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- RESPONSABILIDAD BANCARIA - CALIFICACIÓN BANCARIA DEL DEUDOR - REGISTRO DE
DEUDORES - SERVICIOS DE INFORMACIÓN CREDITICIA - TASA ACTIVA - MUTUALES Partes: Canche Rosario del Carmen c/ Mutual del Personal de los Centros de la Sanidad Privada y otros s/
daños y perjuicios
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil Sala: E
FECHA: 12/2/2010
Cita: MJJ55143
Legislación Relacionada
Código Civil. (art. 512)
Código Civil. (art. 902)
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Cuello Alicia Mercedes c/ A.M.U.P.E.P.T.E.M. y otro (Anterior)
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-------------------------------------------------------------------------------Resulta responsable la Mutual demandada, a través de la cual la actora accedió a un préstamo, por los
perjuicios ocasionados a ésta al haber sido informada como deudora irrecuperable, ya que esta situación
derivó de la desprolijidad de su sistema contable.
-------------------------------------------------------------------------------Sumario
1.-Corresponde confirmar la sentencia de grado que responsabilizó a la entidad financiera por los daños que
ocasionó a la actora al informarla como deudora irrecuperable, pues, no puso a disposición de la perito
contadora la documentación que respaldaba sus manifestaciones en torno a que la última cuota del préstamo
fue saldada cinco años tarde, y es por eso que la a quo, cotejando el detalle que efectuó la experta con el
informe de descuentos -ya que las cuotas eran descontadas del sueldo-, presumió que la referida cuota estaba
incluida dentro de dichos descuentos, y si ello es así, la única conclusión posible es que el pago fue en tiempo
propio, entonces, sea por la desprolijidad contable de la Mutual que gestionaba el descuento y debía girar los
depósitos a la financiera, sea porque esta última no exigió de aquélla le aclarara documentalmente el detalle
de los importes que le fue depositando y a quiénes y a qué deudas debían imputarse, lo cierto es que la
calificación como irrecuperable en el sistema de deudores representó una conducta negligente e injusta que
encuadra en las previsiones de los arts. 512 y 902 del Código Civil.
2.-Resulta procedente responsabilizar a la Mutual demandada, a través de la cual la actora accedió a un
préstamo, por los perjuicios ocasionados a ésta al haber sido informada como deudora irrecuperable, ya que si
bien no fue la que informó al Banco Central la situación de su contraria, sino que lo fue la cesionaria de la
financiera, derivó de una circunstancia que sí le es imputable, porque debe destacarse que ella era quien debía
gestionar ante la empleadora de la actora la realización del descuento de las cuotas del sueldo, para luego
girarlo a la acreedora, pero ante la desprolijidad de su sistema contable la perito contadora refiere que no se
pudo determinar en qué fecha la Mutual recibió el dinero de la empleadora y en qué fecha transfirió los
fondos, lo cual denota su incumplimiento en formular la liquidación detallada a que se había obligado por el
convenio suscripto con la financiera, debiéndose tener en cuenta que si hubiese cumplido como corresponde
con sus obligaciones, efectuando los descuentos y transfiriendo los fondos en tiempo y forma, ningún
conflicto se habría producido.
3.-No corresponde responsabilizar a la empresa que brinda informes crediticios por la calificación negligente
de deudora irrecuperable que se informó respecto de la actora, pues, esta calificación respondió al pedido
realizado por el banco acreedor y así figuraba en el listado del Banco Central, que es público y al que la
demandada tiene el acceso autorizado, limitándose a reproducir los datos suministrados, respecto de los cuales
estaba impedida de corroborar en sus libros y documentación existente.
4.-Procede resarcir el daño moral provocado a la actora por la negligente calificación de deudora
irrecuperable, pues, si bien en materia de responsabilidad contractual su viabilidad es restrictiva, en el caso,
dicha categorización se prolongó por espacio de varios meses, máxime teniendo en cuenta que su inclusión en
dicha categoría surgía de información errónea imputable a los demandados, lo cual ocasiona lesión a los
sentimientos espirituales.
5.-Debe modificarse la sentencia de primera instancia, en cuanto resolvió que los intereses sobre las sumas
reconocidas en concepto de daño moral debían computarse desde la fecha en que la damnificada habría
tomado conocimiento de su calificación como deudora irrecuperable, pues, tratándose de un caso de
responsabilidad derivada de una relación contractual, los intereses moratorios no pactados se devengan desde
la constitución en mora.
6.-Toda vez que los valores fijados en la sentencia fueron establecidos a la fecha del pronunciamiento, los
intereses deben ser aplicados a la tasa del 6% anual, desde la fecha de constitución en mora y hasta ese
momento, devengándose con posterioridad y hasta el efectivo pago la activa dispuesta en el plenario
"Samudio", pues, si se aplicara la tasa activa mencionada desde el momento mismo de la constitución en mora
y hasta el del efectivo pago se estaría computando dos veces la desvalorización monetaria operada entre el
hecho y la sentencia, dado que en ésta se contemplaron valores a la época de su dictado, en tanto que la
referida tasa capta, en cierta medida y entre otros elementos, la depreciación de la moneda.
