A C U E R D O

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A C U E R D O
En
la
ciudad
de
La
Plata,
a
5
de
abril
de
2006,
habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en
el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden
de votación: doctores Roncoroni, Pettigiani, Kogan, Genoud,
Hitters, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte
de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia
definitiva en la causa Ac. 91.215, "U. , C. contra N. , C.
F. y otra. Daños y perjuicios".
A N T E C E D E N T E S
La Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del
Departamento
Judicial
de
Dolores
confirmó
el
fallo
de
primera instancia que había hecho lugar a la demanda.
Se
interpuso,
por
el
codemandado
N.
,
recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley.
Dictada la providencia de autos y encontrándose la
causa
en
estado
de
dictar
sentencia,
la
Suprema
Corte
resolvió plantear y votar la siguiente
C U E S T I O N
¿Es
fundado
el
recurso
extraordinario
de
inaplicabilidad de ley?
V O T A C I O N
A
la
cuestión
planteada,
el
señor
Juez
doctor
de
primera
Roncoroni dijo:
I.
La
Cámara
confirmó
el
decisorio
instancia que había estimado parcialmente la pretensión.
Basó su decisión, en lo que interesa al recurso, en
que:
Respecto de la omisión de valorar ciertas pruebas,
resulta necesario recordar que el juez sólo está obligado a
considerar la que estima adecuada para la solución del caso
y no todas las que se hayan producido (fs. 930/930 vta.).
Los argumentos expuestos por los sujetos en apoyo de
sus pretensiones no constituyen cuestiones esenciales (fs.
930 vta./931).
El
procedimiento
de
designación
del
perito
médico
obstetra es un tema cuya decisión, tomada en la instancia
de
origen
durante
la
sustanciación
del
proceso,
se
encuentra firme y consentida, precluido el derecho para
atacarla, no mereciendo reproches la valoración realizada a
dicha pieza probatoria (fs. 931/931 vta.).
No se encuentra controvertido que la actora por su
patología fue sometida a un legrado evacuador por parte del
galeno
demandado,
diagnosticarle
un
ni
nuevo
su
asistencia
embarazo,
posterior
tampoco
los
al
estudios
previos y el cuadro de agudo dolor en el hipogastrio a
causa
de
abdomen
agudo
hemorrágico
por
la
ruptura
del
útero, ni la intervención quirúrgica de urgencia practicada
en el Hospital Municipal de General Madariaga, donde se le
realizó una histerectomía que le salvó la vida (fs. 932/932
vta.).
El raspado realizado el 10 de febrero de 1999 ante el
diagnóstico de embarazo detenido en vías de expulsión, se
efectuó
conforme
a
las
prácticas
médicas
de
rigor,
resultando la conducta médica adecuada para el caso clínico
que presentaba la paciente, siendo su evolución normal y
sin complicaciones (fs. 932 vta.).
De los dictámenes médicos se desprende que la actora,
con
posterioridad
nuevamente
y
en
al
legrado
el
realizado,
informe
quedó
ecográfico
se
encinta
sugiere
implícitamente el diagnóstico de enfermedad trofoblástica
gestacional (fs. 933 vta./934).
La
cirugía
enfermedad
realizada
sospechada,
la
a
la
que
paciente
tendría
que
confirmó
haber
la
sido
investigada por el médico demandado desde el momento en que
se realizó el estudio (fs. 934/934 vta.).
Durante la atención de la actora, especialmente desde
la realización del estudio ecográfico el 5 de abril de 1999
hasta el episodio motivo de la litis, existieron omisiones
de buena práctica médica, tal así que no se advirtió que lo
que trataba como un embarazo se transformó en una formación
patológica conocida como mola invasora, de cuya existencia
debieron
alertar
los
resultados
de
los
estudios
por
él
ordenados y que obraban en su poder, como el análisis de
gonadotrofina coriónica humana (fs. 936).
