No quiero dormir sola

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FICHA TÉCNICA
No quiero dormir sola
Película
Título original:
Director:
Guión:
Música:
Fotografía:
Año:
Duración:
País:
Productoras:
Género:
Reparto:
No quiero dormir sola
Natalia Beristáin
Gabriela Vidal, Natalia Beristáin
Pedro de Tavira
Dariela Ludlow
2012
83 min.
México
Chamaca Films / Woo Films / Fidecine / Foprocine /
CONACULTA / IMCINE
Drama | Vejez
Mariana Gajá, Adriana Roel, Arturo Beristáin,
Leonardo Ortizgris
Premios:
2012: Festival Internacional de Cine de Curazao: Mejor largometraje
(Yellow Robin Award).
2012: Festival de Morelia: Mejor película (Largometraje Mexicano)
2013: Premios Ariel: Mejor actriz (Adriana Roel). 5 nominaciones
Sinopsis:
Amanda es incapaz de dormir sola. De día es una mujer tranquila y
ordenada, y de noche encadena amantes que la ayudan a superar la
oscuridad. Sin embargo, su estilo de vida se trastoca el día que tiene
que hacerse cargo de su abuela Dolores, una actriz retirada que vive
del alcohol y de los recuerdos de sus glorias pasadas. En ese
momento, los mundos de Amanda y Dolores colisionan.
1
Federación Internacional de Mujeres Universitarias
Federación Mexicana de Universitarias
Universidad Nacional Autónoma de México
Museo de la Mujer
Bolivia 17 Centro Histórico, Ciudad de México.
Cine-Club de Género, 3 de mayo de 2016
No quiero dormir sola
Mtra. Delia Selene de Dios Vallejo
♣♥
No quiero dormir sola es justo eso, la narración a tiempo de los días obligados de
dos mujeres solitarias -cada una a su manera- que casi por casualidad (una de las
cualidades de la cinta) pertenecen a la misma familia: son abuela y nieta. Se trata
de días obligados pues muy pronto se revela que a pesar de llevar la misma
sangre las dos mujeres no se conocen en absoluto.
En un estudio de su vida diaria,
trastocada por la durísima enfermedad de
la abuela (la razón por la que no “conoce”
a su nieta), Natalia Beristáin despliega a
cuadro casi todas las emociones que en
una circunstancia tan oscura como ésta
pueden surgir. Sin embargo la propia
Beristáin opta por dar movimiento y luz a
sus encuadres pero no a manera de
escape, sino con la intención de que el interior de los personajes se acomode en
el exterior que es intenso, duro, decadente y doloroso. Ese acomodo es la
película. Ese dolor es el que se sublima en el nombre de la abuela: Dolores.
En viajes a la luz y a las sombras de estos días obligados, Natalia Beristáin deja
que ese desconocimiento se transforme en algo más, jugando con la memoria
fracturada de la abuela y con la inquieta personalidad de una nieta que escapa de
su soledad acercándose, finalmente, al miembro al que la familia ya ha
abandonado.
El tiempo, el montaje, actuaciones valientes y trabajadas, hacen de la película una
experiencia distinta (o por lo menos poco común en el cine mexicano
contemporáneo); una suma de partes que narra y señala, que marca culpables y
llama no sólo a la reflexión sobre su tema, sino a que el espectador abra los
márgenes y se deje meter a este mundo íntimo y dolorosamente universal.
Catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM
*Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas Asociación Civil.
Se agradece el apoyo de las licenciadas: Eva Calderón, Eurídice Román de Dios, Adriana Romo Sotres,
Pamela Jiménez Romo y Rosalinda Cuéllar Celis.
♣
♥
2
El lenguaje del cine tiene un poder gigantesco y es bueno, muy bueno, sentir ese
poder en una película que se guarda para dejarse buscar. La recompensa al
encontrarla, créanme, es enorme.1
Dos soledades se encuentran. Dos
insomnios. Dos malestares. Dos vidas.
