política - Uruguay Educa

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- 1Dr. Miguel Angel Peña Fernández
Noviembre, 2008
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Grecia: La política como administración de la controversia
La política encierra conflicto y no raramente, crisis profunda. Grecia, un país muy pobre,
vivía permanentemente ante la débil línea que divía la conviencia de la ruptura. La
polarización entre los “pocos” (los más ricos) y los “muchos” requería un permanente
ejercicio en la búsqueda del equilibrio.
Este
sentido del equilibrio de la administración de la
controversia, de la convivencia entre los "muchos" y los
"pocos" (los dos bloques de opinión posible en una vida
política que no conoció a los partidos) en un clima de altísima
responsabilidad política, es particularmente visible en
Tucídides. Para él, el Estado no es una estructura estática y
en reposo. Lo mismo en el aspecto constitucional y político
que en lo económico y espiritual, es el Estado una especie de
armonía de oposiciones naturales y necesaria.
Y resulta oportuno que, hablando en términos modernos, los
griegos buscaron tenazmente darle una base social a sus
sistema político. La pobreza del suelo griego hizo siempre
difícil este ideal y a la larga incidiría en la decadencia de la
polis. De ahí la amenaza constante de la stasis. Para que
funcionase una sociedad así, para que no se escindiese, era necesario un amplio consenso, un sentido
comunitario y una voluntariedad auténtica de vivir según ciertas normas tradicionales. Aceptar el dictamen
de las autoridades legítimamente constituidas y hacer cambios sólo tras debates abiertos con los
consensos consiguientes. Se trataba de asumir un compromiso, de aceptar ciertas reglas de juego básicas
que dieran cohesión a la vida comunitaria. En otras palabras, subsumir los intereses individuales o
sectoriales en reglas libremente consentidas que aseguraran la supervivencia de la vida en común.
Una cultura basada en la oralidad
Otro aspecto relevante es el carácter oral de la cultura griega. Recordemos que Sócrates jamás escribió
una línea y su discurrir filosófico se desarrollaba en diálogos con sus conciudadanos. Resulta de interés
para nuestros tiempos, en que los medios de comunicación nos alejan de la "galaxia Gutemberg", de la
primacía del texto impreso, que ha marcado a la cultura moderna de manera tan profunda desde el
Renacimiento. "La palabra viva, alada, recupera lentamente la preeminencia de que gozara en la
Antigüedad", señala Marrou, quien se pregunta: "¿Acaso no ha ocurrido ya en política?". Un reportaje
televisivo a un dirigente político tiene tanta importancia y proyección como antes un panfleto o un folleto
partidista. [1]
La política griega era esencialmente oral. En primer lugar, porque los ciudadanos participaban directamente
en el gobierno. No existía el escriba, como en las civilizaciones del Cercano Oriente. En segundo lugar, por
la natural inclinación del griego a intercambiar ideas con sus semejantes. La imprenta aún tardaría muchos
siglos en aparecer, los lbros eran difícil de copiar. Además, el texto escrito no tenía sentido en una
comunidad cuyos integrantes estaban en permanente contacto entre sí.
El griego prefería hablar y oir. Lo demuestra su original arquitectura, sus teatros abiertos, los edificios de las
asambleas y sobre todo, la más característica de todas las construcciones griegas, la stoa, pórtico o
deambulatorio de techumbre sostenida por columnas ideada para brindar un espacio donde caminar y
- 2conversar. [2]
Es por eso que Platón, a pesar de haber sido un empedernido escritor, manifestaba su desconfianza hacia
los libros. A éstos no se les puede hacer preguntas --decía-- por lo que sus ideas están cerradas a ulteriores
correcciones y afinamientos.
La importancia de la comunicación oral subraya la significación política del ostracismo, instituido en Atenas
por Clístenes, que requería el voto conforme de 6.000 ciudadanos y que implicaba el alejamiento por diez
año de todo "ciudadano" considerado peligroso para la estabilidad política de la ciudad (por ejemplo, si
llegaba a concentrar tal poder en sus manos, que pudiera mediante un "golpe de Estado", derrumbar la
democracia). El ostracismo (cuyo nombre viene de ostrakon o pieza de cerámica donde se escribía el
nombre del candidato a sufrir esta medida) no era considerado una afrenta ni una medida ignominiosa por
lo que difiere de nuestro concepto actual de exilio. Dada la preeminencia de la comunicación oral, este
alejamiento le impedía al señalado por tal decisión, comunicar sus ideas a sus "conciudadanos" por lo que
quedaba automáticamente relegado de la vida política de la ciudad.
