había días que
hacíamos cuentas en inglés. Yo les escribía sumas y restas en la pizarra con letra y ellos
debían poner la respuesta igualmente en letra.
Para aprender más vocabulario y que
no les resultara tan aburrido siempre se lo
intentaba mezclar con los colores. Es decir, si
trabajábamos el campo semántico de las
partes del cuerpo, les pedía que me dibujaran
un niño con los brazos rojos, las piernas
verdes, las orejas azules, etc. El hecho de que
sacara las pinturas en clase les hacía muy,
muy felices.
Todos los días cantábamos canciones. Les enseñé una canción para despedirnos
todos los días que decía Goodbye, goodbye see you again; goodbye, goodbye see you
my friend; goodbye, goodbye I had fun today, ¡I had fun today! . Semanalmente,
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aprendían una nueva, tales como If you are happy and you know it, Head and
Shoulders, My dog Bingo, Ten green bottles, etc. Era muy curioso ver cómo, cuando se
encontraban jugando entre ellos por la calle, se las enseñaban unos a otros y las
cantaban juntos.
De vez en cuando, trabajábamos con el ordenador. Para ello utilicé un programa
en khmer-inglés que, aunque era un poco avanzado para su nivel en algunos aspectos,
era bastante didáctico. Uno de los últimos días, les puse una película de dibujos
animados llamada Tangled. No entendían nada pero la miraban ensimismados. De vez
en cuando comprendían alguna palabra y se emocionaban.
En los momentos de ocio, tampoco dejaban de aprender. Así, por ejemplo, les
enseñamos a jugar al juego del pañuelo para que pudieran seguir practicando los
números, saltábamos a la comba con canciones aprendidas en clase o jugábamos a los
tazos, el mikado y las marionetas que habíamos traído desde España en inglés. Estos
últimos juegos los relacionaron directamente a su segunda lengua y les sorprendíamos
diciendo palabras en inglés cuando jugaban con ellos. Además les hicieron desarrollar
su creatividad e imaginación.
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3. Valoración personal
Tras este pequeño análisis de mi pasantía por Sampov Loun, me gustaría mostrar
mi punto de vista y valoración personal sobre ciertos aspectos de este proyecto. Todo
ello como fruto de una recopilación de datos y experiencias sobre el terreno y un
posterior análisis y reflexión sobre ellos.
Seré muy crítica en ciertos aspectos. Sin embargo, no quiero que se tome como
una crítica absoluta, sino como una crítica que espero que pueda tenerse en cuenta para
la futura proyección y mejora de este proyecto. Mi opinión no será más que un pequeño
granito de arena más en todo este camino. Para ello me centraré en diversos aspectos,
pasando desde por la logística del CCSP, de mi oferta de prácticas en sí, del campo de
trabajo y su personal, etc.
Como ya he señalado al comienza de esta memoria, el proyecto estaba
organizado desde la Oficina de Acción Solidaria y Cooperación de la UAM, siendo los
gerentes del proyecto el profesor José María Poveda en España y Duch Sophas desde
Camboya.
Las prácticas comenzaban a principios de junio. De hecho, el día uno estábamos
volando hacia Camboya. Sin embargo, no se me fue comunicada mi elección hasta la
última semana de abril. Tenía exactamente un mes para organizar todo el viaje. El caso
de mis compañeras de viaje fue incluso peor, ellas no fueron informadas hasta
principios de mayo.
Dicho mes no fue nada fácil. Había mucho que organizar y, mientras tanto, lidiar
con los exámenes y trabajos finales en la universidad además de la búsqueda de billetes,
vacunas y demás trámites.
Desde la Oficina de Acción Solidaria y Cooperación, se organizó un seminario
el día 11 de mayo. En él, nos reunieron a todos los estudiantes que íbamos a salir en
cooperación durante este año para hacernos una breve introducción sobre dicho ámbito.
Hicimos un taller sobre habilidades para el acercamiento intercultural y la resolución de
conflictos, reflexionamos sobre la cooperación y hablamos sobre nuestros miedos y
nuestras expectativas ante la experiencia que estábamos a punto de comenzar.
No tuvimos más que un par de reuniones con el profesor José María Poveda
donde nos dio un par de orientaciones y pudimos mantener una breve conversación por
teléfono con Duch Sophas.
