`El pobrecito hablador` y la prosa romántica Durante el

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‘El pobrecito hablador’ y la prosa romántica
Durante el Romanticismo hay un gran deseo de ficción literaria, de
novela, en contacto con las aventuras y el misterio, sin embargo, la
producción española es escasa, limitándose en ocasiones a traducir
novelas extranjeras. Fueron más de mil traducciones las que circularon en España antes de 1850, pertenecientes a escritores
como Alejandro Dumas, Chateaubriand, Walter Scott, Victor Hugo,
etc., del género histórico, sentimental, galante, folletinescas... La
prosa española se limita básicamente en la novela, la prosa científica
o erudita, el periodismo y el cultivo intenso del costumbrismo.
En el primer cuarto de siglo se distinguen cuatro tipos de novelas: la
novela moral y educativa, la novela sentimental, la novela de terror y
la novela anticlerical. De todas ellas, la más puramente romántica es
la de tipo anticlerical. Sin embargo, la influencia romántica se plasmará, principalmente, en la novela histórica.
La novela histórica
La novela histórica se desarrolla a imitación de Walter Scott (de
quien habían traducido 80 obras), cuya obra más representativa esIvanhoe. Sigue dos tendencias: la liberal y la moderada. Dentro de la
tendencia liberal existe una corriente anticlerical y otra populista. Por
otro lado, la tendencia moderada desemboca, en ocasiones, en novelas de exaltación tradicional y católico. Los autores españoles más
destacados son:
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Enrique Gil y Carrasco (Villafranca del Bierzo, 1815-Berlín 1846). Abogado y diplomático, fue el autor de El señor
de Bembibre, la mejor de las novelas históricas españolas
influenciada por la obra de Walter Scott1
Antonio Trueba (1821-1889) escribió una serie de leyendas y relatos, en especial los cuentos que tienen por escenarios Castilla o el País Vasco. Es célebre por haber escrito la novela histórica Paloma y halcones (1865).
Francisco Navarro Villoslada (1818-1895), que escribe una
serie de novelas históricas cuando el género romántico
está en declive y comienza el auge del Realismo. Sus novelas están inspiradas en tradiciones vascas, ambientadas en la época medieval. Su obra más famosa es Amaya,
o los vascos en el siglo VIII, en ella, los vascos y los visigodos se alían para luchar contra la invasión de los musulmanes.
Además de los dos autores previamente citados, también
cabe destacar la aportación al género histórico de Mariano José de Larra, Serafín Estébanez Calderón y Francisco Martínez de la Rosa.
El cuadro de costumbres
Durante los años 1820 y 1870, se desarrolla en España la literatura
costumbrista, que se manifiesta en el llamado cuadro de costumbres, un artículo en prosa de poca extensión. Estos cuadros de costumbres prescinden de todo argumento o lo reducen a un esbozo,
describiendo el modo de vida de la época, una costumbre popular
o un estereotipo de persona. En muchos casos (como los artículos
de Larra) contienen un alto contenido satírico.
El costumbrismo surge por el deseo romántico de resaltar lo diferente y peculiar, inducido por la afición francesa a dicho género. Se
publicaron miles de artículos costumbristas, además limitó el desarrollo de la novela en España, puesto que en este género predominaban la narración y los caracteres individuales, mientras que en el
cuadro de costumbres se limitan a describir a sus personajes como
genéricos (torero, castañera, aguador, etc.). Se escribieron grandes
compilaciones colectivas de artículos de este género, como Los españoles pintados por sí mismos (Madrid: Ignacio Boix, 1843-1844 2
vols., reimpresos en uno solo en 1851). Destacaron en él el madrileño Ramón Mesonero Romanos y el andaluz Serafín Estébanez Calderón.
Ramón de Mesonero Romanos, El curioso parlante'
Mesonero Romanos nació y murió en Madrid (1803-1882). Perteneció a la Academia Española y fue un pacífico burgués. Su pensamiento era antirromántico y fue en gran observador de la vida que le
rodeaba. Fue famoso bajo el pseudónimo de El curioso parlante.
Su principal producción literaria está dedicada al costumbrismo, no
obstante, escribió el romanticismoMemorias de un setentón, una alusión a las personas y sucesos que conoció entre 1808 y 1850.
