El CICA toma un conjunto muy rico de aportes programáticos de g

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ACERCA DEL CIRCULO INTERNACIONAL DE
COMUNISTAS ANTIBOLCHEVIQUES
Damos a publicidad aquí nuestras posiciones críticas del
llamado CICA en base a documentos redactados en 2006, no
por la importancia de dicho Círculo, sino porque es una de
nuestras mejores demarcaciones con respecto a las falsas
rupturas con la socialdemocracia. El lector constatará la
vigencia y actualidad de lo que aquí se expone1. Las
posiciones que aquí criticamos siguen dominando en muchos
sectores que dicen haber roto con el leninismo, el marxismo
leninismo y en general con la socialdemocracia. (Presentación
efectuada en noviembre 2009).
Luego de este primer documento, damos a publicidad
(“Respuesta a la crítica del CICA”) un aporte compañero que
completa nuestra crítica subrayando otras desviaciones y
concesiones de dicho círculo y para terminar una escueta
“Segunda Respuesta” a una crítica, de más de 60 página
(para nosotros totalmente ininteresante) que ese Círculo
nos dirigiera.
El Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques (en lo que sigue CICA) toma un
conjunto muy rico de aportes programáticos de grupos revolucionarios europeos y en este
sentido afirma un conjunto de posiciones de clase comunes con grupos revolucionarios de la
actualidad. Nos parece particularmente importante la denuncia del bolchevismo2 (o mejor
dicho del marxismo leninismo), la denuncia del carácter burgués y contrarrevolucionario de la
política leninista no solo en Rusia sino en el mundo. Esto, y el hecho de contribuir al esfuerzo
1
Como además este no es un sitio de libre pensadores, ni es una tribuna de ningún tipo, sino un arma de
afirmación de las posiciones revolucionarias no reproducimos aquí las posiciones de ese círculo. Si algún lector
se interesa en los pormenores de esta polémica y en particular en las posiciones de ese círculo, tendrá que
consular su sitio: www.geocities.com/cica_web/
2
Evidentemente que partimos de la base de que el CICA quiere denunciar la política que se terminó imponiendo
en los bolcheviques en base a la liquidación de los diferentes grupos de la izquierda comunista de ese partido y
que luego fue desarrollada por el estado ruso con el nombre de marxismo leninismo. Para nosotros esta última
denominación, que fuera creada por el stalinismo, es mucho más adecuada para que quede bien claro que no se
están denunciando a las fracciones del bolchevismo que hicieron posible la insurrección, a las que se opusieron a
la paz de Brest Listovsk, a las que lucharon contra la política de desarrollo del capital de Lenin… y en general a
las fracciones de aquel partido que lucharon contra la dirección en los primeros años, como el grupo obrero de
Miasnikov y otros (ver al respecto los números correspondientes de Comunismo)
1
militante y a contracorriente de difundir los materiales de esos grupos, debe ser subrayado,
apoyado y alentado.
Sin embargo ello no debe implicar en absoluto el esconder nuestras divergencias con ese
grupo. La lectura de los materiales del CICA nos lleva a constatar que no solo las
divergencias son enormes, sino que la concepción misma del CICA es opuesta a una
concepción de ruptura con la socialdemocracia como partido burgués para los proletarios. Es
decir que nuestro grupo considera que, a pesar de utilizar materiales clasistas, el CICA no ha
roto en absoluto con la concepción de nuestros enemigos de clase. Lo que sigue tratará de
explicar porqué, centrándonos en los puntos claves de la concepción socialdemócrata, sin que
pretendamos realizar en absoluto una enumeración exhaustiva. Esta crítica de la concepción
global hará más digerible la respuesta, que aparece luego, a la crítica que ese grupo realizara
de alguno de los materiales del Grupo Comunista Internacionalista.
Si procedemos de esta manera es porque pensamos que es la que nos permite agarrar al toro
por sus cuernos yendo al principio, a la raíz, de la concepción que nosotros criticamos, sin
caer en una cantidad de vericuetos terminológicos a los que quedaríamos reducidos si
comenzamos por la crítica que ese grupo realiza de nuestros materiales. En efecto dicho grupo
nos atribuye un conjunto de posiciones que no son las nuestras, porque simplemente utiliza
una terminología que no es la nuestra. Pero todo eso quedará más claro luego de abordar las
bases de la concepción que criticamos.
***
MANIFIESTO DEL CICA
Comencemos por algunos puntos claves del Manifiesto del CICA.
-“L@s comunistas antibolcheviques consideramos que el capitalismo está actualmente en su
fase histórica de decadencia abierta. Desde hace décadas se viene constatando que éste ya
no es un sistema social progresivo, sino que, para subsistir, necesita incrementar de modo
persistente, continuo y creciente la explotación y la opresión de la clase obrera (considerada
en sentido amplio). Incremento que se manifiesta tanto en las formas generales de
explotación y opresión de clase, como en las formas particulares -de género, nacionales,
culturales, etc.-, al mismo tiempo que se intensifica la proletarización de todos los sectores
del trabajo social”
Lo que precede es el comienzo del Manifiesto del CICA y ya en ella constatamos que ese
grupo adopta el decadentismo propio a la socialdemocracia: el capitalismo fue progresista
(“un sistema social progresivo”), pero ya no lo es. Implícitamente se sostiene el progreso
como algo positivo en sí, lo que corresponde a la visión socialdemócrata de apoyo al
desarrollo de las fuerzas productivas del capital. Se sostiene así que el progreso del
capitalismo es algo bueno para la humanidad o que por lo menos lo fue hasta hace algunas
décadas.
Los argumentos que siguen a esa afirmación, para sostener que el capitalismo “ya no es un
sistema social progresivo”, son tan pobres como verdades válidas ¡desde hace 500 años! En
efecto no es desde ayer de mañana, ni desde 1914 que el capitalismo “necesita incrementar
2
de modo persistente, continuo y creciente la explotación y la opresión de la clase obrera
(considerada en sentido amplio). Incremento que se manifiesta tanto en las formas generales
de explotación y opresión de clase, como en las formas particulares -de género, nacionales,
culturales, etc.-, al mismo tiempo que se intensifica la proletarización de todos los sectores
del trabajo social” Eso es válido durante toda la historia del capital, porque es esencial a este
sistema social. Toda la obra de Marx prueba precisamente que, este sistema social (el capital)
para subsistir necesita, desde su origen, aumentar en forma continua y creciente la
explotación y la opresión.
Es decir nada nuevo bajo el sol. Salvo que con esta “primera frasecita” los militantes del
CICA se están tragando toda la concepción socialdemócrata del progreso como sinónimo de
algo positivo. Con esa “frasecita” están ocultado concretamente el hecho de que el progreso
no es en si sinónimo de bienestar humano. De hecho se esconde también el hecho de que
aquel progreso, que la socialdemocracia avalara con el apoyo al capitalismo progresivo, es el
progreso contra el que luchaban todos los explotados y oprimidos del globo. Están avalando
concretamente el hecho de que el progreso del capitalismo de los siglos XV, XVI, XVII,
XVIII, XIX,… se basó siempre en la guerra de conquista, en la masacre y opresión de los
seres humanos proletarizados o en vías de proletarización, en la esclavitud abierta o
encubierta, en el hecho de que el progreso del capitalismo se basa en la separación violenta
del productor de sus medios de vida para hacerlo libre y obligado a trabajar. Progreso que
pasó por cortarle una oreja a quienes se los agarraba sin trabajar, o cortarle las dos a quienes
se los agarraba dos veces y la cabeza a quienes luego de todas esas advertencias vivían ese
progreso como contrarios a su propia vida humana. Los del CICA se están tragando también
el hecho de que el proletariado revolucionario no se forjó apoyando ese progreso, que suponía
más horas de trabajo, mayor intensidad de trabajo, mayor explotación,… como Marx y Engels
lo demostraron en toda su obra y en estudios del desarrollo del capital en los siglos anteriores
a ellos, sino luchando contra él mismo.
Esa concepción de progreso de la socialdemocracia, como algo positivo para la especie
humana, es evidentemente un concepto burgués, pero más precisamente un concepto que el
triunfo de la burguesía logra imponer totalitariamente a todas la sociedad: el progreso de sus
ganancias, de su modo de producción es idéntico al progreso y bienestar humanos. Dicho
concepto, ligado al concepto judío cristiano del hombre (y más particularmente el hombre que
decide, es decir el capital) como representante de Dios sobre la tierra, es el que grita y sigue
gritando hoy: todo para el progreso, todo para el desarrollo… y que considera el sacrificio
humano y de la naturaleza como un daño menor, colateral, inevitable de ese “destino
humano”. Por último, no olvidemos que el mayor progreso de la vida del capitalismo está
siempre ligado a las guerras provocadas por la competencia y que son esenciales en todo su
desarrollo, y que también en ellas las fronteras son claras entre los que defienden el carácter
progresista de ese modo de producción y los que son utilizados como carne de cañón y que a
veces terminan por organizarse contra el capital y sus guerras y luchan por la revolución
comunista. ¡También aquí los comunistas estamos siempre contra el capitalismo, su progreso,
sus guerras!
Esta reproducción, de la concepción socialdemócrata del progreso, no se limita, de ninguna
manera y como es lógico, a negar la revolución en lo que califican periodo ascendente del
capital, sino se levanta, hoy en día, como el cuadro fundamental que permite negar su
pertinencia actual, como el fundamento para sostener que en tal o cual país lo que esta al
3
orden del día es la revolución burguesa, el progreso del capital, ... como directamente lo
defiende el CICA con respecto a la revolución rusa.
El decadentismo no es una simple opinión sobre el pasado, en el que de una forma u otra se
legitima la barbarie de la civilización en nombre de la necesidad histórica del progreso por
más antihumano que el mismo es, sino que hoy día sigue siendo, con variantes, la base
fundamental de la teoría de la liberación nacional, de las concepciones dualistas que donde
ven miseria y atraso hablan de precapitalismo (cuando son el producto más genuino del
capital!), de la apologética apenas escondida del capitalismo que implica la división del
mundo en países desarrollados y subdesarrollados, en fin de toda la ideología que justifica
alianzas y frentes populares en nombre de que el progreso del capital nos acerca a la
revolución. En fin, esa dupla progreso/decadencia está indisociablemente unida a la visión
burguesa del mundo, a la asimilación entre el capitalismo y su polo positivo (ver al respecto:
“Contra la mitología que sustenta la liberación nacional”3).
Si bien nos parece fundamental, como ya dijimos, la denuncia del marxismo leninismo,
creemos que el CICA al no realizar una ruptura con la concepción madre, que es la
socialdemócrata, el esfuerzo de ese grupo resulta infecundo y cuando intentan definir en
positivo la revolución a realizar, en vez de ir a la raíz de la crítica al capital, caen en
reformulaciones típicas de la democracia.