Amanda y Dolores son el rezago del olvido,
de la apatía y la indiferencia en una
sociedad paradójicamente tan grande.
Ninguna de las dos quiere dormir sola en el
aislamiento de un departamento y las
ruinas de una vieja casona. Se buscan, se
encuentran y, con ello, la realizadora
mexicana Natalia Beristáin presenta su
opera prima.
Galardonada a mejor largometraje en el Festival Internacional de Cine de Morelia
(FICM) en 2012, No quiero dormir sola se presenta como una película que
pretende navegar entre la sencillez y la sinceridad cinematográfica, narrada a
partir de dos personajes principales, Amanda y Dolores. Beristáin compone una
historia que, en palabras de ella, surge a partir de una experiencia personal.
Autobiográfica o no, estos dos seres ven interrumpidos sus días en la Ciudad de
México cuando Amanda (Mariana Gajá) debe hacerse cargo de su abuela Dolores
(Adriana Roel): una actriz retirada quien vive de los recuerdos de sus glorias
pasadas. Confusión, enojo, resentimiento, aburrimiento y la sensación de sentirse
perdida con una vida que se escapa entre las manos se combinan con las noches
de insomnio y pesadez.
Con los días irremediablemente unidos, Amanda y Dolores traspasan la frontera
del vínculo filial para tratar de comprender el paso de la vida a través de planos y
puestas en escena bien pensadas. Proveniente de una familia hecha en el teatro,
Natalia Beristáin hace un trabajo interesante con las actuaciones que se
acomodan en diálogos sencillos, cortos, apenas necesarios.
Con una dirección de fotografía muy valiosa en las manos de Dariela Ludlow (Un
día menos) y una de dirección de arte sobresaliente por parte de Sandra Flores,
No quiero dormir sola une dos generaciones que, a pesar de la distancia
generacional, enfrentan la misma incertidumbre: son dos personajes que desde el
inicio de la película se plantan ante el espectador como un ejercicio de
reconocimiento y evolución.
Sin duda, uno de los principales riesgos a los que se enfrenta esta ópera prima es
caer en los lugares comunes del guion tradicional: dos generaciones que se
conocen, se acompañan viven situaciones lúdicas y de enseñanza de vida.
1
http://www.cinegarage.com/20604-no-quiero-dormir-sola-critica-pelicula-de-la-semana/
3
Beristáin resuelve esos errores, sabe conducir un proyecto que inició en sus años
de tesista en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) para entregarnos
un material interesante.
El silencio, el refrigerador vacío, miles de recuerdos amontonados, fotografías en
blanco y negro, los triunfos pasados y los triunfos que nunca serán. Amanda y
Dolores deben lidiar con su falta de sueño, los malos amores, el abandono y la
adicción al medicamento que las pone a flote en una sensación de desapego. No
hay escenarios grandes ni apabullantes de la Ciudad de México, el escudo de la
historia marginal del México contemporáneo es sobrepasada por una invitación
más íntima y personal: lugares cerrados, habitaciones solas, pequeños espacios
que ayudan el sentido de la historia.
No quiero dormir sola ha tenido un recorrido por diferentes lugares en el mundo: el
Festival Internacional de Cine de Curazao en donde fue galardonada con el Yellow
Robin Award, el Festival Internacional de Cine de El Cairo, el Festival de Cine
Mexicano de Durango, entre otros: ¿cómo lograr tal aceptación? Natalia Beristáin
consigue que los personajes evolucionen, no se estancan en la frustración
presentada al inicio, y gracias a ello los tópicos tocados en el filme dejan de ser
dogmáticos o aburridos, se les da un giro más franco, espontaneo y humano: el
alzhéimer, la depresión, el desempleo, el hartazgo.
Quizá parezcan temas dignos de un drama psicológico intenso y sí, lo son, pero el
valioso aporte que hace la cineasta es transformarlos en una cinta de hora y
media que no cansa, no aburre, no aturde; un trabajo afable que no cayó en las
formas del cine pretencioso.
