El entender las causas de la esquizofrenia mejora su tratamiento ■ La esquizofrenia es un padecimiento en el que ciertas al- teraciones de las funciones del cerebro llevan al desarrollo de alucinaciones y delirios, aislamiento social y declinación cognitiva. Es por ello que los pacientes que la presentan muestran un amplio espectro de manifestaciones que incluyen síntomas positivos, negativos, cognitivos, afectivos y de conducta tal como se observa en la figura 1. Síntomas positivos: Alucinaciones, delirios, pensamiento desorganizado Síntomas negativos: Pensamiento estereotipado, apatía, aplanamiento Esquizofrenia Síntomas cognitivos: Memoria, atención, disfunción ejecutiva Síntomas afectivos: Depresión, ideación suicida Figura 1. De acuerdo a lo que se conoce hoy en día, en la etiología del padecimiento participan factores tanto de tipo genético como ambiental. Es indudable que el entender las causas de la enfermedad es una tarea complicada, debido en gran medida a la complejidad del cerebro tanto en sus aspectos estructurales como funcionales. El no poder estudiar a este órgano del cuerpo in vivo, así como la ausencia de marcadores biológicos objetivos, hacen aún más difícil la tarea. Estas dificultades para comprender su etiología se reflejan también en las dificultades para tratarla. Es impensable que un solo medicamento pueda ser suficiente para mejorar todos los diferentes grupos sintomáticos de la enfermedad. La clorpromacina apareció en el armamentario médico en la década de 1950, cuando las cuidadosas observaciones clínicas mostraron que los pacientes psicóticos agitados se controlaban con su administración. Conociendo su efecto farmacológico se propuso entonces que en la esquizofrenia se daba una actividad excesiva de dopamina en el cerebro y que eso era lo que generaba los síntomas. Desde entonces la teoría dopaminérgica de la esquizofrenia se ubicó como la explicación central de la enfermedad y sirvió para Vol. 25, Número 3, Marzo 2014 el desarrollo posterior de medicamentos. De hecho, prácticamente todos los medicamentos con efecto antipsicótico, hasta los utilizados en la actualidad, actúan en el cerebro bloqueando al receptor D2 de dopamina. Sin embargo, a pesar de que se sabe que éste es el efecto que controla a la enfermedad, aún no existe suficiente evidencia que indique que las alteraciones de la dopamina sean las causas centrales de la enfermedad. Inclusive puede ser que en algunos pacientes con esquizofrenia la alteración dopaminérgica no sea la causa primaria sino una consecuencia de otras causas biológicas primarias. Los antipsicóticos de la primera generación que incluyen a la clorpromacina y los medicamentos similares, presentan un perfil heterogéneo en cuanto a la unión a receptores. Tienen además una potencia baja por lo que para lograr un adecuado efecto terapéutico se requiere la administración de dosis elevadas. Posteriormente aparecieron los antipsicóticos con efectos más selectivos sobre el receptor D2 como el haloperidol y la flufenacina, con lo cual se incrementó su potencia permitiendo su uso en dosis menores. Finalmente surgieron los denominados antipsicóticos de segunda generación, con efectos más selectivos y un mejor perfil de efectos secundarios, lo cual los convirtió en los tratamientos de primera elección para la mayor parte de los pacientes. A pesar de la aparición de estos nuevos fármacos, se puede decir que se ha avanzado poco en el manejo farmacológico de la esquizofrenia ya que aun los de segunda generación mantienen como mecanismo principal de acción el efecto sobre el receptor D2. Si bien tienen menos efectos extrapiramidales, producen otro tipo de efectos secundarios particularmente de carácter metabólico. Por otra parte, tienen limitada eficacia para el control de los síntomas negativos y los cognitivos así como otras funciones psicológicas, por lo cual no cubren las necesidades de muchos pacientes. Desde luego que no hay que perder de vista que el tratamiento ideal de la esquizofrenia debe incluir un paradigma estratificado de