Así apoyamos integralmente esta afirmación: “No ha existido ni existirá nunca tal cosa
como un "Estado proletario", "socialista", etc. en el sentido conocido del término. El
poder masivo de la clase obrera, que representa a la vez los intereses de la mayoría de la
sociedad, sólo es un poder estatal en el sentido de que tiene que destruir las relaciones de
explotación y dominación capitalistas. Por consiguiente, ha de emplear la violencia para
expropiar todos los medios de producción y la riqueza sociales a los capitalistas, y para
impedir, por la fuerza si es preciso, cualquier tentativa de la vieja clase dominante para
restaurar su posición material, lo mismo que la acción que, por parte de cualquier
fuerza social (económica, política o ideológica), incite a reestablecer la división en clases”
Pero rechazamos la formulación positiva correspondiente que aparece en la misma tesis:
“L@s comunistas antibolcheviques luchamos por una revolución radical y total que acabe
con la división en clases de la sociedad y con su colorario, el Estado. Para ello defendemos
la autoorganización democrática de masas del proletariado, a través de asambleas y
consejos obreros, o de formas más avanzadas que la clase pueda crear basadas en el
mismo principio: la autonomía de clase”.
La rechazamos primeramente porque, como ya dijera Marx contra esa misma formulación, no
se trata de acabar con la división de la sociedad en clases, sino de abolir las clases mismas y la
sociedad de clases. Segundo, y más importante todavía, porque no se trata para nada de
igualizar, ni de democratizar nada sino de destruir integralmente la sociedad mercantil
generalizada y por lo tanto toda forma de democracia, como también afirmaron siempre los
comunistas en contraposición a los socialistas demócratas, que cuando conceden que el
objetivo de la revolución es abolir la democracia agregan de inmediato “burguesa”, para
reivindicar invariablemente la democracia social, la democracia de los obreros
autoorganizados verdadero principio de ese partido. En lo más concreto digamos que ni las
asambleas, ni los consejos obreros funcionando democráticamente garantizaron ni
garantizarán nunca la autonomía proletaria. Tampoco sirvieron para garantir que esas
3
Comunismo número 4, 5, 7, 10.
4
estructuras sirvan a la lucha revolucionaria; sino bien al contrario, con la aplicación integral
de la democracia de base, esas estructuras terminaron sirviendo al estado burgués contra la
revolución. Si la búsqueda de garantías en la “autoorganización… de masas del proletariado”
es un error muy corriente en los sectores proletarios en lucha tratando de suplir la falta de
contenido en la afirmación revolucionaria real (programa4) por una cuestión de formas (¡la
revolución no es una cuestión de formas organizativas!), la insistencia en el carácter
democrático de esas estructuras denota siempre la falta de ruptura con la estructura misma del
capital y su dominación y teóricamente con el partido de la democracia social o
socialdemocracia. Como el progreso, la democracia no es algo positivo en sí, que la
autoorganización del proletariado podría emplear. La democracia es por el contrario la esencia
misma de la estructura de la dominación capitalista, el conjunto de los mecanismos sociales y
económicos (mercantiles) que disuelven los intereses del proletariado en el individuo
autonomizado, que lo empujan a actual como tal (libre, igual, autónomo, propietario…) y a
decidir en base a la maximización de su utilidad, lo que evidentemente no tiene nada en
común con los intereses de una clase social cuyo proyecto social es la destrucción del capital
y su estado. Es tan utópico y reaccionario querer llegar al socialismo ocupando el estado y
desarrollando el capital (como hicieron los bolcheviques) como querer luchar contra el capital
en base a la autoorganización democrática que tiende perpetuamente a reproducir la
mercancía y el sistema de decisiones correspondientes con el estado burgués.
Las garantías que el CICA quiere establecer acerca de esa democracia, teniendo en cuenta lo
sucedido históricamente, dan lástima cuando no son directamente, como es normal en los
grupos socialdemócratas, concesiones al populismo, llegando a defender la teoría del pueblo
armado tan corriente en los seguidores del Stalin como de Proudhon: “Pero es el pueblo
armado quien debe ejercer, directamente, esa dictadura contra los capitalistas, y no un
"gobierno obrero". En el sistema de los consejos obreros todas las funciones políticas
delegativas de la organización social pasarán a ser ejercidas de modo rotativo por l@s
obrer@s mism@s, siempre sujetos a las instrucciones de la base y revocables en todo
momento”. Incluso en aquellos países como Rusia o Alemania, que siempre se citan como
ejemplos positivos de consejos y soviets, los ejemplos de esas estructuras, que en algún
momento habían sido órganos de desarrollo revolucionario, pasaron más tarde a decidir
democráticamente lo que impulsaba la socialdemocracia contra la revolución y sirvieron
como estructuras estatales de liquidación de la vanguardia revolucionaria. En Rusia, esa
mayoría en los consejos era dirigida por el leninismo, en Alemania por otras fracciones de la
socialdemocracia. Los órganos en sí no garantizaron nada, sino bien por el contrario fueron
las correas de transmisión de esas direcciones.
Evidentemente que el CICA dirá que si la autoorganización democrática de los consejos se
constituyó en fuerza contrarrevolucionaria fue por la ausencia de aquel modo rotativo, o el
buen funcionamiento delegativo del sistema de soviets y consejos, porque se impuso tal
partido, en síntesis por no aplicar las reglas de la verdadera democracia, pero no explican para
nada el porqué siempre sucede lo mismo en ese tipo de estructuras. Es como la política
sindical de los trotskistas que siempre se quejan de la burocracia y la ausencia de verdadera
democracia interna para explicar la “traición” de los sindicatos, sin explicar para nada porqué
los sindicatos siempre operan contra los intereses de la revolución proletaria. Como ellos, el
4
Merece subrayarse ya aquí que, contrariamente a la lectura que el CICA realiza de nuestros materiales, nosotros
no entendemos por afirmación del programa revolucionario ningún documento o conjunto de ideas con las que
tal o cual “partido” quiere amoldar el movimiento, sino bien por el contrario, la delimitación eminentemente
práctica del proletariado constituido en fuerza en su lucha y acción directa contra el capital y el estado.
5
CICA busca las garantías en las formas organizativas (consejos) y las normas de
funcionamiento, cuando la cuestión está en el contenido mismo de la democracia que tiende
siempre a reafirmar el buen funcionamiento y el progreso de la sociedad actual contra la
revolución. En concreto, ninguna norma democrática podrá impedir que en plena lucha
revolucionaria la ideología dominante siga siendo la de la clase dominante. Por eso en
estructuras como los comités, asambleas, consejos o soviets, lo que está realmente en juego es
la correlación de fuerzas entre revolución y contrarrevolución, entre afirmación programática
del proletariado y disolución democrática y el impulso revolucionario del proletariado tiende
siempre a romper con toda norma democrática dentro de esas estructuras. No se puede
encerrar dicho impulso en las normas democráticas que caracterizan esas estructuras: todo
avance revolucionario implica acción minoritaria, que, por naturaleza, no puede ser sometido
a consulta, ni a aprobación mayoritaria. Al contrario toda esa forma de decisión con
delegación revocable y otras reglas democrático-libertarias tiende a reproducir las formas
decisionales basadas en el voto, lo que a su vez conduce a la remergencia del individuo, del
ciudadano. Así en Rusia, si bien es discutible hasta que punto la revolución avanzó gracias a
la estructuración en soviets y en partidos formales, lo que no cabe dudas es que el salto de
calidad insurreccional supera ambas formas: la insurrección se prepara y se concreta en una
mezcla muy grande de grupos y estructuras asociativas y conspirativas afuera y, en alguna
medida, en contra de lo que habían decidido tanto el partido bolchevique, que estaba
mayoritariamente contra la insurrección, y en contra de lo que decidieron los soviets, que solo
aprobaron las medidas militares para defender “las conquistas de la revolución” de febrero,
que como todos sabemos había consolidado el poder de la socialdemocracia contra el
proletariado. Y consecuentemente con ello, la reorganización del capitalismo y del estado no
fue realizado en base a aquel impulso sino en la medida en que aquel impulso fue liquidado
por la política dominante en los bolcheviques pero también en los soviets, política que no dejó
de ser aprobada mayoritariamente por todas las estructuras tanto partidarias como por las
asambleas, los comités, los sindicatos y también los consejos obreros. El movimiento avanza
superando siempre sus estructuras formales y dotándose de estructuras de vanguardia reales;
el movimiento es liquidado cuando las viejas estructuras formales vuelven a imponer su
funcionamiento democrático.
Frente al carácter contrarrevolucionario de la socialdemocracia y a la política
contrarrevolucionaria de los bolcheviques, es cierto que los militantes revolucionarios
denunciaron la política de jefes, la política parlamentaria… y contrapusieron a eso la acción
directa, la lucha revolucionaria de las masas proletarias, lo que evidentemente expresaba la
defensa de nuestro programa revolucionario contra la contrarrevolución en pleno triunfo. En
ese sentido no podemos más que reivindicar esa lucha de minorías, como la que impulsara el
KAP, algunas minorías bolcheviques u otros grupos revolucionarios en diferentes países y
continentes en ese sentido, pero nos parece totalmente lamentable y una concesión importante
al partido de la (social) democracia el oponer el pensamiento de los proletarios “por si
mismos” a los dirigentes como llega a hacer el CICA: “Contra el adoctrinamiento ideológico
de cualquier tipo y la sumisión intelectual a los dirigentes, nosotr@s llamamos al conjunto
de l@s proletari@s a pensar por sí mism@s y a desarrollar todas sus capacidades como
seres humanos totales”. Es pura ilusión burguesa el imaginar al conjunto de los proletarios
pensando por si mismos antes de abolir la sociedad de clases. Es como si se pudiera romper
siglos de opresión y dominación ideológica a partir de una cuestión del pensamiento, de la
consciencia. El CICA no nos explica como puede operarse este milagro, ni dice que ese salto
de la consciencia debe operarse desde el exterior, por la aportación socialista, como hace un
6
Kautsky o un Lenin, pero eso de que el “conjunto de los proletarios”5 pueda pensar por si
mismo, es decir negar mayoritariamente el esquema de dominación ideológica y de
individualización/democratización burguesa, es un absurdo total. Bien por el contrario, como
puede comprobarse desde siempre en todos los procesos revolucionarios, los saltos de calidad
no son nunca el resultado del pensamiento propio del conjunto de los proletarios, sino de las
necesidades proletarias transformadas en fuerza y pasión organizada mucho antes que la
mayoría de sus protagonistas sepan porqué pelean. La consciencia proletaria, en el sentido que
nos interesa, no tiene nada que ver con esa suma de individuos conscientes de la que nos
hablan los demócratas y que va muy bien con la formación social burguesa. No es por
casualidad que cada vez que el proletariado avanza cualitativamente toda la contrarrevolución
habla de democracia y se llama a “que todo el mundo decida”, a votaciones, asambleas,
consejos y toda otra forma de organización consultiva en donde aquel diluya y se liquide ese
impulso cualitativo. Los mismos consejos obreros, “forma al fin encontrada de la revolución”
como hasta el propio Lenin predicara, sirvieron de freno y de liquidación del movimiento,
cuando no cumplieron directamente el papel de legitimar los cuerpos de choque
socialdemócratas o stalinistas contra la revolución.
Por el contrario, la consciencia proletaria se concreta en la acción coherente y centralizada,
producto de las necesidades orgánicas del proletariado, que debe necesariamente abrirse paso
a contra corriente y que solo expresan en forma más o menos explícita las fracciones más
consecuentes y abiertamente revolucionarias del proletariado. La revolución proletaria es una
revolución consciente pero no en el sentido corriente del termino, no como suma de la
consciencia individual de los proletarios, ni tampoco del conjunto del proletariado que,
incluso en épocas revolucionarias, siguen siendo lamentablemente: cristianos, demócratas,
socialdemócratas, progresistas, libertarios, racistas, chovinistas… La revolución es consciente
en el sentido de que el proletariado, en su proceso de asociacionismo y lucha, se va
constituyendo en fuerza actuante, en organicidad centralizada y se dota de un programa (que
repitámoslo ¡para nosotros el programa no es algo teórico, sino eminentemente práctico,
práctica de clase!) y una dirección revolucionaria. Es solo como cuerpo actuante que el
proletariado se constituye en clase consciente, en partido.