Fallo
Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a los doce días del mes de febrero de dos mil diez, reunidos
en Acuerdo los Señores Jueces de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala "E", para
conocer en el recurso interpuesto en los autos caratulados: "CANCHE ROSARIO DEL CARMEN C/
MUTUAL DEL PERSONAL DE LOS CENTROS DE LA SANIDAD PRIVADA Y OTROS S/ DAÑOS Y
PERJUICIOS", respecto de la sentencia corriente a fs. 1132, el Tribunal estableció la siguiente cuestión a
resolver:
¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada?
Practicado el sorteo resultó que la votación debía efectuarse en el siguiente orden: Señores Jueces de Cámara
Doctores CALATAYUD. RACIMO. DUPUIS.
El Señor Juez de Cámara Doctor CALATAYUD dijo:
1.- La actora, que trabajaba como enfermera en la clínica Bazterrica, tomó un préstamo de Columbia
Compañía Financiera S.A. el 1º de julio de 1997, por la suma de $ 600, que se obligó a devolver en 11 cuotas
mensuales de $ 73,13. Dicha entidad financiera cedió el 8-7-2000 en favor de BankBoston N.A. una cartera
de créditos entre los que se encontraba el de aquélla, quedando impaga la última de las cuotas referidas, la
que, según refiere esta parte, recién fue cancelada el 10-10-03 y justifica su calificación en la categoría 5,
como deudora irrecuperable.
Esta última circunstancia fue negada por la señora Canche, quien demandó a dichas instituciones, además de
la Asociación Mutual del Personal de los Centros de Sanidad Privada, que era la entidad que había celebrado
un convenio con Columbia, por medio del cual ésta ofrecería a sus afiliados los créditos y debía gestionar ante
los respectivos empleadores para que por medio de un código de descuento se dedujese el importe de las
cuotas, que debía ser entregado a la mutual y ésta, a su vez, debía girarlo a la acreedora.
En la sentencia de fs. 1132/40, la señora juez a quo, tras valorar la prueba pericial contable producida,
concluyó que para el pago de la cuota nº 11 del préstamo acordado a la actora (nº 126.571/4) por Columbia
Compañía Financiera S.A. debía considerarse incluido dentro del informe de descuentos efectuados por la
perito en el Anexo I (fs. 934), motivo por el cual y ante la falta de exhibición a la experta de documentación
que permitiera clarificar las circunstancias relativas al pago de dicha cuota por parte de la citada financiera y
de su cesionaria -la codemandada BankBoston N.A.-, como asimismo el incumplimiento de la Asociación
Mutual del Personal de los Centros de Sanidad Privada de formular la liquidación detallada a que se había
obligado por el convenio suscripto con Columbia, conducía a concluir la calificación como deudora
irrecuperable del sistema financiero de la demandante como un supuesto de injustificable negligencia.
Responsabilizó por las consecuencias a dichas entidades, a quienes condenó a abonar a su contraria la suma
de $ 10.000 en concepto de daño moral, con más sus intereses, calculados al 8% anual desde el 29-1-03 (fecha
en que la damnificada habría tomado conocimiento de su calificación) hasta la de la sentencia, a partir de la
cual y hasta el efectivo cumplimiento debía devengarse la tasa activa general (préstamos) nominal anual
vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina, y las costas del juicio. Desestimó la pretensión
incoada contra la Organización Veraz S.A.2.- Una copia del convenio antes mencionado celebrado entre la Mutual y Columbia obra a fs. 590/94. Entre
sus principales previsiones se estipuló que antes del 30 de cada mes la primera debía remitir a la segunda una
liquidación detallada
-acompañada de documentos respaldatorios- de los montos de las cobranzas realizadas a sus asociados y, en
su caso, diferencias no percibidas (cláusula 5a.) y, también antes del 30 cada mes, debía depositar los montos
percibidos (cláusula 6a.). Además, se obligó a comunicarle dentro de las 48 horas de haber tomado
conocimiento de que por cualquier motivo algún beneficiario dejare de percibir sus haberes (cláusula 9a.).
Finalmente, el convenio no podría ser cedido ni transferido por cualquiera de los firmantes sin la conformidad
expresa del otro (cláusula 11a.).
Por su parte, a fs. 324 obra una copia de la solicitud de préstamo requerido por la actora a Columbia, en donde
se pactó la mora de pleno derecho, automática y sin necesidad de interpelación alguna (artículo 3º). En dicho
instrumento, la demandante reconoce y acepta que el único documento oponible a la entidad para acreditar el
pago del crédito y/o de las cuotas será el recibo emitido por la Mutual. A su vez, el descuento de sus haberes
encomendado a tercero para imputar a la cancelación del préstamo se hace bajo responsabilidad de ella y la
falta de pago por cualquier causa no será oponible a la prestamista, frente a quien sólo tendrá valor el recibo
en forma (artículo 9º).