atención sanitaria y mejores y más eficaces fármacos, adaptando estos aspectos a las necesidades individuales de cada paciente. El desarrollo futuro de nuevos fármacos tendrá que basarse en una mejor comprensión de la patogénesis de la enfermedad. De manera particular se requiere conocer con mayor precisión las causas de los síntomas negativos ya que son los más resistentes al tratamiento. En la actualidad existen tres principales hipótesis sobre la psicopatología de la esquizofrenia; sus fundamentos se resumen en el cuadro 1. La primera hipótesis considera que las alteraciones en la transducción de señales mediadas por los receptores da por resultado los síntomas de esquizofrenia. Por lo tanto, el objetivo del tratamiento farmacológico es incidir en las 27 Cuadro 1 Hipótesis sobre la patofisiología de la esquizofrenia • Hipótesis de la transducción de señales: la alteración de las vías de señalización intracelular producen los síntomas. • Hipótesis de la genética molecular: existen genes de susceptibilidad que confieren un riesgo de padecer la enfermedad. • Hipótesis de las redes neurales: las alteraciones en los sistemas de las redes neurales dan por resultados anormalidades de la conectividad cerebral que generan el padecimiento. vías del receptor para normalizar las señalizaciones. Actualmente, el mecanismo de la mayoría de los antipsicóticos en uso y en desarrollo preclínico está basado en esta hipótesis, aunque está limitado al sistema de la dopamina. No obstante, hay evidencia que sugiere que en la enfermedad participan otros sistemas de neurotransmisión. Por ejemplo, la teoría del glutamato se base en las observaciones de que la fenciclidina, un antagonista del receptor NMDA de glutamato, produce en sujetos sanos síntomas de tipo psicótico y los exacerba en los enfermos. Además se ha documentado que el bloqueo crónico de estos receptores genera fallas cognitivas muy parecidas a las que presentan los esquizofrénicos. La información generada por estas investigaciones sugiere entonces que el encontrar fármacos que favorezcan la actividad glutamatérgica tendría un efecto terapéutico positivo. Varias compañías farmacéuticas han propuesto desarrollar medicamentos con acción agonista sobre el glutamato, o bien compuestos como el n-metil-d-aspartato que incrementa la actividad de la glicina, un co-agonista que favorece la modulación del receptor glutamatérgico. Otras áreas de interés farmacológico para el desarrollo de medicamentos novedosos para la esquizofrenia incluyen a moléculas con acción simultánea de antagonismo de los receptores D2 y agonismo de los receptores 2A de la serotonina; antagonistas de receptores de serotonina subtipo 1A y 2C; agonistas muscarínicos y nicotínicos y agonistas del GABA. La hipótesis de la genética molecular se basa en el concepto de que la esquizofrenia se produce debido a los efectos generados por genes de susceptibilidad. Por consiguiente, el modificar farmacológicamente a dichos genes o a sus vías podría resultar en la identificación de nuevas opciones terapéuticas. Lo problemático de esta hipótesis es que hay evidencia de que en las enfermedades complejas como la esquizofrenia, participan múltiples variantes genéticas tanto frecuentes como raras, que incluyen a cientos de loci del genoma humano. No obstante, los avances en la genética molecular han ayudado a identificar a genes candidatos posiblemente involucrados en el desarrollo del padecimiento. Se considera que las múltiples variantes genéticas contribuyen cada una con un modesto efecto de conferir riesgo de la enfermedad, lo cual al interactuar con los factores ambientales da por resultado la aparición del fenotipo clínico. Tanto en familias con miembros afectados como en grandes grupos de población sin antecedentes de la enfermedad, los estudios de asociación del genoma amplio (GWAS) se pueden utilizar para la búsqueda de genes de susceptibilidad tanto frecuentes como raros. La identificación de factores genéticos de riesgo, si bien está aún en fases muy incipientes, puede servir para fines de predicción, de estratificación de pacientes o para la aplicación de tra- DISC1 Para reorganización del citoesqueleto Neurotrofinas Para señalización neurotrófica LIS 1 14-3-3c DISC1 NUDEL LIS 1 14-3-3c NUDEL Grb2 Reorganización DISC1 Grb2 Kinesina 1 Receptor Cascada MAPK Cono de crecimiento Axón Figura 2. 