El posterior diagnóstico de un cuadro vesicular y el
consejo de ingerir un antiespasmódico vía oral frente a los
síntomas de la paciente, cuando los antecedentes y estudios
realizados debían hacerlo sospechar de la existencia de un
cuadro de origen ginecológico y no gástrico agravó aquel
error,
un
nuevo
estudio
ecográfico
hubiera
revelado
el
evidente abdomen agudo hemorrágico (fs. 936/936 vta.).
No existen dudas que advertida a tiempo la patología
otro
hubiese
sido
el
resultado
final
obtenido
(fs.
936
riesgo
se
vta.).
Conociendo
la
existencia
cierta
del
descuidaron las medidas de prudencia para evitar el hecho,
tal omisión implicó no llegar a tiempo para hacer un nuevo
legrado que salvaría la vida del útero (fs. 937/937 vta.).
II. Contra esta decisión se alza el codemandado N. ,
denunciando la conculcación de los arts. 34 inc. 4º, 384,
474 del Código Procesal Civil y Comercial y 10, 15, 25 de
la Constitución provincial. Plantea también la existencia
de absurdo en el pronunciamiento. Hace reserva del caso
federal.
Aduce en suma que:
1) En autos se ha producido prueba a la que no se ha
valorado adecuadamente, apartándose de las constancias de
la
causa:
actora
y
ficha
de
consultorio,
testimoniales,
lo
historia
que
clínica
de
descalifica
la
al
pronunciamiento como acto judicial válido (fs. 958).
2) La Cámara no evalúa que la paciente no entregó al
demandado ecografía alguna, ni se realizó en el laboratorio
análisis cuantitativo de subunidad beta de gonadotrofina
coriónica
humana
trofoblástica
para
detectar
gestacional,
la
haciendo
posible
sólo
el
enfermedad
cualitativo,
por lo que la falla no puede ser trasladada al accionado
(fs. 959).
3) El meollo de la cuestión pasa porque los juzgadores
manifiestan
que
el
abdomen
agudo
fue
producido
por
el
estallido del útero a raíz de la mola invasora generada por
la enfermedad que padecía, sin embargo así no lo resuelven
y fuerzan una sentencia responsabilizando en forma absurda
al profesional (fs. 959/959 vta.).
4) Se comprueba que la actora sufrió una mola invasora
altamente
agresiva
e
indefectiblemente
dicha
patología
desencadenaba en la histerectomía realizada (fs. 960).
5) La complicación temprana sufrida por el paciente
además de la agresividad propia de la dolencia, fue por las
características
propias
de
su
útero,
caracterizado
por
devenir de una malformación congénita -útero bicorne- que
hicieron que dicha invasión y la subsiguiente perforación
uterina se produjeran más rápidamente que lo habitual (fs.
960 vta.).
6) De la prueba documental no surge que la paciente le
halla
llevado
la
ecografía
al
accionado,
y
tampoco
al
ingreso en el Hospital presentó dicho estudio, siendo que
los
familiares
realización
de
lo
facilitaron
la
histerectomía
con
posterioridad
para
exhibirla
a
a
la
los
médicos del nosocomio al día siguiente (fs. 961).
7) La Cámara le da validez al informe médico realizado
por el doctor C. el que fue cuestionado en todo momento y
no obstante fue desoída esta pretensión con un aparente
sustento legal al invocar el art. 163 inc. 6º del Código
Procesal Civil y Comercial (fs. 962/964 vta.).
8) La paciente no tenía la ecografía al ingresar al
hospital ni siguió la indicación médica de derivación del
doctor N. , dato que surge de la prueba testimonial rendida
(fs. 967/967 vta.).
III. Considero que le asiste razón al recurrente.
1. Liminarmente debo señalar que no cabe atender los
agravios
vertidos
por
el
impugnante
en
torno
a
lo
que
expone sobre la designación del perito médico, toda vez que
los
argumentos
del
recurso
de
inaplicabilidad
de
ley
relacionados con cuestiones procesales anteriores al fallo,
resultan ajenas a este remedio extraordinario, desde que su
objeto es la sentencia y no el procedimiento antecedente
(art. 278, C.P.C.; conf. Ac. 46.209, sent. del 30-IV-1991;
Ac. 55.147, sent. del 16-VIII-1994; Ac. 70.195, sent. del
15-IX-1998; Ac. 77.769, sent. del 19-II-2002, Ac. 83.863,
sent. del 24-III-2004).