También es una simplificación socialdemócrata, que nosotros rechazamos, el afirmar, como
hacen los partidistas (formalistas del partido), que la revolución la hace el conjunto de
proletarios inconscientes dirigidos por el partido conciente. Si debemos aclararlo aquí es
porque para el CICA pareciera que, a parte de esa concepción democrática y consejista que
ellos defienden, todo sería bolchevismo.
La consciencia del proletariado no tiene nada en común con la conciencia del ciudadano, con
esa escisión entre la práctica y la decisión que es esencial en toda estructura organizativa de la
sociedad actual, en toda asamblea o consejo que se proponga decidir. La consciencia
revolucionaria se desarrolla en las diferentes estructuras organizativas y asociativas, en
ruptura total con esa igualdad y libertad individual que genera la sociedad mercantil y que
constituye la esencia de la dominación de clase. La consciencia del proletariado es en
períodos revolucionarios (porque fuera de esos períodos el partido se reduce a tal o tal grupo
5
Justamente el proletariado puede actuar y pensar por si mismo en base al desarrollo revolucionario y la
secreción de una verdadera dirección revolucionaria (¡no solo dirigentes, sino camino, orientación, perspectiva,
programa, directivas concretas…) pero no como conjunto de proletarios individuales, no como adición de
consciencias.
7
de compañeros) la cristalización (en proceso expansivo) de los intereses del proletariado, del
programa comunista. En términos más concretos, no parte de ninguna idea, ni de ningún
programa escrito por nadie, concepción que los del CICA nos atribuyen, sino de las
necesidades vitales del ser humano en contraposición total y cada vez myor con la sociedad
capitalista ¡Eso sí es programa revolucionario! Lo más rico del desarrollo de la consciencia de
clase no puede, para nada, encontrarse en la consciencia de los individuos que componen el
proletariado, sino en la expansión del subconsciente y conciente colectivos que está arraigado
en lo más profundo de cada ser humano y que se concreta en el odio a la sociedad presente,
como odio al trabajo y a su propia vida de trabajo y de sacrificio, como odio a la guerra… , y
que en base a la acción directa contra el partido del orden va forjando su estructura como
fuerza y como partido opuesto a todo el orden establecido. La experiencia histórica de la
lucha contra la opresión, no se ha trasmitido en forma lógica, ni verbal y mucho menos por
escrito y la consciencia de ello no puede encontrarse en el cerebro de los individuos
atomizados, por lo que las decisiones de ellos no pueden conducir a la destrucción de la
opresión. Solo el proletariado actuando como clase y como potencia puede reapropiarse de la
experiencia histórica del comunismo, contraponiéndose a todas las sociedades de clase. La
consciencia colectiva del proletariado como fuerza no es la adición de conciencias
individuales o cerebrales, sino la condensación orgánica de potencias mucho más radicales y
pasiones totales que no caben en las cabezas, pero que son SI el producto histórico del
comunismo como fuerza actuante y consciencia pensante. Las minorías revolucionarias no
son quienes aportan ninguna conciencia, sino que su propia consciencia es el producto
histórico de ese subconsciente colectivo cristalizado. La consciencia de la clase, del partido,
de la constitución del proletariado en clase y por lo tanto en partido es la cristalización de la
contraposición histórica de la humanidad a la sociedad de clase en los cuerpos (y mentes) de
los proletarios en lucha y particularmente en un puñado de seres concretos de carne y hueso y
que tratan invariantemente de prepararse y organizarse lo mejor posible. Pero ni siquiera así
sería correcto decir que estas mujeres y hombres tienen la consciencia de la clase o algo por el
estilo como creen los leninistas. En efecto el consciente colectivo, que impulsa la clase a la
destrucción del mundo actual, no existiría sin ese subconsciente milenario de resistencia y
lucha trasmitido visceralmente desde hace miles de años y que hace que podamos encontrar
de nuestro mismo lado de la barricada a un “cristiano”, a un “judío”, a un “islámico” y hasta a
un “bolchevique”. La consciencia de clase no puede reducirse a la inteligencia y/o a la
comprensión de ese puñado de compañeros que no podría existir sin el comunismo
desarrollándose como sujeto y contraponiéndose al capital en forma orgánica. Justamente toda
la potencia de esa fuerza, toda la consciencia de esa expresión orgánica del comunismo
contraponiéndose a la sociedad actual y definiéndose como partido consciente, queda
totalmente aniquilado si se lo disuelve en el individuo, en la asamblea, en los consejos, o en
cualquier otra estructura democrática que niegue esa supramente colectiva que tiene la
inteligencia de todas las batallas libradas desde siempre y de la que cada uno no conoce más
que una caricatura. Una vez más, ningún avance histórico de la revolución y su programa son
el producto de una consultación democrática.
*
Como lo decimos en nuestras tesis6, estamos de acuerdo en que los partidos políticos y
sindicatos son estructuras del capitalismo y no solo no sirven a la lucha proletaria sino que
6
Ver nuestras “Tesis de orientación programática”
8
tienden a encuadrarla, como el CICA expresa en su manifiesto7; pero nosotros hacemos
extensivo ese análisis a la gran mayoría de las asambleas de los trabajadores, a los comités, a
los consejos obreros y a los soviets. Toda estructura surgida como producto del
asociacionismo clasista puede y tiende a ser recuperada y transformada en estructura del
estado y de dominación capitalista. Ninguna forma de organización es garantía revolucionaria.
Consideramos que la contraposición que hace el CICA entre unas y otras estructuras no se
justifica desde ningún punto de vista: los consejos obreros terminaron todos aprobando la
política socialdemocrática contra los intereses proletarios.
El resto del Manifiesto del CICA es un esfuerzo por explicar la necesidad de reagruparse, por
explicar por enésima vez que esta propuesta es diferente de las otras: esta “propuesta de
agrupamiento de l@s comunistas antibolcheviques no debe ser considerada como otra
propuesta de agrupamiento más, formulada y propagada por un partido”. Pero lo que nos
parece criticable no es esa ilusión de ser originales (es típico de la época en que vivimos, todo
tiene que ser diferente, nuevo) sino que ese Manifiesto está dominado por el concepto
dominante de consciencia, de agrupación de los revolucionarios como sujetos conscientes
cuyo objetivo sería llevar la consciencia a la clase, lo que evidentemente marca hasta que
punto la crítica de los bolcheviques no los conduce a una crítica fundamental de la
socialdemocracia y su concepción de llevarle la consciencia a los obreros. Así dicen: “El
CICA sólo tiene por objeto la difusión de las ideas del comunismo antibolchevique” Y
luego: “¿Que tareas generales proponemos a los Círculos de Debate y Acción? En primer
lugar, el desarrollo de sus miembros como revolucionari@s conscientes, lo que implica, a
la vez, potenciar su desarrollo como individuos totales. En segundo lugar, actuar
colectivamente a nivel de la clase para acercar las ideas revolucionarias a las luchas de
clases que se estén desarrollando, tomando posiciones y formulando orientaciones
aplicables a las situaciones concretas. Los medios para eso último pueden, bien, ser un
órgano de expresión breve, así como todo tipo de propaganda esporádica, o la
organización de asambleas abiertas para abrir los Círculos de Debate y Acción a l@s
proletari@s interesad@s en aumentar su comprensión sobre el estado actual de la
sociedad y sobre cómo cambiarlo”
Buscamos en vano adonde el CICA se atribuye otras tareas que la de hacer conscientes a
los obreros, o más básicamente otras acciones que no sean las de trabajar en el terreno
del intelecto, aunque más no sea bajo las clásicas fórmulas del Manifiesto del Partido
Comunista de 1847 explicando que los comunistas se encuentran en todas las tareas
proletarias a la cabeza de la acción. Pero nada. Pensamos que esta concepción, que
reduce la tarea de las minorías revolucionarios a difusores de ideas y aportadores de la
conciencia, que tan mal los deja en la crítica a Kautsky/Lenin, está originada en la
ideología antisubstitucionista que condena toda acción de las minorías revolucionarias
como substitucionista de la actividad de la clase. Según ésta ideología, lo único que los
revolucionarios están autorizados a hacer, sin ser considerados sustitucionistas, es
precisamente ese papel de lumbreras de la consciencia de la clase. Como veremos al
final, eso los lleva a criticar a los bolcheviques, no por la predominancia en su seno de la
fracción defensora del desarrollo y progreso del capital, es decir no por su práctica
contrarrevolucionaria, sino como toda la socialdemocracia por no haber respetado la
7
“Los sindicatos y los partidos políticos tal y como han existido hasta ahora -incluso los que ideológicamente se
definen como "revolucionarios"- son organizaciones incapaces de desarrollar la autoactividad del proletariado
hasta el nivel y en la extensión necesarias para destruir el poder capitalista y transformar conscientemente la
sociedad de modo comunista. Su tendencia, al contrario, es a integrarse plenamente en la estructura de la
sociedad capitalista y en especial con el Estado, tanto forzados por su incapacidad revolucionaria como
estimulados por su tendencia burocrática natural, determinada por sus características estructurales y por su
función enmarcada en la lógica de la sociedad burguesa”
9
democracia consejista y por haber actuado de manera sustituista, es decir por lo que
algunas minorías en su seno con su práctica insurreccionalista desarrollaron de
revolucionario.
***
LÍNEAS DE ORIENTACIÓN DEL CICA
Las líneas de Orientación del CICA contienen posiciones clásicas que desde siempre
comparten los grupos revolucionarios como por ejemplo la definición misma de comunismo:
“1. El comunismo no es una filosofía o un programa político al que amoldar el
pensamiento y la acción de la clase obrera. Es la acción de la clase obrera misma en
cuanto ésta se rebela contra la relación del capital y se convierte, ella misma, en su
negación activa y consciente: su negación como relación social que consiste en la
subordinación del trabajo vivo al trabajo acumulado -y con ello, por extensión, negación
de toda forma de explotación, dominio y alienación humana-. Es en el curso de esta
acción antagonista que la clase misma, por su propio esfuerzo y haciendo frente a las
embestidas y a la resistencia que ofrece el capitalismo a su transformación, va
desarrollando la conciencia concreta necesaria para la superación positiva del
capitalismo, que sólo puede llegar a ser masiva mediante -y en el curso de- una
revolución. El comunismo no es otra cosa que la cooperación consciente y
autoorganizada de l@s proletari@s contra la alienación de su autoactividad como seres
humanos totales; es poner el desarrollo libre de los individuos, con todas sus
capacidades y necesidades, como condición del desarrollo de una sociedad sin
explotación ni dominación. En resumen, el comunismo es el movimiento real que anula y
supera de modo efectivo el estado presente de la existencia humana, movimiento que
cobra vida con la tendencia de l@s proletari@s a actuar de modo autónomo y como
clase, o sea, a emprender su praxis revolucionaria propia y autodeterminada. El
desarrollo del comunismo consiste esencialmente en el desarrollo de la autonomía
proletaria más allá de los límites impuestos por el capitalismo”.
