Las claves de la seguridad y el mantenimiento en emplazamientos

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Aspectos Tecnológicos
del Mantenimiento
Las claves de la seguridad
y el mantenimiento en
emplazamientos ATEX
A. Janeiro Blanco, Ingeniero Industrial
Jefe de Área Sector Eléctrico y Energía, División de Ingeniería,
INERCO Ingeniería, Tecnología y Consultoría, S.A.
M. J. Estéfani Morales
Ingeniero Industrial, Responsable de Gestión de Proyectos,
Técnico Superior en PRL, Inerco Prevención de Riesgos, S.A.
S
Los autores de este artículo
llevan años elaborando estudios
y documentos relacionados
con los emplazamientos ATEX
para grandes e importantes
empresas industriales a nivel
nacional e internacional, y
vienen observando que en
muchos casos no se presta
la atención adecuada o se
pasa muy de puntillas por
ciertas cuestiones clave para
la seguridad de las personas y
los bienes, y que tienen mucho
que ver con el mantenimiento
que se realiza sobre las
instalaciones implicadas. Son
estas “cuestiones clave” las
que motivan la redacción de
este artículo, con objeto de que
puedan ser consideradas por
ingenierías y exigidos por los
empresarios para la mejora
de la seguridad de este tipo de
emplazamientos.
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egún marca la
normativa vigente sobre emplazamientos clasificados con riesgo
de explosión, es
decir, aquellos donde es posible
la formación de ATmósferas EXplosivas (ATEX en adelante), originadas por la presencia de una
mezcla de aire con sustancias
inflamables o polvos combustibles, es obligación del empresario velar por la salud y seguridad
de los trabajadores expuestos a
los riesgos derivados de estas atmósferas en el lugar de trabajo.
Desarrollo de estudios
ATEX
Zonas clasificadas
El primer paso para cualquier estudio de emplazamientos ATEX es determinar las
zonas clasificadas con riesgo
de explosión. Dichas zonas se
dividen en tres grupos: 0, 1 y
2, para emplazamientos clase I
(debidas a líquidos, gases y/o
vapores inflamables) y 20, 21 y
22, para emplazamientos clase
II (debidas a polvos combustibles). A su vez, cada una de
ellas determina la probabilidad
y/o frecuencia de que dichas
atmósferas explosivas puedan
estar presentes, siendo de una
manera muy resumida, las zonas 0 y 20 las que indican una
presencia permanente o por un
espacio de tiempo prolongado
o frecuente de la atmósfera
explosiva, las zonas 1 y 21, las
que determinan una presencia
ocasional, y las 2 y 22, una
presencia poco probable y que
si ocurre es durante breves periodos de tiempo.
El estudio de las zonas clasificadas debe ser detallado,
pues en él se determinan y
acotan las zonas concretas donde es probable la existencia
de atmósferas explosivas. Por
ello, es necesario llegar a un
nivel de detalle y precisión y
aplicar unos criterios técnicos
que tengan en cuenta no sólo
la seguridad de los trabajadores que puedan ocupar dichas
instalaciones, sino también las
repercusiones económicas de
cumplir con los requisitos de
protección, seguridad y mantenimiento en dichos emplazamientos. En otras palabras: la
aplicación de criterios técnicos excesivamente generalistas
pueden llegar a generar zonas
clasificadas sobredimensionadas o con defectos que hagan
inviable económicamente un
determinado proyecto empresarial o el cumplimiento de los
requisitos legales.
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Son muchos los parámetros
que influyen en la determinación de la extensión y tipo
de las zonas clasificadas con
riesgo de explosión. Entre los
más importantes remarcamos
los siguientes:
- La cantidad mínima de sustancia inflamable requerida en
la nube para que al mezclarse
con el aire se genere una mezcla explosiva, que dependerá
principalmente de las características físico-químicas de las
sustancias.
- Las características climatológicas existentes.
- Las características y grados
de las fuentes de escape (puntos de la instalación donde se
identifica como posible la existencia de fugas de sustancias
inflamables).
- El tipo y eficacia de la
ventilación existente en cada
localización.