2.
Entrando
planteadas
en
entonces
la
al
resto
impugnación,
de
las
sabido
cuestiones
es
que
la
responsabilidad profesional -en la que incurre quien ejerce
una profesión, al faltar a los deberes especiales que ésta
le
impone-
requiere
para
su
configuración
los
mismos
elementos comunes a cualquier responsabilidad civil (conf.
Ac.
77.085,
sent.
del
11-X-2000;
Ac.
75.204,
sent.
del
20-VI-2001; Ac. 73.325, sent. del 19-II-2002; Ac. 83.915,
sent. del 3-III-2004).
3.
En
deducida
autos
contra
el
el
a
quo
médico
hizo
que
lugar
trató
a
a
la
la
pretensión
accionante,
juzgando reunidos los presupuestos de la responsabilidad.
Concluyó entonces la alzada que en el presente caso el
galeno
había
incurrido
en
un
error
de
diagnóstico
que
derivó en el abdomen agudo y posterior histerectomía objeto
del presente reclamo.
Anticipo que en mi opinión no se ha acreditado, por la
actora, el nexo de causalidad entre el obrar del médico y
la consecuencia dañosa sufrida por la demandante, dolida
ésta por la definitiva incapacidad para concebir y gestar.
En efecto, se ha dicho que un diagnóstico se establece
progresivamente, y la cuestión no es tanto la de saber si
un médico puesto al día ha cometido un error, sino la de
precisar de qué medios dispone la medicina actualizada para
asegurar un diagnóstico exacto y si en el caso tales medios
han sido empleados o no, y en la negativa, por qué no han
sido empleados.
La
obligación
principal
a
prestar
por
los
profesionales del arte de curar (salvo excepciones, que no
son las del supuesto en examen) consiste en una actividad
calificada técnica y científicamente -la actividad médicaen pos de la curación, mejoría o alivio del paciente, pero
sin
prometer
ni
obligarse
a
tal
curación
o
alivio.
Lo
prometido, el núcleo de su obligación, es desplegar sus
buenos
oficios
profesionales,
con
toda
la
diligencia
y
esmero posible y de conformidad a lo que la ciencia y el
arte médico indican, para lograr la cura o mejoría del
enfermo.
Pero
esto,
la
cura
o
mejoría,
si
bien
es
la
finalidad última y el resultado esperado de esos buenos
oficios, no es el objeto de su obligación. De allí que no
se vacile en afirmar que la de los médicos es de medios y
no de resultado.
En
dichos
analizar
en
meridianos
profundidad
el
conceptuales,
requisito
de
es
necesario
la
culpa
o
negligencia médica, acorde con esa predicada obligación de
medios.
Anticipo
subjetivo
que
que
es
no
uno
encuentro
de
los
acreditado
el
presupuestos
factor
de
la
responsabilidad.
Es que el error de diagnóstico, para deducir de él la
responsabilidad, debe patentizar la negligencia o impericia
en
la
averiguación
de
las
causas
motivadoras
de
la
enfermedad; debiendo juzgarse con prudencia y cuidado para
no magnificar el simple error de diagnóstico, de por sí
insuficiente para engendrar la obligación de resarcir. Ello
así,
porque
materia
en
una
opinable,
rama
resulta
del
saber
difícil
donde
fijar
predomina
contornos
la
para
limitar qué es lo correcto y qué no lo es. Al médico es
exigible el grado de capacidad y diligencia usual, común a
los miembros de su profesión.
Esta Corte ha predicado en tal sentido que el hecho de
que un tratamiento médico sea objeto de disenso u opinión
contraria
no
resulta
suficiente
para
atribuir
culpa,
negligencia o imprudencia al profesional que se inclinó por
aquél, aunque no se lograre lo esperado (conf. Ac. 81.491,
sent. del 16-VII-2003).