Reunió sus cuadros de costumbres en los volúmenes Panorama matritense y Escenas matritenses.
Serafín Estébanez Calderón, El solitario
Artículo principal: Serafín Estébanez Calderón
Nació en Málaga (1799) y murió en Madrid (1867). Estuvo al frente
de altos cargos políticos. De tendencia conservadora, en su juventud fue liberal. Publicó diversas poesías y una novela histórica, Cristianos y moriscos, aunque su obra más famosa es el conjunto de
cuadros de costumbres Escenas andaluzas (1848), con cuadros
como El bolero, La feria de Mairena, Un baile en Triana, Los Filósofos
del figón...
El periodismo: Mariano José de Larra
A lo largo del convulso siglo XIX el papel del periódico es decisivo.
La revista barcelonesa El Europeo (1823-1824) publica artículos sobre el romanticismo y, a través de ella, se conocen en España los
nombres de Byron, Schiller y Walter Scott. Pero la prensa también
fue un arma para la lucha política. En este sentido, hemos de destacar la prensa político-satírica del Trienio Liberal (El Zurriago, La Manopla), donde no sólo aparecen temas sociales, sino también esbozos costumbristas que son claros precedentes de la producción
de Larra.
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, se producen importantes
cambios en el periodismo. Los emigrados tras la reacción absolutista
de 1823 regresan y junto con la nueva generación (la de José de
Espronceda y Larra) van a marcar el estilo de la época, pues han
aprendido en los años de exilio de las muchísimo más avanzadas
prensas inglesas y francesas. En 1836, el francés Girardin va a iniciar en su periódico La Presse una costumbre llamada a tener un
éxito fulminante y duradero: la de publicar novelas por entregas. La
prensa española, siempre con la vista puesta en la del país vecino,
va a copiar la iniciativa enseguida; sin embargo, su época de mayor
auge en nuestro país será entre 1845 y 1855.
Mariano José de Larra, El pobrecito hablador
Mariano José de Larra nació el 24 de marzo de 1809 en Madrid, en
la calle de Segovia, donde estaba situada la antigua Casa de la Moneda. En ella trabajaba su abuelo. Sus padres fueron Mariano de
Larra y Langelot y su segunda esposa, María de los Dolores Sánchez
de Castro. El padre, que era médico, fue un afrancesado, ocupando
el puesto de cirujano militar en el ejército josefino, durante la Guerra
de la Independencia, por lo que en 1813, cuando el futuro autor tenía
cuatro años, su familia tuvo que abandonar el país siguiendo al
rey José I Bonaparte y exiliarse, primero en Burdeos y después
en París. Gracias a la amnistía decretada por Fernando VII, la familia
pudo regresar a España en 1818 y se estableció en Madrid, donde
el padre se convirtió en médico personal del infante don Francisco
de Paula, uno de los hermanos del rey Fernando.
Larra prosiguió en Madrid los estudios comenzados en Francia, y fue
siguiendo a su padre en los destinos que iba ocupando en distintos
puntos de España (Corella, 1822-1823; Cáceres, 1823-1824; Aranda
de Duero, 1824 en adelante). En 1824 se instaló en Valladolid para
estudiar en la Universidad. Aunque no se presentó a ningún examen
ese curso, en octubre de 1825 aprobó todas las asignaturas. La
causa de su no presencia en los exámenes puede deberse a un
«acontecimiento misterioso» que alteró su carácter completamente.2 Posteriormente se ha afirmado que se enamoró de una mujer
mucho mayor que él, que resultó ser la amante de su padre. Tras
asistir a los exámenes de octubre, dejó los estudios de Valladolid y
volvió a Madrid (1825).
Prosigue sus estudios y en 1827 ingresa en los Voluntarios Realistas,
cuerpo paramilitar formado por fervientes absolutistas, significados
por su participación en la represión contra los liberales. Al tiempo
empieza a escribir poesía, fundamentalmente odas ysátiras.