Por último, a fs. 327/32 luce una copia de la cesión efectuada por Columbia al BankBoston, por medio de la
cual la cesionaria encomienda a la cedente la administración de la cartera de créditos cedida (13a.), que
comprende la gestión de cobro y todo acto tendiente al recupero de los importes consignados, en tanto la
cedente se compromete a entregar a la cesionaria toda suma que reciba de los deudores cedidos
inmediatamente de ser percibidos (14a.).
3.- Ahora bien, Columbia se agravia en la presentación de fs. 1178/83, en donde aduce que la magistrada
soslayó lo convenido en la cláusula 9a. de las condiciones generales acerca de la responsabilidad asumida por
la actora por la falta de pago de las cuotas por parte de la Mutual que, además, no le es oponible. Asevera que
la deudora se desentendió de la operatoria y que la mora se originó en la actitud de la Mutual, pues la cuota nº
11 no fue abonada en término. Refiere que tampoco era su obligación verificar con la Mutual el dinero por
ella percibido, pues era deber de esta última efectuar la liquidación detallada antes del 30 de cada mes y
entregarle el dinero recaudado destinado a la cancelación de los préstamos acordados. Sin embargo, ésta
depositó el importe de la cuota en cuestión cinco años después.
Es verdad -como manifiesta esta apelante- que la actora se responsabilizó por el incumplimiento en que
incurriese por la falta de pago del tercero a quien le autorizara la retención del dinero de su sueldo mensual
(ver fs. 322), pero también lo es que -como concluyera la contadora del Castillo, perito designada de oficio
por el juzgado y no lo controvierte la quejosa- al haber firmado una autorización de descuento directo por
recibo de haberes, no le correspondía obligación alguna relacionada al seguimiento de la operatoria del
préstamo (ver fs. 1029, nº 5). Y ello resulta totalmente lógico y razonable, pues el empleado que otorga tal
autorización para que la mutual a la que pertenece, tras percibir el descuento de la empleadora, pague el
dinero recaudado a la prestamista, lo hace precisamente para desentenderse de tener que concurrir mes a mes
a saldar ella misma el importe de la cuota correspondiente a la sede del banco.
En todo caso, si la cuota aparecía impaga, pues debió reclamar a la Mutual y, si ésta no cumplió con su
obligación de efectuar mensualmente, antes del 30 de cada mes, la liquidación detallada -acompañada de los
documentos respectivos- de los importes retenidos a sus asociados y el consiguiente depósito de los montos,
colocándose en situación de mora de pleno derecho (cláusula 7a.), tampoco hizo uso de su derecho a rescindir
el contrato, como lo autorizaba la cláusula 8a.De todas maneras, según sostuvo la señora juez en afirmación que no fue materia de agravio de su parte,
ninguna de las dos entidades bancarias -ni ella ni su cesionaria- pusieron a disposición de la perito contadora
la documentación que respaldaba sus manifestaciones en torno a que la cuota nº 11 fue saldada recién el 1410-03, cinco años después de lo que correspondía. Es por eso, que aquélla, cotejando el detalle que efectuó la
experta a fs. 935 con el informe de descuentos de fs. 934, presumió que la referida cuota se incluyó dentro de
dichos descuentos, el último de los cuales es el de agosto de 1998.
Y, si ello es así, la única conclusión posible es que la cuota 11 se canceló en tiempo propio, cuya fecha de
vencimiento -resalto- no estaba prevista contractualmente. Entonces, sea por la desprolijidad de la manera
contable de conducirse de la Mutual puesta de manifiesto por la contadora Del Castillo, sea porque Columbia
no exigió de aquélla le aclarara documentalmente el detalle de los importes que le fue depositando y a quiénes
y a qué deudas debían imputarse, lo cierto es que la calificación como irrecuperable en el sistema de deudores
requerida al Banco Central por la cesionaria BankBoston representó una conducta negligente e injusta que
encuadra en las previsiones de los arts. 512 y 902 del Cód. Civil.
Es verdad que si bien la cesión estaba vedada en virtud de lo convenido en el convenio celebrado entre la
Mutual y Columbia en la cláusula 11a. sin previa conformidad del deudor cedido, también es cierto que en
virtud de lo dispuesto por los arts. 70 a 72 de la ley 24.441 se autorizó la transferencia de componentes de una
cartera de crédito. Y, en lo que atañe al precedente de esta Sala citado por la apelante -autos: "Miranda Clara
Teresa c/ Círculo Mutual de Suboficiales Retirados de la Policía Federal Argentina y otros s/ daños y
perjuicios", del 14/4/04, causa 369.805-, difiere en que en dicho precedente se encontraba probada la distinta
imputación que efectuara Columbia como prestamista y la mutual allí demandada, en donde la primera,
contrariamente a lo que sucede en estos autos, puso a disposición del perito los documentos necesarios para
expedir su dictamen.