Lo que aquí nos choca no es tal o tal posición sino la tenacidad con la que se habla de la
conciencia, de la negación activa y consciente y la afirmación de que la clase “va
desarrollando la conciencia concreta”, lo que consideramos delirantemente optimista si se
quisiera aplicar a la actualidad y falso como concepción misma de desarrollo revolucionario.
En cuanto a la actualidad, es evidente que dicho desarrollo de la consciencia no caracteriza en
absoluto la fase de la lucha de clases que estamos viviendo; las grandes explosiones de rabia
proletaria se muestran cada vez menos concientes de sus necesidades y objetivos históricos.
Pero aún suponiendo que no se estén refiriendo, en ese desarrollo de la consciencia concreta, a
los últimos 30 años, seguimos en desacuerdo con el CICA por el papel que le atribuyen a la
consciencia. Es como si para ellos fuera más importante lo que cada proletario piense, o lo
que piensa el conjunto de los proletarios, que lo que el proletariado está forzado a realizar en
conformidad con su propio ser, como dice Marx en alguna parte. Es evidente que el CICA, en
todo este tema del desarrollo de la consciencia, se inspira más de la tradición judéo cristiana,
del racionalismo, del educacionismo… que del materialismo histórico. Creemos que esa
preocupación, por lo que los proletarios piensan, explica algunas otras cosas que nos chocan
como las concesiones al estilo y lenguaje a la moda. Si la moda del @ puede justificarse como
una pretendida protesta contra la sociedad patriarcal, nos parece francamente absurdo el que
el CICA no llame a la conformación real de un agrupamiento de revolucionarios sino a hacer
¡un agrupamiento virtual!: “El Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques es un
agrupamiento virtual de militantes revolucionarios de diversos países y con diversas
10
influencias” Y como fuera de la moda de las redes informales y virtuales de los Marcos y
Negris ni siquiera sabemos lo que esa palabreja de virtual puede significar, fuimos al
mataburros. El diccionario de la Real Academia dice de VIRTUAL: 1. adj. Que tiene virtud
para producir un efecto, aunque no lo produce de presente, frecuentemente en oposición
a efectivo o real.2. adj. Implícito, tácito.3. adj. Fís. Que tiene existencia aparente y no
real. ¿El CICA solo quiere ser una agrupación aparente y no real o efectiva, pero igual
producir efectos?
RESPUESTA A LA CRITICA QUE HICIERA EL CICA SOBRE NUESTRO TEXTO
SOBRE LA CONTRARREVOLUCIÓN Y EL DESARROLLO DEL CAPITALISMO
EN RUSIA.
La lectura que hicimos de vuestra crítica llevó a los diferentes compañeros a la constatación
general siguiente:
1) El conjunto de la crítica denota una incomprensión total del conjunto de nuestras
posiciones, una incomprensión significativa de la terminología utilizada y en general
de los puntos importantes de ruptura entre las posiciones, que nosotros definimos
como comunistas, con respecto a las de nuestros enemigos: la socialdemocracia.
2) Por esa razón los compañeros, implicado en la lectura y respuesta de vuestra crítica,
decidimos no atenernos en absoluto a la enumeración efectuada por vosotros y, por el
contrario, poner a luz aquellos puntos cruciales de no ruptura de vuestra crítica y en
general del CICA con la concepción socialdemócrata global.
3) Nos costó muchísimo entender, no vuestras ideas (que nos resultan conocidas, por no
decir archiconocidas) sino la critica que hacéis a nuestras posiciones, porque en vez de
argumentar o explicar, formuláis sentencias en una terminología que nos es totalmente
ajena, lo que es particularmente notorio en todo lo que concierne la crítica de la
economía.
Comencemos entonces por este último punto y particularmente por el punto que concierne la
mercancía, el dinero, etc. Realmente no entendimos absolutamente nada de lo que intentáis
formular en positivo, ni tampoco de lo que nos reprocháis, simplemente constatamos que no
partís para nada del conjunto de la obra de Marx, ni de la crítica que este formulara a la
economía.
Así formuláis doctoralmente, al principio de vuestro documento que: “El dinero, como la
mercancía, es una de las precondiciones formales del desarrollo del modo de producción
capitalista, pero no tiene una existencia autónoma” Pero en ninguna parte os dais por
enterados que nosotros no hablamos del dinero solo como mercancía, ni del dinero como
precondición formal del modo de producción capitalista, sino que hablamos del dinero en el
capitalismo como relación social de producción y como única comunidad entre los hombres,
determinaciones esenciales, ambas explicitadas por Marx en los Grundrisse, así como en la
“Contribución a la Crítica de la Economía Política”.
Luego decís: “El mercado es el conjunto de relaciones de distribución que forma la
superestructura interna de la economía basada en la forma valor” Pero no consideráis en
absoluto que en la sociedad mercantil generalizada, que es de lo que precisamente habla
11
nuestro texto, el mercado no es solo distribución y menos aún superestructura. Esas
afirmaciones podrían ser dignas de un althuseriano o un stalinista, dejando de lado la
incoherencia de “superestructura interna de la economía”, pero son totalmente extrañas,
ajenas a la crítica de la economía y la esencia de la sociedad burguesa. El mercado es, en el
capitalismo, la forma misma en la que los productores se relacionan, las relaciones de
producción propiamente dichas y no, como althuserianos y stalinistas creen, la mera esfera de
la circulación que concatenaría diferentes modos producción coexistiendo. Ignoráis o hacéis
como si ignoraseis que cuando se habla de sociedad mercantil generalizada, se habla
directamente de relaciones de producción, que la sociedad capitalista es antes que nada una
sociedad en la que toda la producción es producción de mercancías. Reducir la cuestión de las
mercancías a una cuestión de circulación o de distribución, como hacéis constantemente, es
distorsionar lo esencial8. Por eso Marx comienza, la crítica del capital, en todas sus obras,
analizando no la fábrica, sino la célula base de la sociedad capitalista: la mercancía y luego el
dinero, el capital. El capitalismo es la producción generalizada de mercancías, y toda sociedad
en la cual toda producción sea producción para el cambio es necesariamente capitalista, por
más que Stalin lo haya tratado de negar y ahora parece que vosotros también.
Así vuestra afirmación de que “Lo que el dinero representa realmente depende de las
relaciones de producción existentes” es no solo ridícula sino que os hace cómplice del
ocultamiento que se ha hecho del carácter capitalista de toda sociedad dineraria. ¡Cómo
si el dinero mismo no fuese la “relación de producción existente” e integralmente dominante!
Lo que puede suceder es evidentemente que, en una cierta época, el dinero todavía no haya
subsumido toda una región, que el dinero todavía no se haya transformado totalmente en
capital subsumiendo a otras formas de producción, pero de ahí a reducir el dinero a una
simple mercancía o a una cuestión de simple medida o de circulación hay un abismo. Marx
comenzó su crítica de la economía criticando esa concepción. En el texto del CICA hay
evidentemente más que una cuestión terminológica, estamos ante una divergencia profunda en
cuanto a nuestra comprensión del dinero y su transformación en capital. La reducción del
dinero a una mera cuestión de circulación (¡la circulación es solo una de las primeras
determinaciones históricas del dinero precapitalista!) será el pretexto de todos los que
“construyen el socialismo” con dinero.
Así no entendemos lo que queréis decir cuando afirmáis: “Es cierto que "toda sociedad
mercantil es una sociedad «monetaria»", pero de ello no puede deducirse lo opuesto: que
toda sociedad monetaria sea una sociedad mercantil (a parte del detalle de que, en el
trueque, ya existe la determinación del valor de cambio, aunque no esté autonomizada
todavía respecto al valor de uso)”. En todo caso la afirmación es integralmente falsa. Toda
sociedad monetaria es una sociedad mercantil de la mismísima manera que toda sociedad
mercantil es una sociedad monetaria. Ni siquiera entendemos porqué afirmáis lo contrario,
con trueque o sin trueque, con monetarización o con signos de valores (billetes), con la sal
funcionando como dinero y con el pago de los primeros “salarios” (sal), evidentemente que ya
existía el valor de cambio, la sociedad mercantil, la monetarización,…aunque no tenga la
generalización que luego tenga con el capitalismo (¡que Marx caracteriza como sociedad
mercantil generalizada!). Realmente creemos que se trata de un error o de una inversión o de
8
Merece subrayarse que este error es común a toda la economía política y particularmente persistente en el
marxismo leninismo, en el althuserianismo... Al reducir la producción de mercancías a una cuestión de
circulación se reduce el capitalismo a una mera relación inmediata al interior de la unidad productiva. En base a
dicha concepción es lógico que no se entienda el capital como modo mundial de reproducción de la especie
humana.
12
un juego de palabras equivocado, porque no vemos sobre que base negáis lo que negáis, ni
entendemos como una sociedad que haya desarrollado la moneda pudiera no ser mercantil.
Luego nos reprocháis que:" En vuestra visión parece ser el valor lo que determina la
producción y desaparece la cuestión de las relaciones de producción”. Para nosotros, como
para Marx, el valor no es solo una relación de circulación como estáis empeñados en afirmar
sino una relación de producción. Desde las primeras relaciones de equivalencia e intercambio,
lo que se está jugando detrás esa relación entre cosas son relaciones entre personas y más
particularmente relaciones entre productores. Las relaciones que se establecen entre esas
mercancías son relaciones sociales entre productores mediadas por cosas. ¡Y vosotros nos
acusáis de no haber tenido en cuenta el fetichismo de la mercancía! ¡Estáis empantanados con
el barro hasta la cabeza en pleno fetichismo al considerar al valor como ajeno a las relaciones
de producción!!! En la sociedad burguesa no solo el valor determina la producción y las
relaciones de producción, sino que la producción de cosas está determinada por la producción
de valores. Más aún el valor en proceso, es decir el capital, es la relación de producción por
excelencia y en ella se subsumen todas las otras.
Es por eso que nuestra afirmación, que defendemos integralmente y que la consideramos de
una limpidez total, os parece confusa: “el dinero, como única condensación social del
trabajo privado en tanto que trabajo social y por lo tanto como comunidad, reaparecerá.
Y recíprocamente, toda sociedad dominada por la relación social dinero, es
necesariamente una sociedad mercantil” Es decir que reduciendo el dinero a una mera
cuestión de circulación no podéis entenderlo ni como relación social de producción ni
mucho menos “como la única comunidad” (Marx)
Por eso os alarmáis tanto de la afirmación clásica de los comunistas: “esto significa, en la
práctica, que lo que decís es que la reproducción del dinero determina la reproducción de
las relaciones sociales capitalistas” Si, si lo decimos clarito, la reproducción del dinero en
Rusia implicaba la reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Lo que evidentemente
siempre negaron los leninistas, estalinistas… ¡y ahora vosotros! La fresa sobre el pastel es
cuando decís: “Esto tiene por base la confusión entre forma y contenido de la economía
capitalista, que ella misma propicia con el fenómeno del fetichismo de la mercancía (que
afecta también al dinero)”.
