XL Justas Poéticas Castellanas de Laguna de Duero

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XL Justas Poéticas Castellanas
XXXI Certamen de Cuento Corto
Laguna de Duero
2011
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Guión de la entrega de premios de las
Justas Poéticas Castellanas 2011
 Intervención del Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Laguna
de Duero, D. Luis Minguela Muñoz.
 Espectáculo de la Magia de las palabras a cargo del mago
Fernando Arribas.
 Lectura del acta y entrega del premio de Cuento de Corto.
 Lectura del acta y entrega del premio de las Justas Poéticas
Castellanas.
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Discurso de apertura
Han pasado 40 años de la celebración de las primeras Justas
Poéticas Castellanas, por allá en el año 1971. Fue un proyecto
cultural que buscaba potenciar la creación literaria mediante
la convocatoria primero de los concursos de Poesía y, nueve
años después, con el concurso de prosa que denominamos
cuento corto. Esta iniciativa fue posible gracias al esfuerzo de
muchos laguneros que creyeron necesario organizar este acto
popular, en el que rendir un homenaje a las letras, a la poesía,
y en definitiva a la Cultura.
Luis Minguela Muñoz
Alcalde de Laguna de Duero
Desde las instituciones públicas es muy importante mantener el apoyo a la Cultura. También en
época de crisis económica. Y aunque debido a esta situación los presupuestos en este tipo de eventos se
ven mermados, intentamos desde el Ayuntamiento de Laguna de Duero suplir con imaginación la
carencia de recursos económicos. No queremos que se vean afectadas las celebraciones culturales y
tradicionales de Laguna. Ahora más que nunca es el momento de defender nuestras tradiciones y
nuestros valores culturales. Sólo de esta forma, conseguiremos mantener vivo un espíritu constructivo
y mejorar día a día nuestra sociedad.
A estos concursos literarios que se vienen realizando año tras año, se presentan con sus obras cerca de
800 escritores de todas las comunidades autónomas de España, como también muchos escritores
hispanoamericanos de Argentina, México, Chile, Uruguay, y en general de América pues también
hemos recibido obras de Estados Unidos y de Brasil. Por supuesto, también participan obras
procedentes de países europeos como Portugal, Francia, Inglaterra y Alemania, e incluso, desde Israel
y Tailandia se han recibido trabajos este año. Este hecho demuestra la proyección internacional que
van tomando los certámenes literarios organizados por el departamento de Cultura del Ayuntamiento
de Laguna de Duero
Y todo esto es así, porque nuestras Justas tienen prestigio, solera, y relevancia entre los escritores. Los
agraciados con los premios, han sido, en algunas ocasiones, escritores consagrados pero en otras, han
sido premiados jóvenes promesas de entonces, que hoy son escritores reconocidos como Juan Manuel
de Prada o Care Santos.
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El Ayuntamiento de Laguna de Duero ha ido adaptando este acto de la entrega de premios a la
realidad de cada momento. Y si al principio, esta velada literaria estaba vinculada con la coronación
de la Reina de las Fiestas, ahora con esta magnífica Casa de las Artes, hemos apostado por celebrar
un acto más literario si cabe, aprovechando las oportunidades que nos brindan las nuevas tecnologías
y la posibilidad de ver espectáculos como el que después disfrutaremos de la mano del mago Fernando
Arribas y su Magia de las Palabras.
Durante muchos años este proyecto cultural ha tenido el apoyo de las obras sociales y culturales de las
cajas de ahorros. Por segundo año consecutivo contamos con la colaboración de Caja SegoviaBANKIA. Por lo que en nombre de todos les quiero agradecer esta colaboración, agradecer a los
promotores que lo hacen posible y desear que pueda aumentar la dotación y sigan apoyando esta
iniciativa cultural. Desde el Ayuntamiento seguiremos potenciando actividades lúdicas y culturales
que sin duda serán sinónimas de una sociedad en movimiento, de una ciudadanía alegre y
participativa y de una Ciudad que queremos situar, poco a poco, en el sitio que le corresponde a nivel
provincial y regional.