Sin embargo, será el periodismo satírico lo que saque a la luz a Larra. Con diecinueve años, en 1828 Larra publica un folleto mensual
llamado El duende satírico del día. Será una serie de cinco cuadernos en la línea de las revistas de ensayos inauguradas en Inglaterra
a comienzos del XVIII con The Spectator, de Addison y Steeles, y
que en España representan El duende especulativo de la vida civil, El Pensador y El Censor, dedicados a la crítica de la sociedad de
su tiempo. Larra firmaría con el seudónimo el Duende. En esta publicación empieza a entreverse el genio satírico que Larra desplegaría
posteriormente. Larra no es, sin embargo, un opositor al régimen absolutista (sigue perteneciendo a los Voluntarios Realistas), sino un
periodista que, mediante la sátira, critica la situación social y política
del momento.
Larra no está solo, sino que forma parte de un grupo de jóvenes inquietos y disconformes que se reúnen en un café de la calle del Príncipe en Madrid. La tertulia es bautizada como «El Parnasillo», y la
frecuentan Ventura de la Vega, Juan González de la Pezuela,Miguel
Ortiz, Juan Bautista Alonso o Bretón de los Herreros. En diciembre
de 1828, Larra tiene un enfrentamiento en el café con José María de
Carnerero, director de el Correo Literario y Mercantil, al que «El
duende» había criticado en sus últimos números. Carnetero acude a
las autoridades, que cierran la publicación. No obstante, Larra había
conseguido ya cierto renombre como agudo observador de las costumbres y de la realidad cultural, social y política del momento.
El 13 de agosto de 1829 se casó con Josefa Wetoret Velasco. El
matrimonio fue desgraciado y acabaría en separación pocos años
después; tuvieron sin embargo tres hijos: Luis Mariano de Larra, que
fue un afamado libretista de zarzuelas, entre ellas El barberillo de
Lavapiés, y Adela y Baldomera, que tenían cinco y cuatro años, respectivamente, cuando Larra se suicidó, en 1837. Adela fue amante
de don Amadeo I de Saboya y Baldomera se casó con el médico del
rey, don Carlos de Montemar, quien, al renunciar don Amadeo al
trono, emigró a América y dejó a su esposa con hijos pequeños en
Madrid; Baldomera se dedicó a la banca y fue una de las creadoras
de la llamada estafa piramidal, por la que fue condenada a prisión;
terminó sus días en Argentina, a principios del siglo XX.
Durante 1830, Larra se dedica a la traducción de piezas francesas
para el empresario teatral Juan Grimaldi, al tiempo que empieza a
escribir las suyas propias (en 1831 estrenaría la comedia costumbrista No más mostrador, inspirada en un vodevil francés). Ese año
sería crucial, puesto que conoce a Dolores Armijo, casada con un
hijo del conocido abogado Manuel María de Cambronero, con la que
iniciaría una tormentosa relación en 1831 (al tiempo que seguía casado con Josefa Wetoret, de la que había tenido su primer hijo, Luis
Mariano, en 1830).
En 1832 vuelve al periodismo de crítica social con El Pobrecito Hablador, en el cual escribió con el seudónimo de Juan Pérez de Munguía. En El Pobrecito, Larra muestra la ilusión ilustrada y progresista
de que es posible superar, con la esperanza en el mañana, el castellanismo viejo de un patriotismo anquilosado en el pasado. El Pobrecito Hablador cesa de publicarse en marzo de 1833, varios meses después de que Larra comenzase a colaborar con La Revista
Española, periódico de orientación liberal que había nacido en noviembre de 1832, aprovechando que la enfermedad del rey había
dejado el gobierno en manos de la reina María Cristina, abriendo las
esperanzas de los liberales. Con el seudónimo de Fígaro, insertaría
crítica literaria y política dentro de cuadros costumbristas, al amparo
de la relajación auspiciada por la muerte de Fernando VII. Se harán
famosos artículos como Vuelva usted mañana, El castellano
viejo, Entre qué gentes estamos, En este país y El casarse pronto y
mal, entre otros. Más allá de la crítica social, Larra ataca a los carlistas comprometido con la transformación política del absolutismo al
liberalismo.
En 1834 publicó la novela histórica El doncel de don Enrique el Doliente cuyo protagonista es el del drama histórico Macías, prohibido
por la censura el año anterior y que se estrena el 24 de septiembre.