Y lo que sigue aumenta todavía más la confusión: “Por supuesto, el dinero es una forma
propia de la economía del valor, pero no es el valor mismo. El valor es la expresión
abstracta del tiempo de trabajo invertido en los productos sociales” No podemos acá
exponer los conceptos básicos de la crítica a la economía pero denunciamos la utilización
tergiversada y distorsionada de cada uno de los conceptos. No, el dinero no es una forma de la
economía del valor, sino que es el valor autonomizado y en su determinación fundamental (la
acumulación) el valor valorizándose (capital). El valor no es para nada la expresión abstracta
del tiempo de trabajo, sino el trabajo abstracto mismo, que puede medirse por el tiempo pero
que también puede medirse en otros valores de uso, en dólares o en gramos de sal. Tampoco
es el tiempo de trabajo invertido en los productos sociales en concreto, sino por contrario, el
trabajo socialmente necesario para producirlos. ¡Es sumamente difícil de discutir a un mismo
nivel con esa desfiguración general de todas las categorías!
Lo que sigue es también ilegible, pero merece ser subrayado. En oposición a la límpida
posición comunista de siempre de decir claramente que dinero y comunismo se encuentran en
13
contraposición total, que el comunismo es en todas sus expresiones la lucha contra el dinero,
su abolición misma y que el comunismo no puede nunca considerarlo como un medio de su
realización, que desde el principio es su abolición en acto, apeláis a una confusión
generalizada para justificar, como el estalinismo, una cierta compatibilidad entre dinero y
comunismo, limitada evidentemente (como hacía Stalin) a la primera fase: “Efectivamente,
existe una contradicción esencial entre la forma dinero y la producción comunista: el
dinero es una medida esencialmente abstracta (sic). Por consiguiente, aunque en la
primera fase del comunismo (sic), mediante métodos de contabilidad pueda calcularse el
tiempo de trabajo medio utilizando una medida monetaria (u otra medida algo menos
abstracta, pero puramente objetiva, como las medidas físicas en peso o longitud)(sic),
esto significaría que la distribución social de los productos sigue estando formalmente
abstraída del trabajo (sic) y de las necesidades de l@s consumidore/as,
presentándoseles como algo regido por normas especiales independientes de su
actividad cotidiana y sujetas a los organismos especiales de contabilidad. Pero, aun si
éste fuese el caso, de ello no se deduce en absoluto que la reproducción de la forma
dinero (sic) pueda, por sí misma, reproducir la división valor de cambio/valor de uso -y
mucho menos la división capital/trabajo-“. No queremos decir que vuestro grupo es
contrarrevolucionario o estalinista, pero esta posición es claramente ambas cosas, se sitúa
abiertamente del lado de Stalin cuando intentaba probar que la existencia del dinero no
implicaba el capitalismo! (Ver al respecto el trabajo de Amadeo Bordiga: “Dialogato con
Stalin”).
En cada frase hay tres errores conceptuales y una renuncia programática. La contradicción no
es entre la forma dinero y la producción comunista, sino entre dinero y comunismo en todos
los aspectos. No es solo la forma dinero que asume la mercancía la que se contrapone al
comunismo, sino la mercancía misma; no es solo con la producción comunista que el dinero
se encuentra en contraposición sino con la comunidad humana en todos sus aspectos porque el
dinero mismo es la comunidad ficticia de los seres enajenados y explotados. El dinero no es
una medida (aunque en sus determinaciones simples sirve como medida) y mucho menos una
medida abstracta; el dinero es una relación social y una comunidad ficticia totalmente
material. Esa primera fase “comunismo” del que habláis en el que “mediante métodos de
contabilidad pueda calcularse el tiempo de trabajo medio utilizando una medida
monetaria”, además de confirmarnos que el CICA no comprende en absoluto lo que es el
dinero como relación social, nos muestra que esa misma confusión los lleva a la posición
programática de todo el socialismo burgués: utilicemos el dinero por las necesidades de la
contabilidad o como unidad de medida. Lo que sigue es otra perla: “esto significaría que la
distribución social de los productos sigue estando formalmente abstraída del trabajo”.
¡Nunca la distribución social está formalmente abstraída del trabajo! Aunque es difícil
traducir en castellano este lenguaje, que parecería de un economista vulgar utilizando la
terminología de Marx, podemos suponer que habrán querido decir es que es el valor (¡trabajo
abstracto y no abstraído del trabajo!) el que en el capitalismo asegura la distribución social de
los productos y que esto seguiría sucediendo en lo que para ellos es la primera fase del
comunismo. Bien si fuera así ese “comunismo” no será otra cosa que el comunismo del
capital, que la comunidad del capital que hizo funcionar Stalin, porque la dictadura del valor
(del capital) continúa existiendo. El capitalismo seguiría campante y sonante por más que,
como Stalin, el CICA declarase que:”si éste fuese el caso, de ello no se deduce en
absoluto que la reproducción de la forma dinero (sic) pueda, por sí misma, reproducir la
división valor de cambio/valor de uso -y mucho menos la división capital/trabajo” Es
difícil encontrar una defensa tan descarada y reaccionaria del dinero (¡cómo si fuese una solo
una forma!!!) rigiendo toda la sociedad (¡hasta la distribución social!) con una declaración de
14
que eso no es el capitalismo. Stalin decía que el dinero en su socialismo no cumplía estas
funciones, que no tenía este poder, pero nunca se le hubiese ocurrido declarar, como parece
que quisiera hacerlo el CICA en ese muy oscuro lenguaje, que incluso si rige la distribución
social de los productos, pueda no reproducir la mercancía y la explotación.
Lo que sigue luego de la cita efectuada mantiene la totalidad de confusiones terminológicas
que vimos. No queremos aburrir al lector con más citas al respecto. Sin embargo, nos parece
importante subrayar que esta misma neutralidad, que se le atribuye al dinero, como si no fuese
una relación social de producción y que pudiera utilizarse en la primera fase del comunismo
(en base a la típica posición de la economía política de considerar el dinero como “una
medida esencialmente abstracta”), se le atribuyen a las cooperativas o al autogestionismo.
Así se llega hasta sostener que una cooperativa no implica necesariamente el trabajo
asalariado, como tampoco el gestionismo, el cooperativismo o la propiedad pública: “hay que
decir que el valor de cambio no se transforma en capital más que en determinadas
condiciones socialmente determinadas mediante la venta de la fuerza de trabajo con el
fin de invertirse en el trabajo alienado, a cambio de un salario. Por esa razón, por
ejemplo, una cooperativa no implica necesariamente el trabajo alienado, aunque tenga
que reproducirlo cuando se inserta en la competición capitalista. Una sociedad
totalmente organizada como una cooperativa sería una forma híbrida e inestable, que
tendría que decantarse hacia el capitalismo o hacia el comunismo, que implicaría la
posibilidad de una regresión, pero no su necesidad. Con el cooperativismo o
autogestionismo aislado ocurre lo mismo que con la propiedad pública: en función de las
condiciones y relaciones reales en la producción -determinadas ciertamente a nivel de la
totalidad-, estas formas adquieren un contenido capitalista o comunista”. Sin
comentarios, también aquí se va al extremo del socialismo burgués, del “socialismo”
propuesto por los burgueses para los proletarios (típico del programa transitorio de la
socialdemocracia).
Para los revolucionarios ni el cooperativismo, ni el autogestionismo, ni la propiedad pública,
ni en forma aislada, ni tampoco una sociedad totalmente organizada sobre esas bases pueden
tener nada de comunismo. Bien al contrario se trata de variaciones menores, formales,
jurídicas, que no alteran para nada las relaciones sociales capitalistas que siempre fueron el
refugio de los reformistas y de la contrarrevolución. Con este tipo de concesiones al
“socialismo” de la burguesía para los proletarios, el CICA contribuye a la clásica ideología
que ha servido tantas veces para parar la revolución en base a el gestionismo, el
cooperativismo, a las estatizaciones. La doctoral sentencia de que cooperativismo,
autogestionismo o propiedad pública “en función de las condiciones y relaciones reales en
la producción -determinadas ciertamente a nivel de la totalidad-, estas formas adquieren
un contenido capitalista o comunista” se sitúa abiertamente contra la revolución proletaria
negadora de la sociedad burguesa.
Y con esa mezcla rara de clásicas posiciones contrarrevolucionaria se nos acusa de
“vuestra metodología de análisis económico es muy arbitraria y abstracta, confundiendo
categorías y reduciendo el capital a la relación valor de uso-valor de cambio implícita en
la mercancía” ¿Es que realmente leyeron nuestros trabajos? ¿Cuándo y donde hacemos esa
reducción? ¡Jamás reducimos el capital a la relación valor de uso-valor de cambio! Podrían
haber, al menos, citado algo concreto como hacemos nosotros cuando hablamos de
confusiones o de posiciones contrarrevolucionarios.
Lo que hace figura de argumento es esto: “[La Mercancía] no implica, en sí misma, de
modo necesario, la relación del capital, del trabajo alienado, al igual que -como ocurre
con el dinero- no la implicó tampoco en la antigüedad, cuando el capitalismo aún no
15
Este argumento,
concordante con todos los partidarios del socialismo con dinero y mercancía, olvida que de lo
que hablamos no es de la mercancía y el dinero existentes en la periferia de la sociedad o la
que se desarrolla entre comunidades, como era en la antigüedad, sino que estamos hablando
de la sociedad mercantil generalizada y totalmente monetarizada del capital, que estamos
hablando no del dinero como medio de cambio o de circulación sino como valor en proceso,
es decir del dinero transformado en capital y que de lo que se trata es de abolirlo. Contra el
CICA y todos los vericuetos terminológicos de la economía vulgar reafirmemos entonces la
posición clásica en forma clara: toda sociedad productora de mercancías implica capital y
trabajo alienado.
A continuación otra perla de la transición hacia el capital socializado: “El "valor de cambio
desarrollado no es el capital. La existencia de los salarios como tales no indica
existía, en la época de la acumulación primitiva y del mercantilismo”.
necesariamente que persista la explotación capitalista, aunque conlleve, como
posibilidad, el peligro de volver a ella” No y mil veces NO, el desarrollo del valor es
necesariamente capital, la existencia del trabajo asalariado y el capital es exactamente lo
mismo. No solo tenemos divergencias, sino que nuestras posiciones al respecto son totalmente
contrapuestas. Evidentemente que esta contraposición se hace totalmente extensiva a vuestro
análisis de la contrarrevolución en Rusia por eso nosotros no retomamos en “ningún punto
esencial el análisis de los comunistas de consejos clásicos, que siempre han enfatizado
como lo determinante de la comprensión de la Revolución rusa de 1917 y de su devenir
el que el proletariado delegase en una minoría la función de la lucha por su
emancipación” Por el contrario para nosotros fue decisivo el hecho de que tanto en los
bolcheviques, como en los soviets, predominara una política de desarrollo del capital en vez
de lucha de liquidación de la economía mercantil y del ejercicio de una dictadura contra el
valor en proceso (lo que a su vez puede ser explicado, aunque no justificado, por la
correlación de fuerzas internacional). En cuanto al argumento democrático de la delegación,
que utilizara toda la socialdemocracia (ver los desarrollos de Kautsky explicándonos que el
proletariado no debe ejercer la dictadura), lo rechazamos integralmente. Fue la mayoría de los
proletarios que, prisioneros de la concepción socialdemócrata de la transición, apoyó la
política leninista y no la lucha para de destrucción de la sociedad mercantil que habían
esbozado los grupos comunistas de izquierda y que hicieron posible así que el capitalismo se
reimpusiera y reorganizara a todos los niveles de la sociedad rusa.