Este largometraje de manufactura familiar –participan padre, hermanos y familia
para su realización–, es una buena carta de presentación que, a pesar de todo,
debe alejarse poco a poco de los errores de actuación, las expresiones plásticas y
la simpleza de algunas propuestas en el cine mexicano para explorar territorios y
marcar un camino en la apropiación de temas que den un suspiro a lo manoseado,
tratado y cansado.
Con más proyectos en puerta, habrá que ver cómo continúa el trabajo de Natalia
Beristáin quien, promesa o no del cine mexicano (o como muchos quieran
llamarla), entrega un largometraje que supone un primer acercamiento (bien
logrado) a la lectura individual y colectiva del enfrentamiento a la soledad porque
sí, ¿cuántas personas en el mundo tienen que dormir solas?2
Natalia Beristáin fue la única persona que asistió a su abuela, la actriz Dolores
Beristáin, cuando fue ingresada a una residencia de ancianos en una etapa
avanzada de alzhéimer. El proceso de olvido de su abuela le marcó tanto que
decidió hacer una película inspirada en su historia, a la que añadió un poco de
2
http://www.filmemagazine.mx/kardex/show_public.php?noticias_id=707
4
ficción y tituló No quiero dormir sola. En 2012 ganó el galardón a mejor
largometraje del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).
La ópera prima de Beristáin cuenta los días que Amanda, una joven desempleada
interpretada por la actriz Mariana Gajá, pasa cerca de su octogenaria y necia
abuela Dolores, una actriz retirada caracterizada por Adriana Roel, a partir del
momento en que su diagnóstico de alzhéimer se acentúa y debe ser ingresada a
una residencia de ancianos. Las historias de Amanda y Dolores son tan distintas
que lo único que las une son la soledad y la incapacidad de ambas para conciliar
el sueño por las noches.
La directora de No quiero dormir sola asegura que "escribir y dirigir una película
basada en una historia familiar le ha servido para ser más exigente con el
pequeño equipo que trabajó con ella en el rodaje. Justamente por tratarse de algo
tan personal uno esperaría una especie de barrera o de autocensura, y la verdad
es que fue completamente al revés. Era algo que conocía desde el fondo de mi
ser, me resultaba absolutamente sencillo hablar de eso y un poco de mi trabajo
fue contagiar al resto del equipo sobre la historia que contamos”.
Para contar la historia bajo una
iniciativa independiente con una
financiación limitada, Beristáin
logra que en 81 minutos sus dos
actrices protagonistas desarrollen
las dificultades de padecen
quienes sufren de alzhéimer. El
toque familiar que redondea la
película ha sido añadido por el
padre de la directora, el actor
Arturo Beristáin, quien hace una
breve intervención también como padre de la protagonista del filme. “Ha sido
doloroso pero exorcizante, de alguna manera creo que la abuela estaría muy
contenta de la película que hizo su nieta”, puntualiza el actor.
A sus 32 años, Beristáin no sólo ha logrado terminar su primer largometraje sino
que también ha participado como directora de casting de la película La jaula de
oro –galardonada en mayo en el Festival de Cannes- y consiguió que su película
además de ser premiada en Morelia llegara a los festivales de cine de Venecia,
Gijón, Sao Paulo, Serbia, Australia y Lima. No quiero dormir fue la primera película
mexicana estrenada al mismo tiempo en internet, desde la plataforma Klic de la
cadena de cines Cinépolis, así como en salas en todo el país.3
En una sociedad en que los adultos mayores se convierten en platos de segunda
mesa, la joven cineasta Natalia Beristáin pone el dedo en la llaga con un
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http://cultura.elpais.com/cultura/2013/07/03/actualidad/1372807164_147039.html
5
interesante esbozo de lo olvidados que se encuentran en aquellas figuras antaño,
tan importantes y/o hasta veneradas en ciertas culturas.