Y para finalizar quiero recordar a unas de las personas que más ha hecho por que hoy celebremos los
40 años de Justas Poéticas Castellanas en Laguna de Duero: Timoteo Herrero Herrera al que quiero
mandarle un abrazo y desearle que se recupere de la dolencia que actualmente padece. Permitidme que
haga mías unas palabras de Timoteo:
Tuyas son estas Justas Poéticas querido pueblo de Laguna. Tuyas porque aunque el poeta escriba:
Nacieron como flor, pero en verano,
Una tarde de paz en el Abrojo,
A la orilla del cálido rastrojo
Que San Pedro labró con propia mano.
Crecieron junto al Duero, en Castillejo...
El Abrojo y Castillejo son lugares que lame zalamero el Padre Duero y están enclavados en el término
de Laguna de Duero y, ya se sabe aquello de “lo que hay en el pueblo, del Pueblo es”.
Luis Minguela Muñoz
Alcalde de Laguna de Duero
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Premio FlorNatural
XL Justas Poéticas Castellanas de Laguna de Duero 2011
José Manuel Martín Portales (Córdoba, 1959)
Según confiesa en uno de sus libros, "a los 18 años
quise ser ermitaño; a los 20 alcancé el privilegio del
pan en un polígono industrial de las afueras". El
trabajo le obligó a abandonar los estudios de Historia
a mediados de los años 80, y desde entonces su
formación ha sido totalmente autodidacta, deudora
de sus primeras lecturas de San Juan de la Cruz y
Santa Teresa, así como de la obra de Antonio
Machado, Valente, Borges, Rilke y Gamoneda,
principalmente. Su interés por la teología, la
islamología y la experiencia mística han influido en
la orientación de su experiencia poética, igualmente enfrentada a la literatura como a la mentalidad
religiosa.
Ha sido colaborador del diario La Voz de Córdoba; del Diario Córdoba; y las revistas Cántico y
San Juan de la Cruz. Asimismo, ha impartido charlas y conferencias en sus áreas de conocimiento y
ha recibido varios premios por su poesía.
Es autor de varios libros entre los que destacamos Lógica de la perplejidad (1997); La fractura
relacionada. Apuntes para un pensamiento inocente de la revelación 'sucesiva' monoteísta (2001);
El hombre prohibido (2004); El espejo vacío (2004); El monje desnudo (2006); Crítica de la nada
(2007); Cuaderno de la pobreza (2008); 99 Haikus de Mu-I (2010).
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Acta del Premio FlorNatural de las
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Dramaturgia para un pájaro solitario
El fruto cae por su peso y queda abierto, herido, sobre la nada
en su ayuda un enjambre de pensamiento comercial
como avispas feroces sobre la carne azucarada y tierna
surcará la historia, el patético espejismo de las respuestas
pero el fruto mantiene su ahora intacto
la cortina de humo ha sido descorrida sobre la superficie del planeta
los silencios buscan el centro
lo oscuro reúne las miradas
un pájaro reposa
mientras los espectadores imaginan que todo será un juego
el público ignora que el drama ha comenzado
hace miles de años
el tiempo necesario para que el homínido preste atención
(…)
el abismo galopa por la mirada
algo desbocado se anuncia
cuando la ausencia se hace corpórea
la escenografía inerte parece que respira
azul tenue azul intenso quizá el rojo del atardecer
tras la ventana de carpintería
la luz inicia su discurso a favor de las sombras
quién emergerá con su grito
quién se atreverá a habitar el vacío
a protagonizar el instante de la inminencia
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ahora que se ha sosegado la ansiedad de los que esperan sentados
y un leve bienestar aquieta la angustia
del mamífero que se ha convertido en depredador de fantasmas
a quién esperan los que han venido a degustar cultura
(…)
cuando el lejano violonchelo subraya el margen del acantilado
se abre un espacio dentro del espacio
suspensión, paradoja, vuelo dentro del vuelo
apertura del límite gestando la presencia
el actor es un número en la ecuación del aire
el actor está solo
y el misterio alcanza su primera transfiguración
cuando aquella soledad comienza a gobernar y a decir