Critica el BankBoston la deducción extraída por la magistrada de que la cuota nº 11 se encontrara incluida en
los descuentos efectuados en los recibos de sueldo pertenecientes a la actora, pero olvida mencionar que el
principal motivo que la llevó a presumirlo fue, precisamente, que ni su parte ni la cedente pusieron a
disposición
-reitero- de la perito contadora la documentación que permitiera clarificar las circunstancias de pago de dicha
mensualidad. Tampoco lo hizo la Mutual, cuya contabilidad y documentación se lleva con la desprolijidad
apuntada por la experta. No le correspondía a la señora Canche acompañar los recibos de sueldo, pues para
ello era preciso que las entidades financieras la intimaran fehacientemente a hacerlo, pues
-como es sabido- cuando como en la especie en el contrato de préstamo no surge expresamente plazo para el
pago convenido, el acreedor debe interpelar al deudor (art. 509 del Cód. Civil), más allá de que los
vencimientos fueran mensuales y consecutivos, pues no había fecha cierta para tales vencimientos.
Es cierto que no le corresponde a su parte la prueba del pago de la cuota tantas veces mencionada, pero
también lo es que lo que sí estaba a su cargo exhibir a la contadora del Castillo los documentos que
clarificaran las circunstancias que rodearon su cancelación, sin que tenga relevancia alguna que la
demandante hubiere contratado otros préstamos a través de la Mutual demandada.
En concreto, la información que hiciera al Banco Central sobre la situación de su deudora, si bien
objetivamente inobjetable, sí puede cuestionársela a la luz de lo probado en este expediente, donde omitió
aclarar que la Mutual no depositó el importe correspondiente a la cuota en cuestión. Adviértase que ninguna
de las entidades financieras objetó la forma de conducirse de la Mutual, quien evidentemente no cumplía con
su obligación de efectuar las liquidaciones en la forma pactada.
El primer agravio en que funda su reclamo la Mutual demandada en realidad está referido a uno de los
perjuicios que alegara la actora como resultantes del ilegítimo accionar de sus contrarias, el daño material
devenido al haber solicitado un crédito a otra entidad financiera para efectuar refacciones en su hogar y que
fuera desestimado por la señora juez con fundamentos que después analizaré al examinar los agravios de la
actora relativos al punto. Pero aun cuando la conclusión no mereciera ser modificada, lo real es que hay otro
perjuicio que sí fue acogido: el daño moral, por lo que existe daño resarcible. Y éste -como la recurrente se
encarga de recordar-, incluso dentro de la órbita de la responsabilidad contractual (art. 522 del Cód. Civil), el
Tribunal entiende que el perjuicio surge in re ipsa loquitur, de los hechos mismos (ver voto del Dr. Mirás en
causa 279.753 del 25-10-99 y sus citas; mi voto en causa 280.278 del 8-11-99, entre otras).
En lo que concierne a las críticas expresadas en torno a la responsabilidad y si bien no fue la titular del crédito
ni quien informó al Banco Central la situación de su contraria, sino que lo fue el BankBoston, quien no le
requirió a su parte el estado de cuenta de ella ni efectuó reclamo alguno, es de destacar la desprolijidad de su
sistema contable que, a estar a lo concluido por la perito contadora, no tiene un ordenamiento lógico, es
fragmentado y fue presentado en forma promiscua. Las registraciones en los libros las realiza en forma global,
en la cuenta "Recaudación para terceros", no obstante que a la fecha del dictamen existía un total de 28
convenios con diferentes entidades financieras y comercios adheridos (ver fs. 936/46). Y, cuando contesta las
observaciones que efectuara, la contadora del Castillo refiere que no surge de las planillas rubricadas y no
rubricadas información alguna que determine a qué cuenta del préstamo de la actora se corresponden a las
cuotas contenidas en dichas registraciones, motivo por el cual no se cuenta con información peritable para
determinar en qué fecha la Mutual recibió de la empleadora y en qué fecha transfirió los fondos (ver fs.
1027/29). Sobre el punto, bueno es acotar que, a mi juicio, una lógica razón de orden contable impone que
discrimine lo que recauda de cada crédito, sobre todo si se tiene en cuenta la cantidad de instituciones y
comercios que han celebrado convenios con ella.
Es cierto que esta parte impugnó nuevamente el informe pericial (ver fs. 1031/34), no obstante lo cual
coincido con el criterio de la magistrada que desechó las objeciones y aceptó las conclusiones de la experta.
Al respecto, esta Sala tiene decidido que, si bien el perito es un auxiliar de la justicia y su misión consiste en
contribuir a formar la convicción del juzgador, razón por la cual el dictamen no tiene, en principio, efecto
vinculante para él (art. 477 del Cód. Procesal; CNCiv. esta Sala, en E.D. 89-495 y sus citas), la circunstancia
de que el dictamen no obligue al juez -salvo en los casos en que así lo exige la ley-, no importa que éste pueda
apartarse arbitrariamente de la opinión fundada del perito idóneo, en tanto la desestimación de sus
conclusiones ha de ser razonable y fundada (conf. fallo citado y votos del Dr. Mirás en causas 34.389 del 9-288 y 188.579 del 26-3-96 y, en el mismo sentido, CNCiv. Sala "D" en E.D. 6-300; Colombo, Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación. Anotado y comentado, 4a. ed., t. I pág. 717 y nota 551).