Amanda (Mariana Gajá) es una joven solitaria con problemas para intimar que sólo
puede dormir cuando el chico de turno está en su cama, pero cuando su abuela
Lola (Adriana Roel) presenta aquellos padecimientos que conlleva la senectud,
como el delirio o la pérdida de la dimensión de la realidad, sumados a un serio
alcoholismo, la joven protagonista se ve orillada a generar un encuentro entre
ambas.
“No abras la puerta, se meten los ladrones” o su pleno convencimiento de que
tiene un “llamado” para filmar, son algunas de las ideas que acosan a Dolores,
quien con sus más de 80 años de edad sufre por ser la sombra de la afamada
actriz que en algún momento fue y aún más después de ser internada en un asilo
que su frágil imaginería ve como un hotel de mala calidad.
Así, Beristáin emplea el recurso del “cine dentro del cine” para incorporar
imágenes fotográficas y fílmicas de películas antiguas, que aluden a los éxitos en
los que la belleza de Lola era más que palpable.
Esta forzosa convivencia entre dos generaciones, entre una abuela y una nieta
con un padre ausente —rol que corre a cargo del padre de la realizadora, Arturo
Beristáin—, tocará profundamente la realidad de dos solitarias mujeres de
personalidades contrastantes y orgulloso carácter.
"No Quiero Dormir Sola" es un proyecto personal para Natalia, pues se basa en la
relación sostenida con su abuela ya fallecida, la reconocida actriz Dolores
Beristáin, por lo que muchas de las situaciones que vemos en el filme no son sólo
cotidianas, sino que desprenden ese humor característico de los pequeños
detalles.
Diálogos cínicos, sombríos, alegres y satíricos sobre uno mismo y su condición,
inundan un guión que eventualmente se vuelve predecible, pero permanece
disfrutable la mayor parte del tiempo.
Por medio de una combinación entre comedia y drama, la cinta retoma un tema
abordado por una de las más grandes películas del Hollywood clásico: “El Ocaso
de una Estrella” (“Sunset Boulevard”), de Billy Wilder, aunque no con el mismo
resultado.
Esta ópera prima es un ensayo intimista sobre la soledad y hacia dónde conduce
cuando se le añade desesperación. ¿Cada quién debería decidir cuándo ponerle
punto final a su vida? Esa es la pregunta que lanza la joven realizadora.4
Situación de las personas adultas mayores en México.
4
http://www.enlabutaca.com/la-critica-noticias-notas/resenas/1553-no-quiero-dormir-sola
6
El envejecimiento de la población puede considerarse un éxito de las políticas de
salud pública y el desarrollo socioeconómico, pero también constituye un reto para
la sociedad, que debe adaptarse a ello para mejorar al máximo la salud y la
capacidad funcional de las personas mayores, así como su participación social y
su seguridad: Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014).
Cuando nos referimos al envejecimiento, hablamos de un proceso natural,
gradual, continuo e irreversible de cambios a través del tiempo. Estos cambios se
dan en el nivel biológico, psicológico y social, y están determinados por la historia,
la cultura y las condiciones socioeconómicas de los grupos y las personas. Por
ello, la forma de envejecer de cada persona es diferente. Entre los signos que
determinan el envejecimiento de las personas se tienen:
• La edad física: cambios físicos y biológicos que se presentan a distintos ritmos,
mismos que dependen del sexo, lugar de residencia, economía, cultura,
alimentación, tipo de actividades desarrolladas y emociones.
• La edad psicológica: cambios en las emociones, sentimientos, pensamientos y el
significado que para cada persona tiene la vejez. Adicionalmente se presentan
cambios en los procesos psicológicos, como la memoria o el aprendizaje.
• La edad social: relacionada con los significados de la vejez, diferentes para cada
grupo humano, según su historia, su cultura y su organización social.
En demografía se utiliza la edad cronológica para determinar a la población
envejecida, que se ha llamado población adulta mayor; la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) establece la edad de 60 años para considerar que una
persona es adulta mayor (Gobierno del Distrito Federal, 2014). Este criterio es
utilizado por el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) y
otras instancias como la Secretaría de Salud.