- Las condiciones de proceso
o las características de los sistemas de contención de sustancias inflamables.
Como se puede observar, la
determinación de las zonas cla-
E
n cualquier instalación donde existen
zonas clasificadas debería aplicarse
el axioma “eliminar o minimizar las posibles
fuentes de ignición en las zonas clasificadas”
sificadas no es un proceso inmediato y trivial, por lo que
consideramos fundamental tener
un conocimiento profundo sobre
las sustancias, el proceso y los
equipos que constituyen la instalación, así como del entorno de
las diferentes fuentes de escape.
Para instalaciones nuevas, el
primer principio básico en cualquier diseño de ingeniería debe
ser “evitar las posibles fuentes
escape y, en caso de no ser
posible, reducirlas al máximo”,
conociendo que las fuentes de
escape son los puntos de la instalación donde es probable que
se produzca una fuga de sustancia inflamable o polvo combustible, según lo indicado.
En instalaciones existentes es
más complicado cumplir este
primer principio básico, pues
las mismas ya han sido diseñadas y construidas con unos
determinados criterios que no
tienen por qué ser los idóneos
para el emplazamiento. Para
este caso, la forma de reducir
las zonas clasificadas es llevar a
cabo actuaciones como:
- Reducir la temperatura de
operación del proceso (cuando
sea posible), de forma que el líquido inflamable no alcance su
temperatura de inflamación.
- Aplicar medidas de mitigación de las emisiones de polvo
combustible utilizando métodos
como la nebulización o la captación/aspiración de polvo.
- Colocar muretes de contención de líquidos ante derrames.
- Aumentar la ventilación de
la zona, principalmente en emplazamientos cerrados.
Evaluación de riesgos de
explosión
En cualquier instalación donde existan zonas clasificadas se
debería aplicar el segundo axioma de “eliminar o minimizar las
posibles fuentes de ignición en
las zonas clasificadas”.
Por lo tanto, tras la determinación detallada de las zonas
clasificadas, es necesario identificar las posibles fuentes de
ignición existentes en dichas
áreas clasificadas, evaluar el
riesgo de explosión que conllevan e identificar las medidas de
protección a adoptar para llevar
dichos riesgos a niveles aceptables. En definitiva: se debe
realizar una evaluación de los
riesgos de explosión.
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del Mantenimiento
tal forma que se mantenga el
nivel de protección contra explosiones. La documentación
generada en esta evaluación
de equipos debe incluirse en el
Documento de Protección Contra Explosiones (DPCEx).
Teniendo en cuenta lo anterior, en algunas ocasiones hay
instalaciones o equipos de especial complejidad o interés
para el empresario sin marcado
ATEX por distintos motivos:
- Es anterior a la normativa
ATEX.
- Antes el área no era clasificada.
- El mercado no ha respondido: no hay un equipo operativo
con marcado ATEX.
En el diseño y construcción
de nuevas instalaciones es importante plantear la evaluación
de los riesgos de explosión en
la fase de diseño (en función
de las características eléctricas
de los equipos de trabajo, en
particular) y de manera previa a la puesta en marcha (en
relación con las temperaturas
superficiales, fundamentalmente). La finalidad es poder evitar
los riesgos en origen, así como
identificar los riesgos derivados
de las posibles interacciones
con instalaciones existentes y
verificar el adecuado montaje
y conformidad de la instalación
respecto a la clasificación de
áreas.
Una vez esté en marcha y
operativa la nueva instalación,
al igual que debe hacerse con
instalaciones existentes, es necesario completar (o realizar,
en su caso), la evaluación del
riesgo de explosión. Ésta se debe llevar a cabo considerando
todos los aspectos que pueden
tener influencia en la generación de fuentes de ignición,
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además de los especificados en
el R.D 681/2003:
- Aspectos organizativos, que
incluye, entre otros, la formación, permisos de trabajo e
instrucciones, gamas de mantenimiento, gestión de compras
o coordinación de actividades
empresariales.
- Aspectos técnicos: sistemas
de detección de ATEX, prevención de fugas, adecuación de
equipos eléctricos y no eléctricos, ropa de trabajo, protección
frente al rayo, control de la
electricidad estática, etc.
