Documento 637717

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Las enterotoxinas estafilocócicas (SE) (del inglés, Staphylococcal enterotoxins) son exotoxinas producidas por la bacteria
grampositiva Staphylococcus aureus. Están formadas por cinco
grupos de proteínas serológicamente distintas: SEA, SEB,
SEC, SED y SEE. Estas toxinas son la causa más frecuente de
intoxicación alimentaria en el hombre. Una proteina
relacionada, la TSST, produce una enfermedad llamada
síndrome del shock tóxico (TSS) (del inglés, toxic shock
syndrome) que con frecuencia se asocia a la infección de heridas y el uso de tampones. Las exotoxinas pirógenas de los
estreptococos y las exotoxinas producidas por el micoplasma
pueden estar estructural y funcionalmente relacionadas con
estas enterotoxinas.
La respuesta inmunitaria frente a las enterotoxinas estafilocócicas y proteínas relacionadas presenta varias características que hacen que estos productos bacterianos sean bastante
peculiares desde el punto de vista de sus efectos biológicos y
patológicos:
(1) Las enterotoxinas estafilocócicas están entre los mitógenos naturales conocidos de las células T más potentes. Son
capaces de estimular la proliferación de linfocitos T normales a concentraciones de 10 -9 M o menos. Hasta una
de cada cinco células T normales en los tejidos linfoides
de los ratones o en sangre periférica del hombre pueden
responder a una enterotoxina determinada.
(2) Todas las células T que responden a una enterotoxina
expresan receptores para el antígeno cuyas regiones V β
están codificadas por un único gen o familia de genes Vβ,.
La capacidad de respuesta aparentemente no está relacionada con otros componentes del receptor de la célula
T (TCR), es decir, los segmentos V, J o D. Esto obedece a
que las enterotoxinas se unen directamente a las cadenas
β de las moléculas del TCR que se sitúan por fuera de las
regiones que se unen al antígeno. Diferentes enterotoxinas estimulan a las células T que expresan genes V β de
distintas familias (véase tabla). Puesto que las células T
que sólo expresan determinados TCR reconocen y responden a cada enterotoxina, a estas proteínas se las denomina antígenos y no mitógenos policlonales. Sin embargo, debido a que la frecuencia de células T que
responden a las enterotoxinas es mucho mayor que la
frecuencia de células específicas para antígenos proteicos
convencionales, a las enterotoxinas se las denomina superantigenos.
.
(3) Las respuestas frente a las enterotoxinas estafilocócicas
necesitan células presentadoras de antígeno que expresen
moléculas del MHC de clase II. Las enterotoxinas estafilocócicas se unen directamente a moléculas del MHC de
clase II en las células accesorias. Este complejo es reconocido luego por las células T CD4 + que expresan
receptores para el antígeno con un determinado V β. Las
enterotoxinas se unen a moléculas del MHC de clase II
fuera de la hendidura de unión del péptido y no necesitan
ser procesadas como otros antígenos proteicos. La
misma enterotoxina se une a moléculas de clase II de
diferentes alelos, lo que indica que el polimorfismo del
MHC no influye en la presentación de estos antígenos.
Estudios recientes sugieren que cada molécula de enterotoxina estafilocócica (SEA) posee dos sitios de unión
que cooperan para la unión de una molécula del MHC
de clase II. Esto podría permitir que cada molécula de
SEA entrecruce moléculas del MHC en las APC, y los
dímeros pueden entrecruzar receptores para el antígeno en cada célula T y así iniciar las respuestas de
células T.
La frecuencia extraordinariamente elevada de células T
CD4+ que responden a las enterotoxinas estafilocócicas tiene
varias implicaciones funcionales. De forma aguda, la exposición a altas concentraciones de enterotoxinas da lugar a
reacciones sistémicas como fiebre, coagulación intravascular
diseminada y shock cardiovascular. Es probable que estas
alteraciones estén mediadas por citoquinas, como el TNF
producido directamente por las células T o los macrófagos
que son activados por las células T. Esta es probablemente la
patogenia del síndrome del shock tóxico, que se caracteriza
por shock, exfoliación cutánea, conjuntivitis y trastornos gastrointestinales graves, y que puede progresar hacia fallo renal
e insuficiencia respiratoria y muerte. La administración más
prolongado de enterotoxinas a los ratones produce debilidad,
atrofia del timo y una profunda inmunodeficiencia, posiblemente también secundaria a la producción crónica de grandes cantidades de citoquinas, por ejemplo, TNF.
Las enterotoxinas estafilocócicas han demostrado ser útiles
para analizar el desarrollo de los linfocitos T. La administración de SEB a ratones recién nacidos elimina del timo a todas
las células T que expresen los genes del TCR Vβ3 y Vβ8. Esto
es semejante a la hipótesis de la deleción clonal inducida por
antígenos propios de las células T autorreactivas durante la
maduración del timo. Los superantígenos desencadenan también la muerte inducida por la activación mediada a través de
Fas o el receptor del TNF de las células T CD4 + y CD8 +
maduras (véase Capítulo 10, Cuadro 10-1). Este es un modelo
para la eliminación de células T maduras que son repetidamente estimuladas por los antígenos propios.
Los productos génicos virales también pueden actuar como
superantígenos. En ciertas cepas singénicas de ratones se han
incorporado diferentes genes de virus productores de tumores
mamarios en ratones. Los antígenos virales producidos por
las células de una cepa son capaces de activar los linfocitos T
de otras cepas que expresen un determinado Vβs en sus receptores para el antígeno. Esta es una forma de «reacción
mixta linfocitaria» que no está producida por una disparidad en el MHC. Se descubrió mucho antes de que se identificaran los superantígenos, y las reacciones entre cepas se
atribuyeron a los loci del Mls (estimulante linfocitario menor) (del inglés, minor lymphocyte stimulating). Ahora se sabe
que los «loci» del Mls son en realidad genes retrovirales
diferentes que se heredan de forma estable en diferentes
cepas singénicas.
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