A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 5 de abril de 2006, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Roncoroni, Pettigiani, Kogan, Genoud, Hitters, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa Ac. 91.215, "U. , C. contra N. , C. F. y otra. Daños y perjuicios". A N T E C E D E N T E S La Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Dolores confirmó el fallo de primera instancia que había hecho lugar a la demanda. Se interpuso, por el codemandado N. , recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley. Dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de dictar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente C U E S T I O N ¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley? V O T A C I O N A la cuestión planteada, el señor Juez doctor de primera Roncoroni dijo: I. La Cámara confirmó el decisorio instancia que había estimado parcialmente la pretensión. Basó su decisión, en lo que interesa al recurso, en que: Respecto de la omisión de valorar ciertas pruebas, resulta necesario recordar que el juez sólo está obligado a considerar la que estima adecuada para la solución del caso y no todas las que se hayan producido (fs. 930/930 vta.). Los argumentos expuestos por los sujetos en apoyo de sus pretensiones no constituyen cuestiones esenciales (fs. 930 vta./931). El procedimiento de designación del perito médico obstetra es un tema cuya decisión, tomada en la instancia de origen durante la sustanciación del proceso, se encuentra firme y consentida, precluido el derecho para atacarla, no mereciendo reproches la valoración realizada a dicha pieza probatoria (fs. 931/931 vta.). No se encuentra controvertido que la actora por su patología fue sometida a un legrado evacuador por parte del galeno demandado, diagnosticarle un ni nuevo su asistencia embarazo, posterior tampoco los al estudios previos y el cuadro de agudo dolor en el hipogastrio a causa de abdomen agudo hemorrágico por la ruptura del útero, ni la intervención quirúrgica de urgencia practicada en el Hospital Municipal de General Madariaga, donde se le realizó una histerectomía que le salvó la vida (fs. 932/932 vta.). El raspado realizado el 10 de febrero de 1999 ante el diagnóstico de embarazo detenido en vías de expulsión, se efectuó conforme a las prácticas médicas de rigor, resultando la conducta médica adecuada para el caso clínico que presentaba la paciente, siendo su evolución normal y sin complicaciones (fs. 932 vta.). De los dictámenes médicos se desprende que la actora, con posterioridad nuevamente y en al legrado el realizado, informe quedó ecográfico se encinta sugiere implícitamente el diagnóstico de enfermedad trofoblástica gestacional (fs. 933 vta./934). La cirugía enfermedad realizada sospechada, la a la que paciente tendría que confirmó haber la sido investigada por el médico demandado desde el momento en que se realizó el estudio (fs. 934/934 vta.). Durante la atención de la actora, especialmente desde la realización del estudio ecográfico el 5 de abril de 1999 hasta el episodio motivo de la litis, existieron omisiones de buena práctica médica, tal así que no se advirtió que lo que trataba como un embarazo se transformó en una formación patológica conocida como mola invasora, de cuya existencia debieron alertar los resultados de los estudios por él ordenados y que obraban en su poder, como el análisis de gonadotrofina coriónica humana (fs. 936). El posterior diagnóstico de un cuadro vesicular y el consejo de ingerir un antiespasmódico vía oral frente a los síntomas de la paciente, cuando los antecedentes y estudios realizados debían hacerlo sospechar de la existencia de un cuadro de origen ginecológico y no gástrico agravó aquel error, un nuevo estudio ecográfico hubiera revelado el evidente abdomen agudo hemorrágico (fs. 936/936 vta.). No existen dudas que advertida a tiempo la patología otro hubiese sido el resultado final obtenido (fs. 936 riesgo se vta.). Conociendo la existencia cierta del descuidaron las medidas de prudencia para evitar el hecho, tal omisión implicó no llegar a tiempo para hacer un nuevo legrado que salvaría la vida del útero (fs. 937/937 vta.). II. Contra esta decisión se alza el codemandado N. , denunciando la conculcación de los arts. 34 inc. 4º, 384, 474 del Código Procesal Civil y Comercial y 10, 15, 25 de la Constitución provincial. Plantea también la existencia de absurdo en el pronunciamiento. Hace reserva del caso federal. Aduce en suma que: 1) En autos se ha producido prueba a la que no se ha valorado adecuadamente, apartándose de las constancias de la causa: actora y ficha de consultorio, testimoniales, lo historia que clínica de descalifica la al pronunciamiento como acto judicial válido (fs. 958). 