Las empresas ponen nota a los estudiantes: Sucesores de la

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Las empresas ponen nota a los estudiantes: Sucesores de la generación «mileurista»
Las empresas ponen nota a los estudiantes: Sucesores de la
generación «mileurista»
Las empresas dan un aprobado (5,8) a los conocimientos de los universitarios, pero no se muestran tan
condescendientes cuando se trata de evaluar su grado de adecuación al mercado laboral.
En este sentido, los estudios que mejor se ajustan a las necesidades de los empleadores son las ingenierías, arquitectura
y las carreras del área de humanidades. El informe UE-Converge, en el que han participado 220 compañías y que ha
elaborado la Fundación Universidad-Empresa, destaca, además, que los conocimientos de inglés y la capacidad para
trabajar en un contexto internacional son muy valorados en las organizaciones con más de 10.000 trabajadores. Las
micropymes, por su parte, insisten en que los estudiantes en prácticas tengan buenos conocimientos de gestión de
empresa.
Los mayores niveles de exigencia se detectan en las compañías de perfil industrial y tecnológico y en las empresas del
sector turístico.
Prácticas
En el verano de 2005, una veinteañera empleada en una agencia de publicidad, Carolina Alguacil, acuñó el término
«mileurista» para referirse a aquellos jóvenes de entre 25 y 34 años que, pese a su licenciatura, hablar idiomas y contar
con varios años de rodaje en el mercado laboral, no ganaban más de mil euros al mes. Sin embargo, esta generación
marcada por un adjetivo de connotaciones negativas pudo beneficiarse, aunque fuera con condiciones precarias, del
crecimiento económico. Según constata la última edición del informe «Juventud en España», el porcentaje de jóvenes
ocupados con titulación universitaria pasó del 51% en 2004 al 74% en 2008. Bien es verdad que el mismo estudio,
basado en una muestra de 5.000 personas de entre 15 y 29 años, cifra el salario medio neto en 963,91 euros al mes, una
cantidad muy modesta que sigue por debajo de los dichosos mil euros.
Pero después de la sacudida que recibió el mercado laboral en 2008 y de lo larga que se prevé la recuperación, aquéllos
que se graduarán dentro de unos meses ven su futuro tan negro que se considerarían afortunados si pudieran embolsarse
los 762 euros brutos que la Agencia Nacional de Evaluación de Calidad y Acreditación (ANECA) estima que percibe de
media un recién titulado al mes.
Cifras de desempleo
Los datos que describen su situación no inducen, precisamente, al optimismo: España es el país de la Unión Europea
con más paro entre los jóvenes. En enero de este año, la agencia estadística de la UE, Eurostat, situaba el porcentaje de
desempleados menores de 25 años en el 30,4%. Y aunque los datos correspondientes al tercer trimestre de 2008 del
Consejo de la Juventud de España, que eleva la muestra hasta los 30 años, suavizan ese porcentaje y lo bajan hasta el
18,7%, las cifras de paro entre los jóvenes superan en casi cinco puntos a las del conjunto de la población. Además, el
economista de Comisiones Obreras Carlos Martín advierte de que no sólo los menos preparados nutren la lista de
desempleados. «Al calor del crecimiento también se han creado puestos cubiertos por universitarios que han entrado con
salarios muy bajos, y el ajuste les llega primero a ellos». ¿Quizá porque tienen más contratos temporales? «No sólo por
eso, porque algunos tienen un contrato indefinido de fomento del empleo cuya indemnización es más baja». Pero lo
cierto es que la temporalidad y la sobrecualificación se ceban con los jóvenes universitarios, sobre todo si son chicas.
Ellas, según el Consejo de la Juventud, soportan una tasa de temporalidad del 55,3%, porcentaje que desciende hasta el
46,8% en el caso de los chicos.
Mientras pasa el huracán, los más afortunados se refugian en la formación y en la familia, ese colchón que tan bien
amortigua los golpes de la calle. María Herrero, que espera terminar Filosofía en junio, tiene previsto sacarse el CAP
(Certificado de Aptitud Pedagógica) y estudiar idiomas el próximo curso. Aunque está deseando cobrar una nómina, se
teme que los únicos ingresos que recibirá a corto plazo procederán de las clases particulares que imparte. «El futuro es
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del color de las hormiguitas», dice con sorna.
Informe `MilennialsŽ
Cuando la crisis empezaba a mostrar su peor cara, en septiembre del año pasado, PricewaterhouseCoopers entrevistó a
casi 4.500 graduados de 44 países -los españoles representan el 5% de la muestra- que luego se integrarían a su red de
oficinas. Los resultados, que recoge el informe «Milennials, en el trabajo:
expectativas de una nueva generación», hablan de unos jóvenes con vocación internacional, que utilizan la tecnología
para tejer redes sociales y profesionales -el 85% de los entrevistados es miembro de Facebook, casi todos tienen móvil y
un 86%, en España este porcentaje es superior, iPod o MP3-, que prefieren un horario a la flexibilidad o el teletrabajo y
que anteponen la formación a la retribución flexible en sus primeros años de trabajo. «¿Lo tienen en cuenta las
empresas, que en tiempos de crisis empiezan el recorte de gastos por este apartado?», se pregunta Joan Daura,
responsable de consultoría de recursos humanos de PwC.
De acuerdo a su deseo por seguir aprendiendo, estos jóvenes, a diferencia de los veteranos, valoran el papel de los
«coaches» y mentores en su desarrollo. «Es una herramienta que las empresas deberían ponderar en tiempos de
contención salarial y que, en muchos casos, reservan sólo para los séniores. El estudio refleja que hay un «gap» entre las
aspiraciones de desarrollo de los «milennials» y el presupuesto que la mayoría de las empresas dedica a formación y
desarrollo», comenta Daura, que admite que este año PwC no incorporará a tantos recién licenciados como en 2008,
cuando se sumaron 227 a la compañía en España. «Pero tampoco habrá una caída drástica», matiza.
También los más jóvenes, hasta un 43% de los que tienen entre 18 y 24 años, son los más dispuestos a aceptar
responsabilidades que no llevan aparejadas aumentos de sueldo. Son datos de la firma de trabajo temporal Alta Gestión
que remiten a una generación con deseos de ser aceptada en un mercado en horas bajas.
Rosario Sepúlveda
ABC
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