entonces el violonchelo se desliza hacia el fondo
arrastrando consigo una nube de pájaros violetas
un animal pensante frunce el ceño en la tercera fila
otros se hunden en su propio tedio metafísico
pero la cuestión es ya irreversible
como la caída libre de una paloma atravesada por una espada de fuego
como el ángel que no se arrodilló
(…)
el actor está mudo
el actor ha surgido del caos
qué otra escenografía para el silencio
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en cada silencio habita la primera soledad
la antiestructura que ha sido convocada por la conciencia
la duda sobre el número
en la escueta cosmogonía del escenario la luz mana de lo oscuro
lo oscuro es la madre, lo oscuro permanece aún cuando la voz
se abre como antorcha y prende cada mirada
arden como flores vivas en primavera
arden como las luminarias públicas de una fiesta municipal
el silencio se protege
del cerebro reaccionario de los bípedos
(…)
la masa camina hacia la esfinge
trenza nudos de polvo al ritmo de las cítaras insomnes
las tablas del Guión queman sus manos
el actor danza en la quemadura
acumula montañas y voces desde la lejanía
suma peldaños bajo la bóveda del arcoiris
truena la Ley y en la serpenteante espada de la luz
se fundamentan los pozos sagrados que ansían los rebaños de la tribu
la palabra busca encarnadura
la palabra busca una osamenta
en la frágil inmensidad de los desiertos
si aparece el lenguaje la verdad será hecha ceniza
si aparece el lenguaje la pregunta se habrá hecho existencia
si aparece el lenguaje el Ser está en peligro
(…)
sujeto al Orden Textual el actor suda tinta
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y es ovacionado por los ignorantes
que ven en esto un esfuerzo digno de memoria
pero el actor escupe sucia saliva sobre el proscenio
y se limpia la boca en el telar de las bambalinas
el Orden Textual tiene vida propia y lucha en la garganta del actor
obligándole a declamar la ley gravitatoria
y entonces la sangre recorre sus mejillas
mientras los vertebrados levitan suspendidos en la ridícula catarsis
de la celebración
quién ha planteado un Guión tan funesto
que se goza en el crimen del único inocente
qué clase de animal es este que procura
el embellecimiento brutal de sus cadenas
(…)
las confusas imágenes del Código fluyen por los desagües del tiempo
en el sumidero han construido un mirador precioso
donde las alimañas firman pactos y engullen deuda pública
parece que en el patio de butacas reina una paz sospechosa
las hembras cubren sus ubres con diamantes robados
los machos lucen en la solapa salvoconductos democráticos
el actor está solo en el centro del escenario
como un héroe de paja como un espantapájaros
esperando a que se le pose en el hombro el espíritu santo
y le confirme la última revelación del fondo monetario
(…)
fue inútil desechar la metáfora
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él hubiese querido recomponer el mundo
los tres metros cuadrados del escenario azul
pero se lo impidieron los enlaces neuronales
el escalofrío de la percepción, las herencias genéticas
el a priori puro y los imperativos éticos
incluso el espíritu de Hegel
cuyo vientre no deja de vomitar razones como puños
él hubiese soñado una esquina rosada
un vértice de pura soledad donde iniciar el vuelo
pero se lo impidieron las tasas y los cónclaves
los planes educativos y el equilibro de las balanzas
le preceden los dioses el génesis el cosmos
le preceden los gritos de la supervivencia
los crímenes los fósiles los himnos los decretos
las tesis doctorales las montañas los cálices
los altares las piras los sacrificios los salmos
la extensa dramaturgia del miedo y los cobardes
que sueñan apocalipsis para huir de sí mismos
tras haber reventado el jardín que encontraron
(…)
el espacio escénico es un nido rasgado por la ausencia
el pájaro solitario clama desde la noche oscura
el actor ha extendido los brazos
de donde cuelgan ahora modélicas serpientes imperiales
y extensos tratados sobre la Grecia clásica
