Las enterotoxinas estafilocócicas (SE) (del inglés, Staphylococcal enterotoxins) son exotoxinas producidas por la bacteria grampositiva Staphylococcus aureus. Están formadas por cinco grupos de proteínas serológicamente distintas: SEA, SEB, SEC, SED y SEE. Estas toxinas son la causa más frecuente de intoxicación alimentaria en el hombre. Una proteina relacionada, la TSST, produce una enfermedad llamada síndrome del shock tóxico (TSS) (del inglés, toxic shock syndrome) que con frecuencia se asocia a la infección de heridas y el uso de tampones. Las exotoxinas pirógenas de los estreptococos y las exotoxinas producidas por el micoplasma pueden estar estructural y funcionalmente relacionadas con estas enterotoxinas. La respuesta inmunitaria frente a las enterotoxinas estafilocócicas y proteínas relacionadas presenta varias características que hacen que estos productos bacterianos sean bastante peculiares desde el punto de vista de sus efectos biológicos y patológicos: (1) Las enterotoxinas estafilocócicas están entre los mitógenos naturales conocidos de las células T más potentes. Son capaces de estimular la proliferación de linfocitos T normales a concentraciones de 10 -9 M o menos. Hasta una de cada cinco células T normales en los tejidos linfoides de los ratones o en sangre periférica del hombre pueden responder a una enterotoxina determinada. (2) Todas las células T que responden a una enterotoxina expresan receptores para el antígeno cuyas regiones V β están codificadas por un único gen o familia de genes Vβ,. La capacidad de respuesta aparentemente no está relacionada con otros componentes del receptor de la célula T (TCR), es decir, los segmentos V, J o D. Esto obedece a que las enterotoxinas se unen directamente a las cadenas β de las moléculas del TCR que se sitúan por fuera de las regiones que se unen al antígeno. Diferentes enterotoxinas estimulan a las células T que expresan genes V β de distintas familias (véase tabla). Puesto que las células T que sólo expresan determinados TCR reconocen y responden a cada enterotoxina, a estas proteínas se las denomina antígenos y no mitógenos policlonales. Sin embargo, debido a que la frecuencia de células T que responden a las enterotoxinas es mucho mayor que la frecuencia de células específicas para antígenos proteicos convencionales, a las enterotoxinas se las denomina superantigenos. . (3) Las respuestas frente a las enterotoxinas estafilocócicas necesitan células presentadoras de antígeno que expresen moléculas del MHC de clase II. Las enterotoxinas estafilocócicas se unen directamente a moléculas del MHC de clase II en las células accesorias. Este complejo es reconocido luego por las células T CD4 + que expresan receptores para el antígeno con un determinado V β. Las enterotoxinas se unen a moléculas del MHC de clase II fuera de la hendidura de unión del péptido y no necesitan ser procesadas como otros antígenos proteicos. La misma enterotoxina se une a moléculas de clase II de diferentes alelos, lo que indica que el polimorfismo del MHC no influye en la presentación de estos antígenos. Estudios recientes sugieren que cada molécula de enterotoxina estafilocócica (SEA) posee dos sitios de unión que cooperan para la unión de una molécula del MHC de clase II. Esto podría permitir que cada molécula de SEA entrecruce moléculas del MHC en las APC, y los dímeros pueden entrecruzar receptores para el antígeno en cada célula T y así iniciar las respuestas de células T. La frecuencia extraordinariamente elevada de células T CD4+ que responden a las enterotoxinas estafilocócicas tiene varias implicaciones funcionales. De forma aguda, la exposición a altas concentraciones de enterotoxinas da lugar a reacciones sistémicas como fiebre, coagulación intravascular diseminada y shock cardiovascular. Es probable que estas alteraciones estén mediadas por citoquinas, como el TNF producido directamente por las células T o los macrófagos que son activados por las células T. Esta es probablemente la patogenia del síndrome del shock tóxico, que se caracteriza por shock, exfoliación cutánea, conjuntivitis y trastornos gastrointestinales graves, y que puede progresar hacia fallo renal e insuficiencia respiratoria y muerte. La administración más prolongado de enterotoxinas a los ratones produce debilidad, atrofia del timo y una profunda inmunodeficiencia, posiblemente también secundaria a la producción crónica de grandes cantidades de citoquinas, por ejemplo, TNF. Las enterotoxinas estafilocócicas han demostrado ser útiles para analizar el desarrollo de los linfocitos T. La administración de SEB a ratones recién nacidos elimina del timo a todas las células T que expresen los genes del TCR Vβ3 y Vβ8. Esto es semejante a la hipótesis de la deleción clonal inducida por antígenos propios de las células T autorreactivas durante la maduración del timo. Los superantígenos desencadenan también la muerte inducida por la activación mediada a través de Fas o el receptor del TNF de las células T CD4 + y CD8 + maduras (véase Capítulo 10, Cuadro 10-1). Este es un modelo para la eliminación de células T maduras que son repetidamente estimuladas por los antígenos propios. Los productos génicos virales también pueden actuar como superantígenos. En ciertas cepas singénicas de ratones se han incorporado diferentes genes de virus productores de tumores mamarios en ratones. Los antígenos virales producidos por las células de una cepa son capaces de activar los linfocitos T de otras cepas que expresen un determinado Vβs en sus receptores para el antígeno. Esta es una forma de «reacción mixta linfocitaria» que no está producida por una disparidad en el MHC. Se descubrió mucho antes de que se identificaran los superantígenos, y las reacciones entre cepas se atribuyeron a los loci del Mls (estimulante linfocitario menor) (del inglés, minor lymphocyte stimulating). Ahora se sabe que los «loci» del Mls son en realidad genes retrovirales diferentes que se heredan de forma estable en diferentes cepas singénicas.