Originalidad
Los griegos fueron originales en casi todos los campos en que se aventuraron. No tenían antecedentes. No
tenían de quien aprender. Sólo contaban con su propia autoridad, apoyándose únicamente en sus
facultades mentales. Esto resulta particularmente evidente en la política.
Enfrentada Atenas a uno de los períodos más difíciles en cuanto a agitaciones sociales, en el año 594 antes
de nuestra era, fue elegido Solón (como fruto de un acuerdo, por supuesto). Se le encomendó lo que hoy
llamaríamos la "reforma del Estado". Fue escogido espontáneamente por los atenienses y una vez
terminada su obra, Solón se alejó de Atenas para que los atenienses actuaran por sí mismos y lejos de su
presencia perturbadora.
Por cierto que Solón consideraba que la justicia (aspecto esencial que los griegos vinculaban a la política)
era de origen divino. Pero jamás se les ocurrió pensar que Solón actuaba bajo inspiración divina o por
mandato de alguna divinidad. Su obra fue esencialmente "laica" (como diríamos hoy). Notable contaste con
el Código de Hammurabi, quien se consideraba actuando en nombre de los dioses, en una obra que
pretendía inmutable e impuesta "desde arriba" a sus súbditos.
Sin ortodoxia ni herejías
Heródoto nos habla de la "comunidad de templos", pero no dice "creencias", "credo" o "teología". No puede
haber ningún estudio de la teología griega sencillamente porque ésta no tenía lugar en la cultura griega. No
había una iglesia central. El oráculo de Delfos daba sugerencias, pero no "doctrina". No había por tanto,
lugar para una ortodoxia y consecuentemente, tampoco había motivo para la herejía (la condena a la pena
de muerte a Sócrates, constituye un caso excepcional que merecería un estudio aparte). En consecuencia,
el
pensamiento
político
pudo
desarrollarse
libremente,
sin
ataduras
ni
sujeciones.
Política y educación
La política, o politeia, (Πολιτεια) se hallaba íntimamente vinculada a la educación o paideia (Παιδεια)
[3]. Resulta ilustrativo señalar que en griego moderno, la palabra politeuma, con la misma raíz que "polis" o
"política", equivale a educación o cultura, último efecto de esa antigua unidad de vida.
En su desarrollo intelectual, los griegos llegaron a una profundidad tal que la politeia se desarrollaba a partir
de la fecunda relación entre areté (valor o virtud) -concepto fundamental en la ética socrática-- y episteme,
ciencia, no en el sentido moderno de conocimiento científico, sino de sabiduría vinculada al significado
espiritual de los valores.
Si bien hablaron también de una techné política, el término techné hacía referencia a toda profesión
práctica, basada en determinados conocimientos especiales. La exquisita escultoria de un Fidias o la
habilidad del mejor timonel del Egeo eran, en última instancia, una techné.
- 3Por ello Platón utiliza la palabra epistemé, para destacar el hecho de que este "arte" político tiene como
base una verdadera sabiduría, cuya meta es la formación moral del hombre, enseñándole a vivir sin
cometer injusticias o la menor cantidad de injusticias posibles.
El legado
La política griega, la politeia, era un producto de la polis, de donde deriva su raíz etimológica. De ahí que el
gran corte en la historia del pensamiento político de occidente, está en la desaparición de la polis.
Contamos con un denso legado griego en el campo de la Teoría Política, pero no hay un legado
institucional. Como nos recuerda Sabine [4], con Alejandro Magno comienza el hombre como individuo. En
adelante, desgajado del marco de la polis, tendría que aprender a rgular su propia vida como sus relaciones
con otros individuos.
No es posible abordar la historia de Grecia sin apasionamiento. Este pueblo tan pobre, tan austero, tan
cercano y tan lejano, sigue proyectando su paideia política sobre tiempos tan difíciles como los nuestros.
NOTAS
[1] M .I. Finley, en "Introducción", en M. I. Finley (Ed.) "El legado de Grecia. Una nueva valoración". Cit.
pág. 27 y ss.
[2] Id.
[3] "La estructura de toda sociedad descansa en las leyes y normas escritas o no escritas que la unen y
ligan a sus miembros. Así toda educación es el producto de la conciencia viva de una norma que rige una
comunidad humana, lo mismo si se trata de la familia, de una clase social o de una profesión, que de una
asociación más amplia, como una estirpe o un estado. La educación participa en la vida y el crecimiento de
la sociedad, así en su destino exterior como en su estructuración interna y en su desarrollo espiritual".
Werner Jaeger, "Paideia: los ideales de la cultura griega", cit., pp. 3-4
[4] George Sabine, "Historia de la Teoría Políica". México, Fondo de Cultura Económica, 1984, pág. 100 y
ss.
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