el público se encuentra felizmente aturdido
muy bien informado y mejor distraído
mientras en sus pancartas reivindica la vuelta al escolasticismo
saturado por la mueva verdad de las incertidumbres
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confortado por la promesa gubernamental sobre el futuro
aliviado por las medidas financieras de los supermercados
el ingente sustrato demográfico abandona el recinto de su propia conciencia
el actor está solo y ha extendido los brazos
(…)
la poética clama con la torpeza del náufrago
en el violento océano literario
el pájaro del aire no precisa concepto
y se va a lo más alto
el pájaro del aire no tiene compañía
ni requiere cuidado
el pájaro del aire canta desde la altura
sin público ni aplauso
el pájaro del aire no es rojo ni azul
ni negro ni blanco
el pájaro del aire canta con suavidad
porque muere volando
la poética clama contra la teodicea
clama contra los griegos y contra los romanos
y contra las verdades de los funcionarios
el pájaro está solo
el drama comenzó hace miles de años
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Primer premio del XXXI Certamen de Cuento Corto
de Laguna de Duero 2011
Enrique Parra Veinat
“Puedo decir que si escribo relatos es porque mi hermana tenía una
gran biblioteca y me dejaba llevarme los libros que quisiera.
Comencé a escribir historias a los doce años”. En esto de la escritura
siempre he ido a la mía, aunque desde hace cinco años soy alumno
de la Escuela de Escritores, en Madrid.
He colaborado literariamente con la "Asociación Cultural Pintor
Teodoro Andreu" de mi ciudad. He publicado relatos en un par de
antologías, de las que no tienen repercusión pero están hechas desde
el entusiasmo.
Y he obtenido algunos galardones literarios, los más recientes como finalista del Certamen de relato
breve Blas de Otero 2009, el primer premio del Certamen de Relatos Valle de Esteribar de 2011 y
el segundo premio del XV Concurso Internacional de Relato Corto Elena Soriano. Actualmente
estoy preparando un libro de relatos y he comenzado a escribir mi segunda novela”.
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Acta del XXXI Certamen de Cuento Corto de Duero 2011
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La tela de araña
Están las colmenas del padre de Martha, pero cada día me gusta menos trabajar de apicultor. Sé que
es una putada lo que voy a hacerle a Martha pero ya no soporto el negocio familiar. Cuando dejé la
orquesta, hacía poco que nos conocíamos y lo aceptó sin echarme nada en cara. Supongo que todos
aceptamos que alguna vez que otra nos rebasen el límite. Entonces me comentó lo de que su padre
necesitaba un ayudante. Fuimos a verlo a su finca y me enseñó las colmenas y lo que hacía con ellas.
Enseguida me sentí atraído por el sonido que venía del interior. Me recordaba al de una buena
orquesta. Me ganaba la vida tocando el violín, llegué a ser concertino. Al principio tenía vergüenza
cuando el director me pedía que me levantara para recibir los aplausos del público. Sé que no tengo
pinta de violinista. Por mi pelo largo y los pendientes. Eso es lo que me dicen todos cuando les
pregunto por qué piensan que no tengo pinta de violinista. Me señalan con el dedo o la mirada a la
altura de la cabeza. Nos hemos acostumbrado a asignarle a alguien una profesión, o la capacidad de
matar una mosca o no tras el veredicto de una de nuestras miradas. Una vez me acosté con una
violinista. Tenía varios tatuajes en el cuerpo. Un rosal en la espalda que acababa enrollándose
alrededor de su cuello y una parra de la que se había descolgado una hoja con la que, a modo de
habitante del paraíso, descansaba en su sexo. Actuaba siempre con jerseys de cuello alto.
Un día me di cuenta de que no podía tocar afinado. Un año: ese fue el tiempo que me di para
que las cosas cambiaran. Como siguieron igual, abandoné la música y me hice apicultor. Al padre de
Martha le caí bien y le gustó la idea de que le ayudara. Martha se alegró y yo, al principio, puse todo
mi empeño en aprender.