4. A lo expuesto aún debo sumar otros requerimientos
para atribuir responsabilidad al demandado. En efecto, al
eventual error diagnóstico debe añadirse otra circunstancia
dirimente: la conclusión de que la alegada inadvertencia de
la patología sufrida por la señora U. -mola invasora- al
momento de realizársele la ecografía de fecha 5 de abril de
1999, fue la causa de la extirpación de su útero.
Ello así, toda vez que la responsabilidad profesional
sólo
aparece
si
puede
establecerse
la
conexión
causal
adecuada entre una acción u omisión y el daño. Este debe
haber sido causado u ocasionado por aquélla (Ac. 69.059,
sent. del 29-X-2003).
Destaco que la conclusión de la Cámara según la cual,
no
existen
dudas
de
que
advertida
la
patología
en
el
informe ecográfico producido por el doctor M. el 5 de abril
de 1999, otro hubiese sido el resultado final obtenido, se
exhibe como una conclusión absurda extraída del material
probatorio.
He
tenido
oportunidad
de
explicitar
que
salvo
que
confundamos groseramente causalidad física con causalidad
jurídica; que además brindemos exagerado, exclusivo y ciego
tributo a la doctrina de la equivalencia de condiciones,
ignorando,
a
su
vez,
la
preeminencia
que
el
legislador
argentino concediera a la teoría de la causa adecuada en
materia de imputación de consecuencias y que, por último,
desconozcamos que en ciertas situaciones dinámicas y de
hechos sucesivos que se engarzan hacia un resultado final,
la
teoría
aquella
nosotros
de
que
la
el
como
causa
adecuada
maestro
"teoría
debe
BUSTAMANTE
del
ser
ALSINA
seguimiento
o
auxiliada
traduce
de
la
por
entre
impronta
continua de la manifestación dañosa" ("Una nueva teoría
explicativa de la relación de causalidad", Revista La Ley,
1991-E-1379), mal podemos contestar afirmativamente aquel
interrogante.
Desde ya que desde los umbrales mismos de la teoría de
la
equivalencia
de
las
condiciones,
la
histerectomía
sufrida por U. es una verdadera condictio sine que non de
su incapacidad para gestar y concebir. Sin tal práctica
médica es vano o inconcebible pensar que tal incapacidad se
hubiera producido de la manera que se produjo. De allí que
la citada intervención quirúrgica es, en este caso, una
verdadera condición necesaria de la total extirpación del
útero. Empero -y parafraseando a MESSINEO- bien podemos
decir que, en nuestro caso, si la presencia de tal práctica
"es necesaria, no es también suficiente... Es necesario,
además,
que
normalmente
teniendo
en
aquella
idónea
condición
para
consideración
sea
determinar
todas
las
tal,
que
resulte
aquel
dado
evento,
circunstancias
del
caso; esto es que exista una adecuación objetiva entre acto
y evento, o sea la verosimilitud del nexo; sólo cuando sea
tal, dicha condición se llama causa adecuada" ("Manual de
Derecho Civil y Comercial", Ed. EJEA, Bs. As. 1971, t. VI,
pág. 499). Dicho de otra manera, frente a una pluralidad de
condiciones necesarias, es menester saltar por sobre el
plano de la causalidad natural o simple, para aislar e
individualizar de entre todas esas condiciones a aquélla
que, en el plano estrictamente jurídico, posee la idoneidad
y relevancia suficiente para erigirse en la causa adecuada
del daño.
En esta búsqueda, el patrón que ha de servir de guía a
la misma, es el del normal acaecer o, dicho de otra manera
más
cercana
dibuja,
al
claro
anticipa
y
verbo
hace
de
Vélez
previsible
Sarsfield,
el
curso
el
que
natural
y
ordinario de las cosas, para un médico obstetra como el
médico demandado.