Dada esta contraposición total en este punto 2 de vuestro desarrollo, los desencuentros y
discrepancias en los puntos que siguen nos parecen totalmente lógicos y no merecen siquiera
ser mencionados (lo que no quiere decir que sean menos importantes como discrepancias)
Nos contentamos con haber leído vuestras afirmaciones, que nos aburrieron bastante por la
ausencia de argumentación y por eso mismo nos parece totalmente ininteresante responder
exhaustivamente.
Frente al lector queremos subrayar solo algunas afirmaciones vuestras haciendo breves
comentarios:
-“Vuestra terminología sobre el "capitalismo mundial" es una abstracción, no es un
concepto concreto que incluye las particularidades desde la óptica de la totalidad. Es
siguiendo éste método acientífico” ¡Cómo si el capitalismo mundial fuese una cuestión de
terminología o de abstracción! Vemos de paso que el CICA utiliza la ciencia como criterio,
nosotros peleamos por su abolición.
-“Vosotr@s no veis con claridad que la mayor pobreza de un país es un indicativo de su
debilidad internacional. Por lo tanto, aunque el capitalismo es mundial, cada país tiene
16
una participación desigual en el mercado y la explotación mundiales, lo que determina
sus posibilidades de desarrollo tanto en el cuadro del capitalismo como de cara a la
transformación comunista De nuevo, estamos ante el problema de las diferencias
nacionales que, según parece, vosotr@s consideráis meros espejismos urdidos por la
burguesía”. Según esta teoría socialdemócrata en Rusia el proletariado no podía luchar por el
comunismo sino que debía conformarse con apoyar las tareas de la burguesía, es la clásica
posición contra la revolución de toda la burguesía. El desarrollo de la revolución proletaria en
el mundo a principios del siglo XX se hizo abiertamente contra esta concepción gradualista,
desarrollista, progresista, decadentista,…: la misma no surgió en los países que la burguesía
considera o denomina (¡porque esta clasificación es eminentemente burguesa!) “más
desarrollados”. Lo mismo había sucedido en el siglo XIX, en el XVIII… y es muy probable
que suceda en el siglo XXI.
- “Cuando aludís a las "dos razones principales" que para vosotr@s causaron la derrota de
la revolución, mencionáis únicamente dos cosas: 1) la no extensión mundial de la
revolución y 2) la ausencia de una dirección comunista organizada (o sea, de una
vanguardia articulada). El desarrollo histórico de la lucha de clases, sobre la base del
desarrollo del capitalismo, queda oculto bajo esos fenómenos y no es estudiado. A esto
precisamente se dedicaron los consejistas para buscar una explicación al fracaso” Nos
parece sumamente malsano llegar a estos extremos en la distorsión de nuestras posiciones,
como si el único objetivo fuese denigrarlas. Se separa lo inseparable y se nos acusa de que en
nuestro análisis queda “oculto bajo esos fenómenos” nada menos que “el desarrollo histórico
de la lucha de clases” como si “la no extensión mundial de revolución y la ausencia de una
dirección comunista” fuesen ideas raras o cuentos de hadas y no la expresión concreta del
desarrollo histórico de la lucha de clases. ¡Aquí los del CICA se pasan de pedantes y al mismo
tiempo de incongruentes!
- “El desarrollo de las tendencias revolucionarias del proletariado no suprime el atraso
económico, político y cultural que constituye las condiciones de la lucha de clases del
país. Además, no es el proletariado en sí mismo, sino la contradicción objetiva entre
trabajo y capital agudizada crecientemente por el propio desarrollo de las fuerzas
productivas técnicas” Subrayamos aquí no solo la vieja teoría de la socialdemocracia sobre el
desarrollo técnico como condición de la revolución, argumento de siempre para decir que las
condiciones no están dadas, sino la reaparición de la vieja contradicción lassalliana y luego
estalinista entre capital y trabajo. Digamos claramente que esa contradicción está resuelta en
el capitalismo, en el trabajo asalariado, en la subsunción del trabajo en el capital. El trabajo es
capital reproduciéndose. ¡Solo quien defiende el trabajo puede pretender que se opone al
capital, que el trabajo está en contradicción con el capital! Es verdad que los trabajadores
luchan contra el capital pero luchan simultáneamente (y aunque no lo sepan) contra el trabajo.
Aquí también vemos una no ruptura del CICA con la concepción socialdemócrata que los
sitúa en continuidad con los partidarios del trabajo, con los “partidos del trabajo”9.
- “Objetivamente, la lucha de clases está propulsada por el desarrollo de la contradicción
entre capital y trabajo, que madura en el seno del propio modo de producción” Aquí vemos
hasta que punto es permanente la confusión entre lucha de clases y “contradicción entre
capital y trabajo”. Resumamos claritas las posiciones revolucionarias en contraposición a
esto: No es el trabajo quien está en contradicción con el capital, sino el trabajador (¡o mejor
dicho el ser humano!) y éste no está solamente en contradicción con el capital, sino con el
9
Ver acerca de los partidos del trabajo nuestro número “Contra el trabajo” Comunismo número 12.
17
trabajo mismo. Implícitamente el CICA se define a favor del trabajo y nosotros por su
abolición.
-“a nivel de la economía, vosotr@s veis lo principal en las formas del mercado; a nivel de
la política, en la actuación de los partidos en el poder; a nivel de la conciencia, en la
"dirección" ideológica elaborada por la vanguardia” Lo que precede es una distorsión
general de todas nuestras posiciones, estas afirmaciones salen de la cabeza de los del CICA,
no hay ninguna afirmación nuestra que dice nada de esto. Pero no pensamos que se trata de
pura falsificación sino de la permanente confusión que hacen los del CICA en los conceptos.
Así nosotros nunca hablamos de las formas de mercado (¿Dónde?¿cuando?) esa formulación
es una pura invención del CICA. Nosotros hablamos, por el contrario, de sociedad mercantil,
de la sociedad productora de mercancías y el dinero, que para el CICA esto esté en la esfera
del mercado es su propia confusión, para nosotros se trata de la mismísima reproducción de
las propias relaciones capitalistas. Lo mismo sucede con la política, la consciencia, la
ideología. Nosotros hablamos de programa y para el CICA es una cuestión ideológica y para
nosotros de lucha práctica. Hablamos de partido y para nosotros es una cuestión de
constitución en fuerza y para el CICA de organización formal. Hablamos de la dirección y
para nosotros es una cuestión esencialmente práctica y para el CICA virtual. Hablamos de la
contraposición entre luchar por desarrollar el capitalismo o luchar por su abolición y para el
CICA todo eso no es más que una cuestión ideológica. En fin, cuando hablamos de los
bolcheviques y su política contrarrevolucionaria, para nosotros es una cuestión de relación de
fuerzas eminentemente práctica y para el CICA es una cuestión de “dirección ideológica
elaborada por la vanguardia” Por eso es sumamente trabajoso y difícil responderles porque
son ellos los que redefinen socialdemocráticamente todo lo que nosotros afirmamos. Por eso
no nos reconocemos en las afirmaciones que nos atribuyen y luego critican.
“Todas las concepciones prácticas del leninismo sobre la lucha de clases son la expresión
de los intereses de la Intelectualidad sobre el proletariado, no la expresión de los
intereses de clase del proletariado -como, hasta cierto punto, sí habían sido los partidos
socialdemócratas moderados en la lucha por reformas (a pesar de sus orígenes
semiburgueses)”. No estamos en absoluto de acuerdo en que exista una tercera clase que
sería la intelectualidad y que tuviese intereses propios, esta posición la consideramos
simplemente inconsecuente y absurda. Pero nos parece mucho más grave lo que se dice
después, que los partidos socialdemócratas expresaban los intereses de clases del proletariado.
En contraposición con el CICA nosotros consideramos que la socialdemocracia no expresa
nunca los intereses de clase del proletariado, sino bien por el contrario los intereses burgueses
en domar al proletariado y hacerlo sumiso trabajador. Agreguemos para concluir el punto que
el proletariado no lucha por reforma sino por vivir mejor y, contra sus enemigos, no piden
reformas sino que exigen reivindicaciones. Es la socialdemocracia la que transforma esas
reivindicaciones en reformas, es la socialdemocracia como partido burgués para los
proletarios la que identifica la reivindicación con la canalización estatal y burguesa de la
misma, con la reforma. Por eso, para la socialdemocracia el proletariado lucha por reformas y
el CICA, al repetir con toda la contrarrevolución esa frasecita, contribuye a la vieja confusión
socialdemócrata con la que ese partido canalizaba y oprimía al proletariado.
-“Para vosotr@s las vacilaciones del partido bolchevique se explican porque él mismo era
"el resultado de una unidad sin principios y de la inexistencia de un programa
verdaderamente revolucionario". Para nosotros se explican por su naturaleza de clase,
determinada por su composición y, fundamentalmente, por su praxis. La "unidad sin
18
principios" y la "inexistencia" del programa revolucionario son sólo el reflexo teórico de la
contradicción de clase entre la praxis bolchevique y la emancipación de l@s proletari@s,
de l@s cuales agrupaba a parte de l@s más avanzad@s” Aquí vemos bien que el
CICA leyó nuestros textos asimilando programa revolucionario a reflejo teórico y unidad sin
principios a algo ideológico, sin entender para nada que para nosotros el programa
revolucionario no es un conjunto de recetas, ni una plataforma de acuerdo de un grupo formal,
sino la práctica social concreta, la praxis. En el caso concreto de los bolchevique, el programa
real fue el desarrollo del trabajo y el capital, del taylorismo y el comercio, utilizando
diferentes argumentaciones pretextos e ideologías. Véase al respecto la Presentación de
nuestras Tesis de Orientación programática. Por lo tanto la contraposición que hace el CICA
entre reflejo teórico y praxis, y que puede parecer tan correcta, no es en este caso más que un
círculo vicioso ideológico.
- “Vuestra crítica del bolchevismo es, por tanto, fundamentalmente ideológica, no de clase.
No reconocéis que el partido bolchevique era un partido revolucionario sólo en el sentido
burgués” Así esta conclusión que extraéis es producto del circulo vicioso ideológico en el que
os habéis enredado. Nuestra crítica de los bolcheviques no parte para nada de la ideología,
sino que es eminentemente práctica. Criticamos toda la política económica y social que
realizaron, así como la política internacional. Pero como esa política está sustentada en una
concepción, en la concepción socialdemócrata del mundo, hacemos la crítica de esa ideología,
continuando, incluso aquí, el trabajo de crítica a esa misma ideología (“¡alemana!”) que Marx
y Engels habían iniciado. Y por supuesto que no llegamos a esa absurda conclusión de que los
bolcheviques eran un partido revolucionario burgués. Absurda, porque para nosotros la
burguesía no es revolucionaria10, ni ninguno de sus partidos lo son. Absurda porque, como
suponemos sabéis perfectamente, dicha posición implica negar el carácter proletario de la
revolución en Rusia, como hace la socialdemocracia en general, y sus fracciones consejistas
de derecha (ver la KAI y sus tentativas de Cuarta Internacional) en particular, afirmando que
en Rusia solo hubo una revolución burguesa.