Por tanto, el 1 de junio nos encontrábamos viajando hacia Camboya con unas
indicaciones mínimas de lo que allí íbamos a encontrarnos.
Entre otros aspectos, no se nos informó del nivel de inglés de los profesores.
Simplemente se nos indicó que tenían un nivel «bajo». Sin embargo, en mi caso, yo no
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podía imaginarme la gran dificultad con la que me iba a encontrar ante dicho nivel
«bajo». En primer lugar, era más bajo de lo que me esperaba y, en segundo lugar,
Vichouen tenía complicaciones en ciertos aspectos con los que no contaba. A esto había
que sumarle la dificultad que se planteaba el no tener una lengua en común en la que
poder comunicarnos.
Por otro lado, he de decir que tengo mucho que agradecer a Duch Sophas quien,
en todo momento, estuvo pendiente de cualquier cosa que pudiéramos necesitar. Pasó
los diez primeros días viviendo con nosotras. Por asuntos profesionales, tuvo que volver
a Phnom Pehn durante el resto de nuestra estancia allí. Sin embargo, estuvo atenta de
nuestros movimientos en todo momento y fue de una gran ayuda.
No obstante, a nivel profesional no recibimos ningún tipo de ayuda o formación.
No se nos indicaron los objetivos que debíamos alcanzar ni qué metodología podíamos
o debíamos utilizar. Este hecho puede verse como una ventaja, pues cada una podíamos
organizar nuestras clases como más nos gustara y no nos veíamos en la necesidad de
presentar unos resultados finales más que la propia satisfacción personal. Sin embargo,
sí es cierto que, al ser la primera vez ante una experiencia de tales características, se
echan de menos unas pautas iniciales a seguir.
Uno de los aspectos que más destacaría de mi experiencia, ha sido la verdadera
inmersión cultural que he podido realizar. El hecho de vivir en el mismo lugar y en las
mismas condiciones de vida que esta gente hace que lo veas todo desde otro punto de
vista. Es cierto que desde el proyecto se nos buscó una casa estupenda. Tenía dos
plantas. El suelo de la planta de abajo era de hormigón, excepto la cocina que era de
madera, al igual que toda la planta de arriba.
Sin embargo, durante esta época he aprendido a valorar cosas como una buena
instalación eléctrica (contábamos con una sola bombilla para todo el piso de arriba, y se
iba la luz cada vez que había alguna tormenta monzónica), una ducha con agua caliente
(contábamos con una especie de bebedero donde acumulábamos el agua y nos lo
echábamos por encima con una pequeña cazuelita para lavarnos), un retrete con cisterna
(afortunadamente, teníamos una taza de váter al que teníamos que echar cubos de agua
y que funcionaba con una fosa séptica; sin embargo, nuestra descuidada mente europea
nos jugaba de vez en cuando malas pasadas y teníamos algún que otro atasco), una
cocina, un sofá, etc. Y ya no sólo bienes materiales, sino también valores que nunca creí
que podría echar en falta como es el caso de la intimidad. Se podría decir que en Europa
tenemos la oportunidad de aislarnos del resto de mundo encerrándonos en nuestro
«propio cuarto» o dedicando un rato a hacer lo que más nos gusta a lo largo del día.
Durante esta experiencia todo eso me resultó imposible. Allí viven, por ejemplo, diez
personas en una misma casa de madera con una sola habitación. Sin camas, sin luz y sin
ningún tipo de lujo. Se juntan todas las familias de la zona en la casa de aquel que, con
un poco de suerte, tenga televisor. En el momento en el que el sol se pone, la vida se
acaba. No hay luz en toda la zona y se puede ver cómo la gente se alumbra con linternas
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en sus casas. En cuanto amanece, todo el mundo se pone en pie y aprovecha con sus
quehaceres.
La situación de Sampov Loun tampoco ayudó mucho a nuestros momentos de
ocio. Nuestro único día libre eran los domingos y la ciudad más cercana se encontraba a
tres horas en un taxi por unas carreteras en no muy buenas condiciones y con un coste
de 60$ ida y vuelta. Este hecho no nos permitió más que pasar un fin de semana en
Siem Riep, aprovechando que teníamos un par de días libres por una fiesta nacional de
Camboya y un día en Battambang visitando la prefectura del obispo español Enrique
Figaredo.