Ambas se basan en la trágica vida del poeta medieval Macías y en
sus amores adúlteros, un argumento que refleja en cierto modo la
relación que mantenía con Dolores Armijo. En el verano de 1834,
Dolores lo abandona y se va de Madrid, en tanto que se separa de
su mujer, embarazada, la cual dará a luz una niña, Baldomera, después de la ruptura (la segunda hija tras Adela, la que habían tenido
en 1832).
En 1835 emprendió un viaje a Lisboa, desde donde embarcó rumbo
a Londres y luego a París, pasando antes por Bruselas. En París se
quedaría varios meses, conociendo a Victor Hugo y Alexandre Dumas. Ese año se había comenzado a publicar en Madrid una recopilación de sus artículos: Fígaro. Colección de artículos dramáticos,
literarios, políticos y de costumbres. De regreso en Madrid, trabajó
para el periódico El Español. En esta época, la preocupación política
dominaba en sus escritos. Larra apoya al principio al gobierno
de Mendizábal, sin embargo comienza a criticarle al observar que
la desamortización redunda en perjuicio de los más necesitados.
Tras la caída del gobierno de Mendizábal, decidió intervenir en la
política activa a favor de los moderados, siendo elegido diputado
por Ávila (1836). Sin embargo, el Motín de La Granja (12 de agosto
de 1836), con la que se restaura la Constitución de 1812, impidió
que tomara posesión de su escaño.
Su creciente desaliento e inconformidad ante el curso de la sociedad
y la política españolas junto con el dolor que le produjo su separación definitiva de Dolores Armijo (Larra la había visitado en Ávila en
febrero de 1836, sin conseguir ningún resultado positivo) quedaron
reflejados en sus últimos artículos. Quizá el más notable es El día de
difuntos de 1836, publicado en El Español, en el que detrás de su
habitual ironía aparecía un hondo pesimismo.
En la noche del 13 de febrero de 1837 Dolores Armijo, acompañada
de su cuñada, le visita en su casa (el tercer piso del número 3 de la
calle Santa Clara), comunicándole que no había ninguna posibilidad
de acuerdo. Apenas habían salido las dos mujeres de la casa, se
suicidó de un pistoletazo en la sien derecha. Tenía veintisiete años.
Su entierro, el día 15, fue multitudinario. Mientras el cadáver era introducido en un nicho del cementerio madrileño del Norte (situado
detrás de la glorieta de Quevedo), el joven poeta vallisoletano José
Zorrilla leyó un poema dedicado a Larra que conmocionó a los allí
congregados. En 1842 fueron trasladados sus restos a la Sacramental de San Nicolás, que estaba situada en la calle de Méndez Álvaro(Madrid). En mayo de 1902 se volvieron a trasladar los restos a
la madrileña Sacramental de San Justo, San Millán y Santa Cruz, depositándolos en el Panteón de Hombres Ilustres de la Asociación de
Escritores y Artistas Españoles, donde con alguna frecuencia se celebran homenajes en su recuerdo, el último en 2009 para conmemorar el bicentenario del nacimiento del escritor, encabezando el acto
el escritor Juan Van-Halen, presidente de la Asociación de Escritores
y Artistas Españoles, y Jesús Miranda de Larra, descendiente y biógrafo de Larra.3
Artículos periodísticos de Larra
Larra escribió más de doscientos artículos, bajo la firma de diversos
pseudónimos: Andrés Niporesas, El pobrecito hablador y sobre
todo, Fígaro. Sus trabajos pueden dividirse en tres grupos: de costumbres, literarios y políticos.
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En los artículos costumbristas, Larra satiriza la forma de
vida española. Siente gran pena por su patria imperfecta.
Destacan Vuelva usted mañana (Sátira de las oficinas públicas), Corridas de toros, Casarse pronto y mal (con tintes
autobiográficos) y El castellano grosero (contra la grosería
del campesinado).
Su educación afrancesada le impidió despegarse por
completo de los gustos neoclásicos, y ello se ve reflejado
en sus artículos literarios, donde realizaba críticas sobre
las obras románticas de su época.
En sus artículos políticos se ve claramente reflejada su
educación liberal y progresista, con artículos hostiles al
absolutismo, al tradicionalismo y al carlismo. En algunos
de ellos, Larra descarga su exaltación revolucionaria,
como en esta que dice "Asesinatos por asesinatos, ya que
los ha de haber, estoy por los del pueblo".
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