28 Vol. 25, Número 3, Marzo 2014 tamientos preventivos. Otro locus genético ahora ampliamente reconocido como un factor de riesgo genético es el denominado “Disruptivo en esquizofrenia 1” (DISC1). Éste está asociado a una translocación cromosómica balanceada que originalmente se identificó en una familia escocesa con una gran carga de enfermedad mental. Está demostrado que el DISC1 afecta muchos aspectos funcionales del Sistema Nervioso Central que incluyen el neurodesarrollo, las señalizaciones y el funcionamiento sináptico. También interactúa con diversas proteínas que participan en mecanismos tales como la migración neuronal, el crecimiento neurítico, la modulación del citoesqueleto y la transducción de señales. Algunos de estos efectos se observan en la figura 2 (a partir de la información de Taya S, Shinoda T, Tsuboi D et al. J Neurosci, 27: 15-26, 2007). De igual manera se han identificado como factores potenciales de riesgo genético a los miembros de la vía de señalización de los receptores de neuregulina ErbB (NRGErbB). Este grupo de receptores participa en la regulación de la neurotransmisión glutamatérgica. A pesar de estos importantes hallazgos se considera que estos genes candidatos (DISC1 y NRG-ErbB) son importantes sólo en un pequeño porcentaje de casos de esquizofrenia. No se debe dejar de considerar que en las evaluaciones genéticas de asociación los tamaños de muestra son importantes debido a que los estudios con muestras limitadas pueden dar lugar a resultados falso-negativos. También es importante tomar en cuenta que los factores genéticos, tanto conocidos como por descubrir, no explican en su totalidad la susceptibilidad de un sujeto para desarrollar esquizofrenia. Se considera que los factores genéticos están fuertemente influenciados por los factores ambientales. La identificación de estos factores ha sido y es una ardua tarea debido a su complejidad y al costo que representa hacer estudios longitudinales y con entrecruzamiento para poder identificarlos. No obstante estas limitaciones, se siguen explorando en individuos susceptibles diversos factores que puedan tener un papel en el desarrollo de la enfermedad. En ellos se incluyen a estresores presentes en la adolescencia o en la etapa adulta temprana o bien a procesos inflamatorios relacionados a infecciones o a sensibilidad a antígenos. La hipótesis de las redes neurales postula que los fenómenos patofisiológicos de la esquizofrenia son el resultado de modificaciones de las redes de neuronas en diversas estructuras cerebrales. Por lo tanto, aquellos fármacos capaces de restituir de alguna forma estas alteraciones serán de utilidad en los tratamientos. Desde hace ya tiempo se han encontrado datos que sugieren que la enfermedad es un trastorno del neurodesarrollo asociado a anormalidades de la conectividad cerebral. Esto da por resultado defectos Vol. 25, Número 3, Marzo 2014 en la poda sináptica y en la migración de las neuronas. Los estudios basados en imágenes cerebrales han ayudado a aclarar las relaciones funcionales entre los genes, las redes moleculares y los circuitos cerebrales, sin embargo aún hay mucho por avanzar en este aspecto. Todos estos avances en la comprensión de las causas de una enfermedad tan compleja han tenido impacto en algunos aspectos del tratamiento, pero también en la clasificación diagnóstica. Los avances de la genética molecular sugieren que el abordaje categórico de los subtipos de esquizofrenia y de otras enfermedades mentales es inadecuado y limitan la investigación y los tratamientos. Los resultados de estudios tales como los de GWAS denotan la existencia de un traslape genético entre la esquizofrenia y otras enfermedades mentales como el trastorno bipolar, el autismo