Gracias a esta última visita, pude darme cuenta de la importancia que tendría una
ONG para el desarrollo de este proyecto. Podría ya no sólo contarse con los ingresos de
la Fundación Antonio Menchaca de la Bodega, cuyos ingresos quedan limitados. Se
contaría además, de una mejor difusión del proyecto y la posibilidad de llevar
voluntarios a largo plazo.
En relación a la escuela en sí, considero que el proyecto debería intentar crear
una organización más severa. Para ello, primero de todo, se debería concienciar a los
profesores de la importancia de crear un ambiente disciplinario dentro de la escuela y
ellos son los primeros que deben dar ejemplo. Durante mi estancia allí pude ver cómo
los profesores comían y bebían, fumaban un cigarro y hablaban por teléfono en clase.
Del mismo modo, si un día se sentían mal o tenían alguna otra cosa que hacer como ir al
mercado, o trabajar en sus campos, podían saltarse las clases. Es verdad que durante
estos dos meses que estuve allí, ellos estaban mucho más relajados pues sabían que
nosotras siempre íbamos a acudir a la escuela y los niños estarían vigilados. Por tanto,
son ellos los primeros que deberían dar ejemplo de todos estos comportamientos.
También es cierto que hay que tener en cuenta que el mísero sueldo de docente
(70$ al mes) en Camboya no les permite llegar a fin de mes y necesitan cultivar sus
campos y cuidar sus granjas. Es, por ello, comprensible que prioricen sus otras tareas y
dejen sus clases, y más aún las clases impartidas por los pasantes, en un segundo plano.
La falta de formación es también una de los motivos de la indisciplina en la
escuela. La mayor parte de los
profesores no tienen unos estudios para
realizar su trabajo. Algunos por
influencia y otros simplemente por
suerte, encontraron en la enseñanza un
modo de ganarse la vida. Sin embargo,
considero que desde el proyecto se
deberían intentar financiar más cursos
para su aprendizaje.
Durante mi estancia, me gustaba
sentarme en las clases de Vichouen y
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observar su manera de dar clase. Así pude ver que su metodología se basaba únicamente
en la repetición. Un día, decidí presenciar una clase de inglés. El ejercicio que hizo
durante toda la clase fue escribir el alfabeto en la pizarra y dictar a los alumnos palabras
que comenzaran con esa letra. Los alumnos se sabían tal vocabulario de memoria, pues
me dio la impresión de que siempre eran las mismas palabras. Eché en falta la iniciativa
de Vichouen en querer asistir a mis clases con los alumnos a pesar de la cantidad de
invitaciones que le hice. Considero que perdió una oportunidad muy importante de
adquirir nuevos métodos de enseñanza, nuevos ejercicios que hacer con los niños y, sin
ninguna duda, una oportunidad de mejorar su inglés.
Otro aspecto que habría que intentar cambiar es la higiene dentro de la escuela.
Considero que, para crear un ambiente propicio para el estudio, se debería crear, en
primer lugar, un ambiente propiamente higiénico. No es extraño encontrarse con
gallinas y perros deambulando por las clases. Existe un gran cúmulo de basura alrededor
de la escuela que provoca todo tipo de enfermedades, así como una falta de higiene
bucal por parte de alumnos y profesores y el hecho de no lavarse las manos que provoca
importantes diarreas, etc.
Obviamente, este factor pasa a ser de mayor importancia si analizamos la
carencia de médicos y personal sanitario que existe por la zona, la falta de material para
el trato de todas las enfermedades posibles y el coste que supone para las familias el que
uno de sus miembros enferme y necesite asistencia médica así como la adquisición de
una serie de medicamentos.
Durante el primer mes, por desgracia, tuve que ir al hospital. Allí pude ver unas
infraestructuras bastante pésimas tales como habitaciones sin puertas o ventanas y una
gran carencia de camas. Vi cómo
tenían a los bebés recién nacidos
en el suelo, gente tumbada en la
cama que tenía que sujetarse su
propio suero, enfermos tumbados
en una manta en el suelo o
personas que gritaban que
querían morirse cuanto antes
porque no tenían cura para su
enfermedad.