Respecto a la evaluación de
la adecuación de los equipos
a las zonas clasificadas, no se
debe caer en la simplificación
de limitarse a indicar cuál es la
categoría de los equipos necesaria para la zona clasificada,
sino que se deben revisar y verificar en campo todos los equipos (eléctricos y no eléctricos)
de la instalación, comprobando
no sólo su marcado ATEX sino
también la integridad y correcto montaje de los mismos, de
En este caso, la solución pasa por realizar un estudio muy
pormenorizado de las fuentes
de ignición de la instalación,
lo que comúnmente se llama
Informe de Adecuación ATEX,
destinado a evaluar la posible
aceptabilidad de uso de equipos que no se ajusten a lo
indicado en el RD 400/1996. Y
ello, basado en lo indicado en
el apartado B del Anexo II del
R.D 681/2003: “Siempre que en
el DPCEx basado en una evaluación de riesgos de explosión
no se disponga lo contrario, en
todas las áreas en que puedan
formarse atmósferas explosivas deberán utilizarse aparatos
y sistemas de protección con
arreglo a las categorías fijadas
en el RD 400/1996.”
Un informe de adecuación
ATEX de un equipo o instalación incluye:
1. Análisis de todas las fuentes de ignición presentes en el
equipo: componentes eléctricos
y no eléctricos.
2. Evaluación del riesgo de
explosión: áreas clasificadas y
fuentes de ignición.
“E
l estudio de las zonas clasificadas debe
ser detallado, pues en él se determinan y
acotan las zonas concretas donde es probable la
existencia de atmósferas explosivas
3. Diseño de medidas específicas de control de riesgo de
explosión:
de las medidas de prevención y
control dispuestas.
- Anular las fuentes de ignición.
- Detectar la formación de
nubes explosivas.
- Desclasificar el entorno del
equipo o instalación.
- Controlar/suprimir los efectos de la explosión.
- Desarrollar procedimientos
y normas de trabajo seguros.
Implantación de
medidas de protección
o prevención ante
explosiones
4. Asesoramiento en la ejecución de las medidas.
5. Verificación de la eficacia
de las medidas implantadas.
Tras el informe de adecuación ATEX, se puede concluir
un uso aceptable respecto al
riesgo de explosión o, por el
contrario, la necesidad de sustituir el equipo o de adoptar
medidas de prevención complementarias. No obstante, este
uso aceptable no debe entenderse como un método para
eludir las obligaciones legales
en materia ATEX de fabricantes, instaladores y empresarios.
Una vez realizados los estudios de emplazamientos ATEX,
consistentes fundamentalmente
en una clasificación de áreas,
una evaluación del riesgo de
explosión y un DPCEx, el empresario deberá implantar las
medidas adecuadas para conseguir la protección de la salud
y seguridad de los trabajadores
expuestos a los riesgos derivados de atmósferas explosivas
en el lugar de trabajo.
Mantenimiento en
emplazamientos atex
Hay que tener en consideración que las instalaciones y equipos en áreas con riesgo poseen
características especialmente diseñadas para hacerlas adecuadas
para operar en tales atmósferas.
Por lo tanto, el empresario debe tener implantado un sistema
de mantenimiento correctivo y
preventivo que pueda garantizar y mantener la integridad de
los equipos según las especificaciones del fabricante; así como
poder verificar aquellos aspectos
del funcionamiento del equipo
en régimen normal que puedan generar fuentes de escape
o fuentes de ignición. Hay que
tener en cuenta que un equipo
cuya integridad física no sea la
adecuada, puede tener el modo
de protección anulado y, por lo
tanto, ser una potencial fuente
de ignición, o convertirse en una
posible fuente de escape o en su
caso de mayor grado.