En forma congruente, ha adherido a la doctrina según la cual aun cuando las normas procesales no acuerdan al
dictamen pericial el carácter de prueba legal, cuando el informe comporta -como en el caso- la apreciación
específica en el campo del saber del perito -conocimiento éste ajeno al hombre de derecho-, para desvirtuarlo
es imprescindible contar con elementos de juicio que permitan concluir fehacientemente en el error o el
inadecuado uso que el experto hubiese hecho de sus conocimientos técnicos o científicos, de los que por su
profesión o título habilitante ha de suponérselo dotado (conf., entre muchas otras, causas 21.064 del 15-8-86,
11.800 del 14-10-85, 32.091 del 18-12-87, 131.829 del 29-7-93 y 169.102 del 6-6-95).
Por consiguiente, para que las observaciones que pudiesen formular las partes puedan tener favorable acogida,
es menester aportar al expediente probanzas de similar o mayor rigor técnico o científico que desmerezcan las
conclusiones alcanzadas en el peritaje (conf. arts. 386 y 477 del Cód. Procesal; Palacio, Derecho Procesal
Civil, t. IV pág. 720; CNCiv. Sala "C" en L.L. 1992-A-425; Sala "H" en L.L. 1997-E-1009 nº 39.780-S),
pruebas que, al no haber sido incorporadas al proceso, permiten concluir de la manera anticipada.
La cesión efectuada entre Columbia y BankBoston, más allá de que no le ocasiona perjuicio alguno, como
vimos fue legal y el hecho de que la calificación no fue informada por su parte, derivó de una circunstancia
que sí le es imputable, apta para generar el daño.
Su responsabilidad, por otra parte, es equiparable a la atribuida a los bancos, y quizás mayor, pues si hubiese
cumplido como corresponde con sus obligaciones, efectuando los descuentos y transfiriendo los fondos en
tiempo y forma, ningún conflicto se habría producido. Y, aun siendo cierto que las otras demandadas no le
requirieron informes ni se la consultó sobre los pasos a seguir, son detalles que no alteran su responsabilidad.
Por lo demás, no es cierto que no recibe beneficio alguno de la operatoria, pues según la perito contadora
retiene, en concepto de comisión por gestiones de cobro, el 1,5% de cada cuota (ver fs. 940 vta., punto 14).
En resumen, es mi convicción que nada cabe modificar del pronunciamiento en materia de responsabilidad de
estas tres demandadas, de manera que, por estos argumentos y los propios que aquél contiene, propicio se lo
confirme.
4.- Resta examinar la que compete a la Organización Veraz, que fuera desechada en la sentencia y que, al
respecto, existen agravios vertidos por la actora. Este tribunal, con primer voto del Dr. Mirás -entonces
integrante del mismo- al que adhiriéramos el Dr. Dupuis y yo (causa 462.999 del 19-10-06, in re: Armendáriz
Sebastián c/ Banco Lloyds S.A. y otros s/ daños y perjuicios", textualmente dijo: "Respecto de Organización
Veraz, por lo que diré después con relación al Banco Lloyds e, independientemente, por cuanto es doctrina de
esta Sala que una vez advertido que la actividad de aquélla se ajusta a lo dispuesto en el art 26 de la ley
25.326, en consonancia con lo que establece el art. 5 de la misma, inciso 2º, letra a, lo que concurre en el caso
de autos, dado que ha publicado datos "obtenidos de fuentes accesibles al público", tal actividad lícita, que
además cumple una función de interés público (conf. Cám. Com., Sala "E", sentencia impersonal publ. en
E.D. 173-20; íd. Sala "C", votos del Dr. Monti, publs. en E.D. 173-88 y 201-253, el primero -que versa sobre
información obtenida en la Cámara en lo Comercial- con nota de Lorente y Truffat: "El derecho a la exactitud
de la información y el crédito", en el que se expone que la solución dada por el tribunal coincide con el de un
fallo de la Suprema Corte de los Estados Unidos "Cox vs. Cohn", cit. en pág. 93; vide opinión de la Dra. Aída
Kemelmajer de Carlucci en el fallo de la S. C. de Mendoza, Sala I, "Huertas c/ CO.DE.ME." del 15-4-99, cit.
por Mario Masciotra en "La prestación de servicios de información crediticia a tenor de lo dispuesto en la ley
25.326", publ. en E.D. 198-784, Nº IV y nota 17), no puede, sin añadidura, generar responsabilidad por los
errores que cometan los bancos informantes, con lo que en la tesis de aplicabilidad del art. 1113 del Código
Civil debe regir la exención proveniente de la culpa de un tercero".