En definitiva determinar si para un especialista de
esa categoría era previsible que su obrar y, en todo caso,
su omitir en el seguimiento y atención de una paciente con
el
cuadro
que
la
misma
presentaba,
podía
conducir
al
resultado final conocido. De ser así, su omitir fue la
causa
apta
o
adecuada
-jurídicamente-
para
provocar
la
muerte del feto.
En la especie, siendo el médico N. especialista en
obstetricia,
existencia
alguno
puede
de
reprochársele
una
alcanza
mola
para
no
invasora,
fundar
su
haber
reproche
condena.
sospechado
que
Dicho
en
en
la
modo
otros
términos, en el error de diagnóstico no encuentro la causa
adecuada y eficiente, desde el punto de vista jurídico, de
la lamentable incapacidad. No se ha acreditado en autos que
un diagnóstico y tratamiento precoz de la patología que
luego confirmara la cirugía y el informe anatomopatológico,
hubiera evitado la histerectomía. Por el contrario y según
se
verá,
evacuador
de
las
como
pericias
la
resulta
histerectomía,
que
tanto
fueron
las
el
legrado
prácticas
médicas
indicadas
diagnosticadas
por
y
la
fueron,
ciencia
en
para
ambos
las
patologías
casos,
correcta
y
oportunamente realizadas (arts. 474, 484 y cc. del Código
ritual).
5. Considero necesario destacar que la relación de la
actora con el médico demandado se inició el 7 de setiembre
de 1998. Concurrió a la consulta porque deseaba concebir
(fs. 60/62). La segunda consulta tuvo lugar a raíz de un
atraso menstrual y "Evatest" positivo. A partir de aquí la
relación puede ser dividida en dos segmentos, lo que estimo
necesario porque según el perito C. , se verifican dos
situaciones
que
no
tienen
ninguna
relación
entre
sí:
embarazo que se frustra por muerte del huevo y embarazo que
se
interrumpe
quirúrgicamente
por
gestación
molar
(fs.
702/703 vta.).
El primero comprende desde la consulta realizada el 1
de febrero de 1999 y hasta que la paciente concurrió el 22
de
mayo
de
1999
anatomopatológico
a
del
retirar
el
material
resultado
obtenido
del
estudio
el
legrado
por
evacuador del útero.
Los peritos que han sido convocados a este proceso
para dictaminar sobre los puntos propuestos por las partes,
coinciden en afirmar que la actuación del doctor N. durante
este primer segmento es inobjetable (fs. 537/539 bis, 701,
802/806;
art.
384,
C.P.C.C.).
La
práctica
realizada
(legrado
evacuador
uterino),
a
partir
del
informe
ecográfico del doctor M. de fecha 9 de febrero de 1999 (fs.
98 y 269 vta.), fue correcta y confirmada luego por el
estudio anatomopatológico del doctor B. (fs. 248) del día
11 del mismo mes y año. Es más, también los expertos han
señalado
que
ninguna
relación
tiene
la
mola
invasiva
maligna detectada en el curso del segundo embarazo con las
causas que frustraron el primero (fs. 537/539 bis, 759/760
y 802/806).
El segundo segmento de la actuación del doctor N. se
inicia el 20 de abril de 1999, fecha en que la paciente
concurrió a la consulta con un informe ecográfico: saco
embrionario y embriocardia positiva. El día 24 de ese mismo
mes y año la actora vuelve a la consulta con un dolor
repentino, progresivo, tipo cólico, en hipocondrio derecho
y
epigastrio,
siendo
medicada
con
un
antiespasmódico
intramuscular. La paciente no vuelve a la consulta con el
médico demandado. Se interna el 25 de abril de 1999 en el
Hospital
de
General
Madariaga,
en
donde
se
produce
un
diagnóstico presuntivo de embarazo ectópico complicado y
embarazo molar complicado con rotura uterina (fs. 802/806).
Es pues en este segundo tramo de la actuación del
doctor
N.
en
donde
debe
investigarse
la
atribuida
mala
praxis médica.
En
efecto,
a
fs.