En este sentido, existen criterios de mantenimiento que
Debe ser el Documento de
Protección Contra Explosiones,
elaborado por un servicio de
Prevención Ajeno, o Propio o
por un trabajador designado
de la propia empresa (no caben más posibilidades), el que
incluya la aceptabilidad de uso
de cada uno de los equipos/
instalación, en función de las
características de los equipos,
del área clasificada, así como
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Aspectos Tecnológicos
del Mantenimiento
L
a formación continua del personal
dedicado al mantenimiento es
una cuestión de especial interés para los
emplazamientos ATEX
pueden hacer considerar como
aceptable una determinada instalación o que, en caso contrario, pueden hacer desaparecer
la condición de aceptabilidad.
La inspección y mantenimiento de instalaciones y equipos
en emplazamientos ATEX debe
realizarse, más que nunca, por
personal experimentado cuya
preparación haya incluido la
instrucción adecuada de las características especiales de este
tipo de zonas, normas y reglamentos aplicables, así como los
principios generales de clasificación de áreas. La formación
continua del personal dedicado
a mantenimiento es una cuestión de especial interés para
este tipo de emplazamientos.
No debe olvidarse que el
material móvil o portátil usado
en los procedimientos de inspección y mantenimiento debe adecuarse, a su vez, a los
requerimientos exigidos por el
emplazamiento o zona clasificada. Además, suele ser particularmente fácil de dañar o de
efectuar con él un mal uso. Por
lo tanto, habría que someter al
mismo a inspecciones periódicas con una mayor frecuencia
de lo habitual.
Pero, además de todo lo anterior sobre el mantenimiento
“clásico” de equipos e instalaciones, se debe integrar en el
sistema de mantenimiento el
control de las posibles ampliaciones y/o modificaciones que
sobre el proceso, condiciones
de operación o las instalaciones
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se puedan producir en relación
a las consideradas en el estudio
inicial de clasificación de áreas
y de la evaluación de riesgos de
explosión, pues pueden ocurrir
casos como los siguientes:
- Un hecho tan simple y
cotidiano como instalar una
nueva máquina, que origina
una zona clasificada más restrictiva en un emplazamiento
ya clasificado, tiene una serie
de consecuencias y actuaciones
que normalmente no se tienen
en consideración. Esto se debe
a que introducirá un nuevo
punto de estudio en cuanto a la
zona clasificada, la protección
de los equipos del entorno y
consideración en la evaluación
de riesgos de explosión.
- El cambio en una temperatura de operación puede hacer
que una zona que antes no
fuera clasificada ahora pase a
serlo.
- El procedimiento de limpieza de las capas de polvo
depositadas en una instalación
puede cambiar la clasificación
de la zona; por ejemplo, si se
hace mediante soplado en vez
de mediante aspiración.
- Generación de temperaturas superficiales no evaluadas
inicialmente.
Conclusiones
No realizar un buen y detallado estudio de zonas clasificadas con riesgo de explosión
puede conllevar a no considerar emplazamientos que debie-
ran ser ATEX y, por lo tanto, no
estar del lado de la seguridad,
o, por el contrario, a sobreestimar las zonas clasificadas, con
los consiguientes sobrecostes
asociados. En uno u otro caso,
las consecuencias serán el no
cumplimiento de una obligación legal y moral en cuanto
a preservar la seguridad de los
trabajadores; y, por otro lado, la
no viabilidad económica para el
empresario. Por lo tanto, se entiende como primordial que la
clasificación de áreas se ajuste
a la realidad de la instalación,
ni más ni menos.
Una exhaustiva evaluación
de riesgos de explosión de
la instalación proporcionará al
empresario una herramienta
muy útil en la posterior gestión
diaria de la salud y seguridad
de los trabajadores, pudiendo
además reducir los costes asociados a las posibles medidas
correctores a implantar.
Se considera clave para estos
estudios la necesidad de contar
con especialistas de la suficiente garantía y rigor, así como con
la implicación y concienciación
del empresario.
Para finalizar, la gestión del
mantenimiento debe superar el
mantenimiento “clásico” preventivo y correctivo, debiéndose incorporar en este sistema el
control de los criterios y datos
de partida que originaron o determinaron los estudios de clasificación de áreas y evaluación
de riesgos de explosión, con los
que el empresario finalmente
establece su política de salud
y seguridad de los trabajadores
para emplazamientos ATEX.
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