Finalmente, me gustaría
hacer un balance general sobre
mi estancia. Desde luego, estas prácticas me han enseñado mucho y considero que me
han aportado mucho ya no sólo en el ámbito profesional, sino también en el personal.
Lo primero de todo, respecto al campo profesional, he de decir que aunque estas
prácticas no están directamente relacionadas con mi futuro laboral, me han aportado
mucho. Me han enseñado a trabajar con un gran grupo de niños. Hasta hora, había
estado acostumbrada al trabajo con adultos o con niños de una manera más individual.
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Esta experiencia me ha permitido darme cuenta de la disciplina y el constante cuidado
que los más pequeños requieren. Además, he descubierto que la paciencia es muy
importante en este caso. Lo mejor de todo es, sin duda, la satisfacción de darte cuenta de
que los pequeños terminan aprendiendo gracias a tus esfuerzos.
Además, el hecho de haber estado lejos de casa, en un lugar donde no tenía más
que hacer que mis deberes en la escuela, ha hecho que pudiera centrarme
completamente en mi trabajo, pudiendo dedicar las veinticuatro horas del día a mi
autoevaluación y a la reflexión sobre mi trabajo. Sin lugar a dudas, esta experiencia ha
sido todo un camino en el que he podido fomentar mi autonomía, un camino lleno de
obstáculos que me empujaban a seguir más allá de lo que me veía capaz y un camino
que me ha dado la oportunidad de cambiar como persona.
Como ya he señalado con anterioridad, he aprendido a valorar cosas que antes
me pasaban por desapercibidas. Y ya no sólo en el ámbito material. Creo que ahora
miro la sociedad occidental y desarrollada de otra manera. Considero innecesarias
muchas de las preocupaciones que tenemos hoy en día. El haber vivido estos dos meses
en Sampov Loun me ha hecho ver los verdaderos motivos por los que deberíamos
luchar. Me han enseñado la importancia de vivir el día a día y no mirar tanto hacia el
mañana y a que podemos vivir con cosas muy pequeñas. He aprendido a valorar y a
saber escuchar a la naturaleza, me han enseñado secretos de ésta en los que nunca había
pensado. La importancia de sentarte un día y observar cómo el sol cae por el otro lado
de las montañas que un día pertenecieron a tu país, la importancia de la lluvia o la
importancia de la función de cada uno de los animales que conviven con nosotros. Del
mismo modo, he aprendido a respirar, a levantarme cada mañana con una sonrisa, a
acostarme y pensar lo afortunada que soy en la vida y, sobre todo, he aprendido a
querer. He aprendido a querer porque una vez de vuelta en España, me doy cuenta de
todo lo que quise, quiero y querré a esa gente. No puedo decir que quiera únicamente a
mis niños o a una persona en concreto, sino quiero a toda esa gente en su conjunto. Y
ahora me doy cuenta de que durante esos dos meses que he pasado allí, se fueron
haciendo un huequito en mi corazón gracias a sus sonrisas, a la alegría que desprendían,
a las caritas de emoción que nos ponían cada vez que nos acercábamos a alguien, al
sabernos entender a pesar de la diferencia del idioma.
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4. Bibliografía
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•
Informe sobre desarrollo humano 2010
http://hdr.undp.org/en/media/HDR_2010_ES_Complete.pdf
Monografía del MAEC sobre Camboya
http://www.maec.es/es/MenuPpal/Paises/ArbolPaises/Camboya/Monogra
fia/Documents/Camboya.pdf
Sampov Lun District Data Book 2009
http://www.ncdd.gov.kh/images/stories/ncdd/2010/ddb/eng/02_BAT/Dist
DataBook_E_210_2008.pdf
Joffé, Roland. The killing fields (1984).
Gilbert, Richard K. Cambodian for beginners. Editorial Paiboon
Publishing.Second Edition.
Zepp, Ray. Around Battambang. Tean Thor Association.
Bizot, François. Le Portail. Editorial La Table Ronde.
Blog personal en el que he ido relatando mi experiencia personal
http://nextstopcambodia.blogspot.com.es/
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