Y continuaba: "Desde este ángulo, si la organización codemandada debiera verificar la veracidad de cada uno
de los datos informados por el Banco Central antes de comunicarlos ella misma a terceros -y si eso fuera
posible, que no lo es pues se le exigiría tener acceso a la totalidad de las carpetas de las entidades financieras-,
tal sería la magnitud de la ímproba tarea, que concluiría por cerrar sus puertas, con lo que literalmente esa
actividad lícita vendría a resultar prohibida por efecto de una teoría pretoriana que la Sala no comparte (conf.
voto del dicente, en c. publ. en L.L., ejemplar del 15-2-05, f. 108.541, y E.D., ejemplar del 5-4-05, f.
53.282)".
Los argumentos expuestos por la demandante no logran conmover tales fundamentos, con lo que adelanto el
sentido de mi propuesta. En efecto, si bien en el precedente de la Sala "F" que cita en apoyo de su postura (ver
J.A. 2002-II-436), la mayoría optó por considerar que ante la publicación de datos erróneos desactualizados
por parte de la empresa habría una especie de "culpa presunta" al no chequear la veracidad de los datos que
publica (ver comentario al fallo de Peyrano, La responsabilidad por infracción al deber de preservación de la
"calidad" de los datos. Interrogantes que genera la atribución de la misma, en J.A. 2002-II-441), con una
importante disidencia, lo cierto es que en el sub júdice la actora había sido incluida en la categoría 5 a pedido
del BankBoston y así figuraba en el listado del Banco Central, que es público y al que esta demandada tiene el
acceso autorizado (ver informe de fs. 832).
Tampoco resulta de aplicación el fallo de nuestro máximo tribunal, en autos "Recurso de hecho deducido por
Matilde Susana Martínez en la causa Martínez, Matilde Susana c/ Organización Veraz S.A.", del 5-4-06
(Fallos, 328:797), toda vez que en dicho caso se consideró que la información suministrada era incompleta y
comportaba una representación falsa, en tanto en el presente se limitó a reproducir datos suministrados por la
acreedora al Banco Central que esta organización estaba impedida de corroborar en sus libros y
documentación existente (ver informe de fs. 765).
Por tanto, los agravios formulados sobre el punto no podrán ser atendidos, más allá de destacar que -como
reconoce la propia actora- cuando intimó a esta parte para que rectificara el informe, éste ya había sido
modificado.
5.- Se queja esta parte por el rechazo de la partida que denominara daño material. En realidad, como sostiene
que habría perdido la oportunidad de obtener un crédito destinado a la refacción de su vivienda particular, se
trataría más bien de una pérdida de chance que, como es sabido y tal como enseña Zannoni, cuando el daño
consiste en la frustración de una esperanza, en la pérdida de una "chance", de una probabilidad, coexisten un
elemento de certeza y otro de incertidumbre. Certeza de que, de no mediar el evento dañoso o el
incumplimiento contractual, el damnificado habría mantenido la esperanza en el futuro, que le permitiría
obtener una ganancia o evitar una pérdida patrimonial. Pero, a la par, incertidumbre, definitiva ya, de si,
manteniéndose la situación de hecho o de derecho que era el presupuesto de la "chance", la ganancia se habría
en realidad obtenido, o si la pérdida se habría evitado. Y citando a Mazeaud-Tunc ("Tratado", t. I-1 pág. 307
nº 219), continúa señalando que "la dificultad proviene de que, en este supuesto, no resulta posible ya esperar
para determinar si el perjuicio existirá o no existirá; la realización del perjuicio no depende ya de
acontecimientos futuros e inciertos. La situación es definitiva; nada la modificará ya; por su culpa, el
demandado ha detenido el desarrollo de una serie de hechos que podían ser fuente de ganancias o de pérdidas"
(conf. El daño en la responsabilidad civil, pág. 50).
Es decir, la "chance" representaría la posibilidad de un beneficio probable, futuro, que integra las facultades
de actuar del sujeto en cuyo favor la esperanza existe. Privarlo de esa esperanza, conlleva daño, aun cuando
pueda ser difícil estimar la medida de ese perjuicio, porque lo perdido, lo frustrado, en realidad, es la "chance"
y no el beneficio esperado como tal (ver Zannoni, op. cit., pág. 52).
A la luz de estas premisas, es evidente que la señora Canche no ha logrado acreditar, con la suficiente certeza,
el perjuicio alegado. Es que, los testigos que declararon sobre el punto Peluffo (fs. 869/70), Solleiro (fs.
872/73) y Sandoval Blanco (fs. 890/91) no son rotundos en sus afirmaciones, en tanto la primera "cree" que
quiso obtener un préstamo del banco Francés y no sabe si lo consiguió (a la 13a.y 14a.), el segundo -que sería
el albañil al que le encargara los trabajos- después de referir que los arreglos fueron pagados por la
demandante hasta que no pudo seguir afrontando el gasto según le comentara ella misma, no le consta que
ésta hubiera gestionado crédito alguno, mientras que la última, alude a que "le parece que no lo consiguió al
préstamo porque estaba en el Veraz, lo sabe por comentarios de ella" (a la 11a.).