Hasta ahora, que ya no puedo más.
A veces he pensado en quitarme la ropa y meterme dentro de una colmena. Unos cincuenta
picotazos serían bastante para que comenzara a colapsarme y me fuera muy difícil respirar. Cuando
encontraran mi cuerpo estaría irreconocible. Pienso en cuatro boxeadores dándome puñetazos durante
diez minutos. Cuatrocientos golpes, como la película, si mi vida fuera un guión.
Nadie pensó que llegaría a ser concertino. Mis padres no vinieron a mi debut y el director me
felicitó. El día que mi madre vino a verme, después me presentó a su nuevo novio. El tipo no pudo
aguantar toda la sinfonía y nos esperó en un bar. Cuando mi padre asistió a uno de mis conciertos,
vino solo y la verdad es que hubiera sido mejor que alguien le acompañara y le ayudase a mantener el
equilibrio al levantarse a aplaudir. Mi padre montaba los discos de los frenos traseros en una cadena
de montaje de coches y mamá regateaba en las tiendas. No es que fuéramos pobres. Simplemente
había prioridades. El violín me lo dio mi tío Jean Baptiste, el hermano de mi padre. Alguien le debía
dinero y le dijo que el violín valía diez mil francos. Como sólo le debía quinientos se conformó. Una
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tarde vino a casa y me lo regaló. Me dijo que fuera a enseñárselo a los amigos y él se quedó un rato
más con mamá. Mi tío casi siempre venía a casa coincidiendo con el turno en la fábrica de mi padre.
Un día los pillé: a mamá con las bragas bajadas y a él con un bote de mermelada en la mano.
Hubiera podido romper el violín de rabia, pero fue lo único que me llevé al escaparme. Dos días
después llegué a casa de mi abuela. No sabía que me había ido ni que mi madre utilizaba botes de
mermelada para jugar con su cuñado. Le conté ambas cosas y dijo que se imaginaba que algún día
iba a suceder algo así con una hija tan lagarta. Utilizó esa palabra, lagarta. Mi abuela vivía sola, así
que no le importó que me quedara con ella un tiempo. Ella misma llamó a mis padres y les dijo que
iba a quedarme con ella una temporada. Lo cierto es que era una situación que a los tres nos venía
bien. Estar cada uno separado del resto.
Mamá vino a verme al final del verano. El tío Jean Baptiste esperó en el coche las dos horas
que duró su visita. Cuando se marcharon hizo sonar el claxon y levantó una gran polvareda porque
estuvo conduciendo un rato con medio coche fuera del asfalto. Tras la cortina de polvo apareció Laura
con su bici. Más tarde le dije que me hubiera gustado estar en un teatro y que ella apareciese de detrás
del humo blanco de un mago. Esas palabras le gustaron y le hicieron creer que era un chico diferente.
Laura era la chica más bonita que había visto en mis quince años de vida, más guapa aún que mi
madre cuando mi madre me parecía la mujer más bonita del mundo. Me planté encima de los pedales
y elegí el camino que iba al río. Yo intentaba hablar de mis cosas sin que se notara que me gustaba.
Ella me hablaba de tonterías de chicas. Me dijo que quería ser representante de Avon para poder
viajar mucho. A ti te pega más ser azafata de vuelo, le dije. Me contestó que las azafatas son rubias y
que su pelo era moreno. En esos momentos me acordé de la frase que le dijo papá a un amigo sobre el
color del sexo de las rubias. No me gustó tener esos pensamientos estando con Laura, porque se me
olvidaba lo bonita que era, así que para no tenerlos le dije que lo que yo quería ser era violinista.
También tú podrás viajar por el mundo. No, yo quiero tocar en una orquesta y estar en esa orquesta
para siempre. A Laura le cambió la cara al oír aquello. Se le secó la expresión de los ojos, como un río
en agosto. Aunque era la primera vez que veía algo así, supe perfectamente lo que significa.