Es importante mencionar que si bien se hace el corte de personas adultas
mayores de 60 años, se deben tener presentes las diferencias dentro de este
grupo, ya que las condiciones de vida de una persona de 60 años difieren de las
de una de 80. Entre las primeras se encuentran muchas personas
económicamente activas y productivas, no dependientes de cuidados, que dedican
tiempo tanto al trabajo remunerado como al no remunerado (cuidado de otras
personas y a los quehaceres domésticos al interior del hogar); mientras que
conforme aumenta la edad, las probabilidades de deterioro de la salud se
incrementan y, por tanto también el número de personas dependientes de
cuidados.
Desigualdades entre mujeres y hombres adultas/os mayores.
Gran parte de las desigualdades entre mujeres y hombres adultos mayores son
resultado de las desigualdades de género en otras etapas de su vida, que suelen
situar a las mujeres en condiciones de desventaja en términos de bienestar social,
económico y psicológico. Por ejemplo, menores niveles de educación asociados a
estereotipos que privilegiaban la asistencia escolar de los niños sobre las niñas, y
7
que en la edad adulta significaron menores oportunidades de incorporarse como
fuerza laboral calificada. Relacionado con lo anterior, un mayor riesgo de sufrir
pobreza en la vejez a causa de las menores oportunidades de incorporarse a
trabajos remunerados y de acumular ahorros debido a la carga del trabajo
doméstico no remunerado que obstaculizó su inserción en el mercado laboral; así
como un menor acceso a la propiedad de recursos productivos y vivienda.
Adicionalmente, la carga reproductiva asociada a una fecundidad alta puede
repercutir en la salud de las mujeres debido al desgaste ocasionado, que se suma
a los cambios biológicos en la etapa post reproductiva que incrementan el riesgo
de enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión arterial.
El proceso de envejecimiento de la población en México.
La transición demográfica es un proceso que se caracteriza por un descenso
importante de la mortalidad y de la natalidad. En México, la primera fase de esta
transición comienza en los años treinta del siglo XX con un descenso de la
mortalidad que, junto con elevados niveles de natalidad, provocaron un periodo de
elevado crecimiento demográfico. La segunda etapa de este proceso se dio en los
años setenta con un acelerado descenso de la fecundidad, en parte como
resultado de las políticas de población de aquella década que tenían como
objetivo frenar el acelerado crecimiento de la población. En conjunto, la baja en la
mortalidad y en la fecundidad dieron pie al predominio de la población adulta y de
edades avanzadas (Zuñiga y García, 2008; Aparicio, 2002). Se espera que en las
próximas cinco décadas la natalidad descienda, así como la de mortalidad. Esta
última registró una tasa de 5 defunciones por cada 1,000 habitantes en 2010, y
que posteriormente aumentará para llegar a 8.8 defunciones por cada mil
habitantes en 2050.5
Entrevista a la directora.
El Alzheimer es una enfermedad que se ha extendido de una manera general por
todos los países y que provoca una pérdida de memoria casi constante en quien la
padece, con serias dificultades para reconocer incluso a sus seres más queridos.
En su ópera prima, Natalia Beristain ha contado con una extraordinaria actuación
de la veterana actriz mexicana Adriana Roel y el convincente papel desempeñado
por Mariana Gajá y el resto del elenco en una historia cuyos ingredientes
principales son parecidos a todos los casos que se producen en la vida real en
uno de los desordenes más tristes y crueles que hemos conocido en estas dos
últimas décadas.
Amanda es una mujer de 33 años que desde pequeña siempre pasó muy cortos
espacios de tiempo con su abuela Dolores, fundamentalmente por su profesión de
actriz que le absorbía un tiempo que no pudo dedicar a sus nietos. Ahora es una
5
http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/101243_1.pdf
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anciana alcohólica retirada y encerrada en su casa con síndrome de Diógenes6 y
síntomas de Alzheimer, cuya nieta ha recibido un aviso de su deplorable estado y
se dispone a ayudar en todo lo que pueda, rompiendo al mismo tiempo con su
rutina de aburrimiento diario.