“Vuestra crítica del bolchevismo como "utopía reaccionaria" radica en que vosotr@s
reducís el cuestionamiento del capitalismo al cuestionamiento del capital como relación,
sin tener en cuenta las condiciones históricas. Aunque creemos estar de acuerdo con
vosotr@s sobre el punto de que, en esos momentos históricos de la primera postguerra,
se abre el declive del capitalismo, esto no significa que el capitalismo se vuelva entonces
absolutamente reaccionario y, por consiguiente, tampoco los intentos por compensar la
tendencia creciente al derrumbe” Aquí tenemos otro ejemplo sublime de distorsión de todas
nuestras posiciones. Si bien entre el cuestionamiento del capitalismo y del capital como
relación no vemos la diferencia que vosotros hacéis, nosotros tenemos totalmente en cuenta
las condiciones históricas pero no en términos nacionales como hacéis vosotros. Pero en lo
que creen estar de acuerdo nosotros no lo estamos en absoluto, tanto porque rechazamos
totalmente la teoría del declive del capitalismo, como porque rechazamos la división entre
capitalismo progresista y reaccionario de la socialdemocracia.
10
En realidad eso de burguesía revolucionaria es siempre una confusión socialdemócrata. Frente al proletariado
la burguesía siempre es contrarrevolucionaria. ¡No solo en el siglo XX, sino desde su origen! Decir
“burguesía revolucionaria” siempre contribuye a confundir, por eso nosotros no lo utilizamos. En todo rigor solo
tiene sentido en el sentido en que la burguesía está obligada en permanencia a revolucionar las fuerzas
productivas y el modo inmediato de producción. Recordemos, en fin, que incluso esa revolución del modo
inmediato de producción no es neutro y que en general está determinado por la competencia, por la necesidad de
contrarrestar la tendencia al descenso de la tasa de ganancia, y que en la mayoría de los casos implica un
aumento de la tasa de explotación contra la cual lucha el proletariado.
19
-“la apreciación de que el capitalismo es ingobernable debido a sus determinaciones
internas hay que situarla en el terreno histórico concreto y no es una premisa de la cual
se pueda deducir directamente ninguna política, como vosotr@s pretendéis. Llegáis a
este tipo de conclusiones buscando una explicación "lógica" a la política bolchevique y,
por tanto, una crítica y una superación "lógicas", precisamente porque no enfrentáis el
bolchevismo como un todo, como una praxis burguesa. Al actuar así desplazáis el centro
de gravedad de la crítica del bolchevismo de la práctica a la teoría, de la forma partido a
la dirección político-ideológica, del análisis histórico a la lógica abstracta” . Lo que es
absolutamente esencial y general en el capitalismo, a saber que la producción es privada y
solo se hace social a través del cambio y que determina el caos permanente de esa forma
social, es totalmente banalizado por el CICA como algo que dependería del “terreno histórico
concreto”. Se le da así la espalda al proyecto mismo de la dictadura del proletariado como
dictadura social contra el valor, como destrucción de esa anarquía generalizada. Por eso, en
vez de entender que la política de desarrollo del capital de los bolcheviques terminó
dirigiendo la política económica y social de ese partido, es decir que la dictadura del capital
siguió primando a través de los bolcheviques, construís una explicación formal basada en la
falta de democracia obrera. El CICA se encuentra así en la incómoda compañía de toda la
socialdemocracia que, desde Noske a Kautsky, reprocha a los bolcheviques el ser dictadores
antidemocráticos y “explica”, así, la opresión, que a partir de ahí se desarrolla, como producto
del “antidemocratismo” bolchevique, como lo hace toda la burguesía mundial. La
coincidencia del CICA con la socialdemocracia es evidentemente el resultado inevitable de un
producto de negar la dictadura de clase, como destrucción despótica (¡clásica expresión de
Marx que confiesan desconocer!) de las relaciones de producción basadas en el valor.
“La idea de que el capital funciona como un "sujeto histórico" es políticamente peligrosa,
porque tiende a considerar la dominación del capital como una realidad por encima de las
clases. El concepto de "sujeto histórico" es altamente hegeliano. La totalidad es, para
Hegel, un sujeto-objeto total. Marx superó esta posición abstracta al concretar su análisis
de las clases sociales y de su lucha como sujetos de la historia (y al reemplazar la
abstracción de la realización fantástica del espíritu a través de las fuerzas materiales de
la historia por el estudio del desarrollo histórico de las fuerzas productivas” Es coherente
que con esta concepción neguéis como hegeliano, lo que Marx pasó toda su vida a poner en
evidencia, que el capital es el verdadero sujeto de la historia capitalista (¡la cantidad de
capítulos, secciones y libros en que Marx utiliza “El capital” como sujeto!) y que sus
gestionarios son necesariamente sometidos a su lógica. ¡Fue la socialdemocracia que quiso
deshegelizar a Marx!, ¡cómo también le quisieron sacar su blanquismo, su crítica a la ciencia,
al positivismo, a Proudhon, a Compte! Así por todas partes el CICA opone lo concreto, lo
real, a lo abstracto, como si la sociedad misma no hiciese permanentemente abstracción de lo
humano, como si el trabajo abstracto fuese solo una invención del espíritu y no una realidad
social11. Por eso juzgan lo que nosotros exponemos sobre el capitalismo mundial como una
11
“El conocimiento general no implica el conocimiento de las partes. Lo estrictamente particular, las
singularidades, no aparecen aquí. Es necesario volver, una y otra vez, sobre la realidad concreta de cada caso
para llegar a captar la realidad como un todo concreto, y hacerlo en cada momento y parte de la totalidad
global en proceso. De lo contrario, sólo se ven abstracciones por todas partes que, por verdaderas que sean en
términos relativos, no nos conducen al conocimiento concreto de la realidad, sino que nos llevan a la
transposición de ideas preconcebidas como método de análisis. Y esta abstracción de los análisis, que no tiene
en cuenta las particularidades, es una expresión de la separación de la práctica social (separación subjetiva,
objetiva, o las dos cosas a la vez), porque la práctica siempre es concreta” Esta contraposición en las ideas entre
lo concreto, como real y práctico, y lo abstracto como inexistente es típica del materialismo vulgar y aparece en
el mismo trabajo que criticamos. ¡Cómo si la puesta en evidencia del trabajo abstracto no hubiese contribuido al
conocimiento de la realidad concreta!
20
abstracción irreal, como vimos antes. Y cuando admiten lo abstracto como parte de la realidad
lo hacen de tan mala gana como si solo fuesen siempre expresiones o reflejos y no potencias
sociales reales: “El valor es la expresión abstracta del tiempo de trabajo invertido en los
productos sociales” . En la vida de la sociedad burguesa, el valor no es ninguna expresión
abstracta de nada, sino que es esencialmente trabajo abstracto bien real y en su dinámica
esencial (valor valorizándose) el verdadero dictador de esta sociedad. Los bolcheviques
querían dirigir al capitalismo, pero no hicieron más que ser dirigidos por él. Por último, en
esta cita resulta cómico, si no fuera trágica, la contraposición que hacéis entre el capital y las
clases cuando nos reprocháis de “considerar la dominación del capital como una realidad
por encima de las clases” No sabemos que entiende el CICA por capital, ni tampoco
entendemos lo que es para ellos una clase social, pero esta frase denota que están enterrados
en el limbo ideológico burgués: ¡el capital no es algo diferente ni separado de las clases! Todo
lo contrario, el capital es, en la sociedad burguesa, la clave de la contraposición de clases, la
burguesía como clase propietaria y representante de su reproducción ampliada, el proletariado
como clase explotada y oprimida por el mismo. Hasta en el abc del abc el CICA parece más
próximo de la economía política vulgarizada que de la obra de crítica de la economía política
realizada por los comunistas. ¡La dominación del capital no sería, según ellos, dominación de
clase, como nosotros afirmamos, sino una realidad diferente y que estaría por encima de las
clases!
-“Al regimentar el mercado no se le elimina, como no se eliminan sus categorías
económicas básicas (mercancía, dinero, cambio), determinadas por las relaciones de
producción del trabajo alienado asalariado” ¡Es sorprendentemente que sea de esta forma;
como el CICA entendió nuestras posiciones! En vez de entender que, para nosotros, se trata
de abolir el mercado con todas sus categorías, el CICA nos atribuye la loca idea de querer
regimentarlo. Como en todo lo que es decisivo, no citan nada concreto para atribuirnos algo
tan absurdo. La abolición del trabajo enajenado es exactamente el mismo proceso que la
abolición del mercado, del dinero, del cambio. El objetivo de la dictadura del proletariado es
precisamente ese, sin esa abolición de toda la sociedad mercantil la dictadura que persiste es,
inequívoca e invariantemente, la dictadura del capital.
“Pero es preciso tener en cuenta que, en su contexto, esta medida fue progresiva, y de
hecho permitió un enorme desarrollo de las fuerzas productivas en la URSS. Tampoco
por casualidad la tendencia al capitalismo de Estado se desarrolló a escala mundial…” ¡Es
decir el CICA subraya el progresismo de las medidas bolcheviques en nombre del enorme
desarrollo de las fuerzas productivas de URSS! Se olvidan de agregar que esta obra
progresiva no fue neutra sino progreso burgués. El mismo se basó en la liquidación de los
grupos y militantes revolucionarios, en el desarrollo de la industria y la industrialización del
agro y porqué no decirlo clarito en la regimentación totalitaria de la fuerza de trabajo, en la
masificación de los campos de trabajo, en el stajanovismo, en la represión abierta de todo
aquel que resistía a ese progreso. ¿Por qué el CICA olvida que el progreso y el progresismo
incluyen a esos campos de concentración estalinista? También ocultan que: ¡La lucha
revolucionaria se desarrolla siempre en contraposición al progreso del capital! ¡Y contra todos
los progresistas!
“Desde el punto de vista de la revolución proletaria, tiene escaso valor vuestra
insistencia en diferenciar a Lenin de Stalin e intentar explicar la praxis leninista sobre la
base de errores teóricos” Hay también afirmaciones como estas que son puro invento, en
21
todo caso nosotros no hacemos para nada esa diferencia entre los personajes Lenin y Stalin,
aunque si distinguimos entre la época en que Lenin dirigía el estado ruso y había gran
resistencia proletaria y la época en que Stalin, como jefe de estado, luego de culminar la obra
represiva de la era de Lenin, eliminando toda resistencia, logra consolidar a la URSS como el
mayor campo de concentración y reproducción de capital de la historia de la humanidad.
Tampoco explicamos la práctica leninista por errores teóricos de Lenin, sino que, al explicar
la contrarrevolución como resultado internacional de la correlación de fuerzas, resulta
sumamente importante ilustrar como esa relación entre las clases se cristaliza en la
predominancia práctica de la concepción socialdemócrata expresada por Lenin. La política
económica y social de los bolcheviques fue una potencia totalmente práctica. Una vez más no
es la ideología la que explica la historia, pero la misma juega un papel decisivo en la
correlación de fuerzas entre las clases cuando se apodera de las masas insurrectas y en base a
ella se las somete al trabajo y a la reconstitución del capital. Es una posición totalmente
materialista vulgar (además típica del dualismo burgués) el considerar que la ideología es solo
un conjunto de ideas y que no se transforma en fuerza material. Es totalmente nefasta, cuando
se desconoce la función de la misma en la dirección que asume el poder surgido de una
revolución proletaria, pues es precisamente esa concepción que guía la práctica del partido
gobernante tanto en lo que se refiere a la política económica y social de ese país (política de
desarrollo del capital y no de destrucción del mismo) como la que dirige la política
internacional de los partidos “comunistas” de todo el mundo. Resulta imbécil negarse a ver la
coherencia ideológica contrarrevolucionaria de la política nacional e internacional
bolchevique. Se oculta todo balance si no se tiene en cuenta el hecho de que décadas de
práctica socialdemócrata de ese partido habían producido una política socialdemócrata
práctica incapaz de dirigir una revolución social o más aún una concepción que dominaba
todo el partido y que liquidó la revolución en nombre del progreso y el desarrollo de las
fuerzas productivas del capital. Toda la apología del trabajo, de que el capitalismo de estado y
el capitalismo a secas sería un progreso en Rusia, de que se debe utilizar el taylorismo,… solo
se pudiera haber considerado una simple cuestión ideológica si esa concepción no hubiese
guiado toda la política económica y social del estado en Rusia desde que los bolcheviques
dirigieron el gobierno.