2) La Cámara no evalúa que la paciente no entregó al demandado ecografía alguna, ni se realizó en el laboratorio análisis cuantitativo de subunidad beta de gonadotrofina coriónica humana trofoblástica para detectar gestacional, la haciendo posible sólo el enfermedad cualitativo, por lo que la falla no puede ser trasladada al accionado (fs. 959). 3) El meollo de la cuestión pasa porque los juzgadores manifiestan que el abdomen agudo fue producido por el estallido del útero a raíz de la mola invasora generada por la enfermedad que padecía, sin embargo así no lo resuelven y fuerzan una sentencia responsabilizando en forma absurda al profesional (fs. 959/959 vta.). 4) Se comprueba que la actora sufrió una mola invasora altamente agresiva e indefectiblemente dicha patología desencadenaba en la histerectomía realizada (fs. 960). 5) La complicación temprana sufrida por el paciente además de la agresividad propia de la dolencia, fue por las características propias de su útero, caracterizado por devenir de una malformación congénita -útero bicorne- que hicieron que dicha invasión y la subsiguiente perforación uterina se produjeran más rápidamente que lo habitual (fs. 960 vta.). 6) De la prueba documental no surge que la paciente le halla llevado la ecografía al accionado, y tampoco al ingreso en el Hospital presentó dicho estudio, siendo que los familiares realización de lo facilitaron la histerectomía con posterioridad para exhibirla a a la los médicos del nosocomio al día siguiente (fs. 961). 7) La Cámara le da validez al informe médico realizado por el doctor C. el que fue cuestionado en todo momento y no obstante fue desoída esta pretensión con un aparente sustento legal al invocar el art. 163 inc. 6º del Código Procesal Civil y Comercial (fs. 962/964 vta.). 8) La paciente no tenía la ecografía al ingresar al hospital ni siguió la indicación médica de derivación del doctor N. , dato que surge de la prueba testimonial rendida (fs. 967/967 vta.). III. Considero que le asiste razón al recurrente. 1. Liminarmente debo señalar que no cabe atender los agravios vertidos por el impugnante en torno a lo que expone sobre la designación del perito médico, toda vez que los argumentos del recurso de inaplicabilidad de ley relacionados con cuestiones procesales anteriores al fallo, resultan ajenas a este remedio extraordinario, desde que su objeto es la sentencia y no el procedimiento antecedente (art. 278, C.P.C.; conf. Ac. 46.209, sent. del 30-IV-1991; Ac. 55.147, sent. del 16-VIII-1994; Ac. 70.195, sent. del 15-IX-1998; Ac. 77.769, sent. del 19-II-2002, Ac. 83.863, sent. del 24-III-2004). 2. Entrando planteadas en entonces la al resto impugnación, de las sabido cuestiones es que la responsabilidad profesional -en la que incurre quien ejerce una profesión, al faltar a los deberes especiales que ésta le impone- requiere para su configuración los mismos elementos comunes a cualquier responsabilidad civil (conf. Ac. 77.085, sent. del 11-X-2000; Ac. 75.204, sent. del 20-VI-2001; Ac. 73.325, sent. del 19-II-2002; Ac. 83.915, sent. del 3-III-2004). 