702/703
obra
dictamen
del
perito
médico doctor C. , quien expresa que: "La cirugía realizada
a la paciente el día 24-4-99, confirma diagnóstico de mola
invasora
(variedad
gestacional);
de
diagnóstico
la
enfermedad
que
tendría
trofoblástica
que
haber
sido
sospechado e investigado desde el momento en que se realizó
la ecografía del día 5-4-99". Asimismo destaca que: "la
enfermedad trofoblástica gestacional en alrededor del 50%
de
los
casos
se
acompaña
de
quistes
tecaluteínicos
de
ovario de hasta 6-7 cm. de diámetro que pueden presentar
dolor abdominal bajo como los que presentó la paciente",
agregando que: "... El crecimiento del útero por el tumor
hace que haya una discordancia entre el tamaño esperado por
la fecha de última menstruación y el que presenta a causa
de enfermedad trofoblástica gestacional, a favor de esta
última...". Puntualiza el perito que ante la posibilidad de
enfermedad
dosaje
trofoblástica
cuantitativo
coriónica
humana,
ya
de
que
gestacional
Subunidad
es
un
se
B
de
elemento
debe
solicitar
gonadotrofina
útil
para
el
seguimiento posterior al tratamiento, manifestando que no
puede
certificar
si
dicho
dosaje
(cuantitativo)
fue
solicitado por el doctor N. , sí consta en su ficha de
consultorio externo "Sub B +" (cualitativo).
A fs. 802/804 obra informe del doctor Juan J. Granillo
Fernández. Al preguntársele si de la ficha de consultorio
de la accionante y de la descripción del informe ecográfico
resulta sospecha de enfermedad trofoblástica, responde que
no. Asimismo aduna que: "... si bien una mola invasora
podría haber tenido manifestaciones clínicas y ecográficas
(aumento
del
tamaño
uterino
mayor
que
la
amenorrea,
presencia de quistes luteínicos en los ovarios, e imágenes
endocavitarias
uterinas
características
de
la
patología
sufrida), los elementos analizados enviados para peritar
indican que evidentemente la mola se ha desarrollado en su
segundo
embarazo,
uterino
por
pues
huevo
el
muerto
primero
y
terminó
retenido
en
raspado
(latidos
fetales
negativos), y en el segundo se detectó la presencia de
latidos fetales positivos, indicando esto, casi con total
seguridad, que fue una complicación de otro embarazo...".
El doctor Granillo Fernández explica que: "... además
de
la
realización
positiva,
hubiera
de
sido
una
subunidad
conveniente
beta
haber
cualitativa
solicitado
el
valor cuantitativo de dicha subunidad, para determinar, de
esa
manera
presentaba
la
la
cantidad
paciente.
de
Con
unidades
ello
se
de
la
misma
hubiera
que
logrado
diagnosticar la presencia de un embarazo molar y actuar en
consecuencia" (fs. 805 vta.).
6. Ahora bien, conforme surge de las actuaciones y ha
sido reseñado, ninguno de los dictámenes periciales afirman
la existencia de una adecuada relación de causalidad entre
el
imputado
error
diagnóstico
del
doctor
N.
y
la
histerectomía sufrida por la paciente, sino que lo que ha
quedado
probado
es
que
ella
fue
consecuencia
de
la
malignidad y entidad invasora de la dolencia gestacional
sufrida por la accionante.
Ninguno de los expertos concluye en que de haber sido
eventualmente detectada la enfermedad en la ecografía del
día 5 de abril de 1999, la extracción del útero se hubiera
evitado.
físico
Hay
sí
entre
una
probada
dolencia,
relación
abdomen
agudo
causal
e
en
sentido
histerectomía
practicada el 25 de abril de 1999, pero ninguna de las
experticias sostiene que la extirpación se deriva de no
haber sido detectada en el diagnóstico por imágenes de la
fecha antedicha. No se puede concluir que media relación
causal en sentido jurídico.
Por el contrario, resulta relevante la afirmación del
doctor C. en el sentido de que: "El tratamiento de una mola
invasora como ésta es la histerectomía (práctica realizada
el día 24-4-99 en el Hospital de Gral. Madariaga) y su
práctica fue correcta en el caso de autos...".