La directora Natalia Beristain amplía detalles sobre la película:
– Es sabido que el origen del film parte de una historia real que sufriste con tu
abuela, pero ¿hasta qué punto tiene similitudes con aquella situación que viviste?
En No quiero dormir sola, digamos que hay muchísimas cosas que son
ficcionadas. Realmente, situaciones que yo haya vivido en carne propia habrá tres
en toda la película, pero no hay duda de que es una reflexión o una necesidad de
contar esa historia a partir de mi abuela Dolores que, aunque la interpretación que
hace Adriana Roel es su propia visión de este personaje, el relato está basado en
ella y eso engloba toda la película.
– Uno de los factores a tener en cuenta en el personaje de esta señora es la
soledad en la que se encuentra. ¿Ese sería quizá como un punto de partida para
todos los demás problemas que tiene?
Yo creo que esa soledad influye directamente en el sentido de que estamos
planteando un personaje que antes solía vivir rodeado de aplausos y halagos, con
gente constantemente queriendo estar cerca de ella, y conforme se va haciendo
mayor esta gente empieza a desaparecer y ella misma tampoco construye una
relación familiar lo suficientemente sólida como para que cuando llegue la vejez,
por lo menos la familia esté a su lado. Entonces sí, sin duda esta ausencia de
gente alrededor marca definitivamente lo que Lola es hoy día.
– El Alzheimer es una enfermedad que tiene unas características que son
comunes a todos los que lo padecen y que en “No quiero dormir sola” se ven,
como es el hecho de salir a la calle y no saber adónde va y también algunos
pequeños momentos de lucidez mental sobre los que te quería preguntar. ¿Tú
crees que esos son los instantes en que más sufren los que padecen esta
dolencia degenerativa?
Híjole; sí totalmente. Un poco, ahora sí que fuera de la ficción, de lo que yo viví
con mi abuela, creo que los pequeños momentos en donde caía en cuenta de que
ya estaba más tiempo desconectada de la realidad que dentro de ella, eran muy
dolorosos y como muy poderosos hacia reconocer un empeoramiento de sus
condiciones habituales. Sí que era algo que de manera sutil, porque tampoco son
grandes revelaciones que sucedan como una explosión, nos interesaba
remarcarlo con el personaje de Lola.
6
Síndrome de Diógenes. Personas de edad avanzada en total abandono personal y social, así como
aislamiento voluntario en el propio hogar y la acumulación de grandes cantidades de basura y desperdicios
domésticos.
9
– El final de la película es un poco abierto. ¿Prefieres este tipo de finales?
En esta historia en particular sí, porque me importaba más hablar sobre la
trayectoria de estos dos seres, en el encuentro que tienen y en su relación, más
que emitir un claro juicio que cerrara la historia. Por eso dejamos un final abierto,
porque nos interesaba más que la gente se concentrara en la relación y en cómo
se va forjando, antes que decirle al público qué es lo que tiene que pensar o sentir.
Era mejor dejarlo así para que cada uno pudiera interpretarlo como mejor le
conviniera a sus sentimientos y apostando a que lo importante era la relación, no
cómo concluye el film.
– Hay otro factor muy importante que es cómo se comportan los familiares. En
este sentido, aparece en una parte de la película el que es el hijo de Lola y padre
de Amanda, que lo encarna tu papá Arturo, quien dice que como su madre ya no
se va a acordar de quién es él, para qué entrar a verla en la habitación del
hospital. ¿Es porque ha perdido los afectos hacia su madre o porque está más
preocupado por otros temas económicos antes que querer fijarse en esa realidad?