3. En deducida autos contra el el a quo médico hizo que lugar trató a a la la pretensión accionante, juzgando reunidos los presupuestos de la responsabilidad. Concluyó entonces la alzada que en el presente caso el galeno había incurrido en un error de diagnóstico que derivó en el abdomen agudo y posterior histerectomía objeto del presente reclamo. Anticipo que en mi opinión no se ha acreditado, por la actora, el nexo de causalidad entre el obrar del médico y la consecuencia dañosa sufrida por la demandante, dolida ésta por la definitiva incapacidad para concebir y gestar. En efecto, se ha dicho que un diagnóstico se establece progresivamente, y la cuestión no es tanto la de saber si un médico puesto al día ha cometido un error, sino la de precisar de qué medios dispone la medicina actualizada para asegurar un diagnóstico exacto y si en el caso tales medios han sido empleados o no, y en la negativa, por qué no han sido empleados. La obligación principal a prestar por los profesionales del arte de curar (salvo excepciones, que no son las del supuesto en examen) consiste en una actividad calificada técnica y científicamente -la actividad médicaen pos de la curación, mejoría o alivio del paciente, pero sin prometer ni obligarse a tal curación o alivio. Lo prometido, el núcleo de su obligación, es desplegar sus buenos oficios profesionales, con toda la diligencia y esmero posible y de conformidad a lo que la ciencia y el arte médico indican, para lograr la cura o mejoría del enfermo. Pero esto, la cura o mejoría, si bien es la finalidad última y el resultado esperado de esos buenos oficios, no es el objeto de su obligación. De allí que no se vacile en afirmar que la de los médicos es de medios y no de resultado. En dichos analizar en meridianos profundidad el conceptuales, requisito de es necesario la culpa o negligencia médica, acorde con esa predicada obligación de medios. Anticipo subjetivo que que es no uno encuentro de los acreditado el presupuestos factor de la responsabilidad. Es que el error de diagnóstico, para deducir de él la responsabilidad, debe patentizar la negligencia o impericia en la averiguación de las causas motivadoras de la enfermedad; debiendo juzgarse con prudencia y cuidado para no magnificar el simple error de diagnóstico, de por sí insuficiente para engendrar la obligación de resarcir. Ello así, porque materia en una opinable, rama resulta del saber difícil donde fijar predomina contornos la para limitar qué es lo correcto y qué no lo es. Al médico es exigible el grado de capacidad y diligencia usual, común a los miembros de su profesión. Esta Corte ha predicado en tal sentido que el hecho de que un tratamiento médico sea objeto de disenso u opinión contraria no resulta suficiente para atribuir culpa, negligencia o imprudencia al profesional que se inclinó por aquél, aunque no se lograre lo esperado (conf. Ac. 81.491, sent. del 16-VII-2003). 4. A lo expuesto aún debo sumar otros requerimientos para atribuir responsabilidad al demandado. En efecto, al eventual error diagnóstico debe añadirse otra circunstancia dirimente: la conclusión de que la alegada inadvertencia de la patología sufrida por la señora U. -mola invasora- al momento de realizársele la ecografía de fecha 5 de abril de 1999, fue la causa de la extirpación de su útero. Ello así, toda vez que la responsabilidad profesional sólo aparece si puede establecerse la conexión causal adecuada entre una acción u omisión y el daño. Este debe haber sido causado u ocasionado por aquélla (Ac. 69.059, sent. del 29-X-2003). Destaco que la conclusión de la Cámara según la cual, no existen dudas de que advertida la patología en el informe ecográfico producido por el doctor M. el 5 de abril de 1999, otro hubiese sido el resultado final obtenido, se exhibe como una conclusión absurda extraída del material probatorio. He tenido oportunidad de explicitar que salvo que confundamos groseramente causalidad física con causalidad jurídica; que además brindemos exagerado, exclusivo y ciego tributo a la doctrina de la equivalencia de condiciones, ignorando, a su vez, la preeminencia que el legislador argentino concediera a la teoría de la causa adecuada en materia de imputación de consecuencias y que, por último, desconozcamos que en ciertas situaciones dinámicas y de hechos sucesivos que se engarzan hacia un resultado final, la teoría aquella nosotros de que la el como causa adecuada maestro "teoría debe BUSTAMANTE del ser ALSINA seguimiento o auxiliada traduce de la por entre impronta continua de la manifestación dañosa" ("Una nueva teoría explicativa de la relación de causalidad", Revista La Ley, 1991-E-1379), mal podemos contestar afirmativamente aquel interrogante. Desde ya que desde