Trastámara o Trastamara Dinastía reinante en Castilla (de 1369 a

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Trastámara o Trastamara
Dinastía reinante en Castilla (de 1369 a 1504), en Aragón (de
1412 a 1516) y en Nápoles (de 1458 a 1501). Globalmente, el
reinado de los Trastámara en Castilla se caracterizó por el refuerzo de
la autoridad monárquica, fomentando el desarrollo económico
impulsado por la burguesía e introduciendo a Castilla en la diplomacia
europea. Esta modernización de la Monarquía convirtió a Castilla en
una gran potencia europea, capaz de imponer su hegemonía en la
península Ibérica.
La casa toma su nombre del Condado de Trastámara, título que
ostentaba antes de acceder al Trono Enrique II, el de las
Mercedes (1369-79), por haber sido adoptado por el conde Rodrigo
Álvarez. Como hijo bastardo de Alfonso XI y Leonor de Guzmán, le
disputó el Trono a su hermanastro, Pedro I, el Cruel; tras una guerra
civil, en 1369 le asesinó y ocupó el Trono, legándolo posteriormente a
su hijo Juan I (1379-90).
Éste consolidó en el Trono a la dinastía, rechazando una invasión
portuguesa en apoyo de las pretensiones del duque de Lancaster,
Juan de Gante, que reclamaba sus derechos como yerno de Pedro I.
Juan I quiso entonces anexionarse el reino portugués, pero fue
derrotado en la batalla de Aljubarrota (1385). Le sucedió en el Trono
castellano su hijo Enrique III, el Doliente (1390-1406), durante
cuyo reinado Castilla conquistó las islas Canarias. Ante el Cisma de
Occidente, que dividió a la Iglesia entre dos papas rivales, apoyó al
papa de Aviñón, el aragonés Benedicto XIII.
Le sucedió su hijo Juan II de Castilla (1406-54), cuyo reinado
estuvo marcado primero por la regencia de su madre y de su tío, el
infante don Fernando (futuro Fernando I de Aragón), y más tarde por
el valimiento del condestable Álvaro de Luna y las guerras contra los
infantes de Aragón (los hijos de Fernando I, pertenecientes, por
tanto, a la misma Casa de Trastámara). Le sucedió su hijo Enrique
IV, el Impotente (1454-74). Durante su reinado la autoridad
monárquica quedó debilitada en beneficio de la nobleza y de los
validos, Juan Pacheco y Beltrán de la Cueva. A este último se
atribuyó la paternidad de la heredera del Trono, Juana, la Beltraneja,
al tiempo que se difundía el rumor de que el rey era impotente.
Tales rumores fueron propalados por los partidarios de la hermana de
Enrique, Isabel I, la Católica (1474-1504), que le disputó el Trono
apoyándose en la nobleza y, tras su muerte, se hizo proclamar reina
imponiéndose a los partidarios de su sobrina Juana. Su matrimonio
con el rey Fernando II de Aragón (también un Trastámara) unificó las
Coronas de Castilla y Aragón. Pero los Reyes Católicos no tuvieron
heredero masculino, por lo que su herencia fue transmitida a la Casa
de Habsburgo, a través de Juana I, la Loca, Felipe I, el Hermoso y
Carlos I.
En cuanto a la rama aragonesa de los Trastámara, arranca de
Fernando I, el de Antequera (1412-16), hijo de Juan I y regente
de Castilla durante la minoría de edad de su sobrino, Juan II. En 1410
quedó vacante el Trono aragonés, al morir el último representante de
la Casa de Barcelona, Martín I el Humano; tras un periodo de
anarquía, una asamblea de notables se inclinó por hacer rey a
Fernando de Trastámara (Compromiso de Caspe, 1412). Recibe su
sobrenombre de su participación en la reconquista de la plaza de
Antequera contra el reino musulmán de Granada (1410). En 1413
consolidó su acceso al Trono derrotando a los nobles que se le
oponían, encabezados por el conde de Urgel.
Pudo así transmitir la Corona a su hijo Alfonso V, el Magnánimo
(1416-58), que dedicó todas sus energías a proseguir la expansión
mediterránea de la Corona catalanoaragonesa, iniciada por su padre.
Incorporó Sicilia, Cerdeña y Nápoles, y llevó sus campañas guerreras
hasta el Mediterráneo oriental. Durante su reinado continuaron las
guerras con Castilla.
Al morir desgajó la herencia, dejando Nápoles para su hijo
bastardo, Fernando I de Calabria, mientras que Aragón,
Cataluña, Valencia y Mallorca pasaban a su hermano Juan II
de Aragón (1458-79). Éste fue, además, rey de Navarra por su
matrimonio con Blanca I; y, al morir ésta en 1441, intentó usurpar el
Trono navarro en detrimento de su hijo Carlos, dando lugar a
una guerra civil entre agramonteses (partidarios de Juan II) y
beaumonteses. El apoyo de Castilla a estos últimos desencadenó
además la guerra con Castilla.
Nombró reina de Navarra a su tercera hija, Leonor, casada con
Gastón de Foix, de donde arranca la implantación en Navarra de la
Casa de Foix. Pero el conflicto entre Juan II y su hijo Carlos se
extendió a Cataluña, donde provocó una guerra civil (1462-72) entre
el rey, los payeses de remensa y la facción popular de la Busca, por
un lado, y la Diputación, por otro. La Diputación llegó a ofrecer la
Corona de Cataluña a Enrique IV de Castilla, a Pedro de Portugal y a
Renato de Provenza. El rey se impuso gracias a la ayuda de Luis XI
de Francia, al que hubo de compensar con la entrega del Rosellón y la
Cerdaña.
A Juan II le sucedió en Aragón su hijo Fernando II, el Católico (14791516), casado con la heredera de Castilla. Durante su reinado volvió
a incorporarse a la Corona aragonesa el reino de Nápoles, que había
permanecido en manos de una rama colateral de los Trastámara
desde Fernando I de Calabria (1458-94), hijo bastardo de Alfonso V
de Aragón, a quien éste legó por testamento el reino de Nápoles.
Tras imponerse en dura lucha contra los barones napolitanos
partidarios del duque de Lorena, consolidó su poder y lo transmitió a
su hijo Alfonso II (1494-95). La Corona de Nápoles pasó de éste a su
hijo Fernando II (1495-96) y luego a otro hijo de Fernando I,
Fadrique (1496-1501), antes de reincorporarse a la rama principal de
los Trastámaras aragoneses en la persona de Fernando el Católico.
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