Laura, otra Laura, estaba pasando la noche en mi casa cuando me llamaron al teléfono para decirme
que mi padre había muerto y pedirme que fuera al depósito de cadáveres de una ciudad situada a mil
setecientos kilómetros para reconocerlo. También me comentaron que llevaban veinticuatro horas
intentando localizar a mi madre. No le dije nada de la llamada a Laura porque quería que
terminásemos lo que estábamos haciendo.
Me pasé la noche y la mañana siguiente conduciendo hasta el lugar donde me encontraría con
el cadáver de mi padre. El depósito estaba en la parte de atrás de un hospital, parecía que quisieran
esconderlo a la gente para que no lo vieran los que pasaran de camino a la parte delantera del edificio.
Según me dijo un doctor a quien que murieran los hombres como mi padre se la traía floja, mi padre
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había muerto de un ataque al corazón. Es lo que tiene no poder cambiar las pastillas de sus frenos, le
dije. El doctor me pidió que firmara unos papeles con cara de no haber entendido lo que le decía. Me
dijo que me podía quedar cinco minutos, no más porque terminaba su turno y tenía que irse a casa.
No pensaba quedarme, pero le dije que iba a fumarme un cigarro y me marcharía, supongo que a los
que están aquí no les importa. El hombre desapareció tras la puerta y me puse a pensar en que mi
padre, de un plumazo, me había librado de tener que llevarlo a un asilo, de tener que visitarlo una o
dos veces al año y que, a cambio, se iba a librar de ser el padrino de mi futura boda o de no saber qué
decir cuando le llamase un día para comunicarle que iba a ser abuelo.
Tras el humo del cigarro que me estaba fumando aparecieron mi madre y su último novio. Se
llamaba Juliusz. Era polaco, un polaco rubio, con una espalda del tamaño de un saco de patatas. A
mamá la llamaba cariño. Cariño por aquí, cariño por allá, y eso en un tipo que no sea cantante de
boleros o algo así no es muy creíble. El doctor volvió para decirme que era hora de cerrar el depósito y
Juliusz dijo, Cariño, tiene razón el doctor, aunque no sé por qué hace falta cerrar si de aquí no va a
irse nadie. Su risa de tipo acostumbrado al andamio se escuchó en toda la sala como si el olor a
cloroformo y el ambiente de asfixia de las luces de neón de poca potencia tuvieran que ser sustituidos
por el olor a mierda de su aliento y el eco de su cerebro. Salimos afuera como una familia que acabase
de confirmar que el cadáver que habían visto no era de su incumbencia, aunque supieran que
igualmente les iba a fastidiar lo que quedaba de día. Mamá me dijo que me invitaba a tomar un café.
Yo miré a Juliusz y mamá le dijo a su novio que nos íbamos los dos a tomar un café. Juliusz me dio el
pésame y se subió a su coche y desde la ventanilla gritó, Cariño, dentro de una hora volveré a por ti.
En una hora un hombre es capaz de ir a buscar la compañía de otra mujer. En una hora un hombre
puede ir a tomar una copa y debido al odio que almacena en su interior matar al tipo que hay
bebiendo a su lado. En una hora un hombre puede no reconocerse en el espejo en el que se ha mirado y
volarse la tapa de los sesos.