los umbrales mismos de la teoría de la equivalencia de las condiciones, la histerectomía sufrida por U. es una verdadera condictio sine que non de su incapacidad para gestar y concebir. Sin tal práctica médica es vano o inconcebible pensar que tal incapacidad se hubiera producido de la manera que se produjo. De allí que la citada intervención quirúrgica es, en este caso, una verdadera condición necesaria de la total extirpación del útero. Empero -y parafraseando a MESSINEO- bien podemos decir que, en nuestro caso, si la presencia de tal práctica "es necesaria, no es también suficiente... Es necesario, además, que normalmente teniendo en aquella idónea condición para consideración sea determinar todas las tal, que resulte aquel dado evento, circunstancias del caso; esto es que exista una adecuación objetiva entre acto y evento, o sea la verosimilitud del nexo; sólo cuando sea tal, dicha condición se llama causa adecuada" ("Manual de Derecho Civil y Comercial", Ed. EJEA, Bs. As. 1971, t. VI, pág. 499). Dicho de otra manera, frente a una pluralidad de condiciones necesarias, es menester saltar por sobre el plano de la causalidad natural o simple, para aislar e individualizar de entre todas esas condiciones a aquélla que, en el plano estrictamente jurídico, posee la idoneidad y relevancia suficiente para erigirse en la causa adecuada del daño. En esta búsqueda, el patrón que ha de servir de guía a la misma, es el del normal acaecer o, dicho de otra manera más cercana dibuja, al claro anticipa y verbo hace de Vélez previsible Sarsfield, el curso el que natural y ordinario de las cosas, para un médico obstetra como el médico demandado. En definitiva determinar si para un especialista de esa categoría era previsible que su obrar y, en todo caso, su omitir en el seguimiento y atención de una paciente con el cuadro que la misma presentaba, podía conducir al resultado final conocido. De ser así, su omitir fue la causa apta o adecuada -jurídicamente- para provocar la muerte del feto. En la especie, siendo el médico N. especialista en obstetricia, existencia alguno puede de reprochársele una alcanza mola para no invasora, fundar su haber reproche condena. sospechado que Dicho en en la modo otros términos, en el error de diagnóstico no encuentro la causa adecuada y eficiente, desde el punto de vista jurídico, de la lamentable incapacidad. No se ha acreditado en autos que un diagnóstico y tratamiento precoz de la patología que luego confirmara la cirugía y el informe anatomopatológico, hubiera evitado la histerectomía. Por el contrario y según se verá, evacuador de las como pericias la resulta histerectomía, que tanto fueron las el legrado prácticas médicas indicadas diagnosticadas por y la fueron, ciencia en para ambos las patologías casos, correcta y oportunamente realizadas (arts. 474, 484 y cc. del Código ritual). 5. Considero necesario destacar que la relación de la actora con el médico demandado se inició el 7 de setiembre de 1998. Concurrió a la consulta porque deseaba concebir (fs. 60/62). La segunda consulta tuvo lugar a raíz de un atraso menstrual y "Evatest" positivo. A partir de aquí la relación puede ser dividida en dos segmentos, lo que estimo necesario porque según el perito C. , se verifican dos situaciones que no tienen ninguna relación entre sí: embarazo que se frustra por muerte del huevo y embarazo que se interrumpe quirúrgicamente por gestación molar (fs. 702/703 vta.). El primero comprende desde la consulta realizada el 1 de febrero de 1999 y hasta que la paciente concurrió el 22 de mayo de 1999 anatomopatológico a del retirar el material resultado obtenido del estudio el legrado por evacuador del útero. Los peritos que han sido convocados a este proceso para dictaminar sobre los puntos propuestos por las partes, coinciden en afirmar que la actuación del doctor N. durante este primer segmento es inobjetable (fs. 537/539 bis, 701, 802/806; art. 384, C.P.C.C.). La práctica realizada (legrado evacuador uterino), a partir del informe ecográfico del doctor M. de fecha 9 de febrero de 1999 (fs. 98 y 269 vta.), fue correcta y confirmada luego por el estudio anatomopatológico del doctor B. (fs. 248) del día 11 