Creo que es una combinación de todo lo que mencionas. También creo que no es
nada más falta de afecto, sino que hay una especie de reconocimiento inmediato,
porque uno se reconoce inmediatamente en la figura de los padres y que muy
probablemente, más de las veces es esa imagen, que por lo menos a mí me pasa
y lo he visto también con mis padres hacia mis abuelos, de pronto ves una imagen
de ti que no quieres ver, con la cual no te quieres confrontar o a la cual no quieres
llegar a “convertirte en”, pero inevitablemente es una marca indeleble y en el caso
de este personaje, del hijo y también padre, a él creo que le duele muchísimo ver
a su madre en esas circunstancias y lo que hace es bloquearlo, no aceptarlo, no
confrontarlo,… No estoy diciendo que probablemente no sea una actitud egoísta
pero la entiendo como algo muy humano.
– Cuentas con la gran ventaja de que tu familia forma parte del terreno de la
actuación y eso te ha ofrecido la posibilidad de trabajar de forma parecida a como
lo hace Gabriel Retes en México, entendiéndolo como un beneficio en general
para la obra y para algunos matices concretos. ¿Piensas continuar haciéndolo
así?
Yo pienso que probablemente sí, creo que no siempre solamente con la familia,
pero al haber crecido un poco entre ensayos en el teatro y en filmaciones y
además ahora tengo un buen par de años dedicándome a la dirección de casting,
pues realmente mi universo está rodeado de actores y mis amigos, mi gente
cercana, la gran mayoría también lo son, entonces es una debilidad que tengo,
disfruto muchísimo con el trabajo de los actores, y es una profesión que me
mistifica y que honro profundamente. Por eso sí, me veo trabajando con mi familia,
sin duda, y dirigiendo actores siempre porque también está esta nueva ola con la
que yo en particular no disfruto tanto, que tiene que ver con los ‘actores naturales’
que les llaman en México, los no actores, y yo creo que ese no será mi camino.
10
– Igualmente te pueden dar consejos importantes, sobre todo los más veteranos,
aunque me parece que tu familia trabaja más en el teatro, ¿no es así?
Totalmente, todos han trabajado en cine y en televisión pero realmente son gente
forjada y dedicada al teatro.
– Eres pareja de Kyzza Terrazas, quien hiciera un impresionante debut en el
largometraje con “El lenguaje de los machetes”. ¿Tenéis pensado hacer algún film
juntos o por el momento cada uno va a ir por su lado profesionalmente?
Creo que de momento cada uno vamos a hacer lo nuestro. Sin duda, tanto creo
que en “No quiero dormir sola” como en “El lenguaje de los machetes” no se
habrían hecho sin el apoyo del otro, pero por lo pronto no. Para trabajar juntos
todavía necesitamos avanzar en el terreno personal y así poder mezclar con más
seguridad la relación en el trabajo.7
Directora del film
Natalia Beristain Egurrola
Natalia viene de una familia que por varias
generaciones se ha dedicado al cine y al teatro. Es hija
de los reconocidos actores Julieta Egurrola y Arturo
Beristáin. Cuando era niña, su madre la metió a hacer
teatro y le dejó claro cuán dura era la vida de un actor.
Le pareció un oficio agotador. En cambió, intuyó que el
trabajo detrás de cámaras podía ser lo suyo. Ingresó al
Centro de Capacitación Cinematográfica, donde al
principio no la querían sus profesores, pensaban que
iba abandonar la carrera para seguir los pasos de sus
padres. Pero pronto demostró que tenía madera.
Filmografía:
No quiero dormir sola (2012)
Fuentes de consulta:
http://www.filmaffinity.com/mx/film658130.html
http://www.cinegarage.com/20604-no-quiero-dormir-sola-critica-pelicula-de-la-semana/
http://www.filmemagazine.mx/kardex/show_public.php?noticias_id=707
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/07/03/actualidad/1372807164_147039.html
http://www.enlabutaca.com/la-critica-noticias-notas/resenas/1553-no-quiero-dormir-sola
http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/101243_1.pdf
http://www.cinestel.com/no-quiero-dormir-sola-natalia-beristain/
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http://www.cinestel.com/no-quiero-dormir-sola-natalia-beristain/
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