Es evidente entonces que del análisis efectuado de tales declaraciones ellas no logran formar convicción al
respecto (arts. 385 y 456 del Cód. Procesal). Y, en cuanto al informe proveniente del BBVA Banco Francés,
aun cuando da cuenta que se le otorgó un préstamo personal con fecha 16-12-04, es decir, cuando ya había
sido excluida de la categoría 5, lo concreto es que de él no surge que se le hubiese rechazado alguna solicitud
anterior por encontrarse incluida en el registro de deudores irrecuperables (ver fs. 980).
6.- La actora y todos los demandados se agravian del daño moral, que la primera estima reducido su monto,
mientras que los restantes, además de considerarlo elevado, cuestionan la procedencia en sí misma.
Ya he señalado ut supra que su configuración resulta de los hechos mismos y si bien esta Sala ha considerado
que en materia de responsabilidad contractual su viabilidad era restrictiva (ver, entre otros, mis votos en
causas 198.097 del 14-10-96, 232.999 del 23-12-97 y 258.576 del 22-10-98), así como también que no
cualquier molestia o contrariedad lo representa, exigiéndose cierta gravedad y duración en el tiempo (ver mis
votos en causas 167.349 del 12-6-96 y 330.397 del 2-10-01), la situación fáctica reflejada en autos permite
apartarse de estos conceptos y juzgar que se ha configurado un agravio espiritual que merece ser resarcido.
Es que, al respecto cabe tener en cuenta que la categorización como deudora irrecuperable se prolongó por
espacio de varios meses, máxime cuando su inclusión en dicha categoría surgía de información errónea
imputable a los demandados, lo que a no dudarlo ocasiona lesión a los sentimientos espirituales. Sobre el
punto, es doctrina de la Sala que debe entenderse por daño moral cualquier lesión a los sentimientos o
afecciones legítimas de una persona, o cuando se le ocasionan perjuicios que se traducen en padecimientos
físicos o, en fin, cuando de una manera u otra se han perturbado la tranquilidad y el ritmo normal de vida del
damnificado (conf. CNCiv. Sala "D" en E.D. 61-779; íd., en E.D. 69-377; Sala "F" en E.D. 42-311; íd., en
E.D. 53-350; Sala "G" en E.D. 100-300; esta Sala, causas 502 del 26-12-83 y 66.984 del 30-5-90).
De la misma manera, se ha decidido que a fin de cuantificar este perjuicio deben ponderarse diversos factores,
entre los que merecen ser citados, a modo de ejemplo, la gravedad de la culpa del autor del hecho, la
existencia y cuantía de los perjuicios materiales, las condiciones personales de aquél y las de la víctima, etc.,
factores todos que quedan librados al prudente arbitrio judicial (conf. CNCiv. Sala "B" en E.D. 57-455; Sala
"D" en E.D. 43-740; esta Sala, causas 19.073 del 13-3-86 y 124.140 del 16-11-94).
A la luz de tales principios, habida cuenta las circunstancias del caso, condiciones personales y socioeconómicas de la actora (ver incidente sobre beneficio de litigar sin gastos) y demás particularidades que he
destacado, la suma reconocida en el pronunciamiento de primera instancia aparece como equitativa y
adecuada.
7.- En materia de intereses, Columbia sostiene que el punto de partida no puede ser el que estableció la señora
juez -fecha en que la actora tomó conocimiento de su categorización-, sino en todo caso el de la sentencia,
dado que, además, los valores fueron fijados a los vigentes en ese momento. De su lado, la actora y la Mutual
se quejan, la primera porque a su entender se violentó la doctrina del plenario "Samudio", en tanto la segunda
considera que el 8% es elevado con relación al 5% que usualmente se emplea y, por otra parte, porque ellos
deberán devengarse a partir de la mora, esto es, desde la notificación de la demanda.
En las hipótesis como la de autos, de responsabilidad derivada de una relación contractual, los intereses
moratorios no pactados -como lo son los del sub exámine- se devengan desde la constitución en mora (conf.
Borda, Tratado de Derecho Civil - Obligaciones, 8a. ed., t. I, pág. 333 nº 489; CNCiv. esta Sala, mi voto en
causa 461.731 del 7-11-06). Por este motivo, la decisión de primera instancia deberá ser modificada en el
sentido indicado.
Con fecha 20 de abril de 2009, esta Cámara en pleno dejó sin efecto la doctrina fijada en los fallos "Vázquez
Claudia Angélica c/ Bilbao Walter y otros s/ daños y perjuicios" del 2-8-93 y "Alaniz Ramona Evelia y otro c/
Transportes 123 S.A.C.I. interno 200 s/ daños y perjuicios" del 23-3-04 -que ratificó el anterior-,
estableciendo como doctrina legal obligatoria la tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida
a treinta días del Banco de la Nación Argentina, la que debe computarse desde el inicio de la mora hasta el
cumplimiento de la sentencia, salvo que su aplicación en el período transcurrido hasta el dictado de dicha
sentencia implique una alteración del significado económico del capital de condena que configure un
enriquecimiento indebido (ver autos "Samudio de Martínez Ladislaa c/ Transportes Doscientos Setenta S.A. s/
daños y perjuicios").