del mismo mes y año. Es más, también los expertos han señalado que ninguna relación tiene la mola invasiva maligna detectada en el curso del segundo embarazo con las causas que frustraron el primero (fs. 537/539 bis, 759/760 y 802/806). El segundo segmento de la actuación del doctor N. se inicia el 20 de abril de 1999, fecha en que la paciente concurrió a la consulta con un informe ecográfico: saco embrionario y embriocardia positiva. El día 24 de ese mismo mes y año la actora vuelve a la consulta con un dolor repentino, progresivo, tipo cólico, en hipocondrio derecho y epigastrio, siendo medicada con un antiespasmódico intramuscular. La paciente no vuelve a la consulta con el médico demandado. Se interna el 25 de abril de 1999 en el Hospital de General Madariaga, en donde se produce un diagnóstico presuntivo de embarazo ectópico complicado y embarazo molar complicado con rotura uterina (fs. 802/806). Es pues en este segundo tramo de la actuación del doctor N. en donde debe investigarse la atribuida mala praxis médica. En efecto, a fs. 702/703 obra dictamen del perito médico doctor C. , quien expresa que: "La cirugía realizada a la paciente el día 24-4-99, confirma diagnóstico de mola invasora (variedad gestacional); de diagnóstico la enfermedad que tendría trofoblástica que haber sido sospechado e investigado desde el momento en que se realizó la ecografía del día 5-4-99". Asimismo destaca que: "la enfermedad trofoblástica gestacional en alrededor del 50% de los casos se acompaña de quistes tecaluteínicos de ovario de hasta 6-7 cm. de diámetro que pueden presentar dolor abdominal bajo como los que presentó la paciente", agregando que: "... El crecimiento del útero por el tumor hace que haya una discordancia entre el tamaño esperado por la fecha de última menstruación y el que presenta a causa de enfermedad trofoblástica gestacional, a favor de esta última...". Puntualiza el perito que ante la posibilidad de enfermedad dosaje trofoblástica cuantitativo coriónica humana, ya de que gestacional Subunidad es un se B de elemento debe solicitar gonadotrofina útil para el seguimiento posterior al tratamiento, manifestando que no puede certificar si dicho dosaje (cuantitativo) fue solicitado por el doctor N. , sí consta en su ficha de consultorio externo "Sub B +" (cualitativo). A fs. 802/804 obra informe del doctor Juan J. Granillo Fernández. Al preguntársele si de la ficha de consultorio de la accionante y de la descripción del informe ecográfico resulta sospecha de enfermedad trofoblástica, responde que no. Asimismo aduna que: "... si bien una mola invasora podría haber tenido manifestaciones clínicas y ecográficas (aumento del tamaño uterino mayor que la amenorrea, presencia de quistes luteínicos en los ovarios, e imágenes endocavitarias uterinas características de la patología sufrida), los elementos analizados enviados para peritar indican que evidentemente la mola se ha desarrollado en su segundo embarazo, uterino por pues huevo el muerto primero y terminó retenido en raspado (latidos fetales negativos), y en el segundo se detectó la presencia de latidos fetales positivos, indicando esto, casi con total seguridad, que fue una complicación de otro embarazo...". El doctor Granillo Fernández explica que: "... además de la realización positiva, hubiera de sido una subunidad conveniente beta haber cualitativa solicitado el valor cuantitativo de dicha subunidad, para determinar, de esa manera presentaba la la cantidad paciente. de Con unidades ello se de la misma hubiera que logrado diagnosticar la presencia de un embarazo molar y actuar en consecuencia" (fs. 805 vta.). 