y la disfunción intelectual. Estos hallazgos cuestionan las fronteras tradicionales entre los distintos padecimientos y hacen que la investigación actual se dirija a la identificación de fenotipos intermedios que puedan ayudar a comprender mejor la interacción entre los genes de riesgo involucrados y las presentaciones clínicas de las enfermedades. En última instancia esto ayudaría a subtipificar a los casos identificados y a ofrecer tratamientos con mejores oportunidades de éxito. Este enfoque podría también mejorar los procesos de validación de eficacia de los tratamientos antipsicóticos. La mayor parte de la información al respecto se ha obtenido hasta la fecha a partir de los resultados de ensayos clínicos de corta duración y con muestras no suficientemente grandes. Es posible entonces que el contar con muestras estratificadas de acuerdo a sus características neurobiológicas o bien a casos más precisos de acuerdo a los elementos clínicos, facilitará en un futuro diseñar estudios farmacológicos más específicos y con mayor precisión de la información obtenida. A lo largo de los últimos años se han desarrollado varios procedimientos para identificar a los llamados marcadores biológicos de la enfermedad. A pesar de que aún no es posible considerarlos como de uso clínico rutinario, sí representan un campo de investigación que seguramente dará resultados importantes en el futuro. Entre estos procedimientos se pueden mencionar al factor de crecimiento neural presente en el líquido cefalorraquídeo de los pacientes, a las señales electroencefalográficas y a algunas imágenes cerebrales, entre otros. La compleja interacción que se da en la esquizofrenia entre los elementos biológicos, clínicos y psicosociales hace que se requieran tratamientos también complejos. Al igual que lo que sucede en muchos otros campos de la medicina, como por ejemplo en oncología, el uso simultáneo de varios medicamentos en el tratamiento de la esquizofrenia es algo común. Está entonces justificada en estos pacientes la 29 que deberá considerarse en el plan general de atención. Finalmente, un aspecto que requiere de revisión es el término “recuperación”. En muchos ensayos clínicos farmacológicos se considera al paciente como recuperado cuando los síntomas se reducen o bien cuando desaparecen por completo. Sin embargo en el ámbito clínico la recuperación implica, adeIncidir más de la mejoría sintomática, el retorno a un nivel de funCombinaciones Usar fármacos sobre síntomas cionamiento al menos similar al premórbido. Este enfoque con positivos, negativos de recuperación integral se ha utilizado desde hace mucho efecto sinérgico y cognitivos tiempo en otras enfermedades crónico-degenerativas como es el caso de la artritis reumatoide o de la diabetes y deberá incluirse en los estudios terapéuticos futuros de la esquizoSuperar frenia. En conclusión, se puede considerar que si bien se han limitaciones de la hecho intentos por mejorar la efectividad de los tratamientos monoterapia antipsicóticos, poco se ha avanzado. Sin embargo, los avances recientes en la genética molecular y en las neurociencias Figura 3. en particular hablan de un futuro seguramente promisorio para el tratamiento de estos enfermos. El objetivo final de polifarmacia racional para incrementar la probabilidad de estos esfuerzos es permitir la identificación temprana de la una buena respuesta. Un ejemplo de polifarmacia racional enfermedad y la intervención adecuada que pueda optimizar lo podemos observar en la figura 3 que incluye los aspectos el cuidado de los pacientes y su recuperación a largo plazo. a considerar. Un problema adicional a las dificultades del tratamiento es la falta de reconocimiento que muchos pacientes tienen Bibliografía sobre su propia enfermedad. Esto lleva a problemas de re- BHUNTER R: Developing tomorrow’s antipsychotics: the need for a ducción o de abandono de los tratamientos prescritos por lo more personalised approach. Adv Psychiatr Treat, 20:3-12, 2014. Tener efecto sobre múltiples vías 30 Vol. 25, Número 3, Marzo 2014