A ello debo sumar que la práctica aconsejada por ambos
peritos -análisis de subunidad beta-cuantitativo- para el
diagnóstico
certero
de
la
dolencia,
fue
efectivamente
prescripto por el galeno N. . Ello está reconocido por la
propia
accionante
quien
lo
afirma
en
su
pliego,
en
la
posición nº 12 (ver fs. 455 vta.), como así también en su
responde al absolver posiciones (ver fs. 450).
Debo
doctor
agregar
Granillo
a
lo
expuesto
Fernández
que
remarca
la
que:
experticia
"...
del
considero
conveniente aclarar en relación a la complicación temprana
sufrida por la paciente del abdomen agudo hemorrágico, como
consecuencia de la ruptura del útero, muy posiblemente esto
estuviera explicado además de la agresividad propia de la
patología que se comportó como altamente invasora, por las
características
caracterizado
(útero
propias
por
devenir
bicorne),
teóricamente,
del
que
esto
de
útero
una
esta
paciente,
malformación
hubiera
dicha
de
permitido,
invasión
y
la
congénita
al
menos
subsiguiente
perforación uterina, se hubiera producido más rápidamente
que lo habitual..." (informe doctor Granillo Fernández, fs.
805 vta.).
A fs. 370 obra copia de la historia clínica en la que
surge
como
diagnóstico
"embarazo
ectópico
complicado,",
"embarazo molar complicado con ruptura uterina". Del parte
de cirugía surge como impresión diagnóstica "mola invasora
c/perforación uterina. A descartar coriocarcinoma". En la
solicitud de estudio de anatomía patológica resulta como
diagnóstico:
destruens)
mola
-v.
fs.
invasora
376
(mola
vta.-
maligna,
con
corioadenoma
posterioridad
a
la
paciente se le realizó tratamiento de quimioterapia (ver
absolución
de
posiciones,
fs.
454
vta.),
hechos
que
permiten inferir el carácter y entidad de la enfermedad.
7. Todo lo expuesto demuestra que la histerectomía
sufrida por la accionante no fue consecuencia del obrar
médico del doctor N. , sino que se debió a la dolencia que
la aquejaba, siendo la consecuencia dañosa el producto de
las
características
de
la
enfermedad.
Dicho
en
otros
términos, la incapacidad para concebir y gestar que hoy
padece
la
paciente
es
un
típico
daño
iatrogénico
justificado, impuesto por la necesidad de salvar la vida
del paciente comprometida por una mola invasiva maligna.
Dicho en otros términos y en pocas palabras, no acreditó la
actora que la detección temprana de la mola invasora a poco
de
contar
permitía
con
el
sospechar
informe
su
ecográfico
existencia,
del
doctor
hubiera
M.
que
evitado
la
histeroctomía y sus lamentables consecuencias (arts. 375,
384 y cc. del C.P.C.C.).
Si lo que expongo es compartido, corresponde hacer
lugar
al
recurrida
recurso
y
interpuesto,
rechazar
la
demanda
revocar
la
interpuesta
sentencia
por
C.
U.
contra C. F. N. , con costas (arts. 68, 289 del C.P.C.C.).
Por todo lo expuesto, doy mi voto por la afirmativa.
Los
señores
jueces
doctores
Pettigiani,
Kogan
y
Genoud, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor
Roncoroni, votaron también por la afirmativa.
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters
dijo:
Adhiero al voto del doctor Roncoroni, dejando a salvo
lo expuesto por mi distinguido colega en el cuarto párrafo
del punto 4.
Voto por la afirmativa.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
S E N T E N C I A
Por
lo
corresponde
expuesto
hacer
en
lugar
el
acuerdo
al
recurso
que
antecede,
extraordinario
interpuesto, revocar la sentencia impugnada y rechazar la
demanda interpuesta por C. U. contra C. F. N. , con costas
(arts. 68 y 289, C.P.C.C.).
El
depósito
previo
efectuado
interesado.
Notifíquese y devuélvase.
deberá
restituirse
al
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