6. Ahora bien, conforme surge de las actuaciones y ha sido reseñado, ninguno de los dictámenes periciales afirman la existencia de una adecuada relación de causalidad entre el imputado error diagnóstico del doctor N. y la histerectomía sufrida por la paciente, sino que lo que ha quedado probado es que ella fue consecuencia de la malignidad y entidad invasora de la dolencia gestacional sufrida por la accionante. Ninguno de los expertos concluye en que de haber sido eventualmente detectada la enfermedad en la ecografía del día 5 de abril de 1999, la extracción del útero se hubiera evitado. físico Hay sí entre una probada dolencia, relación abdomen agudo causal e en sentido histerectomía practicada el 25 de abril de 1999, pero ninguna de las experticias sostiene que la extirpación se deriva de no haber sido detectada en el diagnóstico por imágenes de la fecha antedicha. No se puede concluir que media relación causal en sentido jurídico. Por el contrario, resulta relevante la afirmación del doctor C. en el sentido de que: "El tratamiento de una mola invasora como ésta es la histerectomía (práctica realizada el día 24-4-99 en el Hospital de Gral. Madariaga) y su práctica fue correcta en el caso de autos...". A ello debo sumar que la práctica aconsejada por ambos peritos -análisis de subunidad beta-cuantitativo- para el diagnóstico certero de la dolencia, fue efectivamente prescripto por el galeno N. . Ello está reconocido por la propia accionante quien lo afirma en su pliego, en la posición nº 12 (ver fs. 455 vta.), como así también en su responde al absolver posiciones (ver fs. 450). Debo doctor agregar Granillo a lo expuesto Fernández que remarca la que: experticia "... del considero conveniente aclarar en relación a la complicación temprana sufrida por la paciente del abdomen agudo hemorrágico, como consecuencia de la ruptura del útero, muy posiblemente esto estuviera explicado además de la agresividad propia de la patología que se comportó como altamente invasora, por las características caracterizado (útero propias por devenir bicorne), teóricamente, del que esto de útero una esta paciente, malformación hubiera dicha de permitido, invasión y la congénita al menos subsiguiente perforación uterina, se hubiera producido más rápidamente que lo habitual..." (informe doctor Granillo Fernández, fs. 805 vta.). A fs. 370 obra copia de la historia clínica en la que surge como diagnóstico "embarazo ectópico complicado,", "embarazo molar complicado con ruptura uterina". Del parte de cirugía surge como impresión diagnóstica "mola invasora c/perforación uterina. A descartar coriocarcinoma". En la solicitud de estudio de anatomía patológica resulta como diagnóstico: destruens) mola -v. fs. invasora 376 (mola vta.- maligna, con corioadenoma posterioridad a la paciente se le realizó tratamiento de quimioterapia (ver absolución de posiciones, fs. 454 vta.), hechos que permiten inferir el carácter y entidad de la enfermedad. 7. Todo lo expuesto demuestra que la histerectomía sufrida por la accionante no fue consecuencia del obrar médico del doctor N. , sino que se debió a la dolencia que la aquejaba, siendo la consecuencia dañosa el producto de las características de la enfermedad. Dicho en otros términos, la incapacidad para concebir y gestar que hoy padece la paciente es un típico daño iatrogénico justificado, impuesto por la necesidad de salvar la vida del paciente comprometida por una mola invasiva maligna. Dicho en otros términos y en pocas palabras, no acreditó la actora que la detección temprana de la mola invasora a poco de contar permitía con el sospechar informe su ecográfico existencia, del doctor hubiera M. que evitado la histeroctomía y sus lamentables consecuencias (arts. 375, 384 y cc. del C.P.C.C.). Si lo que expongo es compartido, corresponde hacer lugar al recurrida recurso y interpuesto, rechazar la demanda revocar la interpuesta sentencia por C. U. contra C. F. N. , con costas (arts. 68, 289 del C.P.C.C.). Por todo lo expuesto, doy mi voto por la afirmativa. Los señores jueces doctores Pettigiani, Kogan y Genoud, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Roncoroni, votaron también por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: Adhiero al voto del doctor Roncoroni, dejando a salvo lo expuesto por mi distinguido colega en el cuarto párrafo del punto 4. Voto por la afirmativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo corresponde expuesto hacer en lugar el acuerdo al recurso que antecede, extraordinario interpuesto, revocar la sentencia impugnada y rechazar la demanda interpuesta por C. U. contra C. F. N. , con costas (arts. 68 y 289, C.P.C.C.). El depósito previo efectuado interesado. Notifíquese y devuélvase. deberá restituirse al