Mamá había dejado de fumar, me lo dijo cuando le ofrecí un pitillo. En ese momento,
mientras sus dedos de mujer mayor y adictos a la nicotina, intentaban sacar uno de dentro, me
anunció que iba a casarse. La noticia no me sorprendió. Eso significaba que tampoco se iba a casar en
esta ocasión y que cuando me llamase por teléfono para decirme que lo había dejado con Juliusz me
tocaría ir a consolarla. Me dijo que ella y papá no se habían visto desde hacía más de tres años, pero
que, a pesar de todo lo que había pasado, a pesar del divorcio, aún lo quería, no como antes, claro,
sino como a un buen amigo. Le había sido imposible borrar todo de su corazón. Un corazón no es
como una cinta de vídeo, ¿sabes? en la que puedes grabar encima una y otra vez, me susurró casi entre
hipos. Mamá estaba vieja. Más que sus manos. Tenía cincuenta y tres años y parecía una de esas
mujeres que se ha pasado la vida cuidando a enfermos. Cada vez que daba un sorbo a la taza,
alrededor de sus labios se formaban unas líneas irregulares que me hicieron pensar en todos los ríos del
mundo y un mar en el centro donde desembocan. ¿Qué haces ahora?, me preguntó. Lo de siempre,
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toco el violín en la orquesta. Un día de estos me gustaría ir a verte. Cuando quieras. ¿Qué tal está la
abuela? Bien, ya sabes. Me hubiera gustado que mi madre no hubiera dejado de ser la fumadora
empedernida que fue para que tuviéramos los dos algo que hacer durante los silencios de nuestra
conversación. ¿Te podrás encargar tú del funeral?, me pidió. Asentí y me hice un montón de
preguntas que ella no me iba a contestar. ¿Quieres que haga traer alguna corona de flores? ¿Llamo al
tío Jean Baptiste? ¿Aviso a alguno de sus amigos? ¿Quién se encarga de transportar el cadáver a
nuestra ciudad? ¿En qué iglesia quieres que se haga el funeral? ¿Tenía algún seguro papá que
cubriera los gastos? Yo me las hice y ella supo que me las estaba haciendo porque durante ese rato no
me dijo nada, se limitó a estar callada sin mirar la hora, aunque controlaba en qué momento había
llegado a los sesenta minutos establecidos por su nuevo novio como el tiempo de nuestro café. Se
levantó y me dijo, hasta mañana.
En el cementerio apenas había árboles y era un día de calor, tanto que molestaba. De los cinco
que estábamos allí, yo era el único que llevaba gafas de sol. Me parecía que la gente que había estaba
pensando que era el más afectado por la muerte de papá. Tras el entierro, el sacerdote se acercó a mí y
me dijo que mi padre estaba con Dios, pero que tenía que rezar por él. Un cura sabe lo que ha de decir
si ve que a un funeral sólo asisten cinco personas. Cada uno nos marchamos en una dirección. En esa
época conocí a Martha. Martha era empleada de la tienda donde encargué las flores para el funeral de
papá. Yo no tenía ni idea de cuál eran el tipo de flores que se utilizaban en estos casos. Me gustó que
no quisiera endosarme media tienda.
Esta mañana me caso con Martha. Hace un minuto que han dejado de sonar las campanas. Dentro
de nada, Martha, cogida del brazo de su padre, le preguntará a su padre por mí y su padre le
preguntará a mi madre dónde estoy. Mamá se ha empeñado en ser mi madrina de boda. Le dije que
no hacía falta que viniera. Vivimos a más de mil kilómetros el uno del otro. No le gusta viajar en
avión y no tiene actualmente un novio que la traiga en el coche. A Martha le gustó que fuera
violinista. Es muy fácil pensar que todos los violinistas son como los que salen por la tele el día de año
nuevo por la mañana. Aunque —ya lo he dicho— no me recriminó que dejara el violín por las
colmenas. Ella adoraba a su familia. Otra persona me hubiese puesto la cabeza como un bombo.
Desde donde me encuentro me puedo imaginar la cara de Marta y la del resto de invitados. Un traje
de apicultor no es lo más adecuado para ir a una boda, sobre todo si eres el novio. Eso sí, todo el
mundo sacará la cámara. ¿No van los militares vestidos con su traje de gala el día que se casan? Soy
apicultor y los violines tenían que tocarlos otros, así que me imagino que no pasaría nada si iba con el
traje de trabajo, aunque parezca un traje de astronauta anticuado y poco efectivo. Lo que ocurre es que
también me acompañan las abejas conmigo. No voy a quitarme el casco de rejilla, porque si no, sería
como hacerle un agujero a uno de esos panales silvestres que hay en los troncos huecos. Empezarían a
salir abejas y no habría quien las detuviese.
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