Ahora bien, la Sala considera que aceptar que la tasa activa mencionada se devengue desde el momento
mismo de la constitución en mora y hasta el del efectivo pago, arrojaría un resultado objetivamente injusto y
representaría lisa y llanamente un enriquecimiento indebido en favor del acreedor y en detrimento del deudor
que la Justicia no puede convalidar. Es que, sin lugar a dudas, se estaría computando dos veces la misma cosa:
la desvalorización monetaria operada entre el hecho y la sentencia, dado que en esta se contemplaron valores
a la época de su dictado; en tanto la referida tasa capta, en cierta medida y entre otros elementos, la
depreciación de la moneda (ver fallos de esta Sala -aunque referidos a la tasa pasiva promedio- en causas
146.971 del 16-6-94, 144.844 del 27-6-94 y 148.184 del 2-8-94, 463.934 del 1-11-06 y 492.251 del 19-11-07,
entre muchas otras; Borda, Tratado de Derecho Civil - Obligaciones, 8a. ed., t. I pág. 338 nº 493; Casiello,
Los intereses y la deuda de valor [Doctrinas encontradas y una saludable evolución de la jurisprudencia], en
L.L. 151-864, en especial, pág. 873 cap. V; Durañona y Vedia y Quintana Terán, La depreciación de la
moneda y los intereses, en J.A. 1970-7-332, en especial, cap. V).
Ello establecido, como los valores fijados en la sentencia han sido establecidos a la fecha de dicho
pronunciamiento, propongo reconocer una tasa de solamente el 6% anual -que es la que la Sala emplea
invariablemente (ver mis votos en causas 119.143 del 26-2-93, 139.706 del 7-12-93 y 143.880 del 29-3-94,
también entre muchas otras)-, que habrán de correr desde la fecha de constitución en mora y hasta ese
momento, devengándose con posterioridad y hasta el efectivo pago la activa dispuesta en el plenario referido
(ver Vázquez Ferreyra, La tasa aplicable en los juicios de responsabilidad civil, en L.L. del 10-6-09, pág. 7).
8.- Finalmente, la Mutual critica el régimen de las costas. Por un lado, sostiene que no tiene responsabilidad
en el hecho -cuestión que no merece comentario alguno dado lo expuesto al respecto anteriormente- y, por
otro lado, que la magistrada no consideró el rechazo de la partida en concepto de daño material. Como ya
decidiera en numerosas oportunidades esta Sala, cuando alguna de las partes cuestiona la responsabilidad y es
derrotada, resulta ser la parte sustancialmente vencida pues ha controvertido el aspecto central del proceso y,
por tanto, debe cargar con aquéllas aun cuando algunas de las partidas no prosperen (conf. Orgaz, El daño
resarcible [Hechos ilícitos], 3a. ed., pág. 158, nº 48 y fallos citados en nota 117; CNCiv. esta Sala, causas
305.369 del 25-10-2000 y 312.050 del 15-5-01, entre muchas otras; ver, en el mismo sentido, CNCiv. Sala
"I", en J.A. 2003-IV-248).
9.- En definitiva, voto para que se modifique la sentencia de fs. 1132/40 únicamente en materia de intereses,
los que deberán devengarse desde la fecha de constitución en mora a una tasa del 6% anual hasta la del citado
pronunciamiento, debiendo hacerlo con posterioridad la allí dispuesta, confirmándosela en lo demás que
decide y fue materia de agravio expreso. Las costas de Alzada, propicio sean impuestas a los demandados
vencidos, incluidas las derivadas de la intervención de Organización Veraz S.A. (art. 68 del Cód. Procesal).
Los Señores Jueces de Cámara Doctores Racimo y Dupuis por análogas razones a las expuestas por el Dr.
Calatayud, votaron en el mismo sentido. Con lo que terminó el acto.
FERNANDO M. RACIMO.
MARIO P. CALATAYUD.
JUAN CARLOS G. DUPUIS.
Este Acuerdo obra en las páginas Nº a Nº
del Libro de Acuerdos de la Sala "E" de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil.
Buenos Aires, febrero doce de 2010.Y VISTOS:
En atención a lo que resulta de la votación de que instruye el acuerdo que antecede, se modifica la sentencia
de fs. 1132/40 únicamente en materia de intereses, los que deberán devengarse en la forma propuesta en el
considerando 9 del primer voto, confirmándosela en lo demás que decide y fue materia de agravio expreso.
Costas de Alzada a los demandados vencidos, difiriéndose la regulación de los honorarios de los profesionales
intervinientes para una vez fijados los de la anterior instancia. Not. y dev.-
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