El CICA en vez de analizar las contradicciones del partido bolchevique como expresión y
límite del movimiento social, entre necesidades del proletariado y límites ideológicos de sus
dirigentes formales, contrapone al proletariado y aparentemente su vanguardia con dicho
partido. Así dicho grupo se pliega a los lamentos de todos los antisustitucionistas
reprochándole a los bolcheviques el no haberse contentado con difundir ideas que como
vimos es la única tarea que se propone el CICA para no ser sustitucionista. Concretamente le
reprocha a aquel partido: ¡El haber tomado la dirección del movimiento insurreccional! “El
que el partido bolchevique tomase el poder de dirección sobre el movimiento
revolucionario no indica en absoluto que fuese la vanguardia real, sino sólo que ocupó su
lugar: el sustitucionismo no sólo se puede ejercer en perjuicio de la masa, sino también
de la vanguardia” Como vemos se utiliza los clásicos argumentos socialdemócratas y
antiautoritarios del sustitucionismo como explicación complementaria de la vieja teoría de
Plejanov sobre la falta de condiciones para hacer la revolución. “Para nosotr@s, el fracaso
de la revolución proletaria rusa de 1917 radica en la ausencia de las condiciones
necesarias a escala nacional y a escala mundial” ¡SIC, SIC! La misma sabiduría de siempre
que conduce a las afirmaciones de nuestros enemigos. Al “no hay que luchar por la revolución
porque es imposible”, al “no había que tomar las armas” de Plejanov, al “no había que asumir
tareas que el conjunto de los obreros no querían….” como la propia insurrección de octubre.
22
Son también los mismos argumentos de la socialdemocracia, de la vieja estructura
bolchevique oponiéndose, con Kamenev y Zinoviev a la cabeza, a la insurrección de octubre.
Estamos en las antípodas de lo que consideramos posiciones revolucionarias. El CICA no
rompió con la democracia, no rompió con las concepciones socialdemócratas en ninguno de
las grandes cuestiones. El programa de transición del CICA es claramente burgués al imaginar
las primeras fases del comunismo con dinero, mercancía, etc. La crítica que hacen a los
bolcheviques es la típica de la democracia, de la socialdemocracia. En Rusia hubiesen estado
contra la insurrección misma y luego con la política burguesa de los bolcheviques aunque con
el discurso democrático de los partidos del socialismo burgués. Con la apología que hacen al
consejismo, como que los consejos son los garantes de la revolución, no hubiesen estado, ni
estarán, al lado de las vanguardías proletarias en su lucha por el asociacionismo proletario. No
hubiesen estado al lado de todos aquellos que comprendieron que los consejos se
transformaban en organizaciones decisivas para la instauración de la contrarrevolución
democrática y que, luego de haber luchado contra esta transformación, llamaban a organizarse
a fuera y en contra de estos, denunciandolos como parlamentos obreros, como últimos
valuartes de la contrarrevolución.
Hoy tal como ayer, ese conjunto de concepciones socialdemócratas que el CICA defiende y
expone en sus documentos, solo pueden servir contra la revolución proletaria.
RESPUESTA A LA CRÍTICA DEL CICA
Saludos compañeros!
Os escribo en respuesta al texto que habéis redactado para responder a la crítica del CICA.
Antes de nada anotar que me parece, efectivamente, importante y muy positivo el ir asumiendo la
participación colectiva en diversas tareas (como la de los textos que comentáis).
Me he tomado un tiempo para leer vuestro texto y me parece muy bueno. Se le da palo y bien clarito
a los más importantes aspectos socialdemócratas que defiende esta agrupación (progresismodecadentismo, democratismo, consejismo, ideología antisustitucionista…). No me ha sido posible leer
el texto de la CICA, pero conozco a rasgos generales sus posiciones pues ya he leído diversos
materiales que han caído en mis manos.
Solo hay un aspecto que creo que habéis pasado por alto y sería conveniente si quiera darle
un pequeño zarandeo.
El elemento en cuestión aparece cuando comentan
“… Desde hace décadas se viene constatando que éste ya no es un sistema social progresivo, sino
que, para subsistir, necesita incrementar de modo persistente, continuo y creciente la explotación y la
opresión de la clase obrera (considerada en sentido amplio). Incremento que se manifiesta tanto en
las formas generales de explotación y opresión de clase, como en las formas particulares -de género,
nacionales, culturales, etc.-, al mismo tiempo que se intensifica la proletarización de todos los
sectores del trabajo social”
23
En este párrafo, además de advertirse la ideología decadentista se puede constatar una clara
concesión a la socialdemocracia cuando se afirma “Incremento que se manifiesta tanto en las formas
generales de explotación y opresión de clase, como en las formas particulares -de género,
nacionales, culturales, etc.”. La expresión en sí es ambigua y puede darse a entender dos
interpretaciones diferentes. Sin embargo, y eso a pesar de que una es más nefasta que otra, las dos
son falsas.
Por un lado se puede interpretar lo siguiente. Que existen unas forma general de explotación y
opresión de clase, y otras formas particulares en las que esta explotación y opresión de clase se
manifiesta, a saber: “de género, nacionales, culturales, etc.” Es verdad que la explotación y opresión
de nuestra clase, su contenido, se materializa en formas particulares (siendo algunas más generales
que otras). Pero estas formas en las que se materializa en absoluto son de género, nacionales, ni
culturales. Afirmar que en tal "nación" o "cultura" se aplique tal forma particular de explotación de
clase es algo totalmente irreal porque el capital en muchas ocasiones combina sus formas de
explotación incluso dentro de una misma empresa, y además dentro de una misma empresa
cohabitan esas supuestas culturas y géneros.
Por otro lado se puede dar a entender algo mucho peor todavía. Que la explotación y opresión se
presenta por un lado en formas generales como explotación y opresión de clase, y en forma
particulares como explotación y opresión “de género, nacionales, culturales, etc.” Se admite así que
existen naciones opresoras y naciones oprimidas, un género oprimiendo a otro, una cultura
oprimiendo a otra… Se abre así de par en par la puerta al interclasismo, al abandono de nuestro
terreno de clase.
Un texto en su sección de “nuestros textos” llamado “Comentarios críticos a Lucha de clases y nación
de Anton Pannekoek” firmado por un tal Roi Ferrero (miembro principal junto a un tal Ricardo Fuego
del CICA) se abraza sutilmente a esta última interpretación.
Eso es todo de momento. Un abrazo.
SEGUNDA RESPUESTA AL CICA
Hemos leído, y leeremos colectivamente con mayor atención, la nueva carta (de 2 miembros) del CICA
de casi 60 páginas. A pesar de que nuestra carta anterior parece haberlos sacudido algo, provocado
alguna conciencia, al menos primaria y parcial, de que el CICA no ha roto con la concepción de base de
la socialdemocracia y la concepción estalinista de transición al socialismo12; y a pesar de que dicha
agrupación hace todo lo posible para mostrarse muy abierta a la discusión13, nosotros no vemos en esa
respuesta ninguna ruptura significativa con la concepción que criticamos en nuestra carta anterior.
Nosotros no entendemos por capitalismo, ni por comunismo, ni por lucha revolucionaria, lo
mismo que el CICA14. La trayectoria en la que nosotros nos situamos, desde el comunismo histórico al
comunismo futuro, no tiene nada en común con la concepción que el CICA defiende. Esto lo
12
“Puede que nosotros tengamos todavía que deshacernos de algo de la herencia socialdemócrata y reformista”; “Si hemos de
reconocer que nuestra afirmación, cuando dice que ‘la existencia de los salarios como tales no indica necesariamente que
persista la explotación capitalista’…debería corregirse…. En esto tenéis razón,…no sería un salario”.
13
“…aunque el GCI esté imbuido de contradicciones y de rasgos sectarios, no deja de ser un agrupamiento revolucionario
sincero,… animamos a la gente del GCI a, colectiva o individualmente, intentar llegar a una mayor aproximación, … y les
recordamos que el proyecto del CICA sigue abierto a cualquiera que pueda concordar con lo esencial de sus líneas de
orientación y cooperar en las tareas propuestas”.
14
“…las tesis del GCI le conducen a la perspectiva de que la revolución sería el único programa del proletariado para todos
los tiempos” “estáis confundiendo la lucha de clases con la lucha contra el capital y promoviendo dicha confusión”, “nuestra
divergencia radica en que consideráis la categoría mercancía y no la categoría capital como el rasgo definitorio de la sociedad
existente”.
24
explicamos globalmente en nuestra respuesta anterior y esta carta del CICA no hace más que confirmar
lo que afirmamos entonces, párrafo tras párrafo y en los principales conceptos utilizados: capital,
capitalismo, trabajo, revolución burguesa, decadencia… Por ello, no consideramos pertinente, dado que
sería una pérdida innecesaria de energías, el entrar en una respuesta detallada y conceptual de las
afirmaciones, distorsiones o confusiones que los miembros del CICA realizan en esa carta. Habría que
empezar nuevamente por el ABC redefiniendo cada punto y contraponiendo socialdemocracia y crítica
revolucionaria. Los vericuetos ideológicos y terminológicos del CICA son tan rocambolescos, que sería
cuestión de nunca acabar15. Pero si algún compañero o/y contacto quisiera hacerlo, pensamos que puede
encontrar más de un sujeto cuya respuesta pueda contribuir a afirmar y clarificar la ruptura entre
comunismo o socialdemocracia. El GCI como grupo tiene otras prioridades y por otra parte la mayoría
de las cuestiones conceptuales tratadas en la carta del CICA se encuentran sea respondidas en la carta
anterior, sea tratadas en otros materiales ya publicados por nuestro grupo. Por último, existen puntos en
los que todavía no hemos podido insistir lo suficiente y que esperamos hacerlo a la brevedad en nuestros
materiales futuros. Nos referimos a otros puntos que siguen siendo común denominador en la ideología
de la socialdemocracia y cuya crítica no ha sido todavía bien formulada por grupos comunistas.
Ejemplo: el mito de la revolución burguesa y particularmente el de la llamada revolución francesa.
-G.C.I.-
15
“No es el Comunismo el que llega a los individuos, sino los individuos los que, a través de su acción, crean el comunismo,
como exteriorización práctica de sus necesidades”, “no os oponéis al bolchevismo porque sea burgués, sino meramente por
las políticas contrarrevolucionarias”, “la democracia obrera se funda en el desarrollo de la autoactividad de los proletarios”,
“la incapacidad del GCI de distinguir entre alienación y autoalienación, o entre la alineación inducida por las condiciones
naturales y la socialmente creada